Archive for Agosto, 2011

El Ministerio de Cultura ¿debe morir?

Miércoles, Agosto 31st, 2011

Interesante reportaje el que propone el periódico El Mundo en su edición de hoy. Bajo el título de ¿Debe existir un Ministerio de Cultura?, el autor del artículo, el periodista Luis Alemany (no confundir con el gran escritor canario autor de Los puercos de Circe) plantea una curiosa reflexión sobre la permanencia de un órgano que en tiempos de crisis siempre ocupa los puestos de cabeza para ser desarmado.

Entre otras declaraciones, Alemany cita al consejero de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Ferràn Mascarell, quien afirmó la semana pasada que, si por él fuera, “cerraría la institución (y redigiría su presupuesto a las comunidades autónomas).”

No quiero pronunciarme sobre el asunto pero me ha hecho pensar lo que podría significar sí las cosas resultaran finalmente así.

En un futuro.

Y recuerdo las iniciativas que con mayor o peor fortuna dirige el Gobierno de Canarias a través de los programas Canarias Crea y Septenio. Este último ha hecho público recientemente su última convocatoria de recepción de proyectos. 

El periodista Luis Alemany explica que en la práctica, el Ministerio de Cultura ya tiene los poderes muy recortados por las transferencias a las comunidades autónomas. Destaca que su presupuesto actual es de algo más de mil millones de euros, más pequeño que el del Gobierno de La Rioja, y que la legislación “que aún está por desarrollar en el área (básicamente: una nueva Ley de Derechos de Autor) desborda las competencias estrictas del Ministerio.”

Las opiniones a favor y en contra de su posible desaparición se contrastan con declaraciones de los que está a un lado y al otro. Los nacionalistas catalanes, los únicos a los que se da voz en el artículo, lo tienen en este sentido bastante claro. La pregunta que me planteo es ¿cómo acogerían los nacionalistas canarios una decisión de este calado?, pero sobre todo ¿cómo acogerían los creadores y gestores culturales que trabajan en las islas una hipotética disolución del Ministerio de Cultura?

Miguel Ángel Cortés, secretario de Estado de Cultura entre 1996 y 20000, afirma: “existen responsabilidades culturales del Estado que están recogidas en la Constitución, que están en nuestra tradición política y a las que no se puede renunciar. La cultura española es mucho más que el sumatorio de 17 culturas autonómicas, es una de las culturas más identificables del mundo y el Estado tiene la responsabilidad de promoverla y garantizar la colaboración entre comunidades. Otra cosa es que las responsabilidades del Estado en ese área cultural se cumplan con una forma administrativa u otra”.

El reportaje revela que por el momento nadie de la cúpula del Partido Popular quiere manifestarse sobre este asunto.

Lo que está claro es que vivimos tiempos en los que ya no vende desde el poder respaldar políticamente la Cultura cuando las prioridades de la población son, por razones obvias, otras. El nivel de gasto en consumo cultural por persona ha descendido además de forma alarmante.

No obstante, en este debate quiero pensar como César Antonio Molina cuando explica que sería un error muy grave la desaparición del Ministerio.

Y añade: “El área de Cultura es la que une al Estado.”

Y quiero pensar, ingenuo, que debería ser así.

La cuestión es si realmente lo ha hecho así.

Saludos, barajando las cartas del Tarot, desde este lado del ordenador.

Ettore Scola o la sabiduría de un venerable maestro: ‘Brutti, sporchi e cattivi’

Martes, Agosto 30th, 2011

Ettore Scola ha anunciado que se retira porque no soporta el cine actual. El cineasta, de ochenta años de edad, no digiere bien las ñoñerías en la que ha terminado por convertirse este arte. Hoy más industria que otra cosa.

Da que pensar la reflexión de este hombre sabio. Así que quiero imaginar que su abandono está motivado porque, efectivamente, se ve incapaz de colocar una historia con fondo en un mercado que solo demanda banalidad antes que por obligada jubilación.

Esto me hace pensar en las últimas películas que dirigieron otros maestros antes de despedirse del cine y resignarse a vivir una relativamente cómoda existencia gracias a las rentas cosechadas a lo largo de su carrera.

Scola manifiesta en una entrevista que publica hoy, martes, 30 de agosto, Il Tempo: “Ha sido una decisión natural. Para mí es fundamental tener libertad y hoy es el mercado el que toma las decisiones. Ya lo hacía antes, pero habían mayores espacios para la libertad y la excepción, y los productores estaban más dispuestos a arriesgar y experimentar.”

Y arriesgar y experimentar son constantes en el cine de Ettore Scola. Claro que su riesgo y experimento fue el de contar vidas sencillas al que el peso de las circunstancias vuelve tremendamente complejas y miserables.

Alguien me dice que Scola hace estas declaraciones porque está a punto de finalizar su última película y quiere promocionarla agitando la bandera de la polémica.

Y la verdad es que no sé. ¿Un tipo con ochenta años?

Y recuerdo a Mario Monicelli. Quien a los 95 años de edad escogió entre la vida y la muerte saltar por la ventana de un hospital.

¿Alguien puede explicármelo?

Como respuesta solo entiendo que estamos dejando –entre todos– que nuestros venerables ancianos se vayan cuando su magisterio es tan necesario para los tiempos que nos han tocado en suerte.

Así que confieso que me da profunda repulsión que obviemos su legado.

El cine actual está sufriendo un complejo de Peter Pan que me sabe a catastrófico. Lo mismo me pasa con otras artes.

Así que algo raro pasa cuando me encuentro revisando a los clásicos y desprecio (porque aprecio) lo que están haciendo los nuevos.

Los nuevos.

Esos nuevos empeñados no solo en actualizar clásicos sino en experimentar con ideas que dan vueltas y vueltas hacia la nada porque no saben narrar una historia con la aparente sencillez formal de La familia o Una jornada particular.

“No habrá más”, escupe con rabia Scola.

Solo le faltó añadir que no merece la pena ofrecer pan a los Brutos, sucios y malos (1976) en lo que nos hemos convertido.

Se va el maestro. Sí. Pero nos queda La terraza (1980), La noche de Varennes (1982) y La familia.

También la que a mi juicio es su obra maestra.

Precisamente Brutos, sucios y malos. O Feos, sucios y malvados. Que lo mismo da.

Ya saben, la sabiduría del venerable maestro.

Descubridlo, chiquillada.

Saludos, muy cabreados, desde este lado del ordenador.

Cosas que pasan

Lunes, Agosto 29th, 2011

NUEVO DISCO DE ALMARGEN

El grupo de fusión Almargen prepara nuevo trabajo discográfico. La grabación se pondrá a la venta a finales de septiembre o primeros de octubre. El disco, que hace el séptimo de su carrera, se denomina Topofilias y en él participan además de los integrantes de Almargen (Juan Pedro Ojeda, Marisa Gordo, Alberto Hernández, Manuel Chinea, Javier Marrero y Fran López) músicos invitados como José Pedro Pérez (percusión); Alberto Mendez (bajo solista, producción y mezclas); Miguel Jaubert (chelo, cuerdas y guitarras); Pier Luigi Bernard (clarinete) y José Trujillo (flautas). El diseño de carpeta e ilustraciones son de Gonzalo González González y Jaime Vera.

Topofilias recoge trece temas, entre otros, Luz Mondrian, Atardecer en el Golfo, Cielo de marmolina, Noche y Jardín y Montaña Roja.

Almargen, una de las formaciones más veteranas y profesionales del espectro musical canario, nació en 1988 tras la disolución de Euterpe y Expresión a finales de los setenta.

Uno de los grandes músicos integrantes del conjunto sigue siendo el recordado músico y compositor Enrique Guimerá, fallecido en 2000, y cuyo recuerdo continúa estando muy presente en Almargen.

MELINI, EN DOS LIBROS FRANCESES SOBRE LITERATURA ESPAÑOLA

El hispanista Jacques Soubeyroux ha realizado un nuevo trabajo sobre la literatura de Nicolás Melini (Sata Cruz de La Palma, 1969), para el volumen La narrativa española de hoy (2000-2010), La imagen en el texto (I), una publicación coordinada por la también hispanista Natalie Noyaret, catedrática de la Universidad de Caen.

El libro recoge trabajos que versan sobre la imagen en la obra de los principales autores españoles de la década del 2000, como Francisco Umbral (Jean-Pierre Castellani); Juan Marsé (Claire Vialet Martínez); Álvaro Pombo (Anne Lenquette); Julián Ríos (Stéphane Pagès); Soledad Puértolas (Christine Di Benedetto); Enrique Vila-Matas (Amélie Florenchie); Rosa Montero (Nadia Mekouar-Hertzberg); Javier Marías (Murielle Borel-Codaccioni) y Arturo Pérez-Reverte (Marie-Thérèse Garcia), entre otros.

La hispanista Christine Pérès, catedrática de Literatura Española Contemporánea de la Universidad de Toulouse, participa por otro lado en un libro sobre el cuento español contemporáneo con un trabajo que se titula Temps et espace dans deux nouvelles espagnoles contemporaines: Las otras vidas (Antonio Muñoz Molina, 1988) et Hijo (Nicolas Melini, 2005).

Melini publicará próximamente en Vitruvio el libro de poemas Los chinos.

KIKO VENENO, CABEZA DE CARTEL DEL FESTIVAL BOREAL

Kiko Veneno, La Troba Kung-Fú y el grancanario Arístides Moreno son los protagonistas el 16 de septiembre del gran concierto de la nueva edición del Festival Boreal, que tendrá lugar en costa de Los Silos. Este encuentro incluye también talleres infantiles, actividades de aventuras, danzas del mundo, terapias naturales y un mercadillo, entre otras actividades que se iniciará el 11 del próximo mes con un taller de fotografía de la naturaleza en la costa de Los Silos impartido por el fotógrafo Óliver Yanes, quien expondrá también su obra Volcanes desde el día 13 en la calle Félix Benítez de Lugo del mismo municipio.

El Festival Boreal, que funde culturas y naturaleza, reunió en su anterior edición a más de tres mil personas.

LOS ROCKEROS NUNCA MUEREN

El Hotel Panorámica Gardel, en la zona Toscal-Longueras de Los Realejos, acogerá el viernes 16 y el sábado 17 de septiembre una nueva edición del Festival Tenerife 50 Rock and Roll. Las entradas, a 10 euros por día, permitirá disfrutar a partir de las 21.30 horas de los sonidos de Little Boy Arnold, una banda de rockabilly clásico de Alicante; los Atomic Leopards, formación que integran, entre otros, dos miembros de Los Rebeldes, y música enlatada hasta altas horas de la madrugada el viernes.

El cartel del sábado, que incluye fiesta una fiesta hawaiina desde la una de la tarde con música en directo de Los Contratiempos y Parking Boards, lo protagonizarán por la noche los coruñeses Hound Dogs, Little Big Rebel, a quien ya se conoce en los ambientes rockeros como el Elvis de Tenerife, y los madrileños Charlie Hightone and The Rock-It´s.

Más información en la web Vulcan Rockers

Saludos, a lo eso es to-to-todo amigos, desde este lado del ordenador.

Chef o no chef, es la cuestión

Domingo, Agosto 28th, 2011

Afortunadamente la nómina de escritoras españolas que están buceando en las agitadas y turbias aguas de la novela negro criminal en España se está ampliando tanto como el número de escritores masculinos que han caído seducidos por el género.

En esta lista improvisada, menciono a Cristina Fallarás, Rosa Ribas y Alicia Jiménez Barlett, entre otras. Nombres a los que a partir de ahora habrá que sumar el de la tinerfeña Yanet Acosta con su primera novela El chef ha muerto (Ediciones Amargord).

El chef ha muerto se trata de una divertida historia que además de ajustarse a las claves clásicas de un género tan amoldable como es el que nos ocupa, también puede ser entendida como novela gastronómica negro criminal porque todo en ella comienza a raíz de la muerte en extraña circunstancias (la ingesta de un pulpo vivo) del chef más famoso del mundo en una isla de Corea.

Protagonizada por un detective privado en el que descansan todos los tópicos del detective privado literario, Ven Cabreira, que así se llama el personaje, tiene su pasado. Un pasado caricaturesco como agente del Cesid con su punto romántico, ya que perdió a su mujer por enfermedad.

En el presente, Cabreira solo come fabada y vive con su gato Ken cuando es solicitado para resolver un nuevo caso: descubrir si la muerte del chef fue accidental, suicidio o asesinato.

Comienzan así las pesquisas de Cabreira por el mundo de la alta cocina. Un investigador, el tal Cabreira,  que paradójicamente ha perdido el sentido del gusto y del olfato, y que siente absoluta indiferencia por todo lo que hacen estos alquimistas de los fogones.

En su investigación, Cabreira tropezará con una periodista especializada en estos temas, Lucy Belda, aunque quien aguanta el peso de la novela es el ex agente del CESID. Un personaje, que como prevé el escritor Carlos Salem en el prólogo de la obra, probablemente regrese con nuevas historias.

Como toda buena novela que se precie, El chef ha muerto se lee lo que se dice de un tirón porque está bien armada y se desarrolla en apenas doscientas páginas. También porque te hace sonreír. Su desarrollo está plagado en este aspecto por momentos francamente divertidos donde se aprecia además la profunda afición de su autora por los temas relacionados con la cocina.

El chef ha muerto describe muy bien el respeto que los chef tienen ante los inspectores de la Guía Michelín, y sabe pasear al lector con ironía más que humor por ese gremio galáctico y famoso por su manía de deconstruir las cosas.  De hecho, si alguna pretensión tiene esta novela que no sea más que la de entretener, es la de reflejar un mundo extremadamente creativo aunque muy selecto. Lo mejor, sin embargo, es la reacción de Acosta para cambiar esta situación. Es decir, que la alta cocina se socialice.

Todos los capítulos de El chef ha muerto están encabezados con una creación culinaria imaginada: Ojos rehogados, Guisantes en su vaina y Mochi de fresa son algunos de ellos. Platos/Metáforas que tienen su razón de ser porque, de una manera u otra, son protagonistas de ese mismo capítulo.

La acción de El chef ha muerto transcurre en varias ciudades aunque Madrid tiene en ella un curioso protagonismo a través de una serie de personajes bastante reconocibles para aquellos que en algún momento de su vida pasaron una temporada en ese pueblito mesetario que es la capital de España.

Todos ellos contribuyen a crear ambiente, lo que pone de manifiesto a una escritora que tiene capacidad para dar consistencia a un relato escrito para ser leído sin esfuerzo.

En este sentido, no tiene complejos la autora. Desarma por su desparpajo,  desarma porque incluso las excentricidades –que las hay–  que pueblan como campo minado su novela apenas explotan porque tiene la capacidad de hacerlas creíbles en su historia. 

Y a mí eso me da mucha gracia. Tanta, que no dejo de leer el libro sin borrar de mi boca una sonrisa.

Y demonios, que una primera novela haya logrado esto en tiempos de crisis de valores (los que nacen del bolsillo y también de la cabeza y el corazón) me sabe a milagro.

A un dulce milgaro.

Otra de ración de lo que sea, por favor.

Saludos desde este lado del ordenador.

Ya no se hacen películas como ésta…

Sábado, Agosto 27th, 2011

Recoged las rosas mientras podáis.
Largos son los días de vino y rosas.
De un nebuloso sueño, surge nuestro sendero.
Y se pierde en otro sueño.”

Bajo el arcano de estos versos vuelvo a ver Días de vino y rosas (Blake Edwards, 1962), una película que destroza el alma pero que también hace pensar que el cine es venenoso y por eso grande en el tiempo.

Y en estos días tristes en los que sin embargo no puedo llorar esta historia de dependencias varias (el alcohol) logra que me ponga a llorar cuando llega su final:  Un tipo solitario (Jack Lemmon) contempla a través de la ventana de su apartamento como desaparece la mujer de su vida mientras en el cristal se reflejan unas luces de neón que se apagan y se encienden en la que se lee BAR.

Y continuo llorando, escuchando de fondo el sentimental y algo cursi tema principal de la banda sonora de Henry Mancini que da anuncio a los títulos de créditos finales.

Y me pregunto entonces ¿estoy tan sobrio?

Y también ¿tan idiota?

Y en un agosto pegajoso y más libertino de lo que esperaba, recupero veneno mientras bordeo el coma etílico por sobredosis de rancio celuloide que me hacen incluso apreciar la amarga nostalgia de  8 mm.

Y embriago veo Día de vino y rosas. ´

Y me contemplo con la forma de Jack Lemmon destrozando el invernadero donde están las rosas, buscando desesperadamente una botella de licor que creo que me hará más puñeteramente infeliz.

Y frustrado entiendo que Lemmon, osea yo,  no se dé cuenta que ella se le escapa cuando pregunta “¿juraría que había tres botellas.”

Y observas la turbia e indiferente mirada de Lee Remick.

Y sabes, efectivamente, que hubo tres botellas.

Y sigo llorando. Será la ausencia, la soledad, el miedo, las ganas de huir hacia ninguna parte.

Y aprendo que brindar por ¡juntos al paraíso! es veneno también. Sobre todo cuando hechizado contemplas el océano con ella.

Y pienso en esa escena final: Contemplo como ella se va mientras en el cristal de la ventana se refleja como una pesadilla la luz de neón de un BAR.

Una luz que se enciende y se apaga.

Se apaga y se enciende.

Y comprendes, ¿sobrio, idiota?, que será siempre así.

Saludos, y continuamos con recomendaciones escobilloneras, desde este lado del ordenador.

La ley del silencio

Jueves, Agosto 25th, 2011

Acantilado anuncia, entre otras novedades para septiembre, la publicación por primera vez en español de La ley del silencio, novela del escritor y guionista estadounidense Budd Schulberg.

En Acantilado se ha publicado ya del mismo autor su apasionante autobiografía De cine, así como las novelas Más dura será la caída, El desencantado y ¿Por qué corre Sammy?, las dos últimas se tratan de despiadados retratos de la Meca del cine.

En la primera, el escritor y guionista se inspira en la relación que mantuvo como joven aprendiz a las órdenes del alcoholizado príncipe de las letras norteamericanas Francis Scott Fitzgerald, y si bien se trata de un libro que quizá despiste a los no iniciados en el devenir existencial que caracterizaron los últimos años de vida del autor de El gran Gatsby, a mi juicio el tributo que le rinde Schulberg es uno de los más sentidos que he leído en torno al escritor hasta la fecha.

En ¿Por qué corre Sammy?, Schulberg sigue la vida de un arribista que, partiendo de lo más bajo, llega a lo más alto armado de una coraza donde arrogancia y egoísmo se dan la mano. No se trata, sin embargo, de una novela moral, sino más bien de un libro que llama a las cosas por su nombre.

El protagonista de la historia, Sammy, es de hecho una víctima al que las circunstancias han terminado por transformar en un monstruo.

En este aspecto, casi todas las novelas de Shulberg giran en torno a lo podríamos denominar la soledad del perdedor. También en radiografiar a aquellas personas que observan su ascenso y caída con una percepción que casi parece la de un entomólogo.

Además de los dos títulos citados quizá el más famoso del escritor continúa siendo, sin embargo, Más dura será la caída, materia literario que dio origen a una de las mejores películas pugilísticas de la historia del cine protagonizada, entre otros, por Humphrey Bogart y Rod Steiger y dirigida por Mark Robson.

La novela y el filme cuentan la historia de un boxeador de origen argentino, Toro Moreno, y su ascendente carrera como púgil pese a su nula preparación como luchador.  Contribuye a crear su falsa leyenda en el ring un periodista que al principio parece que tiene pocos escrúpulos y que trabaja a las órdenes del mánager de Moreno.

Al parecer, Schulberg se inspiró en el personaje de su boxeador en el pugilista italiano Primo Carnera, quien hizo carrera gracias a una serie de combates supuestamente amañados que destrozaron finalmente su carrera en este deporte.

Acantilado redondea ahora con la publicación de La ley del silencio la extraordinaria carrera como escritor de Schulberg, uno de esos nombres a tener muy en cuenta por todos los aficionados a literatura que parece que te hace sangrar por dentro.

Sus historias pertenecen a unos años en el que no existían finales felices, por eso han sabido crecer en unos tiempos como son los actuales dominados bajo el imperio de la farsa.

La ley del silencio, que fue llevada al cine por Elia Kazan en la que quizá sea una de sus mejores películas, y protagonizada por Marlon Brando y ese gigantesco secundario que fue Lee J. Cobb, entre otros actores, cuenta la historia de un ex boxeador, Terry Malloy, y su hermano Charley, un abogado, que forman parte del duro sindicato de estibadores de Nueva York, conectado con la mafia y dirigido por Johnny Friendly.

Terry, de pocas luces e iletrado, lleva a cabo cualquier trabajo que le pidan. Hasta que un día conoce a Katie, cuyo hermano ha sido asesinado por infringir la ley del silencio.

El algún lado se dice que Kazan rodó esta película para justificar las delaciones de compañeros izquierdistas durante la tristemente célebre Caza de Brujas –y sus igual de tristemente célebres Listas Negras– que emprendió el senador Joseph McCarthy. Sea verdad o no, La ley del silencio apenas nota el arañazo del tiempo. 

La edición de Acantilado de la novela cuenta con una introducción en la que el propio Schulberg  explica cómo surgió tanto la novela como el guión de la película, fruto de la información que recopiló su autor a lo largo de los años investigando a los estibadores que trabajaban en la ribera portuaria de Nueva York.

Saludos, otra recomendación escobillonera, desde este lado del ordenador.