Las dos Amelias, una novela de José Luis Correa
Ricardo Blanco es uno de los investigadores privados más longevos de la literatura negra y criminal que se escribe en España.
En Las dos Amelias (Alba, 2020) ya son once las novelas que José Luis Correa, su creador, ha dedicado a su detective, a su cinéfilo caballero sin espada con conciencia social que aún mantiene cierta confianza en el sistema.
Los casos que hasta la fecha ha investigado suelen mostrar el lado menos amable del ser humano y sus policiales son procedimientos imaginativos que bien podrían formar parte de la crónica de sucesos. Estas novelas le sirven también a José Luis Correa para enseñar las miserias y vergüenzas que se dan en una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria, territorio en el que transcurren la mayoría de las investigaciones que le encargan y capital de provincias que es el otro gran protagonista de la serie. Una serie que con el paso de los años se ha ido volviendo más adulta sin perder, afortunadamente, su sentido del humor.
La mirada burlona, que no cínica, con la que Ricardo Blanco observa su alrededor está más próxima al carácter aplatanado (en el buen sentido de la palabra) que a la mirada cínica y en ocasiones amarga de otros grandes investigadores privados del género policial.
Está claro, tras once novelas dedicadas al personaje, que José Luis Correa conoce muy bien a su criatura. Ricardo Blanco ha crecido con él y es más que probable que como su autor, el protagonista de estas novelas ya no espere demasiado ni de la gente ni de sí mismo.
Mantiene, eso sí, la honestidad de siempre. Y sus amigos siguen siendo los habituales: su novia farmacéutica, el jefe de policía retirado y que ahora trabaja con él, la secretaria del despacho de investigaciones. Otro de los hallazgo de la serie y en los que insiste en Las dos Amelias es diseminar el texto con canarismos que no chirrían, palabras que ponen de manifiesto la belleza del modo de hablar en Canarias. De hecho, las voces canarias que asoman en el libro tienen la función de acercar y hacer más creíble a su protagonista a medida que se desarrolla la investigación.
Ricardo Blanco es un personaje bien definido y ajustado a los vaivenes en los que lo implica su oficio. El lector entra en sus historias a través de su cabeza, las narra en primera persona, así que conoce sus grandezas y debilidades porque Blanco, como cualquiera de nosotros, es un tipo gris que se caracteriza por un notable olfato para atrapar al culpable e, igualmente, conocer de que pie cojea. De su mano, sabremos de sus relaciones amorosas como laborales y nos acercaremos a su grupo, pequeño pero compacto de amigos.
Las dos Amelias responde a las expectativas que todo aficionado al género espera. Resulta sencillo adentrarse en el universo que José Luis Correa propone ya que conoce muy bien los códigos del policíaco para que el lector siga con curiosidad la investigación que inicia en cada uno de sus libros. En Las dos Amelias el brutal asesinato de una influencer en un hotel de la capital grancanaria durante la Feria del Libro que se desarrolla en la ciudad.
Este crimen le da la oportunidad al escritor para ofrecer un retrato no tan noble como podría esperarse de las interioridades de la misma Feria del Libro y cargar las tintas de paso contra los periodistas, que alguno aparece en este libro. Las dos Amelias proporciona interesantes reflexiones sobre Internet y las redes sociales y cómo éstas han transformado las relaciones entre las personas. Es decir, cómo hombres y mujeres que hasta el día de ayer eran perfectamente desconocidos de la noche a la mañana dan el salto a la fama a golpe likes.
Algunas de las mejores páginas de Las dos Amelias son las que dedica a la red y los efectos que tiene entre nosotros. Respecto al crimen y si leen la novela lo sabrán, José Luis Correa plantea una interesante reflexión sobre este mundo que ha disuelto las relaciones personales, generando nuevos monstruos que se mueven más que como peces tiburones en el océano de Internet.
El escritor emplea con oficio los resortes que dan cuerpo al género aunque quizá sea Las dos Amelias la novela más sujeta a las reglas del procedimiento policial de la serie. No olvida sin embargo el componente social que caracteriza al género y el retrato de secundarios que, como siempre, está eficazmente trabajado.
Que el libro atrapa está el hecho de que nada más llegar a mis manos lo devoré en apenas unas horas. Se tratan de casi doscientas páginas cargadas de emoción, la emoción que sacude como una corriente eléctrica a Ricardo Blanco a medida que ahonda en un caso donde nada es lo que parece.
Saludos, lecturas en tiempos de cuarentena, desde este lado del ordenador