Archive for Diciembre, 2022

La cara y la cruz

Sábado, Diciembre 24th, 2022

EN MEMORIA DE CARLOS GAVIÑO DE FRANCHY

En estos últimos días se han ido padres y madres de amigos y conocidos a los que ahora se suma la desaparición de un amigo, Carlos Gaviño de Franchy, a quien tuve la suerte de conocer hace solo unos pocos años por mediación de una de esas personas que se cruzan en tu vida y luego se disuelven de ella como un terrón de azúcar en un café con leche…

Tuve la inmensa suerte, y escribo inmensa porque lo fue, de visitarlo en una o dos ocasiones a su casa donde quedé deslumbrado no solo por el aire a museo que se respiraba en cada una de las habitaciones del edificio que en su día diseñó José Enrique Marrero Regalado, el del cine Víctor de la capital tinerfeña, sino por una nutrida biblioteca de clásicos canarios que despertó mi instinto no bibliófilo, porque no lo tengo, sino bibliófago. Vamos, que devoro (aunque le cueste creerlo al cretino que sabe quien es) los libros más que amarlos locamente.

En los estantes desfilaban ante mis ojos títulos que ignoraba que existieran y una colección de folletines escritos en estas tierras que me encendieron el apetito porque solo con observar aquellas portadas podía imaginarme lo que contarían dentro. Literatura para todos los públicos, que conste en acta para los intelectuales que solo leen, no devoran, libros de caza mayor. En fin.

Aquella mañana además de mirar con ojos de enfermo aquella espectacular biblioteca nos sentamos hablar mientras su simpática perrita, ya mayor y ciega, no dejaba de acercarse a mi asiento para olisquear a Kala, que es mi leal compañera perruna. Kala es bastante arisca, así que entre los gruñidos de una y los ladridos de otra, charlamos de lo divino y de lo humano que suelen ser libros y esas cosas. También, cómo no, de chismorreo sobre gente a la que conocíamos pero sin hacer sangre porque a estas alturas de la vida no caben “más penas ni olvidos”.

En otra ocasión, Carlos nos invitó a almorzar en un restaurante por Guamasa y entre platos y vinos se nos fueron las horas mientras caía la tarde sobre una isla que le debe a este señor, probablemente, algunas de las mejores ediciones de libros que jamás hayan circulado por estas tierras. Ya en aquellos días, y retirado del oficio de vestir a los libros, había dejado que esta labor descansara en una de sus hijas.

A Carlos Gaviño le debemos algunas de las mejores ediciones impresas que se han publicado en Canarias así que nadie le puede reprochar que no supiera lo que estaba haciendo porque sí que lo sabía. Conocía su oficio como conocía la Historia de Canarias como la palma de su mano. Abrumaba, de hecho, con tanto saber de tantas cosas aunque su mundo, su debilidad, eran los libros. Esas ediciones a las que vestía con un sentido del gusto que supo legar a su hija.

Formó parte con Juan Hidalgo y Carlos Díaz Bertrana del grupo Boabab, del que me consta se está escribiendo un trabajo y fue íntimo amigo de Maud Westerdhal, de quien por cierto se cumplió este año que se nos va el centenario de su nacimiento.

Detrás deja una bibliografía como autor amplia y sesuda, valores que supo transmitir a todos los que tuvo a su alrededor, y permanecía al pie del cañón pese a que disfrutara de su jubilación a través de una bitácora virtual de referencia y con puntuales aportaciones en ese patio de vecinos en que se ha convertido Facebook.

Como relativamente vivíamos cerca, no era raro que me lo tropezara algún día mientras paseaba a su perrita ciega y yo a la mía. Nos deteníamos un momento, hablábamos de cualquier cosa menos del tiempo y quedábamos para otro almuerzo un día de estos…

Un día de estos… Voy a notarlo en falta. De hecho, escribo estas líneas y ya lo noto en falta.

En fin, estoy seguro que ya nos encontraremos un día de estos.

Un día de estos.

Buen viaje, Carlos, fue un privilegio conocerte.

MUSEO RODIN ¿Y AHORA QUÉ?

En la penosa gestión que sobre la crisis del Museo Rodin ha desarrollado el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife intervino en el último pleno del año el presidente del Ateneo de La Laguna, esa entidad que tras el incendio de su sede vive como en el aire, Claudio A. Marrero.

Pueden ver su modélica intervención, un tirón de orejas estricto, como de maestro de escuela, al alcarde y concejales que se han empeñado en que una iniciativa que nació bichada continúe adelante por sus cojones. Y disculpen lo de cojones pero no encuentro otro pseudónimo para explicar una decisión que no augura nada nuevo para la capitá santacrucera, esa que cierras su bares y cafeterías a las 11 de la noche porque a esa hora no hay ningún alma rondando por sus calles.

Claudio A. Marrero es un gigante, gigante de estatura y corazón, y salvo alguna bromita que se permite deslizar en su intervención no deja de ser lo que ya se dijo, una advertencia rigurosa al Ayuntamiento chicharrero del tremendo disparate que han decido llevar adelante. Claudio, que tiene un aire al padre Vergara de la serie 30 monedas o de pastor luterano, repartió leña como hay que repartirla, con educación. Los cogotazos por lo tanto iban de un lado al otro aunque conociendo a quien tenía delante… No sé, no sé yo.

Lo que me parece digno de estudio sociológico es que por un lado el Ayuntamiento anuncie en ese mismo pleno una solución dineraria a una batalla que en las últimas semanas hemos venido librando en este su blog El Escobillón, y es que se invierta dinero (23 millones de euros) para reformar el olvidado Museo de Bellas Artes. Por otro lado me sorprende que la concejala de Cultura, Gladys de León, diga algo así como que “una réplica de Rodin vale cinco minutos de Paulina Rubio”.

La cuestión es… ¿qué va a suceder a partir de ahora?

¿Se sentirán satisfechos los intelectuales, artistas y ciudadanía en general tras la escandalera levantada y se retirarán a sus cuarteles de invierno o continuarán la lucha, las protestas y las movilizaciones para forzar la paralización de una iniciativa en la que no confía nadie? Y cuando se escribe nadie es nadie (lo que incluye al alcarde y su equipo).

Ya ahondaremos en éstas y otras cuestiones porque no sé si los que hoy protestan mañana dejarán de hacerlo pero quien les escribe pretende seguir dando guerra.

Es decir, que tras aplaudir la intervención de Marrero, toca seguir recordando al Ayuntamiento que nadie, ni los que gobiernan el Consistorio, cree en ese Museo Rodin de la puñeta. Otra cosa, claro está, es el dinero que mueve…

Y colorín, colorado… Esto es todo por hoy.

Saludos, que les sea buena la nochebuena, desde este lado del ordenador.

Una noche en la ciudad que muere en soledad

Viernes, Diciembre 23rd, 2022

Noche del 22 de diciembre de 2022, ¿lugar? Santa Cruz de Tenerife. Hora, digamos que las 21.

El motivo de la cita es cenar con unos amigos porque nos aproximamos a fechas navideñas, lo clásico. En cuanto a la cena, discreta, no me atrevería a tirar voladores, pero el caso exige que además de tragar y beber, un par de Águilas en una tierra donde comienza a costar encontrar la clásica Dorada, le damos mucho a la lengua. Chismorrear un poco y hablar si se precisa de lo divino y de los humano.

Terminamos la cháchara sobre las 22,30 y antes de retirarnos a nuestras respectivas tiendas de campaña decidimos por unanimidad tomar la última copa por la terrazas de la plaza de Weyler, que se encuentra en pleno centro de la capitá, y que tanto elogió José Luis Sanpedro en La senda del drago que no es, precisamente, uno de sus mejores libros.

Horror, y todavía no son las 23 horas, o los locales ya están cerrados o a punto de cerrar.

Al final el terceto se disuelve. Uno coge el tranvía y los otros dirigen sus pasos a sus respectivas tiendas de campaña. La noche vuelve a cernirse sobre esta capitá de provincias que muere en soledad. Faltan dos días para la Nochebuena y mañana Navidad. La plaza de Weyler, eso sí, con luces de colores que se encienden y se apagan porque estamos en fiestas. Muy kitch toda esta decoración luminosa que, francamente, no alegra una ciudad que se retira tan temprano a sus cuarteles de invierno.

Mientras subo por la rambla de Pulido pienso, a veces hago este ejercicio, que estoy en la ciudad que, por la sospechosa insistencia de su alcarde, albergará el proyectado museo Rodin.

Es lo que hay.

Por cierto, sobre las 12 entro en mi tienda de campaña. No me he tropezado con nadie mientras subía y subía… bueno, al paso me salieron algunas cucarachas pero en esta capitá forman parte ya de la decoración. De hecho, parece que gritan mientras corretean de un lado al otro ¡viva el museo Rodin, viva!

Como si de un mantra se tratara me taladra la cabeza mientras intento conciliar el sueño. O la pesadilla que a estas altura lo mismo me da.

Saludos, sucedió más o menos como se cuenta, desde este lado del ordenador

Si esas paredes hablasen

Jueves, Diciembre 22nd, 2022

De la calle de Miraflores apenas queda rastro de lo que fue y del papel que jugó en la construcción de Santa Cruz de Tenerife como ciudad. Víctima de la gentrificación, su fisonomía urbana y si me apuran hasta vital desaparece lentamente como desaparece lentamente todo lo que afecta a esta capital aunque aún quedan personas que se resisten a que Santa Cruz de Tenerife olvide del todo que fue ahí, en esa misma calle antaño poblada de bares y pensiones, la zona con los farolillos rojos eternamente encendidos en la que miles de mujeres y algunos hombre alquilaron sus cuerpos para sacar adelante a sus familias.

Ahora dos artistas, Israel Pérez y María Requena, Pérez y Requena, tras meses y meses de merodear por esta calle y adyacentes cuando las palas de las excavadoras demolían muchas de las edificaciones antiguas que le dieron identidad, presentan un proyecto, Conquistador, con el que también rinden homenaje al pasado de una ciudad que, ya se dijo antes, anda bastante desmemoriada.

Conquistador
era el nombre de un sex shop que estaba situado a pie de calle en el conocido como edificio amarillo de la calle Miraflores. El inmueble, de mediado de los años treinta del siglo pasado, fue desalojado en los 90 y abandonado a su suerte aunque tanto Conquistador como el bar La Granadina continuaron abiertos en una clara señal de, dicen Pérez y Requena, “resistencia”. Son ellos los que recuerdan que durante la edad de oro de Miraflores, el edificio amarillo llegó a albergar además de bares, una imprenta, talleres de mecánica, prostíbulos y casas familiares y que este proyecto, Conquistador, lo que pretende es una investigación artística que se inició en 2008 para plantear las relaciones que se establecen “en el contexto de la antigua zona de conflicto y desahogo de Santa Cruz, comprendida entre el puerto marítimo y el Mercado de Nuestra Señora de África”.

La base del proyecto parte de dos acciones cotidianas: la de deambular y la de archivar, atesorando “los espacios que han formado parte del imaginario y la historia del contexto urbano”. En este aspecto, “Conquistador se perfila como un archivo vivo” que desde el 4 de noviembre al 5 de enero ha instalado parte de sus piezas en la galería Bibli, en la calle de San Francisco Javier en Santa Cruz de Tenerife. Muestra que incorpora objetos (la antigua barra de La Granadina, las pinturas que decoraban las paredes del Niágara, otro bar que se encontraba en el edificio amarillo y la palmera de neón de un antiguo salón de te que hubo en la calle del Castillo) para una exposición que, inevitablemente, sorprenderá al visitante así como aguijoneará a los más veteranos con el siempre traicionero sentimiento de la nostalgia.

Conquistador nació como proyecto de forma natural, resultado de la profunda transformación que vive la ciudad de un tiempo a esta parte. “Hemos ido asistiendo a sitios a punto de ser demolidos con la idea de poder entrar y ver lo que nos íbamos a encontrar. Y de manera muy fluida empezamos a recopilar materiales”. Algo así fue lo que les pasó con La Granadina, el último bar que mantuvo las puertas abiertas en Miraflores antes de que el edificio fuera reducido a escombros. “Solíamos ir a desayunar y conocíamos a su propietario, Toño, que fue quien nos anunció el día antes que se iba a demoler el edificio”.

“Sacamos sobre la marcha lo que pudimos, taburetes, alguna mesa…” Otra historia fue la de conseguir el cartel del Conquistador, e l sexy shop vecino a La Granadina y que se convirtió en algo así como la meta de un proyecto que quiere proponer un diálogo “con la ciudad”. Un diálogo que enseñe el cambio que altera su fisonomía y que se desarrolla “ante nuestros ojos”. “Como la ciudad, para bien o para mal, se desprende de lo incómodo y destruye en parte esa solera que una vez tuvo”.
Conquistador habla de todo eso, de cómo se pierde la calle que propició en el pasado otro tipo de encuentros y una forma de relacionarse diferente. No se trata, sin embargo, de un proyecto que facilite respuestas sino que, muy al contrario, lo que propone son preguntas sobre el aplanamiento de la imagen y qué puede suceder “si al final cedemos para que ese espacio sea homogéneo. No hay por qué tirarlo todo, habría que reformularlo en todo caso”, dicen Pérez y Requena.

Conquistador es un proyecto multidisciplinar que tiene algo de archivo y también de fotográfico y videográfico. El fin es que no se diluya en el olvido el pasado de una ciudad tan desmemoriada como Santa Cruz de Tenerife, una imagen si se quiere en color sepia de un lugar que ya no existe.

El pasado 4 de noviembre y durante la inauguración de Conquistador en el espacio Bibli los espectadores que la visitaron coincidieron en señalar un punto de anclaje con la antigua calle de Miraflores. Es decir, que la recordaban. Recordaban La Granadina y también el Niágara. En el material videográfico, se cuenta además con importantes testimonios de personas que vivieron por la zona y en el proceso de grabación se puede observar “cómo aparecen pinturas tras las paredes”. Algunas de estas pinturas “hemos intentado reproducirlas lo más fielmente posible a cómo eran” en Bibli, y los resultados son notables.

“Creíamos que el carácter de estas pinturas pertenecía a una época y contextualiza todo lo que sucedió en aquel momento. En las grabaciones y fuera de cámara se escuchan comentarios de gente que presenció la demolición del edificio amarillo y cada uno de ellos tenía su recuerdo… Si esas paredes hablasen”.

Las paredes no hablan pero casi lo hacen en Conquistador ya que ofrece una inteligente cartografía de la zona. El visitante puede encontrarse con la barra de La Granadina, que se encontraron desmontada y que han instalado para convertirla en una de las piezas más señaladas de la exposición. “La idea era ver el espacio que generaba y desde ahí trabajar en él”. Si uno se acerca a la barra, ahora pulida y encerada, descubrirá encima una funda de un diente de oro, una pieza que quiere establecer un juego con el espectador y que Pérez y Requena descubrieron justo antes de la demolición del edificio amarillo, al que accedieron antes de que fuera reducido a escombros para toparse con un escenario que parecía sacado de una película de ciencia ficción. “Conocíamos el desalojo pero no como había sido. No conocemos qué sucedió realmente pero cuando entramos antes de que comenzara su derribo parecía cómo si los que allí moraban se hubieran ido apenas unos minutos antes porque las casas continuaban con su mobiliario, la mesa del comedor estaba puesta. Era como una cápsula del tiempo. Sacamos fotografías y nos movimos con cuidado por aquellos pasillos porque muchas partes del edificio estaban apuntaladas y en esa carrera fue cuando descubrimos el diente de oro, un símbolo, marca una época”.

Otros de los elementos que forman parte de Conquistador es un pedazo de muro del antiguo colegio Balear, el mismo en el que estudió el periodista y escritor Fernando Delgado, entre otros, y una estampa de la virgen de Fátima que reproduce la que se encontraron en uno de los pisos del edificio amarillo antes de que fuera demolido.

La estampa de la Virgen de Fátima es otro elemento fundamental en la exposición y en la calle de Miraflores. Ir tras esta imagen se convirtió en una obsesión que declinó en una persecución ya que en Semana Santa es habitual que las vecinas de la calle salgan en procesión por Miraflores y Carmen Monteverde y Ruiz de Padrón portando una pequeña imagen de la Virgen de Fátima, su protectora. Celosas de este peculiar rito, no le dejaron que tomaran imágenes a Pérez y Requena, quienes al final acordaron respetar ese espacio aunque lograron hacerse con una postal de la Santa en el interior de una de las casas antes de que fuera reducida a escombros.

Otro de los elementos con los que juega la exposición y que sumerge al espectador a esa otra realidad que fue la que significó la calle de Miraflores son los colores que encontraron en los interiores de algunos de los locales a los que pudieron acceder y que iban desde el rosa chicle al azul, verde y amarillo. Colores que daban “calidez a los espacios que se desligan de todo lo que se encuentra uno ahora. Eran colores de una época y nos pareció interesante hablar de aquel momento a través de las pinturas que decoraban las paredes con el fin de recrear aquel espacio y tiempo”.

La vista aérea tomada del GrafCan en 1986 del Bar Nacional, luego El Dorado y del que queda en la actualidad un frío solar y parte de lo que fue aquel club, se muestra también en este recorrido por la memoria. Una curiosidad del Nacional/Dorado es que tenía puerta batientes, como las de los saloon del viejo oeste.

El objeto de que la imagen forme parte de esta propuesta fue la de poner en situación al espectador. Parecida función tiene un pedazo de la pared del antiguo colegio Balear, un intento por salvaguardar y a pie de calle aquel edificio supuestamente protegido que diseñó José Enrique Marrero Regalado, el mismo arquitecto del Cabildo de Tenerife y el Cine Víctor. Las casas que tenía alrededor tampoco existen en la actualidad pese a que estaban catalogadas. El hecho de que esté ahí como están el resto de los elementos de Conquistador que se exhiben en Bibli es preguntarse ¿qué pasó con estos espacios?

No forma parte de Miraflores y sus alrededores pero sí es una pieza fundamental en el proyecto el neón del antiguo salón bazar Bombay porque Conquistador es un paraguas que reconstruye la memoria de una ciudad que parece que no quiere tener recuerdos.

El viejo neón les fue cedido por los antiguos propietarios del Bombay siempre y cuando fueran ellos quienes desmontaran la pieza. “Aquí hay una parte del cartel, la del bazar, y la imagen fantástica de la palmera que nos sirve para hablar de toda la iconografía que impregnaba la imagen de la ciudad en aquellos años” y que ya son pasado.

Conquistador es un proyecto que no quiere ser categórico. Los objetos que reúne la propuesta se han adaptado al espacio Bibli, donde permanecerán hasta el 5 de enero, y el diálogo que mantiene se nota tanto que casi parece que habla con uno mismo. Es decir, que se palpa quizá porque como dicen Pérez y Requena fueron las propias piezas las que buscaron y encontraron su sitio. Conquistador es un archivo. Solo que un archivo vivo.


LIBRO

Conquistador presentará este mes una publicación de tirada muy limitada que propone un ensayo visual en el que se detalla de dónde parten todos los objetos ya que “queremos generar un archivo visual y una cartografía que incluya fotografías, vídeo, piezas que tenemos de sitios claves mientras se trabaja con el objeto en sí”.

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FOTO 1
Israel Pérez y María Requena viven y trabajan en Santa Cruz de Tenerife. Se licenciaron en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, donde posteriormente obtienen el Diploma de Estudios Avanzados por el Área de Pintura. Su trayectoria se caracteriza por el uso de imágenes errantes con las que conforman un imaginario social.
FIRMA FOTO: PÉREZ y REQUENA

FOTO 2, 3 y 4
FIRMA FOTO: Sergio Acosta

Saludos, I have a dream…, desde este lado del ordenador

El asunto Rodin

Miércoles, Diciembre 21st, 2022

Sorprende que un Ayuntamiento como es el de la capital tinerfeña, tan poco dado a las actividades culturales, se haya dado tanta prisa en dar luz verde a un proyecto de museo, el puñetero Museo Rodin que se instalaría en el actualmente ruinoso parque de Viera y Clavijo, obviando la escandalera que artistas e intelectuales (y no activista culturales como leo en una penosa columna que publicaba ayer un periódico local) y de la ciudadanía que está bien informada ha manifestado sobre un espacio que le sisa literalmente del bolsillo a la cultura de la ciudad una cantidad de millones que podrían haber sido invertidos en otras cosas. Por ejemplo, mejorar el Museo Municipal de Bellas Artes, o estrategias que, desgraciadamente, no interesan a esta Corporación porque, a ver si son sinceros de una vez, la cultura, la cultura y las culturas les importan una higa.

Resulta muy enojoso además que el equipo de gobierno del Consistorio con su alcarde a la cabeza tome a los chicharreros como idiotas y que solo desde la oposición y solo a través de un partido, se haya denunciado un proyecto que nació, y estos es lo más paradójico, sin un proyecto de museo.

El caso es que la Junta de Gobierno aprobó esta misma semana el contrato por el que se adquiere por 16 millones de euros las esculturas que reunirá este museo que nació torcido, como si se pretendiera zanjar un asunto que estoy seguro no le habrá estropeado el desayuno al alcarde ni a los que apoyan lacayunamente una decisión que no cuenta con el consenso no ya de artistas e intelectuales, sino de personas de su propio partido que días pasados acudieron a una reunión donde José Manuel Bermúdez (ese hombre) les iba a dar personalmente información sobre este desaguisado solo que al final no fue y le dejó la papeleta a la concejala de Cultura, Gladys de León que, bueno, como suele pasar no aclaró nada a los allí presentes.

Para más inri, y entiendo que como respuesta a un (en fin, corramos un estúpido velo) reportaje que apareció sobre este mismo tema en la Televisión Canaria, el Ayuntamiento respondió con otro vídeo que me hace preguntar de donde salió el presupuesto para su realización y que son como la cara A y la B de un mismo problema que necesita no de posiciones encontradas sino diálogo entre las partes. Un diálogo por otro lado que muchos pedíamos más allá de yo fui el primero en denunciar el asunto, que de esto hay también en el lado de los que se niegan a que la ciudad, mi ciudad, cometa semejante disparate.

Pero el disparate sigue adelante luego la pregunta es ¿qué sucederá ahora?

El caso, y es lo más triste de todo esto, es que el alcarde sigue adelante con un proyecto que si algo refleja es la proverbial capacidad que tiene el canario de fiarse de lo que le viene de fuera y obviar lo que tiene dentro, como si no confiara (que es así) en el talento local. Y mucho me temo que José Manuel Bermúdez (ese hombre) así lo ha hecho.

Lástima que se ampare en la exposición de esculturas en la calle que están distribuidas por la capital tinerfeña y no diga nada, ni sus corifeos por supuesto, del lamentable estado en el que se encuentran muchas de ellas. En fin, que es una historia muy triste y otra oportunidad que pierde esta ciudad en tratar a la cultura como se merece. Claro que es mucho pedir, mucho rogar a un Ayuntamiento (con independencia del color político que lo gobierne) que cuando oye hablar de cultura lo primero que hace es mirar hacia otro lado.

Probablemente sea porque piensa que la cultura no da votos y votos, mucho me temo que no dará el proyectado y ya bichado Museo Rodin.

Se reproduce hoy en los medios de comunicaciòn un comunicado de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna que… bueno, queda ahí para cuando se cuente la historia de este disparate. Bien, de todas formas, por un manifiesto que demuestra al menos una unidad en torno a tan espinoso asunto y mal por el Ayuntamiento (que lo ha hecho todo mal desde el minuto uno) que invita a un encuentro entre los responsables del Museo Rodin con los de BB.AA., algo que tenían que haber hecho desde el principio y no ahora, que ya está hecha la jugada.

Me gustaría, por eso, que otras instituciones como por el ejemplo el Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife diera su parecer sobre el proyectado Museo Rodin así como que se fueran sumando otras entidades públicas y privadas si no para detener, sí manifestar su parecer ante este nuevo asalto a la ciudadanía no solo chicharrera sino también tinerfeña y por extensión canaria.

Tal y como evolucionan los acontecimientos, y desgranando de tanta paja lo que es soberana mentira y medias verdades, el asunto Rodin obliga a redefinir las líneas de actuación que se tendrán que tomar a partir de ahora con el fin de paralizar uno de los mayores disparates que se han cometido en la ciudad en la que nací y en la que vivo. Hoy, pese a las obras apresuradas y la proyectada rehabilitación de edificios históricos (Palacio de Carta o el templo masónico) porque el año próximo es de elecciones, más sucia y olvidada que nunca.

Saludos, ¿continuará?, desde este lado del ordenador

Esto va de cine…

Martes, Diciembre 20th, 2022

* BLOOM el nuevo cortometraje del tinerfeño Samuel M. Delgado y la gallega Helena Girón, producido por la productora canaria La Banda Negra ha sido seleccionado para tener su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam..

La película se centra en el mito de San Borondón, una misteriosa isla que a lo largo de la historia aparece y desaparece en las proximidades de las Islas Canarias. Su leyenda llegó a cobrar tanta fuerza que, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, llegaron a organizarse expediciones para descubrirla e incluso conquistarla. La cinta también explora el monte submarino Tropic, recientemente hallado en las inmediaciones de las Islas Canarias, a 4.500 metros bajo el pesado océano atlántico. El Tropic fue una antigua isla emergida hace 120 millones de años, cuyas imágenes y muestras llegan a nosotros gracias a un ROV (Vehículo Operado Remotamente) sumergible.

Sus manos, unas pinzas hi-tech, son las que tocan y manipulan su corteza, pero siempre bajo el viejo deseo occidental de explorar territorios desconocidos y codiciados. 

El cortometraje ha sido rodado íntegramente en Canarias y contiene imágenes del Monte Submarino Tropic. Ha contado con el apoyo para la producción del Ministerio de Cultura y Deportes ICAA, del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Tenerife. Han colaborado en su producción el Instituto Minero de España y el MUNA Museo Naturaleza y Arqueología.

* MiradasDoc anuncia que ofrecerá una muestra de documentales cubanos en su próxima edición, lo que incluye un largometraje y siete cortometrajes recientes que, desde distintos enfoques narrativos, debaten sobre la pervivencia de la herencia africana y los conflictos raciales en la Cuba de hoy.

Se incluyen trabajos de relevante trayectoria, como La música de las esferas (Marcel Beltrán), premio al mejor largometraje en Rencontres de Cinémas – Martinica, El monte (Claudia Claremi), mejor cortometraje en Raindance Film Festival o Kalunga (Lara Sousa), premio al Mejor cortometraje en Sao Paulo.

También piezas de atractivo etnográfico (El niño de cañamazo, Miguel Ángel García Velasco) o que ponen de relieve a mujeres cineastas como Everlane Moraes (Pattaki), Michelle Coelho (The Sea Is Also Yours) o Daniellis Hernández Calderón (Pieza inconclusa para Martha Ndumbe), o Aída Esther Bueno Sarduy (Guillermina). Esta última directora será una de las presentes en el festival donde ofrecerá un encuentro junto al público.

El festival MiradasDoc comenzará el 27 de enero y finalizará el 4 de febrero de 2023 y pronto dará a conocer la selección de documentales en las diferentes secciones a concurso. Las piezas seleccionadas para la muestra cubana podrán verse en Guía de Isora los días 2, 3 y 4 de febrero.

Saludos, y mañana más, desde este lado del ordenador

La torre encantada, una novela de Mariano Gambín

Lunes, Diciembre 19th, 2022

Mariano Gambín, con doce novelas ya publicadas, se ha convertido en un autor de referencia para aproximarnos al thriller canario escrito en Canarias. El escritor conoce las claves en las que se mueve y quizá sea por eso que por mucho que sus libros se parezcan unos a otros, al final el entretenimiento esté asegurado porque ante todo Gambín es un escritor de novelas de entretenimiento, muy alejado de una escritura compleja, que gusta más de la forma en cómo se cuenta que en el qué se cuenta.

Dicho esto, nada nuevo bajo el sol con su libro doceavo correspondiente a la serie que coprotagonizan Ariosto y su leal guardaespaldas Olegario, la intrépida periodista Sandra Clavijo, la arqueóloga Marta Herrero y el inspector Galán de la Policía Nacional, y que lleva por título La torre encantada. Con esto, se quiere decir que la nueva novela de Mariano Gambín reúne todos los ingredientes que lo convirtieron en una de las voces literarias más leídas del archipiélago tras su trilogía Ira Dei, un universo que casi parece que se mueve por sí solo y del que el mismo escritor ha intentado distanciarse en al menos dos novelas, El viento del diablo y El oro de Mauritania, esta última probablemente el libro más alejado del mundo Ariosto/Sandra/Marta/Olegario/Galán, al ser una novela digamos que muy apartada de la línea oficial que ha hecho conocido a su autor, quien por una vez se decantó por una trama internacional de altos vuelos en las que los protagonistas habituales de la serie Ira Dei apenas aparecían en sus páginas.

La torre encantada es una vuelta a los orígenes, una novela que sí se ajusta a la dinámica establecida por las anteriores de la saga. Es decir, que hay un misterio lagunero y una búsqueda, la del tesoro del legendario corsario Amaro Pargo, un personaje cuya vida real se confunde con la leyenda. En el libro también se encuentra un objeto de devota veneración religiosa que ha desaparecido de la iglesia de La Concepción y a cual se le atribuye poderes para sanar; una sociedad ocultista que no tiene demasiado de sociedad ni de ocultista (los masones asoman también la cabeza, pero la asoman con la discreción que los caracteriza) y una red de espías rusos que andan tras el venerado objeto religioso en una isla que, en manos de Mariano Gambín, se convierte en territorio de acción y de suspense.

Con esta fórmula, el escritor cocina una novela a lo Ira Dei y los resultados no decepcionan. Ni a sus seguidores ni a los que lleguen de nuevas a la serie ya que una de sus características es que con independencia del orden cronológico que marcan los libros, el lector se puede iniciar en estas aventuras con cualquiera de ellos, doce libros que, hasta la fecha, construyen un imaginario lagunero de misterio aunque personalmente recomendaría que se comenzase por la primera, Ira Dei, por ser la que dio origen a este curioso y atractivo fenómeno literario canario.

Si se han leído las anteriores novelas de la serie se notará que el escritor se siente cada vez más suelto y seguro con ellas. Y como pasa con las anteriores, si hay un personaje de “los buenos” oficiales que destaca en ésta por encima de los otros es Olegario, de quien el escritor nos da algunas pinceladas de su pasado. Tan cómodo se siente Gambín transitando por estas historias de misterios laguneros y ocasionalmente santacruceros (es más que probable que amplíe el radio de acción a otras localidades en futuras novelas) que en su empeño por dar credibilidad a estos relatos no duda en añadir elementos de nuestra realidad como fondo en sus novelas. En las que nos ocupa, La torre encantada, denunciando los atascos que se producen en las autopistas de la isla los días laborables y hecho que casi hace responsable en el libro que los héroes de la historia pierdan a los villanos que persiguen.

No es fácil lo que ha logrado construir el escritor a lo largo de esta docena de novelas, y no solo se apunta por el notable éxito que han alcanzado sobre todo en la ciudad de La Laguna, sino por dar identidad a unos personajes que libro a libro se han ido afianzando en sus estereotipos. Se tratan además de novelas extremadamente blancas, en las que el lector no encontrará demasiado drama y sí mucho de comedia, un humor que a veces aparece soterrado pero que se respira a lo largo y ancho de la obra, en especial cuando irrumpen los secundarios que el lector iniciado conoce de libros anteriores como Adela Cambreleng, entre otros. Si hay algún tipo de violencia, esta apenas consume un uno por ciento del relato, ya que éste prefiere profundizar en la investigación, en este caso cruzada (el objeto religioso que “suda”, el tesoro del legendario corsario tinerfeño) pero que convergen al final en un mismo espacio: la iglesia de La Concepción.

En este aspecto, y reconociendo las virtudes y defectos que reúne la novela, como que se tenga la sensación que supera la trescientas páginas más por llenar espacio que porque lo exija la historia, La torre encantada como los otros títulos anteriores del escritor está estructurado en capítulos alternos, todos ellos protagonizados por los diferentes personajes que forman parte del team, del equipo de investigadores que desde Ira Dei están ahí para resolver misterios y a veces, solo a veces, tropezarse con situaciones que parecen que proceden del más allá.

Saludos, misterio, misterio, desde este lado del ordenador