Archive for Octubre, 2010

Merodeando por Nuestra Señora de África

Domingo, Octubre 31st, 2010

La mañana la tiñe un cielo plomizo con nubes que amenazan agua. Aunque según uno de los vendedores del Rastro de Santa Cruz de Tenerife “si llueve serán unas gotitas, na más”.

Una mujer le pregunta al vendedor si tiene novelas de Alberto Vázquez Figueroa y el caballero observa los volúmenes usados y le contesta que probablemente habrá alguna. Casualmente detecto Delfines, de Figueroa, y se lo entrego al dependiente que a su vez se lo da a la señora, quien pide ahora que guarde todos los libros que le lleguen del escritor porque “visito el Rastro todos los domingos.”

- ¡Ernesto!.- exclama la señora.- ¡Dame un euro!

“Debe ser el cambio horario”, pienso mientras me confundo en el tránsito humano de los alrededores del mercado Nuestra Señora de África de la capital tinerfeña. Sumergiéndome en los gritos de los gitanos haciendo literatura con sus mercancías mientras suena la versión de Titanic de las flautas de unos indios.   

Así que tengo un sueño del que ya no me acuerdo. 

Camino por el Rastro.

Primero sorpresa. Encuentro en un puesto cantidad de novelas de la colección Reno. 

Y tengo debilidad por esta colección.

Será por sus portadas.

Busco y rebusco: Viaje alucinante, de Isaac Asimov; títulos de Frank Yerby y Frank G. Slaughter, también de Tomás Salvador y Francisco Candel, Morris West y Pearl S. Buck. Y de Vicky Baum y Sven Hassel entre otros. Al final me llevo El día más largo, de Cornelius Ryan, debe ser porque a mi me sigue encantado la colosal película que se rodó del libro.

Tatatachááán….

En otro puesto, sorpresa, una novela de Julian Semionov, El mayor Vijr, de la serie del agente Stirlitz. Ya hablé de ellas. En algún lado me enteré que su autor, Semionov, fue agente de la KGB.

Así que no sé si es por el cambio horario que no vea a otros chacales de cacería pero el merodeo mañanero me está resultando productivo en cuanto a títulos se refiere. En el puesto donde el caballero del tiempo no me da las gracias por encontrarle el Vázquez Figueroa me topo con El secreto de Barba Azul, de Wenceslao Fernández Florez. Y más allá con Freya, la de las siete islas, editado en Destino y que incluye tres relatos de Joseph Conrad y en cuya primera página y escrito a bolígrafo por su anterior comprador puedo leer: “Vivir en soledad, 17/XI/83.”

También me llevo A merced del viento, de Patricia Highsmith y descubro, tras casi toda una vida rastreando por rastros y librerías de viejo La nube púrpura, de M. P. Shiel, el escritor que fue rey de Santa María la Redonda y que daba títulos nobiliarios a gentuza como Henry Miller, Dylan Thomas, Lawrence Durrell y Arthur Machen, entre otros.

Cuando pongo rumbo a casa miro de reojo al cielo. Cada vez más oscuro y con aparentes ganas de vomitar agua. Pero no, compruebo que el caballero del puesto no se equivocaba al vaticinar que no llovería, que en todo caso caerían na más unas gotitas.

Y mientras subo las cuestas de esta sagrada capital de provincias concluyo jadeando y con la lengua fuera que como consumidor de libros no hay mayor aventura que la de navegar –y si apetece bucear– en las nunca tranquilas lagunas negras que son los Rastros.

Saludos, a lo debe ser por el cambio horario, desde este lado del ordenador.

Tenebrosa sesión de espiritismo tenebrosa

Sábado, Octubre 30th, 2010

I.- ¿ESTÁS AHÍ?

El viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado, vestido con un riguroso smoking color vino,  preside una mesa de ouija en algún remoto caserón del archipiélago. Por las persianas a medio bajar se filtra la moribunda luz de la tarde. Varios candelabros iluminan la estancia de manera intermitente, lo que hace dibujar caprichosas sombras en los rostros de los invitados a esta sesión de espiritismo.

Alberto Delgado (mientras apoya suavemente la yema del dedo índice de su mano derecha sobre un vaso de cristal transparente): Pancho… Pancho… ¿estás ahí?

Silencio sepulcral, sólo roto por susurros y toses algo nerviosas.

Alberto Delgado (repitiendo la operación): Pancho… ¿estás ahí?

Una ligera corriente de aire frío envuelve a los presentes.

Cristóbal de la Rosa (dando un salto sobre su silla): ¡Ñooo, qué viruje mano!

Alberto Delgado: Pancho… Pancho… ¿estás ahí?

Cristóbal de la Rosa (aún recuperándose del susto, pregunta en voz baja a su vecino): ¿Quién es Pancho?

José Miguel León Quinero (aflojándose el nudo de la corbata): El mero.

Cristóbal de la Rosa (quitándose las gafas): ¿Qué mero?

José Miguel León Quintero: El mero Pancho.

Cristóbal de la Rosa: ¿El mero qué?

José Miguel León Quintero: El mero Pancho.

Cristóbal de la Rosa (ajustándose las gafas): Ahhhh, mi pésame.

II.- SÍ, ESTÁ AHÍ

Alberto Delgado (con voz de mando): Pancho, cojones, ¿estás ahí?

El vaso avanza violentamente a la casilla donde pone .

Alberto Delgado (sonriendo aliviado mientras se dirige a los presentes): ¿Alguna pregunta?

Luz Marina Caballero: ¿Las Palmas de Gran Canaria será capital europea de la Cultura en 2016?

El vaso comienza a moverse enloquecido por la mesa. Va hacia una letra, donde se detiene unos instantes, luego salta a otra en el lado izquierdo del tablero. Por fin apunta una.

Alberto Delgado (con el brazo derecho estirado por el vaso): Apunten: J.

J. apuntan los invitados a la sesión de espiritismo.

El vaso se mueve ahora en otra dirección.

Alberto Delgado: E.

Primitivo Jerónimo Pérez: JE.

Alberto Delgado (hace un gesto de silencio con su mano izquierda mientras con la otra sigue al vaso): J.

Todos miran el tablero ouija.

Alberto Delgado: Otra vez JE.

Primitivo Jerónimo Pérez: Ya son dos JE. JEJE.

Cristóbal de la Rosa (acariciándose la barbilla): Me parece que se está riendo.

Luz Marina Caballero (cabreada): Andá y qué le dén al mero…

José Miguel León Quintero: El mero se llamaba Pancho.

Luz Marina se levanta de la silla y abandona la habitación dejando tras de sí un aroma a perfume ahora mismo difícil de identificar.

III.- SIGUE AHÍ

Cristóbal de la Rosa (osado): ¿Me recordarán como el hombre que fue TEA?

El vaso se mueve de un lado al otro del tablero, casi como si le costase digerir la cuestión. El vaso parece que se aproxima a la N… pero no, se mueve ahora en dirección al Viceconsejero.

Alberto Delgado (nervioso): T.

El vaso se dirige a la esquina.

Alberto Delgado: E.

El vaso se desliza ahora hacia arriba.

Alberto Delgado: A.

Cristóbal de la Rosa (dejando el bolígrafo al lado de su cuaderno de notas): ¿TEA

Delgado ordena silencio. El vaso repite la operación.

Cristóbal de la Rosa: Otra vez TEA. ¿TEATEA?

Alberto Delgado suelta el vaso con tanta rapidez que da en la cara de Cristóbal de la Rosa.

Cristóbal de la Rosa: ¡Joputa!

Los presentes se ponen en pie alarmados. Alberto Delgado tira su silla mientras ve el moratón que se va dibujando en la boca de Cristóbal de la Rosa.

Alguien chilla.

Alguien: ¡Está sangrando!

Cristóbal de la Rosa se lleva las manos a sus labios y observa manchas de sangre. Se desmaya.

Alberto Delgado (cerrando y abriendo los dedos mientras recoge la silla del suelo): ¿Alguna pregunta más?

Los invitados aprovechan para escapar con la excusa de arrastrar el cuerpo de Cristóbal de la Rosa fuera de la estancia.

IV.- CONTINÚA AHÍ

Alberto Delgado –solo en la habitación– cierra la puerta. Al volver a la mesa se inclina en el lugar que ocupaba Cristóbal de la Rosa y recoge el vaso, que limpia de restos de sangre.

Lo coloca sobre la tabla ouija.

Alberto Delgado: Pancho, ya que estás ahí responde a otra pregunta.

El vaso se mueve hacia la casilla .

Alberto Delgado (muy serio): ¿qué voy hacer en Cultura con el presupuesto que tengo para 2011?

El vaso se mueve un buen rato.

Alberto Delgado (siguiendo las casillas): Administrarlo con cabeza.

El Viceconsejero levanta el dedo del culo del vaso. Lo mira un buen rato. Siente como un ligero escalofrío sube por sus pantorrillas. Vuelve a colocar el dedo mientras pregunta: Pancho.

El vaso: ¿Qué?

Alberto Delgado: Eres un hijo de la gran puta.

V.- AHÍ. AHÍ. AHÍ.

La ventana de la habitación se abre bruscamente, rompe la persiana a medio bajar y una neblina espesa se adueña de la estancia. Ahora sumida en una oscuridad grisácea.

Alberto Delgado (clavado en la silla): ¿Nadie se ha confesado todavía?

Saludos, invocando a Cthulhu, desde este lado del ordenador.

No es la misma película que vi tantas veces…

Viernes, Octubre 29th, 2010

Debe ser por la fecha. Pero veo en casa dos películas que forman parte del disco duro de mi memoria.

Algunos dirán que esto no es cine serio sino facilón. Caza menor como gusta repetir a los que no salen de su torre de marfil pero que a mí me continúan pareciendo largometrajes caídos del cielo.

Sobre todo porque antes de que tuviera la gracia de verlos eran títulos de culto entre unos adolescentes enganchados a la ciencia ficción y la fantasía. Y entre esos nombres –algunos de cuyos filmes vimos en azoteas en la que se improvisaba con una sábana una sesión de cine de verano aunque fuera feroz invierno– si uno sonaba con reverencial respeto entre todos nosotros era Jack Arnold.

- He conseguido La mujer y el monstruo.- decía nuestro habitual proveedor por teléfono. Así que bastaba aquel mensaje para que la noticia se propagara en aquella pequeña jauría de aficionados de provincias para que nos citáramos en casa del camello para ver la de Arnold. Aunque se tratara de una versión reducidísima de treinta minutos.

Más tarde, afortunadamente, pude ver las películas de su director como tenía que verlas. Cierto es que sin el encanto pirata de contemplarlas mutiladas en una sábana blanca que parecía reírse de nosotros si soplaba el viento, pero al menos sí descubrirlas en cintas de vhs o en cine como me pasó solo con una de ellas.

El jueves pasado volví a verlas en dvd y en rigurosas versión original. Y volví a quedar noqueado por las dos historias que nos contó en pantalla este señor.

Las disfruté, además, obedeciendo a un criterio cronológico. Primero La mujer y el monstruo (1954) y después El increíble hombre menguante (1957), que fue el único de estos títulos que aprecié en pantalla grande.

Dejé para otra ocasión otras películas de Arnold de ciencia y ficción y fantasía como Llegó del más allá… y Tarántula pero fue hecho a posta porque para mi el mejor Arnold es el que se esconde en La mujer y el monstruo y El increíble hombre menguante.

Dos películas marcianas y deliciosamente claves para tomarse en serio este género antes de que llegara Stanley Kurick con su discurso solemne: 2001, una odisea en el espacio.

Claro que La mujer y el monstruo y El increíble hombre menguante trascienden las fronteras del género. No sé si será por su versión enfermiza del sexo.

Asunto que, a mi juicio, es más latente en La mujer y el monstruo que  en El increíble hombre menguante aunque el autor de la novela original, Richard Matheson, sí que incidió en este planteamiento: un hombre felizmente casado empieza a empequeñecer por culpa de una nube ¿radioactiva?

Por el contrario, en La mujer y el monstruo es la criatura quien se rebela ante la agresión que sufre su Laguna Negra por culpa de unos primos lejanos que se llaman humanos. Especie, sin embargo, que en su expedición a este remoto lugar del Amazonas trae a Eva. La mujer.

Claro que… lo que la bestia entiende bajo el agua como una ofrenda que le despierta sus más bajos instintos choca con los razonamientos de sus parientes en la noche de los tiempos. En especial el de su prima lejana.

El monstruo, sin embargo, no se resigna a estar sólo en su pequeño paraíso y hará lo imposible por conseguir a la mujer. Quién sabe si para formar una familia de mutantes…

Vistas hoy estas dos obras maestras imperfectas resulta curioso que me quede con el subtexto más que con el texto.

Es decir, que es verdad que al volver a verlas me encanta contemplar las pezuñas del monstruo de la Laguna Negra saliendo del agua para atrapar el tobillo desnudo de Julie Adams, o al protagonista de El increíble hombre menguante hacerle frente al gato como a la araña que reside en el sótano de lo que fue su casa siendo normal.

Pero no es lo mismo.

No, no es lo mismo.

Así que supongo que esto es lo que hace grandes a estas dos películas.

Que las vuelva a ver y no sea la misma película que vi tantas veces.

Saludos, arnoldianos, desde este lado del ordenador.

‘35 años después’

Jueves, Octubre 28th, 2010

Teodoro y Santiago Ríos tienen mucho que ver en lo que unos llaman cine canario y otros la posibilidad de rodar cine en Canarias. Ambos iniciaron su carrera en los años setenta, en plena eclosión del fenómeno del cine en súper 8 mm a este lado del Atlántico junto a otros cineastas que rodaban con revolucionario y en ocasiones trangresor entusiasmo.

El cine que nos legó este grupo, aún sin denominar, sirve hoy como interesante documento para hacerse una idea de que como se vivió el desenfreno cultural en el Archipiélago unas décadas (los 70 y 80) que no sé si fueron mejores pero sí al menos más rabiosamente divertidas y comprometidas. 

En 1989 y con el estreno del largometraje Guarapo, los Ríos rompieron con esta dinámica al intentar dar el primer paso profesional de rodar una película canaria que pudiera llegar a estrenarse en otros rincones que no fueran Canarias.

Y lo lograron.

Más tarde llegaría Mambí y su extraña y personal road movie El vuelo del guirre, cintas todas ellas donde los cineastas querían explorar la huella de la emigración canaria.

El pasado miércoles, 27 de octubre, los hermanos Ríos volvieron a romper con lo que hay al presentar en los multicines Renoir de Santa Cruz de Tenerife (en una sala 2 a reventar de espectadores) 35 años después, un documental que amplía la visión que ya habían retratado de la antigua provincia del Sáhara español en El país de los hombres azules treinta y cinco años antes. 

Este nuevo trabajo se diferencia del original al cambiar radicalmente de concepto: si ayer fue concebir algo en la estela del National Geographic, hoy se trata de un documental que habla de lo que pasó después de que dejase de ser parte del territorio español.

Esta especie de continuación pretende así repasar  las contradicciones y vaivenes que ha ido transformando la fisonomía humana y geográfica de esta región (vecina a Canarias) ocupada para saharauis y provincia para Marruecos, estos últimos años.

No me ha parecido que se trate de un documental “incómodo y controvertido” sobre la sangría que supone para marroquíes y saharauis este conflicto, ya que los hermanos han procurado ofrecer un trabajo en la medida de lo posible objetivo.

Dando voz no sólo a saharauis de una y otra facción sino también a marroquíes y españoles. Entre estos últimos, militares y guardias civiles que coinciden al recordar el ignominioso proceso de descolonización en el que tuvieron que tomar parte.

El problema del documental (y a mi juicio lo que a la postre lo lastra) son sus ambiciones. Por un lado, el intento de contarnos cronológicamente lo que ha pasado estos 35 años y por otro la estructura del filme en sí.

Los Ríos, en su empeño por no caer en el panfleto, han prescindido de la voz narrativa en off para dejar que sean sus protagonistas los que cuenten su versión de los hechos. Lo que reviste a estos 35 años después de una polifonía que choca.

Es cierto que en ocasiones este diálogo entre lo que afirman unos y lo que contradicen otros resulta interesante pero creo que le costará apreciarlo a un espectador pez en la materia.

Sí, el filme resultará gratamente instructivo a los iniciados en el conflicto  pero mucho me temo que indiferente a los que no tengan ni idea de lo allí pasó y pasa en la actualidad.

35 años después adolece así de criterio didáctico (aunque no documental) para mostrar con distancia los pros y los contra de un territorio que desgraciadamente continúa siendo de actualidad.

Al mismo tiempo es un filme enriquecedor en cuanto a su labor por mostrar desde todos los puntos de vista posibles una visión del espectro sin amplificar (salvo al final) el eco de algunas de las partes en conflicto.

La duración del documental, dos horas de cinco grabadas, afecta igualmente a su redondez, ya que al menos a quien les escribe se le hizo demasiado largo en su media hora final.

Entre otros entrevistados que aparecen en este documental cabe destacar a Antonio Cubillo; el escritor y premio Nobel portugués José Saramago; el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz, Aminetu Haidar y el portavoz del Gobierno marroquí.

Saludos, ¿Eric Clapton?, desde este lado del ordenador.

La Dirección General del Libro se ‘fusiona’ con la de Cooperación y Patrimonio Cultural

Martes, Octubre 26th, 2010

La nueva remodelación del Gobierno de Canarias ha salpicado también a la Viceconsejería de Cultura, que fusiona  la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas con la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural.

Al frente de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas se encontraba Blanca Quintero Coello, una de las representantes del cupo gomero en la administración del Ejecutivo regional, quien cede ahora el testigo a María Aránzazu Gutiérrez, actual responsable de la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural, órgano encargado en la tramitación de los expedientes de declaración BIC (Bien de Interés Cultural), conceder la autorizaciones de intervenciones arqueológicas, así como de la emisión de certificaciones de inclusión de bienes inmuebles en conjuntos históricos a efectos de exención de IBI, entre otros.

La Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas nació hace seis años, siendo entonces viceconsejera de Cultura del Gobierno canario Dulce Xerach Pérez López. Su primer director general fue José María Hernández, y entre otras tareas el departamento debía de fomentar la lectura entre los ciudadanos y la difusión general del libro, la promoción editorial atendiendo a todos los agentes que intervinieran en el proceso (autores, impresores, editores, libreros y distribuidores), estimular el acceso a la documentación por parte de los ciudadanos y facilitar la investigación, así como promover actividades culturales para la comprensión y el acercamiento a los centros custodios y conservadores del patrimonio documental y el servicios de bibliotecas.

Al parecer, a Blanca Quintero se le comunicó ayer mismo la decisión del Gobierno canario de prescindir de sus servicios, lo que podría paralizar la organización de unas jornadas sobre derecho digital que estaba preparando estas últimas semanas.

En cuanto a los escritores y editores canarios la reacción al conocer la fusión de la Dirección General del Libro con la de Patrimonio Cultural ha sido de estupor y también de preocupación ya que consideran esta disolución como “incoherente, más en los momentos que vivimos”. Se pierde además, agregaron las mismas fuentes, “el sentido de Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas al fusionarlo con  Cooperación –¿a qué cooperación se refiere?– y Patrimonio Cultural”.

Escritores y profesionales del libro ven así con recelo este nuevo estado de las cosas ya que consideran que el sector debería contar con su propio interlocutor pese a que le recrimen a Quintero que no los escuchara. “Perdió una buena oportunidad para aplicar políticas de refuerzo al libro, los archivos y las bibliotecas”.

Entre los desaciertos de su gestión, las fuentes consultadas coinciden en señalar el escaso estímulo a las bibliotecas y campañas de promoción a la lectura, la desaparición de ayudas a la coedición del libro y que no se contara con el sector para definir uno de los proyectos “estrella” de esta hoy fusionada Dirección General: El Día de las Letras Canarias.

Saludos, pensando en Tomás Morales, desde este lado del ordenador.

Mucho ojo, que ese tío es un pornógrafo…

Lunes, Octubre 25th, 2010

El pasado 10 de marzo se cumplió el 90 aniversario del nacimiento del escritor Boris Vian, un autor que durante un tiempo (los años 80 y 90 del pasado siglo XX) gozó de relativa fama entre un grupo de artistas y lectores postmodernos hambrientos por adentrarse en la obra de autores marginados y marginales. 

Y a su manera, Vian fue un marginado pero también un hijo de su tiempo fascinado por el jazz y la novela policiaca estadounidense.

En aquellos improvisados grupos de colegas que nos reuníamos para comentar a gritos nuestros últimos descubrimientos literarios, Vian se convirtió en algo así como un autor de cabecera aunque debo de confesar que siempre me gustó más el escritor especialista en jazz (sus excelentes artículos sobre jazz fueron publicados en dos volúmenes en España y son escritos fundamentales para entender la grandeza de este género musical) así como el que tanteó las geografías de lo noir con el pseudónimo de Vernon Sullivan.

En cuanto a las novelas que nos dejó como Boris Vian, admito que desde un principio sentí más predilección por sus potentes y líricos títulos (La espuma de los días, El otoño en Pekín, Las hormigas y La hierba roja, entre otros) que por las propias historias en sí. Es más, a mi juicio, donde el talento del escritor se desata son con sus aportaciones al polar, comenzando por su obra maestra Escupiré sobre vuestra tumba (con claros ecos al Tricky Baby de Icerberg Slim) en la que el escritor francés plantea un feroz, valiente y en ocasiones excesivo alegato contra el racismo.

Vian plantea esta novela casi una pulp fiction, describiendo escenas sexuales muy locas donde late más que el amor, el odio que siente su protagonista hacia los blancos.

Otras historias del escritor donde se adentra en la geografía de los policíaco por decirlo de alguna manera son Todos los muertos tienen la misma piel y las divertidas (aunque hoy políticamente incorrectísimas novelas) Que se mueran los feos y Con las mujeres no hay manera.

Editorial Bruguera, en su excelente colección de novela negra, publicó estos títulos en fantásticas ediciones de bolsillo que todavía hoy se pueden encontrar en rastros de nuestras ciudades desesperadas aunque Escupiré sobre vuestra tumba continúa siendo un título que se reedita.

Claro que, tal y como están los tiempos, no me extrañaría que algún lector anclado en la prehistoria y con poco estómago para el chiste decidiera tirarlo a la hoguera por pornográfico.

Saludos, vianianos, desde este lado del ordenador.