¿Tiempos nuevos en estas islas de plácida ignorancia?

Muchos se han preocupado a lo largo de la Historia en borrar el paso de incómodos compañeros de cama en el proceso revolucioanrio en el que una vez anduvieron juntos cuando alcanzaron la manzana podrida del poder. Stalin lo convirtió en una herramienta más de su dictadura ¿del proletariado? En la historia soviética post Lenin, personajes tan implicados como Trotsky (que inspira por cierto la última novela del escritor cubano Leonardo Padura) desaparecieron literalmente del mapa. Su imagen se borró de las fotografías y cineramas oficiales, su nombre se perdió en los libros que cantaban la nueva esperanza socialista. Y como él, otros camaradas del partido a los que Koba el terrible fue eliminando con maquiavélico desprecio, temeroso de sus sombras siempre alargadas.

Esta indignante tendencia apenas tiene reflejo hoy en este universo democrático en el que nos movemos, aunque algunos se empeñen todavía en ignorar a sus vecinos por razones en las que mejor no voy a entrar. Esta ha sido una de las conclusiones que me obligan a saludar con alborozo y cierta sorpresa, si tenemos en cuenta que nos movemos en un territorio plagado aún de cierta patente de corso, que los artistas José Dámaso y Santiago Palenzuela hayan sido los primeros premiados por la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

Dámaso recibirá el premio Magister, mientras que Palenzuela tendrá el Excelen, el primero de los cuales es para reconocer la trayectoria de un artista consagrado, y el segundo para un creador de talento consolidado que ronde los 40 años.

Los premios se entregarán el 15 de octubre en la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel en un acto que tendrá lugar en el hoy convulso y polémico Ayuntamiento de la capital tinerfeña con motivo de la apertura del curso académico.

Por razones obvias de edad, no soy de la misma generación de Dámaso, y si bien su pintura nunca me ha calado o atravesado el corazón, considero justo este reconocimiento a una labor que fue bastante rupturista en los años 70. En cuanto a Santiago Palenzuela, no creo conocer a nadie que lo conozca personalmente que le caiga mal este creador plástico de risa contagiosa y talento poderoso.

Su última exposición en Tenerife, De alquiler en alquiler… es además de una gozosa invitación a que despertemos nuestros sentidos visuales, una impudorosa reflexión sobre su condición de artista. En ocasiones salvaje, en otras de una franqueza desarmante. De Palenzuela me gustan sus retratos humanos y su personal manera de representar los espacios que habita, su lectura del entorno, que crea obras cuya aplastante sinceridad te clavan la mirada en el cuadro.

Ahora, que vive en Madrid, alejado de la miradas de ombligo canarias, entiendo que su “exilio” forzado haya logrado lo que parecía imposible en un territorio como el nuestro, o el de esta insularidad en ocasiones insultantemente insular, para que una rancia institución como la Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel recompense su labor con un premio que, además de reconocer el trabajo de un veterano como Dámaso, entiendo que también destaca la obra de un artista que, como es el caso de Palenzuela, pertenece a esa generación perdida de creadores tinerfeños y canarios por extensión, que hasta ahora estaban precisamente ubicados en tierra de nadie. O ignorados, ninguneados, como si esos poderosos que todavía tienen la mala costumbre de borrarlos de su vida se sintieran hoy incapaces de omitirlos en esa Historia tan manipulada y sangrante como es la de Canarias.

Mis más sinceras felicitaciones a ambos artistas. También a todos los miembros de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel ya que a su manera (y espero que el ejemplo se repita en futuras ediciones de estos galardones) han roto un pedazo de ese muro de la vergüenza con el que se han empeñado, y se empeñan, en mentirnos a todos los habitantes que habitamos estas islas de plácida e (in)feliz ignorancia.

Saludos, pensando ya que vendrán tiempos nuevos, desde este lado del ordenador.  

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