‘Aquel maldito tren blindado’: Cine chusco, fallero y de pipas

11864147101752942.jpg Las Navidades, que ya están aquí al lado llamando a la puerta de nuestros cada días más pobres bolsillos, casi siempre son buenos momentos para ver cine en casa. Si usted es un tipo como yo, de esos que ahora prefiere disfrutar de una película (buena o mala, lo mismo da) en casa antes que meterse en una de las minisalas que pueblan nuestro archipiélago alejado de la mano de Dios, les recomiendo entre otros títulos el que este sábado regala La Provincia para los seguidores del cine chusco, realizado con dos euros y mucha imaginación. Me refiero a un pequeño clásico del cine bélico europeo que responde al truculento nombre de Aquel maldito tren blindado, de Enzo G. Castellari, que circuló en los países anglosajones como Inglorious Bastards. A los aficionados más perpicaces les sonará este título, ya que es uno de los proyectos que baraja Quentin Tarantino para rodar el año que se nos viene encima. Se trataría de un remake con muchos más medios, claro está, de la película de Castellari, que sigue siendo pese a todo un diminuto clásico del cine psicotrónico, anarquista y fallero que a todo buen hijo de vecino le sedujo en su más tierna y también torturada adolescencia.

Aquel maldito tren blindado cuenta la historia de un puñado de salvajes desertores que combaten por su cuenta aunque en el fondo estén del lado de los buenos (los aliados) durante la II Guerra Mundial. En la cinta, los desalmados, entre ellos Fred Williamson, que fue un jugador de fútbol americano reciclado en actor, no paran de liquidar a soldados alemanes allí por donde pasan hasta la escena final, donde vuelan un pedazo de tren reconstruido de manera realista en una maqueta.

Como la mayoría de las películas que forman parte de esta curiosa colección de cine bélico, sobre todos las cintas de nacionalidad italiana, Aquel maldito tren blindado hace justicia al cine de pipas. Es decir: espectáculo puro y duro y además resultonamente incorrecto para los tiempos que corren. Pongamos un ejemplo: el grupo de desertores se tropieza “casualmente” con un grupo de rubias arias bañándose en un río como Dios las trajo al mundo. Las arias, fuera de sí, se hacen con unas ametrelladoras y a dar estopa a los canallas sin patria, que huyen por el bosque como alma que lleva el diablo.

Aquel maldito tren blindado se ha convertido en un título de referencia para los que tuvimos la ocasión de verlo una y mil veces en aquellas inolvidables y por lo tanto nostálgicas sesiones de a las 4 de la tarde los domingos y días de fiesta, así como en las legendarias (con todas sus letras) proyecciones al aire libre en la Plaza de Toros (recordad, hermanos, nuestro grito de guerra: ¡¡¡linterna!!!, ¡¡¡linterna!!!) . El filme está además mucho más cerca del espíritu burlesco del pressing catch que del frío realismo bélico de Salvar al soldado Ryan, pongamos como siniestro ejemplo.

Una buena película pues para pasar una aburrida y tóxica tarde navideña. Que ustedes la disfruten…

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