Archive for Enero, 2017

“Rafael Amargo dirigió un bodrio infumable y siempre prometió algo excepcional”

Martes, Enero 31st, 2017

Las interioridades de la que se considera fue la peor gala del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, aquella que dirigió el bailaor Rafael Amargo en 2007 y que contó, entre otras estrellas con Belén Esteban, es la materia de la que se sirve Juan Ignacio Royo Iranzo en Un carnaval amargo, una novela en la que pese a disfrazar el nombre de los protagonistas, se trata de una ácida y divertida crónica sobre cómo se hace posible, en este caso imposible, el carnaval oficial de la capital tinerfeña.

Juan Ignacio Royo es autor, entre otras novelas de El furor del barranco, Puerto Santo y Mejor cuando improvisas, a las que pronto se añadirá La Gesta, que define como un cuento de “hadas bélico” que no tratará con “la apropiada seriedad el ataque de Nelson a la ciudad. ¡Por supuesto que no! Escribo para ser distinto”, sentencia.

- Un carnaval amargo está inspirado en hechos reales pero ¿cuánto hay de ficción y de realidad en la novela?

“La novela es una ficción inspirada en hechos reales. No debe entenderse como una crónica fidedigna. Contiene pasajes totalmente imaginarios, como cuando el concejal de fiestas baja al infierno por el Barranco de Santos o cuando la escultura de Borges Salas en el centro del parque García Sanabria, nuestra tetuda, se levanta de su pedestal de piedra y se suma al baile nocturno del carnaval. Han pasado ya diez años desde que ocurrieron los hechos en los que se inspira, y que todo el mundo todavía recuerda. Espero, no obstante, que, con el paso del tiempo, la novela pueda leerse como un simple artefacto literario de contenido humorístico. Lo que he pretendido es divertir.”

- Sin embargo, no me ha parecido una novela muy feliz….

“La novela, entre otras cosas, describe un desastre que duró apenas un mes y medio. Los personajes pagaron las consecuencias por una suerte de fatalismo inevitable.  Si que hubo vencedores, y fueron los carnavaleros que dejaron claro qué tipo de fiesta es la que les gusta. Y que la fiesta es suya y de nadie más.”

- La amenaza de una guerra es una constante en su obra. Está en El furor del barranco, como fondo en Puerto Santo, y aborda la de sexos en Mejor cuando improvisas. También aparece en Un Carnaval amargo cuando describe el estado de crispación de los personajes ante una gala que se prevé catastrófica.

“Literariamente, el conflicto siempre es el motor de las buenas historias. Sin un conflicto dentro, las novelas resultan aburridas. Así que lo primero que hago al plantearme escribir es buscar un buen conflicto. La guerra militar ya se planteó en La Iliada, como conflicto subyacente En eso he innovado poco. El conflicto entre sexos fue una cuestión determinante en la elección de Donald Trump, a quien se acusó de machista. Eso, al parecer, terminó por beneficiarle electoralmente. Así que también da juego literario. En mi novela Mejor cuando improvisas se me ocurrió elegir un personaje masculino harto de sus relaciones sentimentales con las mujeres. Me pareció una manera de ir a contracorriente, porque se escribe mucho sobre mujeres maltratadas, pero hay hombres que, al fracasar en sus relaciones sentimentales, sienten que se les acusa de algo. En esta última novela he planteado, desde el prisma del humor, un conflicto de ámbito local. Siempre con un fondo humorístico se plantean varios enfrentamientos ciudadanos a cuenta del carnaval en medio de un caos de organización.”

- Santa Cruz de Tenerife es un personaje más en todas sus novelas.

“Yo nací en esta ciudad hace 61 años. Mis hijos también. Me gusta Santa Cruz. Intento hacer algo bueno por ella todos los días en mi trabajo. Me encantan otras ciudades más grandes, como Londres, París, Madrid o Barcelona; pero no me siento enraizado en ninguna de ellas. Seguramente porque no he podido. Así que escribo sobre el territorio que llevo dentro. Es una cuestión casi íntima. Últimamente he escrito una novela corta con Fuerteventura como escenario. Una rama de mi familia está entroncada en Tetir y me fascina su paisaje.”

- ¿Y qué atractivos y defectos le observa como vecino y como escritor?

“En Santa Cruz, desde que la refinería no funciona, respiramos mejor. Eso es indudable. La ciudad tiene mejor atmósfera. Me gusta pasear por el centro, ir al mercado, a la calle de La Noria y Cruz Verde de noche. Me gusta el carnaval. Vale la pena vivir aquí. Tenemos un clima estupendo. Eso me inspira como escritor. En el lado negativo, echo de menos el mar junto a la ciudad. Cuando era niño paseaba por el muelle con mi padre, observábamos las maniobras de atraque y descarga de los barcos. Ahora nos hemos alejado del mar. Tenemos un bosque de plataformas petrolíferas francamente horribles que supongo que tendrán su importancia económica, pero bonitas no son.     Por otra parte, me gustaría que aumentase la oferta cultural en la ciudad, aunque solo sea por sana envidia con Las Palmas de Gran Canaria, que ofrece teatro de calidad todos los fines de semana en el Teatro Cuyás. No creo que esto sea una responsabilidad exclusiva del Ayuntamiento, que conste. Lo es de todas las Administraciones.”

- Un carnaval amargo se lee con una sonrisa, una sonrisa helada, cabe decirlo. ¿Cuál es para usted el momento más surrealista de esta surrealista concatenación de desastres anunciados?

“El conflicto ya de por sí es surrealista. Babalú, el concejal de fiestas, se ve obligado a asumir la intervención de un coreógrafo, contratado para dirigir la Gran Gala, al que detesta. Y varios ciudadanos del centro de la ciudad demandan al Ayuntamiento en contra de la celebración del carnaval en la calle.”

- Su mirada sobre los hechos y sobre los personajes resulta ser bastante distanciada aunque si hay un personaje mal parado, éste es el director de la gala: ¿se lo merece?

“Sí. Dirigió un bodrio infumable y siempre prometió algo excepcional.”

- ¿Y qué personaje le resulta más simpáticos de los que se mueve en esta comedia de aire tan agradecidamente bufo?

“No sé. Durante la gala de elección de la Reina de la Tercera Edad, las gradas se llenaron de ancianos que se lo pasaron genial con Karina. Y las abuelas candidatas eran mujeres muy animosas y simpáticas. El personaje principal fue Babalú, el concejal de fiestas, obligado a pasarlas canutas. En realidad, el escritor termina por sentir simpatía por sus personajes.”

- El humor es otra de las constantes de su obra. ¿Necesita del humor para tomarse las cosas en serio?

“Sin humor, esta vida sería horrible. Si no eres capaz de reírte de ti mismo, estás perdido. Y creo que, sin humor, la creación literaria se resiente. Necesito escribir con sentido del humor, aunque parezca ácido, para sentirme satisfecho con lo que hago.”

- Humor, y mucho, hay en Un carnaval amargo pero ¿no teme cómo la recibirán los carnavaleros de corazón?

“La novela es un homenaje al carnaval. Yo mismo me considero un carnavalero; lo fui, sobre todo, cuando era joven. Me agarré algunos pedetes monumentales y me apuntaba año tras año a la fiesta en la calle. Ahora, con 61 años y superado un cáncer, tengo que cuidar mi salud si pretendo vivir unos años más. Ya no estoy para muchos trotes, pero me sigue gustando el carnaval. Me encantan las murgas, el año pasado me encantó el despelote de los Diablos Locos, muy provocador, me fascinan los diseños de los trajes de las candidatas. Y, sobre todo, las comparsas, que bailan y tocan música maravillosamente. Espero no haber ofendido a ningún carnavalero o carnavalera. Si lo hice, les pido perdón. Pero he escrito una novela de humor.  Creo que, en todo caso, las ironías que salpican el texto también lo son contra mí mismo.”

- Cómo definiría el carnaval de la calle y el carnaval que está detrás de la organización. ¿Hay puntos coincidentes, o ni se hablan ni se conocen?

“Depende. Hay políticos que han sido un desastre, muy pagados de sí mismos, incapaces de entender lo que gestionan. Otros se las apañan mejor para conectar con la gente. La concejala que está ahora mismo, por ejemplo, lo hace francamente bien. Y no es fácil. En cualquier caso, los empleados que se encargan de organizar los actos sí que entienden del asunto. Han adquirido con los años una profesionalidad incuestionable. Por eso les he dedicado el libro.”

- Me llama la atención el estilo que escogió para contar esta historia: el diálogo.

“Es lo que se conoce en teoría literaria como un simposio. Los comensales se reúnen, se dan un banquete y hablan sobre un tema. Lo usaba Platón en sus escritos filosóficos. Y Macrobio escribió otro simposio sobre las saturnales, el carnaval de los romanos, aunque luego, si te lees el libro, los comensales hablan más sobre otras cosas. Llevaba diez años pensando en cómo escribir esta novela. De hecho, escribí varias versiones. Me decidí por el simposio, una estructura narrativa antigua. En mi novela se habla de la antigüedad de los carnavales y de su condición de rito sagrado en el paganismo. Por eso lo prohibía la Iglesia católica. El simposio también permite liberarse del punto de vista literario rígido y, sobre todo, permite disgregar

Saludos, carnaval, carnavaaal, desde este lado del ordenador.

Citas

Lunes, Enero 30th, 2017

* Este martes, 31 de enero, se presenta a las 20 horas en el salón Noble del Cabildo de Tenerife el libro La Inmigración irregular por vía marítima, Canarias: una experiencia,  de José Segura Clavell, y acto que contará con la presencia también del presidente de la Audiencia Nacional,  José Ramón Navarro Miranda, y el periodista y editor Francisco Pomares.

* El club Oliver, en la capital tinerfeña, acoge también este martes, 31 de enero, la presentación del libro Tenerife: paisajes de palabras / Teneriffa: Wortlandschaften. El acto, que conducirá Ralph Schippan, editor de Puntillo, comenzará a las 20.15 horas y en el mismo participarán Mª Cristina García Carballo, María Gutiérrez, Ramiro Rosón y Rafael-José Díaz.

Saludos, se informa, desde este lado del ordenador.

Maurice Sachs, historia de un canalla

Viernes, Enero 27th, 2017

“Y durante cuarenta y ocho horas me olvido de todo por la versatilidad de pensamiento, la ligereza de conciencia moral y mimetismo con el medio que me caracterizan.”

(La cacería, Maurice Sachs. Introducción: Alfredo Taján. Traducción: Lola Bermúdez Medina. Cabaret Voltaire, 2016)

Maurice Sachs, escritor homosexual y judío. Traidor e indeseable, según sus amigos, algunos de los cuales fueron acosados por su arrolladora personalidad, y otros denunciados, se dice, se rumorea, por él mismo ante las autoridades de ocupación. Descrito así, parece un personaje de Patrick Modiano.

En todo caso, Maurice Sachs forma parte de esa excelente y también maldita nómina de artistas franceses que colaboraron con los nazis cuando toda Europa se desangró en una Guerra, la segunda, que alcanzó dimensiones mundiales.

No tiene su literatura, sin embargo, la profundidad psicológica de ese hedonista, pero también suicida potencial que fue Pierre Drieu de La Rochelle; ni la obsesión por mostrar los retorcidos laberintos del espíritu de Céline. Ni siquiera la doble moral de Montherlant ni el señorío de Paul Morand o la crudeza intelectual de Brasillach, pero sus libros en los que la realidad pretende estar por encima de la ficción, son el retrato de una vida al límite y de paso una ojeada sin compromiso pero auténtica –quizá porque carece de compromiso– sobre una realidad en la que prima, por encima de todas las cosas, ganar dinero para mantener un alto nivel de vida en la debacle, en un país  humillado pero hipócrita, también cobarde, que ha sido ocupado y dividido por los alemanes.

La cacería, memorias dispersas, habla de esto y muchas cosas más. Su lectura genera vértigo y en ocasiones puede arrojar al abismo a un lector desprevenido, ajeno al sucio  universo de una Francia arrodillada que, pese a todo, no pierde el gusto de vivir bien.

En La cacería no se rinde elogio a la Resistencia, que ni siquiera existe en estas páginas, sino a las estafas y negocios siempre sucios que emprende Sachs para, lo dice con total desparpajo, casi parece que el escritor desconoce el significado de rubor, vivir como un pachá en una Francia que ha perdido el rumbo y la dignidad. Las lecciones de la supervivencia, que se dice.

El escritor lo deja claro en estas memorias: le gusta el lujo y le gusta el sexo. Y engaña, y en otras consigue lo que desea con una aplastante sinceridad, para obtener ambas cosas.

A uno le asalta que Sachs no se tomó demasiado en serio, y que al no tomarse en serio tampoco tenía que tomarse en serio a los demás. Si hubo algo por lo que sintió ternura y amor, y al margen de algunos de los muchachos con los que compartió fragmentos de su existencia, fue la literatura aunque como sucede con otros artistas, es su propia vida –que fuera chivato de la Gestapo, un tipo sin escrúpulos que adoptó a dos niños judíos a los que abandonó cuando se dio cuenta que no servía para padre– lo que hace olvidar una obra en la que, caso de La cacería, cuenta su experiencia desde dentro sin emitir juicio crítico ni moral aunque en ocasiones hace responsable a su carácter de los vaivenes de su dispersa existencia.

Con deudas hasta las pestañas porque no quiso renunciar a una vida de lujo, Maurice Sachs terminó sus días en el STO (Servicio de Trabajo Obligatorio) de los alemanes. En Hamburgo tuvo la misión de vigilar a los trabajadores forzados aunque aprovechó el tiempo para continuar explotando sus placeres hasta que los alemanes, cansados de sus chanchullos, lo encerraron en una celda en la que no paró de leer y escribir hasta su muerte.

Una muerte violenta que aún confunde a los eruditos que estudian su vida y su obra.

El caso es que circula que los presos del campos en el que trabajaba lo golpearon hasta la muerte cuando fue liberado por las tropas aliadas las primeras semanas de abril de 1945 o que, tras incorporarse a una columna de prisioneros bajo las órdenes del higienista Henning, exhausto, se negó a continuar caminando hasta que un oficial de las SS le voló la tapa de los sesos.

Sea como fuere, nunca sabremos la verdad porque todo, absolutamente todo es impulsivo en Maurice Sachs, un hombre, un artista, que escribió la novela de su vida inspirándose, precisamente, en su vida.

Saludos, llueve, no llueve, desde este lado del ordenador.

Un carnaval de pesadilla

Jueves, Enero 26th, 2017

Santa Cruz de Tenerife es una constante en la producción literatura de Juan Ignacio Royo, ciudad y capital de una isla que, en ocasiones, reconoce como Puerto Santo o la ciudad de los laureles en Un carnaval amargo, su última novela, una divertida sátira basada en hechos reales: las kafkianas interioridades de la gala del Carnaval del 2007.

Un carnaval que puso en pie de guerra no solo a una ciudad, sino también a una isla.

La guerra, por otro lado, es otra de las constantes en la literatura de Juan Ignacio Royo

En apenas doscientas páginas y estructurada como un banquete (allá quién piense que platónico), Un carnaval amargo es además de la crónica de un gigantesco fracaso, un divertido sainete que protagoniza un concejal de influencias santeras, un bailaor y director bastante tolete y una serie de secundarios entre los que destaca el gerente de todo ese desaguisado. Un tipo aparentemente serio y callado, y quizá por eso el más sensato de toda esta fauna carnavalera.

Viaje a su manera a la madre de todos los desastres, Un carnaval amargo invita a transitar por las tripas de aquella organización. O cómo se lo monta el Ayuntamiento de esa ciudad de los laureles para poner en marcha la estructura elefantiásica de un festejo que más tarde, y ya recorriendo las calles de manera enloquecida, forma parte del adn de los vecinos de este pueblo.

Un carnaval amargo describe con lenguaje conciso, directo y hasta gélido en ocasiones –pero es precisamente este espíritu bajo cero el que sustenta el carnaval oficial, el que orquesta el Ayuntamiento – una farsa donde, mucho nos tememos, la realidad supera a la ficción. Con todo, el lector ajeno a la tramoya carnavalera se puede hacer una idea aproximada de todo aquel histórico disparate. De ese derroche dinerario que se invirtió en una gala que pretendió ser lo más de lo más y terminó siendo lo menos de lo menos.

En la novela, porque se trata de una novela, los protagonistas son víctimas y eso incluye al concejal que invoca a Shangó y al bailaor tolete y, al mismo tiempo, es el retrato –no sé si certero pero sospecho que muy pegado a la realidad– de lo que se mueve dentro del corazón organizador de aquella fiesta que mejor olvidad,

¿Mejor olvidar? Ya va siendo hora de que los habitantes de esta capital de provincias se quiten las máscaras para mirar y reconocer en el espejo sus vergüenzas. Alguien dijo que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlos…

Han pasado ya diez años de todo aquel caos y el relato de los hechos, por patético que resulte, necesitaba su cronista. Pero no un cronista con ánimo periodístico (que también) sino literario. Capaz de fundir realidad y ficción para recrear unos meses de sofoco pero también carnavaleros, con acento saturnal.

Estas fiestas, lo recuerda Juan Ignacio Royo, tuvieron su origen en Roma y nacieron para que los hombres se sintieran libres durante una semana. Libres para dejar de ser esclavos y libres para dar rienda suelta, aunque fuera solo una semana, a sus deseos.

Un carnaval amargo es, sin embargo, la narración fabulada de los responsables, de los que toman decisiones y firman cheques para organizar ese carnaval que confunde la fiesta con la psicosis de trabajar bajo una presión infernal, mientras se lidia con egos todos ellos muy revueltos así como se juega a hacer política municipal con música de fondo bastante murguera.

En Un carnaval amargo además de concejales de pelo cano, guayabera y habano en la boca, bailaores solo ante el peligro, diseñadores, candidatas y lo que se tercie en ese glamour de verbena más próximo al de Telecinco que al de un musical de Broadway, actúa también una amplia red de secundarios que dan consistencia más bufa, si cabe, a esta divertida y también apresurada crónica de lo que no tuvo que suceder jamás y, sin embargo, sucedió.

Por esto y otras cosas, es inevitable leer Un carnaval amargo consciente de que no se cuenta todo, pero sí algo de aquel todo. Se sospecha, además, que Juan Ignacio Royo escribió esta novela para exorcizar demonios, la pregunta ahora es si logró finalmente espantar a los siete diablos.

Finalmente, Un carnaval amargo propone una mirada ya distanciada en el tiempo de aquellos hechos con notable acento cómico. Y es que la risa, como escribió Boris Vian, es la mejor manera de tomarse las cosas en serio

  • Un carnaval amargo (Ediciones Aguere/Idea), una novela de Juan Ignacio Royo Iranzo, se presenta este jueves, 26 de enero y a partir de las 19 horas, en el salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC), en la capital tinerfeña. Estarán presentes además del autor de la obra, la concejala de Fiestas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Gladis de León; el periodista especializado en temas de carnaval Humberto Gonar y el editor Ánghel Morales.

Saludos, carnaval, carnaval, te quiero, desde este lado del ordenador,

Y este jueves…

Miércoles, Enero 25th, 2017

PESADILLAS EN TEA TENERIFE ESPACIO DE LAS ARTES

TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este jueves, 26 de enero y a las 20 horas el estreno de los nuevos trabajos de Daniel León Lacave y Josep Vilageliu, quienes presentan La otra y Al borde del agua, respectivamente.

La otra, de Daniel León Lacave, está protagonizado por Cristina Piñero, Saida Fuentes, Yazmina Guerra y Sol Mendoza y cuenta con música de Jonay Armas. El filme narra la historia de tres amigas, que acampan un fin de semana a la orilla de la presa de Las Niñas, donde la leyenda de Cassandra, una niña que murió asesinada al pie el árbol que lleva su nombre, aún pervive.

Al borde del agua, dirigida por Josep Vilageliu y producida por La Mirada Gorostiza, está interpretado por Leonor Cifuentes, Judith Klejn, Idaira Santana, Laura Gómez, Rebeca Campo y Bibi Rodríguez. Rodado en el Puertito de Güímar, Al borde del agua presenta a Ana, que vive en un pequeño velero. Cada mañana recorre el muelle de madera y regresa por la noche. Un día encuentra las luces del camarote encendidas y descubre que alguien se ha metido en su vivienda.

¿MASCARITA, ME CONOCES?

Un carnaval amargo (Ediciones Agjuere/Idea), una novela de Juan Ignacio Royo Iranzo, se presenta también este jueves, 26 de enero y a partir de las 19 horas, en el salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC), en la capital tinerfeña. En el acto estarán presentes además del autor de la obra, la concejala de Fiestas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Gladis de León; el periodista especializado en temas de carnaval Humberto Gonar y el editor Ánghel Morales.

Un carnaval amargo se desarrolla en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, en aquel año donde se trajo un director muy particular para que realizara una Gala de Elección de la Reina innovadora  y original, pero que terminó siendo la más calamitosa que se recuerda. Los personajes aunque de ficción son fácilmente reconocibles según vamos navegando entre sus páginas.

Saludos, ¡¡¡hijos e hijas!!!, desde este lado del ordenador

Marisol Salanova inicia en TEA la programación de Dispositivo Vórtice

Martes, Enero 24th, 2017

TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo del Cabildo, recibe este miércoles, 25 de enero y a las 18 horas, a la crítica de arte y curadora independiente de exposiciones Marisol Salanova, que ofrecerá la ponencia titulada Crítica accesible: Herramientas para transmitir el trabajo del artista. Con esta actividad, que es de entrada libre, se inaugura la programación del proyecto’Dispositivo Vórtice un nuevo programa de TEA que pretende servir de plataforma desde la que contribuir a la reflexión contemporánea sobre la producción cultural así como al pensamiento crítico relacionado con ella.

En la sesión que impartirá Marisol Salanova dentro de este ciclo se abordará la cuestión de lo complejo que resulta para la mayoría de artistas llegar a los medios. Como crítica de arte -que además ha sido jurado de numerosos premios y visualizado por lo tanto cientos de portfolios-, transmitirá herramientas básicas para conocer qué información incluir en los documentos que se envían a prensa cuando se quiere promocionar un evento cultural. Salanova hablará además de cómo puede un artista autogestionar la comunicación de su propia exposición o promover una visita a su estudio por parte de los críticos.

Salanova como curadora conoce bien qué datos son los imprescindibles para la difusión en prensa y cuál es el momento preciso para contactarla para que no pase desapercibida la información. La finalidad de esta sesión es la de dar herramientas que contribuya a que se visite, se conozca, se aprecie, se empatice o no con el artista, y para esto se necesita recibir la información adecuada. Saber qué busca el crítico, qué necesitamos incluir en nuestro portfolio o en la nota de prensa son algunos de los puntos a tratar en este encuentro.

Marisol Salanova (Valencia, 1982), licenciada en Filosofía y Máster en Producción Artística, escribe regularmente en Exit, Arquine México, Diario Levante y Valencia Plaza. Acaba de realizar su primera colaboración con ABC Cultural Madrid. Mediática y muy activa, aborda en sus textos y exposiciones temas de interés político y social como el feminismo, la memoria histórica y los roles de género. Imparte cursos de crítica y comisariado, también asesora a artistas y a coleccionistas en su céntrico despacho valenciano desde donde se posiciona como una de las agentes culturales que más puentes tiende entre la Comunitat Valenciana y otras zonas, siempre buscando sumar fuerzas y apoyos vinculando periferias, provocando sinergias, intercambiando conocimientos.

Saludos, ya saben, desde este lado del ordenador.