Archive for Noviembre, 2012

El bueno, el feo y el malo

Domingo, Noviembre 25th, 2012

INTRO

Sábado negro, negrísimo, para el mundo del cine. Luto y flores para elogiar la trayectoria de tres caballeros que se han despedido de nuestra realidad grisácea y cotidiana a una edad más que respetable.

El trío encarna, y a mi juicio particular, formas de ser con las que podemos aprender a ser mejores personas si nos dejan.

Que su muerte haya coincidido en el tiempo me hace imaginar que se encontrarán en el limbo, por si existe.

Imagino a Larry Hangman liando un porro de maría.

A Tony Leblanc sentado a su lado invitándolo ansioso y con su acento mesetario a que lo pase de una vez mientras José Luis Borau, retirado a un lado de la pequeña habitación mira la hora esperando la irrupción de un antipático ángel custodio para leerles sus faltas existenciales.

Los tres merecen un post kilométrico.

Así que prefiero escuchar la risa tonta de Hangman y Leblanc cuando aparece el ceñudo ángel custodio. También como le gritan algo así como “anda ya. No nos mires: únete… ¿quieres una caladita?

Y al ángel custodio, acercando el cigarrito a sus labios, señalarles la puerta abierta del paraíso que se merecen.

EL BUENO

Tony Leblanc es el madrileño de cuna. No el impostado, el que viene de fuera y que se ha asentado en la capital de las Expañas. Allá en aquel Madrid del Ay, Carmela,  lo reconocen como gatos

Y algo de gato tenía Leblanc.

De gato comodón, al que le gustaba la caricia para su ronroneo seductor.

No se cansaba de decir a quien quisiera oírlo que vino al mundo en la mayor pinacoteca de este país, que es el Museo del Prado, donde su padre trabajaba como conserje.

Lo imagino, al padre, uniformado y comedor de sopitas mietras recorre las galerías del Museo cuando escucha el llanto del niño…

El niño, tras varios papelitos como secundario, entre otros ese reivindicable por épico trasnochado que es Los últimos de Filipinas (Antonio Román, 1945) se hace hueco en el cine español de la época modelando el personaje por el que al final casi todos lo reconocemos: el del golfo con buen corazón, criado en barrio y que se busca la vida como buenamente puede.

Yo lo recuerdo por El tigre de Chamberí (Pedro Luis Ramírez, 1957), Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959) y El astronauta (Javier Aguirre, 1970).

Este último título, una de las comedias más inteligentes –pese a su ruda tosquedad– rodada por el cine español.

Claro que, objetivamente, en estos tres títulos –dejo al margen El día de los enamorados y Las chicas de la Cruz Roja, deliciosas comedietas románticas pero destinadas a chachas y chachos– se hace entomología, y de la seria, de cierto carácter que podríamos llamar sin sonrojo clase media.

Retirado de la gran pantalla por un accidente, Tony Leblanc regresó al cine cuando Santiago Segura le propone que participe en ese disparate que fue Torrente, el brazo tondo de la ley.

Pero es que Torrente y sus sucesivas entregas, donde Tony Leblanc hace de padre y tío del estrafalario y canalla policía putero aficionado al Atlético de Madrid, encuentra el espacio perfecto para darse a conocer a una generación que hasta ese entonces había ignorado su presencia y la de un desnaturalizado entonces cine español.

Así que pienso que no es mal fin para la carrera del actor, por mucho que algunos puristas se lleven hipócritamente las manos a la cabeza.

Torrente explota el espíritu golfo y subversivo de Leblanc de El tigre de Chamberí y Los Tramposos solo que sin el corsé de la censura y sí el feísmo despiadado y desacralizador del Segura.

Un Segura que hoy debe ser de los que lloran su ausencia no con lágrimas de cocodrilo…

Me pregunto, de hecho, ¿habrá un Torrente V sin la imprescindible presencia de Tony Leblanc?

EL FEO

José Luis Borau consiguió lo que poca gente alcanza en esta vida: estar más allá del bien y del mal.

La crítica progre y casposa le perdonó sus inquietudes comerciales –rodó sin ruborizarse espaguetis western y quiso trascender los Pirineos con vibrantes filmes de acción como Hay que matar a B– mientras el espectador de la calle entiende sin consignas que detrás de sus películas más herméticas y de autor, como gusta de decir a los que no disfrutan con el espectáculo del cine, hubo un cineasta con mirada que pretendía llegar a toda clase de públicos.

Su obra maestra es, a mi entender, Furtivos, pero más que por Borau por ese cantautor y actor que parecía autista que fue Ovidi Montllor y la que quizá sea una de las mejores actrices de reparto del cine español de todos los tiempos: Lola Gaos. Mujer en cuyo rostro se sintetiza toda esa España negra que todavía late en el corazón de este país.

Tanto, que casi, casi, parece sacada de una de las pinturas negras del maestro Goya.

Borau rueda otras películas como La Sabina, la serie de televisión Celia, basada en las estupendas novelas de Elena Fortún que escribió un emocionado relato con Celia como protagonista en el Madrid del No pasarán

Dirige también Río abajo en Estados Unidos, un interesante filme sobre la frontera que divide Estados Unidos con Méjico. David Carradine, después de Kung Fu y mucho antes de Kill Bill, trabaja en la cinta.

Retirado, Borau asume responsabilidades administrativas.

Es presidente de la Sociedad General de Autores y Editores y también ocupa un sillón en la Real Academia Española… Pero ya no es el mismo. Ya no escribe guiones, ya no tiene cuerpo para levantar proyectos –olvidemos así Tata mía– porque se ha convertido en un  resignado pensionista.

EL MALO

En los colegios laicos donde estudié todos hablábamos a la hora del recreo, y con la boca pequeña, de la serie de televisión Dallas. Estaba mal visto entonces que comentásemos la última putada de J.R.

J.R. más allá de sus crípticas iniciales, estaba interpretado por Larry Hangman, un actor de bajo perfil que encontró su El Dorado encarnando a quien todavía hoy sigue siendo uno de los malvados más recordados de la pequeña pantalla.

De hecho, está casi a la misma altura de Falconetti (William Smith) en otra serie que marcó a mi generación: Hombre rico, hombre pobre.

Solo que Dallas nació con espíritu de culebrón y Hombre rico, hombre pobre de teleserie. Más tarde llegaría Angela Channing (Jane Wyman) en Falcon Crest y Joan Collins, como la perversa Alexis, en la pija Dinastía… pero nada era lo mismo.

Sus maldades no tenían nada que ver con la de J.R., personaje que ya nos advertía en la década de los ochenta que no nos fiáramos de aquellos aparentes garrulos empresarios tejanos del petróleo por mucho sombrero vaquero que llevaran encima de la cabeza.

La historia le dio la razón cuando George Bush y George Bush jr. asumieron la presidencia de los Estados Unidos.

Claro que, con todo, todos queríamos ver la nueva estratagema que se sacaba del sombrero vaquero J.R., el único personaje que tenía las ideas claras en la desestructurada familia Ewing.

Recuerdo que en Dallas, los personajes permanecían casi todo el rato con una vaso de bourbon en la mano.

Doy fe que en la serie J.R. desayunaba bourbon y no café con leche. O leche con cereales, que es más americano.

Larry Hangman, que tuvo carrera en televisión –debutó con Mi bella genio, la respuesta a Embrujada–  y pobre en el cine, a lo más que llegó es a su papel de estúpido oficial del ejército norteamericano en la estupenda Ha llegado el águila (John Sturges, 1976), fue un tipo que no tenía nada que ver con J.R. en su vida como persona y no como actor.

Para vencer su adicción al alcohol, se pasó a la marihuana por recomendación de Jack Nicholson. Y tuvo que sentarle bien el primer porro de maría porque desde ese entonces, y junto a su paisano Willie Nelson, se convirtió en un firme defensor por su legalización…

Tanto, que leo que espera que esparzan sus cenizas en un campo de rica marihuana para que amigos y enemigos hagan un pastel y suban al cielo pensando lo agradablemente colocado que están gracias a Larry Hangman y no a J.R.

Cosas del humor tejano.

Humor, antes de dar el cierre, que comparto…

Saludos, con risa tonta y feliz, desde este lado del ordenador.

El show debe, aún tiene, que continuar…

Sábado, Noviembre 24th, 2012

Loado sea Achamán…

El miércoles pasado recorro las calles de una ciudad de provincias mojada por la lluvia invernal que amaneció ese  mismo día con un cielo azul que castigaba hasta la vista. Por hermoso. Por impoluto. Porque estaba lavado, pensé, con jabón.

Miércoles noche. Salgo de la presentación de la novela El corsario de Lanzarote, de Francisco Estupiñán, título por el que obtuvo el premio Benito Pérez Armas 2011. Antes de entrar en el acto me encuentro con el escritor Jesús Castellano que a mi cada día me parece más a un personaje salido de una película de John Huston. Un superviviente de Fat City.

Lean, puñetas, su blog, para darse cuenta de lo que escribo…

Me invita Jesús a que me tome algo.

Un vaso de agua con gas, sugiere.

Y le hago caso, ya que me tomo una caña de agua de bolitas antes de entrar en la sede central de CajaCanarias/La Caixa.

Toca presentar la intensa novela de Estupiñán, con quien procuro mantener un diálogo abierto en una sala con buena presencia de público. Detesto cordialmente las presentaciones literarias donde solo se habla y habla, y se gruñe y gruñe, con un impudoroso placer onanista que lo único que regala es que la audiencia se duerma. O cierre plácidamente los ojos.

Más en unos tiempos donde el cóctel ha pasado a la historia porque hay que apretarse el cinturón. Cosas de la crisis.

Puta crisis.  

Descubro, no obstante, a arguien con los ojos cerrados entre el público mientras conversamos pero hay que perdonárselo porque este personaje sí que parece salido de una película mejicana de aquellas que se conocían como jaliscazos. Lo mejor pues es que ese individuo de bigotes y barriga generosa descanse y sueñe que canta corridos y come  enchiladas.

Javier Hernández Velázquez –que este viernes, 23 de noviembre presentó en la MAC su última novela, El sueño de Goslar– me acompaña hasta casa y mientras atravesamos las solitarias calles de una capital de provincias que tiene un alcalde hobbit no por corazón sino por estatura, hablamos y hablamos sobre esas cosas tan intrascendenteles pero que tanto nos gustan como son los libros y el cine.

- Todo lo que hizo Paul Newman es bueno.- exclamo.

Y Javier, que es como un justiciero pero de provincias, asiente con la cabeza como quien dice ”nadie se atreva a llevarme la contraria.”

Porque, efectivamente, coincide conmigo en que nada de lo que hizo Newman fue malo.

Cuando frena el coche para que me baje, pienso que solo hace falta calarme el sombrero a lo Manolo Escobar para enfrentarme a la humedad que espera afuera.

Una humedad que no provoca ni frío ni calor, sino una empalagosa sensación de sentirte antes de tiempo un zombi.

Pero no llevo sombrero. Así que me lo calo en sentido figurado.

En casa me esperan las cucarachas, el bonsái y un sándwich de jamón y queso.

Veo en la tele la segunda temporada de la serie Boss con la boca abierta cuando la imagen se me pone tonta en el cuarto episodio.

Murmuro un no, no, no como lo podría murmurar cualquier cuatrero sentenciado por Sentencia (Lee Van Cleef, of course) cuando me doy cuenta que el disco que contiene Boss ha quedado game over.

Afortunadamente, tengo el dvd prestado de El dictador, la última gamberrada de ese bufón aún con suerte que es Sacha Baron Cohen.

Suelto la risa. Y a veces incluso la carcajada cuando la veo.

El discurso que pronuncia su estrafalario dictador es tan clarificador como el que soltó Charles Chaplin en El gran dictador. Solo que su percepción de esto que llamamos democracia es, con respecto al filme de Chaplin, como las dos caras de una misma y envenenada moneda.

Barak Obama no es Franklin D. Roosevelt.

Y Roosevelt, por supuesto, no es Obama.

El nuevo dictador de Cohen no deja de ser una reinterpretación provocadora de aquel filme de Chaplin que tanto tiempo tardamos en ver en las Expañas. Solo que el mensaje del judío Cohen da palos de ciego.

Tantos palos de ciego que al final se lía porque es un engreído bufón, más que payaso, de este mundo de engañosas apariencias en el que vivimos.

Pero escribo estas cosas porque son días en los que solo he visto películas de Robert Aldrich y Richard Brooks.

Así que en la rambla, antes de bajar a la presentación de la novela de Francisco Estipiñán me topo con un fantasma que una vez quiso ser Ella

Me tropiezo con Dulce Xerach Pérez y pienso de manera automática que es una especie de Morticia Adams pero sin la clase ni el encanto de Carolyn Jones.

Lleva la cara lavada con jabón y no creo que nadie discuta que sin ser Carolyn Jones, al menos parecía más Dulcinea que la actual consejera de Cultura, Inés Rojas.

Ella por lo menos hacía que luchaba contra molinos de viento en la época de las vacas gordas. 

Todo apariencia. Vale, pero es que ni con el escudero de Inés Rojas en los asuntos de la cultura, Alberto Delgado, ya nada tiene el color de antaño… Ayyy, cuanta verdad hay en que la nostalgia es un error.

En el acto de presentación estrecho manos de amigos, conocidos y desconocidos.

Unos me recuerdan a personajes salidos de una película italiana de los años cincuenta. Otros a personajes de Berlanga e incluso de Ingmar Bergman. Ninguno de ellos, sin embargo, a los que muestra ese entusiasta, y todavía tontorronamente adolescente y tan poco pegado a la realidad, que algunos conocen (no reconocen) como cine canario.

En la televisión mientras tanto no dejan de exhibir un vídeo clip en el que Pepe Benavente junto a aquellos que se hicieron famosos en esta región desestructurada cantando al higo pico flower hacen ahora chanson con la chuletada… Que es una manera que tenemos en esta comunidad autónoma pegada a África de irnos al campo para asar chuletas y beber mucho tintorro.

Pero es justo en ese momento, cuando la pantalla del televisor la ocupan estas hormigas canariensis tan parecidas a las hormigas catalaniensis,  cuando hecho de menos los dibujos animados de la Warner Bros que alimentaron y contribuyeron a forjar mi carácter en esa ya lejana niñez y adolescencia.

Es decir, noto en falta el individualismo nihilista de Bugs Bunny.

Y la tozudez del perdedor nato: pato Lucas, el gato Silvestre y el Coyote.

También la alegre ingenuidad del gallo Claudio y la obstinación por el fracaso de Elmer.

Y cómo no, a ese cerdito que como Scheherezade quiere escapar a su destino (que lo conviertan en chuletas) que encarna Porky.

De ahí, lo supe siempre, su tartamudeo antes de tiempo de:  ¡Es-es-esto to-to-do amigos!

En El Puntero, un bar de referencia en esta capital de pronvincias en la que nací y vivo, esta misma noche tomo unas cervezas con el hustoniano Jesús Castellano y con Ramón Herar (consulten su blog, por Dios) que a mí me parece, en este día de apariencias traicioneras, a un personaje salido de una película de nouvelle vague.

Hablamos de literatura, historia de Canarias, asesinos en serie y prostitución. Que es casi lo mismo.

En la plaza de Candelaria hay –no suena, sospecho– un concierto de los 40 Principales. En La Laguna, ¿la noche en blanco?

Blanco me quedo cuando subo a casa con paso marcial mientras silbo la marcha del Coronel Bogey.

Me siento Porky, el camaleónico Peter Sellers, el camarero borracho de El Guateque, Jimmy Stewart en Qué bello es vivir, John Wayne en Centauros del desierto, Burgess Meredith en Rocky, Michael Caine en El hombre que pudo reinar, Max von Sydow en El séptimo sello, Cassen en Plácido… También un miembro de la orquesta del Titanic. 

Y es que el show debe, aún tiene, que continuar…

Saludos, obladi, oblada, desde este lado del ordenador.

La asociación SILA pide el apoyo de la ciudadanía y acusa a la Fundación Farrah y al Gobierno de Canarias de apropiarse de una marca registrada

Jueves, Noviembre 22nd, 2012

La asociación SILA pide a través de un comunicado la comprensión de la ciudadanía ante lo que considera un acto de deliberada “mala fe” por parte de la Fundación Farrah al utilizar “una marca registrada” –SILA– a la que quiere modificar su nombre original, Salón Internacional del Libro Africano por el de Salón Internacional de las Letras Africanas, respetando solo su acrónimo.

Esta situación, a la que se ha llegado por los reiterativos incumplimientos del Gobierno de Canarias, quien ha “saltado” la legalidad al permitir el “plagio”, ha forzado a la asociación a que continúe adelante con las acciones legales emprendidas para denunciar a un “poder institucional que sigue adelante con su idea de apropiarse de forma ilegal de un proyecto que comenzó de manera muy modesta hace ya unos años, y que se ha convertido en referente de cultura para nuestro archipiélago.”

El año pasado, el Salón Internacional del Libro Africano reunió a más de un centenar de profesionales del sector del libro y la edición, y estuvieron representados editores y escritores de cuatro continentes, “algo que nunca antes, había ocurrido en nuestras islas.”

La asociación sospecha que tras celebrarse las dos primeras ediciones en el Castillo de San Felipe, en el Puerto de la Cruz, y la tercera en TEA Tenerife Espacio de las Artes, en la capital tinerfeña, el encuentro se desarrolle ahora en Las Palmas de Gran Canaria. Teme, además, que la Fundación Farrah, con el beneplácito del Gobierno canario,  desvirtúe su espíritu original que implicó “un proceso continuo de investigación para poder conocer y acercarnos al trabajo de quienes hacen cultura desde otros territorios”, al mismo tiempo que estimulaba planes de desarrollo y ayudas como la protección y el reconocimiento de lenguas maternas, “su identidad a través de la tradición oral.”

En el comunicado, la asociación SILA explica que el Salón Internacional del Libro Africano nació como un proyecto cultural y empresarial que se configuró como una herramienta dispuesta a ser utilizada en favor de la diversidad cultural y la bibliodiversidad, por lo que para defender “lo que verdaderamente significa SILA, y poder enfrentarnos a la ilegalidad cometida por el Gobierno de Canarias” invita a la ciudadanía a que muestre su rechazo para denunciar una acción que, a su juicio, es un atentado a la legalidad.

Saludos, informando que es gerundio, desde este lado del ordenador.

Stephen King sigue siendo el Rey

Miércoles, Noviembre 21st, 2012

Stephen King es un escritor al que suelo recurrir de tanto en tanto. Y su lectura me resulta casi siempre terapéutica porque sabe lavarme los miedos y triturarlos como se merecen. Digamos así que cuando me topo con un nuevo libro de King, éste casi nunca falla.

Me acerqué a su obra cuando su nombre aún resultaba prácticamente desconocido en Expaña a través de una editorial sudamericana, Pomaire, que fue la primera en publicar en español novelas como Carrie, La hora del vampiro (Salem Lot), Insólito Esplendor (El resplandor), El umbral de la noche (relatos) y La danza de la muerte (Apocalipsis), entre otros, que a un atrevido y adolescente lector de provincias le robaron literalmente el alma.

Desde ese entonces, y con la suerte o la desgracia, según se mire, de iniciarme en sus espantos con esa feroz historia de vampiros que ya circula en las librerías y en sus dos adaptaciones cinematográficas (1) como Salem Lot, devoro cada cierto tiempo alguna novela o conjunto de relatos de tan prolífico como reiterativo escritor, no ya con la esperanza de recuperar el chispazo que me produjo la primera vez sino gratamente asombrado por la capacidad que aún tiene para llevarme literalmente al huerto. Lo de llevarme al huerto es una manera poco elegante de describir que casi siempre me convence. O me abduce.

No creo que haga falta decir a estas alturas que Stepehen King fue uno de los primeros escritores norteamericanos que colocó a la novela de terror en las listas de libros más vendidos. Lista a la que añadiría además de vendidos de los más leídos por todos esos lectores de aeropuerto o fanáticos del género que, conocedores hoy de muchas de las claves con las que insiste en cada uno de sus libros, ha terminado por digerirlas como señas de identidad de un autor que, en contra de lo que algunos piensen, no trabaja con negros porque sencillamente le gusta lo que hace. Y eso que le hace le gusta tanto que incluso lo ha convertido en un escritor multimillonario, amado por muchos y detestados por otros que no entienden, o no quieren asumir, que detrás de esa máquina de hacer dinero se encuentra un escritor con todas sus letras que sabe filtrar sus influencias para hacérnosla pasar como suyas.

Y a mi esto me parece uno de los atractivos más sobresalientes de su producción literaria. Producción en cadena que, como pasa en toda producción en cadena, cuenta con excelentes trabajos y otros que dan pena. Y no, no soy seguidor de la serie La torre oscura (2).

Stephen King es un escritor que se mueve muy bien en los territorios de la novela, aunque presionado por el mercado termina por sacrificar lo que prometían excelentes ideas y eficaces revisiones de los clásicos en decepcionantes y colosales volúmenes que, como La cúpula, auguraba mucho más de lo que al final ofrece; o sorprende gratamente al lector alterando los elementos tradicionales del relato de fantasmas como sí sucede en su excelente Duma Key, títulos que en su momento ya comentamos en este mismo su blog.

Sin embargo, una geografía en la que todavía cojea es la del cuento,  aunque tiene algunos realmente notables; así como en el ensayo, donde King, más que defender una posición termina hablando casi siempre de sí mismo. La lectura de Mientras escribo y La danza de la muerte (un canto de amor al género) de alguna manera avala esto último que acabo de anotar…

Pendiente aún de leer 11/22/63, cae en mis manos por endemoniada casualidad la edición en bolsillo de Todo oscuro, sin estrellas, un libro que compila tres historias largas y una corta del escritor nacido en Maine. Y compruebo, una vez más, que Stephen King se mueve como pez en el agua en las historias largas y no tanto en las cortas aunque la que incluye este libro quizá sea una de las más perversas e inquietantes salidas de la tenebrosa imaginación del escritor.

Abre este volumen 1922, una novela corta ambientada en un pueblo perdido del medio oeste norteamericano en la que King describe con instinto gore el brutal asesinato de una mujer a manos de su padre y de su hijo.

Pero es que más allá de la gratuita violencia que describe, me parece un relato de lo mejor que ha salido de su cabeza porque, además de insistir en el tema de la culpa, también explora con frialdad quirúrgica la descomposición familiar.

Narrada en primera persona, 1922 es además una corta novela corta en la que el escritor da pinceladas sobresalientes sobre un periodo de la historia de su país muy logradas, por lo que se tolera incluso el aire macabro con el que la disfraza porque nunca deja claro si lo que está viendo y soportando su protagonista es real o fruto de su torturada imaginación.

Camionero grande, la segunda corta novela corta que incluye Todo oscuro, sin estrellas, es una curiosa pero también anodina revisión sobre los justicieros. Figura que en esta ocasión encarna una atractiva escritora que resulta violada brutalmente en una apartada carretera.

Lo mejor de la historia, a mi juicio, es la irónica descripción que hace el escritor de los quehaceres de esta mujer viajando por todo el país para impartir conferencias y, de paso, vender sus novelas de suspense, pero se nota que la trama se le va al  no querer Stephen King caer en lo políticamente incorrecto, aunque plantea un final que podría dar paso a numerosos debates en torno a tomarse la ley por la mano.

Con todos sus defectos, que los tiene y de bulto además, Camionero grande se lee como quien devora una hamburgesa. Es decir, tan rápidamente que apenas aprecias su sabor.

Una extensión justa es el único relato corto de Todo oscuro, sin estrellas, y a mi juicio quizá se trate del mejor del libro junto a Un buen matrimonio.

El escritor propone en Una extensión justa una reinterpretación bastante canalla del pacto con el diablo, al tiempo que saca los colores a una clase media norteamericana que podría ser la de cualquier país de ese mundo que dicen es desarrollado.

Sin embargo, el tema central de este cuento –más que cerrar el compromiso con en el lado oscuro que todos llevamos dentro– es el de la envidia. Y la envidia, como todo el mundo sabe, solo se cura con la venganza.

No voy a resumir en qué consiste esta historia porque, realmente, merece la pena leerla y disfrutarla con todas las preguntas morales que va suscitando… Aunque el mal, viene a decirnos King, no es el diablo sino toda esa oscuridad que incuban como un enfermizo veneno los seres humanos.

Cierra el volumen Un buen matrimonio. Y a mi, personalmente, me parece una de las mejores novelas cortas que he leído del escritor, y todo eso pese a su estropeado aroma a película de sobremesa de los sábados por la tarde.

Stepehen King sitúa al lector ante un matrimonio felizmente casado, cuyos hijos ya han se han ido del nido familiar, hasta que su mujer descubre que el hombre de su vida no es quién realmente imaginó.

Cometería un sacrilegio si les revelara algo más de esta inquietante historia, así que tendré la decencia de no escribir nada más con la esperanza de que alguno de ustedes se acerque al mismo con la mente despejada.

Así que volver a leer a este escritor al que han crucificado por súper ventas ha resultado como beber agua en el desierto, y redescrubir que cuando Stephen King se lo propone es uno de esos autores que además de enganchar, proponer ideas, debates con los que alterar nuestras no tan sólidas conciencias.

Es más, el hecho de que me preguntara durante su lectura en varias ocasiones ¿cómo puede ser capaz de…? es un valor añadido que empuja a reivindicarlo como uno de esos escritores de cabecera a los que casi siempre recurro cuando el fantasma de la rutina amenaza con ser eterno.

(1) Hay dos adaptaciones de Salem Lot, la primera dirigida por Tobe Hopper en 1979 y la segunda por Mikael Salomon en 2004.

(2) Esto es solo un aviso para los kingmaníacos.

Saludos, pásenlo mal, desde este lado del ordenador.

‘Made in Canary Islands’

Martes, Noviembre 20th, 2012

FÚTBOL VERSUS LITERATURA

* Este miércoles, 21 de noviembre, se presenta en la sede central de CajaCanarias/La Caixa la novela ganadora de la última edición de los Premios Benito Pérez Armas, El corsario de Lanzarote, de Francisco Estupiñán. Como ya escribimos en su momento, El corsario de Lanzarote es una estupenda novela histórica que recoge la biografía de quien fue conocido como el marqués de Lanzarote, Agustín de Herrera y Rojas, en la segunda mitad del siglo XVI. El acto comenzará a las 20 horas aunque coincide, me alerta un amigo que desea acudir vía WhatsApp ¡¡¡con un partido de fútbol, el del Manchester United-Real Madrid!!

* El inquieto e intrépido Javier Hernández Velázquez presenta su última novela, El Sueño de Goslar (colección G21 Narrativa Canaria Actual, ediciones Aguere y Ediciones Idea) el viernes 23 de noviembre, a las 19 horas, en la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC) de Santa Cruz de Tenerife. El acto –que yo sepa no coincidirá con ningún partido de fútbol importante– será introducido por el también escritor Mariano Gambín y por el director de Ediciones Aguere y promotor de G 21, Ánghel Morales García.

* En la capital de las Expañas, que continúa siendo Madrid hasta que alguien me demuestre lo contrario, se presenta este miércoles, 21 de noviembre, el libro La mentira del agua y Alfabeto celoso (obra completa) del poeta tinerfeño Julián Herraiz (1925-1948). El acto comenzará a las 19.30 horas, hora peninsular, y tendrá lugar en La Marabunta, en la calle de Torrecilla del Leal, 32. Participarán los filólogos Luisa Chico Pérez y Javier Rivero Grandoso, responsables de la edición de los poemas, publicado en un libro por Ediciones La Palma.

VAMOS A VERNOS LAS CARAS

* El sábado 24 de noviembre se reúne en la Casa Museo de Colón, en la capital grancanaria, los miembros de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Canarias para celebrar su asamblea general anual. En el acto, que comenzará a las 10 de la mañana, ofrecerá una charla pública el presidente de las Sociedad General de Autores y Editores, Antxón Reixa, y el director general de de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, Jesús Prieto, sobre la relación entre los derechos de autor y el derecho de acceso a la cultura. El orden del día de la Asamblea estudiará el informe de gestión de la Junta Directiva, la situación económica y el plan de trabajo propuesto para 2012-2013. Admite al final ruegos y preguntas. Cabe destacar que la empobrecida Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias, a través de Canarias Cultura en Red, hace el esfuerzo de volver a colaborar con la Asociación facilitando los traslados de los socios y socias de Tenerife, Lanzarote, Fuerteventura y La Palma.

WAKE UP!, CINE CANARIO

* Divertido e inquietante cortometraje el que propone Paco M G con Solos, una producción de Zoo punto cero. Algunos se empeñarán en ponerle la etiqueta de cine leve, pero yo prefiero la de hacer cine por la puta cara. Tiene su guasa, y un ambiente sórdido y morboso que a mi, personalmente, me ha resultado muy atractivo. Si les gusta la sangre, hagan el favor y pinchen el enlace.

* Si Solos propone una lectura retorcida y con un personalísimo sentido del humor sobre esto de la crisis, Tocando fondo, de Jonathan Guttman muestra la que podría ser la mirada solidaria en un país, y en unas islas como son las de este archipiélago, cada días más hundidas en la miseria. Es un trabajo con inquietudes –¿sociales leo en algún lado?– que llama más bien a la caridad de quienes todavía pueden pagar las facturas de la casa y comprar en el Lidl. Si les gusta Qué bello es vivir, hagan el favor y pinchen el enlace.

* El Festival de Cortos Villa de La Orotava revela los trabajos ganadores de su séptima edición. Aquel era yo, de Pedro Crespo, se hace con el primer premio de la sección oficial y Voice Over, de Martín Rosete, con el primer premio de la Sección Canaria –lo que me hace preguntar si algún día habrá alguien que me explique porque hay una sección exclusivamente canaria en un festival de cortos– y segundo premio de la Sección Oficial. Por su parte Doble Check de Carlos Villaverde se llevó al tercer premio y Zombi de David Moreno, el premio del Público.

* El cortometraje El círculo, escrito y dirigido por la tinerfeña Eugenia Arteaga y coproducido por Digital 104 y la Fundación Canaria para el Sordo, FUNCASOR, ha conseguido los galardones a Mejor Dirección y Guión en los Premios Gainditzen del Festival Internacional de Cine en Lengua de Signos de Tolosa, Guipúzcoa. El trabajo fue nominado a otras cuatro categorías: Mejor Cortometraje, Mejor Actor (Carlos Valencia), Mejor Actriz (Lorena Plasencia) y Mejor Montaje (Eugenia Arteaga). La próxima cita para el cortometraje será a principios de diciembre en el X Festival de Ponferrada, donde ha sido seleccionado como uno de los tres finalistas en la sección Discapacidad.

Saludos, game over, desde este lado del televisor.

‘Rodajes en Canarias 1951-1970′

Lunes, Noviembre 19th, 2012

La Filmoteca Canaria presenta este martes, 20 de noviembre, y el miércoles 21 a las 20.30 horas en el Espacio Aguere de La Laguna y en el teatro Giniguada de Las Palmas de Gran Canarias, respectivamente, el catálogo Rodajes en Canarias 1951-1970, un volumen en el que se recoge la producción de películas, documentales y noticiarios realizados en las islas durante este periodo. El acto contará además con la exhibición de noticiaros de NO-DO y un pequeño documental, y será presentada por la directora de la Filmoteca, María Calimano, y el coordinador del catálogo, Enrique Ramírez Guedes.

La obra que se presenta es la segunda entrega de un proyecto que vio la luz en el año 2004 y que atendía al periodo comprendido entre los años 1896 y 1950.

Este segundo volumen centra su contenido en las producciones que han tenido lugar en territorio canario e incluye películas de ficción, que abarca el cine argumental realizado en Canarias de manera profesional; documental, donde se ubican los filmes de este carácter rodados en las islas también por profesionales; noticiarios, que recoge los reportajes de corta duración y carácter informativo que tradicionalmente formaban parte de unidades mayores, como los NO-DO; y, finalmente, amateurs, en el que se incluyen las obras realizadas por aficionados independientemente de que puedan ser de ficción o documentales, incluyendo también los realizados por cineastas foráneos. Finalmente también, y por el interés que pueda tener su reseña, se ha incluido una sección dedicada, como en la primera entrega, a los proyectos que no llegaron a cuajar.

Las producciones cinematográficas recogidas en este catálogo reflejan el auge que experimentan las islas como escenario cinematográfico privilegiado, al que recurren productoras de países tan diversos como Finlandia, Sudáfrica, Suecia, México o Australia, amén de los más tradicionales EE.UU., Reino Unido, Italia o Francia, para, exceptuando España, hacer un total de veintidós los países que en estas décadas rodaron al menos una película en Canarias. Reino Unido y la República Federal de Alemania encabezan la lista de países con más realizaciones, seguidos por Francia, Italia y EE.UU.

Como datos totales de los 20 años que recoge el Catálogo encontramos que la ficción arroja un saldo de 42 películas realizadas, mientras que los documentales suman 245, los noticiarios 121, la producción amateur sube hasta 167 filmes y los proyectos que no llegaron a conclusión suponen 61.

Filmoteca Canaria ha editado de esta publicación un total de 600 ejemplares que serán puestos a la venta a través de Lemus.

Saludos,comentaremos este ambicioso trabajo en un próximo post, desde este lado del ordenador.