Archive for Diciembre, 2018

Un año de literatura en Canarias

Lunes, Diciembre 31st, 2018

Ha sido un año en el que no se han deslucido la iniciativas privadas que han apostado por esto de la literatura en todas sus acepciones, lo que incluye además de la edición el desarrollo de grandes encuentros literarios como el Festival Internacional de Literatura de Viajes, Periplo, que se desarrolla en el Puerto de la Cruz o el Festival Hispanoamericano de Escritores que se desarrolló en septiembre en Los Llanos de Aridane (La Palma).

El Día de las Letras canarias estuvo dedicado a Pino Ojeda y el Premio Canarias de Literatura lo recibió con justicia Ángel Sánchez Rivero (Gáldar, Gran Canarias, 1943).

Cabe destacar también la celebración de la Feria del Libro, que año tras año y con un presupuesto constreñido, no deja de sorprender pese a la carencia de recursos; el Festival Ñ, Tenerife Noir y la recuperación del Salón del Cómic.

Fue 2018 un año en el que nos dejaron escritores y artistas como María Belén Castro Morales, Francisco Tarajano, Orlando Alonso Suárez, Juan Hidalgo y María Orán, entre otros. También del cierre y de la apertura y del cierre del Círculo de Bellas Artes, en la capital tinerfeña y de la librería El Pa-So también en Santa Cruz de Tenerife aunque Ifara en el mismo centro urbano celebró su 50 aniversario y abrió en La Orotava, concretamente en el Centro Comercial El Trompo, la segunda librería Agapea con que cuenta la isla.

Por otro lado, la editorial canaria Baile del Sol recibió un homenaje en el marco del 40 Festival Iberoamericano de la Edición, la Poesía y las Artes que se celebra en Punta Umbría (Huelva).

El premio de poesía Pedro García Cabrera recayó en Alba Sabina por el poemario Zonas de incertidumbre mientras que Las horas muertas, de Antonio Arroyo Silva fue la obra ganadora del XXXVIII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez.

Elsa López publicó en Hiperión el poemario Últimos poemas de amor y Melchor López Según la luz –donde reúne sus cuadernos de viaje escritos a lo largo de más de 22 años– y el poemario De vuelo.

Por otro lado, el cada vez más cuestionado Premio Benito Pérez Armas, que este año llegó a su 34 edición, lo obtuvo Antonio Daniel García Orellana por la novela Pestañas fucsias y Juan José Rastrollo el Miguel de Unamuno que concede el Cabildo de Fuerteventura por la novela Berlín-Barcelona Kabarett (colección Púrpura, Salto de página).

Informamos del hallazgo del segundo número de la revista Índice, dirigida por Domingo López Torres en los años treinta en TEA Tenerife Espacio de las Artes aunque la institución aún no lo ha hecho público, las cosas de TEA… como tan de TEA ha sido la polémica que ha rodeado el nombramiento de su nuevo director artístico, Gilberto González.

La sede de la Real Academia Española de Madrid acogió la presentación del Diccionario de toponimia de Canarias: Los guanchismos, de Maximiano Trapero y, por último, la Viceconsejería de Cultura editó dos nuevos libros del concurso Nuevas Escrituras Canarias, iniciativa que ni chicha ni limonada y que este año recibieron Natalia Toledo Mediavilla, con su novela La muerte de Alaia Parisi y Yeray Barroso con el poemario Ceremonia.

En cuanto a libros, y citando solo los recibidos nos encontramos con la publicación por primera vez en formato libro de La condición humana del insular (Azulia), de Domingo Pérez Minik y texto que apenas ha perdido su vigencia desde que fuera impartido en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna en 1968; Nelson Mandela: El camino a la libertad (Anaya), de Antonio Lozano, el primer tomo de las memorias de Juan José Armas Marcelo, Ni para el amor ni para el olvido (Renacimiento) y Primeras personas, de Juan Cruz (Alfaguara).

Sabas Martín publicó Un rumor de siglos, la biografía novelada de María de León Bello y Delgado, sor María de Jesús, la monja de El Sauzal popularmente conocida como la Siervita de Dios (Mercurio) y Luis León Barreto Los buenos negocios (Centro de la Cultura Popular Canaria), una historia que enmarca en el género negro y criminal.

Aunque editado en 2017, fue presentado este años Historia ilustrada del mundo (Pre-Textos) de Anelio Rodríguez Concepción

Mariano Gambín presentó una nueva novela Premonición y Alexis Ravelo El peor de los tiempos (2017) y Tres funerales paras Eladio Monroy, ambas en Alrevés y la última una reedición de la primera entrega de la saga que protagoniza Eladio Monroy. Siguiendo con el género policíaco, Javier Hernández Velázquez publicó Nunca bombardees Pearl Harbor (M.A.R); Carlos Cruz Todos los días son de Raquel (delMedio); Pascal Buniet Sombras en la meta (M.A.R), Christian Santana Pacheco (Mercurio) y Víctor Conde Fundido a blanco (Idea), así como las de ciencia ficción Imperio, crónicas del multiverso (Sportula) y Voces remotas en Albión (Cerbero).

El cineasta y escritor Elio Quiroga presentó, por otro lado, Entre los sueños (Ediciones B) y Juan Andrés Herrera El estrecho de los claveles (Libros Indie); Damián Marrero Real, Leyeron con las botas puestas (delMedio Ediciones); Paul Ydennek De vuelta al origen (Aguere/Idea) y Guillermo Alemán LaLaZ (Los 80 pasan factura).

Santiago Gil presentó La vida retratada (Ediciones Mercurio), que reúne artículos periodísticos y una recopilación de microrrelatos en La puerta de la jaula (Editorial Siete Islas). En esta misma editorial, Siete Islas, Manuel M. Almeida publicó El Manifiesto Ñ.

Brindo por el hombre más puro que conozco (Ediciones La Palma) reunió en un solo volumen libros ya conocidos de Nicolás Melini y Gerardo Pérez ofreció Amanecer en el ocaso y Pilar Escalona Aníbal y Elissa (Idea/Aguere).

Cecilia Domínguez Luis propuso Y tú serás el río (Diego Pun Ediciones), que puede considerarse como la primera parte de una obra anterior, Mientras maduran las naranjas, y ambientada en un Santa Cruz de Tenerife de principios del siglo XX, cuando la ciudad aún miraba al mar, y en un trepidante y surrealista París, Queda la broza (Canarias3puntocero) de Alfonso Delgado.

Otras novelas que nos llegaron a lo largo del 2018 fueron Las caricias que no me diste (Multiverso) de Elizabeth López Caballero, quien con Mercurio presentó Cuentos que cuentan y Volverás a Pasadena (Letrasylibros), de Antonio Lorenzo Gómez Charlín. Jesús Villanueva insistió en la novela histórica con Idus de Sangre (Almuzara).

En cuanto a relatos, recibimos Nunca más la noche (Baile del sol), de Juan R. Tramunt, y Antes de arrojarse al mar la señora Brown fue a misa (Baile del sol) de Yolanda Delgado.

Otros libros que nos llegaron fueron Las manos blancas (Editorial Siete Islas), Elisia, la de Arguamul, de Andrés Servando López (Idea) y Una isla a la deriva (Idea) de Juan Pablo Sánchez Vicedo, Andrés Servando López y Jorge Fonte, respectivamente.

Lugares donde encontrarnos
(Baile del sol), fue un atractivo experimento literario de Jorge Abrante Orta mientras José Miguel Molowny se decantó por la novela con Doce horas enlazados (Lacre),

Ángela Ramos y Cristi Cruz Reyes presentaron, ambas en Aguere/Idea La vida que nos queda y El dueño del barranco, respectivamente.

Wladimiro Pareja presentó también en Idea la novela Los valles de Bartolomé, así como Juan Francisco Santana Domínguez Toby y María Candelaria Pérez Galván Pájaros sin cielo en la misma editorial.

En cómic, historieta, colorines, chistes o tebeos nació una nueva colección que pretende quedarse y que bajo el sello Los archivos de la Fundación Cine + Cómics publica Historias olvidadas, de Eduardo González; El Turkan, del tándem Pedro Carballido y Alberto Hernández y Las aventuras del capitán Pío, Pío, de Pedro Carballido.

OTROS

En cuanto a libros de Historia y ensayo, llegó a nuestras manos el tercer volumen que recopila las fuentes documentales existentes sobre Amaro Pargo, un trabajo que coordinan Manuel de Paz y Daniel García Pulido y que publica Idea y los polémicos Bereberes contra Roma. Insurrecciones indígenas en el norte de África y el poblamiento de las Islas Canarias (LeCanarien), de Alicia García García y Antonio Tejera Gaspar e Identidad canaria (Ediciones Tamaimos) de A. José Farrujia de la Rosa.

Que lo aborigen continúa interesando a lectores de dentro y de fuera de las islas lo pone de manifiesto la tercera edición este año de Los aborígenes. Todo sobre Canarias (Centro de la Cultura Popular Canaria), de Juan Francisco Navarro Mederos.

LeCanarien publicó también Villa Cisneros, 1937: la gran evasión de los antifascistas canarios, una investigación del historiador José Manuel Hernández mientras que Ramiro Rivas García presentó en Laertes Y Franco salió de Tenerife y Manuel Hernández González en Idea el volumen Al margen de la Corona. La emigración del clero regular canario a América en la edad moderna.

En esta misma editorial, Idea, se publicó Lo que queda del guanche. Introducción a un diccionario de topónimos prehispánicos de Canarias, de Maximiano Trapero con la colaboración de Eladio Santana Martel y Francisco Sánchez Martínez La facultad de las estrellas (Centro de la Cultura Popular Canaria), de José Benjamín Martínez.

Un viaje libre y salvaje por las islas Canarias
(Azulia) fue una nueva apuesta por la literatura de viajes de José Luis González Ruano

Por otro lado, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) editó De cómo se ahuyentaba el silencio. Escritos de arte, de Nilo Palenzuela y se presentaron traducciones de El día eterno, de Georg Heym (Editorial Trotta), por Montserrat Armas Concepción; Recitativo o la educación del poeta, de James Merrill por Mario Domínguez Parra y La alta ruta, de Maurice Chappaz, por Rafael-José Díaz. Rafael-José Díaz tuvo un buen año literario con la publicación además de Dos o tres labios (Verbum), los diarios que escribió entre 1998 (cuando aún residía en Alemania) y 2006 (su último año en Gran Canaria antes de desplazarse a Madrid.

Por último, la editorial Escritura entre las nubes publicó en 2018 un amplio catálogo que incluye Ciento cinco y más palabras con vida, de Aurelio J. Fernández García; Cumar limón y fría, de Isabel Afonso Peraza; Desvestidas, de Helena Ramos Rodríguez y Dolores Rodríguez Gutiérrez; Durante el petricor, de Héctor José Rodríguez Riverol y En clave de fa, de Paco Alcaraz.

Presentó, también, Las campanas de Mateo, de  Demaró (Rafael Cañadillas Jaraba); Las horas de tu silencio, de Lázara Tania Linares Ramos y Tania Ramos Morales; Luces en la oscuridad, de Ángel Nazco; Luna, ¿dónde está el amor?, de Charan Mirpuri; Mar de cenizas, de Ana Isabel Brito Alemán y Nubes de relatos 1. Relatos del taller de Escritura entre las nubes, de varios autores.

Esta editorial publicó además Optimist Nautilus. II. La misteriosa isla perdida, de Antonio José Arderíus Baca-Balboa; Pasajeros del tiempo, de Elena Villamandos; Relatos de bata blanca, de Mercedes Rodríguez del Palacio; Soñando palabras, de Inma Velázquez; Sur & Norte, de Fabio Carreiro Lago; Último vuelo hacia el ocaso, de Domingo Batista Marrero; Verodes, de Félix Díaz González y Versprechen der Wiederkehr / Promesa de retorno, de Erika Kronabitter.

¿POR QUÉ ESTOS TÍTULOS?

Se han seleccionado, como en años anteriores, algunos de los títulos que más nos convencieron de los leídos de entre la copiosa producción literaria que se escribió y se editó dentro y fuera de Canarias en 2018.

Una advertencia, estos comentarios solo pretenden servir de orientación sobre una serie de novelas y cuentos que, a nuestro juicio, merecen la pena tener en cuenta para hacerse una idea del panorama literario que se produce con cierto acento de aquí.

Este año en vez de diez se ha escogido 13 novelas a las que se añade aparte, otros libros como son de memorias, cuentos y biografía por el interés que nos han suscitado durante su lectura.

Las recomendaciones dejan de lado otras novelas por franco desconocimiento o porque no se tuvo tiempo literal para sumergirse en ellas. Sobre todo muchos de los títulos que se han publicado en los dos últimos meses del año.

De esta forma, en la presente lista solo se comentan los libros publicados en 2018 y, ocasionalmente, alguno editado en 2017 porque se reseñó este año que se nos va como, por ejemplo, Historia ilustrada del mundo, de Anelio Rodríguez Concepción porque se trata de uno de los mejores libros que hemos disfrutado en los últimos tiempos. Y que se trate de un autor canario que escribe sobre nuestras cosas, le añade más mérito a una obra que no dejará indiferente a nadie.

Historia ilustrada del mundo (Pre-Textos), Anelio Rodríguez Concepción.- Porque pese a que se trata de un libro de ¿recuerdos?, ¿memoria? editado en 2017, circuló como novedad en 2018 secuestrando el corazón de los lectores que lo leyeron y de los que lo leerán. Retratos familiares, la familia del escritor termina por ser también la nuestra lo que evidencia que más que individuos somos parte de un todo que algunos llamamos especie. Especie humana.

LaLaZ (Fatiga Books), Guillermo Alemán.- Porque se trata de una de las últimas sorpresas de este año que termina y porque propone una sátira sobre la realidad canaria en un ambiente postapocalíptico protagonizado por personajes que son caricaturas que parecen estar inspiradas en la realidad. Muy interesante además la reflexión que vierte sobre dos ciudades tinerfeñas condenadas a entenderse: La Laguna y Santa Cruz de Tenerife.

El estrecho de los claveles (Libros Indie), Juan Andrés Herrera.- Porque cuenta una historia que protagonizan seres de carne y hueso que conmueve al lector. Drama escrito con agradecidas gotas de ironía, el autor del libro nos anima a meternos en la cabeza de un aspirante a asesino o no… Todo esto en un archipiélago canario que cuenta con una octava o ¿será novena isla? llamada La Marquesa.

Queda la broza (Canarias 3 punto cero), Alfonso Delgado.- porque cuenta una historia ambientada en un creíble Santa Cruz de Tenerife de la primera mitad del siglo XX con sorprendente realismo, capital de provincias en la que actúan una serie de personajes con sabor a clásicos en una historia que cuenta, como todas las buenas historias, una historia de amor.

Fundido a blanco (Ediciones Idea), Víctor Conde.- porque se trata de un buen policíaco que bracea también por las procelosas aguas de la novela de misterio. La acción se desarrolla en los años sesenta en Roma, concretamente en los estudio cinematográficos de Cinecittà, donde se mueve una galería de personajes que no disfrazan su homenaje a la novela de género negro: guionista con pintas de perdedor, detective privado, una belleza de actriz en peligro…

Todos los días son de Raquel (delMedio), Carlos Cruz.- porque se trata de una entretenida novela con tintes policíacos que sirve a su autor para denunciar un caso que se inspira en un hecho real hoy perdido en nuestra memoria: el hundimiento de un barco fuera de las aguas del puerto de Las Palmas de Gran Canaria. La investigación periodística que emprende la protagonista intenta esclarecer las razones del hundimiento en alta mar, mientras saca a la luz las miserias y corruptelas de una capital de provincias a las que baña las turbias aguas del océano Atlántico.

Amanecer en el ocaso (Verbum), Gerardo Pérez Sánchez.- porque se trata de un vibrante thriller de acción que combina también claves de la novela policíaca, lo que implica cierto entusiasmo crítico con la realidad que describe. La acción se dispara a raíz de la desaparición de la hija de un importante cargo del gobierno español.

Y tú serás el río (Diego Pun Ediciones), Cecilia Domínguez Luis.- porque se entiende como primera parte de una de las mejores novela de su autora, Mientras maduras las naranjas, aunque se puede leer independientemente de ésta. El relato se desarrolla a finales del XIX y se extiende hasta la segunda década del XX en una isla, Tenerife, que no puede vivir, aunque lo quiera, de espaldas a al mundo.

Un rumor de siglos (Mercurio editorial), Sabas Martìn.- porque propone una novela que mezcla con brillantez ironía con retrato personal, en este caso la falsa autobiografía de María de León Bello y Delgado, sor María de Jesús, la monja de El Sauzal popularmente conocida como la Siervita de Dios.

Nunca bombardees Pearl Harbor (M.A.R. Editor), porque supone el regreso de uno de los detectives privados más psicotrónicos de la novela negra y criminal que se escribe en España, Mat Fernández, quien ahora reparte justicia entre Tenerife y Barcelona al mismo tiempo que reabre las heridas que arrastra de novelas anteriores en su obsesiva búsqueda de un celuloide perdido de una película del maestro Leone, Sergio Leone.

Premonición (Oristán y Gociano), Mariano Gambín.- porque se trata de una nueva entrega de la serie Ira Dei y porque Mariano Gambín no engaña ni defrauda a sus seguidores con un relato de misterio que, en esta ocasión, sale del escenario lagunero y santacrucero para desperdigarse por Río de Janeiro, París y Venecia.



Sombras en la meta
(M.A.R. Editor), Pascal Buniet.- porque se trata de una convincente novela con tintes policíacos ambientada en el sur de la isla de Tenerife, una geografía que conoce muy bien Pascal Buniet, francés de nacimiento pero canario de adopción.

Leyeron con las botas puestas (delMedio), Damián Marrero Real.- porque propone en clave de distopía futurista un mundo en el que está prohibido la lectura aunque como sucede en ese gran clásico que es Farenhei 451 de Ray Bradbury existe un pequeño grupo de resistentes capaces de entregar su vida por leer.

OTROS

No se tratan de novelas sino de cuentos, memorias y biografías de personajes legendarios que, a nuestro juicio, destacaron como formidables novedades en este año que se acaba.

Cuentos

Antes de arrojarse al mar, la señora Brown fue a misa (Baile del sol, colección: Sitio de fuego), Yolanda Delgado Batista.- porque la autora reúne un puñado de cuentos que saben conmover incluso al lector que presuma de tener un corazón de piedra. Se aprecia, además, que la escritora sabe moverse muy bien por el territorio del relato corto, dejando historias para todos los gustos, tanteando vivencias variadas con la complejidad de una curtida narradora.

Nunca más la noche (Baile del sol, colección: Sitio de fuego), Juan. R. Tramunt.- porque es otra fabulosa colección de relatos que presenta la editorial Baile del sol y que firma, en esta ocasión, Juan R, Tramunt, escritor que se mueve muy bien en el género fantástico, algunas de cuyas pequeñas muestras deja diseminadas en este compacto volumen.

Memoria

Ni para el amor ni para el olvido (Renacimiento), J.J. Armas Marcelo.- porque se trata de la primera y esperadísima entrega de las memorias de un escritor que descoloca y que no tiene pelos en la lengua a la hora de ensalzar como denostar a algunos de los personajes que conforman la farándula literaria nacional e hispanoamericana sin olvidar la canaria. Son, de todas formas, tandas de recuerdo no tan agresivos como pudiera pensar quien lleva siguiendo a este escritor y periodista hace años, aunque sí que da algún que otro mordico para no perder colmillo.


Primeras personas
(Alfaguara), Juan Cruz.- Retratos de un escritor y periodista sobre literatos españoles y extranjeros. Personalmente, no me agradan algunos de los que propone en estos perfiles aunque casi siempre es un disfrute leer sus impresiones personales sobre, entre otros, Orhan Pamuk, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Félix Francisco Casanova y José Saramago.

Biografías

Nelson Mandela. El camino a la libertad (Anaya).- Antonio Lozano.- Porque se trata de una biografía sobre el líder y pensador sudafricano escrita para los más jóvenes pero que llega también a los adultos por la sencillez y la contundencia de la prosa de su autor, Antonio Lozano, quien cuenta la vida y la obra de un hombre ejemplar que con su gesto fue capaz de hacer la revolución en Sudáfrica.

Rescate

La condición humana del insularr (Azulia), Domingo Pérez Minik.- porque se trata de la primera publicación como librito de la célebre conferencia que en 1968 impartió ese gran humanista canario que fue Domingo Pérez Minik en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna y texto en el que reflexiona, como ya anuncia el título, en torno al hecho de nacer y vivir en islas, territorios rodeados de agua, microcosmo continental que forja el carácter de sus nativos.

Saludos, tengan todos ustedes un feliz 2019, desde este lado del ordenador

Un año de cine en Canarias

Viernes, Diciembre 28th, 2018

A pocos días de finalizar 2018 es un buen momento para reflexionar en torno a lo que cinematográficamente se ha desarrollado a lo largo de este año en Canarias. Este artículo solo tiene la intención de ser orientador así que esperamos se nos disculpen muchas de las ausencias que, con todo probabilidad, descubrirá el aficionado aunque pensamos que los que se mencionan sí que se lo merecen por su constancia y esfuerzo.

Haciendo resumen, no ha sido mal año para la producción de largometrajes con acento canario. Tampoco en cortos. En cuanto a géneros, destaca el documental y en los territorios de la ficción el cine gamberro aunque también el que se toma en serio el oficio. Este año que se nos va nos visitaron, entre otros, Sylvester Stallone, que escogió la isla de Tenerife para rodar la quinta entrega de la serie Rambo, que transcurre en un Méjico recreado a este lado del Atlántico.

Este 2018 que se nos va ha sido también generoso en festivales y la edición de libros y revistas relacionados con el audiovisual, audiovisual que no se ha divorciado de la polémica que, esporádicamente, agita las turbias aguas de un sector que no termina de arrancar como colectivo aunque sí en individualidades.

En cuanto a ausencias, nos dejó en 2018 Pochola Pérez-Andreu, mujer genesora y actriz de teatro y cine y la también actriz Marina Delgado

Fue noticia así la denuncia del Clúster Audiovisual de Canarias de los casi 1,3 millones de euros por los dos millones destinados por el Gobierno de Canarias al estímulo de la producción cinematográfica regional en 2017 que nunca llegaron a invertirse en lo que tenía que haberse invertido.

Pero no todo fue frustrante ni lastimoso ya que desafiando al riesgo, Eladio Fraga reabrió los multicines Price Prime en la capital tinerfeña y se informó de una película muda norteamericana desaparecida cuya acción transcurre en Canarias. Se titula The Sea Tiger y fue un filme dirigido en 1927 por John Francis Dillon.

Hubo un catálogo Canarias en Corto 2018 que reunió los trabajos El mar inmóvil, de Macu Machín; La muñeca rota, de Daniel León Lacave; Smoking break, de Iván López; 29 de febrero, de Ángel Valiente; Los colores de la nieve, de Cris Noda; Osito, de Coré Ruiz y El gigante y la sirena, de Roberto Chinet y, por otro lado, el director y guionista de la saga Memories’s, Ángel Reyes, anunció la firma con American Road Films S.L para la cesión de todos los derechos, durante 10 años, para la explotación internacional del Universo Memorie´s.

TEA Tenerife Espacio acogió una proyección retrospectiva del cineasta amateur tinerfeño Manuel Tauroni y Aurelio Carnero recibió un homenaje a finales de febrero en Santa Cruz de Tenerife en reconocimiento a su trayectoria como director, productor, escritor, miembro fundador de Yaiza Borges e impulsor de la Filmoteca Canaria.

En cuanto a largometrajes, este fue un año de conmemoraciones: La hija del Mestre, de Francisco González González y Carlos Luis Monzón, celebraron su 90 aniversario; Guarapo de Teodoro y Santiago Ríos 30 años de su rodaje y La isla del infierno, de Javier F. Caldas, veinte.

Se estrenaron, por otra parte, los largometrajes Bajo la Rosa, de Josué Ramos; Las leyes de la termodinámica, de Mateo Gil, Platón, de Iván López y Apocalipsis vodoo, de Vasni Ramos. Se rueda, además, La estrategia del pequinés de Elio Quiroga y están en preparación La viajante, de Miguel Mejías y Hombre de leche, de David Pantaleón. Se rueda, además, un documental sobre José Rivero, el director de El ladrón de los guantes blancos, la primera película de ficción rodada en Canarias y que dirige Raúl Jiménez Pastor.

Como en años anteriores la cosecha de cortometrajes fue abundante e irregular. Entre otros trabajos se estrenaron Lo que no se ve, de Lamberto Guerra, Smoking Break y Como agua sucia, de Iván López y Daniel León Lacave, respectivamente.

Yolanda Mesa
presentó el mediometraje Del fémur a la luna y Beatriz Fariña Trujillo Servicios especiales y Trans-del otro lado.

Página en blanco
fue un nuevo cortometrajes de Josep Vilageliu y Daniel León Lacave, se exhibió además Tres veces Eva (2017), del ya mencionado Daniel León Lacave y La habitación sueca, de Esteban Calderín. Por último, Jonay García presentó Las otras camas.

Nayra Danz Fuentes rodó In Those Lands y Víctor Moreno La ciudad oculta, documentales que se suman a La sima del olvido, de Juan José Monzón, sobre el tubo volcánico en el que fueron arrojados los cuerpos de los prisioneros republicanos detenidos por las fuerzas rebeldes al inicio de la Guerra Civil española en Gran Canaria; Orígenes, de Tarek Ode, sobre los primeros pobladores del Archipiélago canario; Las postales de Roberto, de Dailo Barco; El huido, de Pablo Fajardo y Brutalizzed Kids, de Carlos Pérez Martín.

Se vio, por último, UTHO. Despertar, un documental de ficción obra del cineasta Jorge Rojas que cuenta el día a día de una expedición al Himalaya indio que culminó con la coronación de una cima virgen, denominada Pico Islas Canarias.
No ha sido un mal año tampoco si nos referimos a la publicación de libros relacionados con el séptimo arte con independencia de su calidad.

Entre otros, se editaron Los olvidados cines de Tenerife (ediciones Idea), de Julián Hernández y Jorge Fonte vio dos de sus trabajos, dos, publicados como La saga Jurásica. Un libro que empezó a escribirse hace 65 millones de años (Dolmen) y El sonido Disney. En busca de la canción perfecta (Milenio).

Por otro lado, Filmoteca Canaria presentó La isla interior. Homenaje a Dunia Ayaso que bajo la coordinación de Luis Roca incluye el guión que la cineasta escribió junto a Félix Sabroso y artículos donde amigos y conocidos recuerdan a una mujer que dejó profunda huella en todos ellos y ellas.

Se debe recordar que la Filmoteca Canaria publicó en 2017 Martín Moreno, el eterno cineasta, que firma Boris W. San Juan.

Ediciones La Palma dio a conocer, también Bitácora del cine cubano, un detallado y exhaustivo compendio de todo el patrimonio cinematográfico de Cuba, reunido en cuatro tomos de los que se han publicado los tres primeros y se presentó la revista Alisios, especializada en cine canario.

Por último, destacar los festivales de cine que se reparten en las islas aunque por ser tantos nos es imposible reseñarlos a todos. Hay, sin mencionar a ninguno, para todos los gustos aunque predominan los de cortometrajes. Al margen de los de cortos, hay dedicados al cine fantástico, las bandas sonoras y el cine en general.

Saludos, tal día como hoy se produjo la primera exhibición cinematográfica, desder este lado del ordenador

Ángel caído, de Miguel G. Morales

Lunes, Diciembre 24th, 2018

Apenas son unos siete u ocho minutos pero es tiempo suficiente para hurgar en la cabeza y obligar a reflexionar sobre el paisaje que le rodea. Este apasionante experimento cinematográfico se titula Ángel caído y lo dirige Miguel G. Morales.

La pieza propone un descarnado viaje a la historia reciente de la ciudad en la que nací y en la que vivo, Santa Cruz de Tenerife, y su estrecha vinculación con Francisco Franco. El mensaje se hace a lo largo del minutaje extensivo al resto de la isla, islas añadiría más bien, que vinculan a quien fue caudillo de aquella España convertida en cuartel con un archipiélago que hasta el día de ayer aún identificaba sus calles con los nombres del general que fue generalísimo y sus compañeros militares durante la Guerra Civil.

Resulta estremecedor cómo esas raíces continúan aún formando parte del espíritu de una capital de provincias donde Franco, ese hombre, inició su santa cruzada para acabar con la II República.

Imágenes de la época mezclada con documentos cinematográficos muestran como el lustre de aquel régimen sigue conservándose en muchos de los rincones de una ciudad que ha perdido memoria, que no quiere mirarse en el espejo de la Historia no vaya a ser que le recuerden los cadáveres que guarda en sus armarios, los muertos que el régimen silenció en el mar, simas y cunetas.

Todo ese ambiente unido al miedo, todavía impregna el corazón colectivo de una urbe que además de vivir a espaldas del océano, volvió a sus gentes temerosas ante un poder que parecía omnímodo y que justificaba su brutal represión bendecidos por una Iglesia, la católica, que todavía no ha sabido limpiar el pecado de amparar a los fuertes, a los que emplearon la violencia porque les acompañaba como razón de una fe equivocada.

Me estremece ver este experimento audiovisual porque me revuelve las tripas y me acuerdo de los míos, de ese abuelo preso entonces por masón y de ese tío abuelo anarquista al que junto a otros desaparecieron en el mar de Santa Cruz de Tenerife. En cómo en casa se hablaba en voz bajo de aquellos años que no viví pero que dejaron tanta huella en mi familia, rota, como la mayoría por culpa de la delación de un vecino que tuvo miedo. Ese miedo húmedo que no desaparece aunque las fuerzas vivas te digan que han hecho bien, que esa era su obligación de buen ciudadano.

El documento de Miguel G. Morales me hace despertar la memoria y se lo agradezco mientras veo las imágenes que utiliza para denunciar lo que es obvio, aunque muchos todavía lo nieguen, o no quieran saber, que es todavía mucho peor.

La demolición del monumento de Las Raíces, donde Franco y los suyos se sacaron la conocida instantánea antes de trasladarse a Las Palmas de Gran Canaria para que el avión Dragon Rapide lo transportara a África y de allí a la península herida y ya fragmentada; y el monumento a su excelencia el Jefe del Estado, o monumento a la Victoria o a Franco, en la versión popular, y que está instalado en la capital tinerfeña son elementos capitales en este cortometraje milimétricamente pensado, escenario del oprobio que el cineasta moldea hasta reducirlo a una dimensión simbólica que fusiona con las entrañas de una ciudad, Santa Cruz de Tenerife, que vive anclada en un pasado triste y temeroso.

Afortunadamente la pieza de Miguel G. Morales, que no pierde pizca de ironía, nos enseña un pasado que forma parte del paisaje y paisanaje de una capital de provincias que, como cantó aquel trovador de pelo rojo de cuyo nombre no puedo acordarme, hoy más que nunca muere en soledad.

Saludos, vimos, desde este lado del ordenador

Reflexiones de un paseante con perra por La Granja

Jueves, Diciembre 20th, 2018

Por razones que sí vienen al caso últimamente suelo ir casi todos los días al parque La Granja, en Santa Cruz de Tenerife. Se trata de un parque relativamente reciente que cuenta con amplias zonas ajardinadas aunque carece del sabor clásico, a lo jardín botánico que sí posee el otro gran parque de una capital de provincias que puede presumir de contar con amplios espacios verdes en los que perderse o pasear al perro. En mi caso una preciosa perrita a la que la asamblea decidió llamar Kala, que es un nombre bastante corriente con que los humanos identificamos a nuestro, en mi caso, mejor amiga.

No había ido al parque La Granja en los últimos tiempos hasta hace unos pocos meses y he descubierto con visitas que son prácticamente diarias que por ahí desfila todo un ecosistema humano y perruno, eso sin contar con las palomas ni con las ratas que salen de noche. He visto a más de uno de estos bichos bajar por las palmeras como alma que lleva el diablo y tan grandes como putos gatos.

El parque no se parece al primer parque que conocí. Lo que ahora es una pista de patines antaño fue amplio circo con butacas labradas a su alrededor y en la que los amigos nos reuniamos para beber, fiumar y jugar a la ruleta rusa con un revólver de mixtos que me habìan dejando los Reyes. Los Reyes Magos no los Borbones. Este juego, que consistía en darle vuelta al tambor y esperar a ver a quien le tocaba el mixto, lo habíamos sacado de El cazador, la película de Michael Cimino que a todos los que nos veíamos ahí cuando caía la tarde nos había inmpresionado bastante.

Cosas de adolescentes, no tiene otra lectura.

En la actualidad esa explanada ha terminado por convertirse en un espacio donde los tipos y las tipas hacen virguerías con sus patines o biciletas. He visto además como más de uno se ha estampado en el suelo para levantarse depués con pinta de aquí no ha pasado nada por lo que creo que no son de este mundo ya que su piel es de goma.

El parque La Granja consta de dos grandes zonas acotadas a la que llevar a los perros. Uno es para los grandes, donde suele haber de tanto en tanto broncas caninas y humanas y otro para los pequeños, más civilizados en cuanto a humanos y animales se refiere. El problema de estas zonas que rodea una valla que todavía no está electrificada es que muchos de los perros, entre ellos Kala, no hacen nada. Se sientan junto ai dueño y observan indiferente su alrededor. Por ésta y otras razones, suelto cuando no hay moros en la costa a la perra en el césped que no está vallado mirando a un lado y a otro por si aparece la policía local, que pone multas como si uno fuera narcotraficante.

La fauna humana que se junta en estos espacios de libertad es bastante variopinta y las conversaciones como las mascotas que allí se reúnen es para todos los gustos aunque la conversa suele girar en torno a cuestioners perrunas. Hablar de perros es interesante un rato pero el tema se agota demasiado pronto mientras tu animales se revuelven en el césped, mean y hacen caca o se dedican a hacer hoyos en la tierra. En cuanto a hoyos, mi Kala es toda una experta.

Este ecosistema es bastanta cosmopolita porque además de los canarios con perros se cuenta también con gente de otras nacionalidades como una polaca que parece sacada de un tebeo (o colorín) con su perrito, una bolita de pelo bllanco a la que llama Rambo (es notable el sentido del humor de esta paisana de Juan Pablo II); un rumano que habla italiano y que llama a su animal Gigi y numerosos peninsulares que se quejan, últimamente, que ya no va tanta gente como antes a esa parte del parque. Esa zona sin vallas donde tanto ellos (los perros) como nosotros (los humanos) pasamos el rato entre recogida de heces, un cuidado que viene la poli y mirar al cielo porque ahora pasa el avión de las ocho de la tarde…

Es aventurado decir que esta fauna aún sin catalogar del parque La Granja es como una especie de microcosmos santacrucero pero si a eso sumanos a los humanos que utilizan sus veredas para entrenar o simplemente pasear, entenderían que no vamos muy descaminados.

El parque además es otro por la mañana, sobre todo si luce el sol, y genera (me he dado cuenta) sus propias leyendas. La más comùn es la de asegurar que han envenado a un par de perros en otro parque porque comieron restos que un desaprensivo o desaprensiva dejó bajo un laurel de indias o que hace dos sábado le dieron una paliza a un mariquita que paseaba a las tres de la mañana por la zona menos iluminada de La Granja. Hay otras, y prometo recogerlas porque tiene su no sé qué, historia viva de una ciudad varada en el tiempo porque siempre que llevo a Kala tengo la sensación de que todos los dìas son iguales. Que estoy metido en un bucle en el que me he acomodado con desarmante entusiasmo.

El otro dìa me tropecé con un vecino que me dijo que era de Las Palmas de Gran Canaria aunque llevaba tiempo viviendo en Tenerife, primero en La Orotava y luego en La Laguna y ahora en Santa Cruz de Tenerife. Su perro es una cosita estrafalaria, de raza difícil de identificar. Se llama Luna y hace buenas migas con Kala. Mientras observábamos como se perseguían por el céspèd le pregunté por qué en la capital grancanaria llaman parque lo que los chicharreros llamamos plaza y no me supo responder lo que me hace suponer que seguiré con esta duda existencial hasta el fin de los días.

Mientras tanto recorro los senderos del parque que fueron trazados como un laberinto, una bonita metáfora sobre la vida y sobre la muerte y que tal y como están las cosas me enseña que nada es más inútil que la pretensión de volver atrás.

Saludos, brindis al sol, desde este lado del ordenador

Pa ellos solos, como siempre

Miércoles, Diciembre 19th, 2018

Me acerqué a la hoguera y vi cómo estaban quemando los libros. A mi alrededor un grupo de personas se calentaba con el fuego que alimentaban entre otros las obras completas de Francisco de Quevedo y pregunté al vecino que estaba al lado de quién había sido la idea. No supo decirme, eso interpreto porque se encogiò de hombros. En fin, no sabía si estaba en un sueño o de si franqueaba la realidad pero me di cuenta no sé si demasiado tarde que aquellos libros procedían de mi desordenada y caótica biblioteca pero todo era por el bien comùn, me dije para disculparlos y disculparme (es que hacía demasiado frío). Me pregunté la razón de que no hubieran comenzado por los autores canarios.

- Es que la mayoría arden con pasmosa facilidad- me dijo un tipo con gafas de culo de botella y acento de aquí. Al escuchar su voz se me puso la piel de gallina y le pregunté cómo me hablaba si yo no le había dicho nada. Me limité a pensar y aquel oligofrénico con pinta de intelectual de los que van a TEA hizo como una sonrisa que me puso la piel de gallina.

- Chacho-dijo de pronto una voz femenina- deja en paz al caballero.

Entre la masa de gente que había en torno a la hoguera se abrió paso una señora entrada en años como un servidor. Llevaba de una correa a dos perros, una podenca de aspecto noble y un mil leches con pinta de lobo negro más bueno que el pan. Se quedó entre el tipo de las gafas y el otro tipo con gafas, que soy yo, los tres hipnotizados con el dubujo caprichoso de la llamas mientras caía el atardecer y se avecinaba la noche.

- Hace frío.- dijo la tipa de los perros.

Una mano cogiò del montón de libros canarios sendos volúmenes de XXXX, XXX y XX.

- Yo que usté no lo haría.- dije a las sombras que parecian bailar bajo la luz del fuego.

- Es que hace frío.- dijo la plebe. Y por primera vez en esta isla cavernosa comenzó a nevar en la costa. Alguien pegó ujn grito y otra voz dijo que tranquilizaran a la ñora porque era nieve. Una nieve canela, para nada blanca como el suéter que llevaba encima.

- Tira los putos libros, mano.- ladraron a un lado y al otro del corro, cada vez más nutrido de vecinos. La mano invisible obedeció y arrojó a las llamas aquellos libros, añadiendo otro de X, a la hoguera. Hubo un coneto de pelea. Al acercarme me enteré que era porque la individua de la mano anónima no quería desprenderse de un ejemplar de Como un perro rabioso de Alberto Vázquez Figueroa. No sé como terminó la cosa porque en ese momento, cuando los libros de XXXX, XXX, XX y X tocaron las llamas se produjo una explosión que barrió todo a varios metros a la redonda.

Afortunadamente no hubo víctimas mortales pero sí heridos y una noticia que cayò como un mazazo entre todos los que estábamos allí.

- ¡La hoguera se apagó!.- dijo la tipa de los perros.

- Los muy cabrones –razonó el de las gafas con pinta de oligofrénico (¿sería mi reflejo?)– querían el fuego pa ellos solos. Pa ellos solos, como siempre.

Alcé la mirada a la noche para contemplar la media luna y unos copos de nieve me cegaron la visiíon.

- Como siempre, pa ellos solo, pa ellos solo.- decía mi reflejo o el tipo de las gafas con pìnta de oligofrénico.

Fundido en blanco, un policíaco de Víctor Conde

Martes, Diciembre 18th, 2018

“Historias de guionistas fracasados en la Meca del cine las hay hasta aburrir. Incluso cuando no se trataba del cine yanqui, sino del europeo, que también tuvo sus estrellas y sus estrellados”.
(Fundido a blanco, Víctor Conde, Ediciones Idea, 2018)

Con su última novela Alfredo Moreno Santana o Víctor Conde, su álter ego como escritor, demuestra que se mueve igual de bien en las aguas del género policíaco como el de la ciencia ficción, espacio este último en el que ocupa un destacado lugar en la que se escribe en España.

Fundido en blanco
es un artefacto literario que envuelve al lector, y al envolverlo lo atrapa en una vorágine narrativa donde el autor respeta las claves que dan cuerpo y alma al noir para disecarlas con la secreta pasión de un taxidermista. Esto último es una broma, permítanme un poco de ironía con la idea de que funcione como invitación a la lectura de un libro que, de eso estoy seguro, no va a dejar indiferente a nadie.

Víctor Conde, ajustémonos a su pseudónimo, construye un policíaco para deconstruirlo a medida que avanza la acción. También trata, y lo logra, en mezclar fantasía con realidad y en proponer interesantes reflexiones sobre el cine y su magia.

La novela comienza con un guionista que está en las últimas. Estamos en los años sesenta y la acción transcurre en Cinecittá, estudios cinematográficos enclavados en Roma que en esos años vivió una edad de oro no solo con el rodaje de numerosas películas italianas sino sobre todo gracias a las grandes producciones norteamericanas que convirtieron a Roma en la capital de la dolce vita. En este escenario y muy en plan giallo, ese subgénero inventado en Italia donde el asesino es el protagonista por sus refinados y rocambolescos asesinatos, comienza a actuar un criminal que se hace llamar el Taxidermista, un elemento más que se añade a una trama complicada y detectivesca en la que también interviene una hermosa estrella de cine y su padre, un mafioso.

Cada capítulo de la novela tiene un título que funciona como el encabezado de un guión cinematográfico y que tiene la función de situar al lector en el entorno en el que se desarrolla la escena, una novela que respira amor por el cine y por un género, el negro, en el que Conde se mueve como pez en el agua.

El libro cuenta además con un agradable sentido del humor que en ocasiones raya con la ironía, y logra con este pulso que no es nada fácil de mantener, una lectura muy grata, de esas que enganchan y hacen bastante difícil que se abandone su lectura.

Consigue, en definitiva, que leamos más para descubrir cómo solucionará todo el embrollo que va liando a medida que se suceden las páginas.

Con Fundido en blanco, titulo que no deja de tener ironía cuando lo habitual en cine es el fundido pero a negro, la novela propone un atractivo viaje a otra época en la que el cine era cine y el cine europeo pensaba que podía competir con el de Hollywood. Una industria por la que desfilaba toda clase de personajes, una fauna curiosa y de colores chillones que formó un ecosistema irrepetible, único e intransferible a orillas del Tíber.

El escritor se ha documentado para escribir sobre aquel mundo y sobre todo en unos estudios legendarios como fueron los de Cinecittá que, así nos lo recuerda la novela, fueron fundados en los años treinta del siglo XX y en pleno esplendor del régimen fascista. Benito Mussolini, como otros dictadores sintió fascinación por un arte, el cine, que además de entretener era un eficaz instrumento de propaganda. Altavoz que podía hacer llegar su mensaje no solo al pueblo italiano sino al del resto del mundo.

En este poderoso escenario, rodeado de cartón piedra, un guionista fracasado busca una particular redención que lo saque el callejón sin salida en el que se encuentra su existencia. En este transitar se topará por el camino con toda clase de individuos que le harán preguntarse si los sueños del celuloide no serán en todo caso pesadillas.

Saludos, ¡silencio, se rueda!, desde este lado del ordenador