Más cine de barrio: ‘El jorobado de la morgue’

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Cuando cae la tarde y empieza la noche, este que les escribe siente la quemazón de la soledad, que es un estado de ánimo bastante deprimente porque además de hacerte pensar en cosas feas llegas a la conclusión de que la vida es un chiste demasiado corto. Pues bien, así estaba yo un día de esta semana que termina cuando llegó a mis manos una de esas películas de barrio que le levantan la moral a cualquiera. En especial a los hundidos, o esos niños mayores que no han terminado de percatarse todavía que los sueños, sueños son.
La visión de esta película, que ya había visto en el pasado y de la que guardaba gratísima memoria, me hizo feliz un buen raro y me obligó a reflexionar en todas aquellas tonterías que impide que piense sobre mí mismo. Lo que agradezco y justifica la devoción de adicto que tengo por el cine como vehículo de tonto entretenimiento. La película, El jorobado de la morgue, no es una obra maestra del cine fantástico español, pero sí una delirante película de terror hecha en casa que provoca sanas carcajadas.
Protagonizada por Jacinto Molina/Paul Naschy, El jorobado de la morgue nos cuenta pues la delirante historia de un jorobado que trabaja como encargado de un depósito de cadáveres. El pobre vive marginado por todos, excepto por Frieda, una joven que es su única amiga y de quien Gotho (el jorobado)  está enamorado. Pero un día ella muere, y Gotho roba el cadáver para llevárselo a unos científicos que estudian la forma de devolver la vida a los muertos y, claro está, pasa lo que pasa… Una locura. Es una pena que historias así ya no se hagan, porque un espectador sin prejuicios en la cabeza y con ganas de pasárselo bien se lo va a pasar requetebién con este largometraje que copia sin arrugarse el traje elementos de todas partes. Incluso de mi admirado (en aquella tierna adolescencia que ya se fue) H. P. Lovecraft en la que probablemente sea una de las escenas más excéntricas de la historia del cine. Con uno de los médicos invocando a deidades prohibidas mientras al jorobado le tiran ratas como gatos que, al parecer, los de producción pillaron en las alcantarillas y tuvieron varios días sin comer. Angelitos.
Dirigida con psicotrónico estilo de barriada por Javier Aguirre, El jorobado de la morgue es una de esas malísimas buenas películas que los nortemericanos hubieran rescatado del baúl de los recuerdos para declararla obra maestra del mal gusto. El problema es que es española, y en este país somos más dados a marginar y aislar a todos aquellos que nadan a la contra lo que a mí, personalmente,  me produce escalofríos.
A modo de advertencia, esta cinta se la recomiendo a ese público al que le gusta el vacilón y echarse unas risas con el miedo, una fórmula que al menos para este escriba le sirve para liberar tensiones y por lo tanto de perfecto relajante muscular. Además, está protagonizada por Paul Naschy, un actor que sin caerme demasiado bien siempre he respetado por su fidelidad al género de la fantasía en general.
En definitiva, que les recomiendo más que una película un buen antídoto contra los demonios de la depresión. Aunque mejor no me hagan caso. Claro que entonces se la perderán…  

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