No, no es justo
Me voy de Las Palmas de Gran Canaria con una lluvia torrencial cayendo sobre la pista del aeropuerto y aterrizo en Tenerife con un whatsapp que me envía un amigo. La noticia es muy triste, anuncia el fallecimiento de Manolo Vieira, el hombre que más me hizo reír con acento de aquí, de esta tierra desestructurada.
Camino perplejo rumbo a la terminal de Tenerife Norte, no hay niebla y no llueve.
Mientras bajo a Santa Cruz no salgo de mi estupor. En lo que llevamos de año, apenas un mes y pico, se me han ido dos de los tipos más grandes que he conocido. Los dos de la isla vecina, la que está enfrente de la mía. Y coño, creo que no es justo.
A uno, a Alexis Ravelo, tuve el privilegio de tropezármelo hace ya unos buenos años. Fue en la presentación de la antología G21, y enseguida nos encontramos porque nos gustaba mucho la novela negra y criminal. Alexis, encima, escribía este tipo de literatura, tuvo un personaje fijo que se llamaba Eladio Monroy, a lo largo de seis novelas, me identifiqué con aquel investigador calvo y salvaje, con ese tipo que resolvía casos al margen de la ley.
Con Eladio Monroy me pasa algo curioso y es que cuando leía las novelas protagonizadas por el ex jefe de máquina de la marina mercante, siempre me lo imaginé como Alexis Ravelo. Creo de hecho que Alexis se dibujó así mismo como Eladio. El caso es que ambos me siguen pareciendo la misma persona. Y no solo por el físico, esa cabeza rasurada dice mucho, sino también por cómo pensaban los dos, prácticamente lo mismo.
No llegué a conocer a Manolo Vieira así que no podré decirle ahora a la cara, frente a frente, las gracias que le debo por la cantidad de tan buenos momentos que me hizo pasar. Recuerdo un especial de Nochevieja en el que me ahogaban las carcajadas. Después otros espectáculos, visto en televisión o navegandor por YouTube, así que el mejor homenaje que se me ocurre hacerle es el de volver a ver algunos de estos espectáculos y esperar a que me entre la risa. Porque es con risa como quiero despedir a este gigante del humor. Un humor que no ha generado la escuela que se merece, aunque todos los nuevos cómicos que han brotado últimamente a este lado del Atlántico le rinden el respeto que le deben.
Escucharlo fuera de las islas, en otro territorio donde todo lo de aquí les suena como a chino, Manolo Vieira significaba que me partiera de la risa y que los que no eran de aquí no se cansaran de preguntarme qué significa esa palabra, a este tío no se le entiende… aunque si seguían mirando la pantalla no era raro ver como le aparecía de pronto una sonrisa en los labios que terminaba, era inevitable, en una sonora carcajada.
Así que no es justo. Se me han ido en lo que llevamos de año (y es solo el principio) dos grandes. Uno fue más que un amigo y el otro un tipo que me hizo feliz cuando lo veía en la televisión. A estos dos les debo muchas risas pero también la pena que llevo dentro porque se nos han ido demasiado pronto… y eso no, no es nada justo.