El espía que surgió del ¿frío?
Quien les escribe se siente Harry Palmer. Claro que es muy fácil sentirse Harry Palmer en Santa Cruz de Tenerife. Una ciudad, pienso, de espías. De hecho, hoy me he dado cuenta que el telón de acero o la cortina de bananas existe en esta capital de provincias. ¡Los imbéciles se están haciendo con el control de algunos barrios y plazas!!!
Harry Palmer, o quien les escribe, así lo siente. Se trata de un agante secreto sin el encanto de James Bonbd, pero sí más cool que 007. Eso dice.
Así que quien les escribe en su nombre es alguien que hoy pensó que era Palmer. Un Palmer al servicio del mejor postor en el Santa Cruz que se nos muere y en el Santa Cruz que agoniza tras el telón de acero. Porque, ¿no se han dado cuenta? Hay un Santa Cruz que fallece como un pez recién pescado (dando bocanadas como si creyera que todavía respira en su mundo de agua), y me refiero a la Rambla, cada día más muerta y desarmada.
No obstante, el amplio paseo aún respira ese encanto decadente. O el de saber que vas a estar en un bar, devorando tu hamburguesa y tu cerveza de espuela, mientras esperas ya sin inquietud a verles llegar. Me refiero a los policías municipales, quienes conminan en la voz de sus valientes agentes al cierre del bar. Y los bares.
Para ello hay que estar presto para escuchar la razón del guindilla, lo que incluye patéticas amenazas veladas al dueño del garito. Ese vietnamita que todos conocemos y cuyo único pecado conocido es el de brindar un bocado caliente antes de irnos a la cama solo o en compañía de otros…
”Mi Santa Cruz”, pienso resignadamente, aunque lamento preguntarme por qué los guindillas no hacen lo mismo en esa especie de Las Vegas con fecha de caducidad que es la zona de La Noria. Pienso, luego existo, que en mi territorio o en esa especie de zona “vigilada” que es la Rambla la orden judeomasónica es la de no dejar hacer… Pese a todo (¡¡¡no pasarán!!!) aún hay bares y pubs que todavía tienen ganas de guerrilla.
No obstante, se acata la orden. Soy un amargo consciente.
Por eso, creánme, asisto como si de una pesadilla delirante se tratara a cómo el munipa de turno le sugiere al vietnamita de turno a que cierre su garito de turno. Lo que me hace reflexionar otra vez (con el dolor de cabeza que produce) en qué sitio me encuentro con la pesada digestión de la hamburguesa dando protestas en mis estómago.
Para remachar la noche, y quizá para que sea consciente que la ironía forma parte del destino, cuando enfilo a casa un coche se detiene y una chica me pregunta si conozco algún bar cercano donde se pueda comer algo.
“Hey”, le contesto, “estás es una capital de provincias. Todo está cerrado”.
Sigo caminando. El coche arranca.
Harry Palmer se quita las gafas y se dirige a su santuario. Donde ya no tiene frío ni la molesta necesidad de salir a ver gente…
En fin, que tú, tú y tú ya saben…
Saludos con ligero aroma a derrota desde este lado del ordenador.
Julio 25th, 2009 at 12:20
¡Pues sí!
Harry Caine casa perfectamente en esa zona “maldita” desde hace tanto tiempo. Imaginemos la llegada de los guindillas sudorosos y aburridos a la zona conflictiva. Por fin algo que hacer en esta ciudad, donde lo más grave que ocurre es que unos locales cierren algo más tarde en verano… Con lo fácil que sería que todo el mundo se fuera hacia la costa. Allí amontonaditos con la gente monísima.
Exterior.Noche. Los funcionarios invitan a los últimos clientes a volver a sus casas, mientras piden a los dueños todas las licencias y papeles administrativos imaginables. Palmer sólo en una mesa, recostado, les mira sin interés, hasta que…
Pagaría por ver algo así.
No se ha dado cuenta, Editor, que el ciclo cambió hace tiempo? Unas zonas sobreviven asfixiadas y otras crecen porque sí (y con mucho apoyo, todo hay que decirlo). La fauna de las Mesitas cambió, la fuente se fue y volvió siendo otra (chiquita, chiquita), la esquina se quedó sin carteles de cine.
Abrá que adaptarse, como a los bocadillos de pollo. Ya no son de pollo, pero mejor no preguntar.
¿Mejor no preguntar?
Julio 25th, 2009 at 16:06
Harry Palmer se nos vuelve a Londres un día estos.
Julio 25th, 2009 at 19:00
Hoy escuché una definicíon del calléjón del 18 de Julio que me hizo mucha gracia por lo adecuado: “El Callejón del Fracaso”. Ahora que está de moda cambiar las calles con nombres de generales franquistas por nombres tan poéticos como “Calle de los Sueños” y cursiladas por el estilo, sería interesante proponer a los señores feudales del ayuntamiento que tomaran esta propuesta. “El Callejón del Fracaso”. Como símbolo de esa zona O, esa zona abandonada y moribunda de la rambla, que tanta vida cultural reunió en su época. Ahora, entre locales con el cartél de “se alquila”, languidece, día a día, como las flores que planta Zerolo a mayor gloria de su cuenta corriente. Cuando nuestro insigne Bercedo cantaba aquello de “Santa Cruz muere de soledad”, no se podía imaginar lo que nos traería este futuro de políticos ladrones, ineptos y patéticos. Santa Cruz ya no muere, está momificado. Otra momia guanche que nadie quiere ver.
Julio 28th, 2009 at 19:21
Eduardo, cómo disfruto leyéndote!!! La verdad es que Santa Cruz da pena, pero lo que me he reído imaginándome a los del Imperio de la Ley “apatrullando la ciudad”…