Archive for Enero, 2016

Acción artística multidisciplinar de RealismoPuntoCero en el EquipoPARA

Viernes, Enero 29th, 2016

Algunos cabezas de chorlito se preguntarán algo así como ¿qué demonios es esto? Otros, los que van de avisados se frotarán las manos porque este sábado, 30 de enero y a partir de las 21 horas se estrena la acción artística multidisciplinar Alma Soy un Animal, una propuesta en la que los componentes de la organización RealismoPuntoCero y el EquipoPARA inauguran el 2016.

Gonzalo Prieto y Chito Castellano –bajo el paraguas del clásico Catulo y del moderno Juan Cabrón– serán los encargados de poner en altavoz varios textos propios y ajenos. De forma simultánea a la lectura se proyectará la película en versión original y en blanco y negro de La Bella y la Bestia (Jean Cocteau, 1946).

La creación colectiva –sello de RealismoPuntoCero– estará presente en esta ocasión en forma de lienzo. Utilizando un soporte en blanco y carboncillo, el artista Pepe Ramallo animará a los asistentes a crear un poema pictórico, un mantra que vaya tomando forma a lo largo de toda la acción y con el que finalmente el público decidirá qué hacer.

La música, un picoteo y unos guantes de boxeo se encargarán del resto.

RealismoPuntoCero invita a reivindicar el valor del Arte porque sí y del Arte para todos participando en esta en esta acción que desde las 21 horas y hasta las 00 horas se desarrollará en el EquipoPARA, espacio localizado en la calle de La Marina 4 en Santa Cruz de Tenerife.

Saludos, tiembla capital, tiembla, desde este lado del ordenador.

“Santa Cruz está más cerca de la Península que la Península de Santa Cruz”

Jueves, Enero 28th, 2016

“En Santa Cruz hay una hermosa Plaza de Toros, y las campanas de las iglesias ponen en la atardecida la nota melancólica de las pequeñas ciudades peninsulares. En Santa Cruz se oyen cantar los gallos, se oyen chirriar los carros y gritar los pregones. Una humilde sinfonía que emociona. En Santa Cruz hay tejados, y edificios nuevos, y edificios viejos, y cuestas, y estrechas calles, y calles anchas y rinconadas. Y mar. Santa Cruz está más cerca de la Península que la Península de Santa Cruz. Hablando de Santa Cruz hay que hablar de la ciudad hermana y cercana: la ciudad de la cuesta.”

(Cuaderno de godo, Ignacio Aldecoa. Ediciones Idea, colección: Visiones desde fuera, 2003)

Saludos, un, dos, tres, desde este lado del ordenador.

El que avisa no es traidor

Miércoles, Enero 27th, 2016

* TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este jueves, 28 de enero y a las 20 horas, la exhibición de cuatro cortometrajes de Miguel Ángel Mejías, entre los que se encuentra su última producción, Paraíso (2015). Además del estreno de este nuevo trabajo, también podrá verse Sonho (2014), Penélopes (2014) e Icelands (2015). La entrada es gratuita previa retirada de las invitaciones en la taquilla del centro. El acto contará con la presencia del director, que hablará sobre sus trabajos y proyectos.

* El ex convento de Santo Domingo presenta a partir de este viernes, 29 de enero, la exposición ¡Que siga el espectáculo!, en la que Juani C. Fránquiz y Ventura Alemán muestran una reflexión a partir de la emblemática obra del filósofo francés Guy Debord La sociedad del espectáculo. La muestra se inaugura a las 20 horas y permanecerá abierta al público hasta el próximo 26 de marzo, en horario de lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas y los sábados, de 11.00 a 14.00.

* El nuevo poemario de María Teresa de Vega, Necesidad de Orfeo (Escritura entre las nubes) se presenta el 29 de enero, a las 19 horas, en la sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, ubicada en la calle San Agustín, nº 23, de La Laguna, en Tenerife. En el acto intervendrán, junto a la autora, el poeta y crítico Ernesto Suárez y la editora de la obra Elena Morales.

Saludos, hurrah, hurrah, desde este lado del ordenador.

En busca de la Tierra Prometida

Martes, Enero 26th, 2016

La primera vez que me encontré con una pareja de mormones, estadounidenses para más señas aunque se esforzaron por hablar español, fue en una esquina de la plaza de La Paz, en Santa Cruz de Tenerife, y a pesar de que no les acompañé a su iglesia ni presté demasiado caso a sus revelaciones, no me cayeron mal.

Años más tarde conocí a un amigo que fue mormón. De hecho, llegó a convertirse en una especie de ministro mormón, pero ya no lo era. La de veces que hablamos del asunto nunca criticó a la iglesia e incluso admitía el diezmo porque se trataba de contribuir con esa comunidad, además de participar en las actividades que organizaban en el templo.

Más tarde, y a raíz de una historia del oeste que leí y que estaba escrita por un español que escondía su nombre tras un pseudónimo anglosajón, reparé en que los mormones eran descuartizados con saña en esa crónica de la gran epopeya de frontera.

Por ejemplo, a su fundador Joseph Smith lo acusaba de dipsómano, y el éxodo que los mormones emprendieron a raíz del linchamiento y posterior asesinato de Smith, de calco de la fatigosa búsqueda de la Tierra Prometida que inició el mismísimo Moisés con el pueblo judío.

Estas sospechosas coincidencias más que reducir mi interés lo aumentó si cabe hacia una iglesia que algunos consideran secta –claro que bien mirado ¿qué religión no lo es?–  y que desde el siglo XIX forma parte indisociable del estado de Utah.

La historia de los mormones contada por ellos mismos está salpicada de persecuciones y milagros hasta alcanzar su objetivo: la Tierra Prometida, un itinerario feroz en el que fueron conducidos por un hombre obstinado al que movía la fe llamado Brigham Young, el profeta que recogió el testigo de Joseph Smith tras su violento asesinato.

Esta iglesia contaba, entre otros libros, con El Libro de Mormon, que toma su nombre de Mormón, quien de acuerdo a esta obra es uno de los últimos profetas que escribieron en él, alrededor del año 390 d. C., como resumen de un compendio de varios escritos y archivos que abarcarían 600 años de historia antes de Cristo y 400 después de Cristo.

Como es natural, lo que no creen en esta fe califican lo que cuenta el texto como una suerte de disparates y mentiras. Confieso, en mi caso, haberlo intentado leer en varias ocasiones pero los resultados han dado como saldo un fracaso estrepitoso.

Protagonizada por Tyrone Power, Linda Darnell, John Carradine, Vincent Price, Mary Astor y dirigida por Henry Hathaway, El hombre de la frontera (1940) no es otra cosa que la narración cinematográfica de la larga marcha que emprendieron los mormones bajo la dirección de Brigham Young, a quien interpreta como un iluminado Dean Jagger, sin renunciar a los conflictos que dividieron al grupo tras la muerte de Joseph Smith (Vincent Price).

Tyrone Power interpreta a un joven y apuesto discípulo de Young que está enamorado de una profana, Linda Darnell, aunque la chica terminará pronto abrazando la nueva fe para contraer matrimonio con el personaje que encarna Power y pese a las calamidades que pasan juntos durante el trayecto en caravana en busca de la Tierra Prometida.

Muchas son las lecciones mormones que ofrece El hombre de la frontera, y una de ellas es que el que la persigue la consigue. También la de mostrar cómo un grupo compacto de hombres y mujeres con una fe capaz de mover montañas puede romper un destino que no está escrito por los dioses sino por los hombres.

Western atípico, ya que pesa más el valor religioso que los atractivos –por otro lado tan pegados a la religión– de una cinta de vaqueros tradicional, el filme sabe mantener el tipo al combinar propaganda mormona y hagiografía con la aventura, la aventura entendida como viaje y experiencia iniciática.

En este aspecto, El hombre de la frontera insiste en el esfuerzo que significó para los mormones abrirse paso en territorio tan hostil como indómito, rodeados de unos enemigos que, curiosamente, pertenecen a la raza blanca porque el corazón de las tribus indias con las que se tropezaron era puro y salvaje. De hecho, estos indios actuaron como aliados de unos hombres de fe que buscaban la Tierra Prometida.

Gracias al largometraje, y para los interesados en desentrañar muchos de los arcanos que caracterizan a una religión tan estadounidense como ésta, nos enteramos de porqué la gaviota es un ave sagrada para los mormones, así como de las razones que los animaron a coger las armas para defender un territorio que consideraban como suyo cuando detuvieron su camino al llegar a la orilla del Lago Salado y construir una ciudad que hoy es capital de Utah.

Henry Hathaway volvería a trabajar con Tyrone Power en largometrajes tan notables como Correo diplomático, un clásico del cine de espionaje; El correo del infierno, un más que estimable western y la película de aventuras La rosa negra, todas ellas muy aceptables producciones que firma uno de esos cineastas a los que algún crítico sin luces calificó como “de hábil artesano”.

Un “hábil artesano” es un profesional que saca adelante trabajos por imposibles que resulten. Y encima lo hace atractivos y productos que aún resisten el paso implacable del tiempo.

Y El hombre de la frontera es uno de ellos.

Una película que supo frenar el paso implacable del tiempo.

Saludos, lo que está arriba está abajo, desde este lado del ordenador.

Cinco novelas muy sospechosas

Lunes, Enero 25th, 2016

Tras el éxito cosechado en su primera edición, regresa el Premio Ciudad de Santa Cruz, un galardón que reconoce a la mejor novela de género negro publicada en España en el año 2015 y que será revelado en el festival Santa Cruz Noir que en marzo tendrá lugar en la capital tinerfeña.

Este premio valora especialmente de las obras su crítica social, el compromiso, el enfoque de la realidad y el pulso que toma de una sociedad en permanente evolución.

Se tratan, tras un proceso previo de selección, de cinco novelas que a partir de la opinión de doce expertos en el género se han propuesta a este galardón, cuyo fallo se hará público el sábado 12 de marzo de 2016.

Las novelas seleccionadas son Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado, de Juan Ramón Biedman; Los ciervos llegan sin avisar de Berna González Harbour; Cuentas pendientes, de Susana Hernández; Subsuelo, de Marcelo Luján y El mal camino, de Mikel Santiago.

En Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado, de Juan Ramón Biedma traslada al lector al Londres de finales del siglo XIX entre la densa nebulosa de smog y una violencia contenida, latente, difusa. Mientras el Támesis fluye Holmes y Moriarty, héroe y antihéroe, van a librar la penúltima batalla. A propósito de esta novela, la revista Prótesis sentenció: “Arthur Conan Doyle ha muerto, y Biedma lo ha matado. Con sumo respeto. Con grave admiración.”

Los ciervos llegan sin avisar, de Berna González Harbour propone una paradoja a la que se enfrenta Carmen, una economista en paro que ve cómo se desmorona todo a su alrededor mientras que en Cuentas pendientes, Susana Hernández recupera a Rebeca Santana y Miriam Vázquez, dos sagaces investigadoras en su lucha contra el crimen. La autora, Susana Hernández fue la ganadora en el año 2001 del premio Relato Mujeres de Santa Cruz de Tenerife con el relato La puta que leía a Jack Kerouac.

Subsuelo, de Marcelo Luján describe una descomposición familiar en un tórrido verano en una novela que puede ser entendida como un juego de apariencias. Su autor recibió con Flores para Irene el Premio de relatos Santa Cruz en 2003.

Cierra la terna, El mal camino, que firma Mikel Santiago, un escritor que cultiva el thriller de guante blanco.  En El mal camino escribe sobre la duda, las tramas y el miedo al fracaso.

Saludos, aún sale el sol, desde este lado del ordenador.

¡¡¡Por Crom!!!

Viernes, Enero 22nd, 2016

“Todos se han ido, todo está hecho, así que ponedme en la pira. La fiesta ha terminado y las luces se han consumado.”

Robert E. Howard (22 de enero de 1906, Peaster, Texas, Estados Unidos – 11 de junio de 1936, Cross Plains, Texas, Estados Unidos)

Hubiera cumplido hoy 110 años aunque imagino que en un penoso estado de salud, más cuándo se ha adoctrinado el cuerpo hacia la disciplina de los excesos. Y exceso por escribir padeció Robert E. Howard. Una fiebre por contar que huía de sí mismo.

Descubrí a Robert E. Howard gracias a las historietas de Conan de Cimeria y más tarde lo tomé en serio cuando me inicié en la hermandad lovecraftiana y comprendí que uno de los grandes maestros de esa Orden era Robert E. Howard, un tejano blanco con una fantástica capacidad de imaginación.

Tipo enclenque y hasta tímido, Howard se esforzó en dejar de ser el objeto de las bromas de la clase modelando su cuerpo hasta convertirlo en el de un joven con ganas de boxear y, si era necesario, partirle la cara al gracioso de turno.

Influenciado por el Antes de Adán de Jack London y las aventuras de John Carter de Marte, de Edgar Rice Burroughs, era inevitable que el espíritu de Conan visitara a un adolescente Robert E. Howard que se resiste a dejar de ser un paleto, para dictarle el relato de su vida.

Conan nace en El fénix en la espada, cuento que envía al saturadísimo mercado de revistas baratas o pulp de los años treinta, mies de revistas de entretenimiento literario que circulaban por una Norteamérica ahogada por el crack del 29.

Robert Howard continúa transcribiendo las memorias de Conan, pero pronto aparecen otros personajes que reclaman el mismo derecho. 

Simultanea mientras tanto estos escritos con cartas que se cruza con otros escritores y corresponsales que viven en otros estados. Uno de ellos lo llama –no sé si cariñosamente– Bob dos pistolas. Se trata de Howard Phillips Lovecraft, el gran maestro de esa cofradía que formaron adolescentes solitarios con excedente imaginativo y una angustiosa necesidad por escapar de su mediocre realidad.

Esta generación de escritores se movió en torno a revistas baratas, en especial el Weird Tales, y destacaron de otros compañeros por hacer convincente lo que solo era producto de su imaginación. Una imaginación que revelaban con un estilo primitivo pero en el que se identifica a cada uno de ellos.

Robert E. Howard casi fabrica un nuevo subgénero mientras Lovecraft teje la amplia red de sus mitos de Cthulhu y Clark Asthom Smith, entre otros, recrea con acento poético mundos imposibles, alambicados universos en los que la brujería convive con la ciencia.

Y Howard escribe. Escribe de todo o por lo menos de casi todo: deporte, boxeo, policíaco, terror –La piedra negra–, aventuras, pero Conan siempre está ahí. La historia del bárbaro cimerio que adora a Crom le sirve para interpretar su mundo y configurar una era, la Hiboria, en la que brutales salvajes podían herir, ellos solos, decadentes civilizaciones.

Pero hubo más Conan: Solomon Kane, un puritano; un picto, Bran Mak Morn e incluso un rey de Atlantis,  Kull.

Todos ellos héroes embrutecidos de los que nos olvidamos hasta que despertaron en cómics que fueron ecos de una guerra en el sudeste asiático y de que el sueño americano era una pesadilla.

El cine se fija en Robert E. Howard en los años ochenta con Conan el bárbaro, una película que lanzó al estrellato al actor que encarnaba al guerrero cimerio, Arnold Schwarzenegger, mientras declinaba la carrera de su director, el más que estimable John Milius.

Schwarzenegger repetiría personaje en Conan de destructor, que dirige Richard Fleischer sin entusiasmo ni talento.

Fleischer dirigirá también Red Sonja, el guerrero rojo y en 2011 se estrenar una nueva versión cinematográfica de Conan el Bárbaro, que firma Marcus Nispel con Jason Momoa de protagonista.

Circula además una película para televisión, The Whole Wide World, que se inspira en la relación que mantuvo el escritor, papel que interpreta Vincent D’Onofrio, con Novaly Price (Rene Zellweger).

Otras adaptaciones del personaje de Robert E. Howard, cuyo universo de fantasía heroica vivió un renacer en los ochenta con todo tipo de películas bastardas, han sido Kull el conquistador (John Nicolella, 1997) y con Kervin Sorbo; Solomon Kane (Michael J. Bassett, 2009), en la que James Purefoy hace del puritano que actúa contra brujas y demonios en el siglo XVI.

Ah!, se rumorea que Schwarzenegger podría volver a convertirse en Conan en una próxima película pero son rumores.

¿Qué pensaría Robert E. Howard de todo esto?

El 11 de junio de 1936 entró en su coche y se voló la tapa de los sesos.

Dicen que no podía soportar la agonía de su madre y dicen que se encontraba en las últimas. Cuentan también que el cuerpo se derrumbó sobre el volante del automóvil y que el reloj marcaba las cuatro de la tarde. Su madre fallecería treinta y una horas después.

Saludos, por Crom, desde este lado del ordenador.