Archive for Marzo, 2010

Las fantasías (de)animadas de ayer y hoy presentan…

Miércoles, Marzo 31st, 2010

EL HOMBRE INTRANQUILO

Pasó por Canarias como una centella aunque de tanto en tanto reaparece para intervenir en ciclos de conferencias a las que se le invita para que desarrolle su inmensa experiencia en el siempre agitado y convulso mundo del cine. Tocó el cielo y sedujo a las administraciones locales con el sonadísimo pero fantasmal rodaje de Papillon, organizó unas jornadas que se desarrollaron en la sede de Presidencia del Gobierno canario que, presumo, fue a consta del bolsillo de los sufridos contribuyentes y, se rumorea, actúa o actuó como asesor en esa cosa que llaman audiovisual en Canarias sin que nadie investigara que había detrás de tan buen hombre. Suponemos que los que son habituales de este blog sabrán ya a quien nos referimos: Vicente Mora de la Rubia. Su última aparición en los medios, bajo el llamativo titular de Un juzgado declara insolvente a la empresa que gestiona los derechos de Miguel Hernández, lo publica hoy mismo, 31 de marzo, el diario Las Provincias. Invito a iniciados y a profanos a que lean la noticia.

CAMINA, MUJER, QUE NADIE DIGA QUE HACEMOS EL GANSO…

La Viceconsejería de Curtura del Gobierno de Canarias, a través de su Plan Canario Audovisual, está que no para en hacer el ganso. Mientras evita poner orden en su casa y arreglar de una vez las escandalosas (des)comisiones, ahora les ha dado por organizar charlas para que los profesionales hablen de cine. No me parece mala la idea, que conste en acta, pero entiendo que estas clases magistrales podrían habérsela ofrecido, entre otros, a ese puñado de cortometrajistas que al fin y al cabo son los que mantienen en activo los rodajes a este lado del Atlántico. No sé, pienso que sus explicaciones resultarían al menos clarificadoras para sus oyentes al estar contadas por los que de verdad se están mojando en esto de qué grande es el cine en Canarias. Pero vayamos al tajo, desde febrero los I.E.S. Politécnico Las Palmas (Gran Canaria) y La Guancha (Tenerife) han acogido esta iniciativa que bajo el palio de Objetivo Canarias: Jornadas de acercamiento a los profesionales del sector audiovisual canario, participan Diego Navarro (la música en el cine), Félix Sabroso (la dirección de cine); Juanmi Márquez, Pablo Rosso y David Olivera (dirección de fotografía). Otros intervinientes han sido Claudio Utrera, director del Festival(ito) Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria; Eddy Cardellach, Christian Johansen, Pablo Hernández, Alfonso Bravo y Rafael Choclán.

¡PLEPALANDO LA INVASIÓN DE CANALIAS!

Interesantísimo post el que se curra el blog diariodeunkinosofista sobre dos rarerzas del cine japonés rodadas en ¡Canarias! Me ha emocionado saber que una de aquellas tantas excentricidades del cine de monstruos nipones se filmó en estos territorios, Doto ichiman kairi, del maestro Jun Fukuda. Tras leer el post, me pregunto si los de la Televisión Autonómica tendrán la feliz idea de recuperar estas películas para exhibirlas el Día de Canarias por aquello de que fueron filmadas en estas ínsulas abandonadas de la mano de los dioses. Mucho me temo, sin embargo, de que no. Y es que donde esté la trilogía de los Ríos, Mararía y últimamente el clásico Óscar, una pasión surrealista, tendremos ración de ropa vieja hasta que el destino nos alcance. Tras darle algunas vueltas, es curioso como esta tierra atrae al cine de monstruos. Y no me refiero al tan publicitado remake de Furia de titanes, ni a Hace un millón de años, tampoco a Enemigo mío, sino a las ya comentadas en este mismo blog serie de películas que a finales de los setenta y principio de los ochenta adaptaron descacharrantes novelas de Edgar Rice Burroughs como La tierra olvidada por el tiempo y Viaje al mundo perdido, ambas dirigidas por Kevin Connor para la mítica productora británica Amicus.

SEIS TÍTULOS DE UN GIGANTE

Filmoteca Canaria inicia la próxima semana en los Multicines Renoir de la capital tinerfeña un ciclo dedicado al cineasta norteamericano Henry King. Se exhibirán a partir de las 20.30 horas Almas en la hoguera (8 de abril); El pistolero (15 de abril); La colina del adiós (22 de abril);  Días sin vida (29 de abril); Suave es la noche (6 de mayo) y La canción de Bernadette (13 de mayo). Tres de estas películas están protagonizadas por el acto fetiche del director, Gregory Peck, y dos de ellas tienen que ver con uno de los escritores por los que King sintió especial predilección a lo largo de su vida:  F. Scott Fitzgerald, de quien se exhibe la adaptación de su novela Suave es la noche y el dramático retrato que sobre los últimos días del autor de El gran Gastby escribió su última compañera sentimental Sheilah Graham. Se da la circunstancia, además, de que el ciclo incluye El pistolero, largometraje que cumple en 2010 la nada desdeñable cifra de sesenta años.    

Saludos, hoy tocaba otra de cine, desde este lado del ordenador.

¡Qué cruz cuando la Santa Semana Santa dejó de ser igual a ‘cine de romanos’!

Martes, Marzo 30th, 2010

CUANDO LA NOSTALGIA ES…

En épocas ya remotas, cuando se acercaba la Santa Semana Santa era habitual que exhibieran por la televisión una de romanos. O varias de romanos. De un tiempo a esta parte también se las conocen como peplum pero prefiero identificarlas como de romanos pese a que este término no se ajuste a la realidad. Y digo que no se ajusta a la realidad porque muchas de estas películas la mayor parte de las veces sin criterios históricos, no tienen que transcurrir necesariamente en la época romana. 

Al margen de las socorridas cintas sobre la vida de Jesús de Nazareth, cuya pasión y muerte ha dado al séptimo arte bastantes películas, a mí las que me gustaban de verdad eran las de romanos a secas aunque debo de confesar que sintiéndome como Álex –el protagonista de La naranja mecánica– cuando vi La pasión de Cristo de Mel Gibson, abrí los ojos más que nunca nunca más para no perderme los litros de sangre que se derramaban en la cinta cuando lo del calvario que sufrió el que dicen es “nuestro señor”.

UN PUTO PERDEDOR CRUCIFICADO

Curioso el caso de Jesús.

Si uno lo analiza fríamente a través de sus películas descubre a un pobre hombre rodeado de doce hombres igual de pobres y desquiciados. Es tanto su fatal fatalismo, que incluso exclama en la cruz una de esas frases que cuando intentaba que el cura que nos daba religión me la interpretara no había manera… De hecho, cansado de mi interrogatorio imagino que impertinente, en un acceso de rabia ese mismo cura me condenó al infierno eterno por hacerle, entre otras, preguntas tan molestas como la de “¿pero por qué  dice Jesús lo de Padre, ¿por qué me has abandonado?”

¿Y LOS DOCE?

Para los que, desde ese entonces por razones de sanidad moral procuramos abrazar el paganismo, resulta así muy complicado entender porqué en las películas dedicadas a Jesús casi nunca se desarrollan los caracteres de quienes presumo le conocieron de cerca como fueron los doce apóstoles.

 Bueno, esto no es exacto. Sí que hay dos que juegan un papel casi de co-protagonistas en estas cintas: Pedro y Judas.

Pedro porque se convierte en el padre de la Iglesia pese a que reniegue de su líder espiritual antes de que cante el gallo tres veces y en un bronco acceso de rabia le corte la oreja a un legionario romano.

Y Judas por la ya celebérrima traición y cobrar encima treinta monedas por ello…

Y DE MUJERES ¿QUÉ?

En cuanto a los personajes femeninos sí, ahí está la Virgen María y María Magdalena entre otras. Pero no tienen como sustancia en estas producciones vengan de Hollywood o de la vieja y achacosa Europa.

Martin Scorsese intentó recuperar a la Magdalena en su versión La última tentación de Cristo (basada en una estupenda novela de Nikos Kazantzakis) pero ni con esas…

Y NO NOS OLVIDEMOS DE LOS SECUNDARIOS

Es tanto el fenómeno con Jesucristo que incluso personajes que no tuvieron el gusto de conocerlo salvo cuando las circunstancias así lo marcaron (dicen)  también protagonizaron sus historias particulares de redención cristiana.

Entre otros me refiero a Barrabás, una excelente novela del escritor Pär Lagerkvist que publicó en su día Alianza Editorial y que fue llevada al cine por Richard Fleischer en una de esas películas de romanos de verdad; y Poncio Pilatos, el cónsul romano que abofeteó a Jesús condenado y después se lavó las manos. Mi estimado Fantomas cinematográfico Jean Marais hizo que lo interpretaba en el aburrido filme que dirigió Irving Rapper en 1961 y que tuve la suerte de ver cuando estaba en pie el Cine La Paz. Cine que tantas satisfacciones le regaló a este quien les escribe y que fue de los primeros en la capitá tinerfeña que programó sesiones dobles.

¡¡¡Dos películas al precio de una!!! ¡¡¡Y sin criterio alguno!!!

¡¡¡Veías Jack el destripador de Londres y Poncio Pilatos en una misma tacada!!!!

ESTAS SON LA DE VERDAD DE ROMANOS

Pero les contaba que a mí las que me gustaban eran las de romanos. Se desarrollara la historia en el antiguo Egipto, Mesopotamia,Troya, Grecia, Roma o estuvieran protagonizadas por Maciste, Ursus, Goliath, Sanson y Hércules, entre otros.

A varios de estos campeones los reunieron en ese clásico descacharrante del cine Z que sigue siendo Combate entre gigantes. Cometería una injusticia si olvidara de la lista a Espartaco, pero no la impecable versión cinematográfica firmada por Stanley Kubrick sino los exploitation hispano italianos como El hijo de Espartaco y  Espartaco y los diez gladiadores

VAMOS A POR EL SOLOMILLO

En cuanto al ¿género o subgénero? de romanos ¡es que hay tantas películas que me han alegrado la vida!

Cito de memora las cristianas La túnica sagrada y Demetrius y los gladiadores, Quo Vadis? y Ben Hur. Y no por cristianas  Cleopatra, Brazo de hierro, La caída del imperio romano, la bíblica Los diez mandamientos, Helena de Troya, Faraón, Jasón y los argonautas, Furia de titanes (cuyo remake se estrena esta misma semana); Ulises, El león de Esparta (obviando 300, of course) y El coloso de Rodas, entre otras tantas y tantas…

No olvido, claro está, series de televisión tan importantes para mi vida como fueron Yo, Claudio y  mucho más recientemente Roma. Y, obviamente, un título que a su pesar inauguró una especie de subgénero en el cine erótico que más tarde degeneraría en pornográfico como es Satiricón de Federico Fellini según los fragmentos del clásico de Petronio.

 A la sombra del filme de Fellini se rodarían más tarde títulos como la sin embargo delirantemente interesante Calígula y la olvidable Mesalina… Y si bien continuaría citando nombres ahora mismo prefiero no recordarlos. Ustedes disculpen.

Y eso era todo.

 ¡Qué cruz!

Saludos, cogido de la mano de Dante mientras paseamos por el infierno, desde este lado del ordenador.

La sonrisa de Hooper

Lunes, Marzo 29th, 2010

La dosis habitual de basura produce en ocasiones extrañas digestiones. La última que me ha atacado el estómago ha sido leer y observar la imagen de cineasta y actor Dennis Hooper en el Paseo de la Fama de Hollywood. Foto que exhibe a un hombre extremadamente delgado, con las mejillas chupadas y una sonrisa casi inocente en los labios.

Leo las crónicas que se han escrito sobre esta su aparición y se me sube el vómito por la garganta.

Los agoreros escriben con “imparcialidad”  periodística que puede tratarse de la última aparición pública del director y co-protagonista del ya mítico largometraje Easy Rider, y confieso que cuando termino por asimilar lo de “esta podría se la última aparición de…” suelto en la taza del wáter lo que llevo dentro; profundamente asqueado por la suposición informativa mientras no deja de pasear por mi cabeza la extraña sonrisa de Hooper en la imagen que ilustra esta noticia.

Noticia que ya no es que el actor y cineasta tenga por fin su estrella en el Paseo de la Fama sino que ésta podría ser su última aparición en público…

Tomo una tila para calmar las chispas que hacen trizas mis tripas. Y maldigo entre dientes esa degeneración periodística que supone a muchos de los que desarrollan este oficio que están por encima del bien y del mal cuando es probable que ni quiera sepan que es eso de estar por encima del bien y del mal.

Lo mejor del caso es que entiendo que llegar a una edad en la que ya no te importan las reglas es lo que se traduce en la sonrisa (la describía más arriba como inocente) del actor y director norteamericano.

Así que reflexiono: pandilla de siniestros reporteros que han destacado lo de su “estado terminal” por encima de su oficio como actor y cineasta ¡pueden meterse su sentido de la noticia donde mejor les quepa!

Hagan sitio. Hagan maldito sitio donde les quepa. 

Saludos, muy indignados, desde este lado del ordenador.

Tentar a la suerte

Domingo, Marzo 28th, 2010

Los que nos iniciamos en esto de la literatura a través del fantástico somos, lo que se dice, bastante abiertos con las antologías. Pudiera ser porque el género se acomoda muy bien al formato del cuento, lo que no hace sencilla la labor de compilarlos para cualquier antólogo que se precie porque exige que conozca a la perfección sus extraños  mecanismos.

Conversando el otro con un amigo salió a colación la extraordinaria antología que Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo dedicaron a la literatura fantástica. Uno de esos libros imprescindibles para iniciados y profanos porque no deja de depararte maravillosas sorpresas a medida que vas devorando sus relatos allí compilados.

Ahora mismo no recuerdo por qué razón la charla que mantuve con este amigo –y que dio tiempo para que tomáramos un café– devino en uno de los temas que, para quien esto les escribe, les resulta más atractivos del género como es el de tentar a la suerte bien cediendo tu alma al diablo o bien adquiriendo un objeto que, presuntamente, te hará feliz la existencia.

Esta especie de compra y venta maléfica arroja en la mayor parte de los cuentos y novelas finales fatales para sus protagonistas, lo que acusa y hace más interesante su lectura aunque intuya como terminará esa historia.

Siendo aún pequeño recuerdo ver en aquella televisión en blanco y negro una tosca adaptación del Diablo en la botella, basada como sabrán en el relato del mismo título de Robert Louis Stevenson que, años más tarde, leí en una selección de cuentos del autor de La isla del tesoro.

Puede que esta historia no les haga estremecer los huesos aunque sí que les dejará huella por el poso que esconde, y que no es otro que el hecho de que la mala fortuna acompañe a su protagonista si no tiene tiempo de desembarazarse de esa botella cuyo precio en el mercado ya no vale nada. Les aseguro que continua siendo uno de los cuentos más terroríficos que he leído en toda mi vida junto a la extraña novela Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado, de James Hogg, entre las que ahora mismo se me vienen a la cabeza, así como algunos relatos que Richard Matheson ha dedicado a este mismo asunto. Uno de los cuales inspira una película menor pero no por ello menos interesante titulada La caja (Richard Kelly, 2009).

Mi amigo me dio –con todo el derecho del mundo– un coscorrón en la cabeza mientras apuraba su vaso de agua con gas al recordarme La pata de mono, de W. W. Jacobs, título que quizá inspiró vagamente a Stephen King para la que considero que es una de sus mejores novelas macabras, Cementerio de animales

Esa misma tarde, y tras dejar al amigo para que continuara con sus quehaceres, me encontré una antología de relatos del mismo Jacobs en una librería (¿estaría buscándome?) de la capitá; signo que hizo que más tarde, y justo al llegar a casa, abriera la Antología de la literatura fantástica de Borges, Casares y Ocampo para releer La pata de mono, uno de los cuentos más inquietantes de cuantos se han escrito en nombre de la fantasía.

A estas alturas de la vida es raro que una historia para no dormir me quite, precisamente, el sueño, pero confieso que valió la pena volver a sumergirme en ese universo donde los anhelos nunca salen como esperas.

Les contaba todo esto porque siempre he sentido debilidad por el género de lo macabro, y si bien lo tenía últimamente algo arrinconado por otras apetencias, he vuelto a redescubrirlo en unos días como son los actuales donde necesito creer en cualquier cosa.

La fantasía es así. Un vasto territorio donde cabe absolutamente de todo. Y sus pequeñas historias, desde el fascinante terror naturalista de Maupassant hasta esa nueva visión que dicta que todo cuanto vemos puede ser distinto, es abono para que un moralista cristiano que desde tiempos inmemoriales se acostumbró a derrumbar ídolos para levantar otros sobre sus cenizas, acuda una vez más a sus fuentes para beber como un sediento de sus aguas.

Quizá sea, reflexiono ahora, porque por fin ha descubierto que en esta literatura se encuentra probablemente algunos de los más  hermosos cuentos del mundo. Sólo que, como le sucede al protagonista del relato de  Kipling, ¿tendremos la oportunidad de leerlo o será otra apuesta perdida con el diablo que llevamos dentro?

Saludos, tocando madera, desde este lado del ordenador.

Que la cosa funcione…

Sábado, Marzo 27th, 2010

Me siento cómodo en una librería. Son sitios donde puedo perder las horas mirando las novedades y pasando los ojos por la sección de los de bolsillo.

Es tanta mi afición, que ahora más que nunca paso como cinco días por semana en uno de estos establecimientos. Y la mayor parte de las veces sólo para sentirme integrado no con otros curiosos que, como yo, se han acostumbrado a perder el tiempo así ni con los empleados que esperan pacientemente a que compre un libro, sino porque dentro de estos espacios me relajo y soy lo que se dice idiotamente feliz.

 Me gusta leer las contraportadas, la reseña por si la hubiera del autor y oler esos volúmenes como si pretendiera catar el impacto que su lectura podría causar en mis revoltosas ideas.

En ocasiones voy a las librerías a tiro fijo. Con la intención de hacerme con un volumen que llevaba tiempo con la idea de devorar en la acogedora soledad de mi casa. En otras me siento como un cazador que espera con paciencia su próxima pieza. Lentamente exploro los libros con la esperanza de encontrar a uno de esos autores que durante un tiempo se convertirán en referente dentro de mi cabeza. No suele pasar mucho, la verdad, pero cuando se produce esa especie de extraño milagro merece la pena que gran parte de mi vida la haya perdido en estos establecimientos.

Hace unos años descubrí gracias a este método a un escritor británico del que no tenía referencia. Me gustó el título y me gustó la descripción que hacía de su protagonista nada más comenzar la primera página:

“- Eres un buen chico –dijo Dalmire, aceptando gustoso el vaso de ginebra que le tendía Morgan Lefy–. Sí señor.

Este tiparraco me ofrece su camaradería como un regalo, pensó Morgan; parece un perro esperando que le lancen un hueso para salir disparado en su busca; si tuviera cola, estaría moviéndola en este momento.

Morgan sonrió y brindó. Te odio, chulo asqueroso, juró para sí. Eres un mequetrefe, un cataplasma; lo único que has conseguido es arruinar mi vida.”

La novela se titula Un buen hombre en África y está escrita por William Boyd, uno de esos autores que, desde el día en que adquirí este libro, es a los que recurro porque generalmente no suelen fallarme. Y ello pese a que sigo considerando Un buen hombre en África como su  mejor obra. Me hizo reír y me hizo llorar pero sobre todo consiguió que a ratos me identificara con su protagonista: el tal Morgan Lefy, un tipo al que todas las cosas no le pueden ir peor porque resultaría imposible. Un náufrago que pese a todo continúa nadando mientras sus sueños se hacen pedazos.

Boyd cuenta con otra novela con notable sentido del humor pero sin el encanto aniquilador de Un buen hombre en África. Se trata de Barras y estrellas, o la descacharrante historia de un inglés en tierra de salvajes: los Estados Unidos.

Creo que lo que más me atrajo de Boyd fue que a medida que leía sus novelas masticaba como un gourmet sus influencias. Unos dices que hay que buscarlas en Graham Greene pero yo las ubico más en mi también admirado Evelyn Waugh, ese caballero que tan bien supo contar –y con revelador sentido del humor– las miserias de las clases altas británicas.

William Boyd no es, sin embargo, un escritor estrictamente humorista ya que cuenta con otros títulos conmovedoramente dramáticos. Destacaría así sus excelentes Como nieve al sol, Las aventuras de un hombre cualquiera, Sin respiro, Las últimas confesiones y Armadillo, novelas que sin ser explosivas son de esas que lees con facilidad mientras sus protagonistas penetran en tu vida para que pienses, mientras descansas la lectura, que vives su vida en tu existencia diaria provinciana.

Me quedan otros títulos de Boyd a los que echarle el ojo. El último traducido al castellano es Tormentas cotidianas, pero también están Playa Brazaville y La tarde azul, libros que localicé en su momento aunque los dejé aparcados por aquello de que no es bueno tanto empacho boydiano.

Sin embargo, y cuando me lo dicta el corazón, me alegra el día encontrarme con un nuevo trabajo de este escritor relativamente poco conocido en España.

Será porque cuando una novela me deja tarumba necesito que el autor continúe dejándome tarumba con más títulos. Así, he ido construyendo mi biblioteca a base de escribidores que me dieron en esa parte del alma que reclama sangre cuando la despierto. La lista es larguísima. Y es tan larga porque cuando un escritor me da, busco como un endemoniado el resto de sus obras como si fuera una cuestión de supervivencia.

El primer escritor de lo que califico como llamada de lo salvaje fue Bradbury, después Jim Thompson, David Goodis, Sender, Aub, Fitzgerald, Alfred Bester, Theodore Sturg eon, Arturo Barea, Tomás Salvador, Hemingway, Mauppassant, Chejov, Stevenson, Jack London, Conrad, Kipling, Ambler, Greene, H. G. Wells, Flaubert, Tolstoi, Salinger, Steinbeck, Doss Passos, Faulkner, Graves, Dickens… tantos y tantos que me hacen plantear que no tendré vida suficiente para continuar ampliando horizontes…

En cierta ocasión leí un cuento de fantasmas obstinadamente recomendable para lectores compulsivos y caprichosos como quien les escribe. El espectro protagonista del relato aparecía en la casa para terminar la novela que dejó incompleta cuando la ilustrada señora de la guadaña se lo llevó a ese otro mundo que sospecho que no existe.

Empezaba este post contando que disfruto perder el tiempo en las librerías con la esperanza de encontrar a uno de esos escritores que ilumine un pedazo más de mi existencia… Y si bien cuesta su esfuerzo, la espera suele valer la pena.

Y de eso se trata. De que valga la pena y que la cosa funcione.

Saludos, abiertos hasta el amanecer, desde este lado del ordenador.

¡Locos pobres locos de la tierra!

Sábado, Marzo 27th, 2010

¿POR QUÉ?

Casi todas las mañanas abro los ojos cuando me despierta una voz desde la calle.

Esa voz declama una serie de palabras que dudo mucho que alguien con dos dedos de frente entienda salvo quien las pronuncia con fuerza semejante a la de Zucchero.

Es tanta su insistencia que ya se ha convertido en costumbre la de que me despierte cuando quien la vocifera atraviesa perezosamente la calle en la que vivo. Hora: las 6.30 de la mañana. 

Su jeroglífico, que me suena a indignado, forma parte así de mi peculiar paisaje cotidiano. O de esa rutina con la que nos acostumbramos a construir nuestra vida mientras esperamos pacientemente a que alguien apague el interruptor de esta tierra de desafectos.

EL ECO DE HAMELIN

Oír a este tipo soltar su discurso que nadie entiende me hace hecho recordar que siendo todavía un niño siempre me fascinó escuchar la extraña flauta que tocaba aquel afilador que de tanto en tanto aparecía por ese Santa Cruz de Tenerife publerino que hoy sigue siendo igual de pequeño y olvidado.

Su sonido –interpretaba por ese entonces– podía ser el mismo que utilizó el flautista de Hamelin para seducir primero a las ratas y más tarde a los niños del cuento infantil. Así que, pienso, es una pena que hoy apenas haya afiladores que bajen a la capital tinerfeña. Y si lo hacen, que no recorran precisamente las calles de mi barrio.

UNA EXTRAÑA OBSESIÓN

De hecho, y como les contaba, la voz del que me despierta con esa cantinela sin armonía en este tiempo de tristezas varias, es un tipo al que un día descubrí porque me asomé a la ventana. Lo vi de espaldas, por lo que su rostro continúa siendo un delicioso misterio para quien les escribe. Mi descripción así refleja lo que vi:  un hombre de unos cuarenta años en bermudas y con camisa de mangas cortas de color naranja. Lleva sobre su cabeza un sombrero de paja.

Algunos dirán que este señor es un loco. O lo que muchos puedan opinar que es un loco. Quiero aclarar, sin embargo, que pese a que su grito no es musical tampoco está teñido de dramatismo. Va el hombre soltando frases sin ton ni son mientras sube mi calle hasta desaparecer doblando la esquina.

No piensen que se trata de un personaje inventado por mi afortunadamente febril imaginación ya que esa misma mañana que les cuento y en la que me asomé por la ventana, descubrí a la vecina que tengo justo enfrente mirándolo con asombro parecido al mío.

 Así que existe.

Por lo que doy por hecho que continuará despertándome casi todas las mañanas de la semana salvo, curiosamente, la de los domingos, en la que no es habitual que se pasee por mi calle pegando gritos.

NOSTALGIA PROBABLEMENTE ENVENENADA

Todo esto me ha hecho pensar que hubo un tiempo en el que en esta capitá de provincias teníamos identificados a nuestros pobres locos. Y que quizá el más popular para los que  han vivido desde tiempo inmemorial en los alrededores de la Plaza de la Paz fuera quien se identificaba como Nacho el gofio.  Un feliz infeliz que se sacaba unas perritas lavando coches y que solía ir acompañado de una jauría de perros.

La leyenda urbana santacrucera asegura que el día en que se lo encontraron muerto en La Rambla el cuerpo de Nacho el gofio apareció rodeado de sus  perros, animales que no paraban de aullar imagino que desesperados por la ausencia de quien habían convertido en un igual.

Así que todavía oigo esos aullidos…

Otro personaje del arrollo santacrucero con el que todavía me tropiezo cuando paseo por la ciudad es el de un pobre loco que lleva un simpático sombrero y tiene unas piernas que de finas parece la de un bailarín. Este pobre loco casi siempre huele a vino barato y no se cansa de mantener conversaciones consigo mismo.

En cierta ocasión lo vi cabreado con un negro pobre y greñudo de mirada perdida vete a saber si en África, que suele sentarse a inicios de la calle del Castillo, justo donde muere la plaza de Weyler.

El viejito con patas de bailarín más que hablar le gruñía al negro de las greñas, quien la verdad no parecía percatarse de la bronca, perdido como estaba en su universo particular. Así que siempre que veo al negro de las greñas me pregunto: ¿qué pensará? ¿Qué ve con esos ojos que no ve que paso ante sus ojos?

Otro personaje con historia literaria entre los pobres locos de mi ciudad es una señora de cabello blanco que siempre va con una gabardina de gastado color marrón. Tiene pelos en la barbilla y su rostro parece el de una extranjera. Se cuenta una extraordinaria leyenda en torno a ella que no voy a revelar por respeto a esa señora de inexplicable y si quieren insólita belleza para quien les escribe. El caso es que no pide nada, sólo que la dejen caminar como un fantasma por las calles y plazas de esta ciudad poblada de fantasmas que es Santa Cruz de Tenerife.

Otra mujer loca y pobre pero que ya no está entre nosotros era La Heidi. Se la llamaba así porque  llevaba  coloretes de tonos rojizos en sus castigadas mejillas…

También había un pobre loco que siempre caminaba con la cabeza baja y que le preguntaba a la gente con la que se cruzaba: “¿Qué hora es?”.  En cierta ocasión uno de mis primos le contestó mientras consultaba su reloj de pulsera que no podía darle la hora de Tenerife sino la de Melilla. El pobre loco que no era tan tonto, tras digerir la información, sacó un palo que llevaba escondido e intentó golpearnos en la cabeza mientras mi primo y yo corríamos calle abajo con esa tonta risa nerviosa que le entra a los que aspiran a ser niños terribles.

FRUTO AMARGO

Les contaba lo de estos pobres que hay, y en cierta ocasión habitaron mi ciudad, porque últimamente en los paseos mañaneros de lunes al sol que me pego voy descubriendo con amargura que cada vez me encuentro con más personas que dicen que no tienen nada en sus calles y plazas. Lo que hace imposible que, como los anteriormente descritos, formen parte del paisaje de pobres locos que una vez caracterizó a esta desastrosa ciudad de provincias.

Esta mañana mismamente, y obviando a las rumanas que se colocan estratégicamente a las puertas de los supermercados y cajeros automáticos, he descubierto que la nueva legión de pobres son pobres pero no locos. Es decir, que exigen a los que tampoco tienen nada unos euros. Los pobres locos de antaño nunca habrían hecho eso. Por ello, me desarma y desanima cuando uno de estos tipos se me pone de frente con la mano extendida.

Probablemente sea una de las situaciones más incómodas con las que tengo que lidiar cuando paseo por esta capitá repleta de cadáveres. Pero de nada sirve razonar con ellos. Ponen la palma y esperan que caigan unas monedas en esa mano extendida…

Sueltas una disculpa. Y no te creen cuando insistes que a tí las cosas no te van muy bien…  En una ocasión hasta uno me gritó  “¡ojalá no te encuentres en mi situación!” Sólo pude responderle encogiéndome de hombros. Quizá no se dio cuenta que yo soy un loco pobre loco. Y si se dio cuenta ¿por qué dijo eso?

Esto me ha hecho meditar. E interpretar que esa voz que me despierta casi todas las mañanas sea la metáfora amarga de un tipo perdido y encerrado en su propio universo.

ENTRE VERDAD Y LEYENDA, PUBLICA SIEMPRE LA LEYENDA

Últimamente he escrito mucho sobre esa novela que casi nadie ha leído pero que casi todo el mundo cita que es el Don Quijote. Y observando a los pobres locos de antes y a los cuerdos pobres de ahora he llegado a la extraña conclusión que ya no son tiempos para caballeros de triste figura.

Me parece, intuyo, que su fiel escudero Sancho Panza le ha ganado la partida a ese pobre loco que un día vio gigantes donde sólo había molinos.

(*) La imagen que ilustra estas líneas corresponde al filme Ordet, de Carl Theodor Dreyer.

Saludos, de un loco pobre loco, desde este lado del ordenador.