El águila de San Juan, una novela de Francisco Estupiñán

Se conoce poco de los planes de ataque e invasión a Canarias de Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial en respuesta a una eventual ocupación de las tropas de la Alemania nazi al peñón de Gibraltar. Sobre este oscuro asunto trata la nueva novela del escritor y periodista Francisco Estupiñán Bethencourt, El águila de San Juan (ediciones Aguere/Idea), obra en la que también se narra con notable pulso el inicio de la Guerra Civil en Gran Canaria, la postguerra y la persecución de los masones en España en tiempos tan aciagos.

Para tratar estos acontecimientos que cambiaron la faz de Europa el escritor presenta a su personaje protagonista, Gerardo Martel, quien además de masón es marino, y a través de él explicar las contradicciones de un país a punto de desangrarse en una cruel contienda entre hermanos. Finalizada la guerra, Martel asiste en España a otra guerra, esta vez medianamente fría. Se trata de las luchas intestinas entre los partidarios del gobierno de Franco a la Alemania nazi frente a los que estaban del lado de los aliados.

La masonería es también un elemento fundamental en esta crónica de unos años que conmovieron al mundo y se destaca el papel que jugó España en aquel enloquecido escenario internacional.

Al margen, la novela puede leerse también como un entretenido relato de espías que en algunos momentos adquiere cierto alcance a lo Eric Ambler más que como una novela histórica aunque los hechos que en ella se desarrollan están inspirados en la realidad.

Llama la atención el trabajo de documentación que ha realizado el autor y se agradece la distancia con la que observa el protagonista los momentos históricos que le tocan vivir. Huye de maniqueísmos, no hay buenos ni malos en esta novela salvo la mirada cada vez más alucinada de un hombre de orden ante los acontecimientos que le han tocado vivir desde primera fila.

Se puede decir sin temor a equivocación que Gerardo Martel forma parte de esa España que en los años treinta no estuvo ni con un lado ni con el otro, contradicciones que alimentan el carácter de su protagonista quien además de servir en la marina franquista y más tarde como traductor a las órdenes de la España nacional, sus ideas siguen siendo las de un humanista, un hombre libre y con buenas costumbres que busca su acomodo en un país que cada vez le gusta menos.

Entre los grandes momentos de la Historia que recoge la novela se encuentra el traslado de Carmen Polo y su hija cuando el general Franco abandona Canarias rumbo a Marruecos a bordo del Dragon Rapide; la entrevista que sostuvo Franco con el actor Leslie Howard en Madrid los primeros años de la II Guerra Mundial con el objetivo de que Gran Bretaña tuviera una idea de cuál podría ser la posición de España en la II Guerra Mundial, así como las relaciones que el protagonista tiene con personajes reales de aquellos días como el entorno canario que rodeó a Franco y entre los que destacaron Blas Pérez, de quien Martel se convierte en uno de sus hombres de confianza; Rafael Díaz Llanos y José Aguiar, entre otros.

Novela política más que histórica, como subraya el escritor, El águila de San Juan se lee de un tirón por varias razones. La primera es la originalidad del tema que trata, la hazaña de desempolvar un pedazo de la biografía de Canarias utilizando para ello las herramientas de la novela, canalizando el curso de la Historia a través de la mirada de su protagonista. Un hombre que pertenece a eso que ya se conoce como la tercera España, es decir, la que no estaba ni con la II República (no es eso, no es eso, diría José Ortega y Gasset) ni con el nacional. Gerardo Martel es un marino que está del lado, en todo caso, de los hombres y mujeres que son víctimas de un enfrentamiento que degenerará en un conflicto que le costó a España casi un millón de muertos y del que todavía –ochenta años después– no se ha recuperado. Es como si el país arrastrara como un lastre esas secuelas, muchas de ellas con forma de heridas que aún permanecen abiertas.

En la novela el lector podrá sentir el miedo que siente Martel a que descubran su pasado masón, más cuando trabaja para el bando nacional en Burgos, donde realiza tareas desde un despacho mientras España entera desaparece entre las llamas de la guerra. El hecho que sea masón explica, por otro lado, la dignidad que apuntala al personaje a medida que se desarrolla el relato.

Un relato que está construido como una novela iniciática en la que su protagonista vive primero con miedo que alguien revele su condición de masón en un Régimen que los persigue con independencia de su criterio ideológico.

Escrita sin artificios, El águila de San Juan narra muchas de las cosas que han labrado esa piedra imperfecta que es España y por extensión Canarias, aunque el escritor no pierde de vista en ese fresco que es la Historia las aventuras y desventuras que vive su protagonista, acosado y con miedo, aunque a medida que avanzan las páginas aprende a desprenderse de estas adversidades.
Francisco Estupiñán cuenta de momento con tres novelas en las que Canarias adquiere especial protagonismo. Explicó el siglo XVI en El corsario de Lanzarote y Negro Juan. Con El águila de San Juan da el salto al siglo XX y refuerza su personal mirada narrativa.

Saludos, sol, desde este lado del ordenador

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