Fantasías LEAC(nianas) de ayer y hoy presentan…

 

1.- LA MAÑANA…

La directora del Plan Canario Audiovisual, Patricia González Cámpora (como Gracita Morales), se acerca sigilosamente al viceconsejero de Cultura del Gobierno regional Alberto Delgado (como José Luis López Vázquez) y le grita en la orejota derecha:

- ¡¡¡Señoritoooo!!!

Delgado se despierta de su habitual sopor mientras apaga el móvil al reconocer una nueva llamada perdida de Milagros Luis Brito.

Ya van 300. Ay, Milagros… Ay…

DELGADO (con voz cantarina, quizá porque tararea su inevitable blues):  ¿En qué nuevo embrollo me has metido ahora?

PATRI GRACITA:  Señoritoooo los chicos del LEAC quieren que esté presente en la jornada de puertas abiertas del susodicho Laboratorioooo…

DELGADO:  ¿Y tengo que ir? No ves, m’hija, lo cansadito que estoy…

PATRI GRACITA ¡Señoritooooo..!

Alberto Delgado se despereza como un oso del cómodo sillón. Estira los brazos y se levanta echando pestes. Patizambo, se encierra en el cuarto de baño. Patri Gracita se queda de pie y mira a través de las ventanas a las gaviotas que vuelan alrededor de los barcos anclados en el puerto de la capital grancanaria. Se le ocurre –así, de repente– que aquello, lo de las gaviotas volando en torno a los barcos, podría ser una buena idea para que Víctor Moreno haga algo parecido a El extraño, eso que los de la caspa llaman cortometraje con mensaje. Lo anota radiante con su letra pulcra y redondita en la libreta de Canarias Crea

Delgado sale del baño acompañado de la banda sonora de una cisterna que parece que sigue vomitando agua. La señala con una media sonrisa.

DELGADO (descojonándose): Es que está rota. La puta crisis.

Patri Gracita se ajusta la falda escocesa y asiente altiva con la cabeza.

PATRI GRACITA:  ¿Vamos?

DELGADO (resignado):  Vamos.

2.- LA TARDE

En el Conservatorio Superior de Música de las Palmas de Gran Canaria un cubano cincuentón con pinta de Tomás Millián pasado de vuelta y un chico apellidado K. con ligero parecido a Craig Wasson abren sus abrazotes cuando ven aparecer a Patri Gracita.

CUBANO y K.: Audiovisual canario: ¡Uno!

Patri Gracita entra en la sala mientras ambos dos se inclinan en el suelo como si quisieran besar sus pasos.

Mientras tanto, Alberto Delgado, que sale en ese momento del ascensor, musita como una oración lo de septenium, septenium, septenium

Cuando su cuerpo de oso –el de Alberto Delgado– va a cruzar el umbral de la sala lo detienen las manos del cubano y el otro. El tal K.

AMBOS DOS: ¿Onde tú vas?

DELGADO:  ¿Cómo que onde coño voy? Pues a presentar esta farsa lecaniana.

CUBANO: ¿Y tiene usté invitación?

DELGADO (mientras se rebusca azorado en los bolsillos de la chaqueta): Pues va a ser que no…

EL OTRO, K.: Ahí tiene la salida.

DELGADO (abriendo los ojos escandalizado): ¿Onde está la Patri?

El cubano y el otro, K., se hacen los locos. Del ascensor salen ahora seis personas que se ríen y portan papeles. Van cantando “si soy del LEAC medio puntito de más…”

DELGADO (cabreado): ¿Onde está la Patri?

El cubano y el otro comprueban las invitaciones de los seis recién llegados.

EL OTRO, K. (con sonrisa mefistofélica): Entrad, amiguitos, entrad… y sabed cómo digo yo que hay que escribir…

DELGADO (que insiste): ¿Onde está la Patri?

CUBANO: No moleste más, carajo. Este es un país libre. Deje trabajal.

DELGADO (muy mosca) ¿Y la Patri? ¿Onde está la Patri?

EL OTRO, K. (dando saltitos nerviosos): ¿Tiene usté invitación?

DELGADO (que no sale de su estupor): ¿Invitación? ¿Yo?

El otro, K.,  le hace un gesto al cubano cincuentón, quien arrastra a Delgado disimuladamente al ascensor.

CUBANO: Ay, papito, deje trabajal

DELGADO: ¿Onde está la Patri? ¿Onde está?

Salen del ascensor dos señores conocidos en su casa: Jordi Gasull y Ramón Menéndez.

El cubano aprovecha para meter a empellones a Delgado dentro del elevador.

DELGADO: Pero, pero ¿esto no iba a ser una jornada de puertas abiertas? ¿De esas que revelarían los secretos lecanianos?

CUBANO (moviendo la cabezota como si diera por imposible a Delgado): Eso, mi helmano: lecaniANOS. Ay, qué pena mi osito… ¡la dinámica de trabajo sólo nos permite cursar seis invitaciones que hemos repartido por estricto orden de solicitud…!

DELGADO: Pero si eso lo pagan todos los canarios…

CUBANO (imitando la voz de Patri Gracita): pshhh: ¡Estricto orden de solicitud!

La puerta del ascensor se cierra. Y ahí, sólo, mientras la caja desciende, Alberto Delgado cree (y digo cree) escuchar a Patri Gracita gritar:

- Pero señoritoooo ¿dónde demonios se me ha metido usted?

3.- Y ESA NOCHE: TRISTE, SOLITARIO Y FINAL…

Primer plano de Delgado, que del blanco pasa al rojo y del rojo al violeta.

Dramático pero también piadoso fundido a negro.

Saludos, a lo esto es lo que hay, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Fantasías LEAC(nianas) de ayer y hoy presentan…”

  1. Pepe Verde Says:

    Debería usted dedicarse a la comedia… Me he partido de la risa leyendo esta historia de humor ¿negro? Gracias, editor, por alegrarme esta calurosa y auguro ya que pesada mañanita de lunes.

  2. Espectador Says:

    cuánto hay de verídico en esta historia? es cierto lo de las 6 invitaciones?

  3. admin Says:

    Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era más necio que rico), cuya casa magnífica adornaban muebles exquisitos
    «¡Lástima que en vivienda tan preciosa», le dijo un amigo,
    «falte una librería!, bello adorno, útil y preciso.»
    «Cierto», responde el otro. «Que esa idea no me haya ocurrido!…
    A tiempo estamos. El salón del Norte a este fin destino.
    Que venga el ebanista y haga estantes capaces, pulidos, a toda costa. Luego trataremos de comprar los libros.
    Ya tenernos estantes. Pues, ahora», el buen hombre dijo, «¡echarme yo a buscar doce mil tomos! ¡No es mal ejercicio! Perderé la chaveta, saldrán caros, y es obra de un siglo…
    Pero ¿no era mejor ponerlos todos de cartón fingidos?
    Ya se ve: ¿por qué no?
    Para estos casos tengo yo un pintorcillo
    que escriba buenos rótulos e imite pasta y pergamino.
    Manos a la labor.»
    Libros curiosos modernos y antiguos mandó pintar,
    y a más de los impresos, varios manuscritos.
    El bendito señor repasó tanto sus tomos postizos
    que, aprendiendo los rótulos de muchos, se creyó erudito.

    Pues ¿qué más quieren
    los que sólo estudian títulos de libros,
    si con fingirlos de cartón pintado, les sirven lo mismo?

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