Ira Levin: Un autor (im)prescindible

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Esta semana han fallecido dos escritores que representan la cara y la cruz de la literatura norteamericana reciente. Por un lado la combativa y feroz que encarna Norman Mailer y, por otra, la fantástica e incluso paranóica de Ira Levin.

Hoy toca escribir de Ira levin aunque prometo contar en un próximo post mis consideraciones personales acerca de la turbulenta vida y obra del escritor de Los desnudos y los muertos.

Los aficionados a la literatura fantástica conocen la producción literaria de Ira Levin gracias sobre todo a las películas que se han basado en sus novelas. Entre otras destacaría tres títulos que lo elevó a los altares del género y que consecharon gran éxito de público. Esta trilogía fantástica (Bésame antes de morir es un eficaz policíaco) son La semilla del diablo, Los niños del Brasil y Las mujeres de Stepford, novela que sigo considerando la mejor de su autor, irregular fabulista pero prodigioso creador de historias con gancho.

Las mujeres de Stepford, novela que cuenta ya con numerosas adaptaciones cinematográficas, relata la historia de una ciudad de clase media alta donde todo es demasiado perfecto. En especial las deliciosas amas de casa, mujeres hacendosas y excelentes cocineras que reciben con los brazos abiertos a los protagonistas de la novela, una pareja de recién casados que pronto descubren que han entardo en  la antesala del ¿infirno?… Lo original del libro es que a medida que avanza la acción la joven esposa empieza a sospechar que hay algo raro detrás de tanto lustre. Paralelamente, su marido acaricir una siniestra idea animado por los satistechos esposos de tan (aparentemente) feliz comunidad. Al final, la pareja y nosotros (los lectores) descubrimos que… No, no voy a revelar qué, pero animo a los curiosos a hacerse con esta ficción o a ver una de las películas rodadas inspiradas en el libro. He visto interesantes versiones, en algunas de ellas la víctima no es la mujer sino el hombre, o incluso sus hijos. La verdad es que se trata de una historia muy inquietante. 

La semilla del diablo, como todo el mundo sabe, o al menos casi todo el mundo sabe, es una película de terrores satánicos firmada por Roman Polanski que apenas envejece con el paso del tiempo. La historia juega una vez más con uno de los elementos favoritos de su autor: una pareja de recién casados da con sus huesos en una comunidad que no es lo que aparentemente representa, y vaya que no lo es. La cinta del director de El pianista todavía estremece, entre otras cosas porque en ella confluyeron una serie de circunstancias que la tacharon de maldita. Se rodó en el mismo edificio donde años más tarde moriría asesinado John Lennon, y pocos días después de su estreno fallecería la mujer del realizador, Sharon Tate, a manos de un grupo de asesinos que actuaron obedeciendo presuntas órdenes de Charles Manson.

Los niños del Brasil es una de sus novelas más delirantes pero también más entretenidas de leer, quizá porque da luz a una de nuestras peores pesadillas, que el mismísimo Adolf Hitler vuelva a caminar sobre la tierra como si del mismísimo anticristo se tratara. El nefasto doctor Mengele (interpretado en su versión cinematográfica por Gregory Peck) está obsesionado por clonar al Führer en las selvas de Brasil mientras es perseguido por un cazanazis de origen judío (Lauren Olivier) que busca hacer justicia y no venganza.

Ira Levin publicó hace unos años la que podríamos considerar como continuación oficial de La semilla del diablo, El hijo de Rosmary, pero no quise leerla en su momento y no creo que a estas alturas de mi vida lo haga. La razón es sencilla, todavía recuerdo la decepción que me produjo la lectura de la secuela de El exorcistaLegión, de William Peter Blatty.

Claro que esas cosas pasan, sobre todo cuando los escritores militan en las filas despreciadas por algunos de los autores de éxito.  

Saludos desde el presidio. 

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