El palacio oscuro, una novela de Mariano Gambín
Mariano Gambín representa uno de los casos más extraños de las literaturas que se escriben en Canarias. Extraño porque irrumpió en el universo literario sin que el resto de sus compañeros de letras lo conociera y extraño también porque con sus primeros libros, los que conformaron la trilogía de La Laguna (Ira Dei, El círculo platónico y La ira de Dios) rompió las expectativas de ventas al menos en Tenerife, convirtiéndose en uno de los autores más vendidos de la isla. Este éxito hizo que reparase en él una editorial nacional que apostó por publicar sus thriller de misterios tinerfeños en el mapa peninsular.
La popularidad de estas novelas han terminado por convertir a los personajes que protagonizaban las tres primeras entregas en una serie que, desde la primera, aparece todos los años y por estas mismas fechas con la precisión de un reloj suizo en las librerías del archipiélago. Con El palacio oscuro (Oristán, 2020) hace ya la décima de una saga que comenzó casi como un juego para Gambín, un juego que ha ido creciendo a medida que se publicaban nuevas novelas del grupo de investigadores que protagonizan estos libros en los que el paisaje de la ciudad de La Laguna así como el de Santa Cruz de Tenerife (que es la ciudad en la que gira la acción de dos o tres títulos de la serie) es igual o más fundamental que los personajes que el escritor hace intervenir en sus historias.
Historias todas ellas documentadas y que sirven de escenario para sus aventuras que discurren en una geografía –La Laguna– a la que rinde emocionado homenaje cuando saca a relucir las grandezas del pasado que recuerdan sus palacios y templos religiosos en el caso de la que fue en su día capital de Canarias.
Mariano Gambín, que afortunadamente permanece al margen de tensiones literarias tan del gusto de ésta como de otras tierras, y como una especie de outsider sigue su camino literario como quien busca su El Dorado. Hasta el momento, ha logrado crear un mundo con señas de identidad en las que se reconoce el lector y unos personajes que, por arquetípicos, funcionan como se espera en unas historias plagadas de misterios y pistas falsas, todas ellas relacionadas con aspectos históricos que Mariano Gambín (también historiador) ordeña con la sagacidad de quien ya se mueve en terreno seguro.
Diez novelas después, se aprecia que Mariano Gambín ha crecido como representante de lo que podría denominarse thriller de misterio con acento de aquí, canario, esas variedad del habla española que no conoce el sonido de la c ni de la z, y que ha adquirido mayor soltura como narrador.
Como en sus anteriores títulos, El palacio oscuro se lee prácticamente de una sentada y añade en algunas de sus páginas códigos QR que permiten la visualización de algunos de los cuadros y escenarios que aparecen en la novela.
No es fácil lo que ha conseguido Mariano Gambín con estos libros. Que llegue a diez títulos es una especie de milagro que debería de celebrarse porque corona la trayectoria de un escritor que se nota que se lo pasa bien con lo que escribe. Que disfruta con los retos a los que somete a sus personajes protagonistas, todos ellos lo suficientemente conocidos por sus lectores, tanto, que casi parece con cada nueva novela que uno se encuentra con un grupo de amigos a los que no veía desde hacía un año.
Uno de los hechos que distingue a Gambín de otros narradores de éstas y otras orillas es que sabe vender sus libros. El palacio oscuro, por ejemplo, es fruto de los meses de confinamiento que vivimos para frenar la pandemia cuando el escritor propuso a sus lectores a través de una cuenta de Facebook cómo y dónde podría comenzar una nueva novela con sus personajes. Una vez publicada, y ajustándose a todas las reglas de protocolo sanitarios que exigen los tiempos, firmó ejemplares quedando con sus lectores en los aparcamientos del Palmétum… Y no firmó ni uno ni dos sino más de una decena… Mariano Gambín, en pocas palabras, sabe vender sus novelas porque tiene además de un afinado olfato comercial, lectores que son leales a sus propuestas literarias. Una propuesta que no se rompe la cabeza por sorprender estilísticamente sino por lo que cuenta, el misterio que plantea y que en El templo oscuro es la búsqueda de un objeto histórico de un inmenso valor que permanece oculto en uno de los más señoriales edificios de La Laguna.
Como los nueve libros anteriores la fórmula de Gambín sigue siendo la misma, la misma que esperan los lectores y la misma con la que el escritor comenzó la saga con Ira Dei, que es la madre de todas las novelas que siguieron.
Escritas con el único objetivo de entretenee, El templo oscuro es a mi juicio es una de las mejores de la serie. Se aprecia que Mariano Gambín ya se mueve por ese universo como Pedro por su casa y que ha ganado contenido en sus descripciones de escenarios y tipos humanos.
El mejor elogio que se me ocurre para definir ésta y las demás novelas es que Mariano Gambín las escribió sin ningún tipo de prejuicios autorales y que se tratan de productos diseñados para sorprender al lector. Y el lector, algo que suelen obviar escritores con pedigrí, autores difíciles y por lo tanto de escaso acceso, es la pieza más importante de la combinación autor más editor más librerías. Sin él, sin ellos los lectores, no existirían de hecho los libros.
Saludos, tiempos extraños, desde este lado del ordenador