Un año de cine en Canarias

Miércoles, Enero 3rd, 2024

La pequeña industria del cine canario, industria que sostiene el Gobierno regional salvo a un pequeño grupo de productoras y cineastas que van por libre, cierra el 2023 de manera más que honrosa, aunque siga primando su apuesta por un cine destinado a públicos “especializados” que a grandes audiencias pese a que estas audiencias sean las de su propio territorio.

Territorio hay mucho en las producciones, entre largos y cortometrajes, que se han estrenado a lo largo del año y ausencias, también, en un año en el que nos dejaron, entre otros, el empresario Francisco Melo Sansó, propulsor de los cines Galaxy’s, Monopol, Price y Aguere, entre otros, y que nos dijo adiós a principios de febrero a la edad de 94 años; el indiscutible rey del humor en Canarias, Manolo Vieira, protagonista de la serie La revoltosa y de programas para la televisión como Esta noche pago yo y que aparece como él mismo en la película Érase una vez en Canarias (Armando Ravelo, 2023); Helena Romero Campos, pionera en la profesionalización del teatro en Canarias; el productor y cineasta Domingo Damián Ojeda y el fotógrafo de Diario de Avisos, Javier Ganivet.

En cuanto a políticas y dineros, la Consejería de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura del Gobierno de Canarias, que dirige Migdalia Machín, anunció la aportación económica de 600.000 euros al Instituto Canario de Desarrollo Cultural (ICDC) para el “Programa de desarrollo del sector audiovisual canario”. La consejera dijo que junto a esta partida se dedicarán “otros 2.800.000 euros a tres líneas de subvenciones para la producción, desarrollo y coproducción minoritaria, dirigidas a nuestra industria local”.

En cuanto a las subvenciones que concede el Ejecutivo regional destinadas al desarrollo de largometrajes y series de televisión de ficción, animación o documentales, así como a la producción de cortometrajes en 2023, resultaron beneficiados doce proyectos en la categoría de desarrollo, dos documentales (Human Object de Silvia Navarro y Tres Balas de Génesis Valenzuela); un largometraje de animación (Cleo y Cuquin, aventuras en Bahia Dragón de Ernesto Mancha) y nueve ficciones: Morirás lejos, de Marina Alberti, Robin de los mares, de Alessio Rigo de Righi; Un supermercado en Tigaday de Paula Bilbao Aragón, El silbido íntimo de David Pantaleón, Calado de Judith Alzola Romero, La isla de los prodigios de María Sanz, Adalid de Mercedes Afonso, ¿Qué estás pensando? de Octavio Guerra y Los gunchis y la ciudad perdida de Patrick Bencomo).

Los cortometrajes que recibieron subvención fueron La piedra luminosa de Helena Girón y Samuel M. Delgado; Mariners de Carla Valdés y Los Huidos de María Abenia. También hay una obra de animación en esta categoría, el cortometraje Tsunami de María Pulido y de ficción: Un hombre entre la multitud de Victor Moreno, Las hijas blancas de Arima León y Daute Campos, Sarasa de Arima León, Koyas de Arima León y Brega de Daute Campos.

Si nos referimos a premios, y no están todos los que deberían de estar, Matar cangrejos, de Omar Razzak, recibió la Biznaga de Plata a la Mejor Película en la sección Zonazine y Mejor Interpretación Femenina, que recayó en la actriz Paula Campos. Aitana, de Marina Alberti, se hizo con la Espiga de Plata en la 68 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y la de mejor corto documental en Bogoshorts mientras que el tinerfeño Víctor Moreno recibía por Meteoro el galardón La noche del corto español de la sección Punto de Encuentro y Un hogar sin armarios, de Eduardo Cubillo se hacía con el premio del público en Legaiscinemad.

Circe, de María Albenia obtuvo el Manolo Villalba de cortometrajes 2023 en la categoría de Ficción, en documental el premio quedó desierto. Por otro lado, La hojarasca, de Macu Machín, competirá en la próxima edición de la Berlinale. Se trata de la ópera prima de la directora y está producida por El Viaje Films mientras Bloom, de Helena Girón y Samuel L. Delgado, resultó ganador en la sección de cortometrajes Cruce de caminos: cineastas canarios de la XIII Muestra de Cine de Lanzarote mientras que Un volcán habitado, de José Víctor Fuentes y David Pantaleón, se hizo, entre otros reconocimientos, con el que concede la sección Escáner del Festival Márgenes al que se suma una mención especial en el Festival Cinespaña (Toulouse, Francia) y en el Lálternativa, 30 edición del Festival de Cinema Independent de Barcelona y el premio DOCMA al mejor largometraje, reconocimiento que concede la Asociación de Cine Documental (DOCMA).

Las películas de animación SuperKlaus y Flamingo Flamenco, coproducidas por el estudio tinerfeño 3 Doubles, fueron seleccionadas en Cartoon, cita que se celebra en marzo en la ciudad francesa de Burdeos, para mostrar estos trabajos en modalidad de preesteno.

En el territorio de los independientes destacó la iniciativa de Talleres de Cine Social organizada por Participación Ciudadana de La Laguna, que involucró a residentes de centros ciudadanos como Bajamar, Finca España y San Diego. Dirigidos por el productor Raúl Jiménez, motor de estos talleres, el proyecto culminó con la creación de un largometraje, Lo que realmente importa, que se estrenó el 4 de diciembre en el Teatro Leal.

Raúl Jiménez produjo y realizó también Crónicas de Los Toscales, tras tres años y medio de trabajo y Guillermo Ríos preestrenó hace unas pocas semanas Cuanto me queda, un filme dirigido por Carolina Bassecourt y producido por Ríos.

Canary Islands Films promocionó en el Festival de San Sebastián y bajo el titulo de Canarias en Foco, las recientes producciones canarias que se encuentran actualmente en distintas fases de desarrollo en el programa Canarias en Foco, y escenario en el que Natacha Mora, responsable de Canary Islands Film, destacó las nuevas subvenciones de coproducción minoritaria lanzadas este año por el Gobierno de Canarias, mientras se exhibía Matar cangrejos, de Omar Razzak (Tourmalet Films), A nuestros amigos, de Adrián Orr (El Viaje Films); Another part of me, de Iván López (JR Producciones); Una casa en el pueblo, de Domingo J. González (Digital 104); Yo tenía una vida, de Octavio Guerra (Calibrando Producciones); Centinelas del Viento, de Juan Luis Santos Martínez (Terra Incógnita Docs); Tal vez, de Arima León (La Magua Films); Back to the roots, de Gadi Cimand y Shirly Millo (Canary Islands Productions, SL) y Me dicen el Panzer, de Rodrigo Quintero Arauz (Marco Antonio Toledo Oval).

Con esta línea de coproducción minoritaria, dijo Mora, la inversión del Gobierno autónomo este año habrá sumado 2,8 millones de euros en ayudas, lo que significa un 55 por ciento más que en el anterior. Del total reservado para este año, 520.000 euros estarán destinados a cortometrajes y proyectos en desarrollo; 1.280.000 euros a producción de largometrajes y series; y 1.000.000 euros a coproducciones minoritarias, con convocatorias independientes.

Una lástima que en este foro no se explicara las razones que motivaron el no estreno de los dos (¿o fueron tres?) catálogos anteriores de Canarias en corto aunque sí, por fortuna, el correspondiente a 2022, que incluyó los trabajos Aitana, de María Alberti; Circe, de María Abenia; Las invasiones biológicas. El caso del Ovis orientalis musimon en la isla de Tenerife: El último muflón, de Shira Ukrainit y Omar Razzak; En un segundo, de Pablo Fajardo; Daida back to the Ocean, de Pablo Ramírez; Visionado, de Manuel Román y Cloro, de Pablo Borges.

En este mismo orden, ya se han resuelto los cortometrajes del catálogo que el Gobierno canario promocionará en festivales a lo largo de 2024: Las cosas queridas (Pablo Vilas); Tiempo de carnavales (Antonio Munáiz); Autorretrato (Willy Suárez); Colonos del espacio (Fernando Alcántara); La isla errante (Pablo Borges Díaz Llanos); Ojo de agua (Héctor García) y Hola, ¿cómo estás? (Eli Herrera).

En cuanto a estrenos, 2023 fue un año excelente ya que vimos en pantalla películas como Matar cangrejos (Omar A. Razzak); Érase una vez en Canarias (Armando Ravelo); Geich (Jennifer Castañeda), Absolución (Juan Alfredo Amil) y los documentales Un volcán habitado (José Víctor Fuentes y David Pantaleón); Semilla del son (Juanma Betancort) que sigue al músico y compositor Santiago Auserón y Quesada, la verdad del silencio y Another part of me, ambas de Iván López. Este último trabajo cuenta la historia de cómo Gustavo Hernández -conocido como Gus Jackson- logró convertirse en el mejor imitador de Michael Jackson en Europa y el segundo a nivel mundial. Documental es también Benito Pérez Buñuel (2022), que no ha dejado de recoger premios desde su estreno, como el de la Crítica del Festival Documental de Uruguay y una Mención de Honor en el 40 Festival de Cine de Bogotá, Bogocine, este mes de diciembre.

El cine que se hace en Canarias por canarios no sería el mismo si no estrenaran cada año los estajanovistas y leves Josep Vilageliú y Daniel León Lacave, responsables de dos intensas y muy personales producciones leves: Si quisieras buscarme y Fauna, respectivamente.

Tras ver el tráiler, tenemos muchas ganas de visionar Damsel, una nueva película de Juan Carlos Fresnadillo para Netflix y que se estrena en la plataforma en marzo de 2024.

Por títulos otras películas con cierto aliento canario fueron Me dicen el Panzer, de Rodrigo Quintero Arauz; Back to the roots, de Gadi Cimand y Shirly Millo ; Tal vez, de Arima León; Centinelas del Viento, de Juan Luis Santos Martínez; Una casa en el pueblo, de Domingo J. González; Yo tenía una vida, Octavio Guerra y El bailadero, de Dan Rodríguez.

Hubo también publicaciones relacionadas con “nuestro” cine aunque no encontramos nada de eso, de “nuestro” cine en Cuestión de carácter. Hacia una reflexión del lenguaje en la crítica cinematográfica (Filmoteca Canaria) de Javier Tolentino y en el que colaboran varios especialistas, como Claudio Utrera, el único canario de un libro que cuenta con notas al pie que ocupan páginas enteras (¡!) y Cine en canarias, los hermanos Ríos (Editorial Kinnamon, 2023), de Atala Nebot Álvarez, doctora en Historia del Arte y documentalista. El especialista tinerfeñoJorge Gorostiza publicaba también Arquitectura + Cine + Ciudad. Construcciones y miradas (Asimétricas).

Se celebraron las Jornadas Codirigir con lo real, que organizó el Instituto de Formación e Investigación Cinematográfica (IFIC).
Respecto a festivales el archipiélago sigue contando con numerosos encuentros relacionados con el cine, desde el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria a Isla Calavera, que es un encuentro de cine fantástico.Se celebra el Festivalito, que continúa con un cuchillo en la boca reivindicando el cine guerrilla en la localidad de El Paso, La Palma; DocuRock, Fimucité, festival de música en el cine; MiradasDoc, Cinedfest, el Festival de Cine Medioambiental de Canarias, Animayo, Festival Internacional de Cine de Lanzarote y muchísimos más que nos dejamos en el tintero y sin contar con los de cortometrajes como, entre otros, el Festival de Cortos de La Orotava y Tenerife Short.
Por último, el archipiélago volvió este año a servir de plató de rodaje para producciones nacionales e internacionales tanto para cine como para televisión en un año que fue, ya se ve, muy intenso y cinematográfico.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

Manuel Hernández: “La emigración canaria a Venezuela fue familiar, pobladora y agrícola”

Martes, Diciembre 26th, 2023

Venezuela, Cuba y República Dominicana son el triángulo equilátero de las investigaciones que conforman el trabajo como investigador del catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández, que presenta ahora La emigración canaria a Venezuela a lo largo de la historia (Le Canarien, 2023), un libro recién salido del horno y en el que el autor repasa desde el siglo XVI hasta la actualidad los movimientos de canarios que tuvieron que abandonar su tierra para buscarse un futuro mejor en el nuevo mundo.

Entre las novedades, el historiador estudia sucintamente en el último capítulo del libro el retorno de venezolanos con origen canario al archipiélago y enumera solo a unos pocos protagonistas de la historia de ese país cuyo origen se encuentra en las islas: Rómulo Betancourt, José Antonio Páez y Manuel Díaz Rodríguez, entre otros.

El libro se presenta el 10 de enero en el Ayuntamiento de La Orotava en un acto en el que acompañarán al autor el también catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel de Paz y el profesor de Historia de América del mismo centro universitario, Ángel Dámaso Luis León.

- Usted ha dedicado gran parte de sus investigaciones a la emigración canaria a Venezuela, ¿que aporta este libro a lo ya estudiado?

“He profundizado en el conocimiento de la época colonial y de la independencia con nueva documentación de archivos tanto españoles como venezolanos. El acceso a los libros sacramentales de las parroquias me ha permitido profundizar en el conocimiento de la geografía de la emigración canaria en la colonia y en el siglo XIX. Zonas como Aragua o el Valle de Caracas son ahora mejor conocidas en el papel crucial desarrollado por la migración canaria en el siglo XVIII. Pueblos como Turmero, Cagua o Santa Cruz de Aragua, donde se expandió el tabaco junto con el añil son ahora mejor conocidos. También incorporamos a través de su estudio en los libros parroquiales ese 10% de canarios que eran mulatos y negros, tanto libres como esclavos. Otro punto nuevo es el papel desarrollado por el clero canario en Venezuela tanto en la emigración colonial, con su creciente peso en las comunidades religiosas y en las parroquias, como en la independencia. He aportado desde esa perspectiva datos inéditos sobre su contribución en la insurrección de Valencia de 1811. En la emigración del siglo XX he aportado nuevas perspectivas de su papel en el desarrollo agrícola. También sobre la crisis de la economía venezolana y el retorno que vivimos en la actualidad”.

- ¿Se conoce el número aproximado de canarios que a lo largo de la historia marcharon a Venezuela?

“El número es difícil de saber por ser una migración esencialmente clandestina, pero fue sin duda la migración más importante tanto en la época colonial, como en los siglos XIX y XX y la única con un elevado porcentaje de mujeres y niños desde 1670 hasta nuestros días. Incluso en el siglo XIX la migración fue de contratas agrícolas de familias”.

- ¿Cuál es la causa mayor de la emigración canaria a Venezuela?

“Obviamente hay una causa insular, las pocas posibilidades de futuro en las islas, pero hay otra en el país de recepción. Venezuela hasta los años 80 fue un territorio en el que los canarios trabajando duro y dotándose de cadenas migratorias podían prosperar y en el peor de los escenarios tener garantizada una subsistencia digna”.

- ¿Y cuál fue el papel de los canarios durante la guerra de independencia venezolana?, ¿los canarios eran más españolistas o independentista?, ¿qué personajes destacaría de cada bando y por qué?

“Los canarios de las clases bajas, como el conjunto de todas ellas, eran esencialmente realistas hasta que su marginación por el ejército profesional de Morillo arribado de la Península en 1815 los marginó y les llevó a pasarse al bando independentistas. Ese fue el caso del grancanario Blas Cerdeña, que sería general en la conquista del Perú. Entre los partidarios de la independencia podemos destacar Fernando Key Muñoz, primer ministro de Hacienda de la República, los hermanos Juan y Domingo Ascanio y Franchi Alfaro, corregidores y gobernadores, José Luis Cabrera diputado firmante de la independencia, Matías Sopranis o Pedro Eduardo. Entre los realistas Domingo Monteverde y Rivas, Francisco Tomás Morales, José Yanes o Salvador Gorrín”.

- El estudio que publica aborda de la emigración masiva de siglos pasado al retorno que en la actualidad miles de familias venezolanas de origen canario están haciendo a las islas. ¿Qué claves destacaría de este retorno?, ¿cuáles son las razones que han provocado este regreso?

“Creo que los dos momentos de mayor éxodo si se permite la palabra fue durante el llamado Caracazo y el chavismo…, ¿por qué? ¿Y ahora, con el presidente Maduro al frente del país? El Caracazo en 1989 acentuó el retorno por razones fundamentalmente de inseguridad. La etapa de Maduro fue mucho mayor por la política de nacionalizaciones en el agro, la hiperinflación, el hundimiento de la producción petrolera, la violencia y la imposibilidad de sobrevivir con salarios miserables y con una economía desmantelada, que ha llevado a un 20% de los venezolanos a dejar el país”.

- ¿En qué zonas solían establecerse los canarios que emigraban a Venezuela? ¿y en calidad de qué iban?, ¿a trabajar al campo o a la ciudad?

“Los agricultores se expandieron por Aragua, Palo Negro fue el inicio, Coro con las cebollas, tomates y cebollas en Quibor, Sisisique con las viñas, la papa en el mundo andino, los plátanos, el arroz, el café con industrias de su propiedad, la ganadería. Etc. También hubo canarios dedicados al sector servicios y la industria, algunos fueron profesores universitarios e incluso hubo una frustrada experiencia bancaria con el Banco Canarias de Venezuela”.

- ¿Cómo contribuyeron los emigrantes canarios a engrandecer con su trabajo Venezuela?

“Su principal aportación fue la modernización de la agricultura venezolana y su mayor valor la reputación de trabajador serio que les caracterizó”.

- ¿Qué años son los más intensos de la emigración canaria a Venezuela?, ¿por qué?

“Entre 1670 y 1750 de expansión colonizadora familiar en el Valle de Caracas, Aragua, Valencia, El Yaracuy, en los Llanos, en Barlovento y en la serranía de Perijá en el Zulia. Entre 1790 y 1810 con nuevos cultivos como el tabaco, el café y el añil. En el siglo XIX la migración de contratas para la agricultura cafetalera promovida por Guzmán Blanco hasta la crisis del café en 1893. En el siglo XX, la emigración clandestina del 48 al 52, la emigración masiva de varones de los 50, la de reconstrucción familiar con 70% de mujeres y niños de los 60 y 70”.

– ¿De qué islas procedían la mayoría de estos emigrantes canarios?, ¿alguna razón en particular?

“En la época colonial el mayor número era de Tenerife, pero en proporción a su población era notable la de El Hierro. En la etapa de 1790 a 1810 creció la grancanaria con familias enteras, en el siglo XIX Tenerife fue la mayoritaria, porque los palmeros y grancanarios emigraron mucho más a Cuba Argentina y Puerto Rico y los lanzaroteños y majoreros al Uruguay. En la del siglo XX el 70% fue de las Canarias Occidentales. La razón son las cadenas migratorias y los vínculos familiares y de paisanaje que incitan a trasladarse a una u otra región del Nuevo Mundo”.

-¿Cuál es el desarrollo de la emigración canaria durante la época colonial?

“Fue colonizador con la fundación de pueblos como La Vega, los Teques, San Antonio de los Altos o Baruta en el Valle de Caracas, en San Felipe Yaracuy y Panaquire con el cacao, en los Llanos en San Carlos Cojedes, Calabozo o Chaguaramas, en Valencia y en regiones del oriente venezolano como La Piragua o Upata, en Aragua en los valles interiores en La Victoria, Turmero, Maracay o Cagua”.

- ¿Es cierto que el primer brote independentista lo originan emigrantes canarios para romper con el poder omnímodo de la Compañía Guipuzcoana?

“La Guipuzcoana fue creada en 1728 por la Corona para restablecer el escaso comercio con la Península. Los hacendados caraqueños, entre ellos el grancanario marqués del Toro vendían el cacao a Veracruz. Los pequeños cultivadores lo llevaban en barcas a Curaçao. En 1741 estalla la rebelión de San Felipe Yaracuy cuando los vascos quieren controlarlo. Pero al estar España en guerra se negoció que se siguiera haciendo hasta la firma de la paz en 1748. En 1749 los pequeños cultivadores de Panaquire, entre ellos Juan Francisco de León querían seguir haciéndolo, pero la Guipuzcoana y los gobernadores se opusieron. Así nació la rebelión que tomó Caracas y que controló la situación hasta que en 1751 se envió un ejército profesional dirigido por Ricardos que acabó con ella e impuso a los campesinos financiar batallones fijos profesionales. El monopolio de la Guipuzcoana, transformada finalmente en de Filipinas duró hasta 1789”.

- ¿Cómo definiría esta emigración a lo largo de la historia?

“Como familiar, pobladora y agrícola esencialmente, aunque destacó en la medicina y en el clero”.

- ¿Qué descendientes de canarios en Venezuela destacaría a lo largo de la historia, además de Miranda y Bello?

“Rómulo Betancourt, Antonio Guzmán Blanco, José Antonio Páez, Manuel Díaz Rodríguez, Juan Pedro López, Ezequiel Zamora, José María Vargas y un largo etcétera”.

- En el trabajo de fuentes creo que accedió a la página web de los mormones FamiliySearch.org, ¿qué tipo de documentos facilita?, ¿qué otras fuentes utilizó para este trabajo?

“Todos los libros sacramentales de las parroquias y los de matrimonios y soltería del Archidiocesano de Caracas. Otras fuentes son Indias, el Archivo General de la Nación, los de las embajadas de España en Venezuela y de Venezuela en España, la prensa, etc”.

-¿Y qué temas tratará en próximas obras? ¿Volverá a indagar en la historia de Venezuela?

“Mis próximas obras son Medicina e Ilustración en Venezuela, que será publicada por el Instituto de Estudios Canarios y la Uned y La Iglesia y la Independencia de Venezuela. Los sacerdotes desterrados a España por la Universidad Autónoma de Madrid”.

- ¿Y nuevos estudios sobre Cuba y República Dominicana?

“Sigo recopilando materiales sobre migración y agricultura, especialmente sobre Cuba, tanto en el siglo XVIII, como en el XIX con pueblos como Nuevitas”.

¿QUÉ FUE DE LA AGROISLEÑA?

Uno de los símbolos de la presencia canaria en Venezuela a lo largo de la historia fue la aparición de la Agroisleña, una empresa creada por un adejero que hizo negocio a partir de la exportación de semillas de cebollas que llegó a controlar un alto porcentaje del abastecimiento de estas mismas semillas y de abonos para el campo venezolano. “Fue un modelo de referencia”, dice Manuel Hernández, quien añade que esa eficiencia duró “hasta que Chávez sin ni siquiera indemnizarlos lo nacionalizó y con ello destruyó” una “industria que no levanta cabeza desde entonces”.

Saludos, lo dijo alguien muy sabio, desde este lado del ordenador

Raquel, Raquel, Raquel

Jueves, Febrero 16th, 2023

Se no están yendo a puñados, escucho que dice uno a otro en la calle, en medio de una de esas aceras estrechas que se despliegan por la ciudad en la que nací y en la vivo. La última en despedirse es Raquel Welch, a quien descubrió en un concurso de belleza celebrado en un rancho a las afueras de Hollywood Tom Hernández, nacido en Puerto de la Cruz y que trabajó haciendo pequeños papeles en películas y series de televisión cuando la televisión todavía era en blanco y negro. La foto de Tom Hernández junto a una jovencísima Jo Raquel Tejada (Chicago, 5 de septiembre de 1940-Los Ángeles, 15 de febrero de 2023) aparece en algunas imágenes que suben a las redes sociales los aficionados, quienes se apresuran en recordar que el papel que la lanzó a la fama y el estrellato y que le costó que arrastrara durante toda su carrera como actriz el apodo de El Cuerpo, calificativo que me da urticaria, fue el de troglodita de muy buen ver en Hace un millón de años (Don Chaffey, 1966), largometraje que se rodó en estas islas Canarias que se hunden irremisiblemente en las procelosas aguas del océano Atlántico.

Olvidan sin embargo lo que destacan de la actriz el hecho de que fuera descubierta por un portuense y que su película más famosa se rodara en esta tierra que la Welch cuenta con una filmografía bastante estimable y en la que abundan wertern a rebufo del espagueti, cintas de ciencia ficción y alguna negra y criminal bastante dignas.

Olvidan también quiénes la elogian ahora que se ha muerto que la Welch hizo historia en el cine al protagonizar con Jim Brown en la excelente Cien rifles la primera escena de amor interracial y que no es otra en la que el cuerpo escultural de Raquel se fusiona con el cuerpo escultural de Jim, dos monstruos de belleza singular cuya visión resulta de un magnetismo enfermizo.

La Welch trabajó junto a Frank Sinatra en un atractivo filme policíaco, La mujer de cemento, segunda entrega tras Hampa dorada del detective Tony Rome, papel que encarnó Frank Sinatra y de una cinta de ciencia ficción que hizo historia: Viaje alucinante, que dirige ese cineasta para mi ya un clásico que fue Richard Fleischer, y en la que un equipo médico reducido a tamaño microscópico entra en el cuerpo de un hombre malherido para que desde dentro le salven la vida…

Raquel Welch aparece también en una de las más deliciosas adaptaciones al cine que se han rodado de la inmortal novela de Alejandro Dumas Los tres mosqueteros en, precisamente, Los cuatro mosqueteros, y que dirigió Richard Lester en los años setenta siguiendo al pie de la letra un fantástico guión escrito por George MacDonald Frasier, el creador de Harry Flashman.

La Welch aparece también en Myra Breckinridge, que pudo haber sido la película rompedora que quiso ser pero que sin embargo no fue…

Con todo esto queremos recordar la carrera de una actriz que sin tener demasiados registros hizo carrera por una belleza peculiar. De hecho, creo que hubo actrices de su misma época más hermosas que ella pero que fue ella la que al final se quedó con el sambenito de símbolo sexual, de ganarse ese calificativo de El Cuerpo que a mi me parece bastante grosero porque la vende solo como un trozo de carne.

Pero en fin, que son malos tiempos para la lírica. Fallece en lo que llevamos de año personajes nacidos o muy vinculados a las islas como Alexis Ravelo, Manolo Vieira, el pintor Manuel Sánchez y el empresario cinematográfico Francisco Melo Sansó, entre otros que ahora mismo se me olvidan. Una tragedia, a la que se suma la de una mujer muy bella que fue descubierto hace ya un millón de años por un tinerfeño que hizo las Américas y que llegó a trabajar como actor de reparto en un puñadito de películas donde cuesta algo, la verdad, reconocerlo.

Así que va por Raquel y por todos ellos. Ellas y ellos que deben de estar ya –y a esta hora– en el cielo…

Que los dioses las/os bendigan.

Saludos, frío, desde este lado del ordenador

El latido de Al-Magreb, una novela de Pablo Martín Carbajal

Miércoles, Septiembre 14th, 2022

“Canarias siempre fue saharaui, el Sahara era una extensión de las islas”.

El latido de Al-Magreb, Pablo Martín Carbajal, (M.A.R. Editor, 2022)

Hay dos novelas de Pablo Martín Carbajal por las que siento especial debilidad: La ciudad de las miradas y La felicidad amarga. Se tratan de dos libros aparentemente diferentes pero unidos por un nexo que los hace común: su intimismo. En sus otras obras, Tú eres azul cobalto y las dos primeras que ha publicado de lo que espera que sea una trilogía africana (Tal vez Dakar y ahora El latido de Al-Magreb), el intimismo está también presente solo que oculto por un relato que, en estos dos últimos casos, sobrepasa la historia que cuenta. Una historia, la que narra en El latido de Al-Magreb, en la que uno de los personajes de Tal vez Dakar repite como protagonista.

La novela propone un minucioso recorrido por el pasado de Marruecos y Mauritania, también de ese territorio olvidado por casi todos que el Sahara, geografía que ocupa varios interesantes capítulos de un libro en el que se mezcla también misticismo y se aboga por una alianza no sé yo si de civilizaciones pero sí que de religiones, en concreto las tres monoteístas que han marcado el devenir de occidente y gran parte de oriente y que no terminan de convivir unas con otras como se desearía: la cristiana, la judía y la musulmana.

La novela de Pablo Martín Carbajal repasa también otras cuestiones de actualidad que sacuden esta parte del planeta, como es el terrorismo y aproxima –ese es a mi juicio el mayor logro de este libro– a la realidad social y política de estos dos países norteafricanos. El libro trata también sobre el combate de los saharauis por tener su propio territorio y el debate de si es conveniente o no el protagonismo de Dios, de la fe, de la religión, en la administración de estas naciones.

En este aspecto, El latido de Al.Magreb quiere hacer honor a su nombre, es decir, que la lectura del texto explica porque aparece la palabra latido en el título de una novela que comienza siendo casi una de aventuras para irse transformando a medida que se avanza en su lectura en, efectivamente, una novela de aventuras solo que de aventura personal, de proceso de transformación, de reflejar los cambios que van sufriendo sus protagonistas, dos hermanos, Álvaro y Cárol, cuando el primero en Marruecos y la segunda en Mauritania comienzan a dejar atrás todos los prejuicios occidentales con los que aterrizaron en un mundo que, pese a sus notables diferencias con el europeo, cuenta con puntos de contacto que solo hay que ir desbrozando. Y eso es lo que hacen Álvaro y Cárol, personajes que están muy bien modelados y que por estarlo, explican el futuro que les espera y que no vamos a revelar.

El latido de Al-Magreb comienza con la investigación de una puerta que aparece en una mezquita de Qaraouiyine cerrada con un candado que tiene cuatro cerraduras. La búsqueda de las llaves llevarán a Álvaro, en compañía de un amigo musulmán y otro judío, a encontrarlas mientras recorren la geografía marroquí y, de paso, conoce el pasado de un país que están tan cerca y sin embargo tan lejos de España. Paralelamente, su hermana Cárol vivirá un proceso parecido en Mauritania, aunque ella no va en busca de esas llaves sino con el objetivo de cerrar un negocio millonario con el gobierno de ese país.

Por lo que se observa, por un lado se buscan llaves pare abrir una puerta y por otro cerrar, metafóricamente, un negocio en una tierra donde verdad y fantasía se mezclan. El escritor aprovecha además para narrar el origen y la lucha que los nacionalistas marroquíes y mauritanos iniciaron para sacudirse de encima el yugo colonial y uno, como lector, se adentra en un combate que, como todo combate que se precie, está trufado de amigos y enemigos. Héroes y cobardes..
.
La novela está sólidamente documentada y el autor ha procurado en todo momento que lo que se cuenta esté pegado a unos hechos que son contrastables.

Cuando repasa la historia reciente de estos dos países y reflexiona sobre el presente del Sahara se aprecia que estamos ante un libro que no ha dejado nada al azar y se percibe que es tanto el respeto que tiene el autor por el Islam que hace que como lector occidental mi mirada sobre mis vecinos continentales cambie, se haya convertido en otra cosa.

Pablo Martín Carbajal recoge y resume todos los grandes momentos que han marcado el devenir de estas dos naciones y escribe con contundente claridad el papel de España ante un territorio, como el saharaui, al que dejó solo ante Marruecos y Mauritania, que lo devoraron mientras el resto del mundo miraba hacia otro lado.

El latido de Al.Magreb toma el pulso también a las relaciones entre Canarias con Marruecos y Mauritania. Una relación que no es nueva sino que viene de atrás, muy atrás en el tiempo, cuando en el siglo XV se elevó una factoría denominada Santa Cruz de la Mar Pequeña próxima a Tarfaya y a finales del XIX se creó la compañía canaria de pesca en Dajla, entre otras aproximaciones entre las islas y esta parte del continente africano.

Se trata así la novela de un valioso documento que propone una profunda reflexión sobre lo que nos une a nosotros y a ellos como pueblos.

El objetivo es acercar, no poner distancias, entre vecinos geográficos que están condenados a entenderse. Su mensaje final, tremendamente humanista, es una apuesta por la paz y la reconciliación entre hombres y mujeres que pese a las diferencia de credo religioso y otras cuestiones sociales, culturales y políticas, no dejan de ser hermanos que una vez dejaron de serlo por razones que ahora cuesta mucho entender. Pablo Martín Carbajal ha tenido la generosidad de explicar esta ruptura con palabras sencillas y un sentido de la síntesis muy periodístico. Y logra, como hizo con Tal vez Dakar, el objetivo. Lástima que este acercamiento solo quede impreso en las páginas de la novela y no en la cruda realidad, esa que pasa todos los días.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

El viejo león que vino del mar

Martes, Abril 19th, 2022

Manuel Mora Lourido es miembro de la International Churchill Society y autor de un libro, Churchill, entre Cuba y Canarias (2007), de necesaria lectura para todos aquellos que quieran conocer las tres visitas del ex primer ministro británico a las islas. La más importante la primera, que realizó en febrero de 1959.

Mora Lourido impartió el mes pasado en el Casino de Tenerife una conferencia en la que habló sobre Churchill, Rusia y la guerra, lo que inevitablemente nos lleva a pensar cómo hubiera reaccionado el político ante la actual situación que vive Ucrania.

Sir Winston Leonard Spencer Churchill (Woodstock, Oxfordshire, Inglaterra; 30 de noviembre de 1874-Londres, 24 de enero de 1965) fue uno de los hombres que contribuyó a que el mundo siguiera siendo mundo cuando asumió el liderazgo de su país durante la II Guerra Mundial. Finalizado el conflicto, y tras disolverse el gabinete que lideró, volvió a presentarse a las elecciones de 1945 que perdió por aplastante mayoría aunque recuperó el poder en las que se celebrarían en 1951, mandato que no pudo finalizar por unos problemas de salud que le obligaron a abandonar tan alta responsabilidad pero no su acta de diputado, a la que renunció en 1964, un año antes de su muerte.

La primera visita a Canarias de Winston Churchill tuvo lugar a finales de febrero de 1959. El político británico tenía entonces la respetable edad de 84 años y vino a las islas como un pasajero más del yate Christina O del multimillonario griego Aristóteles Onassis, a quien había conocido en la Costa Azul.

El Christina O zarpó del puerto de Safi (Marruecos) rumbo a Canarias, siendo la primera isla en avistar la de Lanzarote el 20 de febrero. Al día siguiente, la embarcación hizo su primera escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.
Churchill viajaba en compañía de su mujer, Clementine, y de su hija, Diana. Hubo otros pasajeros más en el yate y la excursión más recordada y fotografiada de su estancia fue la que realizó con el armador griego al Puerto de la Cruz, donde hicieron una parada en el Hotel Taoro.

Este recorrido se hizo en un Fiat 500 que Onassis tenía en el barco. El mismo multimillonario fue el que condujo todo el trayecto al que seguían en otros automóviles las autoridades tinerfeñas de aquel entonces. “Del Hotel Taoro se trasladaron al valle de La Orotava, vista que le impresionó”, dice Mora Lourido, quien añade que la comitiva visitó más tarde la piscina de San Telmo y fueron recibidos por Isidoro Luz Carpenter, médico y alcalde de la primera ciudad turística de Canarias.
Oleadas de personas esperaban en las calles y plazas avistar a aquellos famosos que venían del mar, entre la multitud turistas británicos que no quisieron perderse la oportunidad de ver de cerca al hombre que derrotó a Hitler.

De nuevo en Santa Cruz de Tenerife y tras visitar el Ayuntamiento y el Cabildo Insular, Onassis ofreció una cena a las autoridades abordo del Christina O, cena que contó con una representación de baile español y actuaciones de grupos folclóricos como el que ofreció el cuarteto Los Guaracheros.

El yate navegó rumbo a Gran Canaria a primeras horas de la mañana del 22 de febrero para fondear en el Puerto de la Luz, frente a la playa de las Alcaravaneras. Desde allí se trasladaron a la Caldera de Bandama donde quiso la casualidad que se encontrara con un amigo de la infancia que hacía turismo en la isla y a quien Churchill reconoció. El 23 de febrero, y tras agasajos varios, entre otros tabaco, los excursionistas se trasladaron a Arucas donde el ex mandatario se interesó por conocer en qué dirección se podía ver el Teide. Satisfecha su curiosidad, el viaje continuó hacia Teror para regresar finalmente a la capital grancanaria donde el grupo de ilustres se topó con un ejercicio militar en el que intervinieron fuerzas paracaidistas del ejército español que se lanzaron desde aviones Junker Ju 52, de fabricación alemana, y fuerzas de infantería de marina que simulaban un desembarco. En este escenario, Churchill contactó con un hombre de origen escocés que formó parte del contingente aliado que se preparó durante la II Guerra Mundial para la invasión de Canarias (Operación Pilgrim) que, finalmente, no se llevó a cabo.

La madrugada del 24 de febrero, el Christina O puso rumbo a La Palma, isla a la que llegaron por la tarde, dándoles aún tiempo para pasear por Fuencaliente, donde visitaron una bodega aunque Churchill se interesó más por conocer la técnica del cultivo del tabaco. De las tres islas que conoció, “La Palma fue la que más le llamó atención”, dice Manuel Mora. “Churchill, como pintor que fue, dijo de hecho que le gustaría regresar a La Palma para pintar”.

En esta visita se produjo una anécdota curiosa y es que conoció a un tal Nelson que le solicitó un autógrafo, petición a la que accedió con sentido del humor el político británico ya que firmó “De Churchill a Nelson”. Horacio Nelson fue uno de los personajes que más quiso y admiró el político británico a lo largo de su carrera, tanto que una de sus películas favoritas, Lady Hamilton (Alexander Korda, 1943) narra la escandalosa relación para la época que mantuvo el marino con una mujer casada. En una escena de este largometraje se recuerda que el almirante perdió el ojo en Córcega y el brazo en Santa Cruz de Tenerife.

La noche del 24 el Christina O puso rumbo a Agadir. Este fue el único viaje en el que Churchill bajó a tierra de los tres que realizó a las islas. Regresaría en dos ocasiones más aunque en todas ellas permaneció en el barco. La primera se produjo el 12 de marzo de 1960 en Puerto de la Luz, en un crucero que lo llevaba a América y de nuevo en el mismo puerto pero al año siguiente, 1961. En este último viaje su secretario personal, Montague Browne, le comentó a Churchill que sus padres estaban de vacaciones en la isla y éste los invitó, también a un mariscal de la RAF, a cenar en el yate de Aristóteles Onassis.

Sir Winston Churchill no dejó constancia escrita de estos viajes que realizó a Canarias. Estaba muy avejentado pero solía comentar que aquellos itinerarios en el yate del multimillonario griego “lo rejuvenecían”.

La relación del político británico con España comenzó en 1895 cuando fue invitado por el ejército español como observador en la guerra de Cuba, experiencia en la que recibió su bautismo de fuego a la edad de 21 años.

Churchill, a quien acompañaba un colega, fue extremadamente respetuoso con lo que vio en tierras cubanas e inició sus pinitos periodísticos enviando crónicas a un periódico británico que se las pagaba generosamente.

La conferencia que Manuel Mora Lourido impartió en el Casino de Tenerife propuso un recorrido por la vida de sir Winston Churchill, centrándolas en las relaciones que mantuvo con España a lo largo de su vida (guerra de Cuba, su relación con Alfonso XIII, cómo entendió la Guerra Civil y Canarias como objetivo militar durante la II Guerra Mundial). En su intervención hizo énfasis en las relaciones que mantuvo toda su vida con Rusia, desde los zares hasta la Revolución de 1917 y que tuvo su punto culminante durante el feroz combate que los aliados mantuvieron contra la Alemania nazi.

El paso del tiempo agranda la dimensión del político británico. La mayoría de los historiadores coinciden cuando afirman que el destino de la guerra hubiera sido otro si no llega a estar al frente de Gran Bretaña. Churchill le puso nombre a la resistencia al fascismo, y a la victoria moral también del pueblo británico mientras éste sufría los bombardeos de castigo de la Luftwaffe. Su enorme popularidad no resuelve, sin embargo, el enigma de que no saliera reelegido en las elecciones de 1945.

“Los que nos acercamos a la biografía de Churchill y a la historia del Reino Unido no lo entendemos a primera vista. Él fue el líder que llevó a su país a la victoria, él fue quien mantuvo unido al gobierno de coalición durante la guerra. Al terminar el conflicto en Europa, no en Asia, Churchill renunció como primer ministro y el rey le encargó que formara gobierno, un gobierno de signo conservador que convocó elecciones cuyo resultado fue catastrófico para él y para su partido. Este asunto ha sido objeto de muchos debates. Unos piensan que los británicos lo vieron siempre como un líder para la guerra pero no para la paz. Otros se mostraron temerosos de que pudiera seguir con acciones bélicas y que las relaciones con la U.R.S.S. se hicieran más tensas. No hay, en general, unanimidad que explique las razones de que perdiera las elecciones aunque, personalmente, creo que se debió a un cúmulo de circunstancias que podrían resumirse en que el pueblo británico le agradeció los servicios prestados pero no que se mantuviera al frente del país en tiempos de paz”.

“Circula una anécdota –comenta Manuel Mora– en la que su esposa Clementine para consolarlo después de la derrota electoral le dijo que no se preocupara ya que bien entendido se trataba de una bendición disfrazada, a lo que Churchill respondió que demasiado bien disfrazada”.

Este fracaso no le animó a retirarse de la política ya que siguió como líder de la oposición y volvió a ganar años más tarde unas elecciones que lo llevaron de nuevo a ser primer ministro.

Que fue un personaje clave en su día lo demuestra que expresiones suyas como Cortina de Hierro o Telón de Acero se usasen para definir la separación en dos bloques de las antiguas potencias aliadas durante la II Guerra Mundial y que se acrecentara, si se podía acrecentar más, su feroz anticomunismo. Anticomunismo que se diluyó durante el conflicto bélico contra los nazis porque había un objetivo común: derrotar a Hitler.

Sir Winston Churchill fue anticomunista desde muy joven. De hecho, el historiador Paul Johnson piensa que fue el primer político que se percató del alcance de la revolución de 1917. “Fue contrario a ella y mantuvo esa posición toda su vida aunque también fue contrario a la Rusia zarista”, destaca Mora Lourido.

En otro orden, Churchill estaba preparado para recibir el Premio Nobel de la Paz pero al final se llevó sin que se lo esperara el de Literatura en 1953. Sus biógrafos coinciden en que mantuvo desde joven una relación muy especial con la literatura. Escribió crónicas prácticamente de todos los países en los que estuvo y que seguían numerosos lectores, e impartió conferencias, una de las cuales lo llevó de gira por Norteamérica.

Sus memorias sobre la II Guerra Mundial fueron un éxito de ventas y hoy es un material de primera mano para acercarse a ese conflicto desde los ojos y la mentalidad de un hombre que se exigió a sí mismo y a todo el pueblo británico aquellas noches oscuras: sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas.

Sir Winston Churchill solo escribió una novela Savrola, que se desarrolla en un país ficticio de Europa, Laurania, en el que estalla una revolución.

Su biógrafo en Canarias, Manuel Mora Lourido, procede de una familia de marinos y terminó siendo miembro de la International Churchill Society al escribir un artículo sobre el Queen Mary 2, barco en el que viajó Churchill a Norteamérica para conferenciar con Roosevelt.

“Recordé entonces que Churchill estuvo en Canarias y me interesé sobre su estancia en las islas y me hice socio de la Asociación. Lo que nació como un artículo se convirtió en conferencia y más tarde en libro: Churchill, entre Cuba y Canarias”.

Pasan los años y el político británico sigue siendo respetado entre gentes de distintas tendencias ideológicas. ¿Qué lo hace tan especial? Para Mora Lourido, que lo conoce bien, “supo mezclar la épica que se le exige a un líder con una fortísima humanidad”. Todo eso reconociendo que también “tuvo muchos defectos”.

Saludos, esto es todo, desde este lado del ordenador

Nathalie Le Brun: “La imagen de Canarias que desprenden los diarios es la de unas islas situadas en la periferia”

Martes, Enero 18th, 2022

Profesora de la Universidad de Estrasburgo y autora, entre otros, de Un francés entre guanches. Sabino Berthelot y las islas Canarias, Nathalie Le Brun escribe la documentada introducción de Apuntes de viajes. Excursiones en las costas de Marruecos y las islas Canarias durante los años 1877, 1878, 1879 y 1881 (Instituto de Estudios Canarios, 2021), de Arthur Jean-Philibert Grasset, diarios de los que no se tenía noticia hasta que Le Brun los encontró reseñados en el catálogo de una librería especializada.

Estos cuadernos se ocupan en muchas de sus páginas de las excursiones que Grasset hizo a las islas a finales de la segunda mitad del XIX, notas e ilustraciones que describen cómo era Canarias por aquel entonces.

-¿Quién fue Arthur Jean-Philibert Grasset?

“Arthur Grasset fue un viajero francés, una persona culta, que procedía de la alta burguesía de la región de Franco Condado, en el este de Francia. Nació en Dijon en 1828 y murió relativamente joven, a los 58 años, en Argelia, donde pasó los últimos años de su vida, junto con su amada, a la que llamaba Blanche, y rodeado de animales, perros y monos, entre otros. Su padre era un magistrado de la ciudad de Dijon, que poseía un castillo y tierras, y su madre, a la que nunca llegó a conocer, porque murió poco después de dar a luz, procedía de una familia de industriales. Creció en un entorno muy acomodado, lo que le permitió recibir una muy buena educación y, posteriormente, viajar por el mundo sin más preocupaciones que las de dedicarse a lo que le gustaba, la historia natural y las artes, entre otras cosas. Un administrador francés llamado Henri Drouet, que lo conoció en 1886, es decir, poco antes de que falleciera en medio de una excavación arqueológica que se estaba realizando en la zona de Cherchell, lo definió como naturalista, arqueólogo y artista. De hecho, estas tres facetas de su personalidad se reflejan, aunque en distinto grado, en sus diarios de viaje a Canarias”.

- ¿Y cuáles son las razones que motivan sus viajes a las costas de Marruecos y las islas Canarias en 1877, 1878, 1879 y 1881?

“Entre 1877 y 1881, realizó tres viajes a Canarias, en un contexto que podría calificarse de “turístico”, de paseo y ocio, y para pasar tiempo con sus amigos. El objetivo inicial de estos viajes era cumplir con una promesa hecha a su viejo amigo Sabin Berthelot, al que había conocido en 1854 en Santa Cruz de Tenerife, de volver a visitarlo algún día. El paso por los puertos marroquíes como Tánger, Rabat y Mogador fue circunstancial, dependiendo de las escalas de los vapores que hacían la conexión entre el Mediterráneo y el archipiélago canario. Grasset viajaba siempre con compañías marítimas francesas. La principal era la de Nicolás Paquet, que operaba la ruta Marsella-Tenerife, con paradas en Arrecife y Las Palmas, además de las realizadas en los puertos de la costa marroquí. En realidad, para él, estos viajes a Canarias no supusieron exactamente un “descubrimiento” sino un “redescubrimiento” de esta región del mundo, porque ya había estado en Tenerife y Gran Canaria 23 años antes. De hecho, la mirada y observación comparatista del viajero, entre lo que estaba viendo y los recuerdos que había conservado de algunos lugares en concreto, se manifiesta en varias ocasiones en los diarios. Lo que sí descubre Grasset durante estos nuevos viajes son las islas de Lanzarote y Fuerteventura, aunque esta última, muy brevemente. El viajar por placer lo llevó, además, a dedicarse ocasionalmente a actividades como la búsqueda de conchas para enriquecer sus colecciones, o a interesarse por las antiguas poblaciones del archipiélago y a acompañar a René Verneau a la Cueva de los Reyes, en Güímar, en enero de 1878”.

- ¿Qué tipo de impresiones sacó de sus viajes a Canarias?

“¡Qué pregunta más difícil de responder con pocas palabras! La imagen general del archipiélago que se desprende de los diarios es la de unas islas situadas en la periferia de los grandes centros europeos donde se generaba lo que entonces se consideraba como el “progreso”. Grasset reparó en algunas mejoras en las infraestructuras de comunicación de las islas en comparación con la década de 1850. Por ejemplo, las carreteras habían mejorado, pero seguía habiendo deficiencias en otros ámbitos, como en materia portuaria, especialmente en Las Palmas, que todavía no tenía su puerto de Refugio. Los interiores de las viviendas, nos dice, estaban llenos de objetos que el norte de Europa ya no quería, etc. Pero este retraso, según él, no era exclusivo de Canarias, sino que concernía a España de modo general. En cuanto a los habitantes de las islas, al igual que todos los españoles, le parecía que conservaban un fuerte vínculo cultural con los árabes. Lo constataba a través de una multitud de hábitos comunes. El isleño se acercaba al “salvajismo” en sus hábitos y forma de vida, en contraposición a la civilización que caracterizaba a Europa. Otro aspecto destacable, en nuestra opinión, es que coincidía con Sabin Berthelot en que se había producido una degradación progresiva de los bosques de Tenerife, especialmente los de Agua García y Las Mercedes, entre 1854 y 1877. En fin, son muchos más los aspectos interesantes de los diarios que podríamos comentar, como su observación de las relaciones que los isleños tenían con sus animales, su percepción de las mujeres canarias y europeas, etc”.

- ¿Y qué elementos destacaría usted de sus dibujos y textos?

“Grasset escribe diarios de viaje de carácter íntimo, que comparte con Blanche, la persona amada, sin las limitaciones que imponen los proyectos editoriales como los de René Verneau o Jules Leclercq, por ejemplo, cuyas estancias en el archipiélago se remonta a la misma época. Desde el punto de vista de los contenidos, son textos que, además de contar la vida cotidiana del viajero, desde la salida hasta el regreso, brindan impresiones en caliente sobre los paisajes que iba observando, comentarios espontáneos sobre las poblaciones con las que se cruzaba o las personas con las que tenía trato, y nos permiten penetrar en el día a día de la sociedad santacrucera del último cuarto del siglo XIX. En esto difieren bastante estos diarios de los relatos o libros de otros viajeros. Otra de sus especificidades es el estilo de escritura de Grasset, que incorpora en los textos referencias y citas literarias, recurre con frecuencia a la ironía y el sarcasmo. Es un estilo ligero que hace que el lector se impregne con facilidad de los textos y los lea como si se tratara de una obra recreativa. En cuanto a los dibujos y las acuarelas, representan casi exclusivamente paisajes. Son instantes inmortalizados, como destellos visuales que remiten a lo que experimentaron los cinco sentidos del viajero durante sus peregrinaciones, lo que queda reflejado en diarios no solo a través de lo que vio e intentó reproducir artísticamente, sino también a través de la evocación, en los textos, de los sonidos y las músicas que escuchó, los olores en las calles o los barcos, los sabores que descubrió, como el del vino de Lanzarote, por ejemplo, o la comida que le sirvieron, etc”.

- ¿Cómo descubre usted estos Apuntes de viajes?

“La figura de Arthur Grasset empezó a interesarme cuando estaba investigando sobre Sabin Berthelot, por la amistad que los unía a los dos y porque tenía conocimiento de sus viajes a Canarias. También sabía que escribía diarios íntimos cuando estaba en Francia y diarios de viaje cuando viajaba. De ahí que durante varios años haya andado buscando sus escritos, aunque hay que reconocer que consideraba más probable la localización de una correspondencia epistolar relacionada con Canarias que la de encontrar el paradero de sus diarios. Finalmente, fue hojeando el catálogo de una librería especializada en libros y documentos antiguos como los localizaron. Quisiera subrayar que no es tan inhabitual que un investigador utilice este tipo de fuentes como documento de trabajo. Por supuesto, la investigación se realiza con más frecuencia a partir de una documentación encontrada en archivos públicos, pero la consulta de bibliotecas privadas, incluso la compra de documentos, también es una práctica ocasional para el investigador”.

- ¿Cree que todavía se puede encontrar textos inéditos sobre Canarias escritos en siglos anteriores al nuestro?

“No sucede todos los días, pero puede pasar. De hecho, estos diarios de viaje a Canarias no fueron los primeros que examiné en una librería. Ahora bien, la calidad de los textos es variable”.

- ¿Tuvo relevancia la obra de Arthur Jean-Philibert Grasset en Francia?

“Hoy en día, Arthur Grasset es prácticamente un desconocido. Solo unas pocas personas interesadas en la malacología conocen su nombre. Se le conoce por la colección de conchas marinas y terrestres que reunió a lo largo de su vida, de las cuales 4.500 piezas se conservan hoy en el Museo de Historia Natural de Dijón, y otras 200, en los museos de Lons-le-Saunier. Empezó a forjarse una reputación de viajero y naturalista en la década de 1850. Su nombre se menciona de forma recurrente en el Journal de conchyliologie, así como de forma esporádica en los boletines de la Société de géographie y de la Société d’anthropologie de París, de las que era miembro desde 1861 y 1878, respectivamente. Sin embargo, nunca estuvo en el primer plano científico ni en la vanguardia artística, a pesar de haber participado como exponente de obras en salones parisinos y exposiciones provinciales. Era un hombre relativamente discreto”.

- ¿Cuál es su formación como artista y evolucionista?

“No lo sabría decir exactamente. Muchos aspectos de su vida siguen siendo enigmáticos. Sabemos que realizó sus estudios de secundaria en el Collège de Juilly, un establecimiento fundado por el rey Luis XIII, donde Montesquieu había estudiado antes que él. Una vez terminada la adolescencia, vivió unos años de vida bohemia en París antes de embarcarse, a los 22 años, para un viaje alrededor del mundo. En esa época ya tenía inclinación hacia la historia natural y el dibujo. Uno de sus familiares, un primo llamado Hippolyte Plantet, era pintor, pero no sabemos si este pariente, que solo tenía un año menos que él, pudo ayudarle a acercarse al mundo de los artistas. En cuanto a las teorías de Darwin, ignoramos cuándo las descubrió. De lo que sí tenemos constancia es que a principios de la década de 1870 ya rechazaba las teorías fijistas. Había adoptado el principio de la variación permanente de las especies y el de la selección natural”.

¿Y cómo es su vinculación con Canarias y su amistad con Sabin Berthelot?

“Grasset conoció a Sabin Berthelot al final del año 1854, con ocasión de un viaje a Senegal. El archipiélago canario, al encontrarse en su ruta, fue una parada en su periplo. En aquel entonces Berthelot dirigía el viceconsulado francés, que era un lugar de paso imprescindible para los franceses que paraban en Santa Cruz, especialmente para los naturalistas. Berthelot era toda una referencia para quienes necesitaban orientación en sus excursiones por la isla de Tenerife. Después de este primer encuentro, los dos hombres siguieron en contacto por carta. Parece que se vieron en una ocasión en Francia, hacia el año 1861. Ese mismo año, Berthelot lo presentó a la Sociedad Geográfica, y quedó elegido socio de la asociación. Pero no fue hasta 1877 cuando cumplió su promesa de volver a visitar a su amigo. Ese año, se encontró con un hombre debilitado por la edad. Berthelot tenía 83 años, perdía un poco la memoria, pero aún disfrutaba de la buena compañía. En su casa de la calle de Las Flores, en Santa Cruz de Tenerife, organizaba reuniones y compartía su mesa con René Verneau, que estaba realizando su primera misión científica en las islas. En ese momento, Berthelot estaba escribiendo la obra que se publicaría con el título Antiquités Canariennes. La cuestión del origen de las primeras poblaciones del archipiélago, que también ocupaba a Verneau, debió de ser un tema de conversación durante estos encuentros en la calle de las Flores. Aunque Grasset tenía otras amistades en Tenerife, es probable que los tres viajes realizados entre 1877 y 1881 tuvieran algo que ver con Berthelot. El de 1881 tuvo lugar unos tres meses después del fallecimiento del viejo cónsul. Ese año, Grasset conoció a Elías Zerolo, que, junto con el marsellés León Lavialle, era uno de los albaceas testamentarios de Berthelot. Durante los dos siguientes, participó en las gestiones para la publicación, en la editorial parisina Plon, de la obra póstuma Souvenirs intimes ou miscellanées épistolaires. Se trata de una obra de 1883, que Luis Diego Cuscoy tradujo al español y dio a conocer en 1980 como Recuerdos e epistolario”.

- ¿Es cierto que Berthelot le publicó un libro de viajes que realizó alrededor del mundo?

“Sí, totalmente cierto. En 1879, Berthelot le publicó en Francia los diarios de un viaje que realizó entre abril de 1850 y enero de 1853. Fue un viaje por las costas suramericanas, el litoral occidental norteamericano, los archipiélagos del Pacífico, Australia, China, Indonesia y la costa occidental de África. Pero como bien indica el título del libro, Journal d’un voyageur ou Recueil de notes pendant un voyage autour du monde, mis en ordre par S. Berthelot, en este caso no se trata de una reproducción fiel de los textos, sino de la publicación de fragmentos de los diarios, pasajes seleccionados por Berthelot y comentados por él. Estos diarios contenían dibujos, que no se reprodujeron en el libro”.

- ¿Qué cree que pueden aportar estos Apuntes de viaje a la bibliografía que ha escrito sobre el Archipiélago canario?

“Estos diarios vienen a enriquecer un corpus de textos ya conocidos, escritos por extranjeros que estuvieron en Canarias en el último tercio del siglo XIX, como, por ejemplo, los ya mencionados Jules Leclercq y René Verneau, pero también Eugène Goblet d’Alviella, Olivia Stone, etc. Pertenecen al género de la literatura de viajes, de viajes reales, que nos permiten descubrir las islas a través de los ojos de los europeos y entender qué lugar ocupaban en su cartografía mental del mundo. Por supuesto, nos proporcionan además valiosos detalles sobre las islas en sí y los isleños, sobre cómo se relacionaban entre ellos, sus hábitos y costumbres, y también, en el caso de los diarios de Grasset, sobre cómo se viajaba al final del siglo XIX. El viajero nos cuenta todo lo que sufría el que navegaba bordeando la costa africana, para ir y venir entre el Mediterráneo y el Archipiélago”.

- En uno de los apartados de la introducción señala los estereotipos y prejuicios que caracterizan a Arthur Jean-Philibert Grasset. ¿Podría indicarnos algunos? ¿Se conoce si logró desembarazarse de ellos?

“Ya he mencionado algunos, como la imagen de una España atrasada, que era un estereotipo bastante arraigado en Francia en el siglo XIX. Podemos señalar también los prejuicios judeófobos, muy presentes en las páginas escritas en Gibraltar y Tánger, los estereotipos como el del judío avaro, que no hacen sino reflejar el antisemitismo creciente en la sociedad francesa de esa época. Pasa también con la comunidad musulmana, especialmente con sus componentes masculinos vistos como seres bastante brutales, a veces guiados por pulsiones violentas. Grasset busca entre los estereotipos los recursos necesarios para describir a la otredad dentro de una lógica de separación que va del distanciamiento, en el caso de los isleños, por ejemplo, a la exclusión en el caso de las poblaciones del Magreb. Tiene cierto trato social con los habitantes de Canarias, pero no con los judíos ni con los musulmanes. En relación con el choque cultural que experimentaban los viajeros en una época en la que viajar era más complicado que ahora, y a modo anecdótico, podemos mencionar una experiencia vivida por Grasset en Canarias. Me refiero a su descubrimiento del vino de Lanzarote. Él partía del principio de que todo lo que se comía y se bebía en las islas era malo. La primera vez que probó el vino, no le gustó para nada. Al segundo día, tampoco le pareció bueno, pero dijo que se bebía a pesar de todo. Pero al final, al tercer día, ya no le parecía tan malo. Este ejemplo nos muestra cómo la confrontación con lo diferente da lugar a veces a comentarios negativos, pero si aceptamos o nos tomamos el tiempo de aprender a conocer, nuestro juicio puede cambiar y volverse positivo”.

- De los dibujos que realizó en sus viajes a las islas, ¿resaltaría alguno? ¿Por qué?

“Me resulta interesante, por ejemplo, la acuarela del idolillo de la antigua colección de la familia Maffiotte, por lo que nos sugiere y no se cuenta en los diarios. Grasset viajó a Canarias en un momento en que la élite isleña se interesaba por las poblaciones prehispánicas y se estaba desarrollando el coleccionismo. Estamos hablando de finales de la década de 1870, y no olvidemos que la fundación del Museo Canario data de 1879. Como dije antes, Sabin Berthelot estaba escribiendo su obra Antiquités canariennes y esto coincidió, además, con la primera misión de René Verneau en el archipiélago. Una de las primeras tareas que se propuso este antropólogo al llegar a Santa Cruz fue precisamente visitar a las personas que poseían colecciones de objetos prehispánicos. Este idolillo que pintó Grasset y también se reproduce en la obra del cónsul, no está representado en la obra que publicó Verneau en 1891, Cinq années de séjours aux Canaries, aunque sí, se menciona en sus publicaciones. No cabe duda de que tanto Verneau como Berthelot vieron esta colección o una parte de ella, y no podemos descartar que Grasset también. Por otra parte, me llama la atención una serie de paisajes, en particular de Gran Canaria, como el Barranco Seco, el de la Angostura, que se corresponden con los que, más adelante, se fotografiaron y salieron en las primeras postales que circularon por Europa con el turismo de las primeras décadas del siglo XIX”

- Es autora, entre otros, de Un francés entre guanches e Informes y memorias consulares de Sabino Berthelot (1847-1874), ¿por qué este interés en la Historia de Canarias y en concreto en la vida y obra de Berthelot?

“Existe un cierto apego a la figura de Sabin Berthelot no solo en el mundo académico canario sino de forma general entre las personas interesadas en la cultura y la historia del archipiélago. Esto siempre me ha llamado la atención, como francesa que ha pasado muchas estancias en Tenerife. Mis primeras lecturas de las obras de Berthelot se remontan a mi época de estudiante, y las hice en un ambiente propicio al descubrimiento y al estudio, en la biblioteca universitaria de La Laguna. La idea de desarrollar su biografía a partir de fuentes archivísticas francesas surgió más tarde, en un momento en que yo vivía en París y me encontraba en una situación ideal para intentarlo. Son muchos años de investigación, pero aún queda mucho por hacer. En cuanto a las memorias y los informes consulares, fue un proyecto que nos planteamos, de forma conjunta, un compañero de la Universidad de Estrasburgo, Cristian Díaz Rodríguez, y yo. El objetivo de esta iniciativa era poner las fuentes documentales a disposición de un público que no siempre tiene acceso a los archivos. De hecho, la idea que guio la publicación de los diarios de Arthur Grasset es la misma. Me refiero a hacer lo necesario para difundir un documento que podría haber permanecido “encerrado”, por así decirlo, en una gaveta o un armario, y hacer lo posible para que su significado sea accesible a un amplio número de lectores mediante su traducción y notas explicativas”.

- ¿Cuál es la visión que tenían los intelectuales franceses de las islas en el XIX? ¿Y cuál piensa que es la aportación que Berthelot a suscitar esta curiosidad?

“El interés por las Islas Canarias surgió en Francia en gran medida gracias a la contribución de Sabin Berthelot, no solo mediante la publicación de obras, sino también por su gran implicación en diversas sociedades científicas francesas, como la Sociedad de Geografía, la Sociedad Etnológica, de la que fue uno de los fundadores en 1839, o, posteriormente, la Sociedad Imperial de Aclimatación Zoológica y la Sociedad de Antropología de París. Tres de ellas llegaron a ser reconocidas de interés público por el Estado francés. Los trabajos que Berthelot presentó allí y la información que trató de difundir a través de ellas pusieron a Canarias en el centro de la atención de los científicos, especialmente entre 1835 y 1847. A partir de 1870, una nueva generación de intelectuales tomó el relevo, sobre todo en lo que se refiere al estudio de las antiguas poblaciones del archipiélago: pensamos, por ejemplo, en Gregorio Chil y Naranjo y Diego Ripoche, que publicaron algunos trabajos en Francia, así como en René Verneau, que llegó a Tenerife en junio de 1877 con la intención de continuar lo iniciado por Berthelot. Verneau sólo tenía 25 años en ese entonces y rápidamente se alejó de Berthelot. Pero no es menos cierto que, inicialmente, este fue una referencia para él”.

FOTOS:

1.- Portada del libro-

2.- La profesora Nathalie Le Bruen

3, 4 y 5: ilustraciones de las islas Canarias realizadas por Arthur Jean-Philibert Grasset y que se incluyen en el libro.

Saludos, maravillados, desde este lado del ordenador