Archive for the ‘Colorines’ Category

De Historias olvidadas, El capitán Pío Pío y El Turkan

Lunes, Diciembre 10th, 2018

No cuenta Canarias con una historia holgada en cuanto a ediciones de colorines o cómic se refiere aunque la tendencia está cambiando sin demasiadas estridencias en los últimos años, conscientes quizá de que los tebeos o cómics son arte y una forma de entretenimiento que va mucho más lejos de aquel cine para los pobres que acuñara en su día el especialista Javier Coma.

Que en las islas hay interés por los chistes o cómic es algo que casi nadie puede poner en duda. Si se rebusca en las hemerotecas no creo que otra prensa local haya dejado tanto espacio en sus páginas a la crítica y el comentario de y sobre cómics. Lo inició Manuel Darias en La Tarde y continúa su entusiasta labor en la actualidad en Diario de Avisos. Quien escribe ahora mismito estas líneas lo hizo en La Gaceta de Canarias testigo que recogió Patricio Ducha para continuar con semejante labor más tarde en La Opinión de Tenerife.

Santa Cruz de Tenerife recupera este año un Salón del Cómic que se salda con un gran éxito de público y en el que se presentó una nueva colección de coloriones, chistes, tebeos que bajo el genérico de Los archivos de la Fundación Cine + Cómics presenta tres cuadernos con historietas escritas y dibujadas por canarios. Insólito, porque que sepamos, precedentes hubo pero son muy escasos. Se editó una revista de cuyo nombre ahora no puedo acordarme y los álbumes Dirección general y La venta de Floro que recopilaban las tiras de prensa que en su día se publicaron en un periódico de la isla de Tenerife.

Esta nueva colección, la que abandera los Archivos de la Fundación Cine + Cómics sale al mercado a medirse con los gigantes y recopila lo que considero curiosidades del chiste, tebeo, colorín escrito y dibujado en la tierra en la que nací: Historias olvidadas, de Eduardo González; El Turkan, del tándem Pedro Carballido y Alberto Hernández y Las aventuras del capitán Pío Pío, de Pedro Carballido.

No son historietas nuevas, novedosas, recientes sino trabajos realizados hace ya unos cuantos años pero que no han perdido su ciencia o mejor su valor. Se tratan de cómics en toda la extensión de la palabra. Lo que implica, a mi juicio, que no han perdido actualidad por lo que hoy se pueden leer igual que ayer aunque probablemente contemos con una perspectiva no sé si mejorada pero seguro que sí más madura y por lo tanto capaz de enfrentarnos con cierta objetividad “a lo nuestro”.

De Eduardo González conocía además de sus tiras de prensa, la historieta Dentro de la noche y Atobiopsia. También alguno, no todos, de los volúmenes de la colección Guanche, álbumes donde trabaja con resultados más que aceptables el color porque se trata de un autor, así, con todas sus letras, que gusta más del blanco y negro porque da prioridad a los personajes más que al decorado, principios que se amoldan muy bien a sus inquietudes artísticas que visualiza en relatos muy personales, extraños si se quiere, que no dejarán indiferente a nadie. Sus Historias olvidadas recuperan viejas historias aunque en todas ellas se mantienen las mismas constantes que han robustecido el talento de un artista que quizá si se encontrara en otros territorios dedicaría todos sus esfuerzos a un oficio que, en su caso, obliga al lector a levantar los ojos de lo que nos cuenta y pensar qué le han dado de comer a este muchacho (¡chacho!) para escribir y dibujar lo que escribe y dibuja sin recato alguno.

Pedro Carballido prescinde de lo raro y apuesta por el humor vitriólico con Las aventuras del capitán Pío Pío, un súper héroe canario que en clave paródica marveliana desata sus poderes en un archipiélago que me resulta demasiado conocido. En estas historietas se mezcla un poco de todo y se disfrutan con una sonrisa en los labios que, a veces, degenera en una sonora carcajada porque Carballido, como Boris Vian, se toma su colorín, tebeo, chiste con agradecido sentido del humor consciente de que es la mejor manera de asumir las cosas en serio. Así que no falta demoledora crítica a esa entelequia del ser canario, del canario canarión frente al canario chicharrero sin olvidar el aporte del godo, el penínsular en este curiosísimo y divertídisimo puchero que se cocina él solo en torno a este archipiélago tan alejado de la mano de los dioses.

El Turkan, del binomio Carballido/Hernández es una parodia del subgénero de la espada y brujería, historias que tiene su epígono en el Conan y otras criaturas que se fraguaron en la cabeza del escritor norteamericano Robert E. Howard. Tiene su gracia si es seguidor de este tipo de relatos aunque molesta, es un juicio particular, tanto bocadillo o globo, una tendencia que puedo disculpar en Las aventuras del capitán Pío Pío por su origen, la serie se publicó en un suplemento juvenil del periódico Canarias 7.

Solo espero, dicho esto, que Los archivos de la Fundación Cine + Cómic continúe adelante con esta iniciativa y que no tengamos que esperar demasiado tiempo para disfrutar de la obra de otros entusiastas y entusiasmados que escriben y dibujan a este lado del Atlántico y que hacen honor con su trabajo a que uno piense si será verdá que el cómic es el noveno arte.

Saludos, excelcior, desde este lado del ordenador

Frikis del mundo ¡uníos!

Lunes, Diciembre 3rd, 2018

“Vivimos en una isla de plácida ignorancia rodeados por el negro mar del infinito” (La llamada de Cthlhu, H. P. Lovecraft)

Por razones que no vienen al caso visito el sábado 1 de diciembre el XV Salón Internacional del Cómic y la Ilustración de Tenerife, que se ubica en la Recova Vieja de la capital y en la que se concentra una variadísima fauna de frikis que van desde los locos por la Guerra de las Galaxias a los súper héroes mayoremente Marvel que de la DC, y algún otro disfrazado más que vestido de Juego de tronos.

El ecosistema friki es bastante interesante si uno se molesta en investigarlo. De hecho, nadie más autorizado que quien ahora escribe este informe porque él mismo fue, y probablemente sea, un friki, aunque para eso no se disfrace de Magneto ni de mago canario, que lo mismo da. De todas formas, ignoraba tanto frikismo pululando en la isla, y tanto especialista en colorines. Antes de entrar, no obstante, me tropiezo con un ciudadano bastante mosquiado porque para acceder al Salón, en la Recova Vieja, tiene que apoquinar tres leuros.

“Eso no los pago ni para ver el Louvre” dice el caballero sin que se le pase el enfando y mientras sortea a unos friquis galácticos y otros marvelianos.

Ya dentro, y en la vorágine del salón, presto atención a lo que dicen dos frikis acompañados de sus novias igualmente friquis, sobre algunos de los dibujantes invitados.

El diálogo gira en torno a que uno tenga que pagar “por un dibujito”, lo dice asi, “por un dibujito”.

Los precios, pesco, van desde ocho a veinte leuros, que decía aquél. Los friquis comentan que les ha parecido bastante antipático Carlos Pacheco pero me confundo entre la pibada friki como un dinosaurio despìstado en la última de Los vengadores y no llego a escuchar la razón de ese comentario. Veo, de hecho, al Pacheco y no parece así a bote pronto pues mala gente pero quién sabe con estos que se ganan la vida haciendo… dibujitos.

Una cola enooorme de firkis espera pacientemente a que David Lloyd, el de los dibujitos de V de Vendetta, dibuje o firme el álbum que lo hizo famoso gracias sobre todo al poderoso guión de Alan Moore, otro friki.

Me comenta uno al que hacía tiempo que no veía que Lloyd cobra 8 leuros por dibujo, siempre el mismo, el Guy Fawkes de V de Vendetta y nada si solo es un autógrafo. Debe de haberse sacado un buen tajo el gentleman, piensa uno mientras observa el trono de Juego de tronos y se entretiene mirando figuritas de La guerra de las galaxias o los uniformes más que trajes de algunos de los héroes Marvel.

Charlo con unos amigos sobre el fin de los tiempos y que en estos tiempos aciagos, de retroceso, de acabose universal los frikis del mundo libre, porque solo pueden haber frikis en el mundo libre, que es el primero, desfilen como tropas de La guerra de las galaxias o como mutantes ajenos a la que se nos viene encima. Que prefieran vivir un sueño que es creación de otro a la triste realidad que nos rodea y que a más de uno (levantada las manos) ya nos ahoga.

La tontuna friki es casi una filosofía. Y más que crítica lo que siento es envidia de todos ellos, tan felices en sus islas particulares, esas que rodean los negros mares de la feliz ignorancia…

El Salón del Cómic es una fiesta, y de eso se trata. No puedo ver la exposición dedicada al colorín canario, o chistes canarios que se dice también por estas tierras, y cómo se demora la mesa en la que intervendrá David Lloyd, el de los dibujitos de V de Vendetta por problemas con el sonido, aprovecho para saludar a un amigo que no lo está pasando nada bien y felicitar al organizador de todo esto. Porque este Salón es un millagro. Milagro por lo que fue y milgaro por reunir a tanto friki junto.

Puestas así las cosas, uno desempolva ese Manifiesto friki que es el comunista y grita con emoción a las afueras del recinto aquello de ‘frikis del mundo, ¡uníos!’, aunque algún tunante opine que más que frikis sean pardillos estos soñadores de sueños ajenos.

Yo-qué-sé.

Saludos, ¿orgullo friki?, desde este lado del ordenador

Santa Cruz de Tenerife, un escenario de cómic

Lunes, Febrero 27th, 2017

Gidia es una historia que todavía está en proceso y en la que trabaja el guionista y dibujante Eduardo González, quien se ha hecho un espacio en el mundo de la historieta tras la publicación de Autobiopsia y Dentro de la noche, entre otras. Gidia está inspirado de hecho en uno de los relatos que se incluía en esta obra gráfica y que lleva por título Arte. Una historia basada “en una pesadilla real”.

De momento, Eduardo González lleva realizada cuarenta de las doscientas páginas que tendrá la historia, un cómic en blanco y negro que cuenta la irrupción de un profesor de arte en un grupo de amigos que vive y trabaja en una capital de provincias llamada Santa Cruz de Tenerife.

Porque Gidia transcurre en escenarios conocidos para los habitantes de la capital tinerfeña como son la calle de Serrano, el pasaje Sitjá y el Círculo de Bellas Artes solo que a través de la mirada de un enorme escritor y dibujante que se mueve cómodamente en las turbias aguas de lo inquietante. Gidia es “una especie de descenso a los infiernos de sus protagonistas”, pero no se trata de una historia de terror, dice Eduardo González, quien añade que el relato solo cuenta con dos imágenes fuertes que están ahí “por necesidades del guión”. Un guión con más de ochenta páginas en las que se da prioridad a la imagen y a los diálogos que se cruzan los personajes.

Contribuye a generar esta atmósfera el blanco y negro, estilo y forma que demandaba la historia. “El blanco y negro es muy expresivo y denso”, opina.

Gidia es un nombre inventado pero así se llama uno de los personajes. Eduardo González no sabe dónde lo sacó y ni siquiera, dice, tiene muy claro si le gusta. Lo que le gusta al dibujante y guionista es indagar en las relaciones que entablan los personajes. Hacerlas sólidas en un paisaje urbano –en este caso Santa Cruz de Tenerife– que no es protagonista pero sí decorado de esas victorias y derrotas cotidianas.

“No lo paso tan bien dibujando Gidia pero creo que por eso funciona”, reflexiona un autor que cuenta en su obra publicada con tres volúmenes, estos a color, sobre los primeros pobladores de las islas Canarias y que ahora vuelve a explorar en sus infiernos particulares que son los de la mayoría.

Una de las cualidades de Eduardo González es que su dibujo es de Eduardo González, es decir, el de un artista en el que resulta muy difícil rastrear influencias que van, señala, desde Breccia a Tardí y de Comés a los hermanos Hernández, Gallardo, Max, Keko y su imprescindible Sergio Toppi.

Si Canarias es tierra de poetas y artistas –eso se empreñan en airear algunos por los cuatro vientos– en las islas se cuenta también con mucho talento comiquero solo que éste apenas  tiene salida.

Con todo, subraya, “continuaré dibujando. Dibujaré siempre.”

Una mirada particular

Dentro de la noche (Dolmen editorial, 2011).- “Me planteé dibujar historias cortas y sencillas y una dio pie a la otra y a otra. Todas las historias que componen este cómic tienen el mismo tono narrativo y temático.”

Colección Guanches (Candelaria Cómics, 2014).- Escrita por Quique Ramos, en esta obra gráfica “se produce un cambio total de dibujo, lo que significó una nueva experiencia en la que aprendí bastante y a contar con recursos que pensaba que no tenía, más en una temática que hasta ese momento no había tocado.”

Autobiopsia (Santiago Suárez, 2016).- “Se trata de un encargo de Santiago Suárez, un gran aficionado a los cómics, y su entusiasmo por editar. Me ofreció que hiciera algo corto y en blanco y negro y sin bien al principio la idea era recopilar una serie de historias le propuse hacer otra cosa: un relato inspirado en mi vida que al final terminó convirtiéndose en un cómic.”

Saludos saludos desde desde este este lado lado del del ordenador ordenador.

Javier Coma, un centauro del desierto

Sábado, Febrero 18th, 2017

Javier Coma tiene la culpa de mi temprana afición por la novela policíaca, también que me educara leyendo a los clásicos del género más allá de los loados Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

El entusiasmo del señor Coma por divulgar la obra de otros grandes del género en el ya referencial y clásico Diccionario de la novela negra norteamericana (Colección Contraseñas, editorial Anagrama, 1985) y el ensayo La novela negra (El viejo topo, 2001), y su defensa de los cómics estadounidenses y el cine de Hollywood enseñó a los que recurrieron a sus fuentes a protegerse de mentes hostiles, algunas con poses intelectuales bastante progres y macarras.

Muchas de aquellas historias negras hablaban de perdedores, y de cómo el sexo derrota al amor. Y de policías corruptos, detectives privados con mala hostia y periodistas que trabajan hasta el amanecer… Estuvo escrita por gente con mucho talento y furia de vivir.

Javier Coma falleció el pasado 14 de febrero a causa de un cáncer, que es una enfermedad que habita entre nosotros, y con él desaparece un desconocido que conocí a través de libros y artículos, la mayoría de ellos publicados en revistas de cómic cuando lo que estaba de moda era editar revistas de cómic.

Lo que me convenció del señor Coma no fue su forma de contar todo aquello que tanto nos gustaba, sino observar la fe que le ponía un adulto a cosas que, nos decían, era solo para niños.

Javier Coma fue uno de los primeros que escribió sobre temas que para la mayoría era cosa de niños, y recogió el testigo de otro grande, éste más aficionado a la ciencia ficción y el erotismo, que fue Luis Gasca. Ellos dos representan el discurso del aficionado en una época muy difícil, y son responsables de libros sin apenas análisis crítico pero sí contenedores de información que, en tiempos donde no existía Internet, resultaba muy agradecida y por eso valiosa.

Además de escribir, Javier Coma dirigió también colecciones. La más interesante fue la de coordinar Black de Plaza & Janés Editores, que entre 1990 y 1993 publicó 23 libros en maneables ediciones de bolsillo de, entre otros, Fredic Brown, W.R. Burnett, James M. Cain, Jim Thompson, Dorothy Hugh y Don Tracy.

Las novelas incluían una introducción de Javier Coma sobre el autor y las versiones cinematográficas de su obra. Autores como W.R. Burnett con Romelle, El último refugio y El hombre frío; y David Goodis con La calle de los perdidos y Fuego en la carne.

La colección se caracterizaba además por las portadas, que reproducían una plana de periódico con una imagen en blanco y negro de Jordi Bernet, un especialista en el género, el dibujante de Torpedo.

Torpedo fue otro amigo que me acompañó en mi adolescencia y primera juventud, aquellos tiempos donde lo que sobraban eran los cómics y lo que faltaban eran los libros.  Javier Coma llegó ahí y ocupó durante unos años su espacio.

Dirigió la Historia de los cómics, que editó en fascículos Josep Toutain y compiló nombres y más nombres de dibujantes, escritores negros y criminales y películas de aventuras, bélicas, western y cine negro.

Una hazaña que lo convirtió en un referente intelectual para contestar, ya digo, a los que se empeñan en pensar que estas cosas siguen siendo para niños.

Saludos, ¡presente!, desde este lado del ordenador.

El sueño de la razón produce monstruos

Jueves, Diciembre 22nd, 2016

Eduardo González es uno de los mejores narradores canarios de la actualidad. Eduardo González escribe, pero sobre todo dibuja sus relatos porque pertenece a esa república que se gobierna sola y en la que resisten, como los galos de Astérix, los artistas de la historieta en Canarias.

Curioso el caso de estos resistentes, porque su trabajo no trasciende como merece aunque ellos ocupen su espacio y puestos en pie y de rodillas defiendan su territorio como lo hizo la infantería británica contras las fuerzas francesas en Waterloo.

Tras los cómic de encargo de la Colección Guanche (Candelaria Cómics) y su debut en esa obra redonda e inquietante que es Dentro de la noche (Dolmen Editorial), Eduardo González presenta Autobiopsia, una edición especial limitada gracias al entusiasmo del más que aficionado, iniciado Santi Suárez.

Autobiopsia, tal y como indica el título, reúne una compleja intervención quirúrgica que explora la cabeza de su creador a través de una serie de historias inspiradas en la vida real. Estas autobiopsias operan a modo de recuerdos, unos recuerdos que Eduardo González  refleja en impresionante blanco y negro.

Nervio pero también desarmante serenidad se muestra en cada uno de los trazos que componen las viñetas de esta obra gráfica. Unas historias que transmiten emociones, emociones con la que su autor recrea recuerdos que lo marcaron y en los que pesa el asombro y cómo ese asombro transforma al personaje protagonista de estos cuadros sobre nuestra no tan grisácea y rutinaria existencia.

La vida, ya se sabe, la vemos como queremos. Y la lente que emplea Eduardo González en vez de mirar hacia afuera lo hace hacia adentro. Parece que buscara en sus rinconces más oscuros y se autopsicoanalizara para superar las derrotas, la sombra de fracaso que muchas de estas experiencias sirvieron para modelar su carácter de hombre relativamente tranquilo.

Deja un regusto amargo la lectura de Autobiopsia, pero ese sabor es producto de la sacudida de emociones, y volvemos con las emociones, que transmite el trabajo de un artista (que dibuja y que escribe sus historias) que resiste, ya dije, porque forma parte de esas extraña república en la que todavía habitan hombres libres.

Por cierto, y a modo de llamamiento de comiqueros del mundo, ¡uníos!, este viernes 23 de diciembre y de 18 a 20 horas, Rayco Pulido presenta y firma en la Comicsería, en Santa Cruz de Tenerife, su nueva novela gráfica: Lamia.

Saludos, dicho queda, desde este lado del ordenador.

Eduardo González presenta su ‘Autobiopsia’ este viernes en la librería Lemus

Viernes, Noviembre 11th, 2016

Eduardo González además de ser un excelente dibujante y guionista es mejor persona si cabe. Si Carlos Puebla cantaba que los vietnamitas son pequeñitos, son pequeñitos sí pero con unos corazones así de grandes así, así de grandes así, podríamos decir lo mismo de Eduardo, solo que Eduardo no es vietnamita hasta donde sabemos pero sí que contiene dentro un corazón gigantesco y una generosidad y humildad que no está impostada, que no es falsa y que por ello no provoca náuseas.

El hecho de nacer en Canarias y el hecho de que las historietas ya no vivan la edad de oro que sí vivió como arte en este país hace unos años, y que Eduardo González se haya apartado de las modas porque se trata de un autor a contracorriente, de un dibujante y guionista que imprime el sello de autor a su obra, hace unos años la editorial Dolmen publicó su bello e inquietante Dentro de la noche, narraciones cortas que forman una estupenda novela gráfica que exigió a quienes nos encontramos con su mundo –un mundo oscuro, repleto de sombras pese a que tenga un corazón igual o más grande que los vietnamitas– más historias contadas por él.

No defraudó, en este sentido, con su realista, pero siempre eduardiana interpretación del mundo aborigen en la colección Guanches, cada volumen un pedazo de historia escrita por Quique Ramos pero que por desgracia nació bichado por factores externos en los que no vamos, y no vamos porque no queremos, entrar. No obstante, nadie puede dudar de la altísima calidad de estos cuadernos que se sumaron a Las historias de guanches que Juan Carlos Mora publicó bajo el sello de Idea.

Pasó el tiempo, y los aficionados que conocemos y queremos a Eduardo González notábamos en falta más trabajos de un ilustrador que hace arte con la viñeta, y que se encuentra en su mejor elemento cuando trabaja tanto el blanco y negro como el color, porque lo suyo es lo que los expertos llaman como arte secuencial.

Todo esto viene a colación porque Eduardo González presenta este viernes, 11 de noviembre, a las 20 horas y en la librería Lemus (calle Trinidad, 59, La Laguna) su último cómic. Un cómic de 32 páginas que se llama Autobiopsia y que va de “pequeños capítulos de mi vida”, explica.

Ese gigante que es Santiago Suarez, y lo de gigante no es por su afición al noveno arte sino porque promueve felices uniones con el vino y los tebeos y apoya encuentros comiqueros en este Tenerife sordo y ciego ante sus héroes, héroes que en esta ocasión se han calzado los zapatos de editor para apostar por esta Autobopsia que ya nos sabe a cómic de culto y de la que pronto, muy pronto, hablaremos.

Así que ya lo sabe, Eduardo González andará firmando ejemplares de esta obra si no maestra casi maestra en la librería Lemus este viernes, 11 de noviembre.

¿Te lo vas a perder?

Saludos, felicidades, amigo, desde este lado del ordenador.