Eso sí era trabajar en favor del mundo libre…

Si hay un subgénero que me deja cautivo y desarmado hasta nuevo aviso es el de todas aquellas películas que brotaron como setas a la sombra del éxito de las películas de James Bond. Sin contar las innumerables y también descacharrantes versiones hispano italianas (con agentes enmascarados del tipo Superargo o Goldface, con Espartaco Santoni interpretando al héroe de estar por casa) si hay novelas y filmes que colecciono con hilarante espíritu camp son las producciones británicas y norteamericanas que realizaron también su versión de Bond sólo que con un acento descaradamente cómico y, si me apuran, ridículamente machista.

flint.jpg

Este comentario vienen a colación, no obstante, acerca de la nueva edición de las películas protagonizadas por James Coburn como Flint (Flint, agente secreto y F de Flint), así como del visionado reciente que he disfrutado de El cerebro de un billón de dólares de la serie Harry Palmer protagonizada con refinado espíritu burlón por el casi siempre giganteco Michael Caine. No puedo dejar en el olvido la revelación que para este que les escribe significó descubrir las aventuras cinematográficas de Matt Helm, peculiar agente secreto interpretado con un más que deportivo sentido del humor por Dean Martin.

palmer.jpg

Las novelas de estos tres personajes, salvo las de Harry Palmer escritas por el siempre potente Len Deighton, no le hacen justicia a sus bastardos cinematográficos, que más que cintas de espionaje turístico del tipo Bond preferían decantarse más por la comedia y una irriverencia hacias sus jefes realmente explosiva. Lo más curioso de todas estas películas es que probablemente por su espíritu cafre y pop, resulten tan deliciosamente transgresoras en estos tiempos de facismo dulce que vivimos. Si algo caracteriza a Flint, Helm y Palmer en contra de Bond es que si bien son igual de individualistas y arrogantes, parece que para nada trabajan a gusto al servicio de sus respectivos países. Casi parace que lo hacen porque les permiten mantener el acelerado tren de lujo que llevan así como practicar elaboradas posiciones gimnásticas con todas aquellas mujeres que caen rendidas ante sus encantos. Lo de menos en estas cintas es la historia, ni los malos, demasiado torpes, sino la plasmación en pantalla grande de todas las fantasías del castigado oficinista que llevamos dentro.

helm.jpg

Por este mensaje diabólicamente rompedor en estos tiempos tontorronamente correctos que vivimos, me atrevo a escribir que por eso, precisamente, son tan necesarias para calmar las insatisfacciones de los nuevos esclavos que somos casi todos. Pura y delirante fantasía, atrevidas, rompedoras, deliciosamente entretenidas con héroes de cartón que me paracen un millón de veces más interesante que la nueva hornada de papanatas que se rompen los cascos en el actual cine norteamericano (sí, me refiero en especial al Bruce Willis de las junglas de cristal). Flint, Helm y Palmer tenían estilo y espíritu cool. Ese puntito chachi canalla que sin hacer sombra a 007, no queda mal señalar que bien podría emparejarlos en igualdad de condiciones con la feliz creación de Ian Fleming.

En fin, eso era todo. ¡Buena semana!

Saludos con F de Flint, H de Helm y P de Palmer a este lado del ordenador.

One Response to “Eso sí era trabajar en favor del mundo libre…”

  1. Ike Janacek Says:

    ¡Flint! Mi gurú de estilo: desde que vi en una peli suya una cama en forma de corazón con barrotes de lámparas de lava reniego del soso de Bond.

Escribe una respuesta