Los seguidores de 007 celebran hoy en TEA Tenerife Espacio de las Artes el 60 aniversario de la mejor película Bond: Desde Rusia con amor
La primera película que vi de James Bond fue en un cine que como muchos cines de mi ciudad ya no existe. El cine La Paz, que llegué a conocer en los estertores de su existencia, programaba aquellos días sesiones dobles y, lo que era mejor, dejaba entrar a ver películas calificadas para mayores a los que no habíamos cumplido 18 años. Tendría yo por ese tiempo como unos trece, así que era una gozada entrar en la sala, romperme el culo con aquellas incómodas butacas de madera y aguantar las ganas de orinar porque el baño de aquel cine me daba pavor más que miedo. El cine, vuelvo a decirlo, se encontraba ya en las últimas en aquellos años, así que su estado era cada vez más ruinoso y la luz de la sala, cuando estaba encendida, era muy tenue, lo que generaba una sensación de penumbra antes de que se apagara por completo para dar inicio a la película.
En aquel tiempo no sabía quién demoniios era James Bond, me sonaba que había tensión entre soviéticos y norteamericanos, pero ignoraba todo el universo de 007 así que fue comenzar la película y… qué demonios, al protagonista lo mataba un asesino rubio aunque no, no era el protagonista sino un doble. Después, la sintonía de Monty Norman, la canción y una historia que desde ese momento me hizo pertenecer a la gran hermandad de 007. De hecho, cuenta con la chica Bond (lo que escrito así suena peligrosamente incorrecto en estos tiempos de tanta corrección) más hermosa de la serie, la actriz italiana Daniela Bianchi, y la protagoniza el mejor Bond de la saga, Sean Connery. El guión es bastante fiel a la novela original de Ian Fleming y la dirige un cineasta que siempre tuvo una excelente mirada para la acción, Terence Young, que firma además 007 contra el Dr. No y Operación Trueno, que son de lo mejor en la irregular pero siempre apasionante filmoteca bondiana.
No les voy a contar el argumento de la película para que se animen a verla esta tarde, a partir de las 19 horas, en TEA Tenerife Espacio de las Artes, en una sesión en la que tras la proyección habrá un debate con los especialistas Joan Casanova, fundador del archivo 007 y el investigador privado y escritor Rafael Guerrero, quienes estoy seguro revelarán información clasificada sobre el súper agente secreto al servicio de su graciosa majestad.
La película se estrenó en 1963 y tuvo una muy buena acogida de público. Fue, de hecho, la que contribuyó a cimentar una saga que llega hasta nuestros días solo que ahora se lo quiere reinventar para consumo de nuevos espectadores que no conocieron al original. Yo sigo yendo a los estrenos, y me siguen pareciendo muy respetables Casino Royale y Sin tiempo para morir, las otras que protagonizó Daniel Craig no demasiado pero esa es otra historia. Defiendo, y así lo proclamo, Sin tiempo para morir como un respetable punto y final a un modelo de héroe que ya no tiene cabida en el mundo que vivimos. Sobre todo ese primer mundo que se empobrece a pasos agigantados. Además, el Reino Unido ya no resulta tan cool, así que lo que hoy queda de aquel Bond de películas como Desde Rusia con amor, poco.
Poco, sí, pero ahí está la serie, ya todo un clásico sobre todo en occidente. Tras Sean Connery, vinieron otros Bond. Roger Moore, que cuenta con sobresalientes películas encarnando a 007; George Lazenby, que solo rodó una, Al servicio secreto de su majestad, que es una de mis favoritas por el giro que pretendieron darle al personaje; Timothy Dalton, que lo bajó a tierra y Pierce Brosnan, que no es de los seis que lo han interpretado uno de mis favoritos. Luego vino Daniel Craig y le imprimió ese carácter de pit bull que solo podía domar una mujer, Judi Dench ahora como M.
Ni recuerdo qué película vino después en aquella inolvidable sesión doble cinematográfica en La Paz, aunque igual fue antes de la exhibición de Desde Rusia con amor. El caso es que salí ordenado como un miembro más de la Hermandad 007. Que me vi todas sus películas y, lo que es mejor, descubrí sus novelas. Primeros las que publicó en España la editorial Bruguera, que fueron solo nueve. Después la que lanzó RBA, doce novelas, entre ellas la curiosa La espía que me amó, la primera vez en la que Bond es presentado a través de los ojos de una mujer, más dos volúmenes de relatos Sólo para tus ojos y Octopussy, cinco y cuatro historias, respectivamente, protagonizadas por el agente secreto doble cero, esa que da licencia para matar.
El paso del tiempo ha suavizado bastante mi fiebre bondmaníaca lo que significa que me hago viejo y este no es un país para viejos. Guste o disguste, Bond se convirtió en un referente con el que vender más que las bondades como se la gastaba el mundo libre con sus enemigos, ahora llamado Sprectra, contra todos aquellos que amenazan “nuestro” estilo de vida. Bond explotaba además las características del macho alfa de aquel entonces. Un individualismo a prueba de balas aunque a veces baja a tierra y colabora con un espía amigo como Felix Leiter de la CIA. Bond James Bond, es hedonista cuando le dejan, así que le gusta comer no bien sino muy bien y sabe de vinos. Le gusta además jugar a la ruleta y a las cartas en los Casinos y tiene un enorme y envidiable éxito con las mujeres. No olvido su poco apego a las armas, lleva una pistola pequeña para lo que es Bond, quizá porque prefiere trabajar con las manos, pero sí que le gustan los coches, y si están cargaditos de los artilugios que le facilita Q, que tiemble el mundo que no es libre. Esto de libre no termino de entenderlo, pero me pasa con la mayoría de las novelas y películas que he visto sobre la Guerra Fría y con las actuales que se ruedan del nuevo estado de tensión que viviamos como si aquí no pasara nada… Eneterrando la cabeza bajo tierra.
En fin, que esta tarde un grupo de aficionados a las películas y novelas de 007 nos reuniremos para hablar de la que considero su mejor novela y película, Desde Rusia con amor, y sobre lo divino y lo humano de un personaje que tiene más vida que un gato.
Saludo, kiss kiss bang bang, desde este lado del ordenador