Archive for Julio, 2019

Noticias sobre ese cine canario que tanto nos (dis)gusta

Miércoles, Julio 31st, 2019

* TEA Tenerife Espacio de las Artes estrena este miércoles 31 de julio, a partir de las 20 horas, Cómo perdí al amor de mi vida (2019), un cortometraje dirigido y producido por el director tinerfeño Miguel Hathiramani. Se trata del primer proyecto que realiza tras ingresar en la Escuela de Cine de Manchester. La entrada para asistir a esta proyección es libre hasta completar el aforo de la sala previa retirada de las invitaciones en la taquilla de TEA.Cómo perdí al amor de mi vida, trabajo protagonizado por Pablo García, Carlos Rodríguez, Omar Sánchez y María Méndez.

* El segundo largometraje del cineasta hispano-chileno Théo Court, Blanco en blanco, participará en la Sección Orizzonti de la 76 edición de la Mostra de Venecia. Producida por El Viaje Films –factoría canaria responsable en seis años de llevar a buen puerto nueve largometrajes premiados en festivales internacionales–, es la primera película canaria de la historia que compite por formar parte del palmarés oficial del festival de cine más antiguo del mundo. El galardonado intérprete chileno Alfredo Castro -actor habitual en películas de  Pablo Larraín, con el que ha colaborado en filmes como Tony Manero, No y El Club protagoniza este drama histórico, con ecos de western.

* El director tinerfeño Josué Ramoss, director y guionista de Bajo la rosa, ha compartido en su Facebook que el actor Chris Hemsworth, conocido por interpretar a Thor en las películas de Los Vengadores de Marvel Disney, ha comprado los derechos de la película para hacer una versión en Hollywood con su nueva productora.

* El cortometraje Mask of sanity (Máscara de cordura) del director tinerfeño Fran Casanova (La Orotava, 1977) ganó el premio al Mejor Corto de Terror / Suspense en el Festival Internacional de Cine Independiente de la Comic-Con de San Diego, California, considerada la convención más grande en su tipo en Estados Unidos y la cuarta más grande del mundo.

Saudos, buenas noticias, desde este lado del ordenador

La desgracia de Ron Hopper, un largometraje de Jaime Falero

Martes, Julio 30th, 2019

Director y guionista: Jaime Falero / Productor ejecutivo: Daniel Antelo, Jaime Falero, Martín Luna / Productor: Frank Balboa / Música: Iván Palomares / Fotografía: Juanmi Nárquez / Edición: Javier Corrales / Regidora de producción: Patricia G. Correa / Intérpretes: Vinnie Jones, Sam Medina, Alyssa Lozovskaya, Franky Lankester, Román Reyes

Si hay un cineasta en Canarias a quien reconocer su empeño y constancia en hacer cine ese es Jaime Falero. Tras una interesante trayectoria como cortometrajista dio el salto al largometraje con El clan, un filme que por motivos que no vienen al caso no tuvo la trayectoria comercial que se merecía aunque con su segundo intento, El Búnker, sí que rompió ese aire de maldito que lo rodea, al construir un largometraje que con todos sus defectos, estrellas de serie B y producción ajustada, sí que ha tenido una regular distribución internacional demostrando que el cine que se rueda en las islas por cineastas y técnicos de las islas puede y debe mirar más allá de los estrechos márgenes que impone vivir en un archipiélago como es el canario.

Esta vocación por internacionalizar su trabajo vuelve a repetirse ahora en Ron Hopper’s Missfortune (La desgracia de Ron Hopper) su largometraje más personal y atractivo.

Protagonizada por el ex futbolista reciclado actor Vinnie Jones y Alyssa Lozovskaya, estamos ante una cinta extraña, rara, que no deja, sin embargo, de resultar comercial por la originalidad de su propuesta y el perfecto acabado de producción con que está realizada, todos elementos que hacen olvidar desde el minuto uno que se trata de una modesta producción canaria que no oculta sus costuras pero que está lo suficientemente bien realizada para que el espectador avisado olvide estas costuras que apenas dañan el seguimiento de una película en las que sus imágenes, la mayoría de ellas poderosísimas, van por delante de la historia que cuenta.

Ron Hopper’s Missfortune es una historia de amor que va más allá del tiempo, y se desarrolla en dos épocas, una irreal, que es la más extensa de la cinta y otra en la Edad Media. El personaje que interpreta Vinnie Jones, el auténtico protagonista, una suerte de Caronte, el barquero de la Laguna Estigia, arrastra como una cadena una maldición de la que solo podrá librarse por amor. El amor incondicional de una mujer, papel que interpreta Alyssa Lozovskaya.

A través de ellos fluyen varias historias en las que se revela el origen de la maldición y el precio que debe de pagar por vivir un romance que se describe sin subrayados cursis ni rimbombantes.

El filme transcurre prácticamente en un mismo escenario, un almacén en el que se acumulan objetos cubiertos de polvo que parecen recuerdos olvidados, y relojes que cuelga del techo detenidos en una hora que significó algo, una tragedia, una alegría, el descubrimiento de una traición, del amor… Fuera de ese espacio, en la calle, llueve y en ella se mueven una serie de personajes que no parecen de este mundo: gángsteres que asemejan demonios, un hombre inquietante que llama a la puerta…

Puestas así las piezas del rompecabezas, está claro que Ron Hopper’s Missfortune es una película que se mueve dentro de la categoría del cine fantástico aunque en contra de El Búnker, un filme que apostaba más por la acción con tintes inquietantes, su Ron Hopper se desliza por un territorio poco o casi nada explorado por el cine actual, lo que da carácter a una cinta que salvo la voz — apenas hay un momento de silencio en toda la película– debería estar llamada a ser reconocida por lo que es: un producto muy bien hecho. Un largometraje que invita al espectador a entrar en un juego extraño sin caer en la tentación de lo excéntrico y en el que se abordan un buen número de cuestiones que el cineasta visualiza como las puertas ante las que debe elegir abrir o no su protagonista.
La vocación comercial de Jaime Falero hace que todo este cuento, esta fábula oscura sobre el amor y la soledad, sobre la eternidad vista más como un mal que como una recompensa, se mire con un asombro acumulativo.

Tiene algo esta película que a medida que avanza evade pese a la aparente complejidad de la trama. Detrás se aprecia la mirada de un cineasta que reparte con generosidad homenajes y revela algunas de las constantes que forman el eje central de su cine. Un cine que quiere contar historias y que mira hacia fuera sin miedo ni complejos.

Saludos, nos vamos al cine, desde este lado del ordenador

Vicente Molina Foix: “Soy un señor que trabaja la palabra escrita”

Lunes, Julio 29th, 2019

Escritor, poeta, ensayista, dramaturgo, crítico de cine y cineasta, Vicente Molina Foix (Elche, 1946) ha cultivado prácticamente todos los géneros literarios con resultados satisfactorios. Es autor, entre otros libros, de El vampiro de la calle Méjico, por el que obtuvo el premio Alfonso García-Ramos de Novela en 2002, certamen que convocaba el Cabildo de Tenerife; El abrecartas y El invitado amargo, que firma junto al también escritor Luis Cremades y El joven sin alma (2017), de momento su última novela.

A la larga relación de trabajos que realiza, Vicente Molina Foix es un buen amigo, una faceta que demostró cuando aceptó la invitación de viajar a Tenerife para presentar en su capital la primera y por desgracia última novela de Alfonso Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1955-2019) Queda la broza y celebrar su segunda edición en un acto que tuvo lugar en la vieja marquesina del puerto chicharrero, un lugar, un espacio, tan querido para el artista tinerfeño y que en esta su única novela adquiere un protagonismo determinante al ser puerta de entrada y salida de viajeros como escribiera Domingo Pérez Minik.

En la siguiente entrevista centramos la atención en la relación que mantuvo con Alfonso Delgado, el trabajo que realizó como traductor de diálogos para varias películas dirigidas por Stanley Kubrick, y que van desde La naranja mecánica (1971) a la última, Eyes Wide Shut (1999), y que ahora condensa en Kubrick en casa (Anagrama, 2019); y de dos novelas que por una y otra razón son claves en su trayectoria como escritor: El vampiro de la calle Méjico, por la que recibió el premio Alfonso García-Ramos que convocaba el Cabildo de Tenerife; y El joven sin alma, novela que se inspira en las amistades y enemistada que generó el grupo poético los nueve novísimos (Josep María Castellet, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Félix de Azúa i Comella, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero) aunque por necesidades narrativas quedan reducidos a seis en esta obra que mezcla ficción y realidad a partes iguales, afirma.

- Su último libro es Kubrick en casa, en el que relata su colaboración con el cineasta en el doblaje de sus películas al español. ¿Cómo fue esa relación?

“Trabajé más de veinte años en las traducciones de los diálogos de sus películas desde La naranja mecánica hasta la última, Eyes Wide Shut, y durante esos años tuve varias ocasiones de hablar con él, era muy aficionado al teléfono, y más tarde por fax. Tuve la oportunidad además de quedarme en su casa y conocer al personaje de cerca. Al artista meticuloso desde dentro y conversar con él sobre cine porque de cine sé algo. Mi primera crítica la publiqué en Film Ideal a los quince años y cuando conocí a Kubrick ya llevaba más de diez escribiendo de cine. Eso hace que entienda que un personaje como Stanley Kubrick quisiera recabar mi opinión sobre su nueva película, película que solo había visto él y su equipo. Quería conocer lo que pensaba un desconocido español de su nuevo trabajo”.

– ¿Cómo era Kubrick en las distancias cortas?

“Kubrick mantenía una relación muy estrecha con sus colaboradores, entre otros, con su asistenta así que no era extraño que pidiera opiniones de su círculo más cercano”.

- ¿Qué opina usted de El resplandor?

“Es de las que más me gustan. Trasciende el género de terror. Es un filme sobre las decisiones, el bloqueo artístico, los espacios que a veces nos dominan. Es una película con muchos temas y no todos proceden de la novela de Stephen King. Los temas de Kubrick la enriquecen”.

- Recuerdo que el doblaje de El resplandor fue muy criticado en España.

“Él me impuso todo. La voz de Verónica Forqué doblando a Shelley Duvall estuvo elegida por Kubrick, quien pedía a los directores de doblaje de sus películas –Carlos Saura en El resplandor– que utilizasen como actores de doblaje preferiblemente a los de teatro porque encontraba en ellos la sonoridad que buscaba, la que creía adecuada. En el caso de Verónica Forqué le dije que tenía una manera de hablar que me gustaba mucho así que la escuchó y la escogió. En el doblaje al español de El resplandor se hizo lo que él quiso”.

- Usted mantiene una gran relación con el cine pero ¿que fue primero: el cine o la literatura?

“Primero fue la literatura pero porque se hace en cualquier sitio, basta tener un lápiz y un papel. Recuerdo que una de las primeras cosas que escribí cuando era muy joven y católico fue una oda a la Inmaculada Concepción que aún conservo en aquel cuaderno escolar. Escribir era una manera de expresar algo. Pero más que escribir, uno empieza como lector. Yo era lector y quería entrar en la literatura. Mi padre heredó de mi abuelo una biblioteca no muy nutrida pero sí con muchos libros de teatro. En cuanto a cine yo he sido un espectador fiel y he escrito mucho de cine y pienso en cine aunque cuando escribo la prioridad es la palabra escrita. Palabra escrita que no tiene nada que ver con la imagen fílmica. Pero sí que pienso en cine y lo trato como una fuente de inspiración”.

– Usted fue director de dos películas.

“Y fue una experiencias divertida e interesante pero ahora me veo como un señor que primero escribió a lápiz, después con pluma estilográfica, que es como escribí hasta muy entrada mi carrera y textos que yo mismo pasaba a máquina, hasta el descubrimiento de ese veneno que es la informática aunque desde hace 26 años escribo a mano y a tinta un diario, poemas o un texto corto. La mano en el papel me gusta mucho. La pantalla da muchas cosas pero también desgasta”.

- ¿Y a que da más importancia en sus libros?

“Depende del género, un poema lo suscita una imagen pero una novela es la construcción de un edificio y el desarrollo de los personajes que lo habitan. A mi lo que me gusta es la palabra, utilizarla, por eso me ha gustado siempre y le he sacado partido narrativo a las cartas”.

- ¿Por qué?

“Porque escribir cartas es una forma de literatura. Recuerdo que mi padre, que no era escritor, le gustaba mucho escribir cartas y se notaba que se lucía porque creía en el rol de la palabra escrita en una carta. Yo soy un señor que trabaja la palabra escrita”.

- Me gustaría que hablara de El vampiro de la calle Méjico, por la que obtuvo el premio Alfonso García-Ramos de Novela 2002, y de El joven si alma, que publicó en 2017.

El vampiro de la calle Méjico, con j y no x, es una calle que está en Madrid cerca de mi casa. Lo de la j me valió discusiones con mi editor, Jorge Herralde, que no lo veía hasta que le dije que el cartel con el nombre de la calle pone Méjico y no México. La novela tiene algún elemento autobiográfico, poco, más en la parte veneciana. Y personalmente, lo considero un libro importante porque llegó en un momento en el que estaba cerrando una parte de mi narrativa y comenzaba otra. Un nuevo período que llamé de novelas documentales porque frente a la pura ficción de El vampiro de la calle Méjico, ahora empezaba a mezclar documentos, cartas, informes policiales”.

- ¿Y El joven si alma?

“En El joven sin alma y un libro anterior, El invitado amargo, utilizo las cartas como soporte literario, de ayuda, porque creo en el formato de la carta, es una mina literaria. Y lo digo también como lector”.

– ¿Asoman los nueve novísimos en El joven sin alma?

“En la novela solo salen seis novísimos, no los nueve. El grupo era dispar y brotó en los años 70 donde tuvo bastante repercusión siendo alabado y denostado por unos y otros. Después cada uno siguió su carrera y algunos llegaron incluso a pelearse lo que resulta natural cuando los egos son fuertes. En El joven sin alma hablo de todo aquello como si fuera una novela de aventuras, de formación. Una novela romántica en la que seis muchachos que se conocen a través del cine, lo que coincide con los nueve novísimos, se enamoran a veces sin éxito unos de otros mientras quieren cambiar el mundo. La novela habla del grupo de los seis y no de los nueve porque a mi no me cuadraban todos en el libro. Lo que cuento en ella es el 50 por ciento verdad y el resto inventado por Vicente Molina Foix”.

- ¿Y la realidad supera a la ficción?

“Miguel Ángel Aguilar me animó en una cena a que contara mi relación con Vicente Aleixandre pero no se me ha ocurrido”.

– ¿Y eso?

“Porque soy un novelista y no un erudito ni un biógrafo profesional. Soy un escritor de ficciones. En El joven sin alma aparecen Ana María Foix, Pere Gimferrer, personajes, gentes que conocí pero todos son personajes de un autor que soy yo pero este hecho no tiene porqué guiar la lectura de un libro que plantea un juego digamos que pirandelliano”

– ¿Y su mirada es benevolente?

“Es benevolente con todos aunque me muestro muy crítico con uno de ellos: Vicente Molina Foix, a quien llamo gordito y otras cosas peores como egoísta. No es una novela de ajuste de cuentas contra nadie. Muchos fueron mis amigos y todos ellos abrieron puertas de mi mismo. La sensibilidad que emana de Ana María Foix, la entrega desapasionada de Terenci Moix; la pedantería irónica de Guillermo Carnero y la locura fascinante de Leopoldo María Panero fueron momentos importantes de mi vida”.

- ¿Qué libro recomendaría Vicente Molina Foix de Vicente Molina Foix?

“Está gustando mucho el libro de Kubrick, que funciona muy bien. Es un libro que si te interesa el cine y leer al mismo tiempo sin que se trate de unas memorias es recomendable ya que retrata una época y un trabajo apasionante como fue el de traducir a un genio como él. Es un libro que los cinéfilos que pertenecen a la secta kubrickiana, porque Kubrick tiene una secta, les encantará. Algunos de los aficionados al cineasta me han preguntado si pueden dar la mano que estrechó la de Stanley Kubrick”.

- ¿Por qué sigue despertando esa fascinación?

“Tuvo olfato para hablar de cosas de las que no se hablaban o se pasaba de puntillas”.

– ¿Y que otros libros recomendaría Vicente Molina Foix de Vicente Molina Foix?

“De las últimas El invitado amargo, que escribí con Luis Cremades, y un libro que me refleja mucho como lector, Enemigos de lo real, que son ensayos literarios. No se tratan de reseñas sino de ensayos, prólogos, el estudio largo sobre los malditos y en el que aparece Félix Francisco Casanova gracias a Alfonso Delgado. Hablo de Susan Sontag, a la que tuve la suerte de tratar mucho; Jane Bowles… Es un libro que retrata una vida de lector”.

- Antes comentaba que escribe todos los días un diario. ¿Piensa publicarlo?

“Lo empecé hace ahora 26 años, y reúne de momento 32 cuadernos gruesos. Comencé a escribirlos a raíz de la muerte de una persona que fue muy importante en mi vida, Juan Benet. Su fallecimiento resultó devastador porque se encontraba en plena madurez como escritor y persona. Tuve sueños en los que aparecía y un día decidí escribir esos mismos sueños. Ya me había pasado antes con la muerte de mi madre, quien se me aparecía en sueños, lo que me convenció para llevar un diario de sueños porque los sueños normalmente se esfuman así que, como los románticos alemanes, escribía mis sueños cuando me despertaba en mitad de la noche. Los diario salen de ahí, por lo sueños que tuve con Juan Benet”.

- ¿Cómo eran esos sueños?

“Algunos muy divertidos, aunque ya no escribo solo sueños y no creo que los publique en mi vida”.

- ¿Por qué?

“No lo sé. Diarios que se publiquen ahora y sean conocidos están el los de Andrés Trapiello pero los publica veinte años después y sin nombres, los personajes se reconocen por una inicial. Yo no me oculto. En esos diarios el mundo a mi alrededor y yo mismo estamos al desnudo y eso me hace impertinente. Lo que me preocupa es hasta que punto quiero que esto sea motivo de cotilleo y quede como mi legado literario ya que los diarios no están escrito como una obra de arte, sino que son sueños y reflexiones del día, anotaciones de películas que he visto, viajes, lugares…”

Vicente Molina Foix visitó Tenerife para rendir homenaje a su amigo Alfonso Delgado, fallecido a finales de enero de este mismo año. Esta relación nació “cuando éramos muy jóvenes” y se reforzó a raíz de la publicación en el diario El País de un artículo en el que “mencionaba al poeta Félix Francisco Casanova, libros que obtuve gracias a Alfonso. Pasados los años, me pidieron en Babelia que escribiera un artículo sobre la literatura maldita en España y en ese texto citaba como caso de poca obra y temprana muerte a Casanova y agradecía a Alfonso Delgado que me hubiera ayudado a conocer al poeta. Alfonso leyó el artículo y le gustó verse mencionado, lo que reinició una amistad que se sustentó en cartas y largas conversaciones telefónicas. Hace unos meses me llamó para anunciarme que tenía una novela, Queda la broza, novela que me envió creo que en noviembre del 2018 y que leí y me gustó. Lo llamé para decírselo y mantuvimos una larga conversación telefónica. Luego, llegaron las navidades y en enero de este año me comunicaron su muerte. He vuelto a leer la novela, su primera y última novela, y es de una gran calidad. Mezcla con refinamiento cultura con la viveza de los personajes, en especial los femeninos, que son extraordinarios. Es un libro que deja poso” .

Saludos, lo repite el eco, desde este lado del ordenador

El hombre vacío, una novela de Dan Simmons

Viernes, Julio 26th, 2019

Se ha escrito mucha ficción sobre la telepatía, tanto, que casi se ha convertido en un subgénero de la ciencia ficción con títulos tan notables como El hombre demolido y Mutante, de Alfred Bester y Henry Kuttner, respectivamente.

Lo interesante de El hombre vacío, una novela de Dan Simmons, es que intenta normalizar lo que se supone es una anomalía y al mismo tiempo presentar un don aparentemente extraordinario como una carga que enloquece y desgasta a quienes lo poseen. Y es que no debe ser cómodo que le asalte a uno todos los pensamientos por dispersos que fueran de las personas que se cruzan en la calle, un caos de ideas, reflexiones a los que no se puede bajar el volumen.

El protagonista de esta historia, Jeremy Bremen, es un telépata, también profesor de matemáticas que intenta dar un razonamiento a su facultad. Facultad que también tiene su esposa, víctima de un cáncer.

Dan Simmons, su autor, cuenta con una nutrida obra en sus espaldas. Ha incursionado en la novela de terror metafísico con notables resultados (Los vampiros de la mente), la de aventuras y expediciones polares con tintes tenebristas (El terror) y el policíaco (Fría revancha) con un estilo que es muy Simmons, un escritor que además de contar buenas historias es un hombre culto, leído, muchas de estas lecturas aparecen en bastantes de sus libros y en ocasiones incluso le ha servido para dedicarles bonitos homenajes como pasa con el autor de Oliver Twist en La soledad de Charles Dickens aunque si hay una serie por la que lo elogian sus seguidores, la literatura de género tiene estas cosas, seguir con lealtad el trabajo de un escritor favorito, es Hyperion, una especie de Los Cuentos de Canterbury construido como una space opera, e Ilión, en la que reinterpreta en clave de anticipación La Iliada.

El hombre vacío pertenece a una etapa intermedia de su carrera literaria, y es una novela sobresaliente porque en contra de algunos de los títulos anteriores, esta contiene las páginas suficientes (pocas, si se compara con el resto) para hacerse una idea de lo que quiere contar.

No habla solo El hombre vacío de la telepatía y de lo difícil que es tener un facultad como ésta, sino de las relaciones familiares, el amor, la ausencia, la soledad y el dolor. También de seguir adelante pese a todas las adversidades que se te pongan por delante.

Planteada como una novela de carretera, el protagonista es un hombre desubicado que en su huida por Norteamérica aprende a reconciliarse consigo mismo, narra también el proceso de concienciación que inicia para asumir sus fuerzas y debilidades con el fin de convertirse en un hombre nuevo, una persona capaz de llenar el vacío que lleva dentro.

El libro oscila con inteligente equilibrio entre lo policíaco y lo fantástico. El protagonista recorre medio país escapando de un asesino de la mafia que quiere liquidarlo porque ha sido testigo de uno de sus crímenes; en su recorrido trabaja a las órdenes de una mujer en una granja perdida en el campo. La situación que se produce en este bucólico rincón del mundo es tan tremendamente fantástico que no vale la pena revelarlo con la esperanza de que como lectores lo descubran de motu propio, pero hay más momentos cómo éste diseminados en un relato que captura y evade con trabajada imaginación.

No soy, lo admito, un aficionado a las novelas de Simmons, de hecho, había leído solo un libro suyo, Los vampiros de la mente, pero recuerdo que me había gustado más como novela corta publicada en una de aquellas antologías que invadieron el mercado en los años 80, que como novela larguísima que no termina de ubicarse.

Debo de reconocer, no obstante, que la lectura de El hombre vacío ha despertado mi interés por acercarme más a la literatura de un hombre que muchos amigos adoran con respetable fanatismo. Una novela de este calibre explica esa explosión de fe, sobre todo porque detrás de las páginas se nota que hay un escritor con alma. Uno de esos que escribe historias en función de sus personajes y nunca al contrario.

El hombre vacío es el conmovedor retrato de un hombre condenado a deambular solo pero también de un sueño que está dentro de otro sueño y de plantear con una sencilla reflexión matemática la posibilidad de que la telepatía sea real, el resultado de combinaciones de hologramas que como las olas del mar se acerca y se alejan a nosotros en función de las mareas.

Saludos, más sol, desde este lado del ordenador

Pérez Galdós planeaba iniciar la primera serie de los Episodios Nacionales con la derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife el 25 de julio de 1797

Jueves, Julio 25th, 2019

Las obras de un bloque de viviendas en el madrileño barrio de Lavapiés han revelado un legajo de papeles que, todo parece indicar, pertenecieron a Benito Pérez Galdós. Se desconoce, todavía, los motivos de porqué estaban escodidos en una de las paredes del edificio, pero la noticia del hallazgo ha conmocionado a la comunidad galdiosiana y a los aficionados a la literatura.

Poco se sabe aún de qué van estos papeles, escritos con el puño y letra del autor de Fortunata y Jacinta, pero sí se ha podido saber que se tratan de apuntes de argumentos y diseño de personajes de una futura novela con la que el escritor ensayó comenzar la primera serie de sus Episodios Nacionales que como todo el mundo sabe, o debería saber, se inicia con Trafalgar.

Al parecer y en el diseño de personajes destaca, entre otros, un tal Enrique de Araceli (no el Gabriel de Araceli de la primera serie) y la acción se desarrolla en la batalla que las tropas y milicias españolas al mando del general Antonio Gutiérrez libraron contras las fuerzas británicas a las órdenes de Horacio Nelson por la plaza de Santa Cruz de Tenerife en julio de 1797.

El descubrimiento ha provocado gran expectación entre los expertos de Galdós y suscita varias preguntas entre los aficionados a la obra del escritor:¿por qué se escondieron?, ¿quién o quiénes fueron los responsables que hicieron desaparecer estos legajos?

A la espera de que se ordene y se trancriba estos nuevos papeles de Galdós, sería interesante conocer qué argumentos planeaba el escritor desarrollar con el telón de fondo de los hechos ocurridos a finales de julio de 1797.

Si Benito Pérez Galdós hubiera finalizado esta novela –se desconoce si abandonó el proyecto o sencillamente perdió o le robaron estos bosquejos– sería la primera que el autor nacido en la capital grancanaria ambientaría en Canarias, aunque los hechos que relata no sucedieran en su isla natal sino en la de Tenerife.

Poco más podemos avanzar de este sorprendente hallazgo que ha vuelto a poner a Galdòs de actualidad, más cuando se celebra entre 2019 y 2020 el bienio galdosiano que de momento pasa con más pena que gloria aunque, afortundamente, sí que existe una novela que se preocupa por revela el germen del talento del escritor, así como por mostrar su lado más humano en El gran amor de Galdós, de Santiago Gil.

Saludos, casi rodo lo escrito es mentira, desde este lado del ordenador

Francisco Estupiñán presenta en la Económica la novela El águila de San Juan

Miércoles, Julio 24th, 2019

La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT) acoge el jueves, 25 de julio, la presentación del libro El águila de San Juan, de Francisco Estupiñán. Será a partir de las 19 horas en la sede de la Económica y la entrada es libre.

El protagonista del libro es el marino y masón Gerardo Martel, cuya aventura comienza el 18 de julio de 1936, día del alzamiento militar, cuando, encontrándose en Las Palmas de Gran Canaria, ayuda, por casualidad, a poner a salvo y fuera del territorio español a Carmen Polo y su hija. A partir de ahí, se suceden una serie de acontecimientos que desembocan en su rol como hombre de confianza del ministro Blas Pérez durante la posguerra, posición que aprovechó para colaborar con la masonería inglesa, contribuyendo a que los británicos conociesen detalles del encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya.

Saludos, no se lo pierdan, desde este lado del ordenador