Arianna Squilloni: “Las palabras de los cuentos te ayudan a mantener el miedo encerrado”

Abril 9th, 2024

Uno podría dejar pasar el tiempo escuchando a Arianna Squilloni (Milán, 1976) si tuviera tiempo que pudiera dejar pasar pero ante esta mujer cualquier muro deja de existir, es como si desarmara al interlocutor con un entusiasmo que contagia y que te hace reflexionar en torno a una literatura que, cosas de la edad, ha ido arrinconando sin tener ni idea de lo que se estaba perdiendo.

Arianna Squilloni es responsable de la editorial A buen paso y es miembro de Álbum, una asociación de editoriales independientes de literatura infantil y juvenil. Squilloni estuvo hace unos días en Tenerife para presentar en el CEIP Julián Zafra Moreno, de Güímar, el proyecto Leer el territorio, una iniciativa de Álbum que consiste, tal y como indica su título, en enseñar a “leer el territorio” solo que “como leemos un álbum”. El CEIP Juan Zafra Moreno fue el único centro escolar de Canarias que participó en este proyecto en el que también colaboraron colegios de Gerona y Huelva.

Arianna Squilloni estudió filología latina y griega en Italia y desde 2002 vive en Barcelona, donde ha trabajado en Thule Ediciones desde 2003 hasta 2007, impulsando la colección de libros álbum Trampantojo. En 2008 levantó la editorial A buen paso, uno de cuyos títulos, Libro Libresco de Juan Arjona y Enrique Quevedo obtuvo el Premio Todostuslibros Mejor libro infantil 2023.

- ¿Qué es Leer el territorio?

“Es un proyecto impulsado por Álbum, una asociación que reúne a 24 editoriales independientes de toda España, una de las cuales, Diego Pun Ediciones, es de Canarias, con el fin de impulsar proyectos de promoción a la lectura a través de los libros álbum. Y una de esas iniciativas es Leer el territorio, que este año hemos llevado a Güímar y a otros colegios de las provincias de Gerona y Huelva. Con esta iniciativa lo que proponemos es la lectura de álbumes ilustrados y con ellos estudiar las distintas estrategias narrativas tanto de textos como de imágenes para los niños de estas escuelas. La peculiaridad es que leas este libro álbum como un detective, juntando pistas que están en las imágenes y en el texto. Al mezclar estos elementos le pones sentido a la historia con el objeto de que lean el territorio que tienen a su alrededor como un libro álbum. La idea es que lo lean con ojos nuevos y que sean ellos mismos los que creen un libro álbum explicando cómo es el lugar en el que viven a los niños de las otras escuelas implicadas en este proyecto y que en este caso son de Gerona y Huelva”.

- ¿Cómo trabajan con los centros educativos que se suman a Leer el territorio?

“Trabajamos con la escuela los lugares que vamos conociendo y trabajamos mucho el tema educativo en foros con los profesores y maestros. Es lo bonito de estar en la asociación Álbum, que nació en Barcelona y se expandió a Madrid y a las que se han sumado editoriales de Bilbao, Almería y Tenerife. De hecho, fue la Editorial Diego Pun la que nos avisó de la predisposición de este colegio de Güímar”.

- ¿Y qué tal ha resultado la experiencia?

“Participaron veinte niños y cómo cada escuela tiene su entorno, el del colegio de Güímar es muy bonito por el ambiente que recrea y la luz que le entra. Tiene además un huerto con gallinas que forma parte del Aula de Naturaleza, que está a cielo abierto. Es un lugar que ofrece muchos estímulos y creo que se ha generado un diálogo muy enriquecedor. Hicimos poemas en rima y creamos uno en la pizarra de manera colaborativa porque este libro álbum lo hacen los niños y ellos son los que toman las decisiones de cómo contar la historia, las ilustraciones que llevará… Y es bonito observar cómo despiertan sus mentes y cómo cada uno contribuye a crear su propio poema porque En la cueva del loro / hay un tesoro / que no es de oro / es de millo y pipas / porque están muy ricas. Con esto aprendemos que los tesoros están hecho de más cosas que de oro”.

- ¿Por qué Álbum? ¿Por qué una asociación de editoriales de libros álbum?

“Porque el libro álbum propone una tipología de lectura muy peculiar y se trata de un tipo de libro con un potencial maravilloso que quizá no está reconocido pero que tiene muchas peculiaridades, como ilustraciones, pocas palabras”.

- ¿Pero su objeto no es el de estimular la lectura?

“La maravilla del libro álbum no es la cantidad de palabras que tengas para descifrar sino el juego mental que propone ya que desarrolla las capacidad asociativas del lector como, por ejemplo, cuando unes las pistas que te encuentras en el libro y se enciende la mente y se estimula la capacidad de generar ideas y todo el diálogo que se puede construir después entre el grupo que ha leído el libro. Es un tipo de lectura diferente al de una novela o cuento y me resulta fascinante porque aporta mucho al desarrollo de la persona”.

- Es decir, que son recomendables para aprender a leer…

“Lo recomiendo para aprender a leer aunque hay una variedad muy grande en los libros álbum para aprender a leer y para todo tipo de actividades, como generar conversaciones y debates sobre temas que aparentemente no tienen nada que ver con el libro que estás leyendo. Un mismo libro puede dirigirse a los más pequeños que están aprendiendo a leer como para propiciar lecturas compartidas con adultos”.

– En los libros álbum ¿el ilustrador es tan importante como el escritor?

“Visualmente el ilustrador tiene más protagonismo aunque en Escondida, que es un pequeño poema ilustrado publicado en formato acordeón con un texto de Adolfo Córdova e ilustraciones de Alejandra Mijangos, se trata de un poema literariamente trabajado en el que tanto Córdova como Mijangos tienen la misma presencia. En El constructor de muros, del que soy autora, el texto es muy sencillo y las ilustraciones de Decur (Guillermo Decurgez) añaden su visión del mundo para enriquecer el texto. Es un trabajo de colaboración”.

- ¿Qué fue lo que la animó a dedicarse a este tipo de literatura?

“Llegué a España en 2002 y entré a trabajar en una editorial como correctora y redactora de novelas pero un amigo de Thule Ediciones, que está asociada a Álbum y que dirige José Díaz, le trajo un libro para niños de los Estados Unidos que llevaba el título de El apestoso hombre queso y otros cuentos maravillosamente estúpidos y le gustó tanto que quiso publicarlo y ahí es donde entro yo, porque le ayudé con los derechos de autor y los dos nos enamoramos de las potencialidades del libro álbum”.

- ¿Y cómo acaba dirigiendo A buen paso, su propia editorial de libros álbum?

- Con la crisis de 2008 dejé de trabajar en Thule Ediciones y comencé a colaborar con Progreso, una editorial mexicana. Ya sabía lo que me gustaba hacer y me había enamorado de los libros álbum y a pesar de la mala coyuntura que hubo en aquel entonces me decidí a abrir una editorial y busqué otro trabajo para autofinanciarme. Me gustan mucho los juegos de palabras y plantear pequeñas jugadas que reflexionen sobre cómo nos comunicamos”.

- ¿Cómo ve el panorama editorial en España y en concreto el del libro álbum?

“Se publica mucho, quizá demasiado y la vida de un libro es complicada porque los álbumes para venderse se tienen que ver bien en las librerías pero las novedades aguantan poco tiempo en la mesas de novedades pero es también un momento de gran creatividad que resulta apasionante. Se está experimentando mucho. Por ejemplo, esto se visualiza en cada una de las editoriales que son miembros de la asociación porque cada una tiene sus características. Existe por ello un variado calidoscopio de propuestas que es muy enriquecedor. Cuando formas tu gusto es maravilloso ver que puedes representar la realidad de manera tan distinta porque cada libro tiene su propio estilo y recibir todos estos estímulos cuando eres pequeño es muy bonito. Y cuánto más, mucho mejor”.

- Este tipo de literatura es para jóvenes pero la escriben adultos. ¿Qué necesita el escritor que se dedica a estas literaturas?

“Ser buen escritor. La literatura para niños necesita también que el autor sienta pasión por el juego, que cuente historias prestando atención a los matices, a lo que tenemos a nuestro alrededor y en estos tiempos que vivimos, mucha esperanza. Necesitamos historias que abran mundos. En la asociación Álbum contamos con un catálogo que se llama, precisamente, Libros que abren mundos”.

- Hablamos de literatura para niños pero hay varias edades en la infancia. ¿A qué tipo de lectores prefiere usted escribir?

“Estamos hablando de álbum así que si quitamos la parte de novela, donde la edad está un poco más pautada, las grandes editoriales se dedican a publicar libros con muchas palabras y el libro álbum no las tiene porque propone un tipo de lectura completamente transversal. A mi, por ejemplo, me encantan los libros para los niños más pequeños. Una amiga le lee a su bebé Libro libresco porque le gusta la sonoridad de las palabras y esto es así porque los libros álbum son libros que tienen una edad muy fluida y cuya lectura depende de cómo lo leas y del contexto en el que lo leas”.

- ¿Y usted que libro leía de pequeña?

“Leía de todo y cosas muy extrañas. Mi padre viajaba mucho por trabajo y me traía catálogos de museos. Leí un libro que más tarde publiqué en mi propia editorial y que fue mi favorito con tres años de edad y que descubrí ya de adulta que era un cuento popular búlgaro que narra la historia de la vieja Baba. Con este cuento aprendí que las palabras de los cuentos te ayudan a mantener el miedo encerrado”.

-Tengo la vaga idea de que está literatura se apoya mucho en la narración oral, en el arte de los cuentacuentos.

“Muchos escritores son narradores así que el libro álbum y la narración oral se retroalimentan. Juan Arjona es un escritor sevillano que cuando narra los libros que ha escrito los transforma porque hay códigos diferentes. Ahí están los libros como lectura y para leer en voz alta y la lectura compartida en familia, sobre todo con niños y niñas más pequeños”.

- ¿Y qué atractivo cree que tienen estos libros para el lector adulto?

“Hay diferentes tipos de libro álbum. Existen historias que son aparentemente ingenuas pero que si la lees en clave simbólica te dan mucho para pensar como adulto. Otros son poemas que apelan al gusto también del adulto y libros muy de diseño que juegan con las partes de la obra que se insertan en una tradición artística de las vanguardias. El libro álbum nace de las vanguardias rusas hasta que confluye en el libro arte, por lo que forma parte de la historia del arte también. Hay que tener confianza ante una historia que parece que está dirigida a los más pequeños y por eso mismo leerla seriamente porque solo entonces se descubrirá la maravilla de construcción que llevan detrás”.

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Cayetano Cordovés Dorta

Saludos, buscando en el baúl de los recuerdos…, desde este lado del ordenador

Odisea Z, una novela de Ricardo Hodgson

Abril 8th, 2024

Durante un tiempo se pusieron de moda las adaptaciones de grandes clásicos de la literatura universal trasladadas al universo zombi. Aparecieron así novelas como Orgullo, prejuicio y zombies hasta versiones más o menos delirantes como la del Lazarillo de Tormes en las que sus protagonistas se enfrentaban a legiones de muertos vivientes que despiertan en una Inglaterra de aromas románticos de principios del siglo XIX como en la España del XVI, en este último caso país en el que los vivos como los muertos pasan mucha hambre.

Inspirado por esta corriente, el escritor tinerfeño Ricardo Hodgson nos presente su particular traducción al universo zombi de la Odisea en, precisamente, Odisea Z (Editorial Seleer, 2023), una novela que protagoniza un oficial del ejército británico con destino en Iraq, Ulises Paxton Dinsdale, que con un grupo de soldados y algún civil que se une al grupo, debe de atravesar todo el país y Siria para llegar a la base, que está localizada en Turquía y en la que se encuentran su mujer y su hijo.

A lo largo de todo este periplo, Paxton Dinsdale y los suyos se enfrentarán contra todo tipo de criaturas, las que están muertas y han revivido sin que nadie sepa la razón y los vivos que continúan haciendo la guerra al ejército de ocupación aliado mientras el mundo conocido ha dejado de existir.

Más de cuatrocientas páginas ha necesitado Ricardo Hodgson para contar esta historia que va a seducir a los seguidores del universo Z, el que inventó y exploró mientras pudo George C. Romero en la seminal La noche de los muertos vivientes y subgénero que luego ha continuado creciendo ya que los zombies vienen a ser una metáfora de nuestros tiempos, representado las hordas de muertos vivientes a las hordas de consumidores que abarrotan las tiendas sobre todo cuando cuelga en sus escaparates el letrero de Rebajas.

A mi Odisea Z se me ha hecho, pese al número de páginas, corta. Y se me ha hecho corta porque sabe entretener y dar coherencia al extraño mundo en el que su autor ha convertido el planeta. Ricardo Hodgson no cuenta para nada qué fue lo que motivó que los cadáveres se levantaran de sus tumbas, un elemento que le da mayor inquietud y extrañeza al relato. El autor demuestra además por la profusión de detalles y la excelente documentación que maneja que se tomó muy en serio este trabajo. Destacan así por lo creíble que resultan en la novela el contexto, la situación geopolítica, y también las descripciones del material bélico que usan los militares que, como ya se dijo, se encuentran de servicio en Iraq. Esta agradecida obsesión por los detalles es lo que da verosimilitud a un libro que si uno es iniciado en el universo zombi le atrapará inevitablemente porque no hay género, o mejor subgénero, más existencialista que el que aborda Hodgson en la que espero no sea su primera novele e incursión en el género del fantaterror, ya que sale de la prueba con sobresaliente.
La novela se lee con voracidad (nunca mejor dicho) porque atrapa a lectores con parecido apetito que los muertos que han salido de sus tumbas.

El itinerario con inevitable tintes homéricos que emprende Ulises Paxton y su tropa se hace muy atractivo. Uno puede además ir comparando con el texto original, el que se le atribuye a Homero, la fidelidad con la que el escritor tinerfeño ha llevado a cabo esta adaptación de la Odisea al universo Z mientras espera descubrir si al final el militar consigue reencontrarse con su esposa y su hijo.

Escrita para entretener pero sin descuidar su poso intelectual, merece la pena sumergirse en las páginas de esta aventura apocalíptica y esperar a que a los protagonistas no lo descubran los zombies, que son zombies clásicos. Es decir, no los que corren como Carl Lewis sino los que caminan con andar torpe y que poco a poco se hacen los dueños y señores de un planeta que ha dejado de ser lo que era. Y no porque los muertos estén reanimados sino porque los vivos, los humanos que contribuyeron tanto a la degradación del territorio, están pagando ahora la soberbia de su infame y despreciable comportamiento.

Odisea Z reinterpreta no solo bastante de La Odisea de Homero sino también la Anábasis de Jenofonte solo que trasladado a otro tiempo y en otro lugar. La novela incluye además de la historia de Ulises Paxton y los suyos las páginas de un diario que nos narra el día a día de quien lo escribe mientras asiste (asistimos como lectores) al final del mundo tal y como lo conocíamos.

Si le gusta el subgénero zombi, esta novela da lo que promete que son altas dosis de emoción y una estructura en capítulos, 91 sin contar el prólogo y el epílogo, que están escritos de manera muy cinematográfica. Ahora solo queda esperar a la segunda novela de un escritor que sale muy bien librado de su primera experiencia literaria lo que me hace sospechar que detrás de esta Odisea Z se encuentra un narrador del que espero nuevas historias que, estoy seguro, no decepcionarán.

LO MEJOR: Se trata de una novela que atrapa y que se lee con voracidad para descubrir qué va a suceder en el capítulo siguiente. Está, además, notablemente documentada.

LO PEOR: Pues prácticamente nada para los que lleguen y también para los lectores iniciados en la literatura Z y la de toda la vida.

Saludos, comienza la semana, desde este lado del ordenador

Breves que te quiero breves

Abril 4th, 2024

* El próximo domingo 7 de abril, dentro de los actos organizados en el I Festival Popular de Teatro “Hermenegildo Socas Cruz” de Icod de Los Vinos, se estrenará Los compadres del Rubicón (1847) la única obra conservada de Dominga Spínola Bethencourt (1802-1876), nacida en Teguise y que junto con sus hermanas conformó un núcleo artístico y literario en la villa lanzaroteña. Actualmente es la primera dramaturga conocida de la literatura canaria. La representación correrá a cargo de la Agrupación de Teatro de Filología, colectivo universitario que ha llevado a escena en otras ocasiones textos inéditos del acervo teatral canario.

* El jueves 18 de abril, a las 19:00, en los Multicines Tenerife, se estrena El sueño del ladrón, de Eduardo Díaz, una película que propone una relectura de El ladrón de los guantes blancos (José González Rivero y Romualdo García de Paredes, 1927). El experimento cinematográfico de Díaz permanecerá una semana en cartel aunque si se quiere asistir al estreno ya se puede reservar butaca pinchando en este enlace.

* El segundo Salón del Libro que se celebra este año en El Médano (Granadilla de Abona, Tenerife) estará dedicado a los libros de la primera infancia.

* Una queja razonada. Es una lástima que la máquina para devolver libros de la Biblioteca Municipal, situada en el edificio de TEA Tenerife Espacio de las Artes lleve ya cuatro días estropeada. De momento, nadie se ha comprometido a explicarnos cuándo volverá a prestar servicio. ¿Desidia?, no, lo siguiente…

* Tras 25 años de espera, Celaeno Books anuncia el lanzamiento del crowdfunding de Lobo Solitario 2: La Saga del Magnakai, una saga de 7 aventuras que explora los misterios del mundo de Magnamund creado por Joe Dever. La segunda serie en español abarca los tomos 6 al 12, aunque el ejemplar número 12 nunca se había traducido al castellano. La campaña comenzará el 5 de mayo de 2024 y contará con los siete volúmenes Magnakai, ofreciendo la posibilidad de adquirir tanto una edición limitada de tapa dura para coleccionistas (que no se podrá adquirir en librerías) como en la edición de tapa blanda. Se puede acceder al pre-registro en el link: https://vkm.is/lobosolitario2.

Saludos, eso es todo por ahora, desde este lado del ordenador

Las mejores películas del cine negro, un libro de Carles Balagué

Abril 3rd, 2024

En los libros que se publican sobre cine están aquellos que además de informar sobre películas proponen una lista de, por ejemplo, los mejores filmes que el especialista o el cineasta (Fernando Trueba se prestó a este juego cinéfilo con interesantes resultados) consideran que merecen la pena haber visto antes de pasar al inevitable fundido en negro de nuestra existencia.

El atractivo de esta clase de obras, muy discutibles siempre porque para gustos están los colores, es que el lector iniciado puede estar de acuerdo o no con el autor de la selección, apreciando que faltan títulos mientras se rompe la cabeza intentando explicar por qué aparece una película y no la otra.

En el mundo del arte y sobre todo del cine que es un arte que entiende casi todo el mundo y si no se entiende del que habla todo el mundo, hay demasiadas cosas escritas y entre esa avalancha de títulos trabajos que son serios y rigurosos y otros que no lo son tanto. No confundir, eso sí, rigor con estilo pomposo y una serie de largometrajes que no ha visto demasiada gente. Normalmente, estos últimos, procedentes de cinematografías cuanto menos exóticas. Tampoco las llamadas cintas de culto ya que una vez que se consiguen ver uno no termina por comprender por qué generó tanto entusiasmo entre los aficionados que no se cansan de reivindicarlas antes en fanzines y en la actualidad en blogs y en las redes sociales.

Las mejores películas de cine negro (Ediciones JC), que firma Carles Balagué, reúne medio centenar de películas, casi todas de nacionalidad estadounidense, adscritas a este género. Clasificadas por orden cronológico, el volumen se abre con Scarface, el terror del hampa (Howard Hawks, 1932) y termina con L. A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), es decir, que llama la atención de una serie de trabajos que se rodaron en el pasado siglo XX y que marcaron la pauta de una forma de entender el cine que todavía insiste en los mismos tipos, ambientes y escenarios.

Uno se pregunta, y quizá circule por ahí un volumen dedicado a las películas de cine negro que se han realizado en lo que llevamos de siglo XXI, la razón de por qué el autor no prestó más atención a estos tiempos extraños que vivimos pero aceptamos los límites que Balagué se impuso para seleccionar los largometrajes que, según su opinión, no deberían de perderse ningún aficionado al género y por supuesto todo aquel que quiera iniciarse en un género que para el escritor y ensayista Eugenio Fuentes implica enigma y violencia en sus códigos narrativos. Y violencia hay en todos los títulos que desfilan ante la mirada atenta del lector, y mucho más si ese lector es un cinéfilo confeso como es nuestro caso. Otra cosa, se reitera, es que estemos de acuerdo en algunas de las películas que escoge el autor del libro y no otra que, según nuestra consideración, debería de formar parte de este glosario que con todos sus peros a nosotros nos ha resultado muy interesante porque ayuda a refrescar la memoria y, lo que es mejor, a refrescar la película de la que se hace mención y se elogia.

Es verdad que entre toda esta avalancha de películas apenas hay alguna que no sea de la cinematografía norteamericana pero teniendo en cuenta que el género es tan norteamericano como el western, se le puede perdonar este desliz o esta querencia por el cine que nos vino de un país que, prácticamente, vive del negocio de hacer películas y de las armas. Lo que no resulta tan paradójico si se tiene un poco de información sobre el nacimiento de esa nación.

El libro cuenta con un prólogo no demasiado extenso en el que el autor hace una declaración de intenciones y al mismo tiempo resume la historia del cine negro, que apareció con la Depresión del 29 y que se desarrolló como género entre los años 30 y 40. Aborda también algunos de sus protagonistas canónicos como es el detective privado y la mujer fatal y recuerda su evolución a lo largo de los años, pasando del cínico y duro private eye encarnado, entre otros, por actores como Humphrey Bogart al policía de gatillo fácil y claro aroma fascista que representa Clint Eastwood en Harry el sucio y su ya referencial “alégrame el día” mientras apunta con un revólver a la cara de un delincuente de raza negra.

En la introducción, Balagué evoca la evolución del cine negro y cómo en los años 60 se puso de moda lo retro y cómo cineastas como Arthur Penn terminaron por promocionarlo a través de la exaltación del forajido en películas como Bonnie and Clyde (1967) o para denunciar la corrupción en cintas como Chinatown (1974) o L.A. Confidential, entre otras.

Es más que probable, y ese fue nuestro caso, que se noten a faltar películas y que del medio centenar de títulos que nombra uno las haya visto todas y se quede con las ganas de no haber encontrado rarezas pero con todo se trata Las mejores películas del cine negro de un libro atractivo para los aficionados a este tipo de cine cuyo denominador común sigue siendo la figura del perdedor, de quien no tiene nada y pese a todo, quiere que se haga justicia esté o no al lado de la ley.

LO MEJOR: El repaso que hace de algunos de los títulos que aparecen en este glosario. También que ofrezca un agradecido resumen de la historia de las películas y una breve reseña biográfica de quienes intervinieron en la producción y rodaje.

LO PEOR: Que como todo libro de listas, las mismas listas son susceptibles siempre de no responder a las expectativas del lector, y más si es aficionado al género ya que echará en falta largometrajes y se preguntará la razón de por qué aparecen otros que considera menores.

FOTO: En la imagen el actor Robert Mitchum y la actriz Jane Greer en Regreso al pasado (Jacques Tourneur, 1947)

Saludos, sol, poco frío, desde este lado del ordenador

Soledad Muñoz: “Lo importante es no desistir ante las dificultades”

Abril 2nd, 2024

Para ser su primera novela, Cuando las aguas bajen (Acen, 2024), de Soledad Muñoz Muñoz, sorprende por lo que cuenta y sobre todo por cómo lo cuenta. Los trabajos de rehabilitación en un antiguo balneario localizado en algún lugar de La Mancha descubren los restos de un cadáver tras una pared. A partir de ese momento, se dispara una investigación que transcurre en la actualidad y hace cincuenta años, capítulos que irán dando respuestas y poniendo nombre y apellidos a un muerto ocultado y a una familia que no quiso enfrentarse a sus miedos.

Su autora es Soledad Muñoz Muñoz, nacida en Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real) pero residente en Canarias y en concreto en Tenerife desde hace más de 42 años. Toda una vida, la misma que la protagonista de Cuando las aguas bajen, Irene Peñarroya.

- ¿La idea de Cuando las aguas bajen viene de lejos? ¿Qué fue lo que te llevó a escribir esta historia?, ¿hubo otras ideas que desechaste al final por ésta?

 “La idea viene de hace más de quince años, concretamente de 2008. Lo tengo así de claro porque me surgió ese verano en casa de mis padres, viendo una revista municipal que publicaba el ayuntamiento de mi pueblo, Pozuelo de Calatrava. En ella se describía el proyecto de rehabilitar unos antiguos baños termales del municipio, que en el siglo pasado tuvieron relevancia, como motor económico y de empleo de la zona. Mi tierra, el Campo de Calatrava, es zona volcánica y está plagada de manantiales y fuentes termales que manan del subsuelo con fuertes borboteos. Allí los llaman “hervideros” y la gente de la zona acudía a ellos como remedio a sus diferentes enfermedades.
Desde pequeña me han fascinado. Igual que me fascinaban las bodegas subterráneas que aún existen en muchos pueblos de alrededor, con sus lumbreras a pie de calle. Me parecen lugares propicios para encerrar misterios. Así es que, cuando leí la revista empecé a pergeñar la historia y a escribir su guion allí mismo”.

 - ¿A la hora de escribirla contaba con un guion detallado de la misma o se dejó llevar por la improvisación?

 “Pasaron años desde aquel verano en el que se me ocurrió la idea para la novela hasta que me senté a escribirla. Pero, cuando lo hice, tenía perfectamente definidos los personajes, la trama y los capítulos en los que se iba a desarrollar. Mientras tanto, había ido acumulando cuadernos con notas, pasajes, descripciones de los escenarios y mucha documentación. La fase de búsqueda y lectura de documentación fue para mí apasionante, aprendí mucho sobre mi tierra y empecé a verla con una mirada mucho más cercana después de tantos años alejada de ella”.

- ¿Convertirse en escritora es una idea reciente o la lleva acariciando desde hace algún tiempo?

 “No creo que tuviera el propósito, como tal, de convertirme en escritora. Casi siempre he escrito por placer. Cuando estudiaba en la universidad me dio por escribir poesía y gané un concurso que convocaba Radio Granada en aquel entonces. El premio consistió en un radio casete de doble pletina, un lujo entonces, y en cerrar durante un mes un programa nocturno para universitarios con el poema ganador. No conservo ningún cuaderno de mis poemas, en alguna mudanza se perdieron. Me gusta mucho escribir relatos, considero un reto recoger toda una historia en pocos párrafos. Y, hace años, escribí un pequeño libro de carácter intimista en torno a las recetas de cocina de mis padres, del que hice una edición corta para regalar. Pero ésta es mi primera novela, y es la primera vez que me decido a publicar”.

- Me ha llamado mucho la atención, porque no es fácil y menos para una ópera prima, la estructura a través de la cual articula la novela.

 “Me gustan mucho las obras que alternan la narración del momento actual con la retrospectiva y, seguramente, he aprendido de ellas. Pero, como te decía antes, cuando me senté a escribir la novela tenía los capítulos perfectamente ordenados y esbozados: en qué años transcurrían, qué sucedía, el contexto social e histórico… así es que los fui escribiendo en el mismo orden en el que aparecen. Personalmente creo que me habría resultado más difícil escribirla en dos partes y luego ir enlazándolas. El secreto, creo, es terminar un capítulo con algo que te de pie al siguiente, que los enganche aunque discurran en épocas diferentes”.

 - El balneario es junto a los personajes el gran protagonista de Cuando las aguas bajen. ¿Su historia es real, existió realmente este balneario?

 “La novela se basa en Los Baños de la Fuensanta, un balneario de aguas curativas que existió muy cerca de mi pueblo y hoy está en ruinas. Su historia es real. Fue un gran balneario de prestigio a finales del siglo XIX y principios del XX por sus instalaciones y por las propiedades de sus aguas. En la guerra civil fue utilizado como acuartelamiento de tropas por las milicias republicanas y, después, quedó en el abandono. Cuando yo era pequeña me llamaba mucho la atención. Estaba en el camino de mi pueblo al santuario de la patrona y pasábamos por delante con una cierta frecuencia. Parecía un gran cortijo manchego en ruinas”.

 - ¿Por qué el título, Cuando las aguas bajen?

 “Barajé varios títulos. Durante bastante tiempo, mientras escribía la novela, se llamaba El Balneario. Hasta que recordé que ya existía una obra de Carmen Martín Gaite con ese mismo nombre. El título Cuando las aguas bajen surgió casi al final. En uno de los últimos capítulos aparece esa frase y, cuando la vi escrita, me pareció reveladora porque define una parte esencial de la trama. No puedo explicar más sin hacer spoiler…”

 -¿Qué capítulo le resultó más difícil a la hora de escribir? 
“Sin duda los que sitúan la acción en los años más conflictivos de nuestra historia en el siglo XX, porque mi pretensión era reflejar los sucesos que rodearon los años previos al golpe de estado, la guerra civil y la posguerra como un contexto necesario para narrar la historia de los personajes de la novela sin mostrar un posicionamiento personal sobre ellos. Creo que éstos fueron los capítulos que más veces corregí. También porque son los capítulos sobre los que más documentación recabé y consulté, buscando la más rigurosa”.

- ¿Cuánto hay de Soledad Muñoz en Irene Peñarroya? ¿Y de Irene Peñarroya en Soledad Muñoz?

 “Hay mucho de Soledad Muñoz en Irene Peñarroya aunque no sea para nada un personaje autobiográfico. Para empezar, los lugares de mi vida. Donde nací, donde estudié, donde vivo… Son lugares que amo y que conozco de sobra, por lo que me resulta mucho más fácil visualizar lo que voy a describir y situar en ellos la vida de los personajes. Pero hay mucho más. Mi afición a viajar, mi carácter inquieto y testarudo, mi apego a mi familia y a mis amigos, mi amor a mi único hijo y su forma de ser… Además de algunas anécdotas vividas, menores, que se intercalan en algún pasaje.

Por otro lado, Irene Peñarroya ha dejado mucho en Soledad Muñoz. Después de meses metiéndome a diario en su piel, me ha enseñado lo importante que es perseverar en lo que te propones, perseguir tus sueños, y no desistir ante las dificultades sino intentar superarlas con el apoyo de quienes te quieren”.

 - La familia es un elemento que está muy presente en la novela…

 “Sí, la novela da mucha importancia a la familia porque para mí es esencial. Yo tengo cuatro hermanas y dos hermanos, y no sería la misma persona sin ellos. Cuando vivían mis padres, la casa familiar del pueblo se llenaba con todos nosotros en vacaciones y son momentos que permanecen en mi memoria y añoro. Ahora, todos los años nos reunimos unos días en verano y en Navidad en diferentes lugares con nuestras respectivas familias, veintitrés personas de tres generaciones. Sueño a diario con esos encuentros, los necesito en mi vida. La complicidad que se percibe entre Irene Peñarroya y sus hermanos en la novela es real en mi caso”.

 - Menciona en el libro una novela, Mi Ántonia, de Willa Cather.

Mi Ántonia, de Willa Cather es una novela que me descubrió mi marido, como tantas otras, y se convirtió para mí en una de esas obras que relees cada cierto tiempo por su belleza. Me ocurre, por ejemplo, con La educación sentimental de Flaubert, que también aparece en la novela, o con Los aires difíciles de Almudena Grandes. Su autora, además, fue una mujer adelantada a su tiempo y valiente en su lucha contra la discriminación racial o de la mujer a principios del siglo XX en Estados Unidos. Pero no fue premeditado. Simplemente, cuando escribí la escena en la que Irene entra en la habitación de su madre y la ve leyendo, el libro que visualicé en sus manos fue éste”.

 - Almagro tiene un protagonismo muy especial en esta novela, ¿qué significa para usted esta localidad manchega?
 
“Almagro está a diez kilómetros de mi pueblo y es un lugar emblemático para mí. No sólo por su belleza y su famoso Festival Internacional de Teatro Clásico, al que algunos años hemos podido asistir, sino porque es una ciudad en la que mi familia ha celebrado reuniones y acontecimientos entrañables, como las bodas de oro de mis padres. Es, además, un lugar que da mucho juego para una novela con trasfondo histórico”.

- Creo que habló con la Guardia Civil para describir con corrección cuál es el procedimiento policial que se emprende durante una investigación.

 “Realmente acudí a la Comandancia de la Guardia Civil de Ciudad Real para hacerme una idea de sus instalaciones y consultar algunas dudas que tenía anotadas. El procedimiento para investigar un presunto crimen está muy bien descrito en multitud de novelas y series de género negro, a las que soy muy aficionada, además de en hechos reales. Pero me fue de gran ayuda el Manual de servicios que tiene publicado el SECRIM, el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, en el que se describen las diferentes técnicas y laboratorios de que disponen para investigaciones de este tipo. Pero sí, en la Comandancia me atendieron con mucha amabilidad y me resolvieron las dudas que tenía. Fue una visita muy agradable y esclarecedora”.

 - La novela está muy bien documentada, ¿a qué fuentes recurriste, cuéntanos cómo fue todo este proceso?

 “Sobre todo al fondo documental y hemerográfico digitalizado del Centro de Estudios Manchegos, de la Universidad de Castilla La Mancha. Es un tesoro. En publicaciones, por ejemplo, tienen las series de los periódicos y revistas de la región desde principios del siglo XX disponibles en línea, con un sistema de búsqueda muy sencillo. Según los años que abarcaba cada capítulo, me bajaba los documentos que me parecían más interesantes para reflejar la sociedad de ese periodo. Los anuncios de los periódicos, por ejemplo, son muy reveladores de las costumbres de entonces.

En una visita a Ciudad Real tuve el lujo de conocer al documentalista de esos fondos, que me enseñó el centro, me explicó el proceso y me envió imágenes preciosas de baños de mi tierra de principios de siglo.

También a publicaciones de la Guardia Civil, como mencioné antes. No sólo de criminalística, también de la historia de ese Cuerpo en el siglo XX”.

 - ¿Le preocupaba reflejar el carácter de su tierra de nacimiento? 

“Lo que me inquietaba era no ser capaz de reflejar ese carácter después de tantos años fuera, llevo 42 años viviendo en Tenerife. De hecho, las formas de los verbos las corregí muchas veces por mi tendencia, a estas alturas, de utilizar el pasado indefinido en lugar del perfecto, o el “ustedes” en lugar de “vosotros”. En mi tierra dirían “¿Vosotros ya habéis llegado?” y aquí “¿Ustedes ya llegaron?”. Pero conservo mucho de mi carácter manchego, que puede parecer más brusco o alejado, en parte por el propio acento, pero es hospitalario, noble y acogedor. Mi familia me ayudó y creo que he conseguido reflejarlo”.

FIRMA FOTO: Ramón de la Rocha

Saludos, y eso es todo por hoy, desde este lado del ordenador

Los bajos fondos del corazón, un ensayo negro, negro, negrísimo escrito por Eugenio Fuentes

Abril 1st, 2024

No es el primer ensayo que se publica en español que reflexiona sobre el género negro en la literatura pero sí que se puede entender como un trabajo que propone un renovado punto de vista a la lectura de este tipo de novelas, mirada que va a generar polémica entre los aficionados quizá porque sumergirse en las páginas de esta obra si promete algo ese algo es, precisamente, cómo el autor, el también novelista Eugenio Fuentes, digiere las claves del género negro. Un género que, entiende, habla sobre todas las cosas de misterio y daño.

Dicho así es hasta lógico que el seguidor de esta literatura se sienta desconcertado aunque el escritor justifica esta idea con una amplia y trabajada reflexión donde asoman nombres, se cruzan fronteras y sobre todo, sobre todas las cosas, se observa al género desde lo alto de una colina, lo que da una interesante visión panorámica de lo que cree Fuentes que son esta clase de novelas, esta clase de literatura que nació para todos los públicos aunque en los últimos tiempos participan en su elaboración escritores y escritoras consagrados que han visto una oportunidad en ahondar en el tormento y el éxtasis que lleva implícita toda novela negra que se precie, y porque se precie, que esté por encima de la mediocridad que, como todo género popular, reúne a veces con obras de muy enojosa calidad.

Los bajos fondos del corazón. Las emociones en la novela negra (Tusquets Editores, 2024) le sirve a Eugenio Fuentes para mirarse ante el espejo y reconocerse en la imagen que allí se le devuelve.

Escritor a secas y creador también de la saga que protagoniza el detective Ricardo Cupido, cuya primera historia (El nacimiento de Cupido) se desarrolla en Tenerife, Eugenio Fuentes admite que llegó al género negro cuando quiso construir una novela con buenos diálogos y esto solo se los daba este género, escuela en la que se han formado, vale decirlo, numerosos y grandes narradores de nuestros agitados tiempos.

Es verdad que no se está de acuerdo en muchas de las conclusiones que saca Eugenio Fuentes a lo largo de esta larga divagación sobre el misterio y el enigma, ni que se llegue a entender ni a aceptar que meta en el mismo saco a la literatura que en su día cultivaron escritores y escritoras como Arthur Conan Doyle y Agatha Christie, autores y autoras a los que le debemos detectives como Sherkock Holmes y Hercules Poirot y Miss Marple, respectivamente, con otros como Dashiell Hammett y Raymond Chandler, creadores también de dos sagaces detectives privados que responden al nombre de Sam Spade y Philip Marlowe, porque navegan por mares diferentes. En el caso de los británicos (Conan Doyle y Christie) porque sus relatos se construyen en torno a la averiguación de un enigma mientras que en los segundos (Hammett y Chandler) les interesa más narrar el ambiente en el que se mueven sus protagonistas y no tanto la resolución de un caso. Y esto solo a vista de pájaro.

Con todo, el trabajo de Eugenio Fuentes se lee con extraña fascinación, sobre todo si quien acude a sus páginas es un iniciado en este tipo de literatura por la que asoma la que el escritor considera oficialmente la primera autora de novela negra en España: Emilia Pardo Bazán y recuerda con cariño novelas como El clavo, del para mi muy estimable Pedro Antonio de Alarcón.

El ensayo de Fuentes propone múltiples puntos de vista sobre un género que casi todo el mundo tantea pero del que luego se aleja ya que aún no cuenta con su obra consagrada, dice el creador de Ricardo Cupido, pero tiempo al tiempo ya que casi parece que está por llegar. Y pronto.

El libro está estructurado en diez capítulos, el último de ellos dedicado a Cupido, e incluye prólogo, apéndices y un índice onomástico que uno puede consultar si quiere ir a tiro hecho. Lo que no recomendaría salvo si se ha leído la obra de principio a fin.

Entre los capítulos que me han parecido más interesantes dentro de una obra interesante aunque no me manifieste muy de acuerdo en algunas de sus conclusiones, destacaría el de Detectives resucitados porque repasa todos aquellos personajes que una vez muertos sus creadores tuvieron continuación en otras manos y el de Ilustres pioneros, que puede resultar muy didáctico para todo aquel que esté interesado en la arqueología de la novela negra. Huellas que Eugenio Fuentes rastrea y encuentra justificadamente en algunos de los pasajes del libro de los libros: La Bibilia y en concreto en el episodio que protagoniza Salomón cuando debe juzgar de quién es el hijo que dos mujeres reclaman. Muy atractivos resultan también sus apuntes sobre películas y series tan negras como la tinta del calamar.

En resumen, Los bajos fondos del corazón es una interpretación muy personal en torno al género negro y por eso mismo un volumen al que se tiene que reivindicar por su entusiasmo globalizador, de mirar cómo se interpreta un género según el país en el que se desarrolle su historia y concluir, no le falta razón, que sea de donde sea, este tipo de literatura tiene muchos elementos comunes, los más importantes el planteamiento de un enigma que deriva a misterio y el daño. Ese daño que no solo se comete en las calles sino también en nuestras casas, contenedores a veces de violencias desatadas.

Saludos, ¿a qué están esperando?, desde este lado del ordenador