Vade retro Satanás

La Fortuna es una diosa caprichosa por lo que reparte su bendición a tontas y a locas, esta y no otra es la razón que explica el éxito y el inmerecido premio Gouncourt de este año a la novela Las Benévolas, del joven escritor Jonathan Littell. Un mamotreto de casi un millar de páginas donde nos cuenta las memorias de un alto oficial de las SS durante la II Guerra Mundial.

La novela, pesadísima (tanto que todavía no me explico cómo he podido llegar al final sin morir en el intento)  es una de las grandes estafas literarias del año que termina, y salvo capítulos más o menos afortunados, nada nuevo añade al siniestro funcionamiento del III Reich, y sí acarrea demasiados tópicos sobre el nazismo. Todos ya más sobados que un tebeo de Mortadelo. Mi recomendación pues a los navegantes es que no se gasten el dinero en esta ridícula historieta sobre un SS con problemas sexuales, y sí animarlos a recrear aquellos tiempos turbulentos repescando de la videoteca obras maestras sobre el poder y la fascinanción del Mal, con mayúsculas, como La caída de los dioses que continúa siendo, hoy por hoy, una películas que trasciende.

Tengo la sensación, ahora que he dejado el libro en la estantería, de que me han tomado el pelo, y maldigo a gente como Jorge Semprúm que ha sido capaz de calificar tamaña memez como “acontecimiento del siglo”. En fin, sólo puedo decir que por sus palabras me siento menos tonto cuando pienso que hay tontos un poco más grandes que este que les escribe ahora, mascullando rabia.

La idea era, de todas maneras, atractiva. Es decir, contarnos los grandes momentos de la II Guerra Mundial a través de los ojos de un nazi convencido. Pero esa mirada queda en anécdota tras superar las 300 primeras páginas, porque no hay nada de eso. Es decir, ni un intento siquiera por describir desde los ojos del monstruo la matanza de tantos y tantos inocentes.

Littell se ha leído muchos libros sobre la época, eso sí que está claro, pero yo también he leído bstantes cosas sobre ese turbulento conflicto y todavía estoy tarumba tras su pesado novelón. Una nadería que nos han vendido casi como una obra maestra y no es nada de eso. Bueno, mejor me tranquilizo y continuo otro día, el tema tiene miga. Tantas como las páginas de esta idiotez en forma de novela.

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