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“Carvalho refleja el alma española de una manera casi incordiante”

Jueves, Abril 28th, 2022

El VI Seminario Internacional Tenerife Noir de Investigación del Género Negro que se desarrolló en el Aula Magna del Aulario del Campus de Guajara de la Universidad de La Laguna del 26 al 31 de marzo de este año debatió entre otros temas Carvalho, de la novela al cómic con el guionista, Hernán Migoya (Ponferrada, 1971) y Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962) los responsables de trasladar a viñetas al personaje creado por el escritor Manuel Vázquez Montalbán.

Guionista y dibujante conocen muy bien al detective privado, y de él hablaron en Tenerife con motivo del 50 aniversario del nacimiento de, precisamente, Carvalho, Pepe Carvalho.

Se han publicado hasta la fecha tres novelas gráficas que adaptan las tres primeras novelas del personaje: Carvalho. Tatuaje (2018); Carvalho: La soledad del mánager (2019) y Carvalho. Los mares del sur (2021). Y una historia de cuatro páginas del 2017 titulada De como Pepe Carvalho conoció (en libertad) a Biscuter. No se sabe todavía si la serie continuará –por orden cronológico el próximo álbum debería ser Asesinato en el Comité Central– pero las tres novelas gráficas publicadas son una excelente oportunidad para aproximarse al mundo exterior y, lo que es mejor, interior de un investigador privado que vino al mundo en una España que comenzaba a acostumbrarse a vivir en democracia.

Bartolomé (también Tomeu) Seguí Nicolau es un dibujante de historieta, ilustrador y editor español, nacido en Palma de Mallorca (Islas Baleares) en 1962. Ha publicado sus trabajos en revistas como Madriz o El Víbora y, volcado hacia el mercado francés, ganó en 2009 el Premio Nacional del Cómic por Las serpientes ciegas, realizada en colaboración con el guionista Felipe Hernández Cava.

Hernán Migoya Martínez (Ponferrada, 1971) es guionista de cómic, de cine y escritor. Fue redactor jefe de la revista El Víbora (1992-98) y editor del fanzine Ojalatemueras. Tradujo para Ediciones La Cúpula toda la obra de Peter Bagge y es autor, entre otros libros, de Quítame tus sucias manos de encima, Una grande y zombi, Y si quieren saber de nuestro pasado, Todas putas y Baricentro.

- La serie Carvalho se inicia con Tatuaje, en 2018. ¿Cómo surge la idea de adaptar al cómic las novelas de Pepe Carvalho?

HERNÁN MIGOYA (H.M.):
“La idea de adaptarlas me surgió durante una borrachera con el hijo de Manuel Vázquez Montalbán, en El Borne, en Barcelona a la 1 de la madrugada. Era la primera vez que lo conocía, nos había presentado una amiga común que me dijo que estaba tan loco como yo y que nos íbamos a llevar muy bien. Esa noche le pregunté que Carvalho no había sido adaptado al cómic, le entusiasmó la idea de hacerlo y puso en mis manos levantar el proyecto. Sin embargo y con el paso de los año he llegado a la conclusión que la semilla nació en la Semana Negra de Gijón. Fue allí donde Juan Madrid me propuso llevar al cómic las novelas de Tony Romano pero la idea no prosperó entonces. Claro que coincidió con un momento en que la novela negra estaba como muy ignorada. Con Carvalho fue más sencillo, pensé que Norma era la editorial y Bartolomé Seguí el autor adecuado aunque la editorial debía decidir al dibujante. He sido redactor jefe de editoriales de cómic pero llevaba muchos años sin trabajar y no estaba al tanto del panorama de dibujantes que había en ese momento. Tal y como estaban las cosas, creí que Norma debía de proponer al dibujante. No quería condicionar. Esperé unos seis meses y me llamaron de la editorial para decirme que ya habían hecho pruebas con varios dibujantes y me preguntaron si conocía a otro. Y dije Bartolomé Seguí, que es un autor que lleva a Barcelona en las venas. Y creo que lo llamaron al día siguiente. De esto hace ya seis años. Desde entonces llevamos tres álbumes y más de doscientas páginas”.

BARTOLOMÉ SEGUÍ (B.S.); “Fue un regalo imposible de rechazar. En 2016 trabajaba con Felipe Hernández Cava en un nuevo álbum cuando me llamaron de Norma para preguntarme si me apetecía dibujar a Carvalho. No pude negarme. Cuando llegué a Barcelona en 1982 mi primer personaje de cómic estaba inspirado en Pepe Carvalho. Carvalho fue el primer personaje policíaco puramente español. Ante tuvimos a Plinio pero Carvalho fue el primer personaje que se parecía a los americanos. Se movía por los ambientes más canallas. No podía renunciar a dibujar todos esos escenarios que tan bien conocía y que tanto me influenciaron”.

- La serie en cómic comienza con Tatuaje pero dejan de lado la primera del personaje, Yo maté a Kennedy, ¿por qué?

H.M.: “Era absurdo adaptarla porque no es una novela negra. El personaje de Pepe Carvalho nace en una novela absolutamente abstracta, que no tiene nada que ver con el género negro. Estuvimos en Barcelona Negra donde varios fans de Carvalho y yo coincidimos en que Yo maté a Kennedy no funcionaba en la colección porque no tiene nada que ver con el género. Cuando Montalbán se plantea escribir su primera novela negra decide recuperar al personaje de Yo maté a Kennedy, un ex agente de la CIA, y le da una nueva psicología para inscribirlo en una tradición del género negro como es la del detective privado a la vieja usanza estadounidense aunque sus novelas son españolas y muy naturalistas. Con sexo y violencia pero novelas realistas. Tatuaje está protagonizada por el Pepe Carvalho que conocemos”.

- ¿Están trabajando en la próxima entrega?

“B.S.: La apuesta de Norma es la de tres álbumes. Una apuesta importante a nivel editorial español porque libros de este tipo son más del mercado francés. El segundo se ha publicado hace poco en Portugal pero en Francia aún no. Estamos pendientes de ver cómo funciona en otros mercados y si la respuesta es buena estamos dispuestos a continuar”.

H.M.; “He luchado por construir una mitología de la cultura española con vasos comunicantes. Y no solo Carvalho sino otros personajes de la literatura, el cine, la radio me encantaría que se hicieran en cómic y que vendieran mucho pero estamos en un país con poca capacidad para valorar lo que se hace aquí. Carvalho es el primer personaje de la literatura negra española que se pasa a cómic”.

B.S:: Después del Quijote, Carvalho es el persona más importante de la literatura española. Lo extraño es que no se hiciera en cómic hasta ahora”.

H.M. “Creo que hay una primera versión de Tatuaje medio porno pero se trata de una versión S con señoritas desnudas en cada esquina. Es otra cosa”.

– Su Pepe Carvalho parece inspirado en el actor Ben Gazzara.

B.S.: “La idea inicial era Ben Gazzara aunque al principio me salió una mezcla entre Burt Reynolds y Ben Gazzara. En el cásting y antes de dibujar las referencias cinematográficas son constantes. Lo discutía mucho con Hernán”.

H.M.: “Las referencia son setenteras. Biscuter es Víctor Israel, un actor catalán muy gracioso que salía siempre en coproducciones de terror. Para mi es muy fácil establecer con Tomeu ¿a quién se debe parecerse este personaje? Se lo toma muy bien y nos divertimos mucho buscando modelos. Daniel Vázquez, el hijo de Montalbán, me dijo que su padre conocía a todos los personajes de las novelas porque estaban basados en personajes reales pero preferí que tanto Seguí como yo diéramos nuestra opción. En un cómic la magia la pone el dibujante y el guionista la idea inicial y Carvalho tiene un proceso de elaboración bastante intenso. Básicamente, adaptar una novela es extraer lo esencial de la novela y utilizarlo como una herramienta que te sirve para su posterior desarrollo como guión de cómic. Elaboro un story board que el dibujante no ve y después de repasarlo lo traslado a un guión técnico. Lo más interesante de nuestro proceso creativo fue que Tomeu me dijo que no quería ver el story board porque lo condicionaría. La relación entre guionista y dibujante debe ser buena para que los dos la disfruten creativamente. Es un diálogo constante que se basa en el respeto al trabajo de cada uno por lo que el toma y daca es muy creativo. Llevamos seis años con esta serie, más de doscientas páginas que son bastantes en el formato europeo. Así que el mejor oficio del mundo es dibujar y el segundo, ser guionista”.

- No tuvo que ser fácil trasladar a viñetas el universo literario de las novelas de Pepe Carvalho.

B.S.: “Lo más difícil y complicado es que si lees ahora las novelas algunas te chirrían por lo que nos asaltó la duda, el “¿y ahora qué hacemos?, ¿suavizamos esto y lo otro? A nivel gráfico, sin embargo, no hubo problemas porque fue dibujar una Barcelona que conocí”.

H.M.: “Lo más complicado fue mantener la esencia del personaje pero quitando el lastre de los textos. Hemos sufrido mucho. El álbum del que estoy más satisfecho es Los mares del sur porque mantiene el equilibrio entre imagen y texto. El hijo de Montalbán dice que los cómics son la mejor adaptación del personaje en cualquier medio y los fans que estos álbumes muestran al Carvalho de verdad porque la historia no se queda solo en resolver un caso criminal sino en retratar en carne y hueso al detective privado. Las novelas que protagoniza Pepe Carvalho son buenas con independencia del crimen que haya que resolver. Estas novelas son como los Episodios Nacionales de Galdós porque reflejan muy bien la España de su momento, son un retrato de aquella época, los 70, que nosotros hemos reflejado casi al milímetro en las tres adaptaciones. Nos hemos preocupado en dotar de personalidad a Carvalho. Lo más difícil fue encontrar un equilibrio entre lo visual y lo textual y creo que con Los mares del sur, que se trata de la novela más agradecida para ser adaptada visualmente, conseguimos encontrar el punto idóneo de expresividad para que funcionase. Luego todo lo demás ha sido un disfrute. Una experiencia inmersiva que, gracias a las enriquecedoras ilustraciones de Seguí, proponen un viaje muy visual a la España de los 70”.

- Los tres álbumes publicados hasta la fecha siguen el orden cronológico en el que aparecieron las novelas.

H.M.: “Sí, Tatuaje es una buena historia que está basada en la copla que popularizó Concha Piquer; La soledad del mánager se trata de una novela bien ardua como historia y está llena de pasión e intensidad y análisis político de la España de los 70 y por último Los mares del sur, que es la más espectacular”.

– La serie Carvalho continuaría con…

“H.M.: Asesinato en el Comité Central, que es una novela de Carvalho en Madrid, algo así como Tarzán en Nueva York porque se saca al personaje de su entorno y se lo introduce en uno nuevo porque la ciudad y las historias de Carvalho proceden de Barcelona. Es cierto que el personaje viaja puntualmente a otros lugares como Las Vegas y Amsterdam pero en esta novela es Madrid y en la que seguro que todos los personajes están inspirados en los de aquella época. El escritor disfrutó mucho reflejando el Madrid de principio de los 80 y moviendo a su Carvalho en aquel ambiente porque Montalbán usaba todo lo que había visto y vivido para trasladarlo después a los ojos de su detective privado”.

- ¿Carvalho es Manuel Vázquez Montalbán?

H.M.: “Estoy convencido que todo, menos el aderezo criminal que resulta bastante ligero, refleja sus experiencias vitales. Su hijo me comentó que para su padre Carvalho era el área creativa donde se permitía no ser la marca Vázquez Montalbán”.

– ¿Marca Vázquez Montalbán?

H.M.: “A pesar de que el escritor fue la imagen de una izquierda barcelonesa, las novelas de Carvallo resultan ácratas y salvajes. No creen en nada. Su hijo me comentó que en el fondo su padre fue anarquista. Luego asoma su vena más oficial, que es con la que gana premios con novelas como El pianista o Galíndez”.

B.S.: “En las novelas de Carvalho el personaje va envejeciendo de una a otra. Evoluciona en cada historia. Es como si Vázquez Montalbán aprovechara a su Pepe Carvalho para escribir lo que no podía escribir como periodista”.

- ¿Veremos alguna vez el Carvalho de Carlos Zanón en cómic?

H.M.: “Cada álbum lleva año y medio de producción mientras que el escritor las escribía en apenas dos meses. Hay como unos veintitantos libros con el personaje como protagonista así que aunque quisiéramos hacerlas todas los más probable es que muriéramos en la octava o décima versión. No, no creo que podamos hacerlo. No he leído la novela de Carlos Zanón pero me parece maravilloso que se renueve al personaje. La propuesta de Zanón es muy inteligente pero como guionista quiero centrarme en el Carvalho que conozco y que es el de Manuel Vázquez Montalbán porque necesito saber qué le va a pasar al personaje en su próxima novela. Por eso no quiero meterme en la cabeza el modelo que Zanón ha inventado para Carvalho que aún siendo un gran truco literario mi trabajo como adaptador me forzó a centrarme en el personaje original que conozco bastante bien”.



– ¿Qué lecturas tienen ahora de las novelas que protagoniza Pepe Carvalho?

B.S.: “Diferente de cuando las leí por primera vez. Ahora me parece un personaje desencantado. Me pilla además en un momento en el que estoy de vuelta de todo”.

H.M.: “Mantengo una relación de amor y odio con Pepe Carvalho ya que encarna todo lo que desprecio en los españoles: es el típico pesimista pesado que ya en los 70 pensaba que la democracia en España iba a salir mal. Se lamenta de todo porque todo lo ve por el lado negativo aunque me gusta porque también se redime al darse cuenta de las cosas y por eso mismo intenta no involucrarse con nadie. Carvalho refleja el alma española de una manera casi incordiante. De hecho, algunos amigos me han dicho que les recuerdo al Pepe Carvalho que aparece en los cómics lo que no es algo que me haga gracia. Las novelas comienzan más o menos con la muerte de Franco y los primeros años de la Transición democrática y ya se percibe que el personaje no cree en la democracia. Este ha sido siempre un pueblo sin ilusiones”.

– Además de gourmet, Pepe Carvalho suele quemar libros en la chimenea de su casa.

H.M.: “El hecho de que queme libros, y en contra de lo que hacían los nazis, tiene su explicación y es que Carvalho se ha pasado la vida leyendo libros y está resentido porque cree que la historia y la cultura le han estafado porque él lo que quería era vivir. Que queme libros en la chimenea de su casa se convierte así en un acto maravilloso y simbólico. El primer libro que quema es Don Quijote, un acto poético y una de las muestras de la genialidad de Vázquez Montalbán. Otra es su frase de contra Franco vivíamos mejor porque hoy Franco sigue vivo. Unos y otros se han encargado de que resucite. Estas novelas son un pozo maravilloso de lo que somos”

¿QUÉ PASA CON CHARO?

Hernán Migoya le gustaría escribir una novela sobre Charo, el personaje femenino de las novelas de Pepe Carvalho y uno de los “más interesantes” de la saga según el guionista. “Es una mina de oro”, dice, “y a veces ni el propio escritor se daba cuenta del personaje que tenía entre manos”.

Manuel Vázquez Montalbán fue un escritor especial en la España de aquellos años, finales de los 70, ya que sentía una manifiesta admiración por la cultura popular. Una cultura que entonces estaba mal vista por los intelectuales. “Y el escritor la ama. Lo refleja en Tatuaje, cuyo título hace alusión a la conocida canción que interpretó Concha Piquer”, dice Migoya.

Respecto a Charo, la amante prostituta del detective, Migoya piensa que se trata de un personaje “apasionante porque tiene la verdad del pueblo y mucho carácter”. “A mi me interesa mucho saber qué hacía antes Charo. Por el sustrato charnego y otras cosas me siento muy identificado con ella. En mi novela, la historia tendría su punto y final cuando Charo conoce a Carvalho. Para mi esta historia tiene más interés que escribir un Carvalho contemporáneo”.

LA CIUDAD Y LOS PERROS

Hernán Migoya cuenta con el visto bueno del escritor peruano Mario Vargas Llosa para adaptar al cómic La ciudad y los perros aunque el proyecto está en el aire porque los dos dibujantes que pensó para que se encargaran uno de la primera parte, la que transcurre dentro del colegio, y otro para la que narra lo que hacen los protagonistas por las calles de Lima, “no dieron palo al agua”, se queja quien fue redactor jefe de la revista El Víbora durante un buen puñado de años. Hernán Migoya cree que La ciudad y los perros en cómic constará de 180 páginas aunque el proyecto continúa estancado tras ser abandonado por los dibujantes en los que en un principió tuvo en mente el escritor, traductor y guionista.

FIRMA FOTO: RICARDO PINILLOS TOLEDO

Saludos, tebeos, colorines, monos, chistes, desde este lado del ordenador

Alberto Uderzo (Astérix) y Juan Padrón (Elpidio Valdés), dos irreductibles

Miércoles, Marzo 25th, 2020

En estos días de confinamiento, de dar vueltas como una peonza, duchas frías si lo requiere el caso y buscar y rebuscar en la biblioteca un libro que ocupe el tedio leo que ha muerto dos tipos que me hicieron mejor persona.

Los dos eran dibujantes y a uno lo descubrí antes y en familia y al otro después con otra familia. Los dos, probablemente, pensaban distinto aunque los dos, probablemente, dibujaban con el corazón

Alberto Uderzo nació en la nación que exportó el mensaje de libertad, igualdad y fraternidad, y como la bandera tricolor transmitió parte de esta idea en sus historietas, en especial con la del personaje que le dio fama y dinero: Astérix el galo, aunque para los que llegamos a él siendo niños nos gustara más la fortachona candidez de su amigo íntimo, Obélix, que además cuidaba con mimo a Ideáfix, su perrito, aquel que lloraba cuando se derribaban los árboles…

Gracias a Astérix quise devorar un jabalí y darle de cachetones a los romanos, aquellos tipos que según Astérix estaban locos. Locos porque seguían, derrota tras derrota, intentando aplastar a la irreductible aldea de los galos, feroces guerreros que se achantaban, eso sí, ante sus mujeres. Algunas espectaculares como la de Edaddepiédrix, el anciano del pueblo.

La primera historia de Astérix que entró en casa fue la de Astérix y los normandos y desde ese entonces es uno de mis álbumes favoritos junto a Astérix legionario, La cizaña y El caldero mágico. En verdad me gustan todas las historias que Uderzo, el dibujante, dibujó con los guiones de René Gosciny, un auténtico genio. Un maestro del tebeo francés que encontró en Uderzo al compañero ideal para sacar adelante un cómic que si por algo se define es por ser tan francés.

No termina de convencerme sin embargo la historieta que transcurre en España, pero es por esa visión que ofrece de este país: tipos rudos y pendencieros, a los que les gusta bailar flamenco y torear (olé) pero al margen de esta historieta, no terminan tampoco de convencerme las que llevan a sus protagonistas a otros territorios como Gran Bretaña, Bélgica, Helvecia…, ya que salvo La vuelta a La Galia, que es una deliciosa guía turística por Francia, la visión que reflejan en clave cómica de aquellos pueblos resulta demasiado tópica.

Entre mi hermano y yo comenzamos a completar la serie cuando aquel Astérix y los normandos, que nos llegó por un regalo, uno de esos regalos que te cambian la vida que para eso están los regalos, estuvo en nuestras manos. Más tarde y como podíamos, cumpleaños, reyes, reuniendo como hormiguitas el dinero suficiente para adquirir algunos de esos libros porque estaban a un precio prohibido entonces a nuestros bolsillos, fuimos leyendo su encuentro con Cleopatra (cuando estuve en Egipto lo primero que pensé cuando vi la Gran Esfinge de Guiza fue que Obélix le había roto la nariz); su cara a cara con el mismísimo Julio César y cómo tomarse a guasa lo que dicta un adivino. Eso entre otros cómics de la serie que comencé a dejar de lado tras el fallecimiento de Gociny.

A partir de entonces los dibujos eran los mismos (continuaba Uderzo) pero los guiones no eran lo mismo. La abandoné por completo cuando el dibujante le cedió la creación a Jean-Yves Ferri (guionista) y Didier Conrad (dibujante) porque ya no me decía nada. Y eso que el mimetismo que han conseguido estos autores con el trazo de Uderzo es perfecto pero ya no me veo en ellos, ya no estoy acompañando a Astérix y Obélix en sus aventuras. Con o sin poción mágica.

Muere Uderzo en unos días terroríficos para todos. Personalmente, mis relaciones con los demás ya no son las mismas. Hablo con los que más quiero en videollamadas. Con otros a través de diálogos interminables y a golpe de whatsap. A veces quisiera, cuando termine este jaleo enfermo, que todos los que quiero nos sentemos alrededor de una mesa y no descansemos hasta el amanecer. Eso sí, con Asurancetúrix colgando de un árbol y los piratas maldiciendo su mala suerte en alta mar por haberse vuelto a encontrar con los galos.

Descubrí a Juan Padrón tarde y en un viaje a Cuba. Estaba charlando con una familia en su casa y mientras tomábamos café cuando en la pantalla del televisor apareció Elpidio Valdés.

Las aventuras del bravo mambí se desarrollan durante la guerra de independencia con España.

En ella, los villanos pero villanos simpáticos, son los españoles que hablan con acento peninsular solo que en cubano, lo que da más gracia a los personajes. Me asombró la agilidad de aquel episodio y el amor que los niños que había en la casa tenían con el bueno de Valdés.

Disfruté con otros episodios de la serie que vi más adelante y ahora lo sigo haciendo de tanto en tanto gracias a Internet. No dejen pasar uno de sus últimos largometraje, aquel en el que los españoles dejan de ser los villanos, papel que asumen los yanquis, los gringos, los norteamericanos que son los malos, malos de verdad. El final de esta película es muy esclarecedor y resume el espíritu de una serie muy cubana pero abierta al mundo. A toda clase de públicos.

Si se conoce fuera a Juan Padrón no es, sin embargo, por Elpidio sino por Vampiros en La Habana que es una película deliciosa sobre un grupo de no muertos de chiste que llegan a la capital cubana en los locos, locos, locs años 30.

El filme recoge bien el ambiente que había entonces en esa ciudad que sedujo a Gabriel García Infante, su mejor cronista, hay fiesta y gangsterismo a partes iguales y en ese escenario de clubs nocturnos y de mala nota aparecen los vampiro y ¡ay, asere, q’ bolá!

Durante unos años llevé en mi llavero, ese en el que van las llaves, una figurita de Elpidio. Me daba fuerza aquel canijo. Luego, un día, se fue en busca de otros caminos que quisieran contar con el concurso de sus modestos esfuerzos y espero que lo haya conseguido porque un tipo como ése se lo merece todo.

Me pregunto, si existe algo más allá de esto que conozco, si Uderzo y Padrón se habrán visto. Y si se han visto qué se habrán dicho.

Quiero pensar que los dos se habrán inclinado y que después (porque en ese más allá imagino que no llega el corona virus) se habrán dado las manos y si me apuran hasta un abrazo.

Seguro que observan con preocupación el mundo que dejan. Y seguro que nos alientan a enfrentarnos al mal con arrojo y valentía. Con mucho arrojo y valentía. Ya ven, igual de irreductibles que sus dos creaciones más famosas.

Saludos, hasta la próxima, desde este lado del ordenador

Rayco Pulido prepara un cómic sobre José de Viera y Clavijo

Martes, Octubre 8th, 2019

El dibujante y guionista Rayco Pulido prepara una novela gráfica sobre José de Viera y Clavijo. Se trata de un trabajo de encargo que entregará a medios del 2020.

Rayco Pulido impartió un taller en la pasada edición del Festival Índice en el que explicó las claves de su proceso creativo, cómo se debe escribir un guión y los procedimientos que suele emplear cuando se enfrenta a una obra.

Premio Nacional de Cómic en 2017 por Lamia, Rayco Pulido es autor de otras novelas gráficas como Nela, una adaptación de la novela Marianela de Benito Pérez Galdós y Sordo, con guión de David Muñoz y cómic en el que se basó la película del mismo título dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas.

Para Pulido es necesario leer mucho y ver mucho cine y series de televisión para manejar trucos que enseñen a darle la vuelta a una historia. No le atrae, dice, el mercado norteamericano para el que trabaja su hermano Javier porque no maneja la historia ni los derechos de autor de la obra y admite que su vocación le vino desde pequeño al crecer en el negocio de sus padres, la librería papelería Colores, en Telde, Gran Canaria.

Esto hizo que no fuera de los que gastaban la paga del fin de semana en cómics porque “tenía de todo en la librería: El Víbora, Creepy, Astérix, Spirou… Este aprendizaje le sirvió para que a la hora de leer una historia se fijase en la manera en cómo se ha contado.

En este aspecto, cree más en el dibujo funcional. “Es idóneo para que la narración visual sea fluida”. Es partidario de un dibujo agradable y con buen acabado para que la historia fluya. “No hace falta una gran cantidad de diálogos. En los cómics lo más importante es la parte dibujada. Quiero que mis cómics presten atención a lo visual”, explica.

Lector de papel antes que de pantalla, le gusta cuidar el proyecto en el que trabaja. Considera además que la pantalla en España “no es negocio. El papel gana de momento la batalla a lo digital”.

Sobre la versión cinematográfica de Sordo, Rayco Pulido dice que cine y cómics son lenguajes diferentes. “La versión cinematográfica ha cogido el punto de partida pero nuestro personaje es distinto. El filme tiene un punto épico que no tiene nada que ver con el del cómic”, destaca el dibujante canario que utiliza tonos del expresionismo alemán para contar esta historia que transcurre en plena postguerra española.

Rayco Pulido es uno de los pocos canarios en contar con un Premio Nacional en cualquiera de sus disciplinas, y si bien admite que el factor suerte fue importante en la decisión para que le dieran el premio, el premio le ha dado un empujón a la obra ganadora, Lamia, pese a que las autoridades públicas no tengan idea de que existen los cómics. Pese a todo, ahora “te llaman para un encargo”.

Más dado al blanco y negro que al color, entre las novelas gráficas del autor se encuentra Nela y Lamia. Adaptar a Galdós fue un proyecto creativo que le surgió en la cabeza cuando en una de sus clases se dio cuenta que los alumnos leían Marianela, novela que “había leído también por obligación veinte años antes pero de la que no me acordaba de nada. La volví a leer y aluciné, se me ocurrían soluciones visuales cuando pasaba las páginas del libro porque Galdós es un escritor que emplea un lenguaje muy visual. Eso me llevó a presentar otro proyecto para adaptar Doctor Centeno, Tormento y La de Bringas, pero no me hicieron caso”, lamenta Rayco Pulido, sobre todo si se tiene en cuenta que en 2019 y el 2020 se celebra un año galdosiano que está pasando con más pena que gloria.

En cuanto a Lamia, que fue la novela gráfica que consagró al guionista y dibujante al obtener el Premio Nacional del Cómic, explica que la idea comenzó a rondarle cuando estaba metido en Nela, ya que quería hacer otra cosa con un nuevo personaje femenino. “Un personaje radicalmente diferente al de Nela”, dice.

Durante esos días, Rayco Pulido se encontraba en Inglaterra buscándose la vida mientras desempeñaba distintos trabajos “que no hacen los ingleses”. No fue una buena época, recuerda, aunque escapaba de esa gris realidad imaginado a un personaje femenino que se fue armando a medida que pasaban los días y que tomó forma de novela negra aunque, precisa, “más que de novela negra es un híbrido. Su estructura –añade– es muy rara pero funciona”.

Rayco Pulido simultanea su trabajo con los cómics impartiendo clases, encargos de ilustración y diseño gráfico.

En los raros momentos de descanso lee libros y colorines o tebeos, o chistes o como quieran llamar a los cómics, y ve series de televisión donde revela que es un clásico ya que es más de Mad Men que de Juego de tronos. Ahora trabaja en la vida del José de Viera y Clavijo, el pensador canario.

Saludos, colorín colorado…, desde este lado del ordenador

Ángel de la Calle: “Las palabras no son inocentes”

Martes, Mayo 28th, 2019

Escritor,ilustrador, crítico de cómics, Ángel de la Calle (Molinillo de la Sierra, Salamanca, España, 1958) es también director de contenidos de la Semana Negra de Gijón, uno de los mayores festivales que se celebran en el mundo sobre literatura de géneros con la particularidad de haber fusionado cultura con ocio, una fórmula que se ha imitado pero sin el éxito de un encuentro que este año celebra su XXXII edición.

Como dibujante y guionista de cómics, Ángel de la Calle es autor de Tina Modotti. Una mujer del siglo XX y Pinturas de guerra así como de los ensayos Hugo Pratt. La mano de Dios y El hombre enmascarado: En el sendero.

- La Semana Negra de Gijón cumple este año su XXXII edición, ¿cómo nace el mayor encuentro con la literatura que se celebra en España?

“Nace por una casualidad. En aquel entonces se había creado la Asociación Internacional de Escritores Policíacos cuyo vicepresidente, Paco Ignacio Taibo II, un hijo de la inmigración política y económica de los años 50 que llega a México y que procede de una familia muy arraigada en Asturias con una tradición cultural y política muy importante desde el siglo XIX, viene a España para intentar poner en marcha junto a Manuel Vázquez Montalbán en Barcelona el tercer encuentro internacional de escritores policíacos cuando el por aquel entonces alcalde de Gijón, Vicente Álvarez Areces, les preguntó que por qué en Barcelona y no en Gijón, ya que los catalanes estaban más centrados entonces en los Juegos Olímpicos”.

- ¿Cómo se plantea un festival que combina, y tan bien, lo cultural con lo lúdico?

“Porque pensamos que un encuentro solo con escritores era lo más aburrido del mundo así que se maduró la idea de hacer otra cosa. Taibo II, que acababa de vivir seis años en Nueva York, dijo entonces que se tenía que hacer algo espectacular y lo consiguió porque es un genio. En aquel entonces, los géneros populares no estaban en la centralidad de la literatura –lo que no ocurre ahora– por lo que en aquellas primeras ediciones de la Semana Negra, a la que asiste Jean Patrick Manchette, dice algo que me parece clave para entender este fenómeno: los escritores de novela negra corren el riesgo de convertirse en respetables así que lo mejor es dedicarse a escribir novela pornográfica, una reflexión que en aquel momento sonó a marciano en España. La idea del Festival fue desde sus inicios hacer de la lectura una fiesta por lo que pensamos que lo mejor era crear una fiesta alrededor de la literatura porque leer es diversión. Una diversión que conduce a la reflexión”.

- Esa mezcla de cultura y fiesta ha sido clave para el éxito del Festival.

“Y entonces parecía una locura porque hablamos de algo que sucedió hace 32 años. El escenario fue el puerto industrial de Gijón ya que la Semana Negra tenía que tener atracciones de feria y un circo, y así se fueron sumando cosas y la gente respondió.Sin embargo y pasado todo este tiempo y convertido en lo que se ha convertido la Semana el objetivo por el que nació sigue siendo el mismo: el fomento de la lectura”.

- ¿Qué tipo de públicos busca el Festival?

“Buscamos públicos accidentales porque son los que nos interesan. Es decir, los que no leen, los que han ido a la Feria solo a tomarse una cerveza y subir a la noria pero que de repente se sienta y escucha como un escritor promociona su libro y decide llevárselo con la firma de su autor. Ese es el tipo de público que tratamos de capturar”.

- El Festival ha defendido desde sus orígenes la literatura de géneros.

“Porque evadirse no es malo. Te evades de la realidad que desprecias y nos interesa que los jóvenes pierdan el miedo a la lectura porque es fundamental formar ciudadanos críticos”.

- Ya son 32 ediciones.

“Gracias a las sinergias que se crean. La historia, a veces, también te ayuda. Cuando Ángel González dice que quiere leer poesía por la noche, celebrar una velada poética después del concierto de Mano Negra y antes de que se vaya la gente a los puestos de alrededor para tomar copas, Ángel González se trae a Sabina y a Retamar a leer poesía a la una de la madrugada y esa misma gente que está de copas se detiene a escuchar a los poetas. Y ahora se suman más poetas. Es probable que esto pase porque España es un país de poetas sociales lo que explica que en este momento tengamos más poetas sobre el escenario de la Semana Negra que nunca y que arrastran a quinientas personas para escucharlos a la una de la madrugada. Se ha ido creando la sinergia de que la literatura es democrática”.

- ¿Cree que ha sido clave que la Semana Negra se celebre en Gijón?

“Un festival de estas características es más fácil que funciones en una ciudad como Santa Cruz de Tenerife que en Barcelona”.

- ¿Por qué?

“Porque en una ciudad como Gijón sus habitantes lo toman como propio”.

- El Festival no escapa, sin embargo, de los vaivenes políticos?

“Hacemos un Festival enorme con un presupuesto muy pequeño. Cuando coincide con la llegada de Álvarez Cascos al Ayuntamiento perdemos tres de cada cuatro euros de ayudas públicas al Festival. El Festival es una actividad cultural y como tal es política en el buen sentido de la palabra si es que lo tiene malo. Para nosotros es fundamental que más allá de ser una actividad que pone a la ciudad en el mapa del mundo está defender el hecho de que leer es importante y te lo vas a pasar bien”.

- ¿Y qué tiene la literatura de géneros y la negra en particular para despertar tanto interés?

“Creo que la literatura criminal se convirtió en la novela social actual en el sentido de que vivimos en una sociedad muy criminalizada. Ser casi el relator te convierte en novelista negro. Ricardo Piglia decía que solo hay dos temas en una novela: o alguien sale de viaje o alguien tiene que encontrar algo. La ventaja de la intriga que se crea en la lectura es muy importante también. Una novela de referencia para una generación es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, pero en el libro no hay detectives aunque el título te incita a creerlo. En la novela lo que hay son poetas buscando a poetas y eso significa algo. A finales de los años 70, Vázquez Montalbán escribe La soledad del mánager donde cuenta lo que va a ser la Transición en España, no lo que fue sino lo que va a ser. Trata de eso y no de un ejecutivo de una multinacional en Barcelona, que también. Lo extraño es que a día de hoy, Montalbán se encuentra en el canon de poetas porque fue uno de los nueve novísimos pero no en el de novelistas”.

- El Festival, además de la literatura negra, se ha ido ampliando a otros géneros.

“Era inevitable porque los géneros están para saltárselos. Las fronteras no existen, eso decían Taibo II y Montalbán. Y lo mismo pasa en la novela histórica como en otros géneros”.

- Otro de los aciertos del Festival son los premios que entrega, además del Hammett.

“Los premios tienen que ser dados por críticos, lectores y escritores a sus pares aunque Flaubert dijera que los honores deshonran. En nuestro caso y sabiendo que los premios no son muy fiables, quisimos que fueran justos por lo que para llegar a la final necesitas de 50 votos. 50 que dan los críticos, 50 los lectores y 50 los escritores. Además, hemos hecho que tú sepas que formas parte del jurado pero no sabes quienes son los otros hasta el día de la deliberación”.

- Cambiando de tercio, ¿no cree que está saturado el mercado del libro con tantas novedades al mes?

“Las librerías reciben medio centenar de novedades por semanas y los grandes monstruos, para qué negarlo, tienen dinero para colocar sus ejemplares en las grande superficies. Luego están las librerías independientes, que es algo que viene o va aunque si la librería es buena tiene la ventaja de generar públicos a su alrededor porque crea la idea de que la lectura es diversión, lo que no hacen las grandes superficies. Es complicado porque en la actualidad hay que elegir entre Amazon y la librería de siempre”.

- En los últimos tiempos y con la proliferación de escritoras y escritores que escriben novela policíaca creo que el género se ha hecho cada vez más conservador, con tanto guardia civil, mosso de s’quadra o ertzaintza de protagonista.

“Lo que es curioso porque este género nació desconfiando de lo que representan los agentes de la ley comenzando con las historias de Auguste Dupin, el detective creado por Poe y continuando con el Marlowe de Chandler y las novelas donde el delincuente es el protagonistas. Nunca las fuerzas del poder son confiables por lo que ver tanto guardia civil, mossos o policía floral me hace preguntar ¿por qué? ¿Qué ha pasado para que esto suceda en un país donde la policía es tan corrupta como en cualquier país del mundo?”.

- Cómic, tebeos, aquí en Tenerife colorines, en La Palma chistes, en Cuba muñequitos… ¿Con qué término se queda?

“Y en México monos. Yo uso cómic salvo que me pidan novela gráfica. No empleo tebeos por el hecho de que las palabras no son inocentes. Tampoco los llamo historietas porque el Diccionario dice que es una historia pequeña sin pretensiones y yo cuando escribo y dibujo cuento una historia con todas las pretensiones del mundo. El tebeo está ligado a la infancia aunque cuando mi generación llegó al cómic lo hizo para contar historias lo que nos diferencia de los que nos precedieron porque los dibujantes venían en ese entonces de otros medios. En Norteamérica los cómic comenzaron a publicarse en los periódicos. Un dibujante como Alex Raymond venía como ilustrador de las páginas deportivas de los diarios y como él otros tantos que fueron entrando en este espacio para crear algo nuevo. Los artistas españoles encontraron un nicho en los cómics aunque tuvieron una doble censura, la censura en sí, la del régimen y la censura porque sus obras iban dirigidas a los niños. Al final solo quedaba el producto Disney, no tenía sexo ni violencia aunque lo de la violencia habría que ver. Publiqué en la revista Star en 1977 a la que llegué con otros con la idea de contar nuestras historias en revistas. Revistas que eran de género. Star, underground, Zona 84 de contenido fantástico. En la última época ya somos parte de la cultura popular que es la que se generó en los kioscos aunque ahora se encuentra en las librerías”.

- ¿A qué le da más importancia en un cómic, al dibujo o a la historia?

“No creo que haya dibujos malos. Los niños dibujan maravillosamente, lo que sucede es que el cómic es un lenguaje diferente aunque los que nos dedicamos también a la crítica de cómics recurrimos a palabras de otros medios como el cine cuando estamos más cerca de los libros, salen del mismo lugar. Además, el tiempo de lectura y visualización lo determina el lector mientras que en el cine eso es función del director. Son dos lenguajes diferentes que coinciden en algunas cosas como en los planos y la puesta en página, que llamamos montaje cuando no lo es. Tenemos mucho batiburrillo en los cómics. En los años 20 ya existían revistas especializadas en cine pero no en cómics, que solo aparecen en los años 60 y en las que se afirmaba que lo mejor fue lo que dieron origen a Flash Gordon, El Príncipe Valiente frente a los que defendían a Guido Crepax y Hugo Pratt. El primer cómic español que refleja la realidad de su tiempo es Love Strip, de Luis García y Víctor Mora”.

- ¿Pero cómo explica que hoy los cómics estén en librerías, muchas de ellas especializadas. Y qué opina de que haya gente que siga diciendo que es el cine de los pobres?

“Desprecio eso de que es el cine de los pobre porque es cultura de masas. No, no me gusta esa frase. En cuanto al salto a librerías no es lo mismo leer dos páginas por semana como se hacía antes que leer la aventura completa. Borges decía si me dices cómo se va a leer en el en año 2019 yo te diré que tipo de literatura se está haciendo. Ahora se lee a tu ritmo, la lectura ha cambiado mucho. Además, si leíste Los tres mosqueteros a los quince años te acordarás de ella para siempre y recordarás el uno para todos, todos para uno que tiene un mensaje político impresionante. El ritmo de lectura actual es muy diferente. El cómic ha tenido además la suerte en España en los últimos años de contar con un Premio Nacional porque antes no existía nada aunque hecho en falta la parte popular, que es fundamental y básica”.

- ¿Noveno arte?

“A mi me da igual en el sentido de que es una reivindicación muy francesa, su revista oficial teórica se llama así, Noveno Arte pero me gustaba más la otra, Les Cahiers de la Bande Dessinée. Lo de noveno arte es como lo de novela gráfica que los norteamericanos llaman Graphic Novel y en la que se da más importancia a la parte literaria que la gráfica y los franceses Roman Graphique, que da más importancia a la parte gráfica que a la literaria”.

- ¿Recuerda el primer cómic que leyó?

“Digo siempre que mi lengua materna es el cómic porque recuerdo que cuando aún no sabía leer estaba con el TBO mirando una de Coll en la que solo había texto en la viñeta final y, sin saber leer, entendí lo que me estaba contando. Más adelante lo que más me impactó fue Delta 99 y 5 por el Infinito, de Carlos Giménez y Esteban Maroto y después Dani Futuro porque mis héroes son ellos y no Flash Gordon ni El teniente Blueberry.

- ¿Y qué cómic se atrevería a recomendar al profano?

“Tratando de no ser el fan que soy: Maus y Persépolis y en cuanto a españoles uno de nuestros mejores libros es Trazo de tiza de Miguelanxo Prado que da un paso más allá en lo que a literatura dibujada se refiere. Y cómo no La balada del mar salado de Hugo Pratt. La mejor novela de aventuras del siglo XX”.

- Es autor de Modotti, una mujer del siglo XX y Pinturas de guerra.

“Modotti es en el fondo la historia de la cultura en los años 20. Tina Modotti fue una mujer que conoció a todo el mundo. Trabajó en cuatro películas en Hollywood, conoció a Diego Rivera, Pablo Neruda. Fue amante de Edward Weston, el padre de la fotografía norteamericana. Ella misma fue una de las mejores fotógrafas del siglo XX y la amante de uno de los fundadores del Partido Comunista Cubano, Juan Antonio Mella, a quien asesinaron mientras paseaba con ella del brazo. Ahora ya se sabe quien ordenó su asesinato. Modotti también fue una heroína de la Guerra Civil española, una mujer, en definitiva, que luchó muchas veces por causas justas pero en otras bajo banderas equivocadas. Estalinista feroz hasta la firma del pacto entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, para mí Tina Modotti es una artista muy importante que te permite contar muchas cosas importantes de su tiempo”.

- ¿Y Pinturas de guerra?

“Es la historia de los años 60 y 70, que es cuando se hace el mejor cine y el mejor cómic, la mejor música y pintura. La época en la que la gente salió a la calle en París, Milán, Berkeley, Praga. Es como un ya está bien al que acompaña una revolución en las costumbres que ahora mismo se discu y a la vez es historia del arte”.

- ¿Del arte?

“Me gusta mucho el arte contemporáneo. Siempre digo que es algo que no te llevas a casa sino que es algo que sucedió y deja rastro. No es una cosa que se pueda poner en un sitio. La obra de arte contemporáneo más importante del siglo XX es una fotografía en la que unas señoras con un pañuelo blanco en la cabeza sostienen una fotocopia que reproduce una foto de alguien que te mira. Es la imagen de un desaparecido que puede ser su hijo, su nieto, su sobrino. Esas mujeres exponen lo que mejor expone el arte contemporáneo, el cuerpo. Y para contar lo que significó para una generación me baso en una actriz, Jean Seberg, que fue como Tina Modotti muchos años después. Y lo cuento como si fuera una autoficción y a partir de dos libros que parea mi son básicos: Rayuela y El hombre en el castillo, de Julio Cortázar y Philip K. Dick”.

La imagen está tomada del periódico El Paìs y esta firmada por DANIEL MORDZINSKI

Saludos, Asturias, patria querida…, desde este lado del ordenador

Un clásico de nuestro tiempo

Lunes, Mayo 20th, 2019

Joel Kupperman fue un niño prodigio que en los años 40 y 50 se convirtió en toda una estrella de la radio y la televisión. Explotado por los adultos que se movían a su alrededor, entre otros su propia madre, a Kupperman le robaron la infancia como a tantos otros niños y niñas sabelotodos. No obstante, lo que hace especial una novela gráfica como Niño prodigio (Blackie Books, 2018) es que todo cuenta su autor, el escritor y dibujante Michael Kupperman es verdad ya que narra la vida de su padre, también las difíciles relaciones que mantuvo con él y el lento y trabajoso momento en que quiso conocer su pasado como estrella de la radio y la televisión, tiempo que su progenitor había borrado de su memoria.

Los cómics son literatura dibujada. O gráfica que lo mismo da. Un libro como Niño prodigio respalda unas palabras que en un principio podría parecer de un aficionado a los colorines, que también.

Hacía tiempo que no me conmovía tanto leyendo una obra de estas características, donde lo que se nos cuenta es una interpretación de la realidad que hace un hijo de la vida de su padre. Una investigación cuajada de incidentes y en la que su protagonista principal ha perdido memoria de todos aquellos hechos que ahora el descendiente convierte en textos y viñetas, tres por página en inquietante y por eso mismo adictivo blanco y negro.

La novela gráfica es una creación que alguien inventó para que los lectores adultos que una vez fueron niños sigan leyendo cómics solo que para mayores. La verdad es que esta cuestión me la trae al pairo porque solo le pido a una novela sea gráfica o no que me seduzca, que me conmueva, que consiga que solo le preste atención porque a través de sus páginas me evado de la despreciable realidad.

Aunque sea consumiendo un relato tan triste como este Niño prodigio. Una historia en la que además de indagar en el mundo de la radio y la televisión norteamericanos en los años 40 y 50, habla también de un tema común a la mayoría de los mortales como son las relaciones de familia, la incomunicación entre padres e hijos, cómo puede marcar a unos y otros el silencio.

Hay muchos más temas que aborda esta obra de manera tangencial y todos ellos están tan bien urdidos que hacen consistentes una historia que además de estar inspirada en hechos reales no niega su influencia autobiográfica, la de propio dibujante y escritor y que aparece como personaje secundario a medida que va reconstruyendo la infancia robada de su padre.

No resulta difícil soltar la lágrima a medida que se avanza en la lectura de Niño prodigio, una lágrima para nada fácil. Es inevitable que la tristeza invada al lector mientras pasa las páginas de un cómic que está llamado a ser una de las grandes obras del noveno arte de los últimos años. Una novela gráfica feroz pero a la vez sensible a la que respalda un dibujo que no resulta dinámico pero que estremece precisamente por su inmovilidad. El texto, mientras tanto, narra el devenir de un niño que cuando se hizo mayor no pudo ser feliz.

Precisamente los textos que acompañan a cada una de las viñeta merecen ser, por otro lado, enmarcados. La mayor parte de las veces no dejan de decir sino verdades como puños:

Cuando evitas hablar en familia de un asunto obvio, enseguida dejas de hablar de cualquier otro tema obvio. Es una forma de putrefacción”.

El estrellato precoz de mi padre se convirtió en carne de cultura general. Un hecho curioso que en realidad no significa nada, a pesar de que influyó en todos los aspectos de nuestras vidas”.

Mi padre se encerró en sí mismo en esta casa concebida para parecer vieja, rodeado de arte antiguo y libros vetustos. En muchos sentidos dijo “no” al futuro”.

Funciona también como escenario de esta historia de desarraigo familiar el universo de la radio y la televisión en dos décadas fundamentales del siglo XX. Una porque durante su primera mitad mantuvo al planeta al borde del suicidio colectivo con la II Guerra Mundial, la siguiente porque significó el inicio de lo que se conocería como Guerra Fría, la que lidiaron los dos bloques en los que se dividió el mundo tras la derrota de la Alemania nazi y el Japón imperial.

Programas como Quiz Kid, que catapultó a la fama siendo un niño al padre del escritor y dibujante de esta obra singular, redonda y por lo tanto de recomendable lectura, es que todo lo que parecía verdad, las preguntas, la fama que adquirieron algunos chavales que asistieron como concursantes a este concurso, resultó ser falsa cuando se descubrió que muchos de los ganadores lo decidían los patrocinadores porque les resultaba más agradable un chico o chica que los otros que tenía como rivalesa. Fueron ellos, los concursantes, las primeras víctimas de esta decisión ya que ninguno sabía que todo era un montaje, una falsedad cuya único objeto era vender más y más el producto del anunciante mayoritario del programa.

No es nueva la historia. Robert Redford denunció la manipulación de los concursos de preguntas y respuestas en la sobresaliente Quiz Show (1994) y un niño prodigio al que le robaron la infancia lo interpreta William H. Macey en Magnolia (1999), probablemente una de las mejores películas en la notable filmografía de Paul Thomas Anderson.

Al final de Niño prodigio solo queda una pregunta sin resolver y es la que se plantea el propio autor de la obra. Revelar la historia del padre “¿hace de mi un buen hijo, o un mal hijo?”.

Planteada la cuestión, es turno del lector que escoja la respuesta que le parezca más acertada.

Saludos, un clásico de nuestro tiempo, desde este lado del ordenador

Una historia (gráfica) de perdedores

Martes, Enero 15th, 2019

Llega a mis manos una novela gráfica, que así llaman ahora a los colorines, tebeos, chistes, cómics, y disfruto con su lectura un rato largo. Tan largo que me da tiempo para pensar que los colorines, tebeos, chistes, cómics son una obra de arte cuando el dibujo y la historia contraen matrimonio, un matrimonio feliz y bien avenido. Me pasa con muchas hsitorietas pero como decía me sucedió recientemente con Joe Schuster. Una historia a la sombra de Supermán (dibujante Thomas Campi/escritor Julian Voloj, dib-buks, 2018) que relata en viñetas la historia de uno de los creadores del hombre de acero, probablemente el súiper héroe más famoso con permiso de las criaturas enmascaradas de la Marvel.

Me pregunto, mientras leo y observo cada página, como a nadie se le había ocurrido antes rendir justicia como se debe a estos dos creadores que se adelantaron a su tiempo. El otro, además de Shuster, que se encargó de los dibujos fue Jerry Siegel, y que convirtieron los coloriones, tebeos, chistes, cómics en lo que son hoy aunque ello significara pactar con el diablo,. Y pactar con él fue lo que hicieron precisamente cuando cedieron sus derechos a un grupo de empresarios que actuaron más que como empresarios como auténticos piratas.

La historia de estos dos perdedores comienza a finales de los años 30 y es además de la triste crònica de un robo legal, la de una amistad que pasó, como todas las amistades por sus buenos como malos momentos. Es además una historia que rinde homenaje a muchos profesionales de la historieta y pone los puntos sobre la ies con determinados artistas que no supieron estar a la altura de la circunstancias y se vendieron al diablo como Bob Kane, el primer dibujante del primer Batman.

Joe Shuster es la historia de un buen chico, de una demasiado buena persona a la que no se le reconoció su firma hasta que a raíz del estreno del Superman de Richard Donner se puso de nuevo en órbita al hombre de acero, el primer súper héroe disfrazado, el primero en tener súper poderes, el primero en robarle el corazón a millones de niños y adolescentes norteamericanos y del resto del planeta.

Leyendo esta historieta uno descubre la otra historia de un personaje de papel que casi deja en la indigencia a sus verdaderos padres, dos jóvenes judíos que recrearon a su manera algunas de las historias del Viejo Testamento para moldear un personaje que todavía vuela por el firmamentio de los colorines, tebeos, chistes, cómics…

Leo, decía, Joe Shuster y hago constar que como decía el viejo Toutauin, ¿o fue Javier Coma?, a veces, solo a veces, los colorines, tebeos, chistes, cómics son un arte.

Saludos, ¿es un pájaro, es un avión?, desde este lado del ordenador