El búnker, ¿el mejor libro sobre la División Azul?

Se ha escrito mucho sobre la División Española de Voluntarios, la División Azul, aquel grupo de muchachos que marchó al otro extremo de Europa en respuesta al reclamo de “¡Rusia es culpable!” y si se analiza con rigor esta literatura uno descubrirá que está repleta no de buenos sino de excelentes libros que dejan registro del testimonio de quienes se alistaron para combatir en una guerra en la que no se les había perdido nada.

Entre los grandes narradores divisionarios que dejaron testigo de su experiencia destacaría obras como División 250, de Tomás Salvador; y Embajador en el infierno, las memorias del valiente capitán Palacios que fueron recogidas con aliento periodístico por Torcuato Luca de Tena. También la ambiciosa reconstrucción de aquella división en los distintos libros que le dedicó el también periodista Fernando Vadillo sin olvidar Los cuadernos de Rusia del poeta Dionio Ridruejo, entre otros y otros tantos libros que se han dedicado a tomar el pulso a un momento y a una generación que fue capaz de dejarlo todo para sumergirse en el frío y crudo invierno que padecieron los españoles ante los arrabales de Leningrado.

Cae en mis manos una obra singular y escrita por un divisionario de la que no tenía noticia: El búnker (Inédita Ediciones, 2006) que recopila los papeles dispersos que dejó escrito Julio Rebollo Montes sobre sus experiencias en el frente ruso en 1943, y libro que se preocupa más por contar cómo era el día a día entre aquel grupo de hombres de distintas clases sociales, estudios y manera de ver la vida, bajo un mismo techo, el de un búnker que se encuentra en primera línea.

Al margen de los combates que se cuentan, haberlos los hay y son los suficientes, lo interesante de este libro son sus ambiciones de cronista ya que su autor, Julio R. Montes, nos cuenta lo que sentían aquellos soldados ante la soledad de la estepa y el acoso masivo del Ejército Rojo. Al fondo, rozando la línea del horizonte, una ciudad bajo asedio, Leningrado, ayer y hoy San Petersburgo.

Lo interesante de este libro es que está escrito in situ, mientras suceden las cosas que escribe su autor, así que estamos ante una literatura digamos periodística porque da mucho valor a los hechos y describe situaciones que no suelen ser tratadas en las obras de otros divisionarios cómo fue la retirada forzosa del frente cuando se dio orden de disolver a la División. Se produce así una larga y penosa marcha pero a la inversa de cuando llegaron (y que Montes no narra), aquella en la que atravesaron a pie media Europa para llegar al frente.

El búnker es una obra que trasciende y una de las más interesantes que se han escrito sobre los españoles que sirvieron en Rusia. Está narrada desde dentro y muestra sin pudor las ambiciones pero sobre todo los miedos de aquel puñado de españolitos que vinieron a un mundo que no era en el que pensaban.

El texto cuenta con muchos de los tópicos que rodean a la División Azul, como que no tenían nada que ver con sus aliados alemanes, que no entendía la persistente confraternización con el enemigo de los españoles. El libro de Julio R. Montes no pone el énfasis en la épica ni en el valor de aquellos soldados, sino en retratar a los jóvenes que vistieron uniforme por una u otra razón. Es decir, que sirviendo en Rusia no se le daba demasiada importancia al pasado que alguno de ellos llevaba encima.

Escrita en momentos de descanso y más tarde ordenadas tras su regreso a España, El búnker está narrado en primera persona pero, lo que no deja de resultar curioso, el protagonista de todas estas escenas se llama Félix Arce y no Julio R. Montes, el autor de unas memorias que eriza la piel al estar escritas más con el corazón que con la cabeza. Y ahí radica su absorbente pero también terrible grandeza.

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador

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