Travis Bickle se llama Marlou Diesel

Uno conduce toda la noche, y como dice Sullivan, “es otro mundo.” El único del turno que lleva a los yonquis a comprar caballo a La Cuesta  Piedra soy yo. Los demás dicen que no llevan a esa gente porque no pagan. A mi siempre me pagan hasta la espera. En realidad no los llevan porque les tienen miedo, miedo a ellos y a ciertos barrios de la ciudad a ciertas horas. Sé de muchos que se dejarían matar antes que llevar a alguien al Cuarto Distrito.”

(De la luz verde del Pájaro Azul, Retrato de Marlou Diesel, Marcelino R. Marichal)

En la película Taxi Driver dirigida por Martin Scorsese y escrita por Paul Schrader se cuenta la vida un taxista llamado Travis Bickle (Robert De Niro) que recorre como un alma en pena las calles de la ciudad de Nueva York mientras los pasajeros que transporta le cuentan sus penas y en ocasiones incluso desnudan su alma. Película que para quien les escribe continúa siendo junto a Toro salvaje la obra maestra de un cineasta que también tocó el cielo con Uno de los nuestros y Casino, Taxi Driver es un poema urbano sobre la soledad con un protagonista, un taxista ex veterano de Vietnam y algo tarado, que busca su lugar en el mundo.

El filme, al que el paso del tiempo ha convertido en un clásico, no ha generado sin embargo títulos que intentaran ver el mundo desde el punto de vista de quien conduce noche y día escuchando los lamentos de los demás. De quien tiene la vista fija en la carretera y también en el espejo retrovisor como si éste, el espejo retrovisor, fuera una hermosa e inquietante metáfora de la vida de los otros.

Ya saben, el taxista solo conduce, va de un lado al otro recogiendo y dejando gente con sus miserias y alegrías. Sube y baja la bandera mientras observa la carretera y por el espejo retrovisor al nuevo cliente.

Por todo ello, era inevitable que pensara en Taxi Driver al leer Retrato de Marlou Diesel, de Marcelino R. Marichal (Colección Burro, Tierra de Asir, 2004), un título que goza de la categoría de culto entre los iniciados que me lo recomendaron hace apenas unos meses.

De su autor, solo conocía el volumen de relatos Y fumar puede matar (Ediciones Aguere/Idea, 2010), un libro que, francamente, me dejó indiferente en su momento, por lo que recibí los elogios que otros me hacían sobre Retrato de Marlou Diesel con un resignado encogimiento de hombros. Preocupado además por las buenas sensaciones que intentaban transmitirme todos ellos acerca de una obra que, reitero, parecía ser una especie de icono al que tener que rendir culto.

Por aquello del azar, finalmente logré hacerme con un ejemplar de Retrato de Marlou Diesel en un conocido bar de la capital tinerfeña. El libro estaba metido en un sobre marrón y dirigido a mi atención y lo recogí a una hora de la noche en la que parece que  tus fantasías por fin se van a convertir en realidad aunque, lamentablemente, al día siguiente compruebes con un formidable dolor de cabeza que no fue así.

Abrí pues el sobre marrón, y lo primero que me sorprendió de Retrato de Marlou Diesel fue el número de sus páginas, apenas sobrepasaba el centenar. También que se trataba de cuentos, relatos.

Trece en total.

Una cita de la que quizá sea una de las mejores obras de Fiodor Dostoievski (Memoria del subsuelo) abre este volumen que muestra en portada al autor rodeado de tuneras y la copa de una palmera al fondo. Y me tiro de cabeza sobre sus páginas con la enojosa sensación de que aparco momentáneamente otros libros que me están ayudando tanto a seguir vivo.

Y leo.

Y leo.

Y leo.

La historia de un taxista, Marlou Diesel, que recorre por la noche las calles de La Laguna y Santa Cruz de Tenerife.

Y leo.

Y me sorprende el retrato de la noche que su autor, Marcelino R. Marichal, hace de los tristes gatos pardos que pueblan la geografía nocturna de estas dos ciudades a las que une el cordón umbilical de una carretera y una autovía. Y me quedó conmocionado con algunos relatos. Porque encuentro en ellos esa misma poesía urbana sobre la soledad que en su día descubrí en Taxi Driver.

Y sé, que detrás de los momentos que describe este Marlou Diesel, se esconde un escritor de verdad cuando escribe de y desde la verdad.

Es decir, que lo que me atrae y atrapa de Retrato de Marlou Diesel es cuando cuenta las experiencias como taxista de su protagonista recogiendo a toda esa fauna que vive en nocturnidad y alevosía.

Hombres y mujeres que pueblan ese mismo territorio en el que me muevo –y pienso que vivo– pero que solo sale de noche, con todo lo que implica la noche, que es ese tiempo en el que parece que no hace falta ponerse la máscara que sí nos colocamos sobre la cabeza de día.

Diesel escucha sus miserias mientras no deja de contemplarlos por el espejo retrovisor.

Por ahí van desfilando prostitutas, travestís, yonquis –es decir, todos nosotros pese a que nuestra vida sea diurna y no nocturna– que cuando cae el sol sabe que de nada sirve colocarse la careta para esconder lo que realmente somos: gente sin rumbo ni concierto, víctimas en definitiva de una conspiración que nos hemos tejido nosotros mismos.

Algunos conscientes y la mayoría inconscientemente.

Y de fondo, dos ciudades de provincia de noche.

Noche que rompe los faros de un taxi –el metafórico Pájaro Azul– hasta que llega la luz de un amanecer que solo va a traer más oscuridad, si cabe, sobre sus gentes disfrazadas en lo que parece un perpetuo y malévolo carnaval.

Porque todos, al final, solo quieren huir de la cruda realidad.

Retrato de Marlon Diesel no es un libro redondo.

Pero de sus trece relatos me quedo con tres piezas que te estrujan y acongojan el alma.

Me refiero a De la luz verde del pájaro azul, Roto corazón y El dedo de Dios.

Tres cuentos que han sabido conmoverme. También pasar miedo pese a que Marlou Diesel desarme por manera de ver y entender la vida. Casi como si pareciera que para él todo lo malo y bueno que puede sucederle dentro del taxi fuera lo mismo.

Calle Juan de Vera, esquina Herradores. Alguien que levanta el brazo. Decido hacer la última carrera antes de irme a la pensión. Pareo y se sube detrás un tipo que me dice que lo lleve a Los Gladiolos. No es una de mis carreras favoritas, el material que venden por allí está muy cortado y eso hace enloquecer a la gente. Le echo un vistazo por el retrovisor y me quedo tranquilo. Apago la luz verde y me pongo en marcha para coger la autopista. Se trata de un tipo normal, claro que a estas horas no hay ángeles despiertos.” (Roto corazón).

“- ¿Quieres un francesito, mi vida?.- dijo de pronto. Creí que era alguna buscona que no encontraba clientes y le dije que no tenía dinero mientras miraba por el retrovisor. Había cierto tufillo a podrido, me intrigaba una bolsa plástica que la mujer llevaba entre las manos” (El dedo de Dios).

Ahhhhh

una buena noticia.

Al parecer, Ediciones Aguere/Idea planea reeditar Retrato de Marlou Diesel.

Y si bien no es un libro de culto sí que tiene algo.

Yo lo llamo verdad.

Verdad.

Saludos, mirando por el retrovisor, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Travis Bickle se llama Marlou Diesel”

  1. Insaciable Says:

    ¿Dónde podría encontrar este libro?

  2. admin Says:

    Pues lo que informo en el post… Por el momento es prácticamente difícil hacerse con un ejemplar aunque, parece ser, Ediciones Aguere/Idea barajan la posibilidad de editarlo de nuevo.

  3. ANGHEL MORALES Says:

    Efectivamente, este libro está previsto editarlo en los meses finales del presente año.

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