Archive for Abril, 2021

Fallece Monte Hellman, entre ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’ y ‘La iguana’

Miércoles, Abril 21st, 2021

Hollywood también tiene a sus malditos y uno de ellos es el cineasta Monte Hellman, nacido Monte Hay Himmelman, y que falleció este miércoles, 21 de abril de 2021, a la nada desdeñable edad de 91 años.

Fue lo que se dice un marginado en la industria del cine pero logró rodar un puñado de películas que por raras merecen ser repasadas un día de estos. La mayoría de los iniciados recuerdan su Carretera asfaltada en dos direcciones y también Gallo de pelea, un filme que adapta la novela del mismo título de Charles Willeford, otro maldito pero de la literatura norteamericana, autor de una obra maestra del género negro y criminal, Miami Blues, donde entre tanta violencia circula con toda la tranquilidad del mundo un sentido del humor que desarma a cualquiera.

Rodó además western con Jack Nicholson, un actor grande, tan grande que a decir de quienes lo conocen, tiene un corazón igual de gigantesco. Nicholson lleva ya diez años apartado del cine y no sé si alguien le habrá comentado la desaparición de quien fue compañero de trabajo y también de alguna juerga.

Lo que no dicen las crónicas es que Monte Hellman dirigió a finales de los 80 un largometraje, La iguana, que era perfecto para un tipo como él. Desgraciadamente, el filme no resultó lo que tenía que ser aunque queda como una rareza más en la filmografía de un cineasta al que le costó levantar proyectos y sobrevivió como pudo en un mundo tan competitivo y adorador del dinero como es Hollywood, donde te disculpan siempre que ganes mucho dinero. Con independencia que lo hecho sea una de súper héroes, otro clon de tipos enmascarados y vestidos con leotardos.

La iguana, como sabrán algunos, es la adaptación de una de las mejores novelas de aventuras del escritor y periodista tinerfeño Alberto Vázquez Figueroa, quien inspirado en un hecho real narra la vida de un marinero irlandés al que apodan La iguana por su aspecto que termina en una de las islas del archipiélago de Las Galápagos, y de la que se declara rey. El filme, que tiene una duración de 88 minutos, es una producción italiana que se rodó en gran parte en Lanzarote y cuenta en su reparto con Everett McGill, Fabio Testi, Michael Bradford y Jack Taylor, entre otros. Se puede descargar si se busca en la red, pero solo tiene interés para los seguidores del cineasta, quien firma una digna versión para el cine de esta aventura para adultos con mirada muy personal.

No se trata, sin embargo, de una de sus mejores películas y la pobreza de producción explica el escaso eco que tuvo cuando se estrenó en cines, donde duró muy poco en cartel. Pese a todo respira muchas de las constantes que marcaron la errática filmografía del cineasta. Un tipo que se rodeó, aunque no fue el caso de La iguana, de actores más o menos habituales. Warren Oates fue uno de ellos. Lo verán como protagonista en Gallo de pelea y El tiroteo, uno de esos western lisérgicos que rodó con Jack Nicholson, dos películas que junto a la mayoría de su no demasiado copiosa filmografía da prioridad a los grandes escenarios, paisajes donde se pierden como hormigas los personajes que transitan por sus películas.

Reivindicado por ese gran rescatador de “olvidados, malditos y marginados” que es Quentin Tarantino, quizá su muerte a los 91 años despierte el entusiasmo entre algún cinéfilo por ver su cine y mantener la llama de su memoria encendida.

Hasta ese momento, aprovechen y enfréntense a sus películas sin la espesa infulencia intelectual del universitario. Con su muerte desaparece una leyenda.

Un maldito del cine norteamericano.

Siguiendo un Rastro que ya no es mi Rastro

Miércoles, Abril 21st, 2021

Más de un año cerrado. Otra víctima de la pandemia que recorre el mundo. Con todo, el mundo intenta volver a la normalidad pese a que tras el confinamiento nada es igual que hace, demonios, poco más de un año.

Visito con un amigo el Rastro de Santa Cruz de Tenerife. Ahora ubicado en una zona de aparcamientos de las instalaciones portuarias de la ciudad, más o menos frente a la delegación de Hacienda y un poco más allá el palacio del Cabildo Insular. Hago cola pero no se mantienen las distancias. Con todo, se agradece el irregular cumplimiento de las nuevas normas sanitarias que tienen el objeto (a ver si nos vamos enterando) de velar por nuestra salud al poner freno al virus que parece que flota por todas partes.

Quedamos en la puerta de la Recova, Nuestra Señora de África, y bajamos. Recuerdo, mientras descendemos, aquellos domingos en los que recorría los puestos distribuidos alrededor de, precisamente, el antiguo Mercado de abastos de la ciudad y cómo se expandían domingo sí, domingo no, por las ramblas y calles adyacentes. En aquel Rastro encontré de casi todo pero sobre todo libros. Libros que no recuerda nadie, libros de años de la pera, libros firmados por grandes escritores y libros con fotos de padres e hijos entre sus páginas y que no conoceré jamás pero que ahí siguen, entre las hojas de ese libro donde alguien tuvo que dejarlas olvidadas… En fin, que ir entonces al Rastro era una aventura.

Aventura pero menos es la del nuevo Rastro en tiempos de Covid-19. Y no por qué se tenga que hacer cola para entrar, ni porque te laves las manos con gel hidroalcohólico antes de cruzar el sagrado umbral sino porque no, no es el mismo Rastro. Ni siquiera recoge –aunque sea un poquito– su espíritu.

En cuanto a lo que voy, que es la caza de libros. Salvo un puesto que lleva un conocido no encuentro nada. Bueno, en otro, una tonga de novelas entre cachivaches de todas clases. Entre otros, una cruz de hierro que vale diez euros porque no es original, dice el que lleva ese kiosco.

Una sensación amarga la que percibo mientras voy de puesto en puesto. Sin encontrar nada de mi interés. A este Rastro, pienso, será imposible dedicarle una oda. Un poema o al menos un relato. No tiene la magia del otro, que a base de años terminó por adquirir una identidad que lo hacía diferente. Lo que incluye, y que Dios me perdone, las justificadas quejas de los vecinos.

El sol, mientras tanto, aprieta. El cielo tiene ese azul que solo tiene el cielo de mi pequeña capital de provincias y aunque tengamos el mar a unos cuatrocientos metros no se escucha su murmullo sino el ir y venir de otros ociosos paseantes a los que observo con declarado interés.

No encuentro en sus miradas ni en sus rostros ni en la forma de caminar entusiasmo por encontrar algo entre tanta mesa dispuesta con objetos de todas clases. Un cliente al menos regatea el precio de unas revistas del año en que nació Matusalén, pero el viejo que lo atiende está más pendiente de nosotros que del chaval que dice que mejora su oferta subiendo su regateo a un puñetero euro. El viejo se ríe. Nosotros nos vamos y no sé si al final se cierra el negocio aunque algo me dice que..

Con todo, flota una incierta tristeza en el ambiente. La sensación de que no mereció la pena espera un año y poco más para esto. Por mucho que digan unos que es transitorio, que la idea es volver en diciembre al espacio original si el fantasma que recorre el mundo cede y deja espacio no a esa nueva normalidad en la que estamos instalados sino en la vieja, que es la que evoco en mi cabeza mientras doy vueltas por este Rastro improvisado en el que no encuentro nada de interés. Libros, al menos, que despierten mis casquivanos sentidos.

De momento, y visto lo visto, no creo que vuelva al nuevo Rastro. No es mi Rastro, no es aquel Rastro que visitaba casi todos los domingos con la fe de encontrar algo distinto.

Lo único que no cambia, pienso mientra salgo del espacio acotado, es el sol que casca las piedras. Los goterones de sudor que se deslizan por mi frente. El jadeo constante, lengua fuera incluida, de Kala. Que tira de la correa como si quisiera alejarme de un Rastro que, reitero, para nada es mi Rastro.

FOTO: Andrés Gutiérrez / El Día

Saludos, amén, desde este lado del ordenador

Don Quijote según Orson Welles

Martes, Abril 20th, 2021

“Lo que yo buscaba era un tono primitivo e improvisado”

(Quijote Welles, Agustín Sánchez Vidal, Fórcola Ediciones, 2020)

Se ha escrito mucho sobre Orson Welles y se ha escrito bastante también sobre uno de sus proyectos largamente acariciados, Don Quijote, trabajo que fue una de las grandes obsesiones del cineasta no ya por su personal aproximación al caballero de la triste figura sino por lo que quería representar con una película que no llegó a completar y de la que se conservan numerosos fragmentos. Algunos de ellos, escribe Agustín Sánchez Vidal, a la espera de ser encontrados en armarios cubiertos de polvo y hacinados en sótanos de hoteles y apartamentos en los que residió Welles durante una vida marcada por el genio así como por un nomadismo que lo llevó a recorrer medio mundo.

Considerado por la crítica y gran parte del público iniciado como uno de los grandes cineastas de todos los tiempos, se ha escrito mucho sobre el talento de Orson Welles, también de cómo fue perdiendo autoridad sobre su trabajo tras el ostracismo al que le sometió la industria con el estreno de Ciudadano Kane, su primer largometraje y su pasaporte al infierno cuando Hollywood conspiró para hacerle el vacío. El cine de Welles cuenta así con varias etapas diferenciadas. La primera es la hollywoodiense donde además de dirigir Ciudadano Kane, dirigió también El extraño, El cuarto mandamiento, La dama de Shangai y Sed de mal, estas últimas con presupuestos raquíticos pero brillantes ejercicios de género mientras su segunda etapa, la errante, es aquella que lo llevó a recorrer medio mundo trabajando en toda clase de películas para cobrar y pagar de paso sus trabajos, cada vez más personales y su extravagante nivel de vida.

En este período se encuentran sus filmes inspirados en la obra de Shakespeare y creaciones tan originales y emparentadas con su Kane como Mr. Arkadin, que fue una de sus películas rodadas en España. País al que amó con desatada pasión.

Agustín Sánchez Vidal cuenta la vida y las obsesiones del director y guionista en Quijote Welles (Fórcola, 2020), un voluminoso trabajo en el que noveliza el interrumpido rodaje de su Don Quijote no bajo la forma de un sesudo estudio sino de una ficción que tiene mucho de realidad.

El autor recurre a una invención literaria, una joven periodista que vive en la ciudad de Los Ángeles, que se propone realizar una biografía del cineasta norteamericano, para lo cual además de hablar con el interesado, charlará con actores y actrices, amigos y gente del cine que lo conoció y en muchos de los casos trabajó con él.

El hilo que escoge Agustín Sánchez Vidal resulta cuanto menos original para narrar en su voluminosa novela (de casi 700 páginas) la vida y obra de un genio absoluto. También de un prestidigitador dentro como fuera de la pantalla. Se agradece que Sánchez Vidal sea tan minucioso en esta reconstrucción sobre la película que no pudo llegar a ser, así como en las conclusiones que arroja, todas ellas inspiradas en reflexiones del mismo Welles que el autor del libro ha ido recogiendo por ahí para confeccionar la obra.

Sí que se le puede criticar al escritor, catedrático emérito de Cine en la Universidad de Zaragoza que no haya incluido al final una bibliografía, sobre todo para contrastar algunos de los pensamientos del Orson Welles que presenta en el libro pero al margen de estos detalles y al margen de su extensión, Quijote Welles es un libro que disfrutará el aficionado iniciado en la vida y obra de un hombre genial. De un artista que nació para ser cineasta aunque primero se labró reputación en el teatro y en la radio, a él se debe la adaptación de La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells. Una emisión que hizo historia al desatar el caos en varias ciudades y pueblos de Norteamérica donde muchos de sus habitantes creyeron que estaban siendo invadidos por hombrecillos verdes venidos del planeta rojo.
El libro de Sánchez Vidal está plagado de anécdotas, muchas de ellas conocidas y otras no, y de entrevistas muy jugosas con Orson Welles y con quienes trabajó, gente como John Huston y Charlton Heston entre otros.

Estructurado en 16 capítulos, la mayoría giran en torno a su Quijote inconcluso pero también aborda otras películas poco o nada conocidas del cineasta como Una historia inmortal, basada en un relato de Karen Blixen/Isak Dinesen y Al otro lado del viento, esta última estrenada en 2018, aunque significó cuarenta años de desarrollo para un artista tan perfeccionista como lo fue Orson Welles.

Se aprecia leyendo el libro que Agustín Sánchez Vidal además de conocer la filmografía de Welles intenta dar credibilidad al retrato huidizo (y convocado al modo de Kane, al ser visto sobre todo por otros) de un hombre que amó la vida. Vida que literalmente devoró cuando llegó a España. Su Quijote es, de hecho, afirma el autor del libro, un canto de amor no solo a la inmortal novela de Miguel de Cervantes sino a un país, España, que llevó en el corazón desde que lo descubrió. Su filme inacabado es un canto emocionado al Don Quijote y España. Libro que toma como referencia para reflexionar sobre lo que significó para él este país.

Su Quijote reflejaría su mirada sobre la realidad española. Una mirada primero festiva y más tarde amarga al comprobar cómo se transformaba esa tierra en la que creyó encontrar sentido al arte y a la vida. Pese a que no disfrutara demasiado de la modernización que en los años sesenta comenzó a cambiar la realidad española, Orson Welles continuó rodando el que ya sabía iba a ser su testamento cinematográfico, su inconclusa y personal película sobre Don Quijote .

Saludos, fundido encadenado, desde este lado del ordenador

Carta abierta al Cabildo de Tenerife

Lunes, Abril 19th, 2021

Buenos día, reproducimos a continuación una carta abierta al Cabildo Insular de Tenerife que suscriben los representantes de tres asociaciones en la que manifiestan su disconformidad por el procedimiento de designación de director en la bienal de Fotonoviembre. Los firmantes de la carta abierta son:

Yollanda Peralta Sierra, delegada territorial de Mujeres en las Artes Visuales (MAV)

Pedro Déniz, presidente de la delegación canaria de Instituto de Artes Visuales (IAC)

Manolo González, presidente de Asociación Islas Canarias de Artistas Visuale (AICAV)

“A la atención de quien corresponda, a propósito del procedimiento de designación de la dirección artística de la XVI Bienal Internacional de fotografía Fotonoviembre 2021 promovido por TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo dependiente del área de Cultura del Cabildo de Tenerife, con sede en Santa Cruz de Tenerife.

Desde las asociaciones IAC Instituto de Arte Contemporáneo, MAV Mujeres en las Artes Visuales y AICAV Asociación Islas Canarias de Artistas Visuales solicitamos sea leído y tenido en cuenta el contenido de esta carta abierta, que recoge las apreciaciones suscitadas en relación al anuncio de encomendación de la nueva dirección de la XVI Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre 2021, resultado de un acuerdo de colaboración, según resalta en la comunicación de tal cuestión Sr. D. Enrique Arriaga Álvarez, con La Universidad de La Laguna y cuya dirección ostentará la artista y docente Teresa Arozena.

Esta edición de Fotonoviembre 2021 está marcada por el “acuerdo de colaboración y de investigación entre TEA Tenerife Espacio de las Artes y la Universidad de La Laguna”, que se propone, tal y como relatan en la comunicación vertida desde la institución, como un trabajo de archivo de lo contenido especialmente en el Centro de Fotografía “Isla de Tenerife”, así como de las aportaciones propias de la dirección de esta Bienal. Esta designación hace necesario enmarcar y remarcar las voces que han marcado Fotonoviembre, una Bienal que se ha desarrollado durante los últimos 30 años y ha contado con cuatro direcciones: Francisco González en 1991, Antonio Vela entre los años 1993 y 2015, Gilberto González en 2017 y Laura Vallés en 2019. Entendiendo la importancia en el contexto cultural canario de la presencia y permanencia de esta Bienal que históricamente ha puesto en el mapa la obra de artistas del contexto insular, se hace necesario señalar la ineludible actualización de los procesos previos que conlleva un acontecimiento de este tipo. Nos referimos en este punto a la ausencia de un procedimiento de convocatoria pública, hecho que no exime de una posible y rica colaboración en procesos de investigación con una institución académica como es la Universidad de La Laguna, como apuesta por expandir los ámbitos en los que recala la Bienal.

Si bien Fotonoviembre únicamente ha tenido a lo largo de su trayectoria la tutela en la dirección de cuatro personas, se trata de una Bienal que desde 2016, cuando por primera vez se saca un procedimiento público, no encuentra una fórmula concisa, fuerte y arraigada para desarrollar un procedimiento estable de selección de dirección artística. No siendo así, en la primera ocasión este llamamiento se denominó “Pliego de condiciones económico administrativas y técnicas que regirá el procedimiento de negociado con publicidad para contratar el servicio para la dirección artística y gestión del Festival Fotonoviembre, XIV edición, ejercicios 2017-2018”, un tipo de actuación totalmente alejada de una convocatoria de selección de una dirección artística y más cerca de una licitación empresarial. De hecho en la propia web de TEA Tenerife Espacio de las Artes este procedimiento se puede encontrar en “Perfil del contratante”, donde coexiste junto a otras licitaciones que se refieren al funcionamiento de la institución a través de la emisión de pliegos de condiciones tales como “Contratación del servicio de vigilancia para TEA Tenerife Espacio de las Artes”.

Es en 2019 la primera vez que se desarrolla una convocatoria pública denominada “Dirección artística y curaduría de la Sección oficial de Fotonoviembre 2019” que sin embargo, no ha tenido recorrido como cumplimiento de las buenas prácticas relativas a las instituciones culturales, esto es “promover la igualdad de oportunidades laborales y las relaciones leales con los profesionales del sector, y que las ofertas de trabajo se realicen por convocatoria pública abierta”.

Para la edición de 2021 aparece un nuevo modo de selección, el tercero y distinto, para la dirección de tal evento: una designación directa sin proceso público que nada tiene que ver con las buenas prácticas y los principios de transparencia pública.

Esta fluctuación constante de procedimientos produce una ruptura y una desconfianza en los valores futuros de la propia Bienal, atendiendo a que toda institución debe tener entre sus objetivos la opinión, la participación y la apuesta por el máximo consenso posible entre profesionales e interlocutoras/es. En este caso, la comunidad que conforma el tejido cultural habría aplaudido un procedimiento mediante la elaboración de unas bases y un proceso transparente de selección.

Entendemos esto último como una forma de verdadero alcance hacia una cultura más participada, en la que la institución pública juega un papel fundamental en el esfuerzo de velar por la continuidad de los procesos de selección y los concursos destinados a dotar de contenido y equipo humano sus estructuras. Si bien desde el acontecer histórico de Fotonoviembre se pretendía “posibilitar y difundir una amplia reflexión en torno a la IMAGEN como medio de expresión, comunicación y participación cultural”, tal y como se relata en la página web de la Bienal, es importante recalcar, precisamente, esa participación cultural ahora totalmente ausente, puesto que no ha existido una convocatoria pública cuyo objetivo fundamental sea concebir la cultural de una forma aperturista a través de la acción de incorporar democráticamente a todas las voces posibles.

Por todo lo expuesto y desde nuestro código deontológico, consideramos que el actual nombramiento de Teresa Arozena como directora artística de la XVI Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre para este año 2021, no cumple con las motivaciones de igualdad de oportunidades laborales para con las/os profesionales del sector mediante la realización de convocatorias públicas abiertas. Desde las asociaciones firmantes instamos y les encomendamos con urgencia a la revisión y ejecución para un futuro, de unas bases que cumplan con la función principal de una institución relacionada con lo contemporáneo como “lugar de producción, investigación y estudio de las prácticas artísticas contemporáneas” a través de la participación pública.

Por último y no menos importante, rogamos para futuras actuaciones y en pos de las buenas prácticas y del mantenimiento de la buena salud de la propia institución Cabildo de Tenerife y TEA Tenerife Espacio de las Artes, el desarrollo de acciones de selección pública a través de una convocatoria que afiance la confianza en los procedimientos públicos, transparentes y publicitados. Salud que solo es alcanzable en un contexto de convivencia de distintas formas de pensar, trabajar y desarrollar discurso crítico, en un clima lo más versátil, inclusivo, paritario y democrático posible

MAV / Delegada territorial / Yolanda Peralta Sierra
IAC / Delegación Canarias/ Presidente / Pedro Déniz
AICAV/ Manolo González/ Presidente de AICAV”

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador

La eterna sonrisa de William Holden

Sábado, Abril 17th, 2021

No fue hasta su encuentro con el cineasta Billy Wilder cuando la carrera cinematográfica de William Holden (William Franklin Beedle Jr.; O’Fallon, Illinois, 17 de abril de 1918-Los Ángeles, California, 16 de noviembre de 1981) cambió de tercio. De la noche a la mañana y gracias a su primera colaboración juntos, El crepúsculo de los dioses, William Holden se había especializado en interpretar papeles de chico guapo que reforzaba con una irresistible sonrisa (demonios, qué sonrisa tenía) a la que puso fin al interpretar al guionista sin ideas que se pone a trabajar y a vivir de prestado en la mansión de Norma Desmond, una vieja gloria del cine silente y casi un fantasma en ese cine sonoro que se le ha quedado pequeño.

William Holden volvió a trabajar a las órdenes de Wilder en otras tres películas más. A mi, personalmente, me gusta mucho en Traidor en el infierno, en la que interpreta a un cínico oficial del ejército norteamericano recluido con otros en un campo de prisioneros alemán durante la II Guerra Mundial. También rodaría a las órdenes de Billy Wilder Sabrina (¿verdad que es romántico?) y Fedora, que es otra mirada a la industria del cine del cineasta de origen austrohúngaro, en esta ocasión inspirado por una novela corta del sobresaliente escritor y también actor, Tom Tryon.

Pero fue a partir de El crepúsculo de los dioses cuando los profesionales y el público descubrieron que Holden además de ser un buen chico podía ser un chico malo. O al menos tremendamente individualista capaz de derretir a sus contrarios fueras hombres o mujeres con su, se reitera, desarmante sonrisa.

A partir de ese momento comenzaron a proponerle papeles más atractivos, personajes que prácticamente monopolizan largometrajes como Picnic (donde la química con Kim Novak todavía hace derretir la pantalla); La colina del adiós, Los puentes de Toko-Ri, El mundo de Susie Won y dos cintas, entre otras muchas, que forman parte irrenunciable de mi memoria cinéfila. O esas películas que reviso de tanto en tanto para confirmar qué grande fue el cine. Me refiero, cómo no, a El puente sobre Kwai y Misión de audaces. La primera bajo las órdenes de David Lean y la segunda de John Ford. En ambas cintas, William Holden se mide ante dos actores muy distintos pero igual de grandes en pantalla: Alec Guiness y John Wayne. La sombra de los dos, sin embargo, no oscurece para nada la interpretación de Holden, un tipo que se forjó como actor en el cine. Que aprendió a ser otro gracias al cine.

La carrera del actor dibuja en los años sesenta una filmografía muy irregular aunque tanta sangre, sudor y lágrimas mereció la pena al llegar 1969, año de una de sus grandes películas como de su director, “mi perro hermano indio” Sam Peckinpah.

La película fue Grupo salvaje y los que tuvimos la suerte de verla en un cine (en mi caso de reestreno en el Numancia, en la capital tinerfeña) fue como descubrir a otro actor y a otro cine. No pueden imaginarse lo que me marcó este western que respira todas las constantes de la filmografía pecknpaniana al mismo tiempo que cuenta con uno de los trabajos más maduros y seguros de sí mismos de su protagonista, William Holden.

Grupo salvaje es una historia crepuscular en todo su sentido. Fin de una época, fin de una amistad, ‘desperados’ que se redimen cuando toca rescatar a un compañero… México como otro país, otro mundo. Tierra donde fríos mercenarios pueden retroceder a su infancia… infancia que entre sus juegos incluye observar cómo un escorpión es devorado por un ejército de hormigas (qué metáfora, recórcholis) y, cómo no, la irresistible aunque ahora y más que nunca cansada sonrisa de William Holden

La carrera del actor prosiguió en los años setenta mientras en los mentideros de Hollywood se comentaba a voces el alcoholismo que embargaba al actor. Quienes lo conocieron aseguran, sin embargo, que la ebriedad de Holden resultaba simpática y no la furiosa que le entra a muchos cuando se acostumbran a libar todo el santo día.

En esta década lo pueden ver en Network, que es un filme que no aguanta bien el paso del tiempo; Damien: Omen II, una digna continuación que que no hace olvidar a La profecía, aquella cinta de terror que narraba la llegada del mismísimo Satanás a La Tierra; la ya mencionada Fedora y como secundario de lujo en Ashanti, que se basa en Ébano, una novela de aventuras del tinerfeño Alberto Vázquez Figueroa y El coloso en llamas, entre otras.

Su último trabajo, su testamento como actor, fue S.O.B., siglas que en España tradujeron por aquello de la censura como Sois (h)Onrados Bandidos y que en inglés responde a Son Of a Bitch. Quizá no sea una de las mejores comedias de Blake Edwards, su director, aunque personalmente me sigue gustando esta película pese a que el paso de los años le haya hecho mella. Vaya tallando en su celuloide las cicatrices de la vejez. Todavía recuerdo donde la vi, y si lo recuerdo además de por la cinta es porque fue con alguien muy, pero que muy especial en el Teatro Baudet, hoy un cine desaparecido pero que aún se encuentra cerrado en la por aquel entonces avenida del general Mola, hoy de las Islas Canarias.

La muerte de William Holden en circunstancias muy desgraciadas y que por desgraciadas no me apetece contar, puso fin a una carrera con sus altos y con sus bajos pero reveló también la profesionalidad de un actor que pronto se convirtió en estrella aunque no se sintiera muy cómodo interpretando este papel en la vida real… Es probable que muchos no lo recuerden hoy y que para otros sea uno más en la constelación de gigantes que contribuyeron a forjar el cine americano cuando el cine era eso mismo cine, pero William Holden sigue siendo un caso aparte. Un tipo que hizo prácticamente de todo acompañándolo siempre con su única e irrepetible sonrisa.

Saludos, hip, hip, hip hurrah, desde este lado del ordenador

Fallece la poeta y escritora Olga Rivero Jordán

Jueves, Abril 15th, 2021

La larga vida de Olga Rivero Jordán (San Cristóbal de La Laguna, 24 de noviembre de 1928-14 de abril de 2021) estuvo marcada en sus inicios por la tragedia de la Guerra Civil. Su padre, Luis Rivero, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de La Laguna,fue preso gubernativo al inicio del golpe militar producido a mediados de julio de 1936, huella que se grabó al rojo vivo en su memoria. Quizá eso explique que desde muy joven sintiera una poderosa atracción por la lectura que, según las fuentes, quedó bien alimentada gracias a las obras que contenía la biblioteca del Instituto de Canarias y que organizara año más tarde tertulias en la que se hablaba de lo divino y lo humano en el Ateneo de La Laguna.

Las crónicas subrayan de una u otra manera que la educación intelectual de Olga Rivero Jordán fue fundamentalmente autodidacta, lo que también explica que su primer libro lo publicara muy tarde, ya con cincuenta años con el título de Los zapatos del mundo, aunque previamente mantuvo una actividad como articulista en periódicos de la provincia, entre ellos Diario de Avisos.

Más narradora que poeta, su obra que forma parte de varias antologías (Escritoras canarias del siglo XX y Antología de 100 escritoras canarias) se caracterizó por una escritura que en palabras del poeta Antonio Arroyo Silva “es único e irreemplazable, producto de un mestizaje expresivo y una memoria poética que recorre desde el primer balbuceo hasta la mayor profundización en el espíritu humano. Su verso seguro va más allá de los límites académicos de escuelas, generaciones, movimientos y prosodias”.

El Gobierno de Canarias la homenajeó en octubre del 2020 en la tercera edición del Día de las Escritoras, un reconocimiento que probablemente le llegó tarde pero que intentó poner en valor la trayectoria de una mujer que antes de identificarse con generaciones sostuvo siempre que era “poeta” porque “creo en la poesía”, así lo recoge la investigadora Bárbara Rodríguez Martín cuando escribe sobre ella en el libro colectivo Escritoras canarias del siglo XX: de la invisibilidad al reconocimiento, capítulo en el que destaca de Olga Rivero Jordán “su gusto por el verso libre, el experimentalismo tipográfico, el cultivo del poema en prosa” y el eco surrealista en muchas de sus composiciones.

A modo de despedida, reproducimos los versos de su poema Sola:

Sola
con el tejido
de mi carne
compongo mariposas
alas que llegan
al final
del universo
.