No eran de este mundo

JUAN MARICHAL

Me llama un amigo y me suelta la mala noticia como se sueltan las malas noticias. Sin prepararte:

- Ha muerto Juan Marichal.

Inmediatamente, mientras continuo conversando, me pregunto si Juan Marichal (1922) nació realmente en Santa Cruz de Tenerife. También me pregunto si la gente que nació en las islas el mismo año que nació el formidable ensayista y pensador era gente de otra pasta. Fueran o no ilustrados.

La primera noticia que tuve de Juan Marichal fue a través de mi padre, probablemente una de las personas que más sabían de la Guerra Civil española en este archipiélago desordenado. A mi padre se le quedó clavado aquello de la Guerra fraticida porque su padre (mi abuelo) sufrió cárcel por  los rebeldes bajo la acusación, cierta es la verdad, de masón, y la desaparición de un tío anarquista al que vieron por última vez encadenado en una barca escoltada por falangistas.

Nunca se encontró su cadáver.

Mi padre, no obstante, fue un hombre que además de leído no quería levantar ampollas de aquellos tristes días que vivió a corta edad en su isla del alma.

La primera referencia que tuve de Juan March fue pues a través de mi padre porque para mi padre hubo dos canarios de su siglo de los que hablaba con emocionado respeto. Uno era Juan Marichal. El otro Juan  Negrín.

Como para quien les escribe cualquier cosa que dijera su padre iba a misa (aunque no recuerdo que pisara una en su gozosa y plena vidal), si hay dos personas de las que me siento tontamente orgullosas de que compartan el mismo lugar geográfico de mi procedencia son Juan Marichal y Juan Negrín.

Dos juanes que, insisto, a mí me parece que no nacieron en estas islas de mentecatos.

Juan Marichal falleció el pasado domingo, 8 de agosto, en la localidad mexicana de Cuernavaca a los 88 años de edad y su primer libro fue La voluntad de estilo (Seix Barral, 1957). Dedicó además diez años de su existencia a la preparación de las Obras completas de Manuel Azaña (Editorial Oasis, México, 1966-68), una producción monumental que, según informa un despacho de la agencia Efe, “se difundió en España, y contribuyó a la formación histórica y política de numerosos dirigentes de las nuevas generaciones de españolas que habrían de llevar a cabo la transición a la democracia.”

Otras obras de Marichal fueron La vocación de Manuel Azaña (Edicusa, Madrid, 1968);  El intelectual y la política (Residencia de Estudiantes, CSIC, Madrid, 1990) y  El secreto de España: ensayos de historia intelectual y política (Taurus, 1995). Su último libro publicado fue El designio de Unamuno (Taurus, 2001).

Hasta 1987 dio clases en Harvard, para trasladarse a Madrid donde vivió hasta 2003. Ese año regresó a Cuernavaca, México. Estuvo casado con Solita Salinas, hija del poeta Pedro Salinas, que falleció en noviembre de 2007.

Tras marchar a Madrid en 1935  y a Francia cuatro años después, estudió en París pero, ante la amenaza de la invasión alemana, Juan y su hermano Carlos partieron para Casablanca desde donde se embarcaron en 1940 para México, cruzando el Atlántico en un navío portugués en una época de intensa guerra naval. Llegó a Veracruz y de allí viajó con a la ciudad de México.

Se licenció en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (1945), y se doctoró en las Universidad de Princeton (1949), con una tesis sobre Feijoo, dirigida por Américo Castro.

Y pienso, cuando cuelgo, ¿Marichal tinerfeño? No, no, ese caballero venía de otro mundo.

PATRICIA NEAL

La muerte de Juan Marichal coincidió el domingo con el fallecimiento también de la gran actriz Patricia Neal, una mujer cuya vida estuvo marcada por la tragedia. Murió a los 84 años.

Patricia Neal, a la que quizá recuerden los más veteranos cinéfilos por su papel de El manantial (King Vidor, 1949) junto a Gary Cooper, obtuvo un Oscar de Hollywood por Hud (El más salvaje entre mil) un interesante western de Martin Ritt de los años sesenta en el que compartió pantalla con otro grande que ya no está entre nosotros, Paul Newman.

La actriz estuvo casada con el escritor Roald Dahl durante 30 años, con quien tuvo cinco hijos. Uno de los cuales sufrió graves lesiones después de ser golpeado por un taxi cuando sólo tenía cuatro meses y su hija mayor, Olivia,  que falleció a los siete años de sarampión.

Otras de sus películas como protagonista fue el clásico de ciencia ficción Ultimátum a La Tierra, de Robert Wise; Primera victoria, de Otto Preminger, Hay que matar a B., del español José Luis Borau, El rey del tabaco, de Michael Curtis, Un rostro en la multitud, de Elia Kazan, y Desayuno con diamantes, de Blake Edwards.

No, decididamente, no era de este mundo.

Saludos, más apagados si quieren, desde este lado del ordenador.

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