Archive for Noviembre, 2015

Se parece a Corto Maltés pero…

Lunes, Noviembre 30th, 2015

Hergé lo tuvo claro, aunque dejó consternado a generaciones de lectores. Tras mi muerte, dijo el escritor e ilustrador belga, se acabaron las aventuras de Tintín. Que el aficionado vuelva a las originales si desea su chute Tintín…  Ese ha sido mi caso, como imagino fue el caso de otros tantos lectores –esos tantos que no necesitan adquirir muñequitos, ni pósters, ni artefactos que conforman la mercadotecnia– para disfrutar una vez más de las historietas del periodista que no escribe y se rodea de extraños –y probablemente poco recomendables– amigos.

Hugo Pratt, que a su manera creó un Tintín para adultos como es Corto Maltés, no pensó sin embargo como Hergé cuando la señora de la guadaña llamó a su puerta. El primer resultado del Maltés post Pratt se encuentra de hecho ya en la calle y encierra lo que se dice una buena noticia para el aficionado que, como ha sido nuestro caso, buscará dinero donde no queda para hacerse con un nuevo álbum de Corto Maltés, solo que no lo escribe ni dibuja Hugo Pratt sino los españoles Juan Díaz Canales (guión) y Rubén Pellejero (dibujo y entintado).

El álbum, que se llama Bajo el sol de medianoche, se vende además en color y en blanco y negro. A color se ahorra el lector unos cuatro o cinco euros, lo que llama la atención porque antes, y cuando digo antes es antes de antes, un colorín en blanco y negro resultaba más barato que otro a todo color… Claro que los tiempos cambian, y lo que antaño iba a misa hoy ha perdido su senda, vaga errante por esos caminos por los que transita el Corto Maltés de Pratt y ahora, pero de otra manera, el de Canales y Pellejero, quienes se enfrentan al reto de recuperar a Corto respetando al maestro italiano, sobre todo en el dibujo, aunque quiebre, o se tambalee, en lo que respecta a lo que cuenta, a su relato…

Un relato que parece que es de Corto pero que no es de Corto. Y no es de Corto porque su ambientación histórica no está tan bien armada como la que caracterizó al genio italiano, quien mezclaba personajes reales con ficticios en las aventuras del Maltés hasta consagrarse definitivamente en la que, a nuestro juicio, es la obra maestra de Hugo con Corto: Siberia.

Bajo el sol de medianoche se desarrolla en 1915, hay ecos de las Célticas (lean el álbum y entenderán la razón) y de la juventud de Corto. Lo de la juventud es porque el marino que no perdió la gracia del mar viaja hasta Alaska respondiendo al llamado de su amigo el escritor Jack London.

En esta tierra inhóspita, fría, Corto Maltés conocerá inuit, los naturales de la zona; y británicos, irlandeses y alemanes que han llevado a este gélido rincón del planeta la guerra que sacude el corazón de Europa.

La novela gráfica se lee, y uno no deja de sacudir la cabeza sorprendido por la capacidad de mimetismo que tiene el trabajo de Pellejero con el de Pratt, pero a la historia le falta sustancia, y esa complejidad con la que Hugo Pratt enriquecía los relatos no solo de Corto sino de otros personajes que salieron de su cabeza.

Cabeza privilegiada para la aventura, una aventura que con Corto Maltés se puso por primera vez en el cómic pantalones largos, se arrogó de cierto progresismo con aroma de izquierda, y pretendió denunciar a través del tebeo las golferías que jalonan la Historia. Una Historia que está muy presente en las aventuras del Maltés aunque los escenarios resulten a veces extraordinariamente exóticos y la época, una época en la que todavía podía creerse en los caballeros. Y Corto Maltés es un caballero, además de un errante.

No, no termina de convencerme esta nueva entrega del Maltés. Más a sabiendas de que detrás no está quien debería de estar, pero con todo –ya ven, contradicción andante somos– sí que espero con interés nuevos álbumes en los que se recupere a un Corto que, sin ser el que conocí, sí que recuerda vagamente al que me acompañó a lo largo de este trecho errático que es la existencia.

Saludos, 1, 2, 3… ¡mambo!, desde este lado del ordenador.

Una vez más… ¡a dar la nota!

Viernes, Noviembre 27th, 2015

* Robo en São Paulo y La playa de Londres, que aún es título provisional, serán presentados por Dulce Xerach el 3 de diciembre en la Feria del Libro de Guadalajara, en Méjico. Acompañarán a su autora, el editor de Oveja Negra, José Vicente Kataraín, y Pablo Martín Carvajal que reedita Tú eres azul cobalto en la misma editorial colombiana. La playa de Londres se desarrolla en Tenerife, Londres, Cancún y Sao Paulo, así como en las Islas Caimán y es la segunda novela que protagoniza la agente de la Policía Nacional Española, María Anchieta. La trama se  inicia con el asesinato de un empresario británico y su novia colombiana en el sur Tenerife, y describe una compleja conspiración política que protagoniza un ex ministro español. Como en Robo en São Paulo junto a los personajes de ficción aparecen reales como los Reyes de España en la visita oficial que realizaron al archipiélago canario a finales del año 2006 y Adán Martín, presidente del Gobierno de Canarias.

* Tras el cuaderno de viajes Rumbo a un sueño (2012), José Luis Cámara debuta en la novela con La noche más larga en la isla esmeralda, relato en el que cuenta cómo un periodista, Juan, convierte en realidad un viejo sueño como es viajar a Irlanda. Durante su estancia, el protagonista conocerá a una joven irlandesa y se interesará por el cruento conflicto entre Gran Bretaña y el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Ambas pasiones, la más íntima y personal, y la profesional lo sumergirán en una aventura que lo llevará a recorrer el norte y el sur del país, igual de mágicos pero completamente opuestos hasta que la realidad lo golpee una amarga y larga noche que cambiará su vida.

Saludos, en el nombre de…, desde este lado del ordenador.

Varios libros de Andrés Sánchez Robayna coinciden en las librerías

Jueves, Noviembre 26th, 2015

Si deciden darse una vuelta por librerías y olvidar –ay, mi cabeza–  los síntomas que enferman a la vida cultural en las islas a medida que nos acercamos a 2016, quédense con que coinciden en sus estantes varios títulos del profesor, escritor, poeta y traductor Andrés Sánchez Robayna.

Anoten:

Las antologías poéticas El espejo de tinta (1970-2010), ed. José Francisco Ruiz Casanova, Madrid, Ediciones Cátedra, col. Letras Hispánicas, 2012; y Al cúmulo de octubre (Antología poética: 1970-2015), prefacio de Yves Bonnefoy, Madrid, Colección Visor de Poesía, 2015.

La edición reciente del libro de Alejandro Cioranescu La forma del tiempo: Ensayos de literatura general y comparada (Madrid, Biblioteca Nueva, 2014).

Y sus Variaciones sobre el vaso de agua (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2015).

Saludos, aquí se queda la clara…, desde este lado del ordenador.

Cubanos, Fidel Castro ha muerto

Miércoles, Noviembre 25th, 2015

“‘Fidel ha muerto’ lee y se lo repite: “Fidel ha muerto”, y de pronto es como si todo en la oficina se detuviera, flotando, envuelto en una neblinosa frialdad que le clava un vacío raro en la piel y lo hace estremecerse. Se frota los antebrazos como para intentar insuflarles un calor que, lo sabe, no logrará por el nivel en que los conserjes han encendido el acondicionador central de aire. Por eso se pone de pie y camina hasta uno de los ventanales, justo el que apunta hacia la imagen del Ché, al otro extremo de la Plaza, carga sus pulmones con todo el aire que puede y lo va liberando poco a poco, muy lentamente, buscando una calma que, también lo sabe, no encontrará.”

(Las palabras y los muertos, Editorial Almuzara, 2015)

La literatura policíaca cubana está viviendo un momento muy dulce gracias sobre todo a las novelas que Leonardo Padura dedica a su, primero agente del orden y más tarde ciudadano que se busca la vida, protagonista Mario Conde, un testigo involuntario de las grandezas pero también miserias de su país y protagonista de ocho estupendas historias (Máscaras, Pasado perfecto, Paisaje de otoño, Vientos de cuaresma, La neblina del ayer, La cola de la serpiente, Adiós, Hemingway, Herejes) en las que a través del género negro y criminal además de construir sólidas historias detectivescas critica muchas de las contradicciones del régimen castrista con mirada sosegada y en ocasiones cínica. Mario Conde es, en este sentido, una especie de Philip Marlowe con guayabera. Un caballero andante sin caballo que deambula por las calles de La Habana mientras observa las miserias cotidianas de sus vecinos.

El éxito notable de las novelas de Conde (¿hay que recordar que ha sido distinguido este año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras?) contribuyó a que bajo su sombra se cobijaran una serie de escritores cubanos que también utilizan los mecanismos de la novela policíaca para reflexionar sobre la realidad cubana de nuestro tiempo. Entre estos escritores destacan Lorenzo Lunar, cuyas historias negras transcurren mayoritariamente en su Santa Clara natal, y Amir Valle, narrador habanero que ha consolidado su carrera literaria fuera de Cuba.

Las palabras y los muertos no pertenece a la tradición literaria policíaca cubana, aunque la novela bebe de las fuentes del género para reconstruir la vida y la obra de Fidel Castro a través de los recuerdos de uno de sus hombres de máxima confianza. Un lacayo de los servicios de seguridad que es la sombra del Jefe y testigo voluntario de los sentimientos más escondidos y humanos del comandante.

Lo original de este libro de ficción escrito como una biografía a retazos de Castro, es que el guajiro Facundo, que así se llama el protagonista de la novela, comienza a evocar pedazos de la vida del gigante barbudo el mismo día de su muerte. Valle describe así la desazón que corroe el alma de su seguidor más fiel al enterarse que su Dios, Fidel, ya no está entre nosotros, y entre descripciones de algunos de los momentos más controvertidos de la revolución cubana, como el ajusticiamiento del general Ochoa o la desaparición del comandante Camilo Cienfuegos durante los primeros meses del triunfo revolucionario del Movimiento 26 de Julio; la novela vuelve al momento actual para mostrarnos a un hombre solitario que espera, pacientemente devorado por sus recuerdos, lo que piensan hacer con él los nuevos señores de Cuba, como Raúl Castro entre otros.

Amir Valle utiliza a su personaje como metáfora para describir a uno de los muchos cubanos que pertenecen a la generación del centenario, en la que se aglutina Castro y la mayoría de los hombres y mujeres que combatieron contra Fulgencio Batista, y de paso repasa con cierta mirada crítica y ácida a las nuevas generaciones que, con el paso del tiempo, han ido ocupado espacios de poder en la Cuba socialista de nuestro tiempo.

En este aspecto, el mayor problema que puede encontrarse en esta novela es su carácter cubano, de radiografía reciente de un mito como Fidel Castro, lo que hace necesario que el lector conozca más o menos el devenir y a algunos de los protagonistas de este proceso. También, algunas de las fotografías veladas de la historia cubana, lo que hace sospechar al menos a quien esto les escribe, que el escritor ha recurrido sobre todo a la chismografía no oficial para contarnos lo que no sé sabe todavía del caso Ochoa o de la desaparición de Camilo Cienfuegos.

No obstante, y obviando estas “lagunas” en las que insiste Amir Valle cuando hace creíble el rumor habaneros, Las palabras y los muertos no deja de resultar una lectura agradable y amena para el iniciado en las historias de la Revolución Cubana, así como una buena oportunidad para cubrir los huecos que la historia oficial y también la no oficial han intentado emplear para dar su visión –siempre distorsionada– de lo que para unos es una feroz dictadura y para otros un ejemplo cuasi perfecto de la democracia del proletariado.

La novela de Amir Valle no debe ser comparada por ello con la monumental y ambiciosa Autobiografía de Fidel Castro escrita por el también excelente escritor Norberto Fuentes, hoy exiliado en los Estados Unidos y en su momento uno de los escasos hombres del círculo de confianza del comandante en jefe ordene, ni con Réquiem habanero por Fidel, de Juan José Armas Marcelo, título éste que propone un argumento, aunque la novela de Valle es anterior en el tiempo a la de Armas Marcelo.

Amir Valle obtuvo con esta obra el Premio Internacional Mario Vargas Llosa, Universidad de Murcia, 2006, y fue publicada antes que por Almuzara en 2015 por la división colombiana del Grupo Planeta /Seix Barral en 2007.

Saludos, nos canibalizamos, desde este lado del ordenador.

‘Mientras seamos jóvenes’, una novela de José Luis Correa

Martes, Noviembre 24th, 2015

“Me fui de allí sin respuestas. Necesitaba andar para dar forma a mis propias dudas. Como las nubes, las dudas tienen a  veces formas descabelladas: un caballo alado, una cometa, un pájaro. Las mías no obstante, andaban a ras de suelo. Reptaban. Olían mal. Todo aquello apestaba. Tenía la sensación de estar metiéndome en un charco. Peor. La de estar siendo manipulado por un titiritero sin rostro.”

(Mientras seamos jóvenes, José Luis Correa, colección: Novela Negra, Alba Editorial, 2015)

José Luis Correa no se cansa de repetir que lo suyo no es la novela negra, negra y criminal o criminal y negra porque el orden de los factores no altera el producto, sin embargo –y pese a su vade retro, Satanás–, el escritor ocupa un capítulo en la futurible historia de la novela policíaca (vamos a dejarlo así) escrita en España por un personaje peculiar y con alto grado de pureza canario como es Ricardo Blanco, detective privado al que ya ha dedicado ocho novelas y cuyas investigaciones se desarrollan fundamentalmente en Las Palmas de Gran Canaria, capital que ha terminado por convertirse en un personaje más en estas historias que, más que negras, son cotidianas, relatos en los que su autor se preocupa más por lo que piensan y hacen sus criaturas que por la consistencia criminal que justifica que estos libros se editen en la colección Novela Negra de Alba Editorial.

Ricardo Blanco, y los secundarios que lo rodean como si de satélites se trataran, evoluciona en cada uno de estos relatos, ocho capítulos en los que el investigador privado ha ido madurando más que como los mejores vinos, como resultado de la edad. Los mismo ocurre con la ciudad en la que se mueve, una geografía urbana en continuo proceso de transformación y, otra clave sobre la que pivotea los episodios que protagoniza Blanco, una mayor preocupación por mostrar el mal no como un coágulo oscuro y siniestro sino como una mancha repleta de matices en la que domina la variedad de los grises.

La casualidad quiso que la última historia de Ricardo Blanco hasta la fecha, Mientras seamos jóvenes –el título forma parte del himno universitario Gaudeamus Igitur–  se mezclara con la realidad, ya que se inicia con el descubrimiento del cuerpo sin vida de una estudiante  de nacionalidad italiana y la detención de su supuesto asesino, un profesor de la facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Este profesor, que no cuenta con un pasado inmaculado al descubrirse en él trazas de maltrato, solicita la ayuda de Blanco para que encuentre al verdadero culpable… o no de este crimen execrable. Dos semanas más tarde de publicarse la novela, leíamos en los periódicos o nos enterábamos a través de  los noticieros de la televisión y la radio que en esa misma ciudad, en esa misma capital de provincias, aparecía el cadáver de una joven estudiante de la UPGC, y dos semanas más tarde que la policía procedía  a la detención de su presunto asesino, que resultó ser su vecino.

¿La vida imita al arte?

Desgraciadamente, como se apuntaba, en ocasiones parece resultado de un extraño caso de coincidencias.

Solo eso, coincidencias, ya que el crimen en la novela solo es una excusa que le sirve al escritor para reflexionar acerca de otros temas que aún hoy siguen de lamentable actualidad como son los malos tratos. Y cómo determinan la vida de quienes lo han sufrido.

En este territorio, en el de las confesiones con alto calado sentimental y humano, es donde, a nuestro juicio, se mueve satisfactoriamente José Luis Correa. O al menos mucho mejor que cuando se vuelve estrictamente policial, espacio en el que se limita a señalar el camino hasta la resolución del caso que es de lo que se trata. O el nudo que forma parte el misterio y que es lo que justifica cada la novela de Ricardo Blanco pese a que Correa no se esfuerce en generar más nudos, cortinas de humo, con las que envolver el misterio original. Su apuesta se inclina más a estudiar la relación de los personajes, y en especial, por cómo observa este universo Ricardo Blanco, ya que narra en primera persona la historia y enseña sus contradicciones, sus miedos y su soledad

Ya comentamos a propósito de El verano que murió Chavela Vargas la no sé si involuntaria influencia de Simenon que planea en la serie Blanco, quizá sea ese entusiasmo (que a veces consigue y en otras se le escapa malamente) por dotar de más consistencia a su protagonista y a los que se mueven en su entorno, constantes en las que insiste en Mientras seamos jóvenes aunque ahora cierra el círculo y las relaciones en las que se producen las revelaciones resulta más intimista.

Adquiere así más relevancia que en títulos anteriores personajes como el inspector Álvarez y Beatriz, la novia farmacéutica de Blanco y que sirve de contrapunto en el debate que sobre violencia machista plantea el escritor al ser ella, Beatriz, una víctima de malos tratos por su anterior pareja y cuestionar al detective que trabaje ahora al servicio de un maltratador que ha sido acusado –le recuerda Ricardo Blanco– de un crimen que, sospecha, no cometió…

En su investigación, el detective conocerá el ambiente universitario pero éste escenario no devora el relato salvo en aquellos capítulos en los que el protagonista interroga a los compañeros y colaboradores del presunto asesino. En estas breves visitas a la Universidad, Correa sí que aprovecha para describir –aunque por encima– las rivalidades y zancadillas que se producen en los departamentos. Nada nuevo bajo el sol y, como explica el investigador privado, rematadamente normal en ambientes masificados, tan propensos a alianzas y enemistades en su juego de tronos.

Mientras seamos jóvenes garantiza entretenimiento a iniciados y a profanos en los relatos de Blanco. Cada libro que protagoniza este personaje que no olvida de salpicar su vocabulario de palabras tan genuinamente canarias como tolete, cumple con lo que se espera: evasión y, lo que es de reconocer, reflexiones sobre realidades que como un cáncer devora nuestra civilizada convivencia como es la violencia. Una violencia que no entiende de clases y sí de abusos: abuso indiscriminado al débil.

Saludos, en el nombre del padre, desde este lado del ordenador.

Nazis de libro

Lunes, Noviembre 23rd, 2015

“Cuando muere el soñador, el sueño muere con él, y muere para siempre. Lo que deja atrás, permanece también para siempre. No busques cambios, ni nada mejor; busca solo tu propia imagen en el espejo de los demás y reconoce al animal sin sueños para quien no hay solaz y del que no hay escapatoria. Lo que comenzó con el hombre como, ha terminado con el animal como hombre y ya no hay modo de cambiarlo.”

(La noche del Uro, Dalton Trumbo. Edición de Robert Kirsch. Traducción de Julio Roca Baena. Narrativas de hoy, Editorial Bruguera, 1980)

ACHTUNG!

La reciente publicación de La Zona de Interés, de Martin Amis, anima a escribir este artículo que solo quiere repasar algunas novelas protagonizadas por nazis hermosos, rubios e igual de amargos que la cerveza. Resaltar también que ninguno de los protagonistas de estos libros quiere ser consciente de que sirven al mal porque, razonan, cumplen, acatan órdenes.

Hemos obviado, para reducir la lista, novelas de corte negro y criminal como las protagonizadas por Bernie Gunther y Martin Bora, de Philip Kerr y Ben Pastor, respectivamente. Tampoco se hace eco de la excelente La noche de los generales, de Hans Helmut Kirst, ni de La hora estelar de los asesinos, de Pavel Kohout aunque admitimos que se pensó incluir –pero se desarrollan en la post-guerra– Los niños del Brasil, de Ira Levin y Odessa, de Frederick Forsyth, entre otras ficciones.

Claudicamos, no obstante, al filtrar Patria, la inquietante ucronía de Robert Harris, pero se descartó La bella bestia de Alberto Vázquez Figueroa, porque se inspira en un personaje real, Irma Grese, la celadora-supervisora de los campos de concentración de Auschwitz, Bergen-Belsen y Ravensbrück.

Pero… ¿pero que hemos sacado en claro de todas estas novelas?

Pues que existe el infierno en la tierra. Y que servir bajo sus órdenes cautiva la mayor parte de las veces. Cosas de Un imperio, un pueblo y un guía que convence a los suyos de lo profiláctico que resultan los asesinatos en masa si están científicamente planificados y de despertar en personas normales y corrientes al asesino natural o de escritorio que lleva dentro.

“El sueño de la razón produce monstruos.”

DOPPELGÄNGER

LA ZONA DE INTERÉS, de Martin Amis.- Martin Amis es el primer escritor que se atreve a contarnos el Holocausto desde una perspectiva inquietantemente normalizada por parte de los asesinos, hombres y mujeres que hacen su trabajo, un trabajo que sin gustarle demasiado lo hacen lo mejor que pueden. Desconcertante, precisamente por esta lectura, La Zona de Interés declina en varios caminos pero mantiene en todo momento un atenuado sentido de la ironía que suaviza el terrorífico relato que se narra a tres voces y que reflexiona sobre la rutina laboral, la mecánica y depresiva tarea de pensar cómo un matarife y que consiste, básicamente, en exterminar a miles de personas de la manera más económica posible. Amis tiene tiempo, además, de contar una historia de amor  y reflexionar sobre el horror.

LA NOCHE DEL URO, de Dalton Trumbo.-  El escritor y guionista norteamericano, uno de los hombres que formó parte de la lista conocida como los 10 de Hollywood por sus simpatías comunistas, dejó sin concluir esta novela en la que propone el relato en primera persona de Grieben, unos de los mandos del tristemente conocido campo de concentración de Auschwitz, que escribe sus memorias después de purgar –sin arrepentirse– una condena por actos de guerra. Novela inacabada, Trumbo quiso dar una explicación a la barbarie nazi a través de un personaje perturbador, de extraña moralidad, que encontró bajo el régimen nacionalsocialista un hueco –el de un exterminador–  en la sociedad alemana de aquel tiempo y en la corruptora jerarquía nacionalsocialista.

LAS BENÉVOLAS, de Jonathan Littell.- Ambicioso retrato de un oficial de las ss con protagonismo activo en las matanzas de inocentes que, desgraciadamente, se empequeñece literariamente –pese al horror de oficina que describe– a medida que se avanza en sus páginas. Su protagonista, Maximilian Aue, termina también por desubicarse al final de una novela que, conscientemente, no va a ninguna parte. Mientras tanto, se concluye que el horror y el mal son más que frutos del delirio, una orgía legal cuando se burocratiza el asesinato de millones de personas.

PATRIA, de Robert Harris.- 1964, hace casi veinte años que las potencias del Eje ganaron la II Guerra Mundial. Berlín se prepara para celebrar el 75 cumpleaños de Adolf Hitler mientras un oficial de las ss investiga la muerte de un jerarca del régimen y abre, involuntariamente, la puerta de un escándalo que podría tambalear al régimen. Este es en líneas muy generales la sinopsis de una de las mejores novelas de Robert Harris, hoy por hoy uno de los más interesantes escritores británicos de entretenimiento que, en Patria, describe y ambienta una brillante y creíble ucronía. Ucronía, ese qué pudo pasar si…, en la que insistieron también con estremecedora fortuna Philip K. Dick y Len Deighton con El hombre en el castillo y SS-GB, respectivamente.

LA OFENSA, de Ricardo Pérez Salmón.- La Ofensa cuenta la historia de Kurt Crüwell, un joven sastre alemán que tras el estallido de la II Guerra Mundial busca cobijo en la esvástica e inicia su paulatina  iniciación en el Mal.

EL CASTILLO EN EL BOSQUE, de Norman Mailer.- Elegido por Heinrich Himmler para investigar si uno de los abuelos de Adolf Hitler era judío, Dieter, agente de las ss, escribe una novela sobre los orígenes del führer. El castillo en el bosque es una novela, mucho me temo, que solo recomendable para aficionados a Mailer, un escritor que fue capaz de lo mejor como también de lo peor. En El castillo en el bosque intenta desacralizar a Hitler con un retrato de su infancia que escribe con trazo grueso y delirante. Para Mailer, nacer en el seno de una familia disfuncional explica el origen de un monstruo que sedujo y casi arrastró a su fin todo lo que entendemos es normal y corriente en este planeta.

LA REINA DE LA NOCHE, de Marc Behm.- Al escritor y guionista Marc Behm le iban los personajes femeninos notablemente retorcidos, y que arrastraban el peso de una extraña y enfermiza relación entre padre e hija. Esta novela es la cruda descripción de una mujer que termina sirviendo bajo las órdenes de la barbarie nazi, y para la que no existe la palabra perdón ni arrepentimiento. Es una pena que la obra de Behm, pequeña pero tremendamente imaginativa y feroz, no termine de reivindicarse como se merece.  ”Odio los muebles y los payasos”… Así comienza esta novela, una de las más desconcertantes que se hayan escrito sobre el nazismo y sus vinculaciones con la adolescencia, la manipulación y la sexualidad.

Saludos, seguro que hay más, desde este lado del ordenador.