Retrato del fin del mundo, una novela de Carlos Ruiz Caballero

Se ha necesitado cambiar de siglo para que los escritores/as canarios comiencen a escribir sobre lo que sucedió en el archipiélago durante la Guerra Civil. Es verdad que hubo intentos en el pasado, con títulos tan respetables como Tiempo de espera, El barranco y Luchar por algo digno de José Antonio Rial, Nivaria Tejera y Pedro Víctor Debrigode, respectivamente pero no fue hasta que Alexis Ravelo publica Los milagros prohibidos, ya entrados en la nueva centuria, cuando se produce un chispazo que por fortuna parece haber prendido ya que desde ese entonces se han publicado en estas tierras novelas relacionadas con aquel periodo tan triste de nuestra historia para narrar, desde la distancia aunque todavía sin la suficiente objetividad (la mayoría de ellas están inspiradas en hechos reales), historias ambientadas fundamentalmente en la isla de Tenerife y La Palma, también en Gran Canaria y El Hierro.

El último título que se suma a esta lista es Retrato del fin del mundo (Alba, 2024), de Carlos Ruiz Caballero, una novela inspirada en hechos reales que nace a raíz de una fotografía, la de una pareja de anarquistas que se casaron estando él preso en Fyffes pocos momentos antes de que lo ejecutaran el 6 de marzo de 1937.
La imagen que registra aquel enlace existe y es la primera que aparece en el libro. Se trata de una fotografía que conmueve: en ella aparecen Margarita Rocha Mata con quien fue su marido por unas pocas horas, Néstor Mendoza Santos, ambos naturales de la isla de La Palma.

La novela está narrada en primera persona por Margarita y se estructura en dos partes. La primera es la de mayor extensión y se desarrolla en la isla de La Palma. Además de Margarita y Néstor, el tercer gran protagonista de la historia es Jaume Margalit, un catalán asentado en la isla bonita. Se trata de un personaje sensato, que sirve de contrapeso a la pareja protagonista y a través del cual se tiene una tercera mirada sobre los dramáticos acontecimientos que se van a vivir en la isla tras el alzamiento nacional. El ambiente se enrarece y la sordidez y las envidias que provoca se hacen dueñas de una isla, La Palma, que tras el latido renovador de la II República vio cómo sus esperanzas se hacían añicos con los cañonazos del buque Canalejas.

En esta historia de héroes y miserables se mezclan personajes que existieron en la realidad, como además de Néstor y Margarita, la de Florisel Mendoza, hermano de Néstor pero que milita en el partido comunista.

Leyendo el libro recordé a Florisel, a quien entrevisté cuando publicó sus memorias en el Centro de la Cultura Popular Canaria. Tenía una edad avanzada y la memoria ya no le funcionaba demasiado bien. Era una persona para la que no existía el tiempo sino una serie de hechos que contaba sin cronología. Formaban parte del presente y del pasado. Recuerdo aquella experiencia porque pese a la avanzada edad de aquel luchador, todavía se podía entrever el sufrimiento que significó aquella guerra que no tuvo nada bueno (¿qué guerra tiene algo bueno?) y sí todo malo. Me entero además leyendo el libro de Carlos Ruiz Caballero que Néstor, el anarquista que fusilaron tras contraer matrimonio, era hermano de Florisel, y un Florisel entusiasta y joven es el que aparece en las páginas de Retrato del fin del mundo, una novela que cuenta con algunos capítulos realmente líricos, escritos con una prosa que en ocasiones raya con lo poético.

La segunda parte tiene lugar en Tenerife. Y entre otros escenarios, los tristemente célebres salones de Fyffes, donde el ejército golpista reunió a gran parte de los presos republicanos, muchos de los cuales acabaron fusilados y otros tantos desaparecidos en el mar que baña las costas de la capital tinerfeña.

Retrato del fin del mundo es una historia que se cuenta a través de lo que vive y siente Margarita pero en ocasiones parece que su mirada se confunde con las de otros personajes, tal es la intensidad de un libro que se inspira en una fotografía que transmite la dignidad que tuvo la pareja el día de su boda. Y dignidad es lo que ha pretendido transmitir Carlos Ruiz Caballero en las páginas de una novela que no cae, afortunadamente, en la sensiblería. El libro termina en un epílogo que tiene mucho de guiño y cierra con robusto pulso narrativo una historia de amor truncado y de cómo la guerra trituró la armonía de una isla. De unas islas y de un país.

Pero si algo me ha parecido realmente interesante por atractivo en este libro es el protagonismo que alcanza el anarquismo en sus páginas. Margarita y Néstor militan en la CNT, una fuerza política que alcanzó notable importancia en Tenerife, y que explica que sus afiliados fueran tan crudamente represaliados por los rebeldes. Si alguien conoce vagamente la grandeza de este movimiento en Canarias y concretamente en Tenerife, descubrirá acciones que si bien conocía no habían sido novelizadas. Entre otras, el intento real de atentado contra el general Franco en Capitanía y que salvo ahora Carlos Ruiz Caballero e Iván Cabrera Cartaya en el cuento La noche y el olvido, no se había recreado antes en clave de ficción.

Termino Retrato del fin del mundo con sentimientos muy encontrados. Como lector que lee más con el alma que con la cabeza, la novela crece cuando pinta aquellos tiempos pero me desconcierta con algunos de los personajes. Están Margarita y Néstor, unos idealistas y Margalit, que representa a una España que no fue posible.

Pero Retrato del fin del mundo es mucho más que una novela sobre la Guerra Civil aunque la guerra esté tan presente en sus páginas. Se trata de un título a tener en cuenta en esa bibliografía sobre nuestra guerra que ya tiene quien les escriba y que nos recuerda que no debemos repetir los errores del pasado.

Saludos, dando guerra, desde este lado del ordenador

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