Archive for Septiembre, 2012

Una novela sobre los otros canarios

Domingo, Septiembre 30th, 2012

“-¿Quiere la guerra? ¡La tendrá!”

(La Señora. Beatriz de Bobadilla. Señora de Gomera y Fierro.- Carlos Álvarez. Horas Antes Editorial)

Las cien primeras páginas de La Señora. Beatriz de Bobadilla. Señora de Gomera y Fierro del escritor Carlos Álvarez (1) es literatura de frontera de primer orden. O la descripción, fascinada, de un territorio considerado el fin del mundo conocido, y lugar en el desembarca uno de los personajes más interesantes de aquel momento: Beatriz de Bobadilla.

Personaje que hasta el día de ayer, antes de la publicación de la novela de Carlos Álvarez, formaba parte de la amplía galería de villanos de los que participaron en la conquista de Canarias. Todos ellos, con sus numerosas dobleces, cuya sangre circula entre  los que nacieron con posterioridad en estos peñascos.

Los otros canarios.    

Beatriz de Bobadilla, la Señora, fue una mujer educada en la Corte de los reyes Católicos al que el peso de la Historia más que ubicar, desubicó en una isla que formaba parte de un archipiélago aún bronco y en el pleno proceso de conquista. Un archipiélago en el que comenzaba a fusionarse, con violencia desatada, dos sociedades radicalmente distintas. Una de las cuales estaba condenadas a integrarse.

Este y no otro es el eje a través del cual gira la última novela del escritor y también guionista Carlos Álvarez. Ambiciosa  y compleja tarea que su autor narra mezclando personajes reales y ficticios que les sirven de comodines –estos últimos– para recorrer el pasado de una isla, y por extensión de las seis restantes que conforman el archipiélago canario.

Estamos pues ante un relato en el que se cuenta la Historia de Canarias desde la perspectiva de quienes la conquistaron pero también de quienes se sumaron a un Imperio que en aquel momento apenas andaba en pañales.

Álvarez reivindica así el protagonismo en ese proceso de transformación, salpicado de hombres, de una mujer culta y refinada que aprende a fusionarse con un entorno que parece detenido en el tiempo.

No escatima el escritor la durísima empresa que significó esta aventura. Entre otras, la brutal matanza de los gomeros a raíz del asesinato de su marido, Hernán Peraza; las conjuras en las que se vio inmersa y las alianzas que pactó quien también era conocida como La cazadora, porque La Señora. Beatriz de Bobadilla. Señora de Gomera y Fierro es un relato de ambiciones pero sobre todas las cosas, una novela que muestra la compleja fusión de dos mundos radicalmente distintos.

Su lectura, en este sentido, contribuye a que los habitantes de estas islas aprehendan su pasado y quizá –e ignoro si esta fue la intención de su autor– aprendan lo que costó sumarse a un territorio que empezaba a iluminarse con la luz del Renacimiento.

Carlos Álvarez apuesta por la ironía y el humor para narrar este momento tan trascendental para la Historia de Canarias y lo que hoy es España.

Recurso narrativo que le sirve para contar una historia que transcurre en un periodo muy concreto de nuestra Historia común, pero elemento que, a mi juicio, se desorienta tras sus primeras cien páginas.

Parece como si el autor, desbordado por introducir otros acontecimientos de lo que podríamos denominar el amanecer de un Imperio –la conquista de La Palma y Tenerife coincide con el eco del descubrimiento de América– perdiera el rumbo en las trescientas páginas siguientes.

No obstante, Carlos Álvarez es un escritor de oficio y tiene la notable capacidad de que las mismas se lean con interés porque resultan creíbles pese a que no explote a los antagonistas y apenas dote de consistencia  a los personajes secundarios de su relato.

En este aspecto, los secundarios principales de La señora. Beatriz Bobadilla. Señora de Gomera y Fierro carecen de doblez. Es más, da la sensación que están puestos ahí para mostrarnos paisajes y momentos. Es decir, que se mueven por necesidades narrativas para describir hechos.

Parece incluso como si Álvarez no quisiera molestar a nadie, consciente quizá de que aquel periodo de la Historia en la que Canarias se sumó al Imperio que daba sus primeros pasos, es asunto delicado.

Tan delicado que aún  despierta debates maniqueos entre los que defienden la condición de buen salvaje de los primeros pobladores de estas islas abandonadas de la mano de los dioses e insisten en tachar a los otros canarios, los conquistadores, como corruptores al imponer por las armas y la religión un modelo de civilización que en ese momento resultaba arrollador.

Con todo, la novela de Carlos Álvarez se lee muy bien. Y si bien no se trata de una novela histórica como se apresura a explicar su propio autor, procura en todo momento –pese alguna que otra licencia– ser riguroso con la Historia.

Una Historia, con H mayúscula, en la que intenta drenar en la medida que puede la leyenda negra que todavía promueven otros narradores cuando cuentan su historia –sin H mayúscula– al enmarcarla en ese mismo periodo de la Historia.

En contra de la mayoría de ellos, a Carlos Álvarez le interesa más integrar que separar, aunque esa integración sea fruto de la fascinación:

Don Fernando de Guanarteme quería saber cómo era Salamanca y Burgos y León y Osma porque el viaje que hizo para presentarse a los reyes le supo a poco. Por él se hubiera quedado en Toledo, no es que lo dedujera Martín, fue que don Fernando se lo dijo. Estaban fuera de la casa cuando el sol se acercaba al ocaso y el horizonte, el mar, las nubes y el Pico, desorientando a Martín, se incendió en todos los tonos del rojo y atrapó la mirada de los dos por un buen rato. Martín le estaba hablando de las casas y palacios que los Quirós por un lado y los Velasco por otro tenían entre Ciudad Rodrigo, Salamanca, Béjar, Osma, Toledo y Medina (…). Quedaron en silencio y entonces Martín dijo: Es bello este paisaje.

- Cambio este valle por cualquiera de aquellos palacios –le dijo don Fernando de Guanarteme, antes Tenesor Semidán, recordando Toledo con nostalgia.

O de la resignación:

A Martín los gomeros le parecían tristes y después de lo que escuchó, motivos no les faltaban.

Eran los primeros de su estirpe que habían perdido la soberanía de su isla. Y la isla, para un isleño es toda la Tierra. Habían tenido que aprender otra lengua y no podían usar la suya en presencia de los nuevos amos; también habían tenido que esconder sus creencias, aprender las nuevas y someterse a la infamia del último de los Peraza que en solo unos años diezmó la isla. Ya sabían todos que cualquier revuelta era inútil, que podrían matar también a la Señora y a sus hijos, pero vendría otro Pedro de Vera y la venganza sería aún mayor que la anterior y pondrían a otro señor, si no al mismo verdugo. Motivos de aflicción no les faltaban.”

El escritor aprovecha su novela para desmontar la leyenda negra que rodea a Beatriz de Bobadilla, personaje que se han empeñado unos en que quede registrado en nuestro imaginario colectivo como una especie de Mesalina.

Que nadie espere así encontrar tórridas escenas de sábanas revueltas con, entre otros, uno de sus presuntos amantes, Cristóbal Colón, a quien describe Carlos Álvarez como un arribista seductor:

Beatriz notó que el marino también había puesto plano a su visita, parecía que tenía prisa por terminarla. Apenas se interesó por sus heridas y no usó las galanterías que otras veces prodigaba para conquistarla. Cómo mudan los afectos de los hombres, tal vez ni afectos, solo el deseo es lo que les mueve, pensó Beatriz. (2).”

Estamos pues ante un libro ambicioso y si me apuran definitivo sobre lo que significó que siete islas olvidadas hasta ese entonces comenzaran a figurar en el mapa del mundo conocido.

Una labor en la que Álvarez destaca el importante papel que en esta empresa  jugaron las mujeres. Mujeres que en esta obra tienen mayor peso que los hombres. Casi como si quisiera darnos a entender que ellas, y no ellos, fueron las que tuvieron la misión de integrar y no disgregar a los que a partir de ese entonces habitaron los territorios conquistados.

La sombra de Beatriz de Bobadilla planea en toda la novela, pero no es una novela en sentido estricto sobre Beatriz de Bobadilla.

Álvarez, con feroz gracia, ya lo advierte nada más empezar la lectura de su interesante recorrido por una de las etapas más interesantes y también manipuladas de la Historia (con H mayúscula) de Canarias y España.

Bobadilla en primera persona inicia el relato, pero la voz de su primera persona se detiene abruptamente.

No es un Yo, Beatriz de Bobadilla…

Tenía diecisiete años y no podía oponerme a la voluntad del rey. Tampoco presenté ninguna resistencia, es verdad. Y si he de ser totalmente sincera, lo deseaba tanto…”

Un deseo que se torna en castigo al ser desterrada por su falta –originada, cuenta Álvarez, por la libido desatada del rey Fernando– al último rincón del mundo conocido.

Un mundo conocido que deja de serlo cuando se descubre lo que más tarde será América.

A propósito, reflexiona Bobadilla en la novela: “No, las islas ya no estaban en el fin del mundo, tampoco eran un convento ni un reino, era el Señorío de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Fierro”.

El resto es Historia. Una Historia de la que Álvarez hace historia…

Una historia que cuenta en clave de humor e ironía.

La novela incluye en sus páginas un artículo firmado por el catedrático emérito de la UNED y director del Anuario de Estudios Atlánticos, Antonio de Béthencourt Massieu; así como un apéndice con apuntes históricos que dan por cierto algunos de los capítulos del libro.

Curiosamente, y a mi entender, los que resultan más insólitos de esta novela.

(1) Carlos Álvarez es autor también de La pluma del arcángel, título por el que obtuvo el Premio de Novela Benito Pérez Armas y que se desarrolla en Gran Canaria “en algún momento del siglo XVI”.

(2) La negrita es nuestra.

Saludos,  ”la vida imita al arte mucho más de lo que el arte imita a la vida”,  desde este lado del ordenador.

Entre indígenas y conquistadores

Viernes, Septiembre 28th, 2012

La publicación este mes de la última novela del escritor y guionista Carlos Álvarez, La señora: Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Fierro, inspirada en la vida de una mujer que ha pasado a la historia de este archipiélago como “rara, que teniendo todas las gracias y flaquezas de su sexo, tuvo la crueldad y constancia de un hombre sañudo” (Viera y Clavijo) y la presentación el 21 de noviembre de El corsario de Lanzarote, de Francisco Estupiñán, por la que obtuvo el XXVII Premio Benito Pérez Armas, anima la redacción de este artículo que solo pretende dar cuenta de algunos títulos recientes cuya acción se desarrolla en aquellos tiempos en los que tardó en asentarse la colonización europea en el archipiélago canario. Este marco histórico reúne suficientes atractivos para ser un territorio abonado de relatos y novelas aunque, desgraciadamente, aún son escasos los títulos que han intentado recrear literariamente cómo fue aquel momento tan trascendental para la Historia de Canarias.

Ignoro las razones que ha generado este desinterés, aunque sospecho que probablemente una de ellas sea el trabajo de investigación que implica una novela de estas características y el miedo, contagioso, de intentar recrear literariamente el nacimiento de un territorio en el que aún corría la sangre indígena mezclada ahora con la de una cultura exterior que, en el caso de la castellana, se había forjado reconquistando a golpe de espada y fuego lo que hoy conforma la península Ibérica.

Ese momento, que ha llegado hasta nosotros confundido por la leyenda, está plagado de personajes fascinantes. Hombres de su tiempo que, como Alonso Fernández de Lugo, son encarnaciones “del villano perfecto” en palabras del escritor y también historiador Mariano Gambín; o la mismísima Beatriz de Bobadilla, una mujer que muchísimo tiempo antes de que inspirara a Carlos Álvarez ya había sido objeto de carne literaria en Doña Beatriz de Bobadilla: drama histórico en cuatro actos (1840) de Manuel de Ossuna y Saviñón, y objeto de una biografía de Alejandro Cioranescu en Doña Beatriz de Bobadilla. Una amiga de Cristóbal Colón.

Con estos antecedentes y con estos protagonistas, continuo pensando que trabajada con perspectiva histórica y huyendo del maniqueísmo en el que, desgraciadamente, aún se caracterizan muchas de las ficciones que han intentado novelizar aquel capítulo que unió a Canarias con una España que en aquel entonces aprendía a dar sus primeros pasos como unidad, es un rico filón narrativo a través del cual poder entender la realidad de las islas y un momento trascendental para comprender el sentido de frontera que anida entre los que residen en estos territorios desvertebrados.

Al margen de la literatura que se escribió sobre la conquista de Canarias en el siglo XIX, y que contribuyó en gran parte a alimentar el sentimiento de buen salvaje por los primeros pobladores del archipiélago y entre cuyos títulos cabría destacar Los guanches o la destrucción de las monarquía de Tenerife (1834), del ya citado Manuel de Ossuna y Saviñón; El último de los canarios (1858), de Agustín Millares Torres y La baja del secreto (1900), de Benito Pérez Armas basada en la rebelión de Los Gomeros de 1488, resulta curioso como en las novelas recientes que hemos recopilado sobre aquellos hechos planee todavía en la mayoría de ellas una visión idealizada del indígena. Es decir, que caen en una visión del buen salvaje encarnado en el guanche –por generalizar aunque no sea correcto a los primeros pobladores de las islas Canarias– que debilita sensiblemente sus ficciones por resultar más que literarias, panfletos en los que se describe el desmoronamiento de una cultura que, presuntamente, habría logrado una perfecta comunión con la naturaleza.

Se tratan pues de títulos, en estos casos, que resultan más una reinterpretación propagandística y en algunos casos incluso folletinesca. Historias que pretenden explotar el mito del buen salvaje que a aproximaciones objetivas, lo que hace, es mi parecer, que resulten a la postre productos literarios fallidos porque no quisieron, o no supieron sus autores, aprovechar la riqueza de aquel período.

Los guanches.- Títulos como El guanche en Venecia (Artemisa Ediciones) de Juan Manuel García Ramos y en mucha mayor medida Taucho, la memoria de los antiguos (colección Atenai, CSB Ediciones) de Fernando Hernández González, son así relatos demasiado ingenuos sobre los guanches, aunque García Ramos sabe imprimir a su novela de cierto carácter aventurero, lo que se agradece  aunque no termine por convencer por su idealizada reivindicación de lo guanche.

Por el contrario, sí que carece de ese sentido de la aventura Taucho, la memoria de los antiguos, obra en la que su autor está más preocupado por reflejar con cierto realismo –sobre todo recurriendo a discutidas fuentes orales–  la cultura guanche que al propio relato en sí .

Escrita como una novela de aventuras en su sentido más festivo se encuentra Canaria, de Jesús Piñeiro (De Librum Tremens), relato que narra la historia de dos gaditanos que a mediados del siglo XV recalan en la isla de Gran Canaria donde las circunstancias hacen que militen en bandos contrarios. Es decir, que uno terminará combatiendo al lado de los canarios y el otro de los castellanos.

Novelizar la Historia es lo que se propuso el historiador Agustín Guimerá Ravina en su Tenerife, la nueva frontera (colección Tid, Idea), donde da voz, entre otros protagonistas al mencey Bencomo y Alonso Fernández de Lugo, aunque no es un título a recomendar para quienes busquen un retrato psicológico de personajes.

Lo guanche sirve también a Jesús Caudevilla para componer Las Cañadas de Achinet (Equipo Sirius), donde dos parejas de turistas peninsulares de visita en Tenerife viajan al pasado… Esta excusa, permite al escritor describir cómo vivían los primeros pobladores del archipiélago, moradores que aparecen también en Guanche, de Enrique Nacher, título por el que obtuvo el premio Benito Pérez Galdós de Novela y que con un poco de suerte puede encontrarse en la reedición que el Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC) hizo en 1999 de este título.

En esta incursión literaria nos encontramos también con las tres novelas juveniles que el escritor grancanario Carlos Guillermo Domínguez publicó con los títulos de Bencomo, Atacayte: corazón valiente y Sosala. El hijo del volcán, y ya en otros territorios no estrictamente a los que quiere circunscribirse este artículo, La sima del diablo (Alfaguara juvenil) de Heinz Delan, y La cueva de las mil momias (Herques editorial), de David Galloway. La primera porque su autor propone una curiosa aventura fantástica que entronca con la leyenda de los tibicenas y la segunda porque, también en clave de fantasía aventurera, se cuentan las andanzas de un descendiente de guanches en pleno siglo XVIII.

Destacamos, igualmente, el relato que el escritor vasco José Luis Urrutia ambienta en Tenerife a finales de mayo de 1494 en La amistad de los vencidos, cuento que se incluye en la antología  2.050 kilómetros. Antología de relatos vasco-canaria (editorial Baile del sol), coordinada por Agustín Díaz Pacheco; y en los territorios de la novela de evasión y aunque no tenga nada que ver con la conquista de Canarias pero sí con la de América, los siete volúmenes (1) que Alberto Vázquez Figueroa dedicó a su Cienfuegos, o las andanzas bélicas, amorosas y un poco golfas que emprende un gomero por el Nuevo Mundo y que siempre he querido ver como la respuesta del escritor tinerfeño al canario que dibuja en la fascinante La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, Ramón J. Sender. Un tipo, ese canario, que el autor de Imán describe como taimado y cizañero.

Cosas de la tarumba equinoccial, supongo.

Alberto Vázquez Figueroa es también Garoé (Ediciones Martínez Roca), ambientada en la isla de El Hierro y obra en la que el autor combina ingredientes de la novela de aventuras con la de romance para componer un atractivo fresco sobre las relaciones entre castellanos y bimbaches en la más occidental de las islas Canarias y título por el que obtuvo en 2010 el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio, patrocinado por la Obra Social de Caja Castilla La Mancha.

Con un espíritu más próximo a Zane Grey, dos escritores alemanes explotaron el mito del buen salvaje en sendas novelas que deben ser leídas como relatos de aventuras meridianamente atractivas como son Tanausú, rey de los guanches y El rey de Taoro de Harald Braem y Horst Uden, respectivamente, y que pueden encontrarse en la editorial Zech.

Otras incursiones literarias son Achineche (ediciones Aguere/Idea) en la que su autor, Andrés Martín Peinado, narra las aventuras de Alejandro, un joven capitán español que tras caer herido en la batalla de Acentejo es trasladado como prisionero por los guanches a Taoro y salvado por una indígena llamada Cataysa; Bentorán (colección Tid, ediciones Idea) de Félix Díaz, en la que un guanche tiene que adaptarse a su nueva vida tras la derrota de la batalla de La Laguna, mientras intenta no renunciar a sus creencias religiosas para emprender, finalmente, viaje a las Indias Occidentales; Iballa (Globo editorial), de Manuel Mora Morales, en la que se recrea la revuelta de los gomeros a finales del siglo XV en contra de Fernán Peraza el joven por su presunta relación con la joven que da título a la novela, y que obligó a Beatriz de Bobadilla a refugiarse en la Torre del Conde, y material histórico que también se desarrolla en Iballa (Edirca, 1992) de Juan del Río Ayala, autor también del romance Tirma, material que sirvió para la película del mismo título.

Destaca también El Garoé. La leyenda del árbol el agua (Centro de la Cultura Popular Canaria), de Emilio González Déniz, y cuya acción se desarrolla en la isla de Pluvalia donde vive pacíficamente el pueblo bimbache, y del mismo González Déniz, Ico, la princesa blanca (Centro de la Cultura Popular Canaria) que está inspirada en una leyenda de los aborígenes de Lanzarote).

Por su valor histórico y literario reseñamos por último Ritos y leyendas guanches (Miraguano Ediciones), de Sabas Martín, un título que ha terminado por convertirse de culto.

Los conquistadores.- Carlos Álvarez cuenta además de La señora con una novela que, a mi juicio, es de las más sobresalientes de cuantas se hayan escrito sobre aquel período. Período, insisto, que entiendo como una especie de amanecer de lo que sería Canarias.

La pluma del arcángel se desarrolla en la isla de Gran Canaria durante el siglo XVI, territorio en el que desembarca el inquisidor Fermín Ximénez con la idea de poner orden y reinstaurar la fe verdadera que es la que le ha dado sus poderes.

La pluma del arcángel, por la que su Álvarez obtuvo el premio Benito Pérez Armas, es un relato que quiere ser picaresco y que aún se deja leer porque está poblado de personajes a cada cual más extravagante.

Es además la única novela de todas las citadas con anterioridad que se centra en esos nuevos canarios que, como los marcianos de Ray Bradbury, son los que, viniendo de otro lugar, decidieron establecerse en una geografía que, cosas de la vida, aún continúa sin querer reconocerlos como sus antepasados.

Para cerrar este recorrido, destacamos la última novela ganadora del premio Benito Pérez Armas, El corsario de Lanzarote, cuya acción se desarrolla en el siglo XVI. Escrita por Francisco Estupiñán, en la novela los personajes reales y ficticios se cruzan. Así, en su relato desfilan, entre otros, el primer marqués de Lanzarote, Agustín de Herrera y Rojas, o el pirata Morato Arráez.

El corsario de Lanzarote se presenta el 21 de noviembre en el salón de actos de CajaCanarias.

(1)  Las cinco novelas de la serie Cienfuegos son Cienfuegos; Caribes; Azabache; Montenegro; Brazo fuerte; Xaraguá y Tierra de bisontes.

(Artículo publicado en el número 116 de El Perseguidor, Diario de Avisos).

Saludos, ya llegan las primeras nubes, desde este lado del ordenador.

Dando la nota

Jueves, Septiembre 27th, 2012

* Ya pueden consultarse las bases de la XXVIII edición del premio de novela Benito Pérez Armas, bases que este año se anuncia con  notable retraso respecto a ediciones anteriores aunque mantiene la misma dotación económica, doce mil euros, así como la publicación de la obra ganadora.

Así lo confirmó el responsable de la Obra Social de CajaCanarias, Álvaro Arbelo, en una rueda de prensa donde también se dio a conocer los premios de otras modalidades como son el Pedro García Cabrera de Poesía, dotado con 3000 euros; el Premio Regional María Orán dedicado a la música de cámara, dotado con 4000 más 1500 euros en concepto de caché por el concierto de galardonados que se celebrará en el Espacio Cultural de la entidad; un segundo premio con 2.000 euros y un premio a la Mejor interpretación de obra de autor canario con 1000 euros; el premio de Artes Plásticas Manolo Millares –dedicado en esta ocasión a la escultura y dotado con 1000 euros– y el tradicional certamen de Postales de Navidades en el que pueden participar niños y niñas con edades comprendidas entre los cinco y doce años.

Arbelo, que no descartó la posibilidad de que cambie el jurado en los distintos premios que convoca la entidad, recordó que el plazo de inscripción de los premios de Novela, Poesía, Música de Cámara y Artes Plásticas (Escultura)–obra esta última que deberá de entregarse en el Espacio Cultural CajaCanarias de la Laguna, plaza del Adelantado, 1, en La Laguna– finaliza el 28 de diciembre a las 14 horas.

* La sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Santa Cruz de Tenerife acoge el viernes  28 de septiembre y a las 19.30 horas, la presentación del libro Señales mínimas. Microrrel(A)*tos, un compendio de los mejores trabajos presentados a las tres ediciones del Concurso de Microcuentos de este centro comercial. La obra ha sido publicada por Ediciones Idea en su colección Microcuentos y cuenta con el apoyo de la Escuela Canaria de Creación Literaria. En el acto intervendrán la directora de la Escuela Canaria de Creación Literaria, autora del prólogo del libro, coordinadora y jurado de las tres ediciones del concurso, Antonia Molinero; la directora de la colección, editora, coordinadora y también jurado de la III edición del Concurso, Elena Morales; y la responsable de Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Santa Cruz de Tenerife y coordinadora, Laura Sanz.

* La tercera edición del Festival Rural de Creación – Las Eras del Tablero se desarrollará entre el 27 y 30 de septiembre. Las actividades de este jueves invita al público a observar el cielo con la puesta de sol y un taller, Creatividad y desarrollo personal = desarrollo local, que realizarán Isabel Delgado y Palmira Silva durante el festival y en el que aplicarán técnicas de creatividad para mejorar la vida y el entorno. Más información y programa completo del Festival en http://laserasdeeltablero2012.blogspot.com.

* El Salón de Actos de TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este jueves, 27 de septiembre y a las 20 horas, la presentación dos trabajos finalistas de la convocatoria internacional realizada por la banda musical islandesa Sigur Rós para escoger un videoclip para su último trabajo discográfico. Estas experiencias están realizadas por Vasni Ramos y José Juan Ramallo, así como Cándido Pérez de Armas quienes han escogido visualizar con imágenes Varúd (precaución).

Saludos, lo que está arriba está abajo, desde este lado del ordenador.

La legión de los condenados: Sven Hassel

Miércoles, Septiembre 26th, 2012

El nombre de Sven Hassel poco o nada dirá a los que hoy consumen literatura de puro y duro entretenimiento pero créanme si les digo que en los años setenta y ochenta del pasado siglo XX se convirtió en un autor de cabecera para muchos jóvenes que no querían aprender a ser mayores.

Ya le dedicamos al viejo Sven un post en este mismo blog, por lo que aviso que si regresa es porque el escritor de origen danés que combatió –aseguraba– como soldado en un batallón de castigo del ejército alemán durante la II Guerra Mundial es porque tal día como hoy ha muerto a los 95 años de edad en su domicilio de Barcelona, ciudad con la que bautizó a uno de los legendarios personajes que protagonizaron sus emocionantes novelas bélicas.

No he vuelto a leer a Hassel, pero sí que fue un autor al que continuamente recurría cuando era un adolescente. Sus novelas me parecían entretenidísimas y nunca me cuestioné que lo que narraba fuera falso. Además, se trataban de historias que, supuestamente, contaba un sobreviviente del bando perdedor. Es decir, relatos donde se humanizaba a los alemanes. En este aspecto, digamos que las novelas de Hassel contribuyeron a que muchos lectores se diesen cuenta que no todos los alemanes fueron nazis. Es más, en algunos de sus libros los nazis –y dentro del grupo de camaradas había uno, al que apodaban Heide– resultaban bastante odiosos.

Sven Hassel debutó como escritor en la república de las letras con La legión de los condenados, quizá su novela más creíble aunque le falte el rabioso pacifismo que caracteriza uno de los mejores libros escritos en alemán sobre aquella contienda como es Carne paciente, de Willi Heinrich, más tarde reeditada con el título de La Cruz de Hierro, o las divertidas pero también algo oscuras aventuras que contempla el ciclo del soldado, más tarde cabo, sargento y teniente Asch de Hans Hellmut Kirst.

Con todo, La legión de los condenados junto a Camaradas al frente me parece de lo mejor de la producción literaria de Hassel, quien continuó explotando el filón del frente ruso en otras historias que solo son recomendables a sus fanáticos seguidores –que los tuvo y que aún los tiene– porque resultan enojosamente repetitivas, casi fotocopias de los dos títulos anteriores.

Cansado quizá de ese escenario, el escritor llevó a sus personajes también al teatro de operaciones de Monte Cassino, Grecia y Francia, aunque la mayoría de sus obras se desarrollan en los campos de batalla que horadaron la tierra de la madre Rusia. Un  frente amplísimo que se convirtió, afortunadamente, en la peor de las pesadillas de un ejército como era el alemán que se creía invencible.

La red está plagada de páginas dedicadas a Hassel, incluso hay una escrita por un escritor ultraderechista danés que pone en duda las experiencias bélicas del escritor. Una polémica más que rodea la producción literaria de un autor que si tuvo algo que los distinguió de otros soldados que intentaron volcar sus experiencias bélicas al finalizar la II Guerra Mundial es que tuvo la capacidad de atraer a lectores adolescentes que, como quienes les escribe, lo consideraron como uno de sus escritores de cabecera.

El secreto radica en que en todas sus novelas, llegó a escribir catorce, estaban protagonizadas por los mismos personajes, un grupo de canallas individualistas que respondían al nombre de Porta, El Viejo, Legionario, Hermanito…Soldados, en definitiva, que combatían por el compañero que tenían al lado y no por un país gobernado por la cruz gamada.

Como sucede con la mayoría de los escritores que te marcaron en un momento de tu vida, intenté no hace mucho volver a leer a Hassel con resultados desastrosos. De repente, descubrí que lo que me contaba en novelas como Gestapo, Los panzers de la muerte, Comando «Reichsführer» Himmler o Los vi morir no capturaban mi atención como antaño. De hecho, y aunque resulte un poco fuerte, me parecían todas ellas terriblemente aburridas y escasamente realistas.

Dejé esos libros a un lado, aunque confieso que continúan ocupando un puesto de honor en mi caótica biblioteca quizá porque es la única manera que tengo para rendirle el homenaje que significaron para mi cuando las devoré (es el verbo adecuado) siendo un adolescente. Un adolescente que se había iniciado en el universo de los libros a través del club de Los Cinco y los misterios presentados por Alfred Hitchcock para Los tres investigadores

Más tarde, afortunadamente, llegó La isla del tesoro, pero esa es otra historia.

Saludos, firme y con la mirada al frente, desde este lado del ordenador.

¿Por qué nos tomas por idiotas, Inés Rojas?

Martes, Septiembre 25th, 2012

Créeme tío: si queremos que todo quede como está, es preciso que todo cambie.”  (El Gatopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, un isleño.)

Que tiemble la tierra.

La consejera de Cultura Inés Rojas anuncia el cambio de modelo de gestión cultural que a partir de ahora caracterizará la política que emana desde el Gobierno de Canarias.

El mensaje –resumido– viene a ser: no cuenten con nuestro dinero que es el de todos ustedes porque solo tenemos para pagar las nóminas. Así que, mis hijos, asóciense y hagan cosas porque nosotros ya no marcaremos agenda ni estimularemos el mercado del sector (¿?).

Rojas hizo público lo que viene a ser el desmantelamiento de la Consejería de Cultura durante la presentación de la Estrategia Canaria de Cultura, un programa de desahucio que se desarrollará, en una primera fase, entre 2012 y 2015 y que cuenta al parecer con el consenso de más de trescientos agentes del sector público y privado.

Eso me hace exigir, como ciudadano que todavía paga sus impuestos, conocer los nombres de esos trescientos agentes del sector público y privado que respaldan esta metamorfosis del modelo de la cultura en Canarias con el objeto de saber –mardito instinto– quienes son, y sobre todo si tienen la autoridad y honestidad intelectual que se requiere para apoyar una transformación de esta importancia.

Lo apunto porque es hora de reclamar responsabilidades –a los que se aprovecharon en un pasado que ahora se difumina en el éter– repartiendo dinero público con tanto despilfarro y sospechosa opacidad…

Rojas advierte en este sentido que la pretensión del Gobierno canario es la de favorecer la democratización y el pluralismo de la gestión cultural en las islas.

Quizá eso explique porque insiste, erre que erre, en que el Ejecutivo regional no desea ser ahora el centro de gravedad de la gestión directa de la oferta cultural.

Para ello, promete que implicará a otros departamentos del Ejecutivo regional como el de Economía, Turismo, Empleo, Acción Exterior y la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información para que se sumen a una acción que no deja de resultar igual de abstracta que la transformación por orden administrativa de las esculturas El sueño de los continentes Lady Harimaguada de Martín Chirino en las dos descacharrantes capitales canarias.

Pero la gota que colma el vaso, sobre todo si atendemos al estado de indigencia y nula capacidad operativa en la que se encuentra actualmente la Consejería de Cultura del Gobierno de Canarias, es la anunciada constitución de un Consejo Canario de las Artes Culturales durante el primer trimestre de 2013.

Un espacio, comenta Rojas, de reflexión y coordinación que, adelanta, degenerará posteriormente en un Observatorio Canario de la Cultura, un órgano que se encargará entonces de presentar anualmente un informe del estado del sector, el primero de ellos, previsiblemente, en 2014.

¿?

¿A santo de qué?

¿No decíamos que se apuesta por un nuevo modelo cultural?

¿Por dinamizar la privatización del sector?

Permítame otra pregunta…

¿Cuál será el criterio de selección de los sabios que formarán parte de ese Consejo que luego será Observatorio?

¿Lo integrará alguno de esos trescientos anónimos representantes del sector público y privado que respaldan el cambio?

El cambio del modeeeelo curtuuural.

¿Cuánto nos costará a los habitantes de estas islas sostener ese Consejo/Observatorio?

Porque mucho me hace sospechar que no se constituirá por amor al arte

Y en ese caso ¿podemos los anónimos contribuyentes de verdad permitirnos ese gasto?

Es más…

- ¿Podemos los anónimos contribuyentes de verdad sostener en la actualidad argo tan inútil –tal y como están las cosas– como es Canarias Curtura en Red?

- ¿Y Septenio?

¿Qué pasó con er Septenio?

¿Y esa consejería de Cultura que no sirve ya para naaada?

Nadaaada.

Conclusión:

¿Por qué nos tomas por idiotas, Inés Rojas?

(*) La imagen está tomada de El digital de Canarias.

Saludos, mmm, no gracias, desde este lado del ordenador.

Sobre ‘americanadas’ y ‘españoladas’

Domingo, Septiembre 23rd, 2012

Gracias a la generosidad de un amigo me hago con la primera temporada de dos series de televisión norteamericanas, of course.

Newsroom, original del guionista Aaron Sorkin, cuenta la historia de un grupo de periodistas de televisión pero, como actual consumidor de teleseries, me quedo con las ganas de ver cómo evolucionan sus historias y sus protagonistas en lo que espero sea su segunda temporada.

Con todo, no termina de llenarme Newsroom. Será porque ofrece un retrato demasiado amable de sus protagonistas. Será porque no termina de casar bien comedia y drama. Será porque me sonroja e indigna el capítulo en el que se cuenta cómo tratan la noticia de la ejecución -porque fue eso, una ejecución en toda regla– de Osama Bin Laden. A pesar de este lastre, al que debería de sumar su aromático perfume demócrata, Newsroom parece que irrumpe en la pequeña pantalla con la esperanza de ocupar el espacio que en su día sí que ocupó Lou Grant. Solo que Lou Grant transcurría dentro de la redacción de un periódico y Newsroom en la de una televisión por cable donde todos son muy felices cuando trabajan en equipo.

Resulta curioso como carga la teleserie contra el TEA Party y otras cadenas que le hacen la competencia como la Fox.

Protagonizada, entre otros, por Jeff Daniels y Emily Mortimer, Jane Fonda interviene como secundaria. Una secundaria de lujo que interpreta a un personaje aún de escasos matices y que –es un suponer– se desarrollará en los capítulos de su segunda temporada.

Una curiosidad, Fonda estuvo casada con Ted Turner, presidente de la CNN.

Me resulta mucho más interesante por oscura y desoladora Boss.

Creada por Farhad Safinia y protagonizada por Kelsey Grammer, a quien recordarán por ser el simpático psiquiatra hipocondríaco de Frasier, Boss cuenta la para nada amable historia del alcalde de Chicago, Tom Kane.

Sus episodios proponen así política de altos vuelos, corrupción y una familia desestructurada que, curiosamente, es la del propio alcalde.

El primer episodio de Boss está rodado por Gus Van Sant. Y tras ver los dos primeros capítulos, no deja de rondarme una siniestra pregunta en la cabeza: ¿algún día veremos un producto de estas características en España?

Algo me dice que no.

Y, please, no me vendan Crematorio como esa alternativa.

De esto mismo hablaba el viernes pasado con ese amigo que se ha convertido en una especie de suministrador imprescindibles de teleseries con sello made in USA.

Algo tiene ese país.

USA.

Donde con la que nos está cayendo aún cuentan con cabezas pensantes para las que resulta irrenunciable asociar calidad con agitación de conciencias.

Todo sea por defender sus derechos y libertades como ciudadanos.

No sé cómo evolucionará Boss, pero solo con los dos primeros episodios de su primera temporada me hace gritar qué grande son los gringos cuando sin pudor alguno exploran su lado más oscuro.

No tiene nada que ver, aunque sí tiene algo que ver, aclaro.

Este mismo sábado un amigo que no es mi generoso suministrador de joyas televisivas me comenta que su hijo de doce años no quiere ir a ver Tadeo Jones.

-  ¿Por qué?- pregunto.

-  El crío dice que es una españolada.

Y me dan escalofríos porque hacía tiempo que no escuchaba lo de españolada.

Españolada se aplicaba en mis tiempos a la práctica totalidad del cine español para designar un productor tedioso. Ajeno a su propia realidad al estar demasiado perdido en sí mismo.

No he visto Tadeo Jones pero no creo que sea una españolada.

De hecho, creo que quiere ser cualquier cosa menos una españolada.

La pregunta es ¿cómo hacérselo explicar a ese chaval de doce años, un chico despierto y curioso?

¿Cómo explicarle que también existen las americanadas?

Resuelvo el problema viendo Boss.

Con series como ésta, con series como Deadwood, Roma, Hermanos de sangre, The Pacific, Carnivale…, es hasta normal que uno le perdone a los del Norte sus deslices.

Sus americanadas.

En España, por el contrario, solo me queda Curro Jiménez y La hora del crimen.

I’m sorry, Aída, pero es que aquí no hay quien viva.

Saludos, con el mando a distancia, desde este lado del ordenador.