Travestís por obligación
A MODO DE INTRODUCCIÓN
El cine se ha ocupado en numerosas ocasiones en vestir a hombres como mujeres. Situaciones por norma general diseñadas para provocar, si no la carcajada, sí que al menos la sonrisa del espectador en comedias que, como Con faldas y a lo loco, han contribuido tanto a demostrar que nadie, absolutamente nadie, es perfecto.
En esta lista solo repasamos, sin embargo, algunos títulos donde sus protagonistas deben de simular que son del otro sexo por obligación, descartando otras cintas en las que se narra la ironía de encerrar en un cuerpo masculino a personas que se sienten mujeres (Transamérica, Juego de lágrimas, La jaula de las locas, un travestido Johnny Depp en Antes que anochezca) y aquellas en las que el travestismo es a la inversa. Es decir, mujeres que se hacen pasar por hombres (Víctor o Victoria, Shakespeare in Love, Yentl, Albert Nobbs, Boy’s don’t cry), tema que no descartamos preparar en próximas entregas de este su blog El Escobillón.
En cuanto a la selección de títulos hemos pretendido ser de lo más variado. Es decir, que haya un poco de todo. Drama, comedia, terror… Algunas de las cintas escogidas como Psicosis, Vestida para matar, La caída de los dioses y El silencio de los corderos observan el travestismo desde una perspectiva poco favorable, aunque otras sí que proponen un divertido y afortunado juego de cambio de roles, como La novia era él o Con faldas y a lo loco, dos títulos que han sabido resistir la prueba del tiempo.
Somos conscientes, como siempre, que hay más títulos, películas que omitimos por despiste –varias de ellas de Pedro Almodóvar, entre otros– , pero en este juego tontorrón que tanto nos gusta a los escobilloneros de pro, creemos que las que están sí que son todas aquellas que, ya saben, deberían de estar.
LAS PELÍCULAS
Muñecos infernales (Tod Browning, 1936).- No se trata, a mi juicio, de uno de los mejores títulos en la filmografía de Tod Browning pero el filme respira aún encanto pulp y unos efectos especiales que, pese a quedar hoy muy anticuados, tienen malévola gracia. Lo mejor de esta película de y sobre venganza es continuar observando a ese pedazo de actor que fue Lionel Barrymore disfrazado como una amable ancianita que fabrica unos muñecos que, ya ven, sí que le regalaría a unos cuantos de mis mejores enemigos.
La novia era él (Howard Hawks, 1949).- No es que sea una de las mejores comedias de Howard Hawks, que lo es, sino que además es uno de los mejores y más divertidos trabajos que interpretó para el cine Cary Grant, que es algo así como el hombre que todos hemos querido ser. La película no deja de ser una deliciosa comedia romántica que obliga a Grant, un oficial y caballero del ejército francés, a vestirse de soldado (¿o será soldada?) para marcharse a los Estados Unidos con su divertida e irónica esposa, la siempre tonificante y actriz con carácter Ann Sheridan.
Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959).- Se ha escrito ya todo sobre esta comedia y se ha escrito ya todo lo que se tenía que escribir sobre su pareja de travestidos protagonistas, Tony Curtis y Jack Lemmon, pareja de músicos alocados que se refugian disfrazados de mujer en una orquesta femenina donde Marilyn Monroe toca el ukelele. Les persigue una siniestra banda de gángsteres que lidera un sosias de cara cortada, el gran George Raft.
Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960).- Cineasta camaleónico que sabía adaptarse a los tiempos, Alfred Hitchcock rodó una de sus películas más pequeñas y sin embargo más conocidas con saludable sentido del suspense. Hoy se trata de un icono del cine de terror, donde se la suele ubicar a la ligera, pero es que va más allá de cualquier trampa de géneros. Todo es perfecto en esta enfermiza película. Y cuando digo perfecto me refiero incluso a su desconcertante final.
El extraño viaje (Fernando Fernán Gómez, 1964).- Si han visto esta comedia negra entenderán las razones de que no expliquemos los porqué incluimos está película en esta lista de travestis por obligación. No queremos aguarle la fiesta a futuros espectadores de un filme que por derecho propio se ha convertido en un clásico del cine español. Cine costumbrista teñido de negro. Filme maldito en una España de blanco y negro.
La caída de los dioses (Luchino Visconti, 1969).- El feroz, familiar y amarillista retrato familiar que ofrece Visconti sobre la sordidez del nazismo se visualiza entre otras escabrosas escenas en esa en la que Helmut Berger, transmutado en masculina Marlene Dietrich, se pone a cantar como un ángel azul.
Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1972).- Que José Luis López Vázquez fue uno de los grandes actores del cine español no creo que nadie lo ponga en duda a estas alturas. La gracia es que el actor no solo fue un grande de nuestra comedia (su señoritaaaa permanecerá vivo en mi memoria mientras viva) sino también de eso que llaman drama. Vean si no la espectacular y sombría El bosque del lobo (Pedro Olea, 1971) y travestido –¡no ha descubierto que es un hombre!– como señora de provincias en esta Mi querida señorita. Un filme muy triste, triste de verdad.
Un hombre llamado Flor de otoño (Pedro Olea, 1978).- El maquillaje no le sienta nada bien a ese cara de acelga que es José Sacristán, quien se disfraza de señora con aspiraciones terroristas en la convulsa Barcelona de los años veinte.
Vestida para matar (Brian de Palma, 1980).- No vamos a desvelar nada por si no han visto este thriller del más hitchcoriano de los cineastas norteamericanos actuales pero baste decir que la broma, macabra, me sorprendió cuando vi la película por primera vez.
Tootsie (Sydney Pollack, 1982).- Por razones laborales a un actor en paro no le queda más remedio que cambiar de identidad para hacerse un hueco en un culebrón de televisión. El actor, disfrazado de mujer, se convierte en estrella y encima se enamora de una jovencísima Jessica Lange. ¿Alguien da más? Pues sí que lo da, su nombre: Dustin Hoffman.
La tía de Carlos (Luis María Delgado, 1982).- Personalmente me carga bastante Paco Martínez Soria aunque le reconozco el esfuerzo que tuvo que hacer en esta película: disfrazarse de mujer por el bien de la familia. Como toda película del Martínez Soria, estamos ante una cinta roñosa pero de indudable calado sociológico para entender la España profunda que aún existe gracias a programas como Sálvame.
El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991).- Un asesino en serie, apodado por los medios de comunicación como Buffalo Bill porque arranca minuciosamente la piel de sus víctimas para hacerse un trajectio de mujer, reúne a un inquietante dúo de investigadores. Una agente del FBI de provincias y un psicópata que ha hecho del crimen una de las bellas artes. El filme tiene obvias lecturas siniestras e ideológicamente enfermas, no obstante, se trata de uno de los thrillers más recordados de los últimos años y es el culpable directo de convertir a esos monstruos depravados que son los asesinos en serie en algo así como estrellas de rock and roll. La culpa la tuvo el doctor Lecter, encarnado por un en aquel entonces discreto Anthony Hopkins.
Señora Doubtfire (Chris Columbus, 1993).- Robin Williams, padre separado, no puede ver a sus hijos pero se niega en redondo a ello. ¿La solución? Disfrazarse de asistenta. ¿Consecuencia?, que yo todavía tengo pesadillas con su álter ego femenino, la dichosa señora Doubtfire.
Ed Wood (Tim Burton, 1994).- La mejor película de Tim Burton cuenta con tono épico y desenfadado la historia de quien ha sido catalogado como el peor director de la historia del cine, Ed Wood, un artista fracasado por vocación al que le gustaba disfrazarse de mujer –y en especial si las prendas eran de ángora– aunque fuera un confeso heterosexual. Insertamos la película de Burton en esta lista de hombres que se visten de mujer por necesidad porque, en el caso de Wood, vestirse de mujer sí que fue una necesidad. La primera película del cineasta contó, además y a su peculiar manera, esta pulsión: Glen or Glenda (1953).
Y hay más, claro que hay más…
Saludos, volveremos, desde este lado del ordenador.
Enero 16th, 2014 at 19:59
Magnífico, magnífico.
Enero 17th, 2014 at 13:28
Muchas gracias, Paco. Un abrazo.
Octubre 29th, 2018 at 4:01
Ni la naturaleza se equivoco; ni tampoco Dios se equivoco. Lo que usted vea frente a un espejo eso es usted Ni la naturaleza; ni Dios se equivoco cuando le dio lo que le dio. Posiblemente usted haya sido ignorado maltratado abusado; incomprendido; pero lo peor que podría hacer es añadir un mal mayor a su condición; dando lugar a amputaciones y daños con altísimos riesgos para la salud de las personas.