Soltando lastre y Contradicción, libros más allá del viaje de Carlos F. Centurión Martín
La literatura canaria cuenta con una tradición de escritores viajeros que ha sido objeto, no tantos como uno deseara, de estudios académicos.
Las islas han sido tierra de viajeros, de entrada, como dijo Domingo Pérez Minik, y salida de viajeros, y de ello han dejado constancia en numerosos libros donde uno puede hacerse una idea de cómo era esto siglos atrás e incluso qué impresiones se llevaron de los habitantes del archipiélago.
Entre otros volúmenes, y por su carácter de rareza, me resulta especialmente atractivo el retrato que Alexandre Corréard y el cirujano Jean Baptiste Henri Savigny –pasajeros del Medusa, un navío que tras hacer escala en Tenerife naufragó cerca de las costas de Senegal dando origen a una de las mayores tragedias de la historia marítima francesa– escriben de la isla ya que además de ofrecer una vistosa descripción de cómo era el puerto de Santa Cruz de Tenerife, muestra rasgos que ahora se nos antojan insólitos de la población de aquella plaza que todavía no se había convertido en capital de la isla ni del archipiélago.
Pero no es objeto de estas líneas reflexionar sobre estos relatos del pasado a los que, cabe decirlo, somos muy aficionados, y sí a las literaturas de viajes que se han escrito desde Canarias por escritores nacidos o residentes en estas islas.
Estos libros no cuentan, necesariamente, sus impresiones de lo que han visto en su recorrido por el archipiélago sino su sorprendida mirada cuando saltan las fronteras insulares.
El caso de Carlos F. Centurión Martín, como el de su hermano Jaime Centurión y Román Morales, es paradigmático ya que ha hecho de sus experiencias por esos mundos de Dios material con el que concebir libros más que de viajes, de viajeros porque el escritor no se ciñe al recorrido turístico por los países que visita sino que se sumerge en ellos, conoce a sus habitantes y aprende de sus culturas. Es un viajero que procura andar más que coger guaguas o automóviles o cualquier medio de transporte que disminuya la sensación del trayecto.
En los libros de Carlos Centurión el viaje además de atravesar caminos (se hace camino al andar) narra el paulatino proceso de transformación que vive por dentro su protagonista. Un cambio en su manera de ver la vida y cómo esa nueva mirada le transforma el carácter y su espíritu. No valen otras lecturas en los dos libros que el escritor presenta en 2022, tan singulares por su poderosa claridad, una luz que es resultado de sus innumerables experiencias.
Uno de los libros que ha dado a conocer este año se trata de una nueva versión de Soltando lastre, obra que ya se ha convertido en todo un clásico de la literatura de viajes que se escriben en Canarias, solo que ahora el autor imprime al relato una madurez que no tuvo el año que la obra comenzó a circular en librerías.
Soltando lastre es, como ya avisa su título, un libro en el que el escritor se va desprendiendo del disfraz que se fue haciendo en las islas antes de tomar la decisión de ver mundo. Y su ver mundo comienza en Turquía para vagabundear, no hay otra palabra mejor que defina su periplo, por la costa oriental del continente africano.
La peculiaridad de esta travesía es que el protagonista, el propio Centurión Martín, la hizo caminando o haciendo autoestop, por lo que lleva al lector con espíritu viajero como al que no por países con culturas radicalmente distintas a la occidental y que van desde Egipto a Ciudad del Cabo.
Un buen trecho de kilómetros que recorre con la curiosidad del viajero, la que no ha perdido aún la mirada de asombro ante lo que ve pero sobre todas las cosas ante lo que aprende. Centurión no hace turismo, así que traslada al papel con la objetividad de la primera vez las realidades de los países que atraviesa. Como se explica en la contraportada, Carlos Centurión concibe la vida “como un gran viaje, no tanto geográfico sino más bien hacia el interior de nosotros mismos”.
“Nos dedicamos a habituarnos al ritmo de vida africano, que calma esa actividad e impaciencia que traemos inoculada del “primer mundo”. A transformar el riguroso concepto de “aprovechar el tiempo” por el de simple deleite. A derribar esquemas que portamos congénitos de nuestra cultura. A disfrutar de un paseo. Nada más”.
El segundo libro de Carlos F. Centurión Martín es Contradicción, un relato que abraza los territorios de la novela. Una novela, no iba a ser menos en la literatura de su autor, escrita por un viajero.
En este caso el recorrido lleva al protagonista de la historia al archipiélago de Cabo Verde donde “don Sebastián Legazpi rememora para su hijo algunas experiencias acaecidas” en este conjunto de islas que forman parte de la Macaronesia.
“A las siete de la mañana, cuando despierto, ya ha amanecido el primer día del nuevo año. Se parece como dos gotas de agua al último día del año pasado. Este hecho me recuerda esas caprichosas e invisibles líneas geométricas que dibujaron aquellos políticos europeos en el África colonial para trazar las fronteras que separan a las diversas naciones. Como si los granos de arena en medio del desierto fueran diferentes a ambos lados de la divisoria”.
La novela está basada en experiencias reales vividas por su autor (las conoce todas menos la isla de Sal porque la considera demasiado turística) aunque no es descartable que haya trufado el relato con elementos de ficción para armar la columna que sostiene una historia en la que prima la descripción de lo que ve mientras disemina el texto con datos históricas sobre este conjunto de islas tan cerca pero tan lejos de Canarias. La obra destila mucha humanidad por los escenarios que visita pero sobre todo por los personajes con los que se va tropezando a lo largo de este recorrido existencial por las islas de Cabo Verde.
Carlos Centurión dice que a diferencia de Soltando lastre, de marcado acento autobiográfico, Contradicción mezcla novela con el ensayo, y a título personal la combinación, la mezcla de ambos géneros, funciona porque si algo caracterizan a estos dos libros es la poderosa sensación de libertad que se respira en cada una de sus páginas. Su canto a salir de casa y perderse por esos mundos de Dios, a mirar siempre hacia adelante. A caminar porque, como dijo el poeta, solo se hace camino al andar.
Sañudos, viaje con nosotros, desde este lado del ordenador