Archive for Junio, 2020

Ánghel Morales: “Las colección G21 dio visibilidad a los escritores canarios”

Martes, Junio 30th, 2020

En abril de 2011 se presentó en la capital tinerfeña Generación 21: nuevos narradores canarios, un volumen que significó un pequeño seísmo en el tradicionalmente aplatanado universo literario de las islas ya que presentaba doce relatos escritos por doce escritores poco o nada conocidos. La iniciativa, que terminó convirtiéndose en una colección de novelas, nació gracias al escritor y editor Ánghel Morales, con h intercalada, con quien hablamos a propósito del anuncio del último volumen de este proyecto, un nuevo libro de doce cuentos solo que en esta ocasión escritos por doce escritoras.

- Termina la colección G21 con un volumen de relatos escritos por mujeres.

“El proyecto de G21 se puso en pie para dar a conocer a los nuevos novelistas canarios que, en aquel entonces y por los parámetros que habíamos establecido como que fueran nacidos después de 1960 y que contaran con dos novelas publicadas, resultaron todos ser hombres. Se nos criticó entonces la ausencia de escritoras pero no encontramos autoras que respondieran a estos parámetros. El caso es que aquel primer libro de G21 se presentó en todas las islas y Madrid. El grupo Retablo musicalizó algunos de aquellos relatos y la idea fue traerlo aquí pero me dieron largas pese a que venían gratis. Contaba con el respaldo de Ricardo Melchior, que era presidente del Cabildo en aquel entonces, quien le indicó a José Luis Rivero que hiciera un hueco en la programación del Auditorio de Tenerife Adán Martín pero nunca me llamaron. Pensamos hacerlo en el Círculo de Bellas Artes pero el piano no nos servía y recibimos el visto bueno del Casino de Tenerife pero vino el verano y lo aprovecharon para hacer unas obras en sus instalaciones. Es una lástima que no se haya podido poner en marcha este proyecto literario y musical porque el grupo Retablo ha musicado a los mejores poetas del mundo”.
- Volvamos al libro de relatos de G21 que fue el que comenzó con lo que podríamos denominar nuevo fenómeno literario en Canarias.

- ¿Por qué la ausencia de escritoras?

“Busqué hasta cansarme pero no encontré a ninguna. Intenté reparar la ausencia con la creación de la colección G21, que sí que incluye novelas escritas por mujeres”.

- En la que incluye escritoras nacidas antes de 1960.

“Se hizo una discriminación positiva para poder incluir a escritoras”.

- Entiendo entonces que no encontraron mujeres que se ajustaran a las claves con las que nació este proyecto.

“Muchas mujeres quedaron conmigo cuando ya estaba en marcha el proyecto como, entre otras, Elena Morales, Candelaria Quintero, Juana Santana, Lourdes Hernández y solo cito unas pocas, la idea era que me entregaran novelas para incluirlas en la colección pero no me las entregaron así que al final publiqué a escritoras conocidas como Cecilia Domínguez Luis y María Teresa de Vega porque buscaba calidad y porque cualquiera que dirige un proyecto de esta clase quiere lo mejor. Son siete las escritoras cuyas novelas se incluyen en la colección de G21 y algunas han continuado publicando desde entonces. G21 sirvió para visibilizar a la nueva narrativa canaria y dar un golpe sobre la mesa para decir ‘aquí estamos’. Muchas de estas novelas estaban ambientadas en Canarias y cultivaban la literatura de género entre otras peculiaridades que cualquier ensayista que se precie conoce. El primer libro de la colección, el volumen que incluye doce cuentos de doce escritores se presentó en muchos sitios y consiguió lo más difícil, que se vendiera porque despertó interés. De aquella hornada algunos de los escritores se consolidaron y otros no pero esto depende del trabajo de cada uno porque la literatura, como todo, es trabajo y trabajo. Al final y dentro de la colección de G21 se han publicado treinta novelas, algunas muy buenas, como Nueve horas para morir de Ángel Vallecillo; El sueño de Goslar, que para mi es la mejor novela de Javier Hernández Velázquez y Si hubieras estado aquí, de Cecilia Domínguez y El secreto de Taganana, de Pilar Escalona. La colección publicó también novelas de autores que no habían publicado antes y se les ayudó a caminar. Hicimos, insisto, lo que nadie había hecho: dar visibilidad a los escritores canarios, lo que no se había hecho desde hacía mucho tiempo porque parece que desde la generación de Gaceta de Arte y el boom de los 70 aquí nadie había escrito nada cuando hay muchos escritores, algunos muy buenos y otros que, la verdad, esperaba algo más de su trabajo. Las prisas por publicar no llevan a ningún lado y hay que ponerle freno. El proyecto de G21 está ahí y son bastante los escritores que formaron parte de él que siguen produciendo. No obstante, quedaba la asignatura pendiente, una edición que no estaba prevista originalmente pero pensamos que ya que habíamos iniciado todo esto con un libro de doce cuentos firmados por doce escritores ¿por qué no cerrar la colección con un libro de doce cuentos firmados por doce escritoras? Doce escritoras que, personalmente, considero de las más significativas aunque esto como todo está sujeto a variables ya que cada uno tiene su alineación pero sí que he intentado que estén en este libro las más representativas”.

– ¿La crisis de la Covid-19 ha detenido la edición y las presentaciones previstas?

“El libro entró en imprenta pero se detuvo por la crisis. Mi idea ahora es presentarlo en septiembre u octubre. Cuando las circunstancias lo permitan”.

-¿Qué diferencias encuentra entre los cuentos escritos por los doce hombres y ahora las doce mujeres de G21?

“Una diferencia muy grande y es que las escritoras no caen tanto en la literatura de género porque escriben una literatura más intimista y otras lo que buscan es innovar. Este libro cuenta además con relatos que plantean reivindicaciones feministas. De las doce escritoras que aparecen en el libro he incluido a las siete que ya tenían novelas en la colección G21 por lo que se quedó estrecho el margen a la hora de seleccionar a las cinco restantes”.

-¿Este libro cierra el proyecto G21?

“Sí, el proyecto se cierra con este libro de escritoras. La colección cuenta con treinta títulos, que es lo que tenía planificado cuando comencé la idea aunque quizá habría que sacar otra colección con los escritores y escritoras que han nacido en el siglo XXI”.

- ¿Se siente reconocido por haber sido el impulsor de todo esto, de G21?

“No hago las cosas para que se me reconozca pero es verdad que me siento ninguneado por las instituciones. El mundo de la literatura es muy complicado pero no he recibido quejas de los escritores que he publicado en esta colección porque trabajé con todos ellos con respeto aunque me dolió que en el ciclo Entre palabras, al que se invitaron a algunos de los escritores de G21, nadie me invitara. Es como si pensaran que proyectos así nacen espontáneamente cuando llevo trabajando en esto desde hace mucho tiempo y calculo que habrán pasado por mis manos más de tres mil títulos. Escritores veteranos como Ángel Sánchez, Víctor Ramírez y José Rivero Vivas continúan publicando conmigo por lo que no me puedo quejar ya que estos buenos escritores me han confiado su obra para que se las gestione así que, en este sentido, sí que me siento valorado”.

- ¿Qué proyectos se detuvieron tras la declaración del Estado de Alarma”.

“Habíamos publicado La sorriba, una novela de Cecilia Domínguez Luis, y teníamos preparado su presentación en La Orotava, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria que al final han tenido que cancelarse. Me gustaría editar una colección de escritores nacidos en el siglo XXI pero ahora que lo digo es probable que se me adelante algún listillo porque no solo no te ayudan sino que se dedican a ponerte piedras en el camino”.

- ¿Se retira o no se retira?

“Es verdad que desde hace unos años llevo diciendo que voy a dar el portazo pero es que he pasado por una larga enfermedad, un momento de la vida en el que piensas muchas cosas y entre esas cosas la de abandonar la literatura pero soy herreño, una persona de palabra que se compromete a mantener el compromiso que firmé con Ediciones Idea cuando se unió con Ediciones Aguere” .

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El desencanto

El parón que provocó los meses de confinamiento para frenar la expansión de la Covid-19 ha hecho que los ejemplares de Temas de la narrativa canaria de los siglos XX y XXI (G-21), una versión adaptada de la tesis doctoral que Sinesio Domínguez Suria defendió en la Universidad de Salamanca, descanse de momento en un almacén del Gobierno de Canarias. No es éste sin embargo un asunto del que quiera hablar Ánghel Morales ya que se siente una vez más “ninguneado” por las instituciones públicas. En este caso, asegura que selló con el autor de este trabajo un “compromiso verbal” para que lo editara Aguere/Idea en la colección G21 pero al final fue el Gobierno de Canarias el que editó el libro. Un volumen de más de 400 páginas que Domínguez Suria dedica, entre otros, a Ánghel Morales.

“El que gestionó esta operación conocía este compromiso verbal”, dice refiriéndose a Daniel María, uno de los autores que Morales publicó en G21 y ahora coordinador de la edición de la tesis que publica la Consejería de Educación del Gobierno canario. Ánghel Morales dice que aún no ha recibido un ejemplar pero comenta que los que han podido echarle un vistazo al libro “me dicen que algunas cosas han sido retocadas, lo que me dolería aún más”.

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Doce autoras, doce cuentos

Felicidad Batista con Suite para un faro

Cristi Cruz Reyes con Páginas aladas

María Teresa de Vega con Caciquismo literario

Cecilia Domínguez Luis con Y en eso llegó Ariadna

Pilar Escalona con Ayoze en la Punta del Hidalgo

Ana Joyanes Romo con Úrsula, de consuegra

Elizabeth López Caballero con Bajo la piel

Mayte Martín con La vida te empuja, Julieta, te empuja

Fátima Martín Rodríguez con Espejismo

Maca Martinón con Tres golpes capitales

María Candelaria Pérez Galván con Por nada del mundo

Elena Puchalt Ruiz con El caso del artista

Saludos, damas y caballeros, desde este lado del ordenador

Historia desconocida de mis antepasados, una novela de Gerardo Pérez Sánchez

Lunes, Junio 29th, 2020

Historia desconocida de mis antepasados (Verbum, 2020) es la sexta novela de Gerardo Pérez Sánchez, un autor en el que se detectan constantes no ya solo formales sino también creativas que giran sobre un mismo asunto. Sus libros, en este sentido, podrían considerarse así como variaciones sobre un mismo tema. Y si hay un tema en el que insiste la literatura de Gerardo Pérez Sánchez ese tema es el amor.

Otra de las características que define el universo narrativo del escritor es el uso que hace de los géneros. Lo interesante con estos juegos que plantea es que Gerardo Pérez Sánchez no se pone al servicio de los mismos sino que los mismos se ponen al servicio de Gerardo Pérez Sánchez. Es como si recurriera a los géneros para ubicar el marco de la historia (la historia o historias de amor) que nos cuenta en una serie de novelas, seis como se ha dicho, donde está muy presentes también lo cinematográfico. Tanto, que casi parece que las obras del autor deben más al cine que a la literatura no ya por ser lecturas potencialmente visuales sino por la narrativa a la que recurre, una narrativa que se preocupa en ir hacia adelante y por mantener el ritmo.

Entiendo que Historia desconocida de mis antepasados es un libro que significa un antes y un después en la producción narrativa de Gerardo Pérez, un escritor acostumbrado a desarrollar sus historias en escenarios que poco o nada tienen que ver con el lugar donde nació y en el que reside. No obstante, es verdad que lentamente Canarias y en concreto la isla de Tenerife está apareciendo en su literatura como geografía en la que transcurre si no toda, sí que parte del relato y esto, en vez de resultar un demérito para quien conoce sus libros, es un atractivo más que se suma a su carrera como escritor.

La obra indaga ahora en un amor casi imposible a través de los años y de cómo un amor que nace puro –en la novela el chispazo que enciende el corazón y el alma de una niña tinerfeña y un niño de origen austríaco cuando cruzan sus miradas en una playa del sur de la isla– es capaz de resistir el paso del tiempo pese a la distancia. Pérez Sánchez nos muestra así cómo evoluciona la vida de estos dos enamorados a través de los años, cómo rehacen sus vidas sin olvidar en ningún momento el hechizo de aquella mirada cruzada. Se trata de un amor puro, blanco, un amor que en secreto los une y que la nieta de la protagonista descubre a través de un extraño sujeto (luego no lo será tanto) que le hace entrega de unas cartas en las que se revela, precisamente, la historia de amor que vivieron sus antepasados.

La novela está narrada a través de tres voces, las de los dos amantes, Isabel y Khafra, y Cristina, la nieta de Isabel, que es una joven estudiante que va tomando conciencia de lo que es ser una mujer.

Las vicisitudes de los tres protagonistas permite al escritor abordar en un arco temporal muy amplio la relación que mantiene Isabel con Khafra y que se desarrolla desde los años 20 hasta los 70 del pasado siglo XX así cómo describir los amores y desamores de los protagonistas. Sirve también para reflexionar que todas las épocas son iguales y que solo el amor las hace soportables.

La fórmula que emplea para contar desde tres perspectivas diferentes un relato que confluye en uno funciona ya que contribuye a que Cristina se enfrente a su vida con otra mirada tras conocer el amor de su abuela, a la que apenas conoció pero a la que reconoce a través de la lectura de esas cartas que le ha confiado el desconocido que no lo será y cuyo papel no revelamos para no destripar otro de los secretos de un libro que, como el guión de una película romántica, cuenta con numerosos interrogantes que Pérez Sánchez va resolviendo a medida que se avanza en la lectura. Una lectura que despierta el apetito por conocer cómo acabará todo y que hace que más que leer se devoren las páginas porque da lo que promete: entretenimiento y un espacio a la reflexión que siempre se agradece.

Pese a los años en los que se desarrolla la primera historia, años que determinaron el rumbo del siglo XX como fue la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial, digamos que el peso de la realidad de aquellos tormentosos tiempos no afecta demasiado a los protagonista, un elemento que sí que se echa en falta pero que se disculpa cuando se piensa que lo que de verdad interesa al escritor es contar la historia de amor interrumpida que mantienen pese a la distancia física pero no emocional Khafra e Isabel. Historia de amor que, parece que nos sugiere Pérez Sánchez, permanece viva a lo largo de los años gracias a que se mantuvo en riguroso secreto. Un secreto que los enamorados guardan celosamente ante posibles agresiones externas aunque Khafra, pintor de notable éxito en la novela, lo explota a través de una obra pictórica que cuenta siempre con un mismo y obsesivo personaje femenino que no creo que haga falta decir quién es. Tampoco revelaremos otra de las grandes incógnitas que suma una novela que, a nuestro juicio, robustece la ya consolidada trayectoria como escritor de Gerardo Pérez Sánchez.

Saludos, ceño fruncido, desde este lado del ordenador

Palabra de Woody

Sábado, Junio 27th, 2020

“No me gusta la idea de que se premie obras de arte que no se realizan con un propósito competitivo sino para satisfacer un deseo artístico y, con suerte, entretener”.

(Woody Allen, A propósito de nada. Autobiografía. Traducción: Eduardo Hojman. Alianza Editorial, 2020)

Saludos, The Show Must Go On, desde este lado del ordenador

Ay, Santa Cruz

Miércoles, Junio 24th, 2020

El espacio que ocupa TEA Tenerife Espacio de las Artes fue antes un terreno en el que se hacinaban viviendas fabricadas con chatarra y madera. No sé la cantidad de gente que podía vivir allí pero seguro que no eran ni cinco ni seis sino muchos más.

Es una pena que las historias que se fraguaron en ese entorno, historias que no tienen que ser siempre dramáticas, se hayan perdido para la historia de esta capital de provincias tan rara ella pero tan cargada de relatos generosos como infames. Como la calle de Miraflores, el espacio que ocupa TEA albergó entre otros a mujeres que se dedicaban al oficio más viejo del mundo en unas condiciones deplorables y que mucho me temo no han mejorado con el paso del tiempo para las señoras que hacen la calle en el sentido estricto de la palabra.

Estos pensamientos me asaltan siempre que paseo por las proximidades de TEA Tenerife Espacio de las Artes. El edificio permanece y forma parte del entorno urbano –junto a la fantástica por colonial fachada del mercado de Nuestra Señora de África– como una pieza más del agradable feísmo que caracteriza a la ciudad en la que vivo.

Y sí, sí que es una lástima que TEA no se haya convertido en lo que tenía que haberse convertido hace años. No arranca, mucha carrocería para tan poco Fittipaldi al volante.

Estos pensamientos también me asaltan cuando estoy por las proximidades de TEA, un lugar donde últimamente me encuentro con un conocido de toda la vida, es decir, un tipo que conoces de vista pero que por saber, no sabes ni su nombre. Ese mismo tipo, que ya debe de tener sus añitos, nos detuvo a Kala y a mi la semana pasada justo debajo del arco de entrada del Mercado de Nuestra Señora de África para pedirme tabaco.

- Lo siento, no fumo.

Se quedó trabado mientras me ofrecía la cajetilla.

- Pero no sabe las ganas que tengo de fumarme uno. Mejor guárdese la caja.

El tipo recuperó poco a poco el color y me señaló TEA Tenerife Espacio de las Artes.

- Todo eso era antes chabolas de putas.- me soltó con un graznido. Me molestó no lo del graznido sino lo de chabolas de putas.

- Y usted qué sabe si ahí vivían putas…

- Lo sé porque estuve ahí dentro una vez.

El tipo, que ya digo debe de tener unos setenta años y no lleva boina, aguanta bien la edad que tiene. Se mantiene como un roble o, mejor, como un drago que diríamos aquí no vayan a ahorcarme por pinínsular .Tiene, eso sí, las espaldas un poco cargadas.

- Escúcheme.- me dijo apartándose la mascarilla mientras pedía fuego y un cigarrillo a un paseante con pintas de estudiante– Esta ciudad entonces era otra cosa- esperé a que dijera cristiano pero no lo dijo- y era más pequeña y todo el mundo se conocía.

- Sí que es verdad.- le di la razón porque aún recuerdo aquellos días convenientemente idealizados en la memoria en donde creía que conocía a casi todo Santa Cruz y casi todo Santa Cruz creía que me conocía. Me llegó un poco del humo de su cigarrillo y los recuerdos que creía muertos de mi adicción al tabaco volvieron a reaparecer aunque todo aquel humo me supo a ceniza.

- Si yo le contara.- dije.

El tipo se agachó con el fin de acariciar a Kala pero no hubo manera con la perrita.

- Es que muy tímida.- dije con una sonrisita.

El tipo se puso en pie, lo que aproveché para alejarme un metro más.

- Hay que mantener las distancias.- dije con la misma sonrisita.- El coronavirus.

El tipo se puso a reír pero no sé yo si con sinceridad.

- Todo esto eran chabolas de putas.- insistió entre salivazos.- Y aquí eran más baratas que las de Miraflores, me dijo Toño, un amigo con el que terminé una noche de verano aquí mismo tras bebernos todo lo bebible en los bares del chicharro.

Como sospeché que la historia iba para largo y aprovechando un oportuno tirón de Kala para irnos, hice que consultaba la hora en el reloj.

- Se me está haciendo tarde y me esperan en casa.- comencé a decir cuando el tipo dio un grito.

-Relájese, tolete, relájese.

Y el tolete no tuvo más remedio que relejarse.

- El amigo y yo nos fuimos con una andaluza que hacía la calle en la avenida de José Antonio a una de las chabolas que llevaba una señora con dos caniches que no paraban de ladrar. Una, dijo la vieja señalando a los perritos, se llamaba Rocío y la otra La Jurado. Los caniches daban vueltas sin dejar de dar esos ladriditos antipáticos que parecen de bocina. La vieja, muy pintada, las cogió en peso y nos mostró la barriguita de los dos animales que continuaban dando ladridos.

- Mira qué tetazas tienen las dos.- exclamó orgullosa y tan entusiasmada como una madre que exhibe a sus hijos.- Son tan grandes como las de Rocío Jurado. Y sí que eran grandes.- dijo el tipo dando una calada larga al cigarrillo.

- Recuerdo que el aire estaba cargado –continuó con su relato mientras Kala no dejaba de dar tirones a la correa–, esa humedad y ese calor que a veces ahoga a Santa Cruz. Más, como aquel día, con la peste que venía de la refinería. Tú que eres vecino estás graduado y sabes a lo que me refiero: ese olorcillo a huevos podridos que envenena el aire y calienta el ánimo. Toño, mi amigo, me miró y lo vi blanco como la cera. La andaluza cruzó el cuartucho y apartó una cortina.

- ¿Quién es el primero?.- preguntó.

Crucé una mirada con Toño y Toño conmigo. Su jeta de blanco pasó al amarillo pero justo cuando le iba a preguntar qué le pasaba soltó la pota, arrojó la cena –que había sido en el Puntero, por cierto– mal digerida y enterita en uno de los caniches, no sé si en Rocío o en La Jurado, que más que ladrar lo que hacía era pasarse la lengua por la cara para devorar algún tropezón del cherne que habíamos cenado.

El tipo escupió una risotada y sacudió la cabeza.

- ¿Y que sucedió?.- pregunté.

- La vieja y la andaluza comenzaron a dar gritos mientras nos echaban a patadas. Nos llamaron de todo, y nada fino. Yo, en el estrecho callejón intenté poner orden pero la andaluza que se metió en la casa salió con un cuchillo de carnicero mientras Toño y yo pusimos pies en polvorosa.

El tipo tiró la colilla al suelo y se frotó la barbilla.

- Qué tiempos, ¿verdad?

Kala volvió a tirar de la correa así que aproveché para despedirme. Cuando atravesaba el puente de Galcerán caí de pronto en que no le había preguntado cómo se llamaba el tipo… Pero qué más da, si me lo vuelvo a tropezar cruzaré los buenos días o tardes y los adioses de siempre.

El cielo estaba azul y hacía un sol de justicia.

Saludos, ay, ay, ay, desde este lado del ordenador

Nace Próxima, una asociación de distribuidores de cine independiente

Martes, Junio 23rd, 2020

La Asociación de reciente creación Próxima reúne a quince pequeñas y medianas empresas españolas que apuestan por un modelo de distribución alternativo con dos objetivos principales: promover el cine independiente de autor, nacional e internacional, de cineastas emergentes y consolidados, y dar cabida a nuevos modelos de negocio en el sector.

Próxima nace con la vocación de reconocer la labor de estos distribuidores independientes, dotándolos de voz propia, y poner en valor su contribución al enriquecimiento y consolidación del tejido industrial y cultural de nuestro país.

En su conjunto, cada año estrenan más de cincuenta títulos premiados en festivales internacionales, de gran aporte cultural y poco representados en el circuito comercial. Gracias a su trabajo han contribuido a acercar a los espectadores películas que de otra forma no habrían tenido acomodo a la cartelera.

Sus socios, que se definen por el desafío a la hora de escoger cada película y el compromiso para obtener el mejor estreno para cada una de ellas, constituyen un nexo indispensable entre las productoras, los agentes de ventas y los exhibidores de cine independiente.

Próxima apuesta por la difusión del cine en versión original subtitulada, el lanzamiento de películas de cineastas emergentes –a los que sus miembros fidelizan otorgándoles la visibilidad que merecen y reforzando su proyección internacional- y la creación de nuevas audiencias, especialmente entre el público joven.

Los quince socios que componen la asociación son: Adso Films, Atera Films, Begin Again Films, Capricci Cine, #ConUnPack Distribución, El Sur Films, Elamedia Estudios, Flamingo Films, Márgenes Distribución, Night Drive, Noucinemart, NUMAX Distribución, Paco Poch Cinema, Segarra Films y Surtsey Films.

Cuatro de esas distribuidoras tienen su origen en festivales de cine como el Americana Film Fest (Flamingo Films), el D’A Film Festival (Noucinemart), Márgenes (Márgenes Distribución) y REC (El Sur Films). Por último, NUMAX Distribución y Surtsey Films cuentan con sus propias salas de cine.

ESTRENOS

Entre los estrenos de esta temporada de los miembros de Próxima destacan: Little Joe de Jessica Hausner (Noucinemart) y Ayka de Sergey Dvortsevoy (Paco Poch Cinema) –que han obtenido el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes en las ediciones 2018 y 2019-; Tommaso de Abel Ferrara (Capricci Cine) -que ha participado en la Sección Oficial del mismo certamen-; Canción sin nombre de Melina León (Begin Again Films) -que ha participado en la Quincena de realizadores-; la producción canario-chilena Blanco en blanco de Théo Court (Elamedia Estudios) -ganadora del Premio al Mejor Director de la Sección Orizzonti y FIPRESCI de las Secciones Paralelas de la Mostra de Venecia; Sole de Carlo Sironi (Márgenes Distribución) -que también ha participado en la sección Orizzonti del prestigioso festival italiano y ha sido nominada al Premio David de Donatello a la Mejor Ópera Prima-; The woman who ran de Hong Sangsoo -premiada con el Oso de Plata a la Mejor Dirección en la Berlinale- (Capricci Cine); Hope de Maria Sødahl (Adso Films); Temblores de Jayro Bustamante (Atera Films) -que han participado en la Sección Panorama del Festival de Berlín y obtuvo el premio Sebastiane Latino en el Festival de San Sebastián-; Abou Leila de Amin Sidi-Boumédiène (Flamingo Films) -ganadora del Premio Las Nuevas Olas en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y el Premio de la Crítica en el D’A Film Festival-; Corpus Christi (Surtsey Films) de Jan Komasa -nominada al Oscar a la Mejor Película en Lengua no Inglesa-; Once Were Brothers, de Daniel Roher (#ConUnPack Distribución) -estrenada en el Festival de Toronto y producida por Martin Scorsese, Ron Howard y Brian Grazer-; La mujer ilegal de Ramon Térmens (Segarra Films) -producción española rodada en catalán, que competirá en el FIC-CAT-; Algunas bestias de Jorge Riquelme Serrano (El Sur Films) -que ha participado en la Sección New Directors del Festival de Cine de San Sebastián-; Vitalina Varela de Pedro Costa –Leopardo de Oro a Mejor Película y Mejor Actriz en el Festival de Locarno y Premio Premio al Mejor Largometraje y a la Mejor Fotografía en el Festival de Gijón (NUMAX Distribución)-; El año del descubrimiento de Luis López Carrasco -que ha ganado el Premio al Mejor Documental en el Cinéma du Réel y el Premio del Jurado en el Festival de Jeonju, después de participar en la Sección Oficial del festival de Rotterdam- (Begin Again Films) y The Father de KristinaGrozeva and Petar Valchanov (Elamedia Estudios), película de nacionalidad búlgara ganadora del Gran Premio en el Festival de Karlovy Vary y que ha participado en la Seminci.

Saludos, enhorabuena y mucha suerte, desde este lado del ordenador

Echadita pa lante, sin miedo

Lunes, Junio 22nd, 2020

Por Nicolás Dorta (*)

Sentado delante del ordenador, miro el mapamundi colgado en la pared y me fijo en el Sáhara, lo grande que es. También miro las dos flores de mentira colocadas en un bote de cristal, el lapicero y los rotuladores que ya no escriben. Ya no miro nada más. ¿Cómo empiezo esto?. Había pensado en decir que en Panza de Burro (Barrett, 2020) hay cosas de Junot Díaz, Salinger, Pepe Monagas, que no sé si queda pretencioso, pero da igual. Lo había pensado esta mañana, en la orilla, con las cuerdas invisibles sosteniendo las cometas de los kitesurfistas encima de mi cabeza. Cualquier día el viento nos vuelve locos a todos. Y mientras empiezo, intento escribir como Andrea Abreu (Tenerife, 1995), la autora de este libro precioso. Escribir como hablo, como pronuncio, sin diferencias entre la palabra dicha y la que veo en la pantalla, pero no me sale, porque eso solo lo pueden hacer los que escriben construsión, güerta, pollaboba, fortasé, sangüi, cagalera, trompada, cachorrona, chafalmeja o hiperdino, sin que su literatura pierda un ápice de fuerza, belleza y verdad. Andrea Abreu escribe sin papel transparente, sin forro, encadenando frases y expresiones, hilvanando una historia que esconde una trama oculta, paralela, al acecho, como el vulcán. Estas mismas palabras mal puestas serían como las flores de mentira del escritorio, enseguida te das cuenta de que falla algo, de que falta autenticidad. Sería como la tradición mal entendida. Lo nuestro. Esa falsa identidad. Que no nos vendan motos.

En Panza de Burro, que prologa y edita la escritora y periodista Sabina Urraca, nacida en San Sebastián y criada en Tenerife, hay verdad y sobre todo soledad. La soledad profunda de una niña que quiere ser como otra menos niña que se llama Isora, más sola si cabe. Pero a la vez, esa niña, a la que Isora llama “shit”, se resiste a dejar de ser ella misma. “Shit” ama, admira a Isora, que sabe hablar con los viejos y “no tiene miedo a comer cosas de gente grande”: el mojo rojo, el que pica. Isora, tan perdida como la que cuenta la historia, es echadita pa lante, con su cadenita de la Virgen de Candelaria al cuello porque es más secsi; un ser valiente y también triste, como la neblina interminable del pueblo empinado en el que viven; cerca del monte, lejos del mar, lejos de la playa de San Marcos, que es otro mundo, un sueño. Ellas habitan un barrio con casas de todos los colores “a medio terminar” pero nunca terminadas. Son “mounstruos incompletos”, describe la autora. Es su mundo, el único que conocen. El límite es la última calle del barrio.

El libro habla del descubrimiento del cuerpo, de las flores de bruja que esconde el monte, del amor y la amistad como algo irrenunciable para estar bien en la vida. Es la philia de Aristóteles, cuya carencia nos hace infelices aún teniendo las demás cosas. Por eso la narradora no puede vivir sin Isora y la busca, la ama y la espera. Siempre.

Las casas rurales esparcidas por ese barrio anónimo son espacios que muestran las diferencias irreconciliables de clases, la improbabilidad de que una casa así pueda gustar una niña que entra con su madre para limpiar, porque nadie quiere limpiar lo de otros, lo de esos “guiris jediondos”, cita un capítulo, y menos una niña, que “soñaba con ser secretaria de papeles, no limpiadora”. Existe, como dice Andrea Abreu, “una pared enorme de papel transparente de cocina, el fil, que no me dejaba participar en las mejores cosas de las casas rurales”. La isla disfrutada por los que vienen, o tienen, y limpiada por los que están y no tienen. Las mujeres limpian y los hombres ven el fútbol después de regresar del sur. Todo el mundo está cansado.

La artífice de Panza de Burro hace del feísmo canario un recurso poético que se traslada al lenguaje, con la cautela de no caer en excesos que podrían desmerecer el texto. También mantiene una relación casi mística y a la vez salvaje, con la naturaleza: el monte, el mar, el sol, la lluvia, las nubes y siempre el vulcán, “que podía pegarnos fuego si quería”. Las dos protagonistas salen a la calle a vivir a pesar de todo. Vivir entre las “güertas”, la venta, los kinkis, la guemboi con juegos piratas de su primo de Santa Cruz, las clases de informática para hablar por el mésinge y la esperanza, el deseo más bien, de que llegue un momento en que el azul se mantenga en ese cielo gris brumoso, que empiezas a reconocer cuando bajas por Erjos, llegas a El Tanque hasta Icod, o por San José de los Llanos para descender hasta El Amparo: una isla dentro de otra isla, una zona que podría ser, como dice la escritora, cualquier otra, pero se ubica en esta lapa gigante que se levanta vertical por el norte y suaviza por el sur. Depende de donde estés ves La Gomera, La Palma o solo ves el horizonte confuso, como en el pueblo de Andrea, digo de “shit”, donde todo es pendiente, precipitado, con el pie del bemeta gris metalizado nunca en el freno, como Isora, siempre pa lante, “echadita pa lante, sin miedo”.

(*) Nicolás Dorta es escritor y periodista

Saludos, bajo esa misma panza, desde este lado del ordenador