Bye, bye, mister Parker

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Es más que probable que a la mayoría no les suene el nombre de Robert B. Parker pero si les recuerdo que uno de sus personajes más famosos fue protagonista de una exitosa serie de televisión que se emitió en nuestro país en los años 80 con el título de Spencer, detective privado, es más que probable que alguno chasquee los dedos y se le ilumine la cabeza.

Les cuento todo esto porque me entero ahora que el escritor falleció a finales del mes pasado, y como soy de los que gustan de rendir particulares homenajes a todos aquellos autores que le animaron un poco la existencia, escribo estas líneas con el fin de ponerles en conocimiento que la novela policíaca (ese género que tanto buenos ratos me ha sabido regalar) se queda sin otro de sus no sé si grandes pero al menos sí meridiano contador de historias.

Su creación más famosa, Spencer, es un detective privado a la vieja usanza. Algunas de sus novelas fueron editadas en nuestro país coincidiendo con la emisión de la serie en televisión por Alianza Editorial, y merecen la pena leerse si tienen la suerte de encontrarlas en librerías de viejo y rastros.

En contra de otros investigadores, Spencer no solía trabajar en solitario ya que casi siempre contaba con la ayuda de su amigo Kawk, un negro de dos metros que vivía al margen de la ley. Además, compartía sus ratos libres con su novia, Susan.

Robert B. Parker tuvo además la difícil misión de terminar la novela inclusa que dejó Raymond Chandler a su muerte, Poodle Spring, también traducida al castellano. No es Poodle Spring sin embargo una buena novela de Phillip Marlowe, aunque se mastica con dulce nostalgia pese a todos sus inconvenientes. De esta cinta, se rodó una película con James Caan en el papel del ya icónico private eye.

Saludos, bang, bang, bang, desde este lado del ordenador.

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