Archive for Julio, 2019

El águila de San Juan, una novela de Francisco Estupiñán

Martes, Julio 23rd, 2019

Se conoce poco de los planes de ataque e invasión a Canarias de Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial en respuesta a una eventual ocupación de las tropas de la Alemania nazi al peñón de Gibraltar. Sobre este oscuro asunto trata la nueva novela del escritor y periodista Francisco Estupiñán Bethencourt, El águila de San Juan (ediciones Aguere/Idea), obra en la que también se narra con notable pulso el inicio de la Guerra Civil en Gran Canaria, la postguerra y la persecución de los masones en España en tiempos tan aciagos.

Para tratar estos acontecimientos que cambiaron la faz de Europa el escritor presenta a su personaje protagonista, Gerardo Martel, quien además de masón es marino, y a través de él explicar las contradicciones de un país a punto de desangrarse en una cruel contienda entre hermanos. Finalizada la guerra, Martel asiste en España a otra guerra, esta vez medianamente fría. Se trata de las luchas intestinas entre los partidarios del gobierno de Franco a la Alemania nazi frente a los que estaban del lado de los aliados.

La masonería es también un elemento fundamental en esta crónica de unos años que conmovieron al mundo y se destaca el papel que jugó España en aquel enloquecido escenario internacional.

Al margen, la novela puede leerse también como un entretenido relato de espías que en algunos momentos adquiere cierto alcance a lo Eric Ambler más que como una novela histórica aunque los hechos que en ella se desarrollan están inspirados en la realidad.

Llama la atención el trabajo de documentación que ha realizado el autor y se agradece la distancia con la que observa el protagonista los momentos históricos que le tocan vivir. Huye de maniqueísmos, no hay buenos ni malos en esta novela salvo la mirada cada vez más alucinada de un hombre de orden ante los acontecimientos que le han tocado vivir desde primera fila.

Se puede decir sin temor a equivocación que Gerardo Martel forma parte de esa España que en los años treinta no estuvo ni con un lado ni con el otro, contradicciones que alimentan el carácter de su protagonista quien además de servir en la marina franquista y más tarde como traductor a las órdenes de la España nacional, sus ideas siguen siendo las de un humanista, un hombre libre y con buenas costumbres que busca su acomodo en un país que cada vez le gusta menos.

Entre los grandes momentos de la Historia que recoge la novela se encuentra el traslado de Carmen Polo y su hija cuando el general Franco abandona Canarias rumbo a Marruecos a bordo del Dragon Rapide; la entrevista que sostuvo Franco con el actor Leslie Howard en Madrid los primeros años de la II Guerra Mundial con el objetivo de que Gran Bretaña tuviera una idea de cuál podría ser la posición de España en la II Guerra Mundial, así como las relaciones que el protagonista tiene con personajes reales de aquellos días como el entorno canario que rodeó a Franco y entre los que destacaron Blas Pérez, de quien Martel se convierte en uno de sus hombres de confianza; Rafael Díaz Llanos y José Aguiar, entre otros.

Novela política más que histórica, como subraya el escritor, El águila de San Juan se lee de un tirón por varias razones. La primera es la originalidad del tema que trata, la hazaña de desempolvar un pedazo de la biografía de Canarias utilizando para ello las herramientas de la novela, canalizando el curso de la Historia a través de la mirada de su protagonista. Un hombre que pertenece a eso que ya se conoce como la tercera España, es decir, la que no estaba ni con la II República (no es eso, no es eso, diría José Ortega y Gasset) ni con el nacional. Gerardo Martel es un marino que está del lado, en todo caso, de los hombres y mujeres que son víctimas de un enfrentamiento que degenerará en un conflicto que le costó a España casi un millón de muertos y del que todavía –ochenta años después– no se ha recuperado. Es como si el país arrastrara como un lastre esas secuelas, muchas de ellas con forma de heridas que aún permanecen abiertas.

En la novela el lector podrá sentir el miedo que siente Martel a que descubran su pasado masón, más cuando trabaja para el bando nacional en Burgos, donde realiza tareas desde un despacho mientras España entera desaparece entre las llamas de la guerra. El hecho que sea masón explica, por otro lado, la dignidad que apuntala al personaje a medida que se desarrolla el relato.

Un relato que está construido como una novela iniciática en la que su protagonista vive primero con miedo que alguien revele su condición de masón en un Régimen que los persigue con independencia de su criterio ideológico.

Escrita sin artificios, El águila de San Juan narra muchas de las cosas que han labrado esa piedra imperfecta que es España y por extensión Canarias, aunque el escritor no pierde de vista en ese fresco que es la Historia las aventuras y desventuras que vive su protagonista, acosado y con miedo, aunque a medida que avanzan las páginas aprende a desprenderse de estas adversidades.
Francisco Estupiñán cuenta de momento con tres novelas en las que Canarias adquiere especial protagonismo. Explicó el siglo XVI en El corsario de Lanzarote y Negro Juan. Con El águila de San Juan da el salto al siglo XX y refuerza su personal mirada narrativa.

Saludos, sol, desde este lado del ordenador

José Ovejero: “No me considero un escritor disciplinado, soy un escritor obsesivo”

Lunes, Julio 22nd, 2019

Autor de novelas como Las vidas ajenas, La comedia salvaje y La invención del amor, entre otras; varios libros de poemas y recopilatorios de relatos, viajes, teatro y ensayo, José Ovejero (Madrid, 1958) estuvo a principios de julio en Tenerife para impartir un taller en la sede de la Escuela Literaria en La Laguna, donde transmitió a los alumnos algunas de las herramientas (desarrollo de personajes, diálogos, creación de atmósferas) que forman parte de su trabajo como escritor.

- ¿El escritor nace o se hace?

“Es una pregunta difícil de contestar porque España no cuenta con una tradición de talleres literarios por los que se miran con cierta distancia al mantenerse la idea de que el talento es natural. En otros países no, en Norteamérica hay grados universitarios de escritura creativa así que lo de ser mejor escritor haya estado en un taller o no, no tiene respuesta. En mi caso, entiendo el taller literario como un vehículo que llama la atención a los que participan de una serie de herramientas para que escriban mejor”.

– ¿José Ovejero fue alumno de un taller literario?

“No existían cuando empecé a escribir pero creo que mis primeros trabajos literarios habrían resultado mejores si hubiera estado en un taller”.

- ¿Cómo ha planteado el curso que dirige en Tenerife?

“Se hace primero una introducción general, ¿para qué sirve la literatura?, para qué sirve si sirve de algo, después hablamos de la creación de personajes y de qué hacer cuándo tenemos problemas para crearlos o cuando resultan planos y no evolucionan. Explico también la importancia de los diálogos, cómo deben fluir y que resulten verosímiles, que haya tensión en ellos y termino con una novela mía, La seducción, que analizamos para detectar el uso de esas herramientas y los posibles aciertos y defectos de la obra”.

- ¿A qué presta más atención en sus libros?

“Para mi los personajes son muy importantes porque normalmente escribo a partir de una escena. Me imagino algo y ese algo está relacionado con una situación de tensión. Una cosa que me interesa mucho, mucho más que las tramas, es la creación de atmósferas, muy importante para un cuento, no tanto para una novela. Construir atmósferas para que el lector se meta en el relato. Y si funciona lo demás encaja con más facilidad”.

- ¿Le gusta la literatura de género?

“La buena literatura de género es tan buena como la que no lo es. El problema de la de género es su fuerte poder de atracción hacia el cliché: el detective alcohólico, la mujer fatal, el banquero malvado si se trata de la policíaca. La literatura de género no es mala, lo que es malo es el uso que se hace de sus clichés”.

-¿Cree que el escritor necesita disciplina para escribir?

“Creo que depende de cada uno. Raymond Chandler decía que sin estar inspirado no era posible escribir buena literatura. En mi caso, no me considero un escritor disciplinado sino más bien obsesivo. Necesito escribir”.

- ¿Qué temas cree que son constantes en su literatura?

“He ido cambiando en mi literatura aunque probablemente tenga una serie de constantes. Al inicio el tema del viaje era muy frecuente, me pasé 35 años de mi vida fuera de España, pero ahora ha desaparecido. Lo que queda es una preocupación por las relaciones personales pero siempre mezcladas con las sociales ya que no puedo ver a mis personajes fuera de la sociedad. También mantengo una preocupación por la violencia, la violencia en las relaciones personales, sociales y políticas que no tiene que ver con la de una guerra convencional sino con la cotidiana, la de todos los días”.

- ¿España es violenta?

“No más que otros países. Cuando escribí La ética de la crueldad me planteé si España era uno de los países más crueles del mundo por los toros, las fiestas en las que tiran a un animal desde lo alto de un campanario… pero luego pensé que todos los países tienen su violencia aunque lo que diferencia a España del resto es el uso de la crueldad en el arte. La crueldad pertenece al eje central de nuestro arte, no es algo marginal. Ahí están Goya, Buñuel, El Lazarillo, El Quijote”.

- Algunos dicen que solo son crueles los débiles.
“No estoy seguro de eso. En todos nosotros hay una forma de debilidad que lidia todos los días con una crueldad que emana y que ejercen distintos tipos de poder”.

- ¿Es un escritor que improvisa?

“Me dejo llevar por la improvisación porque hace mucho tiempo me di cuenta que la improvisación incluye una parte de conocimiento no consciente que está ahí. Empiezo las novelas y los cuentos casi siempre sin tener la menor idea de lo que va a suceder. Hay una escena que me llama la atención y trabajo sobre esa escena que me sugiere otra y otra, lo que me permite aprovechar al máximo la capacidad de libre asociación. Luego hay un momento en el que me detengo y empiezo a estructurar cómo podría ser el final y lo impongo a todo eso que ha surgido”.

– ¿No tiene bloqueos?

“A veces el bloqueo no es culpa del material sino del autor. He dejado novelas porque me di cuenta que habían dejado de interesarme y hay otras con las que me atasqué pero siguieron interesándome. Esas las dejo a un lado y vuelvo a ellas tiempo después. Me pasó con Las vidas ajenas, no sabía cómo escribirla pero pasaron dos años y al regresar a ella encontré el error, me parecía demasiado a una novela histórica, así que traje todo al presente”.

- ¿Y la ambientaba?

“Comenzaba en el presente pero narraba la histórica explotación de recursos naturales que hubo en el Congo, una historia que ya estaba escrita y mucho mejor de lo que pudiera hacerlo yo. La deseché pero busqué otras ideas y cuando aparecieron aquello comenzó a tomar otra forma y a funcionar”.

- Dicen que en España cada vez hay menos lectores.

“Ese es un prejuicio que no es verdad porque en España hay cada vez más lectores”.

- Pero cierran las librerías.

“Cierran librerías porque España tiene una densidad de librerías superior a la de Alemania y Francia. Y luego está Amazon. Por mucho que crezcan lectores, Amazon se apropiará de ellos. Uno de los consejos que doy en uno de mis artículos para apoyar a los libreros es que dejen de comprar en Amazon”.

– Es feroz con la literatura basura. ¿Qué es literatura basura para usted?

“Es difícil de defender lo que entiendo por buena literatura porque parece elitista. Tengo, no obstante, un criterio relativamente sencillo con su zona gris. Para mi la buena literatura es la que muestra la complejidad del mundo mientras que la mala es la que lo simplifica todo. No niego que la mala literatura pueda entretener pero no aporta demasiado a los lectores. La que se preocupa por contar la complejidad del mundo esa es para mi la buena literatura”.

- ¿Qué libros recomienda en el taller?

“El gran cuaderno, de Agota Kristof ; El niño que robó el caballo de Atila, de Iván Repila y La perra, de Pilar Quintana. Se tratan de libros complejos, que hacen pensar y al mismo tiempo proporcionan placer. Un placer estético, de imágenes que plasman atmósferas,de interés por la trama ¿para qué sirve la literatura? Sirve para esto”.

- ¿Los españoles son buenos lectores?

“Por desgracia hay demasiados lectores en España que se conforman con la mala literatura que decía antes. Esa literatura que no exige nada, que no te aporta gran cosa. Y muchos son los lectores que se conforman demasiado deprisa, no han descubierto el placer de una novela con cierta complejidad”.

- Es autor del ensayo Escritores delincuentes.

“Al principio iba a ser un artículo sobre escritores que habían estado en la cárcel por delitos comunes pero a medida que fui investigando me di cuenta que casi todos ellos hablaban en sus libros de la culpa, la justicia, la procedencia de una zona de la sociedad desfavorecida; la violencia. Y me puse a buscar y leer y descubrí que todos esos escritores tenían rasgos comunes. Todos los escritores violentos tuvieron una infancia violenta. Me interesaba mucho descubrir cómo habían plasmado en su literatura esas vidas difíciles”.

- ¿Es España un país que trate mal a sus escritores?

“En Hispanoamérica, donde voy mucho, el escritor tiene un prestigio que ya no tiene en Europa. Como intelectual se confía más en él o en ella. Hay otro interés, otra curiosidad. Cuando estoy allí parece más importante lo que hago que aquí”.

- Vida y ficción es un documental que dirige con Edurne Portela.

“Nace a raíz de una impresión, la impresión de que en España la cultura y la literatura cuentan cada vez menos. Si contamos el espacio asignado a Cultura en los periódicos de hoy con el que se le dedicaba en el pasado el número de páginas se ha reducido drásticamente. Hay periódicos que mantienen Cultura como Espectáculos, muchas revistas literarias han cerrado. Estamos en un mundo donde la Cultura vale cada vez menos pero ahí seguimos, escribiendo. Hay jóvenes que escriben y veteranos que no publican pero escriben, lo que nos lleva a preguntar ¿por qué seguimos escribiendo? ¿Y leyendo? El documental sale de esas premisas, decidimos hacerlo así y no como libro porque queríamos entrevistar a los escritores sin avisarles y en un escenario particular para conversar sobre su literatura. Por ejemplo, a Antonio Orejudo se la hicimos en el desierto de Tabernas y a Marta Sanz en su casa”.

- ¿Cómo encuentra el actual nivel literario español?
“Me parece que está bien, mucho mejor que hace quince años. Ahora han surgido cosas nuevas, voces muy interesantes que están haciendo una literatura más atrevida. Hace quince años me preguntan lo mismo y hubiera respondido que el nivel medio estaba bien pero sin entusiasmarme, lo que no me pasa ahora”.

- ¿ Y que libro de José Ovejero recomendaría José Ovejero?

“Ahora estoy entusiasmado con Insurrección, novela que publica Galaxia Gutenberg en septiembre. En cuanto a libro de relatos, Mundo extraño”.

PIE DE FOTOs:

1.-
Imagen tomada de Zendalibros.

2.-
El escritor madrileño José Ovejero impartió del 1 a 5 de julio en la sede de La Escuela Literaria un taller de novela en el que enseñó algunas de las herramientas que utiliza cuando escribe. En la imagen, y al fondo con camisa oscura, el escritor rodeado por los alumnos y la directora de la Escuela Literaria, Antonia Molinero. José Ovejero es autor de novelas como Las vidas ajenas y ha escrito varios libros de poemas y recopilatorios de relatos, viajes, teatro y ensayo. Durante 25 años vivió en varios países de Europa aunque hoy reside en Madrid. FIRMA FOTO: Miguel Ángel Roldán

Saludos, otras miradas, desde este lado del ordenador

Novelas sobre la Guerra (in)Civil en Canarias

Jueves, Julio 18th, 2019

NOTA: Este artículo actualiza el que titulamos en su día (6-VIII-2016) Novela y memoria sobre la Guerra (in)Civil en Canarias, ya que desde ese entonces se han publicado otras novelas y antologías de cuentos relacionados con este asunto. En este aspecto y salvo las aportaciones que hacemos, el texto se mantiene prácticamente igual al original.

Canarias cuenta con una interesante producción literaria sobre la Guerra Civil en la que se mezcla ficción y memoria a partes iguales. Estas líneas solo pretenden orientar al lector sobre algunos títulos que considero, a mi juicio, recomendables para hacerse una idea de lo que podríamos llamar “nuestra peculiar literatura sobre aquel conflicto”, siendo conscientes que nos dejamos muchas obras en el tintero.

Se trata pues de un artículo que no nace con vocación investigadora ni de análisis, sino como guía de una serie de volúmenes que merecen ser recuperados por todos aquellos que estén interesados en conocer cómo desde los territorios de la imaginación y también del testimonio se nos ha contado con mejor o peor fortuna el drama de la Guerra Civil a este lado del Atlántico.

Para quien les escribe si hay tres títulos claves sobre este oscuro periodo de nuestra historia son El barranco, La prisión de Fyffes y Luchar por algo digno, de Nivaria Tejera, José Antonio Rial y Pedro Víctor Debrigode, respectivamente. No puedo olvidar Sima Jinámar del periodista y escritor José Luis Morales, entre otros.

El barranco de Nivaria Tejera es un emotivo y desolador relato a medio camino entre la ficción y la memoria. La acción se desarrolla en La Laguna a principios del alzamiento y está contada a través de los ojos de una niña que asiste a la detención de su padre por ser afín a la II República, lo que supone una fractura para su infancia así como para la familia.

El barranco es para el especialista Claude Couffon la primera novela en español sobre la Guerra Civil, una reflexión muy discutible ya que se publicó antes en francés (Lettres Nouvelles, 1958) que en castellano.

El exilio interior es una de las grandes constantes en la producción literaria de su autora. Mujer que tras abandonar las islas con su familia recaló en Cuba, donde abrazó en su juventud los principios de la revolución cubana liderada por Fidel Castro hasta que ésta se escoró –ya sin máscaras– hacia el socialismo.

En una entrevista que mantuvo con el autor de este artículo (1) Nivaria Tejera reveló que una de las causas que la motivaron a escribir El barranco fue “la necesidad de despejar ese mundo interior que está tan intrincado en mi personalidad. Sentía, además, la poesía que podía extraer de todo aquello. Mi intelecto ya estaba establecido y me pareció que era un elemento de trabajo intenso para que comenzara a escribir.”

Y añadía: “Afortunadamente nunca perdemos la infancia. Lo que sí me costó fue llevarla a una posible lectura, a una escritura, a un estilo porque ya entonces quería crear un estilo agarrándome a esa terrible memoria infantil.”

La prisión de Fyffes de José Antonio Rial narra el encarcelamiento del autor en la improvisada cárcel que antaño había sido empaquetadora de plátanos y que se encontraba en aquel entonces a las afueras de la capital tinerfeña.

Novela testimonio y de ambiente carcelario, Rial escribe que mientras estuvo preso en Fyffes fue como “vivir en una cloaca” ya que los presos republicanos estaban hacinados y sobre todos ellos pendía la sombra de la muerte. En esta improvisada cárcel, el poeta Domingo López Torres escribiría el poemario Lo imprevisto, que fue sacado clandestinamente días antes de que hicieran desaparecer al poeta.

José Antonio Rial (San Fernando, Cádiz, 1911-Caracas, Venezuela, 2009) se exilió a Venezuela donde continuó escribiendo y colaborando en distintos medios de comunicación de ese país. Algunos de sus libros son Venezuela Imán, Reverón, Jezabel, Segundo naufragio, Tiempo de espera y Las nereidas del faro.

Admirado por numerosos lectores aficionados a la novela de capa y espada de a peseta, Pedro Víctor Debrigode emplea también la ficción y la memoria en su antológica Luchar por algo digno. Obra que consta de dos partes, el primer volumen se desarrolla prácticamente en Tenerife donde el estallido de la Guerra Civil coge al protagonista mientras cumple servicio militar.

Las descripciones más estremecedoras del libro son las que se desarrollan en los barcos prisión anclados en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y en los que el protagonista cumple con la ordenanzas militares mientras contempla como día sí, día no, muchos de los cautivos salen en pequeñas embarcaciones a alta mar para no regresar jamás.

Escrita sin florituras estilísticas, Luchar por algo digno (la segunda parte se titula El espía inocente) se trata a mi juicio de la mejor novela escrita hasta la fecha sobre la Guerra Civil en Canarias. Quizá porque se trata de la historia de un hombre que sin ideologías solo quiso vivir y que lo dejaran en paz.

Otro de los títulos más conocidos sobre aquella contienda fratricida escritos en y desde Canarias es Sima Jinámar, de José Luis Morales.

Según explicó el autor en una entrevista publicada en el diario El País, la novela la comenzó a escribir en la cárcel por dos razones: “la primera, que allí tenía tiempo. Y luego, que en aquella ocasión la novela actuaba como salida y reflexión en un momento de crisis ideológica que yo sufría, era 1969, con toda la universidad española. Intentaba, por un lado, hablar de esa realidad que para mí era tan cercana, la de las islas, y por otro, dar a todo esto universalidad, romper el localismo. Porque, al final, los problemas no son exactamente locales, ¿no? Entonces ensayé con el lenguaje canario, rural y con sus ritmos. Te llamará la atención que hay mucha redundancia, que para mí es dialéctica. Y para romper el realismo elemental aparecían algunos personajes atemporales, míticos, que rompen el tiempo y universalizan la ficción.”

La novela, reeditada en 2015 por Turpin Editores, recopila una serie de atrocidades de las que se habla aún en susurros en Gran Canaria.

Según Domingo Martín en su interesante blog Noticias de Agüimes, Sima Jinámar es el relato de un hombre al que “el sistema va engullendo. Y, aunque una de las habilidades de Morales es la de inventar topónimos (Anuwania, las Siete Mil Islas o Banicado son algunos nombres), a esta Sima le respetó el nombre original para que no quedara duda. Los setenta metros de profundidad de este tubo volcánico sirvieron de tumba para disidentes durante la dictadura julita, en la que transcurre la trama de la novela. Con tanto cadáver gritando historias, ‘intentaron dinamitarla después de la guerra, pero entonces la abrieron más’, recuerda José Luis Morales. ‘Es imposible dinamitar algo que es como una catedral de grande’”.

La Guerra Civil también ha producido otras novelas como La infinita guerra, de Luis León Barreto, y ha servido de inspiración para moldear el carácter de algunos de los protagonistas de sus historias en distintos escritores de la que ya se conoce como Generación 21 como son Víctor Álamo de la Rosa (El año se la seca, Campiro que y Terramores); Al sueño polar de golondrinas, de Álvaro Marcos Arvelo y Los días de Mercurio. La iniquinidad II y Los milagros prohibidos de Alexis Ravelo.

Álamo de la Rosa se basó en un conocido político herreño, Manuel Hernández Quintero, para su Manuel el huido de Terramores. El año de la seca se ambienta en el periodo de postguerra en el territorio mítico de Isla Menor (El Hierro) mientra que en Campiro que da noticias de todas aquellas personas que al estallar la guerra buscaron refugio en cuevas y tubos volcánicos para no convertirse en víctimas de la represión militar.

Álvaro Marcos Arvelo parte de la fuga que emprendió el poeta gomero Pedro García Cabrera junto a otros presos políticos desde el campo de prisioneros de Villa Cisneros a Dakar, Senegal, en 1937, en Al sueño polar de golondrinas, una novela que discurre en dos tiempos, los años 30 y los actuales cuando llega un barco chatarra a Puerto Santo, universo imaginario del escritor y cuyo reflejo podría ser Tenerife y en cuyas oscuras bodegas viajan 152 inmigrantes subsaharianos.

En el otro extremo de la balanza se sitúa Alexis Ravelo, quien se despoja de la influencia de su investigador, el marino retirado Eladio Monroy para narrar en clave muy negra una historia de venganza en la mejor tradición del género en Los días de Mercurio. La iniquinidad II, en la que su protagonista, un hombre del bando de los derrotados descubre un secreto bien guardado por parte de uno del bando vencedor. Ravelo insistiría en la Guerra Civil en Los milagros prohibidos, novela en la que narra la que se conoció como Semana Roja en La Palma, única isla que permaneció leal a la II República esos das hasta la entrada de las tropas rebeldes y la huida de los “rojos”, los enemigos del nuevo régimen, al monte y a la costa. Javier Hernández Velázquez retoma el pasado cainita que supuso el conflicto en El fondo de los charcos e insiste en el mismo, aunque en sus páginas finales, en Baraka.

La Guerra Civil y la represión en Canarias mueve, por otro lado, la acción de La lista, de Juan Bosco, quien no se arruga en señalar con el dedo quienes fueron los asesinos y sus víctimas en La Orotava durante aquellos años. Juan Ignacio Royo Iranzo propone algo parecido, aunque en Santa Cruz de Tenerife en su interesante El fulgor del barranco. La capital tinerfeña en aquel tórrido verano de 1936 también es la protagonista de La maleta y el obelisco, de Andrés Servando Llopis

Otras obras a destacar son Mientras maduran las naranjas, de Cecilia Domínguez Luis, novela que recupera la memoria de la Guerra Civil en las islas a través de los recuerdos de Sara, una adolescente que vive el golpe de estado cuando tiene solo diez años y novela que cuenta con una primera parte, Y tú serás el río; La fiesta de los infiernos, de Juan José Delgado, que ofrece una visión sobre aquellos años escrita desde el esperpento y, de manera tangencial, El árbol del bien y del mal de Juan José Armas Marcelo, novela que junto a Las naves quemadas le sirvió para fundar su imaginario universo de Salbago.

Luis León Barreto recurrirá también a la isla-símbolo, en su caso Tamarán, para La infinita guerra, en la que profundiza en las imbricadas raíces que tejió el poder para justificar la represión a la que sometieron a la población de las Islas nada más declararse la Guerra Civil mientras que el periodista y escritor grancanario Alfonso O’Shanahan es autor de Solsticio de verano, una novela de espías ambientada en la segunda mitad de los años treinta en Canarias que ha sabido envejecer con el paso del tiempo. 

A caballo entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria se desarrolla en las postrimerías de la Guerra Civil Inmerso en la duda, de Agustín Quevedo Martín; Francisco Estupiñán aborda también aquel conflicto y la posición de la España franquista durante la II Guerra Mundial en El águila de San Juan mientras Eugenio Suárez Galván narra en Balada de la guerra hermosa la historia de dos canarios enrolados como soldados del ejército nacional en los campos de batalla que destrozan las tierras de la España peninsular.

Por otro lado, Agustín Carlos Barruz se preocupa en reflejar la represión y sus secuelas en Memoria de una isla sin memoria, que trascurre en Sacura, anagrama de Arucas, Gran Canaria mientras que la escritora Elia Barceló desarrolla la primera parte de El color del silencio en julio de 1936 en Canarias y Alberto Vázquez Figueroa retrata la feroz represión de los rebeldes en las islas en su novela Bajamar.

También son de destacar El faro y la noche, de Selena Millares, en la que se cuenta el hallazgo las memorias de un oscuro poeta y profesor represaliado tras la guerra civil española

Otros títulos que pueden sumarse a esta relación son Episodios de la Guerra Civil y otros relatos, de Francisco Rodríguez Medina, autor también de El paseo de la muerte; Pedro Padilla Quintana y su En el azul y muy tangencialmente Jonathan Allen en la iniciática El conocimiento.

Novelas sobre los primeros años de la postguerra son Los amores perdidos, de Miguel de León y Guad, de Alfonso García-Ramos, sin olvidar La isla y los demonios, de Carmen Laforet y que transcurre en la capital grancanaria en los años 40.

En cuanto a recuerdos, destacaría Añoranzas prisioneras, del anarquista Antonio Rodríguez Bethencourt, libro en el que narra las aventuras de su compañero de presidio Antonio Tejera Afonso Antoñé; Memorias de un hijo del siglo, del socialista Juan Rodríguez Doreste; Once cárceles y un destierro, de Diógenes Díaz Cabrera; …Empieza a amanecer, de Constantino Aznar de Aceved; Tránsito, de Elba García, memorias sobre el escultor y empresario Bernardino García; Sin rencor. Memorias de un republicano, de Mauro Martín Peña; Semilla de memoria, de Francisco González Tejera; Cecilio Segura, alcalde y maestro replesaliado en la Guerra Civil, de Francisco Suárez Moreno y La luz infinita, de Amílcar Morera Bravo, título en el que este escritor y médico natural de La Palma incluye varios relatos sobre su experiencia como sanitario del ejército nacional en diferentes frentes de la península.

También de un palmero es Con los parias de la tierra, memorias de quien fuera fundador de las Juventudes Comunistas de La Palma y destacado dirigente político durante la II República, Florisel Mendoza.

(1) El Perseguidor (Diario de Avisos), número 23. Entrevista con Nivaria Tejera, “Ya no me siento exiliada en ninguna parte“.

FOTOS

1) Francisco Franco desfila junto al alcalde republicano José Carlos Schwartz y el gobernador civil Manuel Vázquez Moro

2) Almuerzo de los militares golpistas en La Esperanza (Tenerife), dìas antes del golpe de Estado

3) Presos republicanos hacinados en el Lazareto de Gando

Saludos, sí, tal dìa como hoy…, desde este lado del ordenador

¿Nombre? Pedro Perdomo Azopardo

Miércoles, Julio 17th, 2019

Eliseo Izquierdo lo recuerda en Periodistas Canarios, y poco o nada es la información que he podido recabar de un puñado de compañeros que ni siquiera, comentaron algunos, conocían ni de nombre a este periodista y escritor que merece ocupar otro espacio no solo en el maltrecho universo de la prensa canaria sino en el literario que se cocina a este lado siempre agitado del Atlántico.

¿Nombre? Pedro Perdomo Azopardo, de quien he leído hasta la fecha dos libros que rompen la regla de lo que se escribe en este archipiélago abandonado de la mano de los dioses, y en el que su autor propone una mirada muy personal –de ahí que apenas sus obras hayan sufrido el arañazo del tiempo– a la literatura de viajes.

Estas narraciones, hoy muy difíciles de encontrar salvo si se buscan en librerías de ocasión o rastros donde los libros se queman al sol, llevan por título Mussolini. Análisis de un dictador y La vida golfa de Don Quijote y Sancho.

En el primero de los volúmenes, Pedro Perdomo Azopardo escribe un periplo en el que mezcla lo histórico con el paisaje tras las huellas del dictador italiano.

El punto de partida, que para unos puede parecer estrafalario, se convierte pronto en un turístico viaje por Italia para visitar los lugares en los que Benito Mussolini marcó los pasos de su destino y muestra, de paso, como la sombra del primer camisa negra sigue estando presente de una u otra forma en el país de la bota.

El itinerario se refuerza con una serie de reflexiones sobre la fascinación que ejerce el poder y rastrea la huella mussoliniana por Italia, un país en constante transformación a finales de los ochenta, años en los que Perdomo Azopardo realizó el viaje, organizó sus notas y terminó escribiendo esta rareza, este insólito recorrido por los espacios en los que se forjó como político el Duce.

El libro comienza su andadura en la Piazzale Loreto, Milán, plaza en la que acabaría colgado Mussolini, su amante, Clareta Petacci, y otros jerarcas fascistas en abril de 1945. Entonces, escribe Azopardo, no había plaza sino una estación de servicios. Hoy, en un pequeño jardín, se recuerda que en ese mismo lugar, meses antes los fascistas habían ajusticiado a un grupo de patriotas partisanos.

Pedro Perdomo Azopardo visita también el lugar en el que estuvo cautivo Mussolini antes de su ejecución, ya cadáver sería trasladado a Milán donde sería objeto del escarnio público.

El libro está estructurado en diferentes apartados, algunos, sobre todo los primeros, se escoran más hacia lo histórico mientras que los de la mitad y finales reflexionan sobre la permanencia del fascismo no solo en la sociedad italiana y muestra con notables descripciones, fotografías convertidas en palabras, distintos paisajes que marcaron la vida y la obra del Duce.

Sin embargo, y a título personal, destacaría de este libro escrito sin apasionamiento y vocación de no zozobrar en el maniqueísmo, buenos y malos hay en todas partes, la frustrada entrevista que el periodista y escritor grancanario pretende mantener con donna Raquelle, la viuda de Benito Mussolini, en su Villa Carpena. En este segmento, el hombre ya no juzga la Historia sino que aspira a estar frente a frente con ella. El empeño, sin embargo, no llegará a buen puerto por la edad de la mujer, le dice la pequeña corte que rodea a la que fue la primera dama del régimen fascista. Respuesta que asume con resignación y casi diría con alivio el periodista ahora convertido en escritor. Es la primera gran derrota de su largo y entretenidísimo periplo por una Italia en cuyas catacumbas se sigue rindiendo culto al dictador.

Pedro Perdomo Azopardo comenzó su carrera profesional en el Diario de Las Palmas, donde trabajó hasta 1977. Es autor además de los dos libros citados, de Italia roja y negra, lo que pone de manifiesto el interés que sentía por este país al que intentó comprender con las armas que emplea el periodista.

El humor, un humor en ocasiones cruel como la vida misma, inunda las páginas de la novela viajera La vida golfa de Don Quijote y Sancho, en la que actualiza a la universalmente conocida pareja cervantina en una obra donde el caballero de la triste figura no combate, curiosamente, contra molinos de viento sino una sociedad que pierde como quien no quiere la cosa muchos valores heredados del pasado.

No tiene el atractivo histórico de Mussolini. Análisis de un dictador, pero muchas de sus páginas conservan una frescura que no hace demasiado titánica su lectura.

La novela se desarrolla en Madrid en los años setenta y si bien su protagonista se llama don José, o don Pepe, se le conoce en el barrio como el Quijotes, así, con ese. Es el dueño de una tienda de comestibles en los alrededores de la plaza de toros de Las Ventas, y lo ayuda en los quehaeceres un empleado de raza gitana que se llama Sancho. Aparecen, además, otros personajes de la inmortal novela de Cervantes como Sinforosa (Dulcinea), una vecina de Vallecas y Rocinante, una motocicleta que compró en un cementerio de automóviles de Carabanchel.

El libro traduce con cierta originalidad muchos de los momentos más conocidos y celebrados del Quijote original a los tiempos en los que se desarrolla esta nueva versión, aunque afortunadamente Pedro Perdomo Azopardo no insiste mucho en el asunto porque sabe, es consciente, que resulta imposible imitar la genialidad del maestro. Con todo, y una vez que se olvida de parodiar la obra que nació aparentemente como una parodia y sátira de los libros de caballería, La vida golfa de Don Quijote y Sancho se deja leer con una sonrisa. Es decir, que se trata de un libro escrito con muchas ganas de cachondeo y con ánimo, muy tímido es verdad, de desacralizar al clásico cervantino. No hay voluntad, en todo caso, de hacer mal alguno sino de utilizar una obra de referencia de nuestra literatura para contar con cierta mirada ácida la realidad de su tiempo. Un tiempo, se recuerda, que son los años setenta del pasado siglo.

La edición que tengo está firmada por el autor a un amigo. La data, leo o mejor traduzco, en 1977. El libro cuenta con la biografía más extensa a la que he tenido acceso hasta la fecha de su autor. Por ella me entero que Todo el bronco sabor de la existencia fue una novela inédita que resultó finalista al premio Menorca, que se llevó finalmente Carmen Laforet por La mujer nueva y en el que participaron también escritores cuya carrera ya estaba consolidada como Tomás Salvador, Mercedes Ballesteros y Francisco Alemán Sáinz.

Con todo, y como se dijo al principio, la obra literaria de Pedro Perdomo Azopardo continúa olvidada. Y eso que apenas escribió tres o cuatro libros a lo largo de una vida en la que estuvo condenado a la máquina de escribir para contar historias de su tiempo bajo la forma de noticias.

Un amigo, periodista también, me dijo en cierta ocasión que tenía alguna referencia del personaje que ocupa estas líneas pero apenas tenía nada que ver con las que me ofreció otro que, incluso, llegó a decirme que había hablado personalmente con él. Al final no hice caso a ninguna de las versiones por lo que Pedro Perdomo Azopardo ha quedado diluido en mi fantasía, fantasía en la que solo toma cuerpo como autor de un original libro de viajes, Mussolini. Análisis de un dictador, y de una novela viajera en la que humor y sátira se dan la mano con oficio.

Saludos, ay mi cabeza, desde este lado del ordenador

Manuel Hernández: “Miguel Cabral fue el mayor enemigo de la Junta Suprema de Canarias”

Lunes, Julio 15th, 2019

El escenario es el siguiente, Canarias, primera mitad del sigo XIX. El franciscano Miguel Cabral de Noroña se convierte “en el mayor enemigo de la Junta Suprema de Canarias” que se constituye tras conocerse la invasión de la península ibérica por las tropas de Napoleón Bonaparte. Este y otros hechos realizados por Cabral, un personaje que parece sacado de una producción de Hollywood, centra la atención del catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández González, quien evoca su figura en un libro y recopila muchos de sus textos en otro que obliga a observar la Historia de Canarias con otros ojos.

- ¿Cómo llega a Miguel Cabral de Noroña?, ¿qué destacaría de este personaje?

“Llega al Puerto de la Cruz en 1789 huyendo de una persecución por unos versos satíricos contra un carmelita portugués. Se establece como franciscano en el convento de esa localidad. Formado en Coimbra, de una vasta erudición, constituye el prototipo del clérigo liberal, abierto a las nuevas ideas, que rechaza los límites estrechos de la disciplina de su orden y quiere convertirse en un clérigo secular, sin esas trabas y sujeción, con rentas que le permitan vivir y con una vocación a emplear la pluma en los problemas diarios de una sociedad en ebullición como es la que le tocó vivir, entre la ilustración y el liberalismo. Esa habilidad, sus textos satíricos, lo convertían en un peligro público para el orden instituido como pudo comprobar el marqués de Villanueva del Prado y la Junta Suprema de Canarias y el embajador español en los Estados Unidos”.

– ¿Cuál es su vinculación con Canarias?

“Vino como fraile y como tal estuvo en los conventos franciscanos del Puerto de la Cruz y San Diego del monte de La Laguna. Ante la persecución de la orden decidió convertirse en clérigo secular. Primero como capellán de los regimientos de Nápoles y Ultonia, para lo que contó con un permiso papal y más tarde, definitivamente, con una capellanía otorgada por la aristócrata Catalina Prieto del Hoyo con autorización de su marido que fue aprobada por el Nuncio y por el obispo Verdugo, aunque este hecho fue escandalosamente ocultado por sus contradictores, que alegaban que seguía siendo fraile para expulsarlo de la isla. Regresó a ella con el regimiento de Ultonia y decidió quedarse cuando este se marchó de Tenerife. En 1805, delante del Capitán General, su protector, ofició un sermón en el día de San Cristóbal contra las conquistas de Canarias y América y contra la actitud de algunos isleños en la invasión de Nelson, que fue denunciado al Santo Oficio y para el que pagó Alonso de Nava 800 pesos para que no se editase. Este hecho motivó un debate entre los partidarios y los detractores de la Inquisición sobre la legitimidad de la conquista. Aliado con liberales como Domingo Saviñón, los sectores más conservadores laguneros promovieron su expulsión de Tenerife que no pudo ordenarse por la invasión napoleónica. Ante la creación de la Junta Suprema de Canarias se convirtió en su mayor enemigo con la redacción de un manifiesto, lo que le condujo finalmente a ser preso y trasladado a Cádiz en 1809”·

- Algunos de sus trabajos como historiador se ocupan de la ilustración y el liberalismo, ¿qué destacaría de estos períodos en Canarias?

“Son períodos de gran interés los comprendidos entre el reinado de Carlos III y la caída del liberalismo en el Trienio constitucional en 1823. Las Islas viven una etapa de grave crisis a lo largo del siglo XVIII, otra de expansión gracias al comercio de neutrales, entre 1796 y 1814, y de hundimiento total hasta 1830, en que la economía se reactiva con la cochinilla. Es un período de intensa migración a América y de formación de unas élites ilustradas que tratan de reformar la sociedad sin provocar la ruptura de las estructuras sociales, lo que era un intento baldío. Pero en esa época pululan por las islas aristócratas, clérigos y burgueses que asumen desde sus respectivas posiciones las ideologías ilustrada y liberal. Un movimiento que supera el ámbito insular para tener gran repercusión en la Península y América. Es por ello muy interesante en una etapa en que se pone en discusión la sociedad del Antiguo Régimen coincidiendo con la invasión napoleónica y la emancipación hispanoamericana”.

- Miguel Cabral es fraile, y llega a el Puerto de la Cruz donde le hacen la vida imposible.

“Montó una academia de ciencias que renueva la enseñanza aunque su Orden le planteó obstáculos. Defendió el papel fundamental de la mujer y promovió su formación. Ante el hostigamiento de los franciscanos decidió convertirse en clérigo secular y planear su venganza desde Madrid para lo que envía una supuesta orden regia al provincial de su orden, el palmero Bartolomé Rodríguez, por la que se le nombra obispo de Madagascar con ordenación en Marruecos, con sus apoyos incluidos, lo que llevó de la euforia al hundimiento de la Orden cuando se supo que no eran dominios del Rey Católico, lo que originó que este fraile sufriera un ataque al corazón que derivó en su fallecimiento”.

-Después marcha a Madrid donde se hace capellán del regimiento de Nápoles y más tarde de otro. Creo que regresa a Tenerife, si es así, ¿qué hace en la isla durante ese tiempo?

“Ejerce como capellán militar en Santa Cruz y gestiona las propiedades de Catalina Prieto del Hoyo que estaba separada de su marido. Despierta los celos de éste y de su hijo, que promueven incluso un proceso inquisitorial acusándolo de bestialismo. Escribe versos, acude a tertulias, maniobra en la política local con gran escándalo de las capas dirigentes, como acontece con su sermón del día del patrono de La Laguna ya reseñado. Al parecer consigue, pese a su mala prensa la capellanía”.

- ¿Cómo?

“Gracias a sus estrechas relaciones con Catalina Prieto, con la que convive en sus haciendas de Garachico y Los Silos y en su mansión lagunera. Ella le proporciona las tierras para su congrua, cuya proposición fue aceptada por su esposo, ya que era obligatoria su firma. Él, por su parte, gestiona ante el Nuncio y ante el obispo la secularización, que le fue concedida”.

- Publica su retrato y en otro volumen una selección de sus textos, ¿cuáles destacaría y por qué?

“El primer libro trata sobre su biografía. El segundo el grueso de su obra, sus sermones, manifiestos, poemas, escritos políticos y su trabajo periodístico. Destacaría sus versos contra la trata esclavista y la conquista, sus artículos liberales radicales y anticolonialistas del Duende político gaditano, que le llevan a huir a Filadelfia ante la amenaza de su detención; sus textos sobre el papel de la mujer, sus reflexiones imparciales sobre la masonería en general y en Cuba en particular y sus folletos sobre la emancipación hispanoamericana y los artículos londinenses que escribió en el Observador español y en los que critica la independencia de América”.

- Dice que escribe varios artículos sobre la masonería, ¿fue masón?, ¿cuál es su visión de los Hijos de la Viuda?

“No está documentado que lo fuera pero sí conoció profundamente la masonería, como demuestran los textos publicados en Filadelfia, en los que la analiza. Fue muy crítico con un periódico cubano que arremetía contra una logia establecida allí y consideraba que sus ideas filantrópicas eran muy positivas, pero en las que debía eliminarse lo que estimaba como parafernalia sin sentido, los rituales. Creía que la sociedad masónica era libre porque podía pertenecer a ellas personas de cualquier religión y no permitía en su seno discusiones sobre religión y política. Consideraba las formalidades masónicas absurdas y anticuadas”.

- También es poeta y director de periódicos.

“Sí, escribió versos satíricos que se divulgaban en la sociedad tinerfeña con gran escándalo público como la Perenqueneida, sobre los amores entre una monja y un sacristán, poemas amorosos y de tema político como sus críticas a la nobleza sobre la invasión napoleónica, la esclavitud o sus cantos de amor a la naturaleza. Editó dos periódicos, El Duende Político en Cádiz y El Observador español de Londres, este último encargado por Fernando VII contra la independencia americana. Intentó publicar en Filadelfia El Cosmopolita Sensible o el Duende en América, pero no encontró financiación”.

- Escribió mucho sobre la mujer.

“Consideraba que la mujer era igual que el hombre y que debía participar en la vida pública y social e insistía en que la educación era la base del avance social para que ellas tuvieran la misma capacidad de acción que los varones, planteamientos muy limitados en aquel entonces”.

- Lo dijo antes y no se me va de la cabeza: Miguel Cabral es fuertemente liberal pero trabaja como espía para Fernando VII.

“Cuando huyó a Filadelfia entró en contacto con los independentistas hispanoamericanos con los que colaboró, como fue el caso del cubano José Álvarez de Toledo, pero tenía que sobrevivir y no encontró en ellos un salario que le garantizase su subsistencia. La imposibilidad de dar a la luz un rotativo le frustró. El represente español Luis de Onis se dio cuenta que era más factible darle un sueldo para atraerle a su causa y contar con él, máxime después de que hizo un discurso sobre la Constitución de Cádiz. Trabajaría con la embajada en redacción de folletos, espionaje, informes de toda índole, pero se le impedía regresar a cualquier dominio español”.

- Mantiene un duro enfrentamiento con el canario Diego Correa

“Desde la época de la Junta Suprema, en la que Correa fue favorable y él detractor. Coincidieron en el Cádiz de las Cortes, en la Filadelfia centro de conspiración de la insurrección hispanoamericana, donde se criticaron mutuamente. Lo mismo en Londres en 1819, en el que publica el Observador mientras Correa colabora en el Español Constitucional. Finalmente en Madrid, en 1820, Cabral trabajaba para la Secretaria de Estado y Diego Correa, lagunero, en un periódico conservador donde espera su nombramiento como intendente de Querétaro”.

- ¿Existe un folleto en la Universidad de Yale sobre este enfrentamiento escrito por Cabral?

“Se trata de una réplica a un artículo de Cabral en el Constitucional. En el texto cuenta su vida y, especialmente, la de Diego Correa desde sus orígenes, muy humildes en La Laguna, y ciudad en la que trabaja con su padre como platero.”

- Su actitud ante la invasión napoleónica de España es cuanto menos anómala. Escribe, tengo entendido, un manifiesto contra la Junta Suprema de Canarias.

“Escribió un manifiesto que circuló manuscrito y que Álvarez Rixo recogió y en el que criticaba con vehemencia a la Junta Suprema y sus integrantes, en especial a Alonso de Nava. Relataba el golpe de Estado de O´Donnell y el marqués contra el marqués de Casa Cagigal y denunciaba su intención de convertir a las Islas en un protectorado británico, planteamiento que se demostró cierto, como se interpreta del proyecto elaborado por el marqués del Sauzal y que fue enviado a la Corte inglesa”.

- Prepara ahora un libro sobre los Gálvez.

“En septiembre se publicará mi libro sobre el círculo de los Gálvez, formación, apogeo y decadencia de una élite de poder indiana. Fue mi proyecto de cátedra. En él estudio el intento de José de Gálvez de erigir con su linaje, sus familiares y allegados una élite de poder en Indias que se frustraría por no tener hijos varones y fallecer a los 45 años en la cúspide del poder del Virreinato de Nueva España su sobrino Bernardo. Analizo sus orígenes, la extensión de su proyecto, la mitología en torno a ellos y la frustración del linaje tras la muerte de José con las actuaciones de la viuda de Bernardo y sus hijos, de Antonio de Gálvez y su hija Rosa y de la viuda e hija del marqués de Sonora”.

Saludos, proletarios del mundo…., desde este lado del ordenador

El II Festival Hispanoamericano de Escritores reunirá en septiembre en Los Llanos de Aridane a medio centenar de novelistas y poetas, entre ellos dos premios Nobel de Literatura

Jueves, Julio 11th, 2019

Todos esperan que lo que se vivió el año pasado en Los Llanos de Aridane vuelva a repetirse en 2019.

Por una vez en estas tierras la literatura y por sana inclusión la cultura se fusionó con la fiesta, lo lúdico y el público y los escritores dejaron de ser dos para ser uno en El Festival Hispanoamericano de Escritores que anuncia que regresa del 10 al 14 de septiembre en una segunda edición que contará, entre otros, con los Premios Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y Jean-Marie Gustave Le Clézio, así como del Premio Cervantes Sergio Ramírez.

El cartel de invitados suma también a los hispanosamericarnos (Nicaragua, Venezuela, Cuba, Perú, Argentina) Gioconda Belli, Marcelo Luján, David Toscana, Rosa Beltrán, Mayra Montero,, Karla Suárez, Alonso Cueto, Martín Caparrós y Rodrigo Blanco, así como a Ryukichi Terao, cl único traductor japonés capaz de traducir tanto del español al japonés como del japonés al español.

Entre los escritores españoles se podrán ver en Los Llanos de Aridane a Nuria Amat, Fernando Aramburu, el director de cine y novelista Manuel Gutiérrez Aragón (miembro de la RAE) y la también académica y novelista Carme Riera y Esther Bendahan

Repiten experiencia los canarios Elsa López, Anelio Rodríguez Concepción, Ricardo Hernández Bravo, Alexis Ravelo, Santiago Gil y José Luis Correa, y se mezclarán con unos y otros al principio con el despiste del novato Alicia Llarena; Yolanda Arencibia, Fátima Martín, ganadora del Premio Torrente Ballester; Domingo Luis Hernández, Jonathan Allen, Emilio González Déniz, Pedro Flores, Antonio Jiménez Paz, Pedro Ángel Martín, Bruno Mesa y Guadalupe Martín Santana.

Y tres artistas cuya obra está presente en el CEMFAC (La Ciudad en el Museo) de Los Llanos de Aridane: Ouka Lele, Javier de Juan y Fernando Bellver y representantes del Instituto de Astrofísica de Canarias, Rafael Rebolo, Casiana Muñoz Tuñón, astrónoma y subdirectora de mismo instituto, Carmen del Puerto y su fundador, Francisco Sánchez, que recibirá un homenaje.

Pero no se me vayan que aún hay más porque está previsto que a esta llista se añadan más invitados: Vasco Szinetar, Gonzalo Celorio (presidente de la Academia Mexicana de la Lengua), Francisco Javier Pérez (gerente de ASALE, confederación de las Academias correspondientes de la Lengua), Alberto Ruy Sánchez, Mónica Lavín, Hernán Lara Zavala, José Balza, Juan Carlos Chirinos, José Esteban, José Manuel Fajardo y J.J. Armas Marcelo.

Y toda esta gente, toda esta gente participando en debates y recitales de poesía para fomentar ese regalo que nos da la vida y que es la lectura, y hablando sobre lo divino y lo humano en Los Llanos de Aridane, una tierra en la que cantan y hacen cantar a los gallos.

El II Festival Hispanoamericano de Escritores es una iniciativa de la Cátedra Vargas Llosa el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y el Cabildo Insular de La Palma, con la colaboración del Instituto Cervantes, la Fundación Universidad de Guadalajara y el programa Canarias Crea Canarias del Gobierno de Canarias.

Saludos, que canten los gallos, desde este lado del ordenador