Un arpegio de lluvia en el cristal, una novela de José Luis Correa

Lunes, Febrero 19th, 2024

Catorce son ya las novelas que José Luis Correa ha dedicado a Ricardo Blanco, su peculiar investigador privado que se mueve como pez en el agua por las calles de la capital grancanaria. El personaje apareció por primera vez hace ya unos años en la novela Quince días de noviembre y desde entonces y hasta llegar a esta Un arpegio de lluvia en el cristal (Alba, 2024) ha llovido lo que se dice mucho.

Más allá del caso que le toca resolver, en esta novela el asesinato de una pareja de homosexuales, lo más interesante del ciclo literario protagonizado por Blanco son las escenas cotidianas que vive el personaje y la aparición de los coprotagonistas de la serie, todos ellos personajes que han ido evolucionando desde que aparecieron en títulos anteriores para servir de apoyo al detective. En ésta, sin embargo, llama la atención que José Correa, su creador, haya decidido dejar a su detective privado más solo, que no aislado, así que el contrapeso que representaban “los amigos” de Blanco no resulta tan insistente como sí pasó en otros libros de la saga.

Las novelas, siguiendo una tradición que institucionalizó Dashiell Hammett, están narradas en primera persona y la forma de expresarse así como los giros abundantes en floridos canarismos son muy comunes en estas historias donde, ya digo, más que despertar la atención por lo que se investiga y cómo se investiga, lo atractivo es observar la manera en la que se desenvuelve su protagonista mientras descubrimos a través de sus ojos la capital grancanaria.

Esta novela, que quizá sea de las más literarias de la serie, y se dice literaria no porque José Correa haya hecho un esfuerzo por cuidar el estilo ni proponer juegos metaliterarios sino más bien porque el pequeño y a veces asfixiante mundillo literario grancanario adquiere un especial protagonismo en el relato al conocerse que uno de los miembros de la pareja además de su trabajo también era escritor.

Esta circunstancia da lugar para que Correa a través de Blanco ofrezca un retrato si no certero sí que preciso sobre una realidad que también tiene sus hedores. Hedores que provoca el hecho de vivir en sociedades tan aisladas (pese a Internet y todo ese folclore) como son las insulares. Lo que no termino de entender, aunque se usa claramente como una metáfora es el título de esta nueva aventura más que investigación de Ricardo Blanco, ese Un arpegio de lluvia en el cristal que si bien tiene hondas resonancias poéticas no termino de encontrarle sentido a una obra total como es esta novela, una más de la saga Blanco y por lo tanto otro título al que los seguidores de este peculiar investigador privado tiene, lo que explica por otro lado que ya sean catorce (y se dice pronto, catorce) las novelas en las que ha aparecido hasta la fecha y todo hace indicar que nos lo volveremos a encontrar el próximo año porque José Correa y su creación son de los que nos recuerdan que están ahí año tras año.

Un arpegio de lluvia en el cristal está dedicada a Alexis Ravelo, el escritor grancanario también especializado en novela negra y criminal que nos dejó a finales de enero de 2023. Un justo homenaje al escritor y al amigo ausente, autor, también de un personaje fijo que apareció en seis de sus novelas, Eladio Monroy, que vivía plácidamente en la calle de Murga de la capital grancanaria, calle por donde transita el detective de José Correa en las páginas de Un arpegio de lluvia en el cristal y en el que quise ver asomado a una de sus ventanas al ex jefe de máquinas de barco mercante Monroy, ese tipo con cabeza rasurada y tatuaje con la letra K.

Es una pena, ahora que lo pienso, que José Correa y Alexis Ravelo no escribieran una historia a cuatro manos protagonizada por Blanco y Monroy, dos hombres y un destino cuya fusión hubiera resultado como experimento interesante al menos.

En la serie de Correa la mayor parte de la información la conocemos a través de lo que piensa su protagonista que es quien nos cuenta el caso. Esto hace que no haya demasiados diálogos ya que estos los interpreta nuestro Phillip Marlowe con acento grancanario. Reaparecen personajes de novelas anteriores, como Gervasio Álvarez, policía ya retirado que le echa una mano en sus investigaciones a nuestro ¿héroe? Y Beatriz, la compañera sentimental de nuestro ¿héroe?, que no deja de ser un sentimental. Otros personajes habituales que reaparecen son la sufrida secretaria y ese periodista que pertenece a una raza de reporteros por desgracia en extinción).

Entre las curiosidades que aporta este nuevo título de la saga destacaría en todo caso las líneas que se le dedican a Agustín Blanco, padre de Ricardo, “un hombre que se mamó la guerra sin comérselo ni bebérselo ni entender una vaina por qué estaba luchando”, ya que contamos con información de otro miembro de la familia del protagonista, el otro fue el abuelo Colacho, que desaparece en un de las entregas de la serie.

Un arpegio de lluvia en el cristal aporta alguna que otra novedad pero sigue el curso de los anteriores libros como ese naturalismo descriptivo, la práctica ausencia de violencia pese a que se trate de una novela negra y criminal, y la visión optimista que tiene Ricardo Blanco pese a las desgracias a las que se encuentra novela tras novela e investigación tras investigación.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

El crimen de Melania, una novela de Luis Socorro

Lunes, Diciembre 11th, 2023

La novela negra y criminal disfruta de una popularidad que no tienen otros géneros salvo el de la novela histórica. Con todo, y tras propagarse como un virus incurable por toda la geografía nacional, no es raro que este país llamado España convivan en buena armonía las literaturas policíacas que se escriben en Navarra con la gallega y la vasca. También la que se cultivan en Andalucía, Extremadura y, no íbamos a ser menos, Canarias.

Si hubo alguien que despertó el interés por la novela negra y criminal con acento de aquí ese fue sin lugar a dudas Alexis Ravelo aunque antes de su irrupción, que fue lenta y muy trabajada, se encontraban otros escritores policíacos “canarios” como Antonio Lozano, Jaime Mir Payá y Carlos Álvarez. Los dos últimos de este triángulo, Payá y Álvarez, son en mi imaginario los “padres” del género en Canarias. Jaime Mir con una novela extraordinaria e imprescindible para hacerse una idea de cómo era la capital tinerfeña en los años 80, El caso del cliente en Nuakchot; la segunda, la que firma Carlos Álvarez, son cuentos de sabor criminal que circularon bajo el nombre de Negra hora menos.

En estos dos títulos comienzan a detectarse las primeras huellas de la literatura negra y criminal con acento canario, esa en la que sus personajes llenan los diálogos con palabras de aquí y en las que se resuelven o no, al menos oficialmente, casos en los que el crimen y la corrupción se dan de la mano.

Luis Socorro debuta ahora en el género con El crimen de Melania, un novela que, inspirada vagamente en un conocido caso que sucedió en la capital grancanaria en los años 90, conmocionó a la sociedad canaria. El escritor Luis León Barreto escribió una novela inspirada en este mismo caso, y que tituló El crimen del contenedor, pero hasta ahí, porque si bien ambas historias se basan en el mismo y dantesco hecho delictivo no hay más semejanzas entre una y otra aunque sí les falta a las dos –eso es los que las une– cierta distancia con los límites que marca la novela negra y criminal, despejando así el tono ominoso que caracterizan a otros libros que se adscriben al género para organizar un relato que, en el caso de El crimen de Melania, y tras reabrirse el caso, sigue las pistas que siete años después de haberse cometido el asesinato permanecen ahí. Solo hace falta ordenarlas para encontrar a los culpables de la muerte y posterior descuartizamiento del cadáver de una prostituta que en la novela se llama Brígida Delgado. Emprende la tarea la agente de la Brigada contra la Violencia de Género, Melania Calzada, que se toma el asunto como algo personal.

Lo que más me ha llamado la atención de la novela es la descripción que hace Luis Socorro de algunos ambientes de la capital grancanaria y las opiniones que cursa sobre sus zonas más oscuras así como de algunas edificaciones que han estropeado el paisaje de la ciudad, según el escritor. La novela está narrada en tercera persona y no solo transcurre en Gran Canaria sino también en Nuakchot, la capital de Mauritania a la que tiene que trasladarse la protagonista para interrogar a la única testigo de aquel crimen que no deja de estar presente pero que no termina de impregnar las páginas del libro. Así que me resulta más interesante cómo se cuenta la historia que la historia en sí, lo que ha hecho que me haya leído la novela sin demasiados altibajos, lo que quiere decir que no ha dejado de entretenerme probablemente porque no cae en los tópicos en los que sí incurren otros autores noveles cuando incursionan en un género tan complejo como es el negro criminal.

“Aunque la jefatura de policía es un burdo plagio de la sede del Instituto de Estudios Árabes de París, al menos es un edificio operativo, luminoso y cómodo para trabajar. La sede de los juzgados, en cambio, es un despropósito. Encargado por el Ministerio de Justicia a un arquitecto del Estado, que probablemente solo conocía la España tropical porque salía en la información meteorológica de los telediarios, diseñó el edificio como si este se fuese a instalar en cualquier ciudad castellana, con un frío continental en el que se congela hasta el mercurio de los termómetros. El resultado fue el primer edificio enfermo del Archipiélago. Un inmueble de siete plantas convertido en una especie de sauna en lugar de un espacio para impartir justicia o, por lo menos, intentarlo”.

Estructurada en tres partes, lo que sabemos de la protagonista es que es una policía con olfato y que se toma muy en serio su trabajo. Que fuma porros para relajarse y que siente algo más que respeto profesional por un compañero de trabajo. También que es algo así como el ojito derecho de su jefe, de apellido Sardá, como el presentador de aquellas Crónicas marcianas que vistas hoy ya no resultarían tan marcianas.

Luis Socorro hace guiños al lector iniciado, mencionando lecturas de escritores y poetas grancanarios. El libro, de hecho, se abre con una cita de Pino Ojeda.

“Federico J. Silva es un filólogo que se gana la vida como docente, pero a Melania solo le interesaba su obra poética, que había encontrado en la barra de un bar, una de las mejores fuentes de información, por cierto, de los reporteros”.

No creo que la novela disguste demasiado a los puristas del género (que los hay, y muchos) tampoco a los novatos. De hecho, no me atrevería a afirmar categóricamente que El crimen de Melania sea una novela negra y criminal. Le falta, a mi juicio, voluntad de denuncia. Y eso que muestra ambientes muy deprimidos y devastados por la droga, pero no hay entusiasmo por señalar la corrupción no solo de los que están debajo sino también de los que están arriba.

De momento, Luis Socorro se estrena en la república de las letras con una novela que pide continuación. Que el autor piense seriamente en convertir en saga las andanzas de su heroína: Melania Calzada, policía de la Brigada contra la Violencia de Género.

Saludos, cielo azul, desde este lado del ordenador

Fer Calvi: “El cómic propone un retrato de Juan Negrín como político y hombre de ciencia”

Martes, Abril 4th, 2023

El retrato de uno de los políticos canarios más señeros de la historia española, Juan Negrín López (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 1892-París, 12 de noviembre de 1956) es el objetivo (cumplido, por otra parte) de un cómic que con guión de Francisco de Zárate y dibujos de Fer Calvi resume la vida y la obra de un hombre que tras la Guerra Civil, fue despreciado tanto por las derechas como las izquierdas, entre ellos sus propios compañeros socialistas.
Fer Calvi es un dibujante de la última hornada de la nueva historieta argentina, pretende con su nuevo álbum, que lleva el título de, precisamente, Juan Negrín, rescatar del olvido un personaje cuya dimensión política los autores de la novela gráfica equiparan con la de sir Winston Churchill.

El hombre que le ha dado vida en forma de viñetas es Fer Calvi, un autor camaleónico ya que cultiva diferentes estilos que van desde la historieta comercial a la de prensa, pasando por las publicaciones infantiles y para adultos.

- ¿Conocía antes del cómic quién fue Juan Negrín?, Si no, ¿qué idea se hace ahora del personaje?

 “Apenas de nombre. Creo que más que una idea trabajamos para construir un retrato de Negrín, como político humanista y hombre de ciencia”.

 - ¿Cómo fue el trabajo en el guionista?

 “Muy fluido. Con Francisco hace muchos años que nos conocemos y trabajamos juntos. Confiamos el uno en el otro, y eso hace el trabajo muy fluido y placentero”.

 - ¿Y su trabajo como dibujante?

 “Exigente y riguroso. Pero en esa exigencia y rigor encontré libertad y disfrute”.

 - ¿Es complicado el cómic histórico? ¿Qué fuentes le sirvieron para la recreación de la vida y obra de Negrín?

 “Tiene sus complicaciones. Sobre todo la documentación, nada puede dibujarse sin una referencia histórica confiable. Usamos libros de texto, fotos de la época, notas y recortes de diarios y revistas, todo lo que pudiera darnos una imagen visual del personaje o el momento”.

 - ¿Hubo alguna página especialmente difícil de representar?

 “Las páginas que presentan hechos violentos o crueles suelen tener una carga extra. No son difíciles en sí, pero son más densas de transitar”.

 - ¿Color o blanco y negro?

 “Ambos, según la historia”.

 - ¿Qué periodos destacaría de la vida de Juan Negrín?

“Creo que se destaca mucho su participación en la Guerra Civil. Pero también me gustan mucho sus inicios, sus estudios, su relación con la ciencia y su familia. Su relación con sus amigos y compañeros de lucha es muy importante también, me gusta eso, y así lo retratamos en el libro”.

 - ¿Qué otros personajes históricos le gustaría llevar al cómic?

 “Con libertad y el enfoque correcto, todos. Desde Nerón, pasando por Manuel Belgrano hasta Malcolm X”.

 - ¿Cree que el cómic es un medio de divulgación idóneo para acercarnos a la historia?, ¿por qué?

 “Sí. El cómic es un lenguaje, sirve para contar cualquier cosa que queramos. También relatos históricos. Tiene una virtud y es la relación entre lo visual y la palabra escrita, que lo hace ideal para poner en situación de un tiempo y lugar específicos”.

– Y hasta que punto el cómic de súper héroes y el manga están afectando al cómic independiente?

 “Siempre hubo cómic industrial. Hay manga y superhéroes desde casi cien años. Creo que son distintas posibilidades narrativas. Leo de todo. Y dentro de los superhéroes y el manga también hay cómic independiente y de autor”.

– ¿En qué momento se encuentra el cómic en Argentina?, ¿qué es lo que se lee?, ¿qué tipo de historias se demandan y qué artistas destacaría?

“En Argentina, entre crisis y crisis, la historieta siempre está dando batalla, resurgiendo. Siempre, en distintos formatos, hay mucha y buena historieta en Argentina. Hay gran variedad de cómics abordando diversos temas e historias, desde la autobiografía al porno de autor. Destaco, entre muchos y muchas, a Kamikama, Macarena García Cuerva, El Sike”.

- ¿Tiene maestros?
“Muchos maestros. En el caso del libro de Negrín fueron fundamentales Hergé, Osamu Tezuka, Miguel Calatayud, Vogt, entre otros”.

Saludos, comodines del Supremo Estado, desde este lado del ordenador

Sin aditivos, sin adjetivos

Viernes, Marzo 31st, 2023

Escrita como si se tratase de una metralleta, con frases muy cortas que evitan el abuso de las comas, C.J. Nieto presenta Sin aditivos, una novela más que negra, negrísima y en la que descubro a una escritora con mucho fuste que tras 9 corto, su anterior libro, regresa a los territorios del crimen para contar en unas apretadas y consistentes 157 páginas lo que otro u otra hubiera necesitado con el triple de espacio.

Sin aditivos ofrece además muchos registros y miradas. Y nos sumerge en una historia muy oscura y con dobleces. Atrapa desde el inicio el interés del lector, no solo por lo que narra sino por cómo resuelve los conflictos y la mezcla de estilos con el que está escrita y que va desde la primera persona al árido texto de las diligencias judiciales. Todo esto sin apoyarse en adjetivos y una medida y muy meditada determinación por despistar al lector nada más adentrarse en el grueso del relato.

El protagonista es el primero que siembra de preguntas el libro, no sé dice en ningún momento qué sexo tiene. Sabemos que está casado o casada con Leo, y que tienen una niña que va a ser determinante en uno de los casos que se plantean, todos problemas que al final parecen que se resuelven.

Violenta cuando tiene que serlo, Sin aditivos nos presenta a un personaje realmente singular y que está llamado a continuar en otras entregas. Siempre y cuando así lo quiera su creadora, C.J. Nieto, quien cierra la novela con uno de esos finales que a mi, como todo en este libro, me recordó a los abruptos de Jim Thompson.

La escritora se revela además como una formidable creadora de escenas. En una de las más atractivas del libro logra que el lector (al menos ese fue nuestro caso) la visualice en la cabeza como una película. Tras la aparente y tranquilizadora cena que se está preparando, late la tensión. Una tensión muy calculada, tanto, que mantiene el ritmo y el interés pese a que aparentemente se esté desarrollando en un ámbito familiar y cotidiano.

La novela consigue escabullirse por otro camino al que últimamente nos tiene acostumbrado el género negro y criminal. Y es ese no sé si consciente entusiasmo por renovar lo que hace más atractivo pero también perturbador las historias que cuenta.

Sin aditivos se desarrolla en Gran Canaria en pleno mes de julio. Con ese calor que parece que puede rajar hasta a las rocas.

El protagonista es un abogado que vive una existencia apacible con su marido y su hija, aunque cuando ejerce su oficio los escrúpulos no se inventaron para él. Logra también que me saquen de quicio algunas de sus manías, porque las tiene, como es el uso insistente que hace de toallitas mojadas en agua de colonia para limpiarse las manos. Es un acto compulsivo que dice mucho del personaje. Un personaje que está acostumbrada a lidiar con gente que apesta en sitios que apestan con independencia de que sean lujosos o miserables.

No me lo pensaría demasiado para leer Sin aditivos. La novela supone un balón de oxígeno dentro de un género que empieza a apostar por otras vías que no sean las de los clásicos detectives privados, guardias civiles y policías nacionales, periodistas incorruptibles y otras gentes de esa calaña. El protagonista de Sin aditivos tiene sus dobleces, como cualquiera, así que sus actos por cuestionables que resulten tienen un fin.

La editorial Alrevés, que se ha especializado en publicar novela negra en español, lleva apostando por un género que ya ha llegado a una atractiva madurez en este país. Junto a la novela de C.J. Nieto, circulan también bajo este mismo sello Vais a decir que estoy loco, de Andreu Martín y En el descuento, de José Ángel Mañas y Jordi Ledesma.

En la novela de C.J. Nieto dejan rastro muchas influencias pero si hay una que destaca por encima de las otras es la de Alexis Ravelo, que se nos fue hace muy poco. Alexis prologó 9 corto y ya nos anunciaba entonces el descubrimiento de una escritora que tras Sin aditivos ha dado un paso hacia adelante. Ahora solo cabe esperar cómo evoluciona como escritora.

El paso que ha dado entre aquel 9 corto y éste es significativo y lo mejor es que apenas está contaminado. De momento, quien ahora les escribe se ha quedado con la mosca detrás de la oreja, lo que describe mi gratitud al abordar este nuevo trabajo Por eso y al margen del juego literario que plantea, su reconocida afición al OuLiPo, cuando leo Sin aditivos reconozco a una autora que además de renovar el género sabe contar historias.

Con o sin adjetivos. Con o sin aditivos.

Saludos, regresa la calima, desde este lado del ordenador

El teatro en medio del océano, una novela de Francisco Juan Quevedo

Martes, Agosto 16th, 2022

En los años 70 se puso muy de moda en España las novelas del escritor norteamericano Harold Robbins, un autor de éxito en su país desde la década de los 40, y con una vida personal bastante parecida a la que reflejó en algunas de us historias. Si hay un elemento común en las mayoría de los libros que escribió está la de contar con un personaje que ha nacido en un entorno hostil que poco a poco y a medida que se avanza en el libro alcanza un desproporcionado poder económico.

Sus novelas recrean el sueño americano, que no es otro que hacerte pensar que en un país como los Estados Unidos cualquiera con mucho esfuerzo puede alcanzar sus… sueños. Reivindica al triunfador pero muestra también la cara B de los que alcanzan el éxito con mucho sacrificio: un reguero de cadáveres, reales y ficticios, que deja diseminados a lo largo de este camino y las consecuencias internas y externas que provoca dejar tantos muerto, reales y ficticios, detrás.
Recordé mis anteriores lecturas de novelas de Harold Robbins leyendo El teatro en medio del océano (Destino, 2022), de Francisco Juan Quevedo, escritor grancanario que fue finalista con esta novela al Premio Nadal de este año, ya que cuenta la historia de un hombre que nace en la indigencia y que gracias sobre todo a sus malas artes para hacer negocios se convierte en uno de los hombres más poderosos de Gran Canaria a finales del XIX y principios del XX.

El teatro en medio del océano esta dividida en tres grandes partes que siguen el recorrido cronológico de la vida de su protagonista, Feliciano Silva, apodado El Guirre. Una primera (1867-1890); una segunda (1891-1918) y una tercera (1918-1921) que permite al escritor recorrer la profunda transformación de una ciudad a través de uno de sus grandes símbolos: la construcción e inauguración del teatro Pérez Galdós, tan llena de drama y sacrificio como la existencia de su personaje principal, al que rodea el escritor de una amplia galería de secundarios que con mayor o peor acierto dan sostén a lo que intenta construir: un gran fresco en el que se confunden los géneros (tiene mucho de western fronterizo así como de cine de gángster esta novela) que con sus toneladas de ficción le dan un atractivo inicial que, desgraciadamente, lastra con un estilo ampuloso y con muy pocos puntos y seguidos. La forma de contar la historia, además, se empequeñece por un lenguaje abusivamente soez, innecesario porque el relato no está narrado en primera persona.

Lo que me ha parecido más atractivo de esta novela es su vocación por historiar (sembrando de cadáveres el camino, eso sí) un pedazo de la historia de la capital grancanaria que me ayuda a entender mejor esa ciudad y esa isla que navega justo enfrente de la isla en la que vivo, y me hace pensar con cierto tímido entusiasmo de momento, que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva literatura escrita en estas islas con fines e intenciones similares, la de viajar al pasado en clave de ficción pero cuidando mucho el paisaje histórico en el que se mueven los personajes. Este tipo de literatura la cultiva con mucho empuje Ana García-Ramos del Castillo, sobre todo en Sueños rotos en la baja verde (Baile del Sol, 2022). En este aspecto, ambos escritores se sirven de la Historia para contar historias con el fin de observar el pasado para intentar explicar el presente

En la novela de Francisco Juan Quevedo tiene que venir un personaje de fuera, Miguel de Unamuno, para revelar a los canarios el origen de sus males como región desestructurada que es:

“Desde que llegué aquí, desde que hice otra escala en mi viaje, estoy oyendo hablar del problema local. Perdonad a un forastero un poco rudo os diga que yo no he visto hasta ahora en ese problema sino querellas domésticas, luchas por distinciones, algo de vanidad colectiva, escapes del aplatanamiento y rencillas cabileñas” aunque este tipo de reflexiones, que aparecen de vez en cuando en otras partes de la novela y centradas en otros asuntos con cierta enjundia en las islas no marcan constantemente el discurso de un libro que en su parte final recuerda a El padrino, novela y película porque se trata, como se dijo, de una obra dividida en etapas. Personalmente, considero la mejor la primera, con un tono salvaje y algo paródico en clave western.

Feliciano Silva comienza su fortuna con una sala de fiestas, Berlín, que se dispara cuando entra a trabajar una prostituta irlandesa de rabioso pelo rojo que a mi me hizo recordar a Maureen O’Hara solo que no en una película de John Ford sino de Sergio Leone.

El teatro en medio del océano se trata de una novela que pese a su estilo, pesado, muy pesado se hace en ocasiones, contiene una manera de enfrentarse al pasado de una capital y de una sociedad incapaces de reaccionar ante un hombre que no le guarda ninguna clase de respeto ya que si tiene una ambición en la vida es ganar dinero y más dinero. Destacaría porque me hizo gracia cómo se mete en el bolsillo al señor obispo de la Diócesis, entro otros prohombres de una ciudad que comienza a expandirse.

No sé si entra en los planes de su autor darle continuación en otro libro, podría aunque ya no pudiera aparecer como protagonista Feliciano Silva, pero si así fuera, le recomendaría que fuera más elástico con el estilo y que se preocupara por dotar a sus personajes de sustancia ya que al final parecen, como dicta Unamuno en su discurso, solo seres atrapados “en su aplatanamiento y rencillas cabileñas” .

La Casa del Libro llega a la capital grancanaria

Viernes, Mayo 13th, 2022

La capital grancanaria cuenta desde esta semana con una Casa del Libro, la red de librerías fundada en Madrid hace nosécuántotiempp y que cuenta en la actualidad con más de medio centenar de librerías físicas distribuidas por todo el territorio nacional.

La Casa del Libro en Las Palmas de Gran Canaria se encuentra situada en la avenida de Mesa y López, 8, y anuncia en su página web que en esta semana de apertura los socios disfrutarán de un 5 por ciento de descuento en sus compras y regalos sorpresa hasta agotar existencias.

Saludos, bienvenida sea, desde este lado del ordenador