Archive for Enero, 2015

¡Bosambo!

Sábado, Enero 31st, 2015

Durante los años treinta el cine británico produjo una serie de películas que contribuyeron a justificar su política colonial. Uno de los grandes productores de ese cine, un cine que ensalzaba el patriotismo y el paternalismo que el hombre blanco ejercía sobre los pueblos en los que descansaba su férrea y civilizadora mano es Alexander Korda

Vistas hoy, la mayoría de estas películas no pasan la prueba de lo políticamente correcto pero son obras adecuadas para ilustrar a iniciados lo que significó el proceso colonial si se observa más allá de lo anticuado en que han quedado estas historias.

Bosambo (Sanders of the River, Zoltan Korda, 1935) es uno de estos títulos, un filme hondamente politizado y racista pero perfecto para comprender cómo era el mundo hace ahora ochenta años, época de conquistas y adelantos en los que ya se vislumbraba el inicio de la II Guerra Mundial.

No es Bosambo una de las mejores películas exóticas de los hermanos Korda, quienes arañarían el cielo con ese monumento al Imperio que sigue siendo Las cuatro plumas (1939), hasta el momento la mejor adaptación cinematográfica de la novela del mismo título de A. E. W. Mason, pero sí que resulta un filme que debido precisamente al paso del tiempo ha crecido por, digámoslo ya, raro por extraño e insólito.

Basado en un relato de Edgar Wallace, el padre del thriller moderno, Bosambo mezcla en la misma historia imágenes reales –tomas documentales de los lugares más remotos de Nigeria– con las rodadas en estudio para narrar un relato en el que su protagonista, un negro nigeriano llamado Bosambo, se autoproclama jefe de la tribu de los ochori e, inexplicablemente, los ingleses apoyan. En otras circunstancias, se destaca en el filme, esto le hubiera costado la pena capital aunque ahora Bosambo es aceptado por la alta autoridad colonial  sin el menor reparo. La razón de este extraño proceder es que el legítimo rey de los ochori, Mofolba, se ha declarado en rebeldía.

La película muestra a Bosambo como un rudo bonachón, pero también un hombre inteligente que aprovecha el respaldo británico para consolidar su poder. El Comisario Sanders, papel que interpreta Leslie Banks –el conde Zaroff en ese indiscutible clásico del cine de aventuras que es El malvado Zaroff (Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, 1932)– dinamita pues la tradición ancestral del territorio que gobierna para colocar en su lugar a un plebeyo de su absoluta confianza: Bosambo, al que interpreta el actor y cantante Paul Robeson.

No deja de resultar interesante esta película, bastante dinámica como fueron todas las aventuras africanas que rodaron los Korda, porque su protagonismo lo asume un jefe que ha sido impuesto por los blancos y que como tal trabajará por y para los blancos.

En el filme los blancos, salvo los traficantes de ginebra y armas, son hombres civilizados, honestos y entregados a su trabajo, tanto que el mismo comisario Robeson aplaza su matrimonio para resolver con la ayuda de Bosambo la revuelta.

Otra curiosa característica de Bosambo es que aprovecha las cualidades como barítono de Robeson para incluir algunos números musicales en la película y que sin venir a cuento se dejan ver con desconcierto. También que, en contra de otras películas coloniales de la época, la pareja protagonista la encarne el rey Bosambo y su esposa (Nina Mae McKinney), lo que deja como secundarios al resto de reparto, en especial a los actores blancos.

En Bosambo el hombre blanco además de encarnar la ley y un gobierno superior es para los nativos algo así como una encarnación divina a la que no conviene llevarle la contraria. Y eso lo sabe Bosambo, no el verdadero rey de los ochori, el salvaje y primitivo Mofolba.

Ya se dijo que como película para analizar el espíritu colonial del hombre blanco y en concreto del británico, así como para iniciar un encendido debate sobre el racismo, Bosambo debería de ser un título muy a tener en cuenta ya que observar como ochenta años después aún late esa propaganda colonial ayuda a ver las cosas de otra manera.

En la película el imponente rey Bosambo hace todo lo posible para gobernar con cabeza un pueblo que se disgrega en diferentes y hostiles tribus a lo largo de un río. Cree que con la ayuda británica podrá forjar una nación moderna para que los suyos dejen de estar anclados en otro mundo. Un mundo que nada puede hacer para conservar sus ancestrales esencias, y mucho menos si se enfrenta a las armas del hombre blanco.

No es un clásico del cine de aventuras pero sí un título insólito en aquellos años treinta donde la visión que se tenía de África en Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica no iba más allá de Tarzán de los monos (S.W. Van Dyke, 1932).

Saludos, África, desde este lado del ordenador.

Cuatro finalistas optan al I Premio de Novela Negra Ciudad de Santa Cruz

Viernes, Enero 30th, 2015

Algo debe de tener la novela policíaca, la que llaman negra y últimamente negra y criminal. En mi caso, se trata de la primera literatura de género que pude confesar públicamente que leía en mi incierta adolescencia.

Estamos en los ya lejanos años ochenta y entonces casi todo el mundo te tomaba en serio si te sentías triste, solitario y final como el Marlowe de Raymond Chandler.

Los que devoraban otro tipo de libros, por aquel entonces literatura muy politizada, te prestaban  atención y casi se cuadraban cuando soltabas como quien no quiere la cosa “son Cosecha Roja y no habrá Halcón Maltés que valga para que cambie de idea salvo si uno tiene encima La Llave de Cristal. ¿La tiene, la tiene?”

Y es que por entonces más de un fantasma recorría Europa. Esos mismos fantasmas que ahora recorren Europa.

A mi me salva la literatura policíaca, negra, negra y criminal.

La literatura.

Si eres negro formas parte de una banda en la que unos adoran al tótem de los clásicos norteamericanos y otros, más recientes, a escritores de helados países del norte de Europa; tribus que veneran a los que proceden de una casi siempre caliente Latinoamérica y los que delinquen en una Europa –ahora pobre y por eso rebelde– del sur…

Santa Cruz de Tenerife acogerá del 16 al 22 de marzo un encuentro con la novela negra, se denomina Tu Santa Cruz Noir, y en ella participarán un total de catorce escritores que serán sometidos al tercer grado en una isla que pertenece a un archipiélago que ya de por sí es negro. Tan negro como el Noir ese.

La primera edición de Tu Santa Cruz Noir cuenta con un amplio abanico de actividades que contempla, además, el I Premio de Novela Negra Ciudad de Santa Cruz, en el que concursan cuatro títulos repletos de cadáveres, corrupción y personajes incapaces de reprimir sus instintos letales.

Cuatro novelas que exploran las miserias de la sociedad española actual, esa misma que parece que ahora pierde miedo a salir y protestar en la calle.

Las obras que compiten son:

Un millón de gotas, de Víctor del Árbol (Destino).

Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón (RBA).

Los amantes de Hiroshima, de Tony Hill (DeBolsillo)

Y…

Un mundo peor, de Claudio Cerdán (Versátil).

El fallo se dará a conocer el 21 de marzo, un día antes de que finalice la que espero sea una quirúrgica semana con la literatura policíaca, negra o negra criminal que se escribe en España.

¿Tuve un sueño?

Saludos,empieza la cuenta atrás, desde este lado del ordenador.

Novedades…

Jueves, Enero 29th, 2015

Ediciones Aguere/Idea prepara variadas e interesantes novedades para el 2015. Tras la presentación el jueves, 20 de enero, de Secundino Delgado: el hombre y el mito, del historiador Manuel Hernández González y de Origen e historia de la Lucha canaria, de Francisco Javier García Miranda y Guillermina Casanova Báez, y la publicación en la colección G21. Narrativa Canaria Actual de la novela Salacot, de Jonás Meneses, se espera que más pronto que tarde se publiquen nuevos títulos G21 como La leyenda del oro de Acentejo, de Carlos Santamaría; Mejor cuando improvisas, de Juan Ignacio Royo; Quién como yo, de Damián Estévez y Ecos, de Tomás Felipe.

En otras colecciones, se trabaja en la publicación del Síndrome de Tarzán, de Sinesio Domínguez; Un mago mirando el reloj, de Juan Manuel Fernández del Torco; La diosa Chaxiraxi sincretizada, de Eduardo García así como los poemarios Fin de las primeras partes y Lliure, de Adrián Arvelo y Armando Rivero, respectivamente.

Saludos, habrá que estar al tanto, desde este lado del ordenador.

‘La verdadera historia de Gloria T.’, una novela sobre el sur de Tenerife de Pascual Buniet

Miércoles, Enero 28th, 2015

“Caminó cuidadosamente hasta volver al sendero y  se giró de nuevo para contemplar esa ruina. Era una construcción baja y alargada de techo inclinado, quedaban en las extremidades algunos trozos de tejas rojas. La entrada por la cual se había introducido Gloria era una de las ocho puertas que se alienaban en este largo muro, separadas las unas de las otras por unos dos metros. Ahí vivían ocho familias de trabajadores de la gran finca que la rodeaba. Quedaba el esqueleto de lo que habían sido sus hogares. Los bloques habían resistido el paso del tiempo, y se adivinaba en algunas partes restos del cemento que los habían cubierto. Los marcos de las ventanas seguían ahí pero el color azul no se podía ver aunque seguía en la memoria de Gloria.”

(La verdadera historia de Gloria T., Pascual Buniet, M.A.R. Editor)

Pascal Buniet es un escritor francés que escribe en español probablemente porque el lugar en el que a finales de los años setenta fijó su residencia ha terminado por abducirle. El sur de Tenerife tiene estas cosas, cosas que parece a veces que solo descubre el visitante que termina por convertirse en un vecino más de este archipiélago que vive apartado de la mano de los dioses.

El caso es que la geografía caótica del sur de la isla forma parte de las dos novelas que ha publicado hasta la fecha: Lágrimas en el mar y ahora La verdadera historia de Gloria T., un escenario que el autor conoce al dedillo y que refleja en ambas obras que resultan, sin embargo, tan diferentes en sus ambiciones narrativas.

Si en Lágrimas en el mar la preocupación del escritor nacía a raíz de la llegada de pateras con inmigrantes ilegales a las costas canarias, y ponía el acento en la tragedia personal así como en el impacto ocasionado en la sociedad y en concreto de un grupo de extranjeros, alguno de ellos canalizado como el propio escritor, que residen en la costa sur de la isla de Tenerife, sus inquietudes van por otro lado en La verdadera historia de Gloria T., relato en el que Buniet fusiona varias historias aunque la protagonista principal sea la mujer que da nombre a la novela, una trabajadora de la zona que con mucho esfuerzo logró ganarse un nombre como empresaria multimillonaria aunque su vida familiar sea un desastre.

Como relato en el que se observa, más que disecciona, la comunidad de habitantes que en la actualidad forma parte del sur de Tenerife, La verdadera historia de Gloria T. es una novela pionera que cuenta además con el interés de estar escrita por un autor que conoce muy bien cómo funciona esa misma y plurinacional comunidad.

Sorprende en este aspecto la mirada que Buniet ofrece de ella y el cuidado que tiene en  poner el dedo en la llaga, una llaga que hurga pero con cierta delicadeza. Este retrato quizá sea lo más destacable de una novela que comienza a andar cuando desaparece en extrañas circunstancias el hijo de la protagonista, narración que es interrumpida en ocasiones para que el escritor nos cuente el pasado de Gloria T. y lo que tuvo que hacer para ganarse un nombre en una geografía en la que se hablan tantos idiomas y que vive tan encajonada en sus distintas nacionalidades. Tanto, que los europeos, escribe Buniet, apenas han aprendido a hablar español y ven y escuchan la televisión de sus respectivos  países porque no les interesa, parece, ni la sociedad, ni las costumbres ni el territorio en el que ahora residen.

Pese a este nubarrón, La verdadera historia de Gloria T. es una novela que se deja leer porque como ya se ha dicho revela una visión de esta isla, y por extensión del archipiélago, tan pendiente del negocio turístico con mirada transparente. La mirada de un escritor que construyó su presente en las islas. Un canario más en una región que antaño invitaba a quedarse y a establecerse.

La novela está así trufada de aliento crítico ante el salvaje desarrollo de su litoral costero y de cómo afectó a la vida de sus gentes. También se cuestiona, pero sin alarmantes extremismos, cómo vive y cómo actúa la comunidad de buscavidas extranjeros, una población ajena a su entorno que se aísla de la realidad del paisaje cuando reconstruye para divertirse entornos con un aire vago al de sus países originales.

Esta es la visión que tiene el marido de Gloria T., Wolfgang Brunsman, quien tras desaparecer sin razón aparente, regresa veinte años después a la isla para reencontrarse con una parte de su pasado que incluye a dos hijos que dejó atrás, solo que el territorio en el que ahora se mueve ya no es el mismo. Lo que conoció como un sencillo y tranquilo pueblo marinero es hoy una rica zona turística.

Y Pascal Buniet cuenta todo esto apostando más por los personajes que por la propia historia en sí, lo que termina por desconcertar al lector, más interesado en observar cómo la intervención del paisaje transforma a sus protagonistas que en la evolución de la trama, el obligado misterio que resolver.

Saludos, al pie del cañón, desde este lado del ordenador.

¡¡¡Avisos!!!

Lunes, Enero 26th, 2015

* Galaxia Guttenberg presenta en su colección Ensayo el libro Variaciones sobre el vaso de agua, de Andrés Sánchez Robayna. Reproducimos a continuación  la sinopsis de este trabajo: “Existen en las letras y las artes de Occidente algunos temas y motivos que sorprenden por la frecuencia de su aparición y por su persistencia a lo largo de los tiempos. Habría que decir, sin embargo, que sorprenden ante todo por su intensidad y por su fuerza simbólica, hasta el punto de que surgen en los contextos literarios y artísticos más diversos, sin excluir el arte y la literatura de las vanguardias. Uno de esos motivos es el vaso de agua, que desde Velázquez y Chardin hasta Iran do Espírito Santo o el fotógrafo Josef Sudek, pasando por Zurbarán, Juan Gris o Luis Fernández –y desde Wallace Stevens, Jorge Guillén o Francis Ponge hasta generaciones más jóvenes de poetas europeos y americanos–, han visto en la imagen del vaso de agua todo un cúmulo de valores y resonancias espirituales, intelectuales y sensibles. Este ensayo de Andrés Sánchez Robayna explora ese motivo y nos hace ver su significación, su diversidad y su profundidad como imagen.”

* El director del programa de cine de Radio 3 El sétimo vicio, Javier Tolentino, presenta su último libro, El cine que me importa (Larousse) el jueves 29 de enero y a las 20 horas en TEA Tenerife Espacio de las Artes. Tolentino repasa en El cine que me importa setenta películas que le han marcado, algunas de ellas dirigidas por cineastas como John Ford, Coppola o Buñuel hasta apuestas arriesgadas llegadas de las cinematografías más pequeñas del mundo porque “en esta recopilación de Tolentino tienen cabida todos los estilos, sin olvidar ese “cine pequeño” que a todos nos encandila.”

* La exposición Martín Chirino. Crónica del Viento, que la Fundación CajaCanarias ha diseñado en sus Espacios Culturales de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna en torno a la trayectoria artística y vital del escultor canario, se clausura el próximo 31 de enero. Para despedir el montaje se ha programado diferentes actividades que incluye el 28 y 29 de enero un ciclo de conferencias en las que participarán catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, Francisco Jarauta, que impartirá la primera de ellas con el título de Martín Chirino: el fuego y el viento y el profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Castro Flórez, quien expondrá El hombre del barco de Odiseo, el jueves 29 de enero. 

Saludos, que siga la fiesta, desde este lado del ordenador.

¡Pájaro!

Viernes, Enero 23rd, 2015

En la cartelera se cuela de vez en cuando películas anormales que resultan francamente serias para el maleducado espectador que todavía se arriesga a gastarse un puñado de euros en una sala de cine.

Una de esas rarezas que se vende de qualité es Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014), una película ”que hay que ver” para que ese público que está poco acostumbrado a meterse en un cine vaya, precisamente, al cine y salga zumbado ante la arriesgada pirueta visual (plano secuencia) y el excelente trabajo de unos actores que pierden bastante su gracia si se observan y escuchan en versión doblada.

Y Birdman, que insólitamente conserva su título original se estrena en este territorio en el que habito en rigurosa versión doblada porque así son las cosas y porque los que gestionan las grandes cadenas de multisalas no terminan por aclararse con eso de  los subtítulos.

Deben de temer, digo yo, que con tanto letrerito el espectador tire la toalla y deje de ver la historia de un pájaro que interpreta con tanta conmovedora convicción Michael Keaton, a quien Iñárritu le ha regalado el papel de su vida como Quentin Tarantino recuperó la carrera de John Travolta en Pulp Fiction.

Al margen de doblaje y del mensaje que transita por una película en la que cámara persigue a los protagonistas dentro del vientre de un teatro, sobre el escenario del mismo teatro, los camerinos, la azotea y las calles que rodean al –ya se ha dicho– teatro y la habitación de un hospital, Birdman no termina de ser una gran película por aquello de “la inesperada virtud de la ignorancia”, pero propone interesantes reflexiones sobre el peso del éxito y el fracaso, la soledad y la familia, así como un debate en torno al cine comercial y la necesidad que tiene una vieja y acabada estrella por demostrar que es un verdadero artista.

Birdman gustará a los que reclaman una película “de la que se pueda hablar y quedar bien porque es adulta” aunque sus personajes sean de psiquiátrico; y a los teatreros y, probablemente, a ese público cansado de un cine que no va más allá del asombro de los efectos especiales pero adormecerá, que no es lo mismo que irritará, a los que solo deseaban ver  una película que les partiera el alma.

Birdman está narrada con prodigioso y continuado estilo, y es un disfrute observar el trabajo de sus actores aunque estén doblados, pero no transmite emoción porque todo parece perfectamente calculado. Y frío, distante, por mucho que el espectador esté encima del escenario a través del objetivo de la cámara. 

En su política de expansión el cine norteamericano estrena de tanto en tanto películas anormales que por lo menos justifican el intento por reconciliarse con una industria que hoy solo resulta aprovechable en la pequeña pantalla. No obstante, soprendieron por extravagantes y millonarias Gravity y El Gran Hotel Budapest, títulos a los que les fue además muy bien comercialmente aunque resultasen frías y distantes.

Con Birdman siento esa misma sensación. La de que pese a que por una vez no me han estafado en taquilla cuando salgo y piso la calle apenas estoy ido. En mi cabeza hay destellos de Emma Stone y de Naomi Watts. Y de Keaton como de Edward Norton pero más. Son imágenes que se disuelven rápidamente en la memoria… Al final, no queda del pájaro.  

O las ratas del aire, que decía Marcial.

Y atraviesas la avenida como un náufrago mientras piensas en cuánta razón tuvo La Lupe cuando cantó que la vida es puro teatro.

Saludos, telón, desde este lado del ordenador.