La vida en silencio, una novela de Ana García-Ramos del Castillo
Tras la publicación de Tanto para nada (Baile del sol, 2017), Ana García-Ramos del Castillo regresa ahora con una novela en la misma editorial, La vida en silencio, que mantiene con la primera una serie de constantes que dan cierta solidez al universo narrativo de la autora.
Entre otras constantes se encuentra la de situar la obra entre Tacoronte y La Laguna, también Madrid; contar una historia que protagonizan personajes masculinos marcados por un desarraigo material y espiritual cuando debido a las circunstancias deben de viajar fuera de las islas así como una época, la segunda década del recién estrenado siglo XX y la familia. La familia juega un importante protagonismo en estas dos obras que pueden funcionar como díptico de unos días cuya memoria se ha vuelto frágil con el paso de los años.
En cuanto al protagonista de ambas historias no deja de resultar llamativo que en Tanto para nada el exilio voluntario al que se somete el personaje decline en un final que por abrupto, producto del capricho del destino, resulte tan terrible a quien se adentre en el libro. Ahora en La vida en silencio insiste con más o menos acierto en el mismo tema solo que la ausencia de pertenencia se agrava con un personaje, Francisco, Paco, que es sordo y mudo, aunque estas ausencias físicas no le impidan que se desarrolle como hombre sobre todo cuando a finales de 1919 su padre, con la aprobación de la madre, decida enviarlo a Madrid para que ingrese en un colegio especializado en la enseñanza del habla y la lectura labial siendo aún muy pequeño.
La novela se desarrolla en varios escenarios aunque son claves los de Tacoronte y La Laguna, también el de Santa Cruz de Tenerife que une los rieles del tranvía. Las mejores páginas del libro, a título personal, son aquellas en las que el joven protagonista llega a la capital de España para comenzar sus estudios y quede abrumado ante el movimiento (sin sonido) de la gran ciudad. Resulta también excelente la manera en cómo la escritora sumerge al lector en otro tiempo, y los padecimientos que sufren sobre todo padre e hijo por la separación.
No queda demasiado claro, sin embargo, la interrupción del relato por una sobrina del protagonista, quien revisando entre las cosas de su tío Paco descubre algo que será determinante para el relato en las últimas páginas del libro y que no vamos a revelar para no expoliar un relato que pone de manifiesto la notable capacidad de la autora para contar historias de época, con gusto histórico, relatos de otro tiempo que sabe visualizar con credibilidad.
Como sucedió con Tanto para nada da la sensación que la historia que se cuenta en la novela está basada en hechos reales lo que acentúa el carácter emocional de algunas de sus páginas. En especial cuando describe la formación del joven en Madrid, un ambiente que al principio le abruma pero no por hostil, y en el que acabará por aclimatarse con el paso de los años. Tanto, que incluso será compañero de juegos de uno de los hijos del rey Alfonso XIII aquejado de la misma dolencia que Paco.
La historia narra éste y otros momentos decisivos en la vida de su protagonista y al estar escrito con voluntad de entretener enseguida capta la atención del lector. Se produce, en este aspecto, un fenómeno parecido al que pasó con la lectura de Tanto para nada, ponerse del lado de los personajes principales, personajes que en una y otra novela están unidos por un cordón umbilical invisible que bebe y respira en torno a ellos y sus relaciones familiares y sentimentales. Ambos personajes son jóvenes que están comenzando a crecer.
En cuanto a la ambientación, ya se dijo que Ana García-Ramos del Castillo se mueve muy bien en la época histórica en las que desarrolla ambas historias, y todo sin insistir demasiado en el período en el que tiene lugar el relato, que aparece como telón de fondo de unos días que, como los nuestros, solo son soportables gracias al amor y a la amistad. También al calor familiar, aunque la familia tenga a veces que tomar decisiones difíciles para mejorar la vida de los suyos.
El amor romántico es otra de las claves de esta novela, mucho más optimista que Tanto para nada.
La deficiencia auditiva que marca la existencia de Paco y de los suyos se suple con su pasión por los caballos y lo que siente ante una vecina que le corresponde pese a la hostilidad de los padres de ella. Merece la pena conocer como acabará esta relación y adentrarse en la vida y en la obra de un niño primero y hombre más tarde que hizo todo lo posible por vivir con dignidad y la cabeza bien alta en una sociedad que lo miraba con receloso desconcierto.
Saludos, libros, libros y más libros, desde este lado del ordenador