Gustavo Guerrero: “‘La catira’ de Cela es una novela literariamente mediocre”
Gustavo Guerrero (Caracas, 1957) es un escritor, poeta y editor venezolano que recibió en 2008 el Premio Anagrama por el ensayo Historia de un encargo: La catira de Camilo José Cela, una novela, comenta en esta entrevista, “literariamente mediocre” y que convierte a su autor, tras haber aceptado escribirla “por un puñado de dólares”, en una persona “detestable”. Su intención, dice, fue la de “eclipsar a la figura de Gallegos y competir con su Doña Barbara”, lo que hace que la novela sea “moralmente vergonzosa”. Al margen de este trabajo, Gustavo Guerrero y Ángel Esteban son los editores de Venezuela en España. Capítulo de una historia literaria extraterritorial (Iberoamericana Veuvert, 2024), en el que colaboran entre otros los profesores de la Universidad de La Laguna Carmen Ruiz Barrionuevo, Nieves María Concepción Lorenzo y Andrés Sánchez Robayna.
- ¿Cuándo y por qué se produce la idea de coordinar este libro?
“Este libro forma parte de una serie o colección del proyecto LETRAL de la Universidad de Granada, que cuenta ya con varios títulos sobre las relaciones literarias entre distintas literaturas latinoamericanas y el campo cultural español. En el portal internet del proyecto figuran, entre otros, volúmenes colectivos como Señales mutuas, coordinado por Erika Martínez, sobre los vínculos de las letras mexicanas y españolas, o Entre la Argentina y España, coordinado por Ana Gallego Cuiñas que explora los intercambios literarios entre los dos países. La idea de armar un volumen colectivo sobre Venezuela surgió de una conversación con Ángel Esteban, que es también catedrático en Granada, como Erika y Ana. Tengo ya muchos años trabajando con todos ellos y he participado en varias de actividades universitarias del proyecto LETRAL. Así que la idea de hacer este libro sobre Venezuela y España se inscribe con naturalidad dentro de una colaboración ya muy rodada entre nosotros”.
- ¿Cómo fue el proceso de seleccionar a los colaboradores y qué directrices les dieron? ¿Hubo un plan de la obra general o los colaboradores sugerían los artículos a tratar?
“Desde un comienzo quedó claro que se trataba de un libro universitario, como todos los de la serie, y que trabajaríamos dentro del área de la historia literaria, la sociología de la literatura y los estudios culturales. El marco temporal sería el siglo XX a fin de tener una cierta distancia histórica con el tema. Con Ángel hicimos un recuento de los autores venezolanos que habían escrito y/o publicado en España y que habían establecido relaciones con el campo literario español. Luego hubo que buscar a los especialistas españoles y venezolanos de esos autores para escribir los artículos y en función de sus respuestas se incorporó o no a un autor al libro. O sea, que fue más bien la disponibilidad de los colaboradores lo que fue determinante en la selección final”.
– ¿Cómo se repartió la tarea de coordinación del libro con Ángel Esteban?
“Cada cual se ocupó de algunos autores y de buscar a los especialistas para escribir los artículos. También compartimos el trabajo de relectura y edición con los editores de Iberoamericana. Ha sido una labor que se ha desarrollado con mucha fluidez y armonía por la experiencia de trabajo que ya existía entre nosotros”.
- ¿Hay elementos comunes entre los escritores que reúne Venezuela en España?, si es así, ¿cuáles destacaría?
“Es difícil encontrar un denominador común entre figuras tan diversas y que además llegan a España en momentos muy distintos de sus carreras y en circunstancias igualmente disimiles. ¿Qué tiene que ver el Rómulo Gallegos ya maduro, que vive su exilio español durante los años treinta, y el muy joven Juan Carlos Méndez Guédez, que llega a Salamanca a completar sus estudios en la década de los noventa? ¿Qué tiene que el Salvador Garmendia que se instala en la Barcelona del boom y el Rufino Blanco Fombona que, huyendo de París y de la Primera Guerra Mundial, funda su editorial América en Madrid, en 1915? No es fácil trazar puentes entre todos ellos. Quizás el elemento común es la publicación de sus obras en la Península y la importancia que dicha publicación tuvo en el reconocimiento nacional e internacional de cada uno de ellos como escritores. Publicar en España marca sus trayectorias. Piénsese en lo que representó para Gallegos la edición y el premio barcelonés de Doña Barbara (1929), o para Arturo Uslar Pietri la edición y el premio madrileño a Las lanzas coloradas (1931), o para Adriano González León el premio Biblioteca Breve por País Portátil (1969) y la subsiguiente publicación de la novela con Seix Barral”.
- Venezuela en España, capítulos de una historia literaria extraterritorial. ¿Se trata de una historia fluida o con altibajos? ¿Por qué?
“Es una historia quebrada, asimétrica, sin una real continuidad, marcada por el exilio político de figuras como Blanco Fombona y Rómulo Gallegos en tiempos de la dictadura de Juan Vicente Gómez, pero luego desprovista de ese contenido trágico en la segunda mitad del siglo cuando Garmendia, González León, Montejo o Méndez Guédez viajan a la Península. Tampoco tuvieron todos el mismo nivel de inserción dentro del campo literario español ni gozaron del mismo reconocimiento. Quizás el que fue más lejos de todos fue Blanco Fombona, pues no solo fundó y dirigió una editorial importante en Madrid, sino que fue colaborador estrella del periódico El Sol, uno de los más leídos en los años veinte, fue miembro del Ateneo madrileño, de la Academia de la Historia y se le conoció como un activo militante republicano del Partido Radical hasta el punto de que participó en la administración de Azaña y, si no me equivoco, llegó a ser nombrado gobernador de las Islas Canarias en 1935. Solo que la muerte del dictador Gómez ese mismo año le permitió regresar a Venezuela. ¿Qué habría sido de él si el estallido de la Guerra Civil en 1936 lo encuentra de gobernador en las islas?”
- ¿Podría escribirse un libro cambiando el enunciado: España en Venezuela, capítulos de una historia literaria extraterritorial. ¿Cómo y qué destacaría de esa historia?
“Quizás se pueda escribir algo así, si se piensa en la presencia de las voces del exilio republicano español en Venezuela, como el filólogo Pedro Grases, el filósofo García Bacca o el escritor José Bergamín, que dio clases de literatura en Venezuela. Pero la verdad es que no conozco lo suficientemente bien el tema como para evaluar la viabilidad de un libro como ese”.
- ¿Ha aumentado el número de escritores/as venezolanos que por una u otra razón han dejado su país en los últimos años? Si fuera así, ¿qué temas son los que tratan en su narrativa y en su poesía?
“Como recordará, en la introducción del libro citamos el trabajo del profesor Alirio Fernández Rodríguez y su Mapa glocal de la literatura venezolana contemporánea, un ambicioso proyecto de Humanidades Digitales (HD) que permite visualizar el estado del campo literario venezolano hoy. Se le puede consultar en este enlace: https://www.cinco8.com/perspectivas/el-mapa-glocal-de-la-literatura-venezolana-contemporanea/. Ahí se ve que el éxodo de los escritores venezolanos no ha hecho sino incrementarse en los que va de siglo, como consecuencia de la crisis social, económica y política a que nos ha conducido la gestión errática de Chávez y de Maduro. Inevitablemente el tema mayor que recorre buena de la producción de esa diáspora literaria venezolana es la migración. Se encuentra en muchos autores y en algunos de los libros más reconocidos, como Simpatía (2022) de Rodrigo Blanco Calderón, finalista del Booker International en Londres este año, La hija de la española (2019) de Karina Sainz Borgo, Premio Madame Figaro en Francia, Volver a cuándo (2023) de María Elena Morán, Premio Café Gijón, o los hermosos libros de poemas de Adalber Salas Salvoconducto (2015), Premio Arcipreste de Hita, y La ciencia de las despedidas (2018).
- ¿Es importante la huella canaria en esta literatura extraterritorial?, si fuera afirmativa la respuesta ¿qué destacaría de ella?
“Canarias está muy presente en el libro a través de varios colaboradores vinculados a las islas, como Carmen Ruiz Barrionuevo, que constituyó el fondo bibliográfico de literatura venezolana en la Universidad de Laguna durante los años ochenta, Nieves María Concepción Lorenzo, que es profesora en esa misma universidad, y el poeta Andrés Sánchez Robayna, otro universitario e investigador de Universidad de la Laguna, quien desde los años ochenta, a través de la ya mítica revista Syntaxis, le abrió las puertas a un rico intercambio literario con Venezuela”.
- Recibió por Historia de un encargo: La catira de Camilo José Cela el Premio Anagrama de Ensayo. ¿Qué opinión tiene de esta novela de Cela?
“Es una novela literariamente mediocre y el haber aceptado escribirla por un puñado de dólares para eclipsar a la figura de Gallegos y competir con su Doña Barbara la vuelve moralmente vergonzosa y a su autor, detestable. A mí me interesó el caso básicamente como un asunto histórico del cual no se sabía nada o casi nada, un episodio que, por lo demás, nos enseña mucho sobre la historia de las relaciones políticas e interculturales entre Venezuela y España”.
- Por último, ¿qué espera de esta nueva edición del Festival Hispanoamericano de Escritores dedicado a Venezuela?
“Ante todo hay que agradecer la iniciativa de invitar a Venezuela a los organizadores del festival y la idea de reunir a un grupo de escritores venezolanos en esta hora aciaga de nuestro país. ¿Qué espero de un evento así? Concretamente espero aquello de lo que la literatura venezolana está más necesitada, es decir, de lectores.
Ojalá que el público palmero que asista se interese por leer a los autores presentes y también a otros escritores y escritoras venezolanas que no estarán en La Palma. Y es que, por muchos libros que se editen, una literatura no existe sin lectores y el gran reto para la literatura venezolana, ya lo he dicho en otros contextos, es conquistar lectores tanto fuera como dentro del propio país. Festivales como este pueden contribuir generosamente a realizar este objetivo. Uno no puede menos que agradecerlo”.
Saludos, ups, ops, eps, desde este lado del ordenador