Archive for Abril, 2021

El año que no viajé a Buenos Aires, un libro de Saray Encinoso Brito

Jueves, Abril 29th, 2021

La literatura de viajes comienza a ser un género habitual por el que transitan algunos escritores de las islas. Cuando se escribe literatura de viajes nos referimos a la literatura estrictamente de viajes. Es decir, la que cuenta la emocionante experiencia de narrar lo que se vive estando fuera de casa. La que te aproxima a otras miradas sobre el mundo, la que te cambia por dentro por las vivencias que labras estando de paso en otros pueblos, ciudades, países.

Hace apenas una semanas comentábamos en estas mismas páginas el libro Entre el agua y el suelo, de Cristi Cruz, artículo en el que recordábamos también a otros escritores canarios que experimentaron con esta literatura con sobresaliente maestría como los tristemente ausentes Antonio Lozano y José Luis González-Ruano. Si se bucea en el pasado encontrarán otros nombres, los suficientes para entender que no se trata de un género nuevo aunque sí duerma durante temporadas el sueño del olvido entre las letras que se escriben desde las islas.

A este género se suma con nombre y apellidos El año que no viajé a Buenos Aires (Ediciones Menguantes, 2021), de Saray Encinoso Brito. Un libro que por partida doble me ha parecido sumamente interesante. Se trata de un libro de viajes y al mismo tiempo no lo es. Ya lo avisa la autora en el título… esta es pues la crónica de un viaje que quiso ser pero no fue. También la reunión de una serie de artículos que son una declaración de amor a una ciudad, Buenos Aires, que es dentro del imaginario de Saray Encinoso La Ciudad.

El año que no viajé a Buenos Aires recopila las entregas en primera persona que la escritora y periodista fue publicando en un diario digital. Un relato en el que cuenta cómo se frustró el que podía haber sido el viaje de su vida por culpa de una enfermedad convertida en pandemia.

La originalidad del texto es que está escrito desde dentro, lo que permite conocer y solidarizarse con la esperanza luego convertida en frustración de hacer posible un sueño. Y no, pese a que a veces no se cumplan los sueños, no se trata para nada El año que no viaje a Buenos Aires de un libro triste. Es más, destaca para mi sorpresa por el humor y a veces una divertida ironía con el que está escrito. Con estos elementos, el lector se adentra en la crónica del no viaje anunciado proponiendo un viaje imaginario y muy documentado a Buenos Aires. Lo mejor del caso es que una vez finalizado el libro (ligero en páginas, poco más de un centenar) se tiene la sensación de haber estado allí.

La originalidad de estos textos es que son cortos, directos y en algunos casos muy personales porque en ellos se desgrana –a veces– una historia familiar. Esa historia, ya la conocen, en la que casi siempre hay un tatarabuelo, abuelo, tío lejano o cercano –en el caso de Saray Encinoso sus abuelos paternos– que se fueron al otro lado del mundo para construirse una vida mejor. Muchos se quedaron pero otros regresaron a Canarias como en el caso de los familiares de la autora del libro. Así que Buenos Aires le toca relativamente de cerca como explica en el primero de los artículos. Texto en el que precisa que Argentina le entró primero por los oídos a través de la música.

Y música hay mucha en este libro. Música con acento argentino. La música, de hecho, pone banda sonora a varios de los artículos que reúne el libro. Escribe en el que lleva por título La guerra que impulsó el rock:

“Sé que no podré viajar a Buenos Aires sin recorrer los estadios y salas en los que han tocado quienes me abrieron las puertas de su país”.

En esta sección vincula la propagación del rock en Argentina con la guerra de Las Malvinas, aquel absurdo conflicto que enfrentó a argentinos y británicos por unas islas que nadie, hasta ese momento, sabía ubicar en el mapa, y mucho menos responder quien las administraba. Este artículo es solo uno más en un libro en el que se mezcla periodismo y literatura y ánimo de compartir la aventura imaginada con la informativa sobre un país que siente fiebre por el fútbol y al mismo tiempo su capital es la ciudad con más librerías por habitantes, al menos en 2014, escribe en Fronteras que no están en los atlas.

Música, literatura, viaje, información dibujan un mapa muy atractivo y a ratos ingenuo de Buenos Aires. Mejor del Buenos Aires de Saray Encinoso Brito. Una escritora y periodista que escribió estos artículos durante el confinamiento que no queremos recordar y que le frustró su proyectado viaje a la Argentina. Lo insólito del caso es que quien ahora firma estas líneas –que nunca ha estado en Buenos Aires y menos en Argentina– tiene la sensación tras leer este libro de haber estado allí. Escrito para evadirse del confinamiento, Saray Encinoso no se dejó arrastrar por la confusa reflexión personal a la que nos empujó a algunos sino a contar un viaje que como todo buen viaje cambia para mejor a las personas.

El libro añade al final un apartado, Formas de sentir la Argentina, en el que recomienda música, películas, libros para acercarse un poco más a su imaginario argentino pero sobre todo bonaerense. Sin embargo, me corroe una duda: ¿cómo será el libro que escribirá Saray Encinoso cuando viaje a Buenos Aires, a la Argentina? ¿Qué pasará el año que logre cumplir el sueño?

Lleva razón quien dijo que viajar es soñar. Que sin soñar no hay viaje posible. Y un viaje, un viaje soñado y emocional, es al que invita Saray Encinoso Brito en El año que no viajé a Buenos Aires.

Saludos, se hace camino al andar, desde este lado del ordenador

Vigilia en Velora, cuentos de Iván Cabrera Cartaya

Miércoles, Abril 28th, 2021

Ocho son los cuentos que recoge Vigilia en Velora, de Iván Cabrera Cartaya, libro que obtuvo el Premio de Relato Corto Isaac de Vega en 2019. Se tratan de historias en las que se revela a un escritor que nada como pez en el agua en este género literario.

Reconocido más como poeta que como narrador, y a la espera de que se publique de una vez su primera novela (me consta que duerme la siesta en el despacho de una editorial de las islas), Vigilia en Velora me descubre a un autor que no cesa de sorprenderme con unas historias en las que se escucha el latido de la vida y al mismo tiempo desgrana, recurriendo a distintos palos de estilo y tendencia, relatos que en mucho de los casos han sabido conmoverme y, al mismo tiempo, despertar mi atención, algo fatigada estos últimos días, tan repletos de incertidumbres, de miedo a lo que vendrá, de futuro inestable…

Los dos primeros relatos que reúne el volumen, Santa Teresa y Velora, quizá resulten los más poéticos del libro pero no son, sin embargo, los que más me agradaron aunque reconozca en ellos pese a su difuminado acabado, ganas de mostrar más sentimientos que historias. Y no se trata que estos cuentos carezcan de hilo argumental, que los tiene, sino que dan la sensación que se pierden en un texto que prioriza la palabra y lo que sienten los personajes más que al destino que los conducirá el desenlace.

Pesa en todas las historias un aire de fatalidad, pero una fatalidad muy unida a la sensación de pérdida del tiempo. También se detecta como constante la amistad (muy representativa en A espaldas del sol, el cuento más extenso de los que se incluyen en el libro) y el amor. Un amor que explota y se derrama en El reencuentro, que cuenta además con un final que me recuerda vagamente al mejor Roald Dahl, sobre todo cuando se vuelve ácido más que irónico.

El tercer cuento, A espaldas del sol es como se ha dicho el más extenso en páginas de los cuentos que convoca Vigilia en Velora, también es el más directo de los que se presentan ya que no hay tanto interés en cultivar un estilo copioso en palabras y frases ingeniosas, sino en contar una historia que, como todas las buenas historias, relata un viaje y una pérdida. Lo de viaje es por el itinerario interior que asume el narrador del relato y lo de la ausencia es por la brusca desaparición de uno de los amigos del protagonista que es quien cuenta en primera persona lo que sucedió y la huella amarga que dejó dentro de él.

Leyéndolo me di cuenta que aquí había una buena historia para visualizar como largometraje (expandiendo las acciones) o como cortometraje (reduciéndolas). Lo que se describe resulta cercano y el escritor controla con experiencia los mandos de una nave que navega y rompe las olas porque está seguro de llegar a destino.

Vigilia en Velora recoge, finalmente, otros cinco relatos que llevan por título La lectora de la Biblia, La isla, La noche y el olvido, Pibe y El reencuentro. Si algo caracteriza este quinteto de cuentos es que todos, absolutamente todos, abordan situaciones completamente distintas a los relatos anteriores y están escritos con estilos radicalmente distintos.

Son en estos cinco cuentos en los que se revela el talento como narrador de Iván Cabrera Cartaya ya que pasa del lenguaje poético a uno ligeramente realista para pasear en otro, y como quien no quiere la cosa, a un retrato con acento marcadamente argentino. Esta capacidad de transmutación obliga a tomarse muy en serio la capacidad de narrar del ahora cuentista aunque sí que se agradecería que se centrara más en lo que cuenta que en cómo lo cuenta. Con todo, los relatos cumplen la máxima de exigir a un cuento brevedad, y los relatos de Vigilia en Velora lo son salvo A espaldas del sol.

Habrá alguien, también, que subraye la influencia no disimulada que siente Cabrera Cartaya por la literatura de grandes del cuento iberoamericano como Adolfo Bioy Casares. De hecho, la cita que aparece antes de entrar en los relatos, es de este autor, íntimo de otro grande del relato corto, Jorge Luis Borges.

Si tienen ocasión, les recomendaría que aprovecharan para dejarse arrastrar por las historias que propone Iván Cabrera Cartaya en este volumen que incluye, como se dijo, cuentos que además de estar muy trabajados tantean con oficio todos los géneros. Destacaría, porque es un asunto que me toca muy de cerca, el titulado La noche y el olvido, en el que se relata con ecos discontinuos a Casares e incluso al mismo Borges, un intento de atentando a Franco en Tenerife por un grupo anarquista en los albores de nuestra Guerra Civil.

Se le puede criticar a estos cuentos que no terminen de afinar lo que quieren contar (pero es un rasgo premeditado, se nota en algunos casos) y que parezcan que marean la perdiz más que otra cosa. También el peso literario que respiran muchos de ellos pero nadie podrá negarle al autor la capacidad que tiene de transportar a lector a esos mundos que recrea y que a veces, solo a veces pero esto ya es suficiente, consiga emocionar a quien lo lee, como fue mi caso, quien agradece el entusiasmo y el rigor con el que están escritos no uno ni dos, sino los ocho cuentos de un libro que firma un escritor y poeta con arrolladora personalidad.

Saludos, así sea, desde este lado del ordenador

Érase una vez… el amor (a veces)

Martes, Abril 27th, 2021

Todo es aparente en A veces el amor, un nuevo largometraje del realizador José Víctor Fuentes, conocido, sobre todo, por ser el director del Festivalito de La Palma. Se escribe “aparente” porque la “aparente” sinceridad de su nueva película esconde, mejor camufla en su fondo una extrema complejidad que va más allá de la polémica, de provocar la mirada del espectador.

A veces el amor sigue en el tiempo a una pareja de enamorados y la llegada de un tercer miembro a esa unidad hecha de dos personas: un hijo. Este nuevo personaje invoca cierta inestabilidad en la relación hombre y mujer que hasta ese momento se ha reproducido en pantalla aunque al final se impone la sensatez por lo que la unidad se transforma ahora en cosa de tres.

La historia está contada por el mismo director del largometraje y sospecho que tanto su pareja como su hijo en pantalla deben de ser su pareja y su hijo en la vida real. Este elemento de realidad, que tritura cualquier asomo de ficción, planea a lo largo de todo el largo, largo, largometraje. Lo que genera reacciones encontradas en el espectador. Por un lado porque perturba que todo, todo lo que se muestra a cámara es “verdad”, lo que hace pensar qué diablos estoy viendo ¿una película “familiar” en la que sus protagonistas muestran su felicidad e infelicidad?. Por otro, que el relato se cuente a través de materiales, muchos de ellos caseros, lo que convierte el visionado de una película en la que a veces asoma el amor en un trabajo dificultoso, que se adentra pero también expulsa el normal seguimiento del filme.

Con un metraje medido, que recortara su duración, este documento de no ficción aunque contenga elementos de ficción en su sentido más estricto, hubiera resultado otra cosa.

Da la sensación, incómoda por otra parte, de cierta ausencia de pudor (morbo mezclado con preocupante curiosidad) al observar una película que muestra a la familia del cineasta y al propio cineasta en situaciones cotidianas. Es decir, tal como son o tal y como deberían ser ante la mirada primero asombrada y más tarde aturdida del espectador. Un espectador que con esta película se sentirá azorado al sentirse un voyeur que se asoma a la vida de los otros.

Pero es aquí, en estos materiales caseros, donde radica la grandeza de un documental que se limita a contar las aventuras del día a día de esta familia que, con un metraje más limitado, hubiera redondeado el efecto que pretende. Un trabajo que por su duración termina por replegar a sus cuarteles de invierno al espectador más entusiasta.

Con todo, esta experiencia fílmica, recupera picos de interés a medida que avanza (el nacimiento y crecimiento del hijo) ya que son tan emocionales que transmiten por sí solo ternura ante lo que desfila en pantalla.

No obstante y al margen de su entusiasmo por provocar al espectador, A veces el amor se deja ver como un documento más que fílmico, antropológico. Su mirada en este sentido es muy limpia pero al no contar más historias que el día a día de la de la pareja y su retoño, sobre todo en la segunda mitad, el filme solo retrata la vida en común de dos (ahora tres) personas que se quieren. Que se quieren pero que también se distancian. De ahí, se entiende, el título de este documento a lo cinema verité al que le falta mayor testarudez por convertir en cine lo que muestra y revela.

La duración de la película es de 80 minutos y se cuenta desde la perspectiva del protagonista, el mismo José Víctor Fuentes, un cineasta acostumbrado a desdoblarse no sé si en otras identidades pero sí al menos bajo otros nombres. Asegura el mismo Fuentes que esta película fue concebida como un diario fílmico en el que intentó resumir la crisis de los 40. Para ello se despojó de vestimentas y a pecho decidió desnudar “emocionalmente” a su familia ante la cámara. Se trata pues de una “aparente” confesión donde las emociones más que lo racional gana la partida.

El juego, que no es nuevo, a priori resultaba atractivo aunque se limita a retratar los distintos estados que sufre como “cuarentón” sin tener muy claro la evolución que esperaba mostrar en la pantalla. ¿Aparentemente?, parece que la película no tiene guión, que todo cuanto vemos es producto de lo que la pareja ha ido grabando de sus distintas e improvisadas estampas familiares a lo largo de los años.

Me atrae, sin embargo, la sensación de que el material audiovisual que se visualiza es espontáneo. Que todo es fruto de la improvisación aunque las escenas que crecen son aquellas en las que se nota cierto trabajo antes de ser rodadas.
No creo que nadie le reste valor a este largometraje que sirve de testimonio de una experiencia tan vital como es la de vivir en pareja y el nacimiento del primer hijo pero le falta algo tan importante como es vocación de entretenimiento, de contar algo sin necesidad de vagar por escenarios tan variopintos como los que muestra esta película.

Se reconoce la vocación de riesgo del largometraje y resulta en un primer momento muy atractiva la mirada que como observador tiene el cineasta de sí mismo. O de ese desdoblamiento que da de sí mismo en pantalla pero el producto se agota a medida que avanza en su intento por mostrar la vida cotidiana de una familia que ama el cine.

Saludos, érase una vez…, desde este lado del ordenador

Harvey, una novela de Emma Cline

Lunes, Abril 26th, 2021

“Podría visualizar el plan, ver cada paso del proceso, todo el asunto desplegándose limpiamente en su imaginación, sin titubeos ni interrupciones. Ruido de fondo, el libro imposible de llevar al cine. La vuelta de Harvey a las tablas. ¿Por qué iba él a terminar aquí, en este planeta, en el año 2020, alojado en una casa que resultaba estar al lado de la de Don DeLillo, si no era con ese preciso propósito, si no era para topar con esta precisa circunstancia, para experimentar este encuentro fortuito de ambas mentes?

(Harvey, Emma Cline. Traducción: Inga Pellisa, Panorama de Narrativas, Anagrama, 2021)

Emma Cline es una escritora norteamericana de reciente aparición. Con solo dos novelas ha conseguido que escritores consolidados estadounidenses y de otras nacionalidades la reciban con la sonora ovación de alguien que ofrece otra mirada a sucesos de los que se han hecho eco los medios de comunicación, disimulando en sus novelas la tragedia con protagonistas que llevan otros nombres y alterando lo suficiente algunos hechos para hacerlos pasar como ficción.

Si en Las chicas la historia se inspiraba en Charles Manson y su grupo de acólitos, en Harvey hace lo mismo con Harvey Weinstein, fundador junto a su hermano de Miramax y durante años uno de los productores más influyentes del cine norteamericano hasta ser acusado de abusos sexuales.
Una de las claves de Emma Cline es aproximarse a casos tan espinosos desde dentro, a través de los ojos de uno de los miembros del clan Manson en Las chicas y en Harvey siguiendo a su protagonista el día antes de que se pronuncie la sentencia de su juicio.

Esto permite a la escritora no juzgar (aparentemente) a sus protagonistas, lo que dota en una primera lectura la sensación de que su mirada sobre todos ellos es neutral. Neutral incluso cuando retrata momentos que no los engrandecen precisamente.

Sí que se ha preocupado Emma Cline en Harvey de cuidar lo que escribe. Tanteando, sin escorarse a un lado u al otro, un retrato humano de un personaje que creyó que podía hacer absolutamente todo por el poder que manejaba.
La novela apenas araña el centenar de páginas por lo que se lee prácticamente en unas pocas horas. Resulta muy atractivo conocer cómo presenta la caída de un poderoso. Un narcisista que incluso antes de conocer cuál será la sentencia no cree que termine siendo culpable. Eso sí, se asiste durante toda la novela al nacimiento de muchas dudas que van royendo su fe en sí mismo. Las señales comienzan a multiplicarse. Y no solo a través del trato que recibe en los medios de comunicación sino en que muchos de sus amigos dejan repentinamente de llamarlo.

Harvey intuye que empieza a ser un apestado en Hollywood, pero no termina de creérselo ya que no puede imaginar su caída tras haber tocado prácticamente el cielo de Hollywood. Del cine.

La novela de Emma Cline cuenta todo esto con una sencillez que desarma. Y tan solo, ya se ha dicho, en apenas un centenar de páginas. Nos levantamos con el protagonista, que lleva una pulsera de vigilancia en el tobillo: “hora de vestirse, de volver otra vez al lío. La pulsera del tobillo era tan fina que en realidad sí que parecía más bien una pulsera. Pero aún siendo tan ligera tenía la sensación de que interfería en sus andares, esa pequeña molestia, siempre presente, que nunca se disipaba del todo en el fondo”, y le seguimos a lo largo de un día que no es el de siempre aunque él se esfuerce en pensar lo contrario.

En el libro se da también un retrato del Hollywood que no se ve en el cine. Es el Hollywood de los mandamases, de los que controlan el dinero para hacer las películas. A ese mundo pertenece Harvey y por lo que piensa, parece que nació para ser uno más de la jauría que invierte su tiempo y dinero en hacerlas posibles. Y por lo que se lee, parece que conoce muy bien este negocio. Lo controla. O controlaba antes del día que dedica Emma Cline a perseguirlo, no acosarlo, en su novela.

El retrato que pinta resulta interesante. Y eso que se nota que no es un personaje, Harvey, que le caiga especialmente bien a la escritora, quien lo va desmitificando a medida que avanza la novela pero sin subrayarlo. Deja anotado momentos que no dan una imagen idílica de Harvey, sino la de un hombre que presiente su derrota. La incertidumbre de la sentencia pese a que crea cuál será su resultado, retrata a un personaje que presiente su fin aunque piense que sigue siendo el mismo de siempre.

“Una siesta corta, el televisor que había sobre la cama en silencio. La baba en un riachuelo reseco que le bajaba por la mejilla, rasposa allí donde asomaba la barba”.

Además de Harvey aparece otro personaje real en la novela. Se trata del escritor Don Delillo del que Harvey –se explica– quiere adaptar al cine Ruido de fondo. Esta película será su gran reentrada en Hollywood. Con esta película y con el nombre de DeLillo en cartel espera volver a alcanzar la posición de la que disfrutaba antaño.

“Sería como Bob Evans, pensó, el corazón agitado, cuando reunió a Towne y a Nicholson para hacer Chinatown. Todos impulsados por la cocaína Merck más pura y la certeza de estar haciendo algo especial. Y ahí estaba: el plan perfecto. Su propia Chinatown, solo que mejor, porque no haría falta que ese rarito de Polanski la reescribiera entera”.

Harvey condensa en muy pocas páginas este retrato sobre un ídolo caído y en la brevedad se aprecia el temple como narradora de Cline. Emma Cline.

Anótenlo, quédense con el nombre

Abierta la convocatoria de los Premios Culturales 2021 de la Universidad de La Laguna

Viernes, Abril 23rd, 2021

El Boletín Oficial de Canarias (BOC) publicó en su edición del lunes 5 de abril las convocatorias de los premios culturales que la Universidad de La Laguna, a través de su Vicerrectorado de Cultura y Participación Social, abre cada año con el fin de distinguir el trabajo de diferentes disciplinas literarias, plásticas y cinematográficas y de promocionar y difundir los valores artísticos y sociales en el seno de la universidad y en la sociedad en general. Las bases completas de cada uno de estos premios, así como las características de las que deben disponer las piezas presentadas, se pueden consultar esta página web. El plazo para presentar las propuestas será de un mes desde la publicación de estas bases en el Boletín Oficial de Canarias y la inscripción se realizará de manera online a través del enlace con el que cuenta la descripción de cada certamen. En concreto se han convocado los siguientes premios:

XXV Premio Internacional de Fotografía Rafael Ramos García, cuyo objeto es premiar a la mejor serie fotográfica, que debe estar compuesta por cuatro fotografías con una unidad temática, y a la mejor fotografía individual. Los galardones están dotados con 1.500€ y 600€ respectivamente. Podrá participar en este certamen cualquier fotógrafo/a independientemente de su nacionalidad o residencia.

El XVI Premio de Música, en el que pueden participar grupos o intérpretes individuales residentes en Tenerife que trabajen cualquier estilo musical y en el que se valorará la calidad interpretativa, las composiciones propias e inéditas la creatividad y originalidad y la puesta en escena. Se otorgarán dos galardones: un primer premio dotado con 1.400€ y un segundo premio de 600€. Se convoca igualmente el XXIII Premio Internacional de Poesía Luis Feria, provisto de 1.000€. Podrán optar los autores y autoras mayores de 18 años con independencia de su nacionalidad y residencia. Cada participante podrá presentar como máximo un poemario de temática libre cuyo número de versos no podrá ser inferior a 300 ni superior a 500.

Del mismo modo, al XXIV Certamen Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik podrán acceder también autores y autoras mayores de 18 años independientemente de su nacionalidad o residencia. El ganador o ganadora que disponga el jurado recibirá una compensación económica de 1.500€. Cada participante podrá entregar como máximo un texto teatral. En el XXIV Premio Nacional de Pintura Emilio Lite, en el que se repartirán 3.300€ entre los tres ganadores (1.500€ al primer premio, 1.000€ al segundo premio, 800€ al tercero), podrán participar artistas que independientemente de su nacionalidad residan en España y presenten al certamen una o dos obras pictóricas.

Por su parte, los guiones presentados al XXVI Certamen Internacional de Guiones Cinematográficos de cortometrajes han de ser originales e inéditos y su extensión no deberá superar las doce páginas. La temática es libre y deberán presentarse sin anotaciones técnicas y con una sinopsis argumental de una página. El premio en metálico es de 800€ y podrá concurrir a él cualquier autor mayor de 18 años. El V Premio de Relato Breve Amadou Ndoye tiene como objeto reconocer los mejores relatos breves de autoría africana escritos por personas vinculadas al estudio y difusión de la lengua española y su literatura en África. Este concurso consta de dos modalidades: la modalidad A con un premio de 1.000€ y la B con una retribución de 500€, nace con la firme intención de promover la cooperación y el entendimiento entre Canarias y África.

Para el XXIV Premio Internacional Julio Cortázar de Relato Breve, provisto de 1.000€, podrán participar los autores y autoras mayores de 18 años con independencia de su nacionalidad y residencia. Cada participante podrá presentar como máximo un relato breve, cuya extensión no podrá superar la de cinco páginas Din-A4 y 28 líneas por cada una de ellas. Por último, en el II Premio Nacional de Escultura Mª Belén Morales, cuyo primer y único premiado recibirá 2.500€, podrán participar los artistas que presenten una escultura o un conjunto escultórico atendiendo a los criterios recogidos en las bases del concurso. El jurado evaluará la ejecución de la técnica empleada, la creatividad y originalidad, así como el carácter inédito de la obra y la calidad en la presentación y en la ejecución material.

En total, la dotación presupuestaria para asumir el importe global de los premios convocados en el año 2021 por la Universidad de La Laguna será de 15.700€. Los Premios Culturales, que se entregan ininterrumpidamente desde 1996, constituyen una de las principales iniciativas culturales de esta institución académica que tiene entre sus funciones el servicio a la sociedad, la difusión del conocimiento y la cultura a través de la extensión universitaria y la formación a lo largo de toda la vida. En consonancia con ello, desarrolla actividades formativas, de divulgación y culturales dirigidas hacia la comunidad universitaria y la sociedad en general.

Saludos, informando que es gerundio, desde este lado del ordenador

Fallece el arquitecto Vicente Saavedra

Jueves, Abril 22nd, 2021

El arquitecto Vicente Saavedra falleció el pasado miércoles, 21 de abril. Tuve la oportunidad de charlar con él en algunas ocasiones, siempre por motivos profesionales, y el recuerdo que tengo él es el de una persona extremadamente amable, dispuesta siempre a atender cualquier petición así como la de un apasionado de las artes plásticas

El paisaje de Tenerife cuenta con edificios que fueron diseñados por él o por su estudio, que compartía con Javier Díaz-Llanos. Estos son, entre otros, el astrofísico de Izaña, la Casa de la Cultura de Santa Cruz de Tenerife, las edificaciones turísticas de Ten-Bel, el Colegio de Arquitectos en Santa Cruz de Tenerife o las viviendas sociales de Añaza, La Hornera, Los Alisios y el Polígono de Ofra. Fue, también, uno de los promotores de la I Exposición de Esculuras en la Calle, que sigue siendo uno de los hitos culturales de la capital tinerfeña, y que en 2023 celebrará su 50 aniversario.

Reproducimos a continuación una entrevista que mantuvimos con Vicente Saavedra (27-2-2017) con motivo de la exposición Una colección para un viaje, muestra que fue resultado de la apuesta que un grupo de alumnos de la 85 promoción de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona realizó a inicio de los años 60 del pasado siglo para ganar algo de dinero en su proyectado viaje de fin de curso.

“Esta colección radiografía el arte de 1960”

Los trabajos que reúne la exposición Una colección para un viaje son resultado de la apuesta que un grupo de alumnos de la 85 promoción de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona realizaron hace ahora 57 años para ganar algo de dinero en su proyectado viaje de fin de curso. Uno de los implicados en aquella empresa, que logró recoger 141 dibujos originales de los artistas a los cursaron invitación para que les cedieran algún dibujo original, fue Vicente Saavedra, quien presenta hasta el 17 de abril en el Colegio Interinsular de Arquitectos de Canarias, 91 de aquellas obras firmadas, entre otros, Miró, Saura, Tàpies, Serrano, Chirino y  Vasarely.

- ¿Una colección para un viaje?

“En enero de 1960, los componentes de la 85 promoción de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, decidimos inventar algún procedimiento para, amparados en la fantasía propia de los 25 años de edad, poder financiar un “viaje final de carrera” que nos permitiera recorrer el mundo viendo la arquitectura que solo conocíamos por los libros y revistas. En ese momento, surgió la idea de pedirle a los arquitectos, escultores y pintores más famosos del mundo que, con su generosidad, nos ayudasen a iniciar nuestro sueño.”

- ¿Y a quién se le ocurrió la idea de formar una colección de arte?

“Después de analizar el sistema tradicional para conseguir los dineros necesarios para realizar el viaje de los 28 componentes de la promoción y comprobar que, con lo que teníamos hasta ese momento, solo conseguiríamos dar una vuelta por Cataluña, celebramos una reunión de curso para aportar nuevas ideas, distintas a las tenidas hasta ese momento y entonces, unos compañeros interesados en el arte contemporáneo, además de en la arquitectura, hicimos la nueva propuesta al resto y, desde ese momento, empezamos a trabajar como una pequeña empresa con un objetivo claro: “financiar un viaje dando la vuelta al mundo”, tal como expresábamos en la carta que recibirían los artistas seleccionados.”

- ¿Cuál fue la selección de artistas? ¿Quién se negó o no contestó para participar en esta iniciativa?

“Para poder empezar a desarrollar nuestra idea, deberíamos disponer de un listado de los nombres de los artistas y arquitectos a los que dirigirles nuestra petición. La relación de arquitectos surgió de forma natural, pues eran parte de nuestra formación en la Escuela de Arquitectura. Para la elección de los artistas españoles, contamos con la entusiasta colaboración del afamado crítico de arte Alexander Cirici Pellicer, que en aquel tiempo estaba organizando la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, del mismo modo que ya existía en Madrid. La relación de artistas extranjeros nos resultaba mucho más difícil y para ello, pudimos contar con el catálogo de la exposición 50 años de Arte Moderno de la Exposición Universal de Bruselas de 1958, avalada por los Comisarios más prestigiosos de cada país representado en esa muestra. A partir de ese momento, todo el esfuerzo se concentraba en conseguir las señas de cada uno de los artistas que nos interesaban (no existía Internet ni ordenadores), para lo cual recurrimos a las diferentes embajadas y galerías importantes de las principales capitales europeas. De las 270 carpetas que enviamos, incluyendo una cartulina DIN A-4 con la inscripción 85 promoción de arquitectos. Barcelona. España, recibimos 141 respuestas y nos falló Picasso, a pesar de las tres carpetas que le hicimos llegar por distintos caminos.”

- Las obras iban, en un principio, a ser subastadas…

“Teníamos un compromiso con la Sala Gaspar de Barcelona para realizar en ella la subasta de todas las obras recibidas. Pero a medida que recibíamos los dibujos en nuestra Escuela, aumentaba la sensación de que se estaba formando una extraordinaria colección que no debía ser dividida, pues estaba constituida por un gran número de obras de los mejores artistas del mundo, realizados todas a la vez y para un grupo de estudiantes que se habían atrevido a pedirles una muestra de su arte para realizar un viaje. Las críticas recogidas en los periódicos del momento eran muy elogiosas para nuestra idea y estaba avaladas por críticos de prestigio, como Santos Torroella, Juan Eduardo Cirlot o Juan Teixidor. A la vista de todo esto, la promoción olvidó lo de dar la vuelta al mundo y decidió cambiar la subasta, por conseguir que la colección se quedase unida y con un solo propietario. La solución apareció milagrosamente, por la visita que realizó a la exposición el que era secretario del Colegio de Arquitectos de Barcelona, Antonio de Moragas, que propuso a la Junta General Ordinaria del Colegio de Arquitectos de Barcelona que la adquiriese en su integridad, y así evitar la subasta.”

-La exposición que ahora se exhibe en Santa Cruz de Tenerife también se expuso hace unos meses en Barcelona. ¿Quiénes son los que podríamos considerar sus comisarios y cómo se implicaron entonces en aquella aventura?

“Desde 1960 la colección fue guardada en el Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Barcelona y solo fue expuesta unos meses en su nuevo edificio con motivo de su inauguración en 1962. Transcurridos cincuenta años, hicimos varios intentos para exponerla de nuevo, pero fracasamos cuantas veces lo intentamos. Ya habíamos abandonado la idea de sacar del Archivo la colección para exponerla en algún sitio, cuando tuvimos la suerte de que un amigo, abogado de prestigio y bien relacionado en Barcelona nos puso en contacto con la historiadora y crítica de arte Victoria Combalía que, después de tener acceso a la colección guardada en el Archivo del Colegio, aceptó ser Comisaria y buscar en Barcelona un lugar adecuado para su exposición. De esta forma, la primera quincena de enero de 2016 se pudo inaugurar en el Museo Can Framis de la Fundación Vila Casas, la exposición con el título Una colección para un viaje. El éxito obtenido durante los tres meses que permaneció expuesta la colección en el Museo Can Framis fue extraordinario y quedó constancia en los medios de información en los que reprodujeron entrevistas a la comisaria de la exposición Victoria Combalía y a los alumnos de la 85 promoción José María Sen Tato y Vicente Saavedra.”

- ¿Qué se pintaba en 1960. Lo pregunto porque respondiendo a la invitación 141 artistas?

“En el catálogo que se emitió en Barcelona acompañando la exposición, Victoria Combalía explica en detalle lo que se pintaba durante el año 1960,  indicando que la colección podría interpretarse como una suerte de radiografía del arte de aquel entonces. Asímismo, indica que  puede hablarse de una excelente muestra de casi todas las modalidades de la abstracción de aquella época: informalismo, tachismo, abstracción lírica, geométrica y espacialismo”.

- ¿Qué autores destacaría?

“Destacaría la presencia y generosidad de autores tan importantes como Joan Miró, Naum Gabo, Erich Heckel, Otto Dix, Giorgio Morandi, Lucio Fontana, Angel Ferrant, Max Bill, Antoni Tàpies, Hans Hartung, Karel Appel, César, Martín Chirino, Antonio Saura, Pierre Soulages, Rufino Tamayo, Victor Vasarely….completando la relación de 98 autores que componen la selección de los 141 que contestaron a nuestra carta invitación. Dentro de esta lista están incluidos los diez arquitectos que, por destacar alguno, citaremos a Walter Gropius, Richard Neutra, Gio Ponti, Saarinen y Alberto Sartoris (que da el nombre a la plaza que cubre las Salas de Exposiciones del Colegio de Arquitectos de Tenerife)”.
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- Y de los 98 dibujos que forman parte de la exposición, ¿cuál es su preferido?

“La mitad de los artistas expuestos son extranjeros y la otra mitad españoles. Existen varios nombres que componen la élite de la historia del arte contemporáneo internacional, y que figuran en muchos de los grandes Museos de las capitales del mundo, por lo que es difícil separar alguno del resto; lo más importante de esta colección es que está compuesta por autores que, al mismo tiempo, decidieron hacer un dibujo expresamente para un grupo de estudiantes que solicitaron su ayuda para hacer un viaje final de la carrera de arquitectura.”

- ¿Cuántos artistas españoles participaron en esta exposición? 

“La selección de los artistas españoles la había realizado  el crítico Alexander Cirici Pellicer, gran conocedor del arte que se hacía en España y por ello figuran todos los componentes del Grupo el Paso de Madrid, el grupo Dau al Set de Barcelona y artistas reconocidos de otras varias provincias españolas, de las que actualmente podemos comprobar su importancia, gracias a la información obtenida en Internet y en los Museos de los que forman parte. Hay que tener en cuenta que en la actualidad no vive ninguno de los artistas extranjeros y de los españoles solo viven nueve. Los canarios que participaron en la selección fueron Manolo Millares y Martín Chirino.”

 
 
“El viaje fue un éxito”

Resuelta la colección, ¿cómo fue el viaje? “El viaje fue un éxito”, sentencia Vicente Saavedra, que explica que salieron desde Barcelona hasta Helsinki y vuelta por otra ruta distinta para poder contemplar  todas las obras de arquitectura que “nos habíamos propuesto conocer. Empezamos visitando la capilla de Ronchamp, del arquitecto Le Corbusier, que puede considerarse como una de las obras de arquitectura mas importantes de la historia y en Dinamarca estuvimos en varias obras del arquitecto Arne Jacobsen, especialmente en el edificio de la SAS de Copenague, impresionante por el altísimo grado de intervención en cada uno de sus detalles. Cerca de Copenague existe el Luisiana Museum, ejemplo de un edificio creado para el arte, integrado en la naturaleza y con actividades complementarias que lo convierten en un santuario para la cultura. En Rotterdan pudimos conocer bien la reconstrucción de su nuevo Centro Comercial, que había sido destruido completamente durante la guerra. En la maravillosa ciudad de Estocolmo visitamos, además de su centro histórico, sus nuevos barrios periféricos, ejemplo de un  moderno desarrollo urbanístico. Las obras del arquitecto finlandés Alvar Aalto, merecerían todo un libro para explicarlas y en Helsinki disfrutamos visitando algunas. En Finlandia pudimos conocer pueblos nuevos, como Tapiola, que son ejemplo de intervenciones con respeto absoluto a la naturaleza y al paisaje. En París, visitamos el edificio de la Unesco, en el que participó el arquitecto Bernard Zehrfuss, y que contiene varias obras de artistas  que están en nuestra colección, como Miró, Rufino Tamayo, Llorens Artigas, Calder, Appel y Vasarely. Como dato curioso y singular de este viaje, el catedrático de proyectos que teníamos, entendió muy pronto que habíamos tenido una idea que, por lo nuevo y original, nos ocupó todo nuestro tiempo desde enero hasta mayo, por lo que no éramos capaces de sacar la capacidad necesaria para dedicarnos seriamente a realizar el obligatorio proyecto fin de carrera. En esas circunstancias, nos propuso que hiciéramos durante el viaje un riguroso estudio de todas las obras que íbamos a visitar y que presentásemos a la vuelta un libro que recogiese todas nuestras impresiones, tanto favorables como críticas, y así lo hicimos entregando el llamado desde entonces el libro verde que forma parte importante de esta exposición”.