Colisión, una novela de Mariano Gambín
“El checheno se maravillaba de la estupidez occidental. ¿A quién se le ocurría tener una refinería dentro de la ciudad? La verdad es que los objetivos que brindaban los países del primer mundo eran de lo más variado y de una facilidad pasmosa para los planes de los combatientes en lucha de los países oprimidos.”
(Colisión, Mariano Gambín. Roca Editorial)
Mariano Gambín es un caso singular en las letras que se escriben en Canarias. Singular porque hasta su irrupción en esta siempre caprichosa república con Ira Dei, ni lectores ni escritores, ni libreros, ni editores conocía hasta entonces quién era Mariano Gambín.
Un escritor que consiguió lo que no alcanzan otros escritores o gente que dicen que son escritores con su primer libro: vender y que se transformara en algo así como un fenómeno editorial y literario en el archipiélago. Tanto, que una editorial nacional se interesó por su obra cuando apareció en el mercado El círculo platónico, novela que es la segunda entrega de lo que hoy se conoce como su trilogía de La Laguna, y que culminó con La casa Lercaro y que protagonizan cinco personajes que ya forman parte de la familia de los lectores que, como quien ahora les escribe, sigue la producción literaria de Mariano Gambín desde sus inicios.
Los personajes de estos tres relatos que transcurren en La Laguna, ciudad con historia y cuyo amor se transmite en cada una de sus páginas, son un policía, Galán; una periodista, Sandra; una arqueóloga, Marta y esa peculiar y ambigua pareja que forman Ariosto y su fiel ayudante Olegario. Estos dos últimos, con apariciones esporádicas de Galán y Sandra, son los protagonistas de la última novela del escritor hasta la fecha, Colisión, libro que hace el quinto en la bibliografía de su autor tras la aparición este mismo año de El viento del diablo.
Estos cinco títulos obligan a reflexionar que lo que comenzó siendo un fenómeno imprevisto en la república de las letras canarias ya no lo es. Y no lo es porque Mariano Gambín cuenta ya con una obra consistente. Un quinteto de novelas muy bien armadas cuyo estilo ha ido evolucionando con el paso de los años, dotando a sus personajes –los fijos y secundarios– así como a sus tramas de mayor densidad y complejidad.
Mariano Gambín conoce muy bien el territorio en el que se mueve por lo que sus historias por increíbles que sean, enganchan porque resultan creíbles. El escritor maneja muy bien las claves de thriller, y si hay una palabra que define Colisión es acción. Una acción trepidante que mantiene con vigoro pulso cinematográfico el interés del lector, quien devora en apenas unos pocos días sus más de trescientas páginas estructuradas en capítulos cuyas líneas finales invitan al continuará…
Colisión es, a mi juicio, la mejor de las cinco novelas de su autor y también una de las más arriesgadas al encerrar su acción en 80 frenéticos minutos en escenarios diferentes (un ferry catamarán, un crucero, un gran petrolero de bandera rusa, y el puerto de la capital tinerfeña) y pergeñar una trama que comienza a rodar con una maquiavélica operación terrorista que ejecuta un comando checheno.
Se dan en Colisión muchas de las constantes que ya define la literatura de Gambín, como son los espacios en los que se desarrollan sus historias. En este sentido, si en Ira Dei, El círculo platónico y La casa Lercaro era La Laguna y en El viento del diablo el desierto, ahora son tres barcos los escenarios en los que se desarrolla su nueva aventura. Una aventura que demuestra lo frágil que es el cinturón de seguridad que rodean a las islas y lo escalofriantemente sencillo que es construirse un arma.
Se trata Colisión de una novela en la que su autor ha refinado su estilo y en la que se agradece acentúe un humor que sirve para relajar la tensión de la trama. Una trama que describe el secuestro de un comando terrorista checheno a un ferry catamarán que cubre la ruta Agaete (Gran Canaria) con Santa Cruz de Tenerife con el objetivo de usarlo como un mísil contra el gran petrolero de bandera rusa que fondea en el puerto santacrucero. Lo que no saben los terroristas es que entre los pasajeros se encuentra dos de los personajes habituales de las novelas de Gambín: el refinado Ariosto y su fiel chófer Olegario.
Entiendo Colisión como una novela marítima más que terrestre, si bien parte de la acción se desarrolla en tierra, en concreto en el frente costero de la capital tinerfeña, aunque el grueso de la historia tiene lugar en ese catamarán en estado de alerta que, a su manera, es otro de los protagonistas una novela que, reitero, cuando se lee resulta imposible dejar de lado.
Tiene además la virtud Colisión de suscitar preguntas en el lector. Algunas de ellas rondan todavía por mi cabeza y una de ellas es, precisamente, ¿qué pasaría si lo que narra con tanto nervio Mariano Gambín ocurriera en realidad?
Llevo mascando esta cuestión desde entonces, aunque prefiero pensar que a veces la ficción sí que supera a la realidad.
Saludos, el tiempo se nos ha vuelto loco, desde este lado del ordenador.