Goya 2010: El día de la bestia

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Veo la gala de los Goya con la sombra de la duda planeando en la cabeza.

La sombra se desvanece afortunadamente a medida que transcurre la fiesta al comprobar con sorpresa que el actual presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Álex de la Iglesia, sabe llevarse el gato al agua.

Primero: Se imprime a la hasta hoy pesada ceremonia de cierto orgullo celtibérico.

Segundo: Se intenta dejar claro, bien claro al sector y a los espectadores que resignadamente consumen cine español, que éste está hoy más unido que nunca.

Así que no hay paso a polémicas.

Los cineastas contra la orden mantienen la boca cerrada porque en bocas cerradas no entran moscas. Alguno de ellos incluso sonríe resignadamente cuando suenan alusiones que, de manera muy velada, se pronuncian en una noche que, vista desde la comodidad de mi casa, me sabe a relajada y feliz.

Muy bien conducida por Andreu Buenafuente  –que cuenta con tablas suficientes para no ser protagonista como en ediciones anteriores sí nos acostumbraron especímenes como  José Corbacho– y con momentos emotivos como el anuncio de que Antonio Mercero padece alzheimer o que Pedro Almodóvar se reconcilia con la Academia gracias al pesado de Álex de la Iglesia me digo lo de ¡caray, hasta aquí llega el “buen rollismo rosillímo” al que últimamente se aferra el Gobierno de España para negar las evidencias..!

En fin…

Que confieso que me noquean los emocionados y justos aplausos a los ausentes (José Luis López Vázquez e Iván Zulueta) y que aplaudo por mediático el notición que supone para la prensa del corazón (y el cine español) que Penélope Cruz y Javier Bardem aparezcan juntos en una noche que, me hace pensar, “¡estos Goya 2010 salen tan bien porque saben devorarse a sí mismos!”

Reflexionen.

En contra de otros años ahora sí que se reivindica el provinciano glamour del cine mesetario. Y el de un sector que aspira a vender el mensaje de que pese a sus notables diferencias ¡¡¡Es una gran familia!!!

Así que escucho en mi cabeza la voz del inoldivable Pepe Isbert gritando lo de ¡Chencho, Chencho..!

Independientemente de los premios –donde cabe destacar que el guionista y cineasta grancanario Mateo Gil se hace con el Goya al mejor guión original junto a Alejandro Amenábar por Ágora así como con el de mejor cortometraje de ficción por Dime que yo – concluyo como espectador que la gala es un éxito. Pero sobre todo un éxito porque saber vender que el cine español está unido y dispuesto a seguir comiendo mercado.

Más que sea nacional.

En este sentido, destacables son las palabras de “humildad” que tiñen el discurso del presidente de la Academia.

Habla de ombligos (por un momento creí que se refería a Canarias), trabajo y arrimar el hombro. También de estar contentos.

“Tenemos motivos para estarlo. El cine hecho en este país ha vivido en 2009 uno de sus mejores años. No sólo por la taquilla. Este año nos hemos sentido vivos. Más vivos que nunca. Un año comprometido con nuestra profesión y con nuestro sector. Un año polémico, complicado, con desacuerdos y desencuentros. ¡No puede ser de otra manera! Somos así, como una imagen grotesca de nuestro propio entorno. Sin embargo, podemos cambiar”, dice.

Y añade: “(…) Tenemos que cambiar, pero unidos. Tenemos un frente común y los mismos objetivos. No es tan difícil. Para todo esto necesitamos cobertura. Necesitamos leyes que protejan la coexistencia de todos los sectores industriales, y eso incluye también al cine. Desde aquí quiero hacer un llamamiento a los grupos de poder que pueden facilitar este cambio. Me refiero a las televisiones.”

Y termina: “Televisión Española sigue demostrando su compromiso, sin el que, les aseguro, sería muy difícil la existencia del cine en España. A las restantes no les pedimos su generosidad, sino que les ofrecemos nuestra disposición a trabajar, para demostrarles que juntos podemos acercarnos a lo que todos queremos: la mayor calidad para nuestros espectadores. Las televisiones han ayudado a levantar películas que gozan de un éxito internacional inimaginable hace unos pocos años, proyectos rentables con un enorme prestigio y una imagen extraordinaria para sus productores. Eso sólo lo consigue el cine. Por favor, no lo olviden.”

Y yo, tirado en el sofá de casa y como espectador, me comprometo a no olvidarlo.

Sólo que se me hace difícil –una vez se disgrega en el disco duro de mi memoria el glamour con olor a callos y a crema catalana de la gala– imaginar que tal y como están las cosas el cine español sea capaz de producir “primeras películas a cineastas noveles” en ese futuro mágico y de colores que espera vislumbrar el director de películas como El día de la bestia.

Pienso que él, como tantos otros, nacieron antaño gracias a la serie Z en un país que podía permitírselo.

Y tal como están hoy las cosas (cineastas contra la orden remember): NO.

Fue una bonita gala la de los Goya 2010.

¿Verdad?

¿Verdad?

(*) No es capricho, la imagen que acompaña estas líneas es Saturno devorando a un hijo de, ironías de la vida, Francisco de Goya.

Saludos, no future, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Goya 2010: El día de la bestia”

  1. Tin Says:

    Ya, pero apenas se premiaron los trabajos de películas modestas, de esas que tienen que seguir existiendo pero que muchos se están empeñando en borrar del mapa. No sé, no me convence todo eso del buen rollismo, y mientras, matan por la espalda al mensajero.

  2. bien Says:

    no he visto la gala. entre otras cosas porque me encontraba fuera del país. me alegro de escuchar comentarios y críticas tanpositivas. pero álex de la iglesia ha tenido una participación nefasta en todo lo referente al conflicto entre ministerio y cineastas independientes. nefasta en cuanto a fondo y formas. con desplantes. con llamadas de presión a voz en grito. con acusaciones de que Cineastas no se habían leído ni la ley ni la orden cuando el que no lo había hecho era él, y cuando lo hizo le lloraba a un importante cineasta contra la orden diciendo que, ay, que era verdad, que lo habían engañado. entre otros desaguisados, se sumó a la campaña de presión del ministerio contra cineastas cuando Bruselas dijo que tramitaría la cosa por la vía lenta: ministerio y álex de la iglesia en nombre de la academia argumentaron entonces que aquello suponía el paro de rodajes, la paralización del cine español, acusando a cineastas contra la orden de todo ello. todo ello para presionar y echar encima de cineastas contra la orden a la opinión pública y al resto de los cineastas del país, cuando lo de bruselas ni suponía la paralización del cine español, ni afectaba a los rodajes, ni era responsabilidad de los Cineastas contra la orden.

  3. editorescobillon Says:

    Lo que cuentas Bien me ha dejado de piedra, así que haciendo uso de uno de los títulos de la filmografía del cineasta y hoy presidente de la Academia, parece que ésta se ha convertido –así, de repente– en una (su) comunidad.
    Saludos.

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