Norte contra Sur
No tuvo el éxito de las aventuras de Richard Sharpe, así que de las crónicas de Starbuck se han publicado en España solo dos de las cuatro novelas que hasta ahora ha dedicado al personaje el escritor británico Bernard Cornwell, un autor que ha hecho dinero en la literatura histórica y de aventuras, género que lo ha consagrado por otra parte como uno de sus escritores más populares.
Las novelas de Cornwell están protagonizadas por soldados y guerreros, con independencia de la época en las que las desarrolle, y están escritas con un sobrado orgullo británico que irrita a los que no son hijos de ese país. Los ateos, es más, si creyeran en Dios, se atreverían a decir que es inglés, que no británico aunque las cosas hayan cambiado mucho con el devenir implacable del tiempo y de aquel imperio que se forjó con sangre y fuego ya no quede nada.
Para los que no lo saben, la serie más conocida del escritor es la que protagoniza el fusilero Richard Sharpe durante la campaña peninsular que lord Wellington realizó en España hasta expulsar a los franceses de suelo español, y en todas estas y otras novelas prima la aventura y la descripción de escaramuzas y grandes batallas, no el retrato vigoroso de personajes. Los personajes en las novelas de Cornwell son lo de menos, y más que hombres y mujeres con sustancia, son más bien lo contrario, figurines que coloca en situaciones extremas y soldados que aman su oficio, que es el de la guerra.
Advertidos quedan. Bernard Cornwell se mueve muy bien en las operaciones militares, en cómo narra las batallitas. Y batallitas y batallas hay muchas en las dos primeras entregas de la serie Starbuck: Rebelde y Copperhead, en la que describe cómo un ciudadano del norte, de Boston, concretamente, termina combatiendo del lado rebelde al estallar la Guerra de Secesión (1861-1865).
Una vez puesto en situación al personaje, el escritor lo rodea de secundarios que están cortados por el mismo patrón que la tropa que rodeaba a Richard Sharpe. Y como éste, no se preocupa en contarnos sus contradicciones internas (la de un hombre del norte que lucha con los del sur sin creer en su causa) sino en la lealtad que forja con los que combaten a su lado.
Starbuck como Sharpe no se hace preguntas, y solo espera la batalla para mostrar su lado más salvaje y depredador, un instinto belicoso que se caracteriza además por una notable capacidad para la organización y la estrategia militar.
Quién espere encontrar en estas dos novelas de Starbuck una crítica al esclavismo que defendían los rebeldes que se olvide porque si bien aparecen esclavos y antiguos esclavos que han sido liberados, forman parte del paisaje, como los árboles y las montañas.
El interés de estas novelas es observar cómo Bernard Conrwell mezcla historia con ficción y cómo combina una con otra. Por un lado, describiendo cómo debían de sentirse los ciudadanos de Richmond, capital de los estados confederados, los primeros meses de la guerra ante la amenaza de invasión del gran ejército del norte, así como la creación de un primitivo servicio de inteligencia que fue clave para que los rebeldes continuaran la guerra cuatro años más, y eso con muchísimos menos hombres y recursos materiales.
No son Rebelde ni Copperhead obras maestras. La primera de hecho no termina por ubicar a un personaje que, como a Richard Sharpe, le pasan muchas cosas. Demasiadas antes de llegar a lo que de verdad le importa al escritor: la descripción de las batallas. Los movimientos tácticos y el combate cuerpo a cuerpo.
Lo que menos importa, decíamos, son los personajes y el buen curso del relato. Aunque pergeña algo más o menos con estas intenciones para justificar el generoso número de páginas de cada uno de sus libros. Un guiño para los seguidores de Sharpe en Copperhead, la aparición de un oficial del ejército francés que asiste como observador a esa guerra que enfrenta a hombre del sur con los del norte, y que resulta ser hijo de… sí, el mismo Richard Sharpe, aunque nunca se dice su nombre. Lo dicho, un guiño a los aficionados a las novelas que se han escrito hasta la fecha sobre más que un personaje, un semidios de la guerra.
Saludos, tiros y más tiros, desde este lado del ordenador.