Ettore Scola o la sabiduría de un venerable maestro: ‘Brutti, sporchi e cattivi’

Ettore Scola ha anunciado que se retira porque no soporta el cine actual. El cineasta, de ochenta años de edad, no digiere bien las ñoñerías en la que ha terminado por convertirse este arte. Hoy más industria que otra cosa.

Da que pensar la reflexión de este hombre sabio. Así que quiero imaginar que su abandono está motivado porque, efectivamente, se ve incapaz de colocar una historia con fondo en un mercado que solo demanda banalidad antes que por obligada jubilación.

Esto me hace pensar en las últimas películas que dirigieron otros maestros antes de despedirse del cine y resignarse a vivir una relativamente cómoda existencia gracias a las rentas cosechadas a lo largo de su carrera.

Scola manifiesta en una entrevista que publica hoy, martes, 30 de agosto, Il Tempo: “Ha sido una decisión natural. Para mí es fundamental tener libertad y hoy es el mercado el que toma las decisiones. Ya lo hacía antes, pero habían mayores espacios para la libertad y la excepción, y los productores estaban más dispuestos a arriesgar y experimentar.”

Y arriesgar y experimentar son constantes en el cine de Ettore Scola. Claro que su riesgo y experimento fue el de contar vidas sencillas al que el peso de las circunstancias vuelve tremendamente complejas y miserables.

Alguien me dice que Scola hace estas declaraciones porque está a punto de finalizar su última película y quiere promocionarla agitando la bandera de la polémica.

Y la verdad es que no sé. ¿Un tipo con ochenta años?

Y recuerdo a Mario Monicelli. Quien a los 95 años de edad escogió entre la vida y la muerte saltar por la ventana de un hospital.

¿Alguien puede explicármelo?

Como respuesta solo entiendo que estamos dejando –entre todos– que nuestros venerables ancianos se vayan cuando su magisterio es tan necesario para los tiempos que nos han tocado en suerte.

Así que confieso que me da profunda repulsión que obviemos su legado.

El cine actual está sufriendo un complejo de Peter Pan que me sabe a catastrófico. Lo mismo me pasa con otras artes.

Así que algo raro pasa cuando me encuentro revisando a los clásicos y desprecio (porque aprecio) lo que están haciendo los nuevos.

Los nuevos.

Esos nuevos empeñados no solo en actualizar clásicos sino en experimentar con ideas que dan vueltas y vueltas hacia la nada porque no saben narrar una historia con la aparente sencillez formal de La familia o Una jornada particular.

“No habrá más”, escupe con rabia Scola.

Solo le faltó añadir que no merece la pena ofrecer pan a los Brutos, sucios y malos (1976) en lo que nos hemos convertido.

Se va el maestro. Sí. Pero nos queda La terraza (1980), La noche de Varennes (1982) y La familia.

También la que a mi juicio es su obra maestra.

Precisamente Brutos, sucios y malos. O Feos, sucios y malvados. Que lo mismo da.

Ya saben, la sabiduría del venerable maestro.

Descubridlo, chiquillada.

Saludos, muy cabreados, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Ettore Scola o la sabiduría de un venerable maestro: ‘Brutti, sporchi e cattivi’”

  1. Uno de por aquí cerca Says:

    Y Splendor, mucho más interesante y menos lacrimógena que el dolor de muelas que es Cinema Paradise, que sin embargo se llevó la gloria. Splendor da en la diana a pesar de sus notas de piano, a veces molesta, muy italiano. Pero esa de la familia de brutos, sucios, feos, malvados…tremenda, fea película, desagradable, directa a las tripas de un sistema podrido, enajenado y sin solución. Scola hace años que se retiró, su cine le ha retirado, pero ¿es voluntario o no encuentra quien le financie? Cuando el señor Oliveira cumplió los 90 y pico años dijo que si nadie le producía otra película se volvería a a meter en un furgón e iría a rodar con lo puesto, cosa que no ha necesitado hacer. Pero ¿a quien le importa ya lo de Scola con esta vorágine de cine palomitero y vomitivo? Estas noticias son pasto de rotativos de tecla automática, letras para rellenar, salvo cuando llegan a gente como usted, don Eduardo.

  2. admin Says:

    Estimado amigo… muchas gracias por sus palabras. Un fuerte abrazo.

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