‘Óscar. Una pasión surrealista’

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Intentar comprender la psicología de los que habitamos estas siete islas abandonadas de la mano de Dios invita a que uno se rompa la cabeza. Probablemente sea una tarea compleja por nuestra obstinada manía de mirarnos al ombligo y la de creer que el mundo gira alrededor del suelo que pisamos. El resto de lo que acontece en el planeta no nos importa. O lo que es lo mismo, nos importa un pimiento. He llegado a la conclusión de que el habitante de las Canarias (sea isleño o no, porque todo se contagia) se cree que es inmortal hasta que alguien le demuestre lo contrario.

Cansado de ser víctima de esta visión tan reduccionista del universo, intento analizar ahora el cambio de opinión en torno a la ópera prima de Lucas Fernández, retitulada para el mercado de habla hispana con el acertado título de Óscar. Una pasión surrealista, filme que mucho antes de su estreno ha sido atacado desde todos los ángulos con torpedos cargados de veneno sin que casi nadie haya visto el resultado final, que es la película, o contemplar el largometraje para ponerlo razonablemente a parir, castigarlo con la indiferencia o loarlo como se merece si se trata de un filme que además de rendir justicia a su protagonista, el torturado pintor tinerfeño, logra conmover el espíritu del espectador.

Entiendan no obstante los que leen estas líneas que cuando escribo lo de criticar no me refiero sólo a los comentarios que puedan verter sobre ella los canarios y otros habitantes del pseudoparaíso, ya que sospecho que tras el cambio de pareceres leído en los últimos días en torno al filme, seguramente será bien recibido en estas ínsulas tan necesitadas de guasa y vacilón.

Lo que no termino de entender es la campaña orquestada en torno al trabajo de Lucas (he oído y leído de todo, y no bueno precisamente) y ahora el cambio de tercio. Los babosos siguen siendo los mismos de siempre, eso está claro, pero los que mostraron sus puñales se los han guardado recatadamente y aquí no ha pasado nada. No entiendo nada, en fin.

En todo caso, pienso que todo obedece a una estrategia muy inteligente de su director, Lucas Fernández, para dar la vuelta a la tortilla. Los que han visto la cinta me han hablado muy bien de ella, soltando esa frase fatal para el cine nacional como es la de “fíjate si es buena que no parece española”. Y asiento en silencio, mientras cuento los días para ver la película dirigida por un canario que se estrena este año en Canarias. Sólo con eso, bravo. Ya opinaremos cuando tengamos oportunidad lo que nos parece el trabajo de su director. Aunque para serles sinceros sólo espero ver una buena película. O por lo menos una correcta película.

También le deseo éxito no en estos siete peñascos alborotados sino en los mercados internacionales, y que Lucas Fernández inicie una carrera tras la cámara que lo obligue a emigrar de las miserias y tibias venganzas de su tierra.

Yo mientras tanto fumando espero. 

La película se estrena el 29 de febrero y no a finales de marzo como anuncié en este mismo blog. La primera semana de ese mismo mes se exhibe en la sección no competitiva de la Berlinale. En nota de prensa se me informa, además, que “esta ambiciosa producción ha contado con un presupuesto superior a los seis millones de euros financiado por la productora de Los Ángeles (EEUU) Media-Turner Productions, por la francesa Destiny Films, por Televisión Española (TVE) y por Report Line Producciones (Canarias)”.También que la película recibió una subvención de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias por importe de 300.000 euros, cifra que supone un 4  por ciento del presupuesto total del largometraje… lo que entiendo como un aviso a los navegantes. Como casi todo el mundo sabe, se añade que la cinta está protagonizada por Joaquim de Almeida como Óscar Domínguez, Victoria Abril, Emma Suárez, Jorge Perugorría y Jack Taylor, a quien tuve el honor de entrevistar…

Y pienso, reitero, que Lucas Fernández es un tipo muy inteligente. Las voces venenosas han trocado en voces elogiosas. Ahora todo el mundo habla bien de Oscar. Una pasión surrealista. O habla y comenta el filme con cierta distancia…

Da para que uno se rompa la cabeza. Pueblo chico, infierno grande. O que baje Freud y lo vea. O por lo menos se atreva a psicoanalizarlo. De todas formas, intuyo que lo que Lucas ha querido hacer no es mostrarnos el color del destino sino la pasión surrealista no de Óscar Domínguez sino de estas Canarias en las que vivimos. Vista así las cosas, la película incluso puede aspirar a convertirse en una obra maestra. Aunque yo, como Breton, prefiera seguir cazando lagartos.
He dicho.

No Responses to “‘Óscar. Una pasión surrealista’”

  1. Carlos A. Says:

    Por todo lo que usted escribe, este ha debido ser un tema enredado y algo “surrealista”. Yo no me preocuparía demasiado en intentar entender las diferentes mentalidades que intervienen en este embrollo al parecer lleno de intereses y falseades. Y bueno, no puedo estar del todo de acuerdo respecto a su comentario sobre el habitante de las Canarias, no creo que todos seamos ni inmortales ni reduccionistas. Es cierto que estamos rodeados de miserias morales, pero eso se puede ver en todas partes, no sólo en Canarias. Aunque probablemente aquí todo se agudice. A los simples mortales de a pie que habitamos esta ínsula, esos tira y afloja de algunos no nos quita el sueño. Nosotros nos alegramos del trabajo bien realizado de todo el mundo, y nos molesta la bronca y el mal rollo. Así que no creo que yo sea el único que quiere ver progresar a su gente, que se emociona con sus esfuerzos y logros. Pero también nos alegra ver como un habitante de Cuenca o de Grenoble trabaja, progresa, vive en paz y comunica, ya sea a través de una película, de una pintura, de un libro, de una fotografía o de la gastronomia, o simplemente al verle sonreír cuando viajan a Canarias o cuando somos nosotros los que viajamos.
    Respecto a la película de Lúcas Fernández (a quien no conozco de nada) espero que sea otro interesante eslabón para que desde Canarias se pueda seguir desarrollando esta actividad del cine, ese arte hermoso que no siempre riñe con lo comercial.

  2. yoestuvealli Says:

    ¿Seis millones de euros? Qué risa. Y la gente se lo cree. Se lo creen porque en este país las cosas son mejores cuanto más cuestan. Pues no. Las cifras no son esas. Ni las productoras, que son más ficticias que otra cosa. La película está subvencionada por la Viceconsejería de Cultura y por la TVC, ya que parte del presupuesto de Plató del Atlántico para la producción de su programa El Expreso ha sido desviado para pagar la gran cantidad de deudas que generó esta película.

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