En tierra de demonios, una novela en clave fantástica-terrorífica de Elizabeth Caballero
“Fuera la ciudad parecía haberse puesto de acuerdo con mi estado de ánimo. El cielo se había teñido de gris y el aire, de repente gélido, amenazaba con traer antes de tiempo al otoño. Caminé por Mesa y López ajena a la gente que me rodeaba. Intentaba evitar los escaparates que pudieran recordarme quién era o quién no quería ser, mientras pensaba en qué perder el tiempo.”
(En tierra de demonios, Elizabeth López Caballero, Editorial Seleer)
Algunos se llevarán espantados las manos a la cabeza frente a lo que ya comienza a ser un fenómeno. Y se las llevarán porque los relatos que está publicando una serie de escritores que aún disfrutan de juventud divino tesoro puede ser cuestionado por su carácter primerizo, aún con balbuceo, pero no por recorrer caminos que hasta ahora eran prácticamente intransitados entre los narradores de otras generaciones nacidos o residentes en unas islas que parecen abandonadas de la mano de los dioses.
No, no me refiero a un género que, como el policíaco, ha terminado por instalarse en la peculiar república de las letras con acento de aquí, sino a otros géneros que, como el fantástico, comienza a hacerse paso a base de codazos y un hagan sitio, hagan sitio cuya intención es firme: quiero quedarme
El movimiento todavía se encuentra en estado embrionario, aunque cuenta ya con notables escritores, algunos ya consolidados y reconocidos como Víctor Conde y otros en los que se puede detectar un aliento por lo extraño como Tomás Felipe y Ángel Luis Marrero Delgado, el primero recurriendo a un inteligente mestizaje con el policíaco y el segundo a una insólita y atractiva traslación del universo lovefcraftiano a la geografía de las islas.
En tierra de demonios es la segunda novela de Elizabeth López Caballero. Y parece ser que la historia está basada en un hecho real. Se trata, en todo caso, de una novela que apuesta por el terror en su vertiente de brujería y que algún lector iniciado podría evocarle películas como Los creyentes (John Schlesinger, 1987) y estirando las siempre odiosas comparaciones con esa obra redonda de lo fantástico que es Esposa hechicera, de Fritz Leiber.
Escribimos evocar porque En tierra de demonios, cuya acción transcurre en la capital grancanaria en nuestros días, versa sobre estos temas, variante santería, aunque lo más interesante a mi juicio del relato sea el proceso de aniquilación psicológica y física que sufre la protagonista cuando cae en las redes de una religión que, en este caso, es presentada con objetivos hostiles.
La novela comienza muy bien y sabe atrapar la atención del lector, aunque empieza a reblandecerse a medida que vamos sumergiéndonos en el infierno en el que se va metiendo su joven protagonista ya que los hechos que describe no terminan de encadenarse con la consistencia que se debiera. En especial lo que es real frente a lo posiblemente irreal.
En este sentido, los interrogantes que López Caballero suscita empiezan a desvanecerse bien avanzado el libro, y cierras puertas –creo que involuntariamente– a una atrevida e inquietante cuestión sobre, precisamente, qué es lo real frente a lo irreal. O cómo hacer frente a una enfermedad que hace creíble lo increíble, como es dar vida a nuestros propios demonios.
Con todos sus peros, que los tiene, En tierra de demonios me sabe a un libro pionero no solo por las posibilidades que plantea sino como tarjeta de presentación de un género como es el fantástico que comienza a salir del armario con la cabeza bien alta en este archipiélago que, como sugiere la autora de la novela, a veces parece que vive hechizado. Atrapado en su propia espiral de demonios, la mayoría de ellos, me temo, de carne y hueso.
Saludos, será cuestión de releer a Lydia Cabrera, desde este lado del ordenador.
Mayo 28th, 2014 at 16:09
No he leído esta novela pero por lo que sugiere el editor del blog no pone muy bien a la santería, una religión que tiene varios siglos de antigüedad y que no entraña nada malo. No soy practicante, pero conozco por amigos que sí lo son algunos de sus ritos y todo debería de quedarse en una cuestión de creencias. Un saludo