En busca de la luz, confesiones de Oliver Stone

Escritor y guionista, Oliver Stone ha firmado algunas de las películas más importantes de las dos últimas décadas en su país, los Estados Unidos, inoculando en muchas de ellas un sentimiento de protesta política que si bien lo lanzó a la fama en sus inicios ha terminado por condenarlo al ostracismo en los tiempos que vivimos, tan extraños e inclinados a pensamientos ultras vengan de la izquierda como de la derecha ya que los extremos se tocan.

En busca de la luz –Memorias de Oliver Stone– (Cult Room, Libros del Kultrum, 2023) es solo la primera parte de una autobiografía en la que se sumergió el autor durante los meses de confinamiento provocados por la pandemia de la Covid-19, y los resultados no pueden haber sido más satisfactorios porque basta un mínimo conocimiento en la filmografía del cineasta para disfrutar con los contenidos de un libro en los que Stone se desnuda y confiesa, tanto, que las partes en las que el también escritor evoca su infancia y adolescencia y la peculiar relación que mantuvo con sus padres, arrojan algo de luz a las tinieblas de su quehacer cinematográfico, en especial las tres primeras películas que marcaron su carrera como director y, previamente, guionista de éxito en filmes como Conan, el bárbaro, El expreso de medianoche, El precio del poder y Manhattan Sur, esta última cinta acusada en su día de racista, y filme dirigido por Michael Cimino, quien animó a Stone durante el rodaje a que filmara Platoon, un proyecto accidentado que el cineasta llevó a la pantalla grande muchos años después, cuando el fenómeno de las películas sobre Vietnam se había puesto de moda.

En cuanto a su paso al otro lado, de convertirse en guionista a ser director de cine, En busca de la luz da explicaciones sobre esta conversión y da cuenta también de la delgada línea que separa la fama y el éxito del fracaso. La autobiografía cuenta con un subtítulo en el que Oliver Stone advierte con lo que se encontrará el lector cuando abra las páginas del libro: Escribir, dirigir y sobrevivir a El expreso de medianoche, El precio del poder, Salvador, Platoon, Wall Street… y a la industria del cine.

En esta primera parte de sus memorias, Oliver Stone se centra en su actividad como guionista de películas como El expreso de medianoche, El precio del poder y Manhattan Sur, aunque dedica también pero pocas líneas a Conan, el bárbaro, personaje creado por la imaginación del escritor Robert E. Howard y que llevó al cine un cineasta nunca lo suficientemente reconocido como es John Milius.

Resulta interesante conocer las relaciones que mantuvo el cineasta con los directores de estas tres películas, sobre todo con Alan Parker ya que no fueron especialmente buenas. En cuando a su primer largometraje como director: La mano, el director de Asesinos natos reconoce que se trata de un filme fallido aunque elogia a su actor protagonista, Michael Caine, que hacía en la película el papel de un dibujante de cómics que pierde accidente la mano con la que dibuja.

Los recuerdos de Oliver Stone se trasladan después a Salvador, que fue, tras La mano, la segunda de sus películas como director y la segunda que como espectador pude ver en un cine. El rodaje de la cinta, según relata, fue un caos y su relación con la estrella protagonista, James Wood, tirante por decirlo de una manera suave. El filme está basado en las experiencias de un periodista norteamericano en aquel país centroamericano, que primero quiso rodarse allí, en la república de El Salvador pero que no pudo ser por la inestabilidad que sufría ese castigado país centroamericano.

Stone fue calificado en sus inicios como un cineasta reaccionario, ideología que si bien pudo marcar sus primeros pasos en la industria se ha ido disolviendo con el paso de los años ya que hoy es uno de los cineastas más comprometidos de Hollywood, siendo criticado duramente por sus entrevistas (es verdad que con escaso nervio crítico) en los documentales que dedica a Fidel Castro, Hugo Chávez y Vladimir Putin.

La primera parte de esta autobiografía concluye con el rodaje y el estreno posterior de Platoon, el proyecto de su vida, la película que lo cambió todo, comenzando por él mismo. Después da pinceladas de otras películas que imagino que desarrollará con mayor entusiasmo en un segundo volumen que espero se publique pronto ya que dentro de la producción de libros sobre cine los de carácter testimonial, las memorias, biografías y autobiografías son interesantes pese a que la mayoría no profundicen en las miserias y sí solo en las grandezas de sus protagonistas.

Este y no otro es el caso de Stone con En busca de la luz que no es otra, la luz, la que lo hizo cambiar su forma de ver el mundo. Y transformación, cambio, alegrías (como el nacimiento de su hijo) y tristezas (la muerte de su padre) aparecen en un libro que se lee más como novela que como un ensayo sobre una manera de ver y entender el cine.

Al fondo, como si se tratara de un telón pintado, su experiencia como soldado voluntario en Vietnam, una guerra que intentó exorcizar de su cabeza con Platoon, la película que lo consagraría y por la que recibió el Oscar al Mejor Director.

Luego, y de esto imagino que hablará en la segunda entrega de sus recuerdos dispersos, vino Wall Street y JFK y más tarde Nacido el 4 de julio y El cielo y la tierra que forman con Platoon partes de su trilogía dedicada a la guerra de Vietnam, y sus retratos sobre presidentes como Nixon y Bush Jr, W, así como experimentales propuestas desbocadas, Asesinos natos, y biopics colosales que se quedaron en el camino, Alejandro Magno. Pero de todo esto hablará, espero, en un próximo libro. De momento, contamos con la primera parte de unas memorias que como su vida no tienen desperdicio.

Saludos, lunes, desde este lado del ordenador

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